En el ejemplo 261 (192), se nos relata la historia de Teófilo, quien, privado del obispado que él consideraba que le correspondía por derecho, recurre a los servicios de un judío encantador para que demande al demonio que lo sitúe en el rango que le pertenece. Así, Teófilo se convierte en un pactante que ha de renegar de su fe y firmar un escrito de su puño y letra en el que acepta las condiciones del diablo. Sin embargo, terminará arrepintiéndose de sus actos y encontrará piedad en la Virgen María, la cual le restituirá el contrato que firmó para que pueda así quedar anulado el trato. A los tres días de este hecho, Teófilo entregó su alma a Dios y lo hizo en paz por la intercesión de María.