En el ejemplo 180 (109) se habla de la posibilidad de conocer lo que va a ocurrir antes de que suceda y se exponen algunos casos, como el de Micheas, que cuando nació fue visitado por las hormigas, que dejaban granos de trigo en su boca. Un gran sabio fue preguntado y explicó que aquello significaba que aquel niño llegaría a ser grande, y así sucedió. También fue un filósofo muy sabio, Viginios, quien anunció que el emperador Otaviano sería el señor del mundo, y así fue. Astribonio fue el astrólogo que pronosticó, con ayuda de un huevo, que el emperador Tiberio reinaría. Y, por último, el rey Filipo también reclamó la ayuda de un adivino, para interpretar una señal, y este pronosticó que tendría un hijo que cercaría el mundo; lo cual se cumplió en Alejandro.
En ningún momento se condena esta rama de la magia culta ni se critica a sus oficiantes. Nada de diabólico se le atribuye a la adivinación en ninguna de sus manifestaciones.