Aunque el personaje mágico central de esta pieza es una doctora disfrazada de bruja (y entendemos que no se confunde bruja con hechicera), la actuación de esta figura apunta a que es una hechicera urbana de carácter celestinesco, puesto que cuando es descubierta por Toribio, el gracioso, y este amenaza con descubrirla, sobre todo ante su marido; ella le entrega un papel a cambio de su silencio. Tal papel posee la capacidad de hacer que la persona que lo lea muera de amor por su dueño, ahora Toribio. El joven desea enamorar a Menga, que lo aborrece, y por ello, cuando la ve salir en compañía del sacritán, le ofrece el objeto mágico, mas ella, al no saber leer, se lo entrega a su acompañante, por lo que quien rabiará de amor será el sacristán. Después sucederá lo mismo con un escribano y un alguacil, que leerán en voz alta las palabras escritas en el papel: "Nichis, nochis, californis, cata plasmis". De este modo, el enredo está servido, y Toribio se verá acosado por tres hombres distintos, pero en ningún caso por Menga, que era su objetivo.
Este es el resultado jocoso de la intervención de una hechicera que resulta ser prácticamente idéntica a la presente en el "Entremés de la hechicera" de Quiñones de Benavente.
La gran diferencia entre ambas es que solo la Doctora de Jerónimo de Cáncer está también relacionada con la brujería