Tomás Rodríguez Rubí
La bruja de Lanjarón o una boda en el infierno
Teatro (comedia de figurón)
1843
Madrid, Imprenta de Repullés
Duquesa
Otros
La acción se ubica en el castillo de Lanjarón, en el valle de Lecrin, Granada, en 1598. La protagonista, la Duquesa, posee en los contornos fama de poderosísima hechicera. Sin embargo, la magia no comparece en ningún momento, pues lo único que interesa en ese sentido es que esta fémina aprovecha las creencias que sobre ella circulan para lograr sus propósitos. Sus objetivos consisten en limpiar el honor de Rosalía, que habita con ella en el castillo, al cual ha llegado el hermano de esta última, quien la repudia porque ella escapó con don Lope y después fue deshonrada por él y abandonada. Por otra parte, la Duquesa desea impedir su propio casamiento con don Lope, pues el testamento de su difunto marido disponía que al cabo de un año de su muerte, ella debía casarse con este mancebo para poder heredar todos los bienes de su legado, mas si Lope faltaba a la cita, ella quedaría como legítima heredera y podría decidir con quién casarse. Dado que Ramiro, el hermano de Rosalía, la mira con buenos ojos, y que don Lope es un mujeriego que ultrajó a Rosalía, debe evitar el casamiento con este por todos los medios. Y esos medios serán la falsa hechicería. La Duquesa usará todo tipo de mecanismos para hacer cree que ella es una gran maga, que todo lo sabe y todo lo puede. Con la ayuda de Rosalía, a la que Ramiro y Lope creen muerta, logrará restituir el honor de la misma, limpiando también el nombre de Ramiro, pues su hermana terminará casada con Lope, que piensa que está dando su nombre y su palabra a un fantasma. Mientras tanto, Suspiro, el criado de Lope y gracioso de la obra relaciona constantemente a la Duquesa con la hechicería y aún va más allá aludiendo a la brujería, pero todo queda en el mundo de las apariencias y, cómo no, de los rumores.
Nos hallamos, como en tantas otras ocasiones, ante una obra cuyo título resulta engañoso por dos razones: en primer lugar, la magia a la que se hace referencia es ficticia, un fraude, mero artilugio; en segundo lugar, se usa en la mayoría de ocasiones "bruja" como un sinónimo de hechicera o incluso de maga. El vocablo amplía su significado y deja de apuntar a la brujería como tal. Por tanto, nada de bruja tiene esta dama de Lanjarón.