Domingo Miras
Las brujas de Barahona
Teatro
1977-1978 (ed. 1980)
"Primer Acto", 185, 1980, pp. 78-127.
Juana, Quiteria, la Ansarona...
Bruja
Este es uno de los textos más representativos acerca de la brujería en el teatro hispánico. Nos sitúa a finales de 1527, en Barahona, y frente a unas mujeres que se dedican, al menos a practicar la hechicería, pues en la primera escena vemos a un grupo de féminas pronunciando invocaciones y preparando hechizos. Las hay jóvenes y viejas y, desde luego, las hay pobres y marginales. De entre ellas destacan Juan y Quiteria de Morillas, madre e hija; la segunda es experta en magia amatoria y, además, todos los hombres del pueblo la desean, porques es joven y atractiva. Ambas, incluso, acuden mano a mano a desdentar a un ahorcado. Hay, por tanto, una base para las posteriores acusaciones que se vertirán sobre ellas. La caza de brujas comienza cuando llegan noticias de otros casos de brujería a la aldea y, por otra parte, muere un bebé durante la noche y los padres, beodos, culpan a las brujas. De otro lado, Quiteria expresa que quiere iniciar en la secta a la Ansarona (en este momento puede que estemos dentro de la mente de la propia Ansarona, o de cualquier otra de las mujeres protagonistas de la historia), así que la unta a la fuerza y ambas acuden al aquelarre. Presenciamos todos los actos que aparecen descritos en los tratados de los siglos XVI y XVII (sobre todo en este último) y en las relaciones de procesos, por ejemplo, la del Auto de Fe de Logroño de 1610, más conocido como el de las brujas de Zugarramurdi. Veremos la ofrenda de niños, la adoración, la misa negra, el banquete y la orgía. Todo ello envuelto por un velo onírico que impide diferenciar la realidad de la ficción. Una vez de regreso de tal reunión, ya hallamos a las brujas presas, en manos de la inquisición. La Ansarona ha testificado contra Quiteria, Juana se ha ahorcado en la cárcel, y su hija niega su adscripción a la secta, aunque reconoce que su madre sí era bruja. Todo termina con el humo de las hogueras, por lo que deducimos que Quiteria ha sido quemada. Con ella vivimos la tragedia de la brujería histórica en estado puro, y debido a la ambigüedad presente durante toda la pieza, no podemos saber si estas mujeres se encontraban alteradas por las drogas presentes en el ungüento, o si han asistido realmente al aquelarre. Si hemos visitado la mente de alguna de las protagonistas o, por el contrario, se hemos asistido a la visión de los vecinos, mediatizados por las historias que sobre estos seres circulaban.
Estamos ante una obra maestra solo igualada por el "Retrato de una bruja" de Luis de Castresana.