En este texto se menciona a un nigromante, sin la intervención del cual (en el pasado) los protagonistas no se verían en la situación en la que se encuentran.
Saluzio, uno de los personajes principales, cuenta a Arurelia, su hermana, el secreto que su padre mantuvo bien guardado durante años. El anciano confesó en su lecho de muerte a su hijo que él poseía muchas riquezas, pero estas se hallaban ocultas en una torre invisible. Ayudado de un nigromante y viendo que no tenía familia (esto sucede antes de que contraiga matrimonio y tenga descendencia), decidió no echar a perder su bienes y guardarlos a buen recaudo. Encontró para ello a un hombre con fama de muy docto en el arte de la nigromancia. Así pudieron encerrar el tesoro en una torre y realizar un encantamiento. De modo que partieron en dos un anillo: una mitad se la quedó el padre de los protagonistas y la otra fue echada el mar, y así se logró la invisibilidad del lugar.
Saluzio parte de viaje para ver si puede encontrar la mitad que ya no está en su poder, y por otra parte, convierten su vivienda familiar en una casa de hospedaje, de modo que Aurelia reciba la visita diaria de muchos viajeros, con el fin de lograr información también sobre la sortija.
Finalmente, Saluzio localiza a un romero que la porta consigo y cierra un trato con él, por el cual él le entregará a Aurelia en matrimonio si las mitades coinciden y pueden recuperar sus riquezas. Y así sucede.
Poco podemos decir del nigromante del que se habla en la obra, pues solo se hace hincapié en su fama de sabio y docto en el campo de la magia. Sí queda clara la eficacia de sus conjuros, pues incluso, debido a la simple presencia de una mitad del anillo en la casa de Aurelia y Saluzio, se presencian extraños fenómenos, sobre todo por las noches, hecho que podría atribuirse a los demonios que suelen habitar en los anillos mágicos de los nigromantes.