Genebra Pereira, la hechicera protagonista de este auto, se clasifica como hechicera híbrida debido a que aúna las principales características de la hechicera celestinesca y, además, es bruja de aquelarre.
Genebra se persona ante la corte para rendir cuenta de sus actividades, de su oficio y explica que es una hechicera, pues realiza hechizos y pronuncia conjuros, pero lo es porque es vieja, está sola y quiere ayudar a los demás. Para ella, ejercer ese oficio supone un sacrificio, pues ir por las noches a buscar los ingredientes necesarios para las pócimas o volar sobre un cabrón hasta el Val de Cavalinhos es un gran esfuerzo que ella hace para poder asistir después a sus clientes, que sufren sobre todo por amor. Sus obras son, por tanto, muy pías.
Y para demostrar su poder ante los presentes, invoca a los demonios y les ordena traer a las hadas, para que vaticinen el futuro de quien lo desee.
Esta hechicera no solo no se aborda desde un punto de vista negativo, sino que de manera descarada encubre sus actividades de tal manera que parece que ella misma las ve como obras santas y trata de que así las conciban en la corte. Sí podemos percibir un tono burlesco en el modo que tiene Genebra de manipular su ocupación y, sobre todo, hemos de hablar de originalidad y de una pronta presencia de la brujería en nuestras letras.