Dolosina, nieta de Claudina e hija de Parmenia, es la alcahueta de esta obra. Se caracteriza por haberse educado en París de mano de un nigromante, por lo que posee poderes tales como doblegar la voluntad de los demás, tornarse invisible o transformarse en ave o animal. En ese sentido, es superior a sus predecesoras, pero, en la práctica, no va más allá de las que la precedieron, pues pronuncia un conjuro muy similar al de Celestina, para enamorar, por medio de una carta a Isabela de Selvago y parte hacia casa de la susodicha con muchos temores por lo que le pueda acaecer, lo cual es contrario a sus supuestas grandes capacidades mágicas. Además, Isabela ya está enamorada de Selvago, por lo que todo el aparato hechiceril es vano.
Llama la atención que Dolosina también es requerida por Valera, el ama de Isabela, para que con conjuros atraiga el amor de Selvago, por lo que trabaja en ambos flancos al mismo tiempo.
Es importante resaltar que en este texto Valera, el ama de Isabela, finge tener conocimientos mágicos y le demanda una serie de objetos y una cantidad determinada de dinero por ayudarla. No obstante, es una falsaria y se ve obligada a pedir ayuda a Dolosina, para no buscarse problemas por la estafa perpetrada.