Es la madre de Elena. Primero fue esclava; una vez liberada, lavandera y después tomó el oficio de la abuela de Elena, alcahueta-hechicera. Y alcanzó tan gran fama en la ciudad que era muy requerida por hombres y mujeres de todas las condiciones, así que Elena se tiene por hija de la mismísima Celestina. Esta pícara respira profundamente ese ambiente prostibulario y hechiceril. De hecho, es vendida tres veces por virgen. La tercera a un genovés al que no duda en hechizar Zara y, a causa de esos actos mágicos, este pobre hombre enloquece, pierde su hacienda y muere en la cárcel. No podían quedar impunes estas faltas y Zara encuentra un desgraciado fin camino de Sevilla. Es asesinada.
La madre de Elena se nos presenta adornada de cualidades y costumbres no demasiado ortodoxas, y no podría ser de otro modo; pues la ascendencia de la pícara ha de cuadrar con su actual situación y con su condición. De ahí que se intente justificar la actuación de Elena apelando a su genealogía vil.