Fechado en 1335 (circuló manuscrito).
Editado en 1575.
Fechado en 1335 (circuló manuscrito).
Editado en 1575.
Sevilla, Hernando Díaz
Se habla de "un hombre", sin nombre propio ni más referencias.
Nigromante
En el Exemplo XLV, “De lo que contesçió a un omne que se fizo amigo e vasallo del diablo”, vemos a un hombre que muda de estado y de ser rico pasa a ser pobre. En ese delicado momento se le presenta el diablo y le ofrece la posibilidad de ser rico, siempre que acepte ser su vasallo. La tentación es muy grande y el personaje acepta el trato, convirtiéndose así en una especie de nigromante (pues en estos era común el pacto diabólico a cambio de ciertos favores). El demonio le asiste para que pueda robar sin sufrir las consecuencias. De hecho, cuando la justicia lo prende, este siervo del diablo clama por “don Martín” y seguidamente es liberado. Pero cada vez tarda más Lucifer en personarse, hasta que el hombre se ve al pie de la horca, y aunque don Martín acude a su llamada, solo lo hace para decirle que esta vez no va a librarlo de su castigo, y así pierde no solo su cuerpo, sino también su alma.
En esta ocasión, no se puede hablar de nigromante en el sentido de un mago practicante de magia negra que, como tal, cierra un pacto con el diablo. No obstante, el pactante suele vincularse al universo mágico, aunque no practique directamente estas artes, y así sucede en este ejemplo, que nos sirve muy bien para ilustrar un tipo de nigromante distinto a don Yllán, el mago de Toledo que comparece en el Ejemplo XI.