En esta ocasión, en el capítulo VI de la Parte II, los inquisidores toman un ejemplo extraído del "Formicarius" de Nider, que cuenta que un brujo llamado Staedlin fue capturado en la diócesis de Lausana, y confesó que era el responsable de un maleficio que había afectado a la fertilidad de ciertas mujeres del pueblo. En concreto, había enterrado una serpiente ante la puerta de la casa, de modo que la pareja que allí vivía había perdido siete hijos, ya que la mujer había sufrido siete abortos. Cuando se procedió a renovar la tierra de la casa, las mujeres pudieron volver a concebir, y la señora de la casa dejó de abortar.

La serpiente jamás se encontró al buscarla, pues se supone que se había reducido a polvo. Vemos, por tanto, un caso más en el que solo se intenta culpar de los males a un supuesto brujo, que funciona como chivo expiatorio.