Un hombre de Canillo, en Andorra, regresaba de Encamp y no lejos del cruce del santuario de la Virgen de Meritxell, fue sorprendido por una mujer que, con los pechos al aire, lo llamaba, tendiéndole los brazos. Él, aunque atraído por ella, sintió un gran temor, pero no conseguía librarse de su perseguidora, que lo acechaba continuamente. Finalmente, no pudo el protagonista resistirse y cedió a la tentación, pero de repente sintió cómo el suelo desaparecía bajo sus pies y caía al abismo, mientras tal fémina se reía de él. Invocó entonces a la Virgen de Meritxell e inmediatamente despertó en su cama. Creyó que todo había sido una pesadilla hasta que descubrió en su mano un jirón de las faldas de tal siniestra criatura. En adelante vivió aquejado de insomnio.

Realmente, no se precisa en esta leyenda si la mujer de los pechos descubiertos es una bruja, pero dado que acecha al caminante por la noche, en una zona rural y que no presenta ninguna característica que nos permita asociarla a otra figura mitológica con total seguridad, procedemos a clasificarla como bruja, que no busca más que perder a este pobre hombre.