Descripción
En el pueblo de la baja Navarra, Uharte-Hiri, había una joven bastante desvergonzada, que retozaba a menudo con un mancebo de la aldea, aunque nunca llegaban hasta el final del asunto, a pesar de la insistencia de él.
Un día, la muchacha le dijo que si, por fin, quería tener relaciones con ella que acudiera a su casa esa noche, pues dejaría la puerta abierta, pero era de suma importancia que no llegara más tarde de las doce. Él quiso ser puntual, pero el parto de una de sus vacas le impidió llegar a tiempo, y se personó en la alcoba de la mujer bien pasadas las doce. Allí la encontró desnuda y pringosa, fría como el hielo y sin respiración. Creyéndola muerta pero viéndola tan hermosa, decidió recoger los frutos del amor, y luego se marchó avergonzado y arrepentido.
Nueve meses más tarde, estando él ya casado, supo por su esposa que esta joven estaba viva y que había parido al Anticristo, un una criatura enclenque y deforme. Pronto confesó la muchacha que era bruja desde hacía más de un año y que aunque nunca había conocido varón, sí había mantenido contacto carnal con el diablo una noche (que coincidía con la noche en que el muchacho la había tomado).
Él no intentó salvarla ni reconoció los hechos, así que tras su confesión, la joven fue quemada. El bebé no sobrevivió tampoco.
Observaciones
Aunque no se trata de forma explícita, en este relato se expone la cuestión del vuelo al aquelarre. La asistencia a la reunión se daría solo en la fantasía de la durmiente, al contener el ungüento sustancias estupefacientes y alucinógenas.