Descripción
Estos dos brujos refieren que ellos, los brujos, acompañados de varias brujas, preparan una ofrenda muy agradable para el demonio. Van de noche a las iglesias, llevando consigo una cesta, desentierran los cuerpos de varios difuntos y les extraen algunos pequeños huesos de los pies y la nariz, y también los sesos. Luego vuelven a enterrarlos. Ioanes de Echarlar detalla, además, que para iluminarse en la noche usan el brazo izquiero de un niño muerto sin bautizar, que les sirve de hacha. Con él pueden ver, pero a ellos no los puede ver nadie que no comparta la condición de brujo.
Acto seguido parten al aquelarre a ofrecer estos manjares al diablo.
Observaciones
Llegamos a presenciar uno de los aspectos más reprobables y desagradables de la brujería, que tiene que ver con el desenterrar cadáveres y extraer distintas partes de los mismos, pero no para ejecutar hechizos, como hacían algunas hechiceras de la Antigüedad grecolatina, sino para ser ingeridos por el diablo, el cual incita a los brujos a tomarlos también.