Descripción
Ioana de Telechea confesó que la habían castigado duramente porque faltó una noche al aquelarre, dado que su marido había sido elegido rey de los moros en las celebraciones de la aldea, y ella debía ejercer el papel de reina. Tanto la maltrataron por esa causa, que tuvo que disimular bien delante de su esposo, para que no sospechara su adscripción a la secta.
De hecho, la noche que azotaron a Ioana, los brujos que fueron a por ella provocaron un profundo sueño en el hombre para que no notara su ausencia.
Observaciones
Llama la atención la presencia continua del castigo físico en estos relatos, lo cual hace pensar, por una parte, en lo poco atractiva que resultaría la pertenencia a la secta si se pensara en las condiciones que sufrían los integrantes. Y, de otro lado, este hecho conduce a la idea de que muchas de las mujeres que confesaban esta clase de tormento podían estar sufriendo, en efecto, malos tratos en su vida diaria.