Popular (de Ana Cristina Herreros)
Los dos hermanos y la madrastra hechicera (en "Libro de brujas españolas")
Descripción
En esta historia aparecen dos hermanos que han quedado huérfanos de padre y madre, pero conservan a su madrastra, la última mujer que estuvo casada con su padre. Esta fémina es hechicera y no quiere a los pequeños, que deciden escapar y buscar una vida mejor. Cuando la hechicera ve que los pequeños se han marchado, encanta todas las fuentes y manatiales del bosque para que no puedan sobrevivir, o bien se conviertan en animales al beber de tales aguas. En dos ocasiones, los animales les avisan de que no beban, pues se transformarán en tigre o en lobo, sucesivamente. En la tercera ocasión, en niño no puede aguantar más la sed y bebe, aunque sabe que se convertirá en cervatillo, y así sucede. Los hermanos permanecen junto y viven en una casita en el bosque, ella en forma humana y él como cervatillo; hasta que un rey acude allí de caza y persigue al ciervo hasta la casita. Al ver a la bella hermana se queda prendado de ella y le pide matrimonio, así que se marchan a palacio, tanto ella como el hermanito. Pero la hechicera se entera y desea truncar la felicidad de la reina, así que la secuestra y la encierra en una cueva, y transforma a los animalillos del bosque en estatuas para que no puedan guiar a nadie hasta la gruta. No obstante, el cervatillo sale a buscarla y encuentra a un solo pájaro que, por volar muy algo, no ha sido metamorfoseado, y este le muestra el camino. Al regresar al palacio, el rey da una gran fiesta. Por otra parte, la hechicera, ciega de rabia, se despeña por un precipicio y se ahoga en el río; en ese momento, el hermano recupera su forma humana. Todos serán muy felices.
Observaciones
Hallamos nuevamente a la madrastra-hechicera, que pone sus conocimientos y su poder al servicio de la envidio y el odio. Esta figura no puede soportar la felicidad de los protagonistas y su única función es poner obstáculos a la misma. Como todos los obstáculos son superados, la rabia la lleva hasta la muerte, como castigo a sus actos.