Un repartidor recogió a una extraña desconocida en un anochecer lluvioso. Se dirigía hacia Marcilla o la Ribera. La llevó en su cabina hasta que el vehículo comenzó a fallarle y se detuvo a echar un vistazo al motor. Al regresar a su asiento, vio que la mujer no estaba, tampoco la halló en los alrededores. Sí encontró el pañuelo que llevaba en la cabeza, que tenía una etiqueta escrita en una lengua desconocida que nadie supo identificar.

Estas extrañas mujeres se identifican con brujas en estos relatos del siglo XX, sin duda leyendas que dan cuenta de la pervivencia en la creencia en dichas criaturas.