Existen muchas leyendas sobre estas brujas. Por ejemplo, se cuenta de ellas que se pueden transformar en animales como perros, gatos y caballos. De hecho, se dice que una bruja se untaba de noche con un ungüento y luego se tumbaba boca arriba en la cama, entonces le salía por la boca un gato negro; se marchaba y tras sus andanzas nocturas, regresaba y volvía a meterse por la boca de la durmiente, recuperando así su cuerpo. También se comenta sobre estas brujas que lavan la ropa por la noche en el arroyo de Ugarte, entre otras cosas.

Es la primera vez que registramos una metamorfosis como esta, en la que el gato sale por la boca de la bruja y su cuerpo queda en la cama mientras ella, en forma de felino, realiza sus quehaceres brujeriles.

Se cuenta también que las brujas de Amezketa secuestraron en un caballo blanco a una muchacha del caserío de Iraregi porque su madre la maldijo durante una discusión, diciendo que el demonio debía llevársela; así que las brujas la arrebataron y luego la joven fue vista Txindoki, en lo que se consideraba la morada de la diosa Mari. Un cura intentó rescatarla, pero no pronunció bien las palabras que la salvarían y la muchacha desapareció para siempre.

Este relato es una variante de otro más largo y detallado titulado "La bruja de Aketegi", en Leyendas de brujas de la Euskal Herria fantástica. Hay diferencias sustanciales, pero la esencia del cuento es la misma.

Esta vez la leyenda está relacionada con el remedio que puede aplicarse para dejar de ser bruja, por lo que está dirigido a las propias brujas; consistente en clavar doce alfileres en la cresta de un gallo y ponerlo a hervir hasta que hayan aparecido todas las brujas de la zona. Entonces la bruja arrepentida ha de tomar los alfileres y llevarlos al sacerdote del lugar y él debía leer entonces los evangelios, así la mujer dejaría de ser bruja.