Descripción
Había en el pueblo de Toloja un jorobado, a quien aconsejaron que pidiera a las brujas que le quitaran la joroba. Aunque a él le daban mucho miedo las brujas, fue de noche al bosque y encontró a tres de ellas bailando alrededor de una hoguera. La única condición para que las brujas le ayudaran era que había que enseñarles algo, así que cuando ellas cantaban: "Lunes y martes y miércoles tres", él respondía: "jueves y viernes y sábado seis". Cuando las mujeres lo descubrieron escondido, lejos de castigarlo, lo premiaron por haberles enseñado el final de la canción; eliminaron su joroba y le dieron un ungüento para que pudiera llegar más rápidamente al pueblo.
Otro jorobado que había en Toloja, cuando lo vio tan derecho, quiso saber qué había hecho, y él se lo contó todo. Por ello partió el segundo jorobado al bosque, a ver si conseguía lo mismo que su amigo, pero cuando escuchó el canto de las brujas, él completó con "y el domingo siete", y como ese día no gusta nada a las brujas, le castigaron con una buena paliza y lo mandaron a casa, tras untarlo, por medio de todos los zarzales.
Observaciones
Aquí se presenta una visión de las brujas más desenfadada que en otros relatos, pues las vemos bailar y cantar en un aquelarre desprovisto de cualquier resabio diabólico; vemos que son capaces tanto de premiar como de castigar. Se reflejaría en estos personajes, de esta manera, no solo la maldad más absoluta cuando se trata de dar el merecido a otra figura, sino también el hecho de otorgar dones si la persona lo merece, aunque sea simplemente por enseñarles la parte que no conocían de una canción.