Descripción
Había un pescador en Peñíscola que dejaba siempre su barca bien atada por la noche, en el puerto, pero a la mañana siguiente la encontraba con el nudo mal hecho, y con signos de haber sido usada durante la noche, y en circunstancias adversas. Como esto sucedió durante varias jornadas, decidió esconderse dentro de la embarcación, bajo una manta, para averiguar la verdad. Así vivió en primera persona un viaje marino junto a un grupo de brujas, mujeres descalzas que se apoderaban de la barca y surcaban los mares en medio de tempestades misteriosas, llegaban a lejanas tierras y regresaban antes del alba de nuevo al puerto.
El marinero consiguió como prueba del viaje una gruesa caña que parecía proceder de las Américas y fue a mostrársela a la mujer del pueblo de quien sospechaba, la posadera, la cual reconoció los hechos y prometió dar al hombre lo que quisiera, con tal de que no la descubriera. Así consiguió el protagonista un conjuro para convocar al viento y navegar cuando y como quisiera. De este modo, llegó a ser el mejor pescador de peñíscola.
Observaciones
Llama aquí la atención que no se resalta el vuelo nocturno, sino el viaje por mar, lo cual remite a una adaptación al lugar donde se narra la historia y la circunstancias y particularidades propios de esta ubicación.
Por otra parte, resulta también de interés el hecho de que es la posadera del pueblo una de las brujas, y no podemos olvidar la fama que ya desde la Antigüedad clásica tenían las posaderas y mesoneras en relación con la hechicería.