Descripción
Érase una vez dos brujas, madre e hija, a las que les gustaban mucho las "filloas", una especie de crepe, con sangre, pues tradicionalmente se pueden concinar en Galicia con sangre de cerdo. Ante el antojo de las dos mujeres y la ausencia de la sangre de cerdo, las brujas recurrían a chupar la sangre al padre y el yerno, que cada vez están más pálidos y flacuchos.
Ambas víctimas de vampirismo son puestas sobre aviso por un buhonero que será alojado en la casa, y por su experiencia en esta clase de casos sospecha de las dos féminas. Viéndose él también en peligro, se unta con ajo antes de irse a dormir y así ahuyenta a esta especie de vampiresas. Después avisa a los implicados y les habla del ajo como remedio.
Finalmente, las brujas quedan al descubierta, ante su familia y ante todo el vecindario.