Descripción
En este relato navarro encontramos a una bruja anónima que se convertía en una cabra y molestaba o hería a los jóvenes. Procedía siempre quitándose la ropa, dejándola en una esquina y metamorfoseándose después. Hasta que unos muchachos hallaron su vestimenta y dejaron encima una moneda. Cuando la cabra regresó no pudo tocar la ropa y aunque rogó a los mancebos que le permitieran vestirse, estos no lo hicieron; és más, la golpearon, dejándola con una pata maltrecha. Ella rogaba que le hicieron lo mismo en la otra pata, pues si se hiere dos veces a una bruja, esta no sufre daño alguno, pero ellos no atendieron sus ruegos.
Al día siguiente, una vecina del pueblo se presentó en el hospital con una pierna rota. Así se delató y la llevaron a la cárcel.
Según el informante, el pueblo es Miranda de Arga, donde abundan muchísimo las brujas
Observaciones
Más que ante cuentos populares, en esta segunda serie de relatos recopilados por Ana Cristina Herreros, encontramos leyendas rurales que versan sobre brujas. Se narran como ciertas historias que en realidad no lo son y en las que se hallan motivos que se repiten, como vemos en este ejemplo de la bruja cabra. Son muchas las ocasiones en que se habla de mujeres que se transforman en animales y que muestran las secuelas de un ataque cuando vuelven a adoptar su forma humana.
Aquí vemos que se ha actualizado la leyenda, en relación con su contextualización espacio-temporal.