Hablando sobre los ataques de las brujas en la noche, se cuenta una anécdota concreta, relacionada nuevamente con María de Zozaya y sus compañeras. Dos mozos que eran atormentados por la noche por una bruja, mientras estaban en la cama, decidieron ver de quién se trataba y esperaron en una ocasión los dos juntos y despiertos, con sus vestidos y sus dagas en la mano. Cuando se presentó, uno de ellos intentó herirla, pero solo consiguió clavar la daga en su propia pierna, por lo que estuvo enfermo durante varios días. Desde entonces, la moza no identificada persiguió sin descanso a ese muchacho, tanto que el pobre decidió marchar a las Indias, para ver si el mar ponía distancia con tal bruja. Nunca se llegó a averiguar con certeza la identidad de la moza, pero se sospecha que vivía en la segunda casa, que tenía muy mala fama y que fue nombrada, en sus confesiones, por María de Zozaya.

Este relato no aparece ni en la relación del Auto de Fe de Logroño editada por Mongastón ni en la publicada por Varesio. Por ello, la fuente no puede ser ninguno de estos dos textos. Es posible que este relato ya circulara y, en un momento dado, se pusiera en relación con las brujas de Zugarramurdi.