Artbelza el vascón
Sevilla, Algaida, 2000
Santiago Pisonero Riesgo nació en Bilbao en el año 1972 y se licenció en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Deusto.
Artbelza el vascón (2000) La tumba de Lunete (2003)
En el año 850, muerto ya el rey Íñigo Arista, Ibn al-Kazab, se dispone a narrar los hechos que escuchó muchas veces a la luz de los fuegos. El otoño del año 777 iba a transformar la vida de Artbelza, el hijo del cabrero: su padre había muerto antes de entrar en batalla y su amada Otsota rechazó sus pretensiones. Con el alma quebrada, Artbelza marchó en busca de una espada que, con su nobleza, lo liberara de su dolor. Pero durante el trayecto un accidente lo llevó a conocer al joven Eneco, que se convertiría en su amigo y compañero de viaje. Mientras tanto, al otro lado de los pirineos, los hombres de Carlomagno animaban a su rey a emprender una campaña que frenara a los sarracenos en la península. El valí Solaiman le había ofrecido la ciudad de Zaragoza, y las tropas francas se encaminaban hacia la conquista de una ciudad que había cambiado de gobernador y les había cerrado las puertas. A su vuelta, el decepcionado ejército franco derramó sangre y odio por doquier, ignorando que una alianza entre vascones y sarracenos preparaba una emboscada. Allí estaba Artbelza, deseoso de tener una gesta importante que narrarle a su amada, y que tras la épica victoria de Roncesvalles sería asesinado con su propia espada. La llamó Otsota
Novela histórica. Crónica
Batalla de Roncesvalles Viejos ritos y dioses paganos Herboristería
Inclusión de leyendas vascas Notas al pie (equivalentes castellanos de voces vascas) Relación con las crónicas (págs. 7-8)
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Joven vascón de las montañas donde aún no ha llegado el cristianismo. Tras la muerte indigna de su padre, se convierte en el señor de la casa y, despechado por Otsota, emprenderá la búsqueda de una espada y de gestas dignas de narrar que le puedan granjear al amor de la muchacha. Su nombre procede de la piel de oso con la que siempre va cubierto, la cual le confiere un aspecto temible. Sus andanzas irán siempre acompañadas del dolor por su amor frustrado.
Cuando Artbelza despierte en una misión, asesinará a los monjes con los que se encuentre, atemorizado por las leyendas que sobre ellos se narran. El único superviviente será Eneco, el futuro rey de Pamplona Íñigo Arista. El niño compartirá sus peripecias con él, y estará apunto de perder la propia vida a manos de un buhonero, el futuro asesino de Artbelza. Su mirada profunda le salvará la vida tras la batalla de Roncesvalles, yen su lecho de muerte aún reclamará la presencia protectora de Artbelza.
Jefe de los vascones. Tácitamente, su nobleza y valor lo convierten en un líder al que los rudos montañeses no dudan en seguir. Eneco, que abrazó la fe cristiana, dejó a su hijo junto a monjes que debían instruirlo en la escritura y la lectura, pero tras la matanza de Artbelza creía a su hijo muerto. Será uno de los líderes de la batalla contra el ejército franco
El perfecto de Bretaña, de voz aterciopelada, es presentado como un guerrero admirado por todos los soldados, a los que trata desde la cercanía. Animará a Karl para que tome cartas en la península, y él se encargará de comandar un ala del ejército. Será Artbelza quien, al verlo agonizar estoicamente al lado de Durandarte, alejará a los vascones para permitir que muera dignamente como un guerrero.
El rey francés, primo y amigo de Roldán, es descrito como un hombre receloso, pues teme, por un lado, que no sea del agrado de Dios aliarse con sarracenos y, por otro lado, que los hombres de Witikind ataquen sus tierras mientras él se halla en la península. EL ardid de derruir las murallas de Pompaelo y el posterior desastre de Roncesvalles son presentados como la consecuencia de su rabieta al hallar la ciudad cerrada a su paso.
Valeroso guerrero sirio que, en una algarada, quedó aprisionado bajo su caballo. Cuando los habitantes del pueblo se disponían a lincharlo, su desprecio por la cruz ganó la simpatía de Artbelza, que le salvó la vida. Al intentar salvar a un niño de su credo, será hecho prisionero de los francos junto a Eneco. Tras la batalla de Roncesvalles, ganará su libertad.
Vascón que actúa como mercenario y confidente de los francos, diciéndoles lo que esperan oír. Tras la decepción en la conquista de Zaragoza, y al entender que los vascones preparan un ataque, aconsejará a los suyos alisarse con los montañeses, pues conoce bien su carácter indómito y está convencido de la derrota franca.
La bolsa de Artbelza motivó que este herrero (que nunca se llamó así) jurara construir la mejor que de sus manos hubiera salido, aunque en realidad nunca había construido una. Por faltarle un dedo, la que fabricó para Anso tenía el pomo demasiado corto, un tamaño monstruoso y una apariencia poco noble, pero Anso, que la llamó como a su amada, aprendió a venerarla y a ver en ella los rayos del sol.
Judío cambista de Pompaelo. Aprovechará la proximidad del ejército franco para sacar partido de su negocio. Por vituperar a un menesteroso, la inquina de sus conciudadanos, ya molestos por la usura a la que los ha sometido el judío, estallará. El pueblo marchará hacia la judería para robarle y violentar sus propiedades, por lo que su fortuna oportunista tocará a fin.
Mujer de las montañas, apegada a viejos ritos y tradiciones, que se ofrecerá para cuidar a Eneco tras su convivencia con el buhonero. Albira, a la que acompaña una gran fama de bruja, por la que fue expulsada de su pueblo a pedradas, preparará un bebedizo que le permita gozar de Anso para quedar embarazada, aunque luego la compañía masculina le resultará molesta. Morirá en la cueva en la que mora junto a su vástago, el único hijo de Artbelza.