Los códices templarios del río Lobos. Los custodios del Grial
Soria, Sotabur, 1997
Ángel Almazán de Gracia ha sido corresponsal de TVE y de El Norte de Castilla, y director de La Revista de Soria y jefe de prensa de la Diputación de Soria. Es autor de la Guía de la Artesanía de Soria (1991), El Burgo de Osma y su Catedral (1996) y Por tierras de Soria, La Rioja y Guadalajara (1997) y coautor de El Cañón del Río Lobos (1995) y San Leonardo de Yagüe. Historia y Cultura (1996)
Los códices templarios del río Lobos. Los custodios del Grial (1997)
Se publica la transcripción de unos documentos encontrados en el Parque Natural del Cañón del Río Lobos, que contienen las memorias de Diego de Ucero, escritas en junio de 1244 y para ser halladas con el inicio de la nueva era. Criado en el convento de San Juan de Otero, Diego de Ucero profesó como templario y pronto pasó a formar parte del Círculo Hermético de la Orden. A lo largo de su existencia, estuvo en contacto con maestros de distintas corrientes esotéricas, y viajó hasta Languedoc y Alejandría, para acabar realizando el Camino de Santiago y dejar plasmadas sus conocimientos en las piedras de San Juan de Otero y la catedral de Burgo de Osma. Su progreso espiritual le permitió contactar con los Custodios del Grial, que le animaron a narrar sus vivencias antes de beber del Grial y alcanzar la inmortalidad durante el solsticio de verano.
Novela histórica
Manuscrito encontrado Orden del Temple-Circulo interior-Sinarquía Esoterismo Priorato de Sión Catarismo Cruzada cátara Grial-Chrétien-Parzival San Juan de Otero Catedral del Burgo de Osma Hermandades constructoras Naturaleza de Jesús Sufismo Gnosticismo Evangelios gnósticos Cábala Camino de Santiago-Prisciliano Cantar de Mío Cid-Per Abbad Fin´amor-Amor Cortés Literatura artúrica Alquimia Mesa de Salomón
Inclusión de fragmentos del elogio a la Nueva Caballería de San Bernardo (pp. 38-39); del Cantar de Mio Cid (pp. 57-58), del Cuento del Grial (p. 58), poemas de Ventadorn (pp. 63-64), poemas de Giraut de Borneilh (pp. 66-67), poemas de Peire Cardinal (pp. 117-118), de Guilhem Figueira (pp. 118-119), fragmentos de las bulas de Inocencio III (pp. 122-123), poemas de Pere Vidal (p. 126), fragmentos del Parzival (pp. 130-134) y fragmentos de Ibn al´Arabî (p. 155, 161, 163).
http://www.templespana.org/libreria/angel_almazan.html http://jungmundoimaginal.blogspot.com/2011/10/las-tres-caras-de-la-imaginacion.html http://templariosymas.blogspot.com/2011/01/angel-almazan-entrevistado-sobre-el.html
Abandonado tras su nacimiento frente a la fortaleza de los templarios en Ucero, fue adoptado como un hijo por Beltrán de Rennes. Estudió en la escuela catedralicia de Burgo de Osma, y a pesar de que fue elegido para completar su formación en Palencia, profesó como templario. Aunque llegó a conocer el amor y los placeres de la carne, sustituyó a Cornelio de Caravaca como prior de San Juan de Otero.
Compañero de Diego en la escuela catedralicia de Burgo de Osma. La inseparable amistad que los une a ambos, a pesar de sus caracteres opuestos, irá languidecido paulatinamente. Lector voraz e inflexible en su fe, sí pasará a estudiar a Palencia. Ambos coincidirán en el Languedoc durante los debates entre cátaros y católicos, y años después Diego le reprochará su apoyo a la cruzada contra los cátaros.
Tras residir mucho tiempo en Jeruslén y participar en las cruzadas, ocupó el cargo de prior en San Juan de Otero. Siempre confió en las capacidades de Diego, y se encargará de dirigir su aprendizaje, confiando en Diego continúe con su búsqueda espiritual. Estando en Languedoc, Diego lo verá en sueños, y comprenderá que su mentor ha muerto y que quiere que encamine sus pasos hacia Alejandría.
Diego formará parte del séquito que acompaña a Blanca de Castilla desde Burgos hasta Burdeos, y en el que también está presente la que fue reina de Francia e Inglaterra. A pesar de sus ochenta años, la aquitana se mantiene lúcida y ágil, e introducirá a Diego en el mundo de los trovadores y del fin´amor, a lo largo de una serie de imborrables veladas líricas, y le regalará un anillo para que lo entregue a su Dama.
Templario de la Hermandad Hermética de la Orden. Fray Cornelio participó en el descubrimiento de la Mesa de Salomón en San Baudelio de Berlanga, e iniciará a Diego en la gnosis templaria en San Juan de Otero. Viajará hasta Cachemira siguiendo los pasos de Jesucristo, y tras la muerte de Beltrán de Rennes se convertirá en prior del convento y en el jefe espiritual de la Hermandad.
Participó como templario en las cruzadas y su Parzival, que tiene gran relevancia para el propósito esotérico del Temple, acabará turbando a Diego cuando lo escuche en Montségur de la boca del propio trovador. Wolfram le narrará a Diego cómo fue iniciado en Wastfalia en la Iniciación de A-Mor y cómo en Tierra Santa entró en contacto con un grupo sufí, enseñanzas que trasladó a su composición.
El sabio musulmán tuvo una visión en Algeciras en la que pudo contemplar a sus discípulos, y Diego era uno de ellos. Con facilidad para adentrarse en el Mundo Imaginal, sabe muchas cosas del templario, al que iniciará en Alejandría. Será su maestro más sublime y le revelará que Moisés, Jesús y Mohammed son sus maestros espirituales, y que le fue dado ver el Juicio Final y la Resurrección, así como viajar hasta el Trono de Dios.
A modo de presentación En el verano de 1996 se puso en contacto conmigo M.S.F., un paleógrafo y espeleólogo al que había conocido en 1992 durante la celebración en Soria del I Simposio Internacional del Temple. Desde entonces había seguido mis investigaciones sobre esta Orden de Caballería, así como otros trabajos diversos sobre el catarismo y Santo Domingo de Guzmán, que reflejé en un amplio artículo publicado en el otoño de 1994 en Revista de Soria, titulado Soria-Francia. De Numancia a Montségur. M.S.F. insistió en verme porque consideraba que era la persona idónea para comprobar la posible veracidad o falsedad de unos documentos que se habían encontrado en una cueva del Parque Natural del Cañón del Río Lobos, sito a 15 kilómetro de la villa episcopal soriana de El Burgo de Osma. Cuando nos vimos me enseñó un códice que, en pocos meses, transcribió al castellano actual, a excepción de algunas expresiones y versos. Un amigo de M.S.F., por su parte, constató que el códice era de mediados del siglo XIII, tanto por el estilo de la letra como por los resultados químicos de las pruebas realizadas. Por mi parte he podido comprobar en un centenar de libros que la parte histórica es cierta en lo que respecta a los datos que hoy sabemos, y que el resto, en buena medida, o son leyendas o se corresponde con filosofías y conocimientos esotéricos avalados por siglos de existencia, los cuales pueden sorprender en grado sumo al lector. Estando en prensa este libro, M.S.F me ha informado que ha encontrado otro manuscrito en la misma cueva, escrito por el mismo autor, frey Diego de Ucero, sobre su peregrinaje por el Camino de Santiago (9). Me lo han comunicado ahora mismo: Montségur ha caído. Tras diez meses de asedio, Pierre Roger de Mirepoix se rindió ante el arzobispo de Narbona y el senescal de Carcasona después de capitular una tregua de 15 días, en el transcurso de la cual veinte creyentes cátaros pidieron el consolamentum aún sabiendo que, convirtiéndose en perfectos, serían pasto de las llamas compartiendo tan cruento final junto a otros doscientos bonhomes y perfectas. La pira se encendió al pie de mi querido puy e Montségur el pasado 16 de marzo. Por fortuna los cátaron aprovecharon también la tregua para salvaguardar su tesoro más sacro pese al cerco impuesto: cuatro de ellos lograron bajar hasta el río Lasset por la Roc de La Tour, la zona más escarpada y enhiesta del puy. He llorado de rabia e impotencia y he maldecido a Roma y a Blanca de Castilla una vez más. En su afán de extender los tentáculos de Francia al Languedoc ha sido incluso capaz de casar a Carlos de Anjou, su hijo, con Beatriz, la heredera de Raimundo Berenguer IV, para asegurarse de este modo la tierra occitana por si acaso la espada y la hoguera resultaran insuficientes. ¡Cuándo se detendrá esta locura...! Mas quiero arrinconar ahora tales recuerdos, aunque no olvidarlos. Debo concentrarme en lo que he de escribir dado que si estoy con la pluma entre mis dedos y la escritura va tomando forma es porque dentro de una semana habrá llegado mi hora. Los primeros rayos solares que penetren por la pentalfa en el solsticio de verano me impregnarán y será entonces el momento de beber del cuenco griálico de la inmortalidad. Quiero creer que será así y que todo lo que he vivido en los últimos días ha sido cierto y no un sueño o un mero producto alocado provocado por la fiebre o la fantasía. Quizá me espere la muerte, mas no me importa pues no la temo y hasta, en muchos aspectos, la deseo ya que sólo una vez llevado al otro lado podré conocer cuál es la auténtica vedad, aunque si es cierto que puedo convertirme en inmortal tampoco lo sabré inmediatamente. Escribiré sobre mi vida mientras llega el solsticio. Ellos, los Custodios del Grial, así me lo han sugerido. No incurriré, por tanto, en ningún pecado al desvelar los secretos de los que he sido conocedor, ni al transgredir los votos de sacro silencio dados en el seno de la Orden del Temple cuando fui iniciado en el monasterio de San Juan de Otero, en Ucero, hace ya unas décadas. Ellos me han asegurado que estos pergaminos únicamente serán descubiertos y dados a conocer al final de este milenio, coincidiendo con el alba de una nueva era y cuando puedan ser comprendidos por un gran número de personas, en una época en la que incluso el Misterio de los Misterios comenzará a ser intuido por miles de hombres y mujeres a lo largo y ancho de este mundo. Me han dicho que sea breve y sincero, que describa únicamente las vivencias más significativas y que más han marcado mi alma. Así que cumpliré tales indicaciones como buenamente pueda (11-12). -Hay un pequeño habitáculo, a modo de cupulín, maestro. Y en él se encuentra una arqueta de esmeraldas con los signos rúnicos que buscábamos. ¡Sin duda hemos encontrado el tesoro de la Mesa de Salomón! –afirmó un tanto exaltado frey Cornelio de Caravaca (43). Cumplida la misión bajé y seguí los pasos descendentes de los caballeros templarios hasta la base de la columna pétrea central. Junto a ella formamos un círculo y frey Beltrán, situándose al lado de la columna, abrió el cofrecito. Las esmeraldas refulgieron y chispearon como mil estrellas, pero aquello era lo de menos. Nuestros ojos sólo estaban pendientes de los dos pergaminos enrollados en su interior y que mi tutor sacó con cierto temblor en la mano. Depositó luego la arqueta en el suelo y desenrolló uno de ellos. Todos estábamos expectantes (44). Quién me iba a decir que, con el paso de los años, en 1207, y mientras yo me hallaba en Foiz, Fanjeaux y Montségur, Per Abbat recogería los cantares de los juglares y, añadiendo sus conocimientos orográficos de la zona –que había recorrido vendiendo pucheros, botijos, cazuelas y otros enseres de barro- escribiría un cantar de gesta sobre Mío Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar, una de cuyas copias guardamos en la biblioteca del castillo de Ucero para goce y disfrute de nuestros caballeros, siendo de las más leídas, recitadas y cantadas. La gesta de Mío Cid, tan leal a Dios y a su rey, sigue cautivándoles (52). -Creo, Diego, que ha llegado el momento de que adquieras algunos conocimientos de los que disponemos el Círculo de los Escogidos del Temple. Dirígete a la sección monacal de San Juan de Otero, en el río Lobos, y habla con frey Cornelio de Caravaca. -¿Os referís al caballero que nos acompañó en el descubrimiento de la Mesa de Salómón en San Baudelio de Berlanga hace cinco años? –pregunté. -En efecto. Llegó hace medio mes. Ha realizado un largo viaje por Asia hasta alcanzar la India buscando la entrada a la Ciudad de la Luz, donde se encuentran los Maestros Hiperbóreos. A través de diversos medios nos han ido transmitiendo conocimientos esotéricos, pero nosotros los que pretendemos es encontrarles. La Orden del Temple tiene una doble misión, hijo mío. La exterior es la que ya conoces; la esotérica es provocar un renacimiento interior del ser humano e instaurar un gran gobierno sinárquico en Europa en el que, como ya soñara Platón, únicamente los más sabios, honestos y bondadosos de los hombres sean los mandatarios. Este objetivo, como imaginarás, sólo se podrá lograr con el paso de los siglos. A medida que vayamos logrando restablecer la armonía entre los seres humanos, y consigamos que el fanatismo religioso vaya extinguiéndose, nos iremos aproximando a la sinarquía. -Pero, entonces, ¿cómo es que combatimos contra el Islam? -Estamos aún condicionados en grado extremo por las circunstancias históricas, desgraciadamente, y el Temple tenía que nacer con un objetivo exotérico que fuera plenamente aceptado, e incluso salvaguardado, por Roma. Las Cruzadas fueron el pretexto para lograr el amparo de Bernardo de Clairvaux y del papa, obteniendo así numerosos privilegios, posibilitándonos de este modo nuestra misión sagrada. Además las Cruzadas las hemos aprovechado para crear, entre Occidente y Oriente, un flujo comercial, y, sobre todo, cultural, que se ha plasmado en el arte románico y en el nuevo arte gótico. Este último es nuestro canal idóneo para transformar el alma de Occidente. Amparamos a las más importantes cofradías de constructores. Ellos nos han enseñado sus secretos y nosotros les orientamos en las técnicas y sutilidades del gótico, en el que la luz y la piedra se encuentran en comunión extática y pueden provocar en el hombre una alteración de su conciencia interna. Por otro lado, Diego, las Cruzadas, como ésta de la Reconquista en Hispania, nos ha permitido entrar en contacto e intercambio esotérico con movimientos ocultistas islámicos, entre los que destacan los sufíes. En Castilla hemos impulsado y apoyado, desde la sombra, a la Escuela de Traductores de Toledo a través de la cual están penetrando en Europa innumerables obras de los grandes filósofos clásico y también del hermetismo, así como otras concepciones religiosas orientales. Su propagación y conocimiento redundará en beneficio de ese renacimiento espiritual y también material que buscamos. Esta gran misión es la que legitima que, exteriormente, seamos una Orden de monjes-guerreros defensores de la Cristiandad bajo obediencia directa papal (68-70). Del modo citado comenzó mi iniciación en el Círculo Hermético del Temple, al cual pertenecíamos una docena de caballeros en San Juan de Otero. No en todas las encomiendas y monasterios existía el Círculo; sólo en un centenar de enclaves de toda Europa estábamos instalados. Éramos pocos entonces y seguimos siendo pocos los que formamos parte del mismo (76). -Ya veo que estás tan asombrado como me encontraba yo hace años en el momento en que escuché esta historia. María Magdalena fue la mujer de Jesús «el Nazareo» y de su estirpe nacieron los merovingios, los reyes francos de Austrasia. El último de ellos, Dagoberto II, tuvo que exiliarse de Irlanda. Dos años después de su retorno sería asesinado por orden del mayordomo de palacio, Pipino de Heristal, el 23 de diciembre del año 679. Ahora bien, su linaje sobreviviría pues su hijo logró escapar, refugiándose finalmente en Redhae puesto que allí estaba protegido por algunos seguidores y por los fieles súbditos de su madre, Gisela, hija del conde de Razès, Bera II. Aún hoy día hay merovingios en la Provenza y han pedido el apoyo del Temple para instaurarles como reyes de los francos, pero hemos rechazado tal propuesta pues no nos afecta. Nuestro cristianismo es gnóstico, y, por tanto, no estamos interesados por la sangre real de los merovingios, la estirpe de Jesús «el Nazareo». El Priorato de Sión, en cambio, se ha decantado por lo merovingios. -¿Y Roma? -El papa y su curia más próxima son conocedores de la existencia de este linaje occitano de Jesús, pero ha puesto durante siglos todos los medios a su alcance para que sea ignorado. La Iglesia Nazarea de Jerusalem fue marginada por Saulo de Tarso y sus seguidores. El papa Silvestre la dejó en el ostracismo pleno. Constantino y Teodosio avalaron al pontificado; la Donación de Constantino fortaleció al obispo de Roma en grado sumo y, en contrapartida, el papa respaldó a los sucesores de Pipino y a los capetos como reyes francos desechando a los merovingios definitivamente del trono (87). La profecía que nuestro astrólogo, frey Jesús, pronunció en este enclave del río Lobos a comienzos de esta centuria se ha cumplido de una forma que jamás pudimos sospechar en aquel momento. Y ahora que escribo estas líneas y rememoro mis recuerdos, en este año aciago de 1244 en que Montségur ha caído y las hogueras siguen crepitando en Occitania, no puedo por menos que reconocer la sabiduría alcanzada por frey Jesús de Beratón en el vasto y complejo mundo de la astrología. La irrupción de la fin d´amors, del ciclo caballeresco de la Tabla Redonda, del ciclo literario del Grial, la aceptación popular de movimientos gnósticos como el catarismo, y la instauración del gótico en grandes catedrales fueron sin duda, esos elementos concordantes que iban encaminados a generar la segunda era de Piscis dirigida hacia la instauración de un Eón iluminado por la gnosis proveniente del Espíritu Santo, como intuyera, en cierto modo, Joaquín de Fiere, al que excomulgaría Inocencio III en Letrán durante 1212. Los templarios estábamos detrás de todos estos movimientos, pero el dogmatismo de Roma y la ambición de Blanca de Castilla y de sus nobles de Ile de France están destruyendo las nuevas potencialidades que estábamos creando. Todavía resuenan en mis oídos aquellas últimas palabras que pronunciara frey Jesús de Beratón en aquel atardecer del río Lobos: -El Eón de Piscis está regido por el tema mítico de los hermanos enemigos o la naturaleza dual aparentemente irreconciliable que dará paso a una nueva era, de la reconciliación de los opuestos, en el Eón de Acuario, donde las grandes preguntas abiertas por el gnosticismo quedarán respondidas satisfactoriamente. Acuario, siguiendo la longitud de las estrellas del Alamgesto de Ptolomeo, comenzará en el año 1997 (95). Y toda esta locura de violencia sin límites, sangre y fuego, ¿por qué y para qué? Los más beneficiados han sido el trono de Francia y Roma. El primero ha aniquilado las libertades y señoríos occitanos instalando en su lugar a los barones franceses, y la iglesia católica se ha colocado como rectora del mundo, ante la cual únicamente el emperador alemán se atreve a hacerle frente. Este afán de poder es diabólico (123). -Frey Isarn de Lavelanet acaba de llegar a Montségur. Es miembro de nuestro Círculo y fue el geómetra pitagórico que orientó al maestro de obras Arnaud de Baccalaria en los alineamientos equinocciales y solsticiales a aplicar en la estructura del castillo, en la cima del puch. Hace dos días, por lo que me ha dicho, el señor de Montségur, Raimond de Perelha, ha hospedado en Montségur a varios trovadores de Turingia, entre los cuales se encuentra uno muy especial, Wolfram von Eschenbach es su nombre. Fue caballero templario en las cruzadas y ahora, como minnesager, está escribiendo una obra trascendental para nuestro cometido esotérico: Parzival. Es muy conveniente que, antes de que retornéis a Castilla, os entrevistéis con él y compartáis los conocimientos que tenéis. Él os está esperando puesto que frey Isarn le ha hablado de vos (127). -Ciertamente. En mi Parzival, para los que sepan interpretar los símbolos, he incorporado muchos elementos alquímicos e incluso astrológicos. El Grâl, cual Piedra del Exilio o Deseo del Paraíso, es como el Lapis Philosophorum de la alquimia. Otros autores han cristianizado el mito del Grâl y dicen que es la copa de la última cena o la que trajo José de Arimatea a Provenza con sangre de Cristo tomada en la cruz. Ese es el nuevo mito cristiano que el Cister apoya. El Temple también lo hace, pero es porque sabe que detrás de tal símbolo se encuentra el caldero céltico de Dagda, o la bebida de la inmortalidad de la India (soma), del mazdeísmo (amrita) o del orfismo (vaso de Dionisos). El vaso tiene forma triangular, como el corazón, y, en verdad, este Graal o Grial cristianizado evoca el misterio de la esencia divina, a la que situamos en el corazón. Mi Grâl, como esmeralda caída de la corona de Lucifer, el Portador de la Luz, el Luzbel cátaro, es como el Tercer Ojo de Shiva. El Grâl es lo santo, un poder perdido al concluir la Edad de Oro (125-136). El último día de mi estancia de dos semanas en Alejandría me entregó un pergamino con un poema sofiánico de A-Mor que me acompañó muy especialmente durante mi regreso en barco hasta Hispania y durante mi peregrinación por el Camino de Santiago. Lo leía cada mañana y me lo sé de memoria. El pergamino está guardado en la biblioteca del Altar de San Juan, al lado justamente de los escritos herméticos de la Tabla Esmeralda que mi preceptor, fray Beltrán de Rennes, localizó en San Baudelio de Berlanga (162-163). -El viaje a Compostela es una actualización del Camino de las Estrellas, con algunas modificaciones que han llevado a cabo los monjes benitos de Cluny amparando a los compagnons, Hijos del Maestro Santiago y del Maestro Soubise. Los gremios de constructores de todas las épocas lo hemos salvaguardado. Los visigodos, con sus constructores cagots o agotes, de los cuales derivamos los Hijos de Salomón, preservaron el Camino de las Estrellas como sendero de alta iniciación –nos dijo Martine Marçois (166). -Las leyendas de la decapitación de Santiago, su llegada en barco a Iria Flavia, el perro que le acompañaba, el traslado de su cadáver por lo toros de la reina Loba, y todo lo demás, queridos amigos, no son sino cristianizaciones del desmembramiento de Osiris o de Dionisos Zagreo, al mismo tiempo que recubren la presencia del gran dios Lug y del gran viajero que fue Hércules, cuya Vía Láctea es el Camino de Santiago estelar –afirmó con una sonrisa Martine Marçois (169). Estoy ya terminando el manuscrito sobre mi vida. Sé muy bien que no dormiré esta noche: ¡mañana es el solsticio de verano! Debo acabar este escrito y entregárselo a los Custodios del Grial para que lo protejan hasta dentro de 753 (185). -Somos los Custodios del Grial, frey Diego. Estáis en la Ciudad de la Luz. Hace milenios nuestra raza vivía en Hiperbórea, adonde llegó tras una lucha estelar que tuvo lugar entre dos bandos, pero un cataclismo hizo rotar el eje de la tierra y los hielos la cubrieron. Los que sobrevivieron crearon la Atlántida y se mezclaron con las hijas de los hombres, a quienes enseñaron técnicas agrícolas y ganaderas. Los hijos de este cruce son los gigantes de vuestros mitos, el pueblo que hincó los menhires y los dólmenes. Un nuevo cataclismo tuvo lugar tras ser descubiertos por nuestros enemigos de las estrellas y, desde entonces, vivimos en el interior de nuestro mundo, en la Tierra Hueca, ayudando a la humanidad sin que se sepa (186-187). Hice lo que se me pedía y sentí cómo me sumergía y readsorvía dentro de mí mismo. Toda mi vida transcurrió velozmente ante mis ojos. Me vi después sentado en posición meditativa viajando por los cielos estrellados y dirigiéndome hacia una roca que flotaba en el espacio. Llegué a ella y observé asombrado que sobre la roca estaba asentada la iglesia del río Lobos, el Altar de San Juan. Entré en su interior y vi sobre el ara una escudilla y un libro, Me aproximé. El libro estaba escrito con runas, algunas de las cuales las utilizábamos como mudras en nuestro Círculo Hermético. El cuenco griálico, con esmeraldas refulgiendo en su exterior, era pequeño y lo cogí entre mis manos: contenía un líquido bermejo. Entonces escuché una voz. -Esta es la visón que puedes alcanzar del Grial. Bébelo con el primer rayo solsticial que incida sobre la loseta principal de tu templo. Escáncialo en ti y serás inmortal. Pdrás recordar, a partir de esta vida, todas las que vayas teniendo durante siglos y siglos. En un momento determinado, siendo adolescente o más mayor, se abrirá tu corazón y recordarás tu origen divino. Sabrás quién eres. Serás Uno contigo mismo. Recuperarás gradualmente los conocimientos que has ido adquiriendo en vidas anteriores e irás realizándote más y más en el Camino del Corazón. Y ahora ejecuta de nuevo tu signo en el pecho y vuelve a tu mundo. De golpe, en efecto, me vi en la Cueva Grande con mi cuerpo desnudo recubierto por una vieja manta deshilachada. Sentí una fuerte opresión en las sienes y me levanté con dificultad. La luz de la luna se reflejaba sobre el río Lobos. Trastabillé y me caí. Di varias vueltas por el suelo y, completamente magullado, me levanté apoyándome en una roca, pero al hacerlo noté que mis dedos estaban tocando algo extraño. Lo cogí cuidadosamente con ambas manos y salí de la cueva. Entonces cosntaté que lo que había cogido era el cuenco griálico con su extraño líquido bermejo. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Miré hacia la luna y cuando bajé la mirada había un hombre a mi lado que me habló en este modo: -Escribe sobre tu vida interior. Sé escueto. Refiere todo lo que quieras pero céntrate en tu iniciación. No temas sobre los votos de secreto que juraste. Hazlo antes del solsticio y deja el manuscrito cerrado en un cofre en esta misma cueva. Yo lo guardaré hasta que comience la nueva era al final de este milenio; sólo entonces será dado a conocer este enclave, que es uno de los corazones de esta península a estar situado en uno de sus centros. -¿Quién eres? –pregunté maravillado. -Quienes me han visto me llaman Jadir. -¡El Verdeante! -Sí. Dicen que soy inmortal... Como tú lo serás, frey Diego. Soy el maestro de quienes serán inmortales, el que os muestra lo que vosotros sois en potencia. Soy el que logró llegar a la Fuente de la Vida, el Grâl. Soy el Eterno Peregrino. Soy tu Espíritu Santo. Y dicho esto último desapareció de mi vista. Y ahora, cuando el alba ya surge en oriente, es el momento de dejar la pluma, recoger estos pergaminos, introducirlos en un cofre, llevarlos hasta el fondo de la Gran Cueva, y retornar a mi templo. Beberé del Grial. ¿Y después? ¿Seré inmortal...? Algún día lo sabré (188-189).