El estrellero de San Juan de la Peña
Zaragoza, Mira, 1991
Ángeles de Irisarri nació en Zaragoza en el año 1948 y Se licenció en Filosofía y Letras en la misma ciudad. Ejerció como profesora, archivera y en una agencia de publicidad como jefe de medios y administradora. Colabora habitualmente en la prensa aragonesa.
Lisa-Gioconda y otros cuentos (1991), Premio Isabel de Portugal de narrativa breve Doña Toda, reina de Navarra (1991), reeditada como El viaje de la reina (1997), Finalista del Premio Herralde de Novela El estrellero de San Juan de la Pena (1992) El año de la inmortalidad (1993) Trece días de invierno y otros cuentos (1993), Premio Isabel de Portugal Ermessenda, condesa de Barcelona (1994) I Premio Femenino Singular Siete cuentos históricos y siete que no lo son (1995) Moras y Cristianas (en colaboración con Magdalena Lasala) (1998) Diez relatos de Goya y su tiempo (1997), Premio Baltasar Gracián Dalanda, la santiguadora (1999) La cacería maldita (1999) Entre Dios y el diablo (1999) La meiga (1999) El aquelarre (1999) El collar del dragón (1999) La cajita de lágrimas (1999) Las damas del fin del mundo (2000) La reina Urraca (2000) Historias de brujas medievales (2000) El sabor de las cerezas. Isabel, la Reina. Vol. III (2001) El tiempo de la siembra. Isabel, la Reina. Vol. II (2001) Las hijas de la luna roja. Isabel, la Reina.Vol. I (2001) América. La aventura de cuatro mujeres en el Nuevo Mundo (2002) Romance de Ciego (2005), V Premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica Te lo digo por escrito (2006) Gentes de las tres religiones (2007)
En el año 1066, el monje enfermero Aimerico de Thomières se dispone, como cada día durante 35 años, a contemplar el firmamento desde su observatorio en el llano de Suso, esperando observar el rastro de un cometa. Llegado a San Juan de la Peña para sanar al abad Paterno, Aimerico se vio contagiado por el amor a la astronomía que profesaba su paciente, y mantuvo correspondencia con otros personajes europeos. Sus labores médicas le llegaron a poner en contacto con la propia realeza, pero también con el singular Mínimo, que requirió la atención de sus colegas estrelleros. En su vejez, Aimerico incluso participó en el asedio de Barbastro. Sin embargo, nunca llegó a contemplar el hecho que había esperado tan pacientemente: el paso de cometa Halley.
Novela histórica
San Juan de la Peña (leyenda de su fundación, primeros abades, etc.) Astronomía-Astrología (cometa Halley, constelaciones, carta astral, etc.) Medicina medieval
Inserción de carta astral de Mínimo, realizada por Grimaldo de Cardeña
http://portal.aragob.es/pls/portal30/docs/FOLDER/MEDIONATURAL/RED/ESPACIOS/ENP/CATEGORIAS/OROEL/DOCUM/SAN+JUAN+2003.PDF http://www.islabahia.com/arenaycal/2004/02febrero/anabel102.htm IRISARRI, Ángeles de, «San Juan de la Peña. La leyenda del fraile estrellero», La magia de viajar por Aragón, 20 (2007).
Monje enfermero del monasterio de San Ponce de Thomières enviado por el abad Hugo para atender las dolencias del abad Paterno. Aimerico, que siempre se muestra muy hábil en su oficio, descubrirá en Paterno no sólo a un fiel amigo, sino al hombre que inspirará su pasión por la astronomía. Él será partidario de inventarle un pasado agradable a Mínimo para que pueda retomar su presente.
El abad de San Juan de la Peña es presentado como un hombre viejo que se pasa los días encerrado en su mutismo y observando las estrellas, por lo que su salud mental está puesta en entredicho, a pesar de que se lo considera una santo. Cuando se decida a hablar, lo hará de un modo impenitente, y logrará que Aimerico aprenda a leer y escribir. Entre sus últimas voluntades, está la de que Aimerico quede libre de rezos para contemplar el firmamento.
el segundo abad de San Juan es descrito como un hombre guerrero poco dado a los derroches intelectuales. Querrá que Paterno recupere la salud mental movido por su ambición. Con la llegada de los estrelleros, Blasco sentirá su autoridad cuestionada y su valía menospreciada, pues todos acuden a ver a Aimerico. A pesar de su vejez y su deplorable estado físico, participará en el asedio de Barbastro.
Monje mudo de San Juan de la Peña. Será el fiel amigo del abad Paterno, al que acompañará en todos sus silenciosos paseos en calidad de sirviente. Cuando Paterno muera, Tomás se encargará de velar su cuerpo sin tomar ningún alimento, y cuando se decida enterrar al abad, Tomás morirá de tristeza.
Extraño personaje que se encontrará con Aimerico y al que los estrelleros querrán ayudar. Mínimo, al que cualquier disputa hace llorar, siempre camina hacia atrás porque está buscando su pasado, mientras que tiene su futuro en mente y sabe que su vida acabará en Finisterre. Será él quien aventure la llegada de los otros estrelleros. Un día, tal como apareció, Mínimo marchará sin decir nada.
La madre de Sancho III el Mayor, preocupada porque una de sus damas no logra quedar encinta, es vista por doña Mayor como un impedimento en la corte. Doña Mayor pide ayuda a Aimerico porque duda de la capacidad mental de su suegra, que quiere ser la primera en todo y se muestra muy irascible. Sin embargo, cuando se le dan los instrumentos de labor, doña Urraca se amansa y vuelve a su niñez.
La mujer de Sancho III el Mayor pretende que Aimerico se quede con su suegra, pues no logra imponer su autoridad en la corte. Durante su estancia en San Juan de la Peña, ambas damas mantendrán discusiones varias, alterando con sus voces el silencio y la paz del monasterio.
Monje estrellero de Richenau con el que Aimerico mantiene correspondencia. Walafredo, amante de la buena mesa y los vinos, es el más sabio del grupo de estrelleros. Será el primero que llegue a San Juan, y achacará el problema de Mínimo a una doble posibilidad: la influencia del período de Saros o al desconocimiento que Mínimo tiene de sí mismo.
Prior del monasterio de Cardeña. Grimaldo, otro de los estrelleros con los que Aimerico mantiene correspondencia, es presentado en su faceta de monje guerrero, y se muestra como un hombre demasiado aficionado a las mujeres para su estado. Para indagar en el problema de Mínimo, Grimaldo decidirá realizar su carta astral.
Aunque el estrellero con el que Aimerico tenía relación por carta era el monje Gaudeón, Oliba no le permitirá acudir a San Juan y querrá ser él quien vea a Mínimo. Oliba, muy alabado por el abad Blasco, es presentado como un hombre recto que diagnosticará que Mínimo no es ni un ángel ni un demonio, sino que es el propio Anticristo. Su opinión, no obstante, no será tenida en cuenta.
El estrellero de Bobbio, también corresponsal de Aimerico, desde que conozca a mínimo estará empeñado en leer la palma de una mujer virgen para poder conocer mejor al extraño personaje. Su diagnóstico, que augura un futuro descorazonador para Mínimo, es que el singular personaje presenta un extraño caso de epilepsia que afecta al alma.