* Con el título de "Panorámica del teatro estudiantil del Renacimiento español", publicó este estudio el Centro Studi sul Teatro Medioevale e Rinascimentale, tras la lectura en su XXI Convegno Internazionale, cuyos trabajos se editaron bajo el título Spettacoli Studenteschi nell' Europa Umanistica, al cuidado de M. Chiabò - F. Doglio, Roma, Torre d'Orfeo Editrice, 1998, 151-191.Volver
1. Remito particularmente a los estudios de Prieto (1986), Duran Ramas (1983) y Peinador Marín (1991) para Maldonado; a Álvar Ezquerra para Petreyo (1983); a Gallego Barnés (1981, 1982), Maestre Maestre (1989, 1990, 1993, 1994) y Alonso Asenjo (1992, 1997) para Palmireno; a Alonso Asenjo (1995a) y a Mesa Sanz (1996) para Floro, y también a Maestre Maestre para el Brocense (1989b). Volver
2. Sabemos de una fiesta celebrada tradicionalmente en un monasterio dedicado a la educación de doncellas en Valladolid el día de la Epifanía, con presencia de numeroso público externo, en cuyo marco se representó una comedia. Para ello, "por exigencias del guión" (¡!), algunas doncellas se vistieron de hombre y agradaron con las «travesuras que hicieron, requebrándose como jaques» (García Soriano, p. 330).Volver
3. Sucedió en Córdoba, en la celebración del Corpus del 1561: el tema era la "Guerra de los vicios y virtudes" (Litt. Quadr., III, 28, agosto, 1561).Volver
4. «... se siguió un "Diálogo de las ciencias" representado con muy buena gracia y edificación de unos niños que más ordinariamente acostumbrauan a confessar en casa [de Córdoba]» ( Litt. Quadr., III, 28, diciembre, 1561).Volver
5. Cf. J. Alonso Asenjo, La "Tragedia de San Hermenegildo" y otras obras del teatro español de colegio, Valencia, UNED-Universidad de Sevilla-Universitat de València, 1995, 2 vols., II, p. 452.Volver
6. Da la primera noticia del hecho C. de la Barrera en su Catálogo, p. 580b; cf. Alonso Asenjo, op. cit., II, p. 474. El Colegio Ánglico de Sevilla se había fundado en 1591 y lo regían los jesuitas.Volver
7. La Comædia Metanæa de Acevedo se representó en el colegio de Santa Catalina de Córdoba y en la Mezquita-Catedral en 1561; cf. Alonso Asenjo, op. cit., I, pp. 56. 99s, corregido por A. Sierra de Cózar, "La comedia Metanea (1561) de Pedro Pablo de Acevedo", en A. Mª. Aldama, ed., De Roma al Siglo XX, Madrid, UNED, 1996, 929-937.
8. J. F. Alcina ha dado con un «Maestro Venegas» (o Vanegas), «Salmanticæ Rhetoricæ professor» por el año 1574 (véase su Repertorio de la poesía latina del Renacimiento en España, Salamanca, Ediciones Universidad, 1995): es el llamado «Maestro Vanegas» de los libros del Claustro de Diputados y de Cuentas de la Universidad de Salamanca en los años 1969-70, que cita GarcÍa Soriano, p. 224s. No puede ser Alejo Venegas, profesor invitado sólo en una ocasión en Alcalá, que ejerció su docencia en Colegios o Estudios de Toledo y Madrid y nunca en Salamanca, aparte de que ya había muerto en 1562; cf. Ildefonso Adeva MartÍn, El Maestro Alejo Venegas del Busto. Su vida y su obra, Toledo, Diputación Provincial, 1987. No se conoce otro Maestro Venegas o Vanegas en Salamanca por esos años.Volver
9. Es curioso encontrarse en la relación de esa representación comentarios como que la comedia «avía sido muy principal e de gran costa e curiosidad»; o que se había puesto «diligencia y costa, buscando vestidos y aparejos y los demás adherentes necessarios» para la representación, que conocemos como rasgos muy propios de las representaciones jesuíticas.Volver
10. Comedia de San Alejo (en verso castellano: octavas y quintillas); Comedia de las virtudes contra los vicios (plenamente alegórica) y el Colloquio del Sancto Nascimiento de nuestro señor Jesuchristo, entre tres pastores llamados Discreción, Ceguedad y Rudeza, publicadas en Cancionero General de la Doctrina Cristiana, Alcalá, 1579 (reed. por A. Rodríguez Moñino).Volver
11. Esas representaciones eran muy antiguas. Ya Mateo París refiere, en sus Vitæ abbatum, que Godofredo de Normandía, maestro de escuela de Dunstaple, «hizo representar por sus discípulos una historia maravillosa, sacada de la vida de Santa Catalina, y que no fue invención suya, sino transmitida de unos maestros y escolares a otros» (A. F. Conde de Schack, Historia de la literatura y del arte dramático en España, Madrid, Imprenta y Fundición de M. Tello, 1885, vol. I, 139), representación que debió de tener lugar h. 1110. Catalina era una de las protagonistas femeninas de la comdia o tragdia scholaris y «a favorite figure in Renaissance Latin religious literature» (W. L. Grant, Neo-Latin Literature and the Pastoral, Chapel Hill, 1965, p. 26). Como herederos de este teatro, mantuvieron los jesuitas en sus colegios de todo el mundo representaciones en la fiesta de Santa Catalina (25 de noviembre), fuera o no el tema la legendaria vida de esta figura. Es una tradición que confirma E. Boysse, Le théâtre des jésuites, París, 1880; reimpr. Ginebra, 1970.Volver
12. A. Stäuble, La commedia umanistica del Quattrocento, Florencia, Ed. Istituto Nazionale Studi del Rinascimento, 1968, 200s (cuadro de las representaciones).Volver
13. Se entiende que en la corte portuguesa. En tal caso, nada tendrían que ver los estudiantes, por lo mismo que no nos planteamos su aparición en los espectáculos cortesanos organizados por Gil Vicente. Pero si la representación tuvo lugar en Burgos, al paso por allí de la comitiva real, podemos pensar en el grupo de escolares de Maldonado que ya habían representado la obra. Sólo que ahora lo harían «non levi sumptu...».Volver
14. Ante los mismos príncipes se representó la Egloga in Nativitate Christi de J. B. Anyés, aunque no conste su relación con actividades académicas; cf. Alonso Asenjo, 1996. Sin embargo, en el caso de la Com. Eunuchus, en atención a su choragus, Juan Ángel González, que fue catedrático en la Universidad de Valencia en los años 1516-25; 1527-1540; 1545-48, y teniendo en cuenta que la obra se volvió a representar en la Universidad, cabe pensar que lo hicieran estudiantes.Volver
15. Consta para ese año una visita del Príncipe a Alcalá, al menos con uno de sus preceptores, Honorato Juan, en I. Adeva MartÍn, Honorato Juan. Humanista, maestro de príncipes y obispo de Osma, Soria, Publicaciones de la Obra Cultural de la Caja de Ahorros y Préstamos de la Provincia de Soria, 1986, 69.Volver
16. Así se desprende del Prólogo de la versión impresa que conservamos, en el que se afirma: «En vobis rursum, spectatores optimi,/ in scænam Necromanticum producimus./ Illam quam paucis diebus antea/ explosamque et dimidiatam fabulam,/ hoc ipso ex loco videratis exigi./ Quod si tunc nostro uti Necromantico/ suis vt licebat libuisset artibus,/ nunquam grex noster suo celsisset loco (...) Sed tunc habenda fuit nobis ratio/ temporis, locique et maxime Principis/ omnium Optimi, cui minime oportuit/ hac vestra turba facessi negotium» (f. 7r. y v.).Volver
17. No sé cuándo ni dónde pudo representarse en casa de Honorato Juan, según reza el prólogo: «Quo tutior sit, et acceptior, recipiet se/ seruula sui in penates domini honorati/ ioannis, ad quem omnes veniunt boni:/ de cuius virtute silere melius est, quàm/ paucula dicere; sed si vos nobis vestrum quoque / exhibeatis fauorem, agetur etiam apud vos studiose» (vv. 14-19). Aunque J. Romeu dice que Romanyá fue discípulo de Honorato Juan (quien, nunca tuvo título alguno ni dio clases en instituciones docentes, por más que, como él con Vives, pudiese beneficiarse de su loada erudición), no me consta dónde pudo suceder ese apadrinamiento desde la vuelta de Lovaina en 1529 del erudito ciceroniano, aunque es posible aque fuera en Valencia. Romanyá y H. Juan pudieron encontrarse después en Palma, con ocasión del paso del Emperador por Mallorca en la des-afortunada expedición a Argel (acompañaba al César H. Juan como "gentilhombre" ) y la T. Gastrimargus pudo haberse representado en el marco de los festejos de aquel recibimiento. Por esos años tenía más sentido que en 1562 la mención en el Prólogo de las obras dramáticas Acolastus, Josefina y Celestina.Volver
18. Nos lo refiere el cronista Joan Binimelis y García (Palma de Mallorca, h. 1539-1616, médico y sacerdote, según sabemos por Joaquín María Bover, Biblioteca de escritores baleares, Barcelona / Sueca, Curial, facsímile, 1976, 2 vols, I, n. 134, 102a-103a y II, n. 1080, 291b-293a), a quien debemos lo que se conserva de esta obra de Jaime Romanyá. Este sacerdote mallorquín, natural de la villa de Sansellas, tenía escuela pública de gramática en 1535. Fue doctor en Sagrada Teología, poeta latino, autor de dos largas composiciones en verso dedicadas a Carlos V, a su paso por Palma de Mallorca en 1541. Su única producción dramática conocida es esta comedia, dividida en cinco actos y cada uno en escenas, que transcribió Binimelis. En la representación actuó ese cronista, según él mismo nos dice en una nota previa al texto: «Nova tragicomdia Gastrimargus apellata: inventaque fuit a magistro iacobo romagnano baleari (...) Ego autem pro vno [sic] ex his personis (qui [sic] quidem in hac tragicomedia introducti erant) præceptori meo inseruiui; nomen autem persone fuit Poliphagus parasitus» (f. 1r). Sobre las relaciones entre corte y humanistas, vid. Alonso Asenjo, 1996, 340-345.Volver
19. Su origen está en la representación del Ecerinis de Mussato. El hecho repercutió en Francia y Alemania por las mismas fechas en que se representaban las obras de los Verardi; cf. L. Bradner, L., The Rise of a Secular Drama in the Renaissance, en "Studies in the Renaissance", 3, 1956, pp. 7-22; S. Pittaluga, Antiche Gesta e delitti di re scellerati (Tragedia e popolo fra Medioevo e Umanesimo), en M. Chiabò - F. Doglio (eds.), Tragedie poplari del Cinquecento europeo. Atti del XX convegno del Centro di Studi sul Teatro Medievale e Rinascimentale, Roma, Edizioni Torre d'Orfeo, 1997, pp. 15-34.Volver
20. La primera edición es romana, 1493; la segunda de Salamanca, 1494; cf. L. Barrau-Dihigo, L., "Historia Bætica rééditée, en "Revue Hispanique", 47, 1919, 319-382 y H. Thomas, Fernandus servatus, tragicomdia, en "Revue Hispanique", 32, 1914, 428-457.Volver
21. Sin duda se dijo comedia con el valor general de "obra dramática" y farsa, porque, como decía C. de Villalón, tal era el nombre que se daba entonces a las comedias en Castilla. Escrita en versos castellanos y al final un villancico. Se imprimió en Alcalá en 1508, pero su texto está perdido.Volver
22. Nos da noticia de ella el mismo autor en su obra Lima barbariei, et Synonymis Latinis. Annotationum Sylva, Salamanca, 1570 (aprobación de 1568).Volver
23. Antonio Pi había nacido en Colliure. Fue estimado catedrático de la Universidad de Barcelona, hasta que tomó la irrevocable decisión de hacerse monje de San Jerónimo de Valle Hebrón. Sus discípulos representaron en las escuelas con grande aplauso su Comedia de la batalla de D. Juan de Austria en Lepanto, en verso latino muy elegante. Un ejemplar de dicha comedia se conservaba en 1785 en el citado monasterio; cf. F. Torres Amat, Memorias para ayudar a formar un Diccionario Crítico de los escritores catalanes, Barcelona, 1836. Facsímil, Barcelona /Sueca, Curial, 1973, p. 482, col. b. El texto se encuentra ahora en paradero desconocido.Volver
24. Lo atestigua, por ejemplo, la Egloga in Nativitate Christi de Anyés.Volver
25. A él podría pertenecer la Égloga de unos pastores (en castellano) de Martín de Herrera (Alcalá, 1510-11), que se ha querido identificar con el primer catedrático de Retórica de aquella Universidad Alonso o Alfonso Ferrera de Talavera y quizá también la de A. Álvarez Valverde, Daphnis obitus et coronatio Menalcæ, "presentada" al Claustro de la Universidad de Salamanca en 1568, según noticia de V. Picón García, Proyecto de investigación sobre teatro latino humanístico en España, en Maestre Maestre J. M. y J. Pascual Barea (coords.), Humanismo y pervivencia del mundo clásico. Actas del I Simposio sobre "Humanismo y pervivencia del mundo clásico" (Alcañiz 8-15 de mayo, 1990), Cádiz, 1993, vol. 2, p. 823. Sin embargo, las églogas latinas son más frecuentes en el teatro jesuítico, desde aquélla In honorem Divæ Catherinæ (Córdoba, 1556) y Costis Nympha (ibi, 1557: "Ninfa costéada", por legendaria hija del emperador Costas) de Acevedo, o Ad Gallum (algunas secciones: Segovia, 1577-78), a las de reconocido mérito de Bernardino de Llanos en Nueva España; a éste sigue en algunos tramos en la misma lengua virgiliana Juan Cigorondo, jesuita de la misma Provincia. Cf. J. Quiñones Melgoza, Teatro Mexicano IV. Teatro escolar jesuita del siglo XVI, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994. Para Cigorondo, más allá de O. Arróniz (Teatro de evangelización en Nueva España, México, UNAM, 1979), véanse M. Frenk, El "Juego entre cuatro niños", ¿de Juan Cigorondo?, en Literatura Mexicana, V, 1994, núm. 2, pp. 529-554 y J. Alonso Asenjo, La "Tragedia Ocio" de Juan Cigorondo (de próxima aparición).Volver
26.Cf. A. de la Granja, "El entremés: la larga risa de un teatro breve", en I. Arellano, V. GarcÍa Ruiz y M. Vitse (eds.), Del horror a la risa. Los géneros dramáticos clásicos. Homenaje a Christiane Faliu-Lacourt, Kassel, Reichenberger, 1994, pp. 161-189; la cita en p. 170.Volver
27. Tradicionalmente en las referencias a esta égloga se suele encontrar Layrea, contra su mismo autor, que la denomina Laurea. Ver su Philosophía vulgar, I, centuria Vª., n. 5, Madrid, Turner, Biblioteca Castro, 1996, p. 496s.Volver
28. Soy consciente del amplio significado del término égloga y de la pluralidad de ámbitos en que se utilizaba, como muy bien estudia A. de la Granja en el art. citado. Sin embargo, aquí llamo la atención especialmente sobre la égloga producida en el ámbito cortesano, con más posibilidades de darse en la lengua de Virgilio, que, sin contar las de Encina y Lucas Fernández, hace su aparición en numerosas piezas encabezadas cronológicamente por la Égloga del Molino de Vascalón y las de Francisco de Madrid, Francisco de Herrera, Diego de Ávila, la Égloga de Breno, Égloga de Torino, etc. Algo semejante en cuanto a la lengua sucedía en Italia, de mano y boca de Poliziano, Sannazaro, Tebaldeo y otros.Volver
29. Álvar Gómez de Castro, Publica lætitia qua Dominus Martinus Silicæus, Archiepiscopus Toletanus ab Schola Complutensi susceptus est, Compluti [Alcalá], Juan de Brocar, 1546 y J. GarcÍa Soriano, pp. 337-392, especialmente pp. 374-78.Volver
30. J. Gómez, Literatura paraescolar y difusión del humanismo en el siglo XV: La "Repetición de amores" de Lucena: Actas del Congreso de la AHLM, según referencia de F. Layna Ranz, La disputa burlesca. Origen y trayectoria, en Criticón, 64, 1995, pp. 7-160, en p. 32.Volver
31. Para la Edad Media en Valencia T. Ferrer ha certificado nuevas celebraciones de este tipo por Navidades y Año Nuevo, como el «rei de Nadal», «rei pàssero», «rey paxaró» o «moixó», en La fiesta cívica en la ciudad de Valencia en el siglo XV, en E. RodrÍguez Cuadros (ed.), Cultura y representación en la Edad Media. Actas del Seminario celebrado (...) con motivo del "II Festival de Teatre i Música Medieval d'Elx", Octubre-noviembre, 1992, Elche, 1994, pp. 145-169, especialmente p. 146 y Ap. II, 162s.Volver
32. Los jesuitas lograron sustituir tal fiesta por otros espectáculos en sus colegios: «El día de San Nicolás (en el qual los estudiantes suelen hacer tantas liuiandades), después de hauer todos confesado y comulgado...» (Litt. Quadrim. III, 28, enero, 1561, correspondientes al Colegio de Segovia, en J. Menéndez Peláez, Los jesuitas y el teatro del Siglo de Oro, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1995, p. 496s). Y otro testimonio: «Solebant [los estudiantes] quippe festo S. Nicolai ex eis episcopum unum quemlibet quotannis fingere, quocirca mille adstruebant nequitias: abusum hunc expulimus, eos huc cereis candelis conuenire facientes ad rem sacram precesque uespertina, ubi in honorem sancti carmina aliquot sunt recitata» (Litt. Quadrim. III, 29, diciembre, 1555, correspondientes al Colegio de Medina del Campo, en J. Menéndez PelÁez, op. cit., p. 497). En las instituciones seglares la costumbre, pese a las prohibiciones, se mantuvo a lo largo del siglo XVII (Bonilla y San Martín, 1921, p. 70s., nota; García Soriano, p. 154s; J. Mª. Sánchez Arjona, Teatro en Sevilla en los siglos XVI y XVII (Estudios históricos), Sevilla, CAT-Padilla libros, 1990 (facs. de la de 1887; M. A. Alonso), pp. 3-34, entre otros.Volver
33. Eran celebraciones de Navidad y Carnaval y se llamaban así en el colegio de San Pelayo de Oviedo, fundado por el arzobispo Fernando Valdés. En Salamanca se decían «alcobas»; cf. J. Menéndez Peláez, l. cit., que cita por las Constituciones del Colegio del Arzobispo de Salamanca, conocidas a través de las Carpetas manuscritas de Félix G. Olmedo, Carp. 4 T.Volver
34. Por ejemplo, el de «darse santos», es decir, asignarse nombres de santos (y se entiende que actuar de acuerdo con la nueva identidad). Cf. Menéndez Peláez, op. cit., 25.Volver
35. De uno de ellos, que debió ser famoso, se han conservado varias copias. Lo pronunció en las Navidades de 1550 el licenciado Juan Arce de Otálora, rector del Colegio del Arzobispo: Sermón en vituperio del ocio y loor del juego, y cómo se ha de usar la Navidad. Hecho por el licenciado Otálora, rector del Colegio del Arzobispo. Thema: «Omnes homines qui se præstare student ceteris amantibus, summa ope niti decet ne vitam silentio transeant, veluti pecora natura prona atque ventri obedientia finxit, sed omnis nostra vis in animo et corpore sita est». Habentur verba hec originaliter apud Salustium in "Catilinario" in exhortatione libri, etc. [Que concluye:] Diga quien quisiera una Ave María; yo, mente hilaria, os encomendaré a Clara» [que era una melecinera, o medio hechicera] (en Menéndez Peláez, l. cit.).Volver
36. Su texto impreso, precedido de un estudio, con traducción de los textos latinos y anotaciones de A. Madroñal et al., se encuentra en Criticón, 68, 1996, pp. 31-100.Volver
37. Las aprovecha por ejemplo, Lope de Vega en su obra El alcalde mayor (ca. 1604-1612).Volver
38. Véase, entre otros estudios, A. García Boiza, Un vejamen universitario. Que contiene unos gallos que se dieron en presencia de los Reyes, en "Basílica Teresiana", 1922, pp. 344-350 y 1922-23, pp. 39-45; Mª. Soledad Carrasco Urgoiti, Notas sobre el vejamen de Academia en la segunda mitad del siglo XVII, en "RHM", XXXI, 1965, pp. 97-111; Aurora Egido, "De ludo vitando", Gallos áulicos en la Universidad de Salamanca, en El Crotalon. Anuario de Filología Española, 1, 1984, pp. 609-648; de la misma autora, La oralidad en el vejamen de Academia, en "Edad de Oro", VII, 1988, pp. 49-57; también, Un vejamen de 1598 en la Universidad de Granada, en Silva de Andalucía (estudios sobre poesía barroca), Servicio de Publicaciones, Diputación Provincial de Málaga, 1990, pp. 175-204; Abraham Madroñal, Sobre el vejamen de grado en el siglo de Oro. La Universidad de Toledo, en Epos, X, 1994, pp. 203--231; del mismo, El vejamen de grado en el Siglo de Oro, con un vejamen de grado inédito (Sevilla, 1646), Madrid, Ediciones Blancas, 36, Madrid, 1996; F. Layna Ranz, Literatura áulica y ceremonias burlescas estudiantiles. Tesis inédita, Universidad Complutense de Madrid, 1994; del mismo, Ceremonias burlescas estudiantiles (siglos XVI y XVII), en "Criticón", 52, 1991, pp. 141-162, y Dicterio, conceptismo y frase hecha: a vueltas con el vejamen, en "NRFH", XLIV, 1996, núm. 1, pp. 27-56. Y próximamente aparecerán: La tradición de las burlas estudiantiles en la Universidad de fray Luis de León, en Actas del Congreso Internacional fray Luis de León; M. M. GarcÍa-Bermejo, La parodia en la génesis de los gallos universitarios, en comunicación al Congreso de la Asociación Internacional del Siglo de Oro.Volver
39. Las imponían en 1422 las Constitutiones de Martín V para la Universidad de Salamanca (GarcÍa Soriano, p. 222, n. 1).Volver
40. Cf. F. Layna Ranz, La disputa burlesca. Origen y trayectoria, en "Criticón", 64, 1995, pp. 7-160, especialmente en p. 62ss.Volver
41. Véase la edición de D. Ynduráin, Madrid, Cátedra, 1985, p. 94.Volver
42. Por este motivo, las mascaradas que se organizaban por Santa Catalina se prohibieron en Valencia ya en 1340; cf. T. Ferrer Valls, op. cit., p. 146 y Apéndice I, p. 162.Volver
43. Así se expresa José Quiñones Melgoza, refiriéndose a las de su país, prolongación de las de España, o. c., p. 15.Volver
44. Según una relación contemporánea impresa, recogida por García Soriano, p. 372.Volver
45. Cf. Menéndez Peláez, op. cit., 22s. Sobre el uso de carros, cf. Layna Ranz, Criticón, 1995, p. 31s y las referencias bibliográficas que allí se ofrecen. En 1435 en Pavía se utilizó un carro triunfal para las recitaciones del arte culinario de Zanino. Hay abundante bibliografía sobre este tipo de espectáculos de Italia: Paolo Viti (ed.), Due commedie umanistiche pavesi. "Ianus sacerdos". "Repetitio Zanini coqui", Padua, Antenore, 1982; del mismo como autor, Spettacolo e parodia nella "Repetitio Zanini coqui" di Ugolino Pisani, en Spettacoli conviviali dall'antichità classica alle corti italiane del '400. Atti del Convegno di Studio (Viterbo, 27-30, Maggio 1982), Viterbo, Amministrazione Provinciale, 1983, 243-259). Vito Pandolfi y Erminia Artese, Teatro goliardico dell'Umanesimo, Milán, Lerici, 1965.Volver
46. Cf. Menéndez Peláez, quien toma la descripción de una de las papeletas manuscritas del P. Olmedo, Carp. 4 T.Volver
47. «Els carnestoltes eren l'altra [después de la lidia de toros] atracció profana important de l'any valencià d'aleshores. Les "màixqueres" animaven els carrers de la ciutat, i els estudiants s'encarregaven de la part més activa. En 1625 hi sortiren "portant quatre andadors ab robes vermelles, en los sombreros entravessats quernos i a cavall ab sos bastos quernos, hi anaven cridant: 'Confrares i confraresses de la nostra confraria de l'Estudi General del gloriós Sant Lluc, advocat dels cabrons!', i abaixaven lo cap i tocaven ab uns cencerros...» (Coses evengudes en la Ciutat i Regne de València. Dietario de Mosén Juan Porcar, capellán de San Martín (1589-1629), transcripción y prólogo de V. Castañeda Alcover, Madrid, 1934, II, 155s, en J. Fuster, Poetes, moriscos i capellans, Valencia, TresiQuatre, 1962, p. 147).Volver
48. Stäuble, op. cit., pp. 32-41, passim; obras citadas de V. Pandolfi -E. Artese, y de P. Viti.Volver
49. Entre abundantísima bibliografía, cf. F. Marotti, El actor en la "commedia dell'arte", en E. Rodríguez Cuadros (coord.), Del Oficio al mito: el actor en sus documentos, València, Universitat de València, 1997, vol. I, p. 69s.Volver
50. Cf. M. A. Pérez Priego, Diálogo entre el viejo, el Amor y la mujer hermosa, en Teatro medieval. 2. Castilla, Barcelona, Crítica, 1997, p. 117.Volver
51. Mezclada con la función lúdica, se dan en Venecia desde las representaciones organizadas por T. L. de' Fruvolisi y T. di Mezzo. En la educación y aprendizaje de sus escolares insistía ya en Florencia, Domizi, desde por lo menos 1476, cuando representa Andria y Menæchmi, así como cuando en 1494 se traslada a Ferrara para representar Augustinus, de tema hagiográfico. Para entonces ya hacía revivir el teatro clásico Pomponio Leto en su Academia de Roma y proliferaban los espectáculos de comedias latinas en la cortes de Italia. Todo arranca, según parece, de la invención de las Institutiones oratoriæ de Quintiliano y del descubrimiento en 1433 del Comentario de Donato a las comedias de Terencio.Volver
52. «Pietas et litteræ» era el lema de la educación en Erasmo; Luis Vives quería «que los escolares entren en la escuela como en un templo. Que los maestros enseñen el espíritu del Maestro único, Cristo»; J. Lorenzo Palmireno lo muestra en el título de la más emblemática de sus obras formativas: El estudioso de la aldea con las quatro cosas que es obligado a aprender un buen discípulo, que son Devoción, Buena Criança, limpia Doctrina y lo que llaman Agibilia, Valencia, 1568.Volver
53. Cf. L. Gil, Terencio en España: del Medioevo a la Ilustración, en Estudios de humanismo y tradición clásica, Madrid, Edit. de la Universidad Complutense, 1984 y las eruditas consideraciones que la Dra. Roberta Mullini ofrece en este mismo volumen, que sirven igualmente para el contexto hispánico.Volver
54. Buen testigo de ello es Antonio Pérez, para quien las comedias de su hermano Juan, si se representasen, bien podrían hacer sombra a las de los latinos: «Neque enim tam nostra quam studiosorum interesse puto, has Comdias [i. e., las Cuatro de Juan Pérez] publice lectitari. Quod si fit, speramus sanè nihil in eis ex Terentio, Plauto ve, amplius desideratum iri» (en la Dedicatoria de la ed. de las Comdiæ quatuor, Toledo, Juan de Ayala, 1574).Volver
55. Se nombra particularmente la actividad dramática en torno a Terencio y Plauto con los profesores J. A. González (1527) y F. Decio con pruebas concretas para los años 1532 y 1535 ofrecidas por el Manual de Consells, que certifica los pagos efectuados a los organizadores de los espectáculos. Se menciona la representación de un "Coloquio" tomado de los de Erasmo. J. M. Cordero en su Autobiografía insiste en la frecuencia de representaciones que dirigía su profesor de Retórica, F. Decio, por los años 30 y 40: «En dicho tiempo hice muchas demostraciones de lo que Dios me había concedido en mi primera edad, tanto en representaciones de cosas latinas de coloquios y comedias de Terencio, y muchas oraciones públicas...» (F. Martí Grajales, Ensayo de un diccionario biográfico y bibliográfico de los escritores del Reino de Valencia hasta el año 1700, Madrid, Imprenta de la RABM, 1927, p. 129s). Es muy posible que esas representaciones fueran anteriores, pues desde la fundación de la Universidad estuvieron a cargo de las cátedras de Oratoria y Poesía humanistas relacionados con actividades teatrales, como Alonso de Proaza y Alfonso Ordóñez (cf. Alonso Asenjo, 1996).Volver
56. Cf. Claustro de Diputados, según GarcÍa Soriano, p. 225.Volver
57. Maestre Maestre, ibid., 83. 117s. 210s.Volver
58. Noticias de la obra en M. Morreales de Castro, Pedro Simón Abril. Madrid, CSIC, 1949, pp. 57, 300 y 319; J. M. Díaz-Regañón López, Los trágicos griegos en España, en "Anales de la Universidad de Valencia", XXIX, Curso 1955-56. Cuaderno III. Filosofía y Letras, pp. 12-13, 21; A. Hermenegildo, La tragedia en el Renacimiento español, Barcelona, Planeta, 1973, pp. 415s. Con Las seys comedias de Terencio se imprimieron los argumentos atribuidos a Donato y los Periocha o argumentos de Sulpicio Apolinar y un breve tratado sobre los géneros trágico y cómico atribuido a Cornuto o Aspero.Volver
59. Esta traducción se encuentra en un Apéndice a su Typus Institutionum Grammaticarum, Barcelona, 1577; cf. R. Froldi, "Experimentaciones trágicas en el siglo XVI español", en Actas del IX Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas. 18-23 agosto 1986. Freie Universität Berlin-Institut fur Romanische Philologie, Francfort, Vervuert Verlag, 1989, pp. 457-467; la cita en p. 459. [Como complemente a este dato, J. F. Alcina me hizo saber que Núñez había tomado esa traducción de George Buchanan. ¡Gracias, Maestro!].Volver
60. No se consideran aquí las traducciones o adaptaciones sin relación con el aprendizaje de la Retórica, aunque de alguna manera redundaran en actividades teatrales. Como tales consideramos la Tragedia de Mirra y la Comedia de Plauto llamada Anfitrión de F. López de Villalobos, las de H. Pérez de Oliva (Hécuba [triste], La Venganza de Agamenón, Muestra de la lengua castellana en el Nacimiento de Hércules o Comedia de Anfitrión), las de Boscán (Ifigenia), Fray Luis de León (Andrómaca de Eurípides) y las traducciones anónimas de Plauto editadas en Toledo, 1554, o en Amberes, 1555: El Mílite glorioso y Los Menechmos.Volver
61. La 1ª ed., perdida, se hizo en 1521; la 2ª, «igualmente perdida» (Asensio, p. 22s), está certificada por Nicolás Antonio y se hizo en Valladolid, por N. Thierry, 1525; por tanto, la que Duran Ramas llama «2ª.» se convierte en 3ª: es la «per ipsum auctorem restituta atque detersa: scholiisque locis aliquot illustrata»: Burgos, Juan de Junta, octubre de 1535.Volver
62. Tragicomedia Gastrimargus, en el Prólogo, vv. 9-12.Volver
63. Su patria, sugerida ya por el patronímico, la explicita Alejo Venegas en su estudio y escolios de la edición de Toledo de 1542 cuando lo llama «flandrum». Lo confirma la primera edición conocida, que se hizo en Amberes, 1539, mencionada por A. Venegas al enmendarla en +iiij; pero la obra estaba compuesta ya en 1537, según la dedicatoria que el autor hace el 10 de julio, desde el «athenæo Meniniano», al corregidor de Formoselle (Zamora), Juan Falluel (Aiiij vuelto). La Samarites se editó no menos de 17 veces antes de 1595. En poco anteriores a su primera edición son algunas de las más logradas obras de los humanistas de los Países Bajos (muy atrasados respecto a renanos como Reuchlin): G. Gnafeo / Gnapheus, Acolastus, de Filio prodigo (1529); G. Macropedio / Macropedius, Asotus, parabola comice descripta (comp. 1507; ed. 1537) y muchas otras.Volver
64. Ya hemos visto citado por Romanyá la Acolastus al lado de la celebérrima Celestina. También sabemos que las primeras representaciones de los jesuitas en la Península Ibérica fueron obras de ese campo, como el Acolastus de Gnafeo, que se representó en Lisboa (1555) o el Euripus de Livino Brecht, en Córdoba (1556). A lo largo del siglo, los jesuitas tuvieron a obras como la Samarites o Asotus como trasfondo de su práctica, aunque no fuera más que porque los fundadores y primeros socios se habían formado en esos ámbitos universitarios. También el teatro religioso ciudadano aprovechó esas corrientes y frutos, como se aprecia en la Tragedia Josefina de Miguel de Carvajal (cf. J. Gillet, Tragedia Josephina, Princeton y París, 1932; Nueva York, Kraus Reprint Corporation, 1965) y en la Comedia pródiga de L. de Miranda (1532; 1ª ed. Sevilla, 1554; cf. ahora M. A. Pérez Priego, Cuatro comedias celestinescas: Comedia pródiga (Valencia, UNED-Universidad de Sevilla- Universitat de València, 1993), pp. 35-47 y 287-374.Volver
65. Pere Jaume Cassá, que latinizaba su apellido (probablemente derivado del topónimo Cassá de la Selva) en «Cassianus», era presbítero de la diócesis de Gerona, cura de Fortià, modesto maestro de latín en Castelló d'Empúries y en Bácara. Ofrece muchos datos autobiográficos en el conjunto de obras suyas que imprimió en Barcelona Pere Malo en 1576.Volver
66. Juan de Valencia, era natural de Loja (Granada). Fue canónigo racionero de Málaga y maestro de Bernardo de Aldrete y de otros insignes varones. Conocemos dos obras dramáticas suyas: Comedia prodigi filii y Nineusis comdia de divite epulone, compuestas y probablemente representadas por los años 60.Volver
67. Cf. Palmireno en Las reglas que Lorenzo Palmireno puso a la puerta de su auditorio, en El latino de repente, Valencia, Pedro de Huete, 1573.Volver
68. Se pasa de 12 universidades antes de 1500 a 36 entre esta fecha y 1620. Y en cuanto al porcentaje de estudiantes universitarios por varones entre 15 y 24 años, los índices para Castilla dan 3,2%, mientras que para Inglaterra son de 2,7% y para Francia 1%, según R. Kagan, Universidad y sociedad en la España moderna, Madrid, 1981.Volver
69. «Ex multis quas noster Petreius nobis reliquerat, in Academiaque Complutensi ediderat» (f. 4v.). Debemos traducir «ediderat» como 'que había representado'.Volver
70. J. de la Cueva, Exemplar poético, vv. 697-705.Volver
71. Sobre todo estos últimos, debido, por supuesto, a las garantías que ofrece la obra impresa frente al manuscrito.Volver
72. Pere Sunyer fue catedrático de Humanidades en la Universidad de Barcelona, colega de célebres humanistas como Joan Cassador, Joan Dorda y Pere Antoni Pi, que elogiaban su Terra, dialogus in gratiam puerorum editus en Barcelona, imprenta de Pere Malo, 1574. Torres Amat llegó a conocer dos ejemplares de esta obra cuando publicó en 1836 su citada obra, que andan perdidos (al menos lo está el de la Biblioteca Episcopal de Barcelona).Volver
73. Jaime Morell pondera el valor del producto impreso al posible estudiante comprador; cf. Alonso Asenjo, 1995, 32s.Volver
74. Este objetivo no excluye otros, como la obtención del premio que pudiera otorgarse, a lo que Palmireno da considerable importancia en el Prólogo de su Fab. Ænaria. Esta obra no va inserta en escritos retóricos del autor; pero se publicó junto a otros opúsculos de ese género. Por lo demás, no se le pueda negar su origen en el círculo académico, ni su utilidad didáctica, y en nada se aparta de las características básicas de la producción dramática de Palmireno; cf. Alonso Asenjo, 1997.Volver
75. «Cur ædidisti? (...) Suboluit Hispaniola quibusdam bonæ indolis adolescentibus (...), quibus idem meus puer copiam fecerat clanculum, qui præparantes se mox actioni, prius edidicerant maiorem partem quam furtum ego percepissem» (Lectori, s., en Duran Ramas, p. 54).Volver
76. Joan Cassador, latinizado en «Cassadoro», fue profesor del Estudi General de Barcelona. Compuso una comedia titulada Claudius, que, con notas de P. Sunyer, imprimieron en Barcelona, en 1573, Claudi Bornat y la viuda del impresor Monpezat. Su texto parece perdido.Volver
77. Fue impresa por Gabriel Pou. El único ejemplar conservado pereció en el incendio de la Biblioteca del Louvre en 1871, según Briesemeister, 1985, 7.Volver
78. Con otras obras del ilustre humanista lojano, si no está perdido, se conservan en el Mss. 18.146 de la BNM. Por el momento este códice está traspapelado. La última persona que dice haberlas manejado es J. Fradejas Lebrero, a tenor de sus palabras en La parábola del hijo pródigo en el teatro y en la literatura, en F. Ramos Ortega (coord.), Actas del coloquio "Teoría y Realidad del teatro español del siglo XVI. La influencia italiana" (Roma, 16 a 19 de noviembre de 1978), Anexos a Pliegos de Cordel, II, Roma, Publicaciones del Instituto Español de Cultura y Literatura de Roma, 1981, 445-54, espec. en p. 446. Nada dice a este respecto V. Picón García, que estudia aspectos de la obra e incluso cita fragmentos de su texto en El tema del hijo pródigo en la dramática del siglo XVI en España, en "Voz y Letra", VI, 1995, 73-87. Afortunadamente J. López de Toro las había estudiado con rigor, publicando el texto (a falta de los dos primeros folios) de la Comdia prodigi filii en Juan de Valencia, escenificador latino de la Biblia, en Kossof, David A.; Amor y Vázquez, José (ed.), Homenaje a William L. Fichter. Estudios sobre el teatro antiguo hispánico y otros ensayos, Madrid, Castalia, 1971, p. 479-503. Ambas de 5 actos, típicas del "Terencio cristiano" están escritas en prosa latina (con las præcentiones de ambas en verso español y unos pocos versos latinos y otros castellanos en la Nineusis).Volver
79. Falla la conexión entre III, 3 y III, 4; resultan escenas inacabadas III, 5, f. 5v y IV, 5, f. 7r; falta el texto completo de V, 4, f. 7v, y están en blanco la mitad del f. 8r (tras V, 5) y los f. 8v y 9r, en los que el texto que falta posiblemente se refería a la conclusión de la peripecia del pródigo Neophilus, que queda truncada en V, 2.Volver
80. Se ha conservado por haber sido editado a continuación de las Exercitationes linguæ latinæ de Vives (Breda, 1538): «pequeña comedia en un acto y varias escenas cuyos personajes se van contando sucesivamente sus vidas» (M. Bataillon, Erasmo y España, México, FCE, 1966, p. 647s).Volver
81. Impreso en Burgos, Juan de Junta, 1549. Según Briesemeister, p. 13, puede muy bien considerarse un diálogo escolar a manera de lucha alegórica y proceso entre la Ingluvies ['glotonería'] y la Continentia ['sobriedad /templanza'], con grandes alardes de retórica en la escena ("Batalla de D. Carnal y Dª. Cuaresma").Volver
82. Resultará serlo la teología: es un diálogo entre 4 estudiantes, que defienden las profesiones de notario [Gaspar Tudor], médico [Juan Vique, sobrino de D. Luis Vique, después obispo de Mallorca], letrado [Jerónimo Deceo, sobrino de F. Decio] y teólogo [J. M. Cordero].Volver
83. Palmireno, según Maestre Maestre (1994, p. 544), ponía los diálogos al mismo nivel que las comedias; al menos el suyo de 1562; lo mismo hacían los jesuitas. Muy cerca de lo que de los restos del Dialogus de Palmireno se intuye están los Eremitæ de Maldonado. La edición junto a los "Diálogos" de Vives, pensados para la ejercitación en el latín y fácilmente representables, los aproxima a los Coloquios de Decio (o de él y otros), que efectivamente se representaron. Para su mínima condición dramática, parece bastar a un texto, más allá o más acá de la encarnación de un personaje por uno o varios actores, el movimiento.Volver
84. «Item de cada colegio, cada año se representará una comedia de Plauto o Terencio, o tragicomedia, la primera el primer domingo desde las octavas del Corpus Christi, y las otras los domingos siguientes». En los Estatutos salmantinos de 1538, según E. Esparabé de Arteaga, Historia de la Universidad de Salamanca, 1914, I, 203.Volver
85. Informa Mal Lara sobre uno de los personajes, llamado Bambalio [de bamba, "necio, torpe y tartamudo"]: «Así llamé yo a un bobo de una comedia mía, que hize en latín, y la misma en romance, y representada en las escuelas de la insigne universidad de Salamanca, año de 1548, llamada Locusta» (Philosophía vulgar [Sevilla, 1568], Iª. parte, VIª centuria, n. 27, p. 546 (ed. Turner).Volver
86. En algún momento me planteé la hipótesis de que ambas églogas podrían haber sido en realidad una sola con dos protagonistas simillimi, Nireo y Narciso. Pero la posiblilidad de la forma «Láurea» o «Layrea» y su notable diferencia gráfica con «Nireo» me hizo abandonar la idea de ver juntos en una obra a los dos jóvenes más hermosos de la leyenda o mitología: Nireo, pretendiente de Helena, «el guerrero más hermoso que fue a Troya» (Il. II, 671-73; véase cómo Luciano de Samósata lo contrapone a Tersites, prototipo de fealdad, en sus Diálogos de los muertos, 9, 4) y Narciso, condenado por su trágica belleza.Volver
87. Archivo Universitario de Salamanca; cf. P. U. González de la Calle, Francisco Sánchez de las Brozas. Su vida profesional, Madrid, 1922-23 y García Soriano, pp. 223-28.Volver
88. «Fue mala e de malos entremeses e sin latín ni orden e que dio que desir a los que la oyeron e se hallaron presentes» (García Soriano, p. 226).Volver
89. Recibió efectivamente 25 ducados, muy por encima de lo estipulado (6 ducados, según Esparabé de Arteaga, loc. cit.), o de lo habitual: alrededor de 12 ducados.Volver
90. Por el libro de Claustros sabemos que el Licenciado Sánchez [futuro Maestro de las Brozas o Brocense] recibe el 5 de noviembre de 1568 doce ducados por dos representaciones de los años 1566 y 1568, que «habían sido muy buenas» (García Soriano, 11). Como Venegas o Vanegas, había presentado también en 1570 una comedia. Se estimó, sin embargo, que «no avia ni fue tal que mereciese ser premiada» (García Soriano, p. 225).Volver
91. F. Sánchez de las Brozas reclama su paga por una «comedia en romance para el día del Corpus Christi», que no se representó; tánta fue «el agua que llovió aquel día» (Claustro de Diputados, 24 de octubre de 1573, en García Soriano, p. 225s).Volver
92. Hay varios personajes mitológicos de este nombre. El más adecuado a un drama para jóvenes parece ser el de la hija del rey de Calidón, que rechazó el amor de Coresos, sacerdote de Dionisos. El dios, irritado, castigó con la locura a los habitantes del lugar y el oráculo ordenó al enamorado que sacrificara a Calírroe. Pero Coresos prefirió suicidarse y, conmovida por tanto amor, Calírroe siguió su ejemplo. La fuente de esta historia es Pausanias, VII, 21, 1.Volver
93. Su tema sería el episodio del ocultamiento de Aquiles por su madre, Tetis, en Esciro, para impedir el cumplimiento de la predicción de Calcas, según la cual el joven habría de morir ante los muros de Troya. Pero fue descubierto por Ulises, emisario de los aqueos. Aquiles eligió (motivo del bivium o encrucijada: elección) entonces una vida corta pero gloriosa y se incorporó al ejército de los coaligados contra Troya. Sobre el tema de la perecedera fama hace dialogar a Aquiles con Anfíloco Luciano de Samósata en sus Diálogos de los muertos, 15. El tratamiento dramático del tema sería semejante al de la conocida Apollinis fabula.Volver
94. Quizá se llamara también comedia, si es que se trataba de la que no pudo ser representada debido a las torrenciales lluvias en 1572, que muy bien pudo hacerse al año siguiente. Véase el texto en el libro de los Claustros de Diputados recogido en García Soriano, p. 225s, nota 1.Volver
95. Jenaro Alenda, Catálogo de autos sacramentales, historiales y alegóricos, en BRAE, VI, 1919, p. 768, recoge de la Biografía del Brocense inserta en el Catalogus Librorum del Marqués de Morante (t. V. Madrid, 1859, p. 779) que entre los papeles de Francisco Sánchez de las Brozas se hallaron dos autos sacramentales: «el del Corpus Christi y el del Niño perdido... Del auto del Niño perdido decían los calificadores del Santo Oficio que usaba de un lenguaje impropio, porque daba a entender que la Virgen ignoraba que no tenía pecado; lo cual deducían de estos versos: "Triste, abatida y desdichada, / yo debo de ser culpada, o mis errores / fueron merecedores de tal pena. /..."». (Adviértase el buscado efectismo poético del auto en la rima interior de los versos).Volver
96. Pueden ser casi innumerables, si tenemos en cuenta el «elenchus sive index autorum, quorum Mineruam imitati sumus in nostra "Silua Comdia"», de Cassá, que abarca no menos de 36, entre los que figura el mismísimo «Appollo [sic] Pythius» (en f. ** 4 v).Volver
97. José Antonio Mateos Royo, Municipio y teatro en Daroca (siglos XV-XVIII): de los entremeses del Corpus a la Casa de Comedias, en "Criticón", 68, 1996, pp. 7-30; la referencia en pp. 14-15.Volver
98. A. Hermenegildo, op. cit., p. 69ss. y, del mismo, El teatro del siglo XVI, Madrid, Júcar, 1994, pp. 125-135.Volver
99. En el texto de la Galathea se alude a la utilización de la técnica de la colometa en la colegiata de San Juan de Perpiñán. Cf. Alonso Asenjo, 1995, p. 49 y F. Massip, Cerimònia litúrgica i artifici teatral en el jorn de Pentecosta (segles XIII-XIV), en Congrès de la Seu vella de Lleida. Actes, 1991, pp. 257-263.Volver
100. Véase el testimonio de J. M. Cordero sobre las Orationes pronunciadas por los alumnos de Francisco Decio: «Y fue este espectáculo tan célebre, que en la universidad de Valencia no se ha visto mejor ni tal. Asistió en él toda la nobleza y Caballería de Valencia, y todos los theólogos, juristas, médicos y notarios desa ciudad: y después se imprimieron estas oraciones y fueron por manos de todos» (en F. Martí Grajales, op. cit., p. 256b, donde aduce también la documentación extraída del Manual de Consells).Volver
101. Como Fray Fernando, «Pater venerandus», fraile menor o «minorita», que, sorprendido por un marido tratando de seducir a su mujer en su propia casa, sale molido a tortazos («depalmant») y sin el único testículo que le quedaba: «altero tantum testiculo reperto mutilum demittunt» (IV,1, pp. 206-15).Volver
102. Alfonso, ermitaño, con ribetes de pastor, se encuentra con Álvaro, amigo de la infancia y se cuentan sus vidas. El relato se ve constantemente interrumpido por la llegada de emparejados caminantes (Rebolledo y Rodolfo, que con sus vicios labraron su ruina: Rebolledo, casado y con hijos, con el juego; Rodolfo, sacerdote que va a Roma, con liviandades y cacerías; Lupino y Vulpeyo, negocian en granos y cerdos respectivamente: Lupino vive de la mohatra [= préstamos a labradores]; 3. Gelasio, vejete rijoso y ricachón, y Flora, vareadora de avellanas, que desdeña sus galanterías y regalos): son personas que contemplan sus variadas experiencias desde la atalaya del desengaño. «Los Ermitaños ofrecen un pintoresco mosaico de la realidad española: casos desgraciados de amor y matrimonio, estragos del juego, el lujo y la sensualidad. Son esbozos de vidas que aguardarán a que la futura novela picaresca o costumbrista las recupere de la misma realidad y las contemple a la luz del desengaño y la sátira» (Asensio, p. 54).Volver
103. Cf. J. L. Canet, La comedia humanística española y la filosofía moral, en F. B. Pedraza Jiménez y R. González Cañal, Los albores del teatro español. Actas de las XVII Jornadas del teatro clásico. Almagro, julio de 1994, Almagro (Ciudad Real), Universidad de Castilla-La Mancha y Festival de Almagro, 1995, pp. 173-187.Volver
104. Frente a la licencia de que hace gala Floro al principio de siglo, Cassá en 1576 pide al estudiante dedicación diaria a la composición en latín, y que se abstenga «a mulieribus, teipsum noscens, nostræ quæ sunt scholasticorum pestes» (f. 63r).Volver
105. «Huc qui me hodie ad uos misit nuntium, / id terque quaterque demandauit sedulo / vt risum apud uos concitarem maximum, / et lumbos cachin[n]is amplis exporrigerem / frontes contractas obstipo capite / exhilararem innumeris facetijs» (Primeros versos).Volver
106. En esto insiste Romanyá en el Prólogo a su Tgc. Gastrimargus: «Rem non dicere seriam, facere ludicram, / ridentem dicere verum, quid vetat? Nonne / omne vafer vitium ridendi flaccus amico / tangit et admissus circum præcordia ludit? / Quid prohibet?» (vv. 21-25).Volver
107. Implica llamativo contraste, aporta la frescura del lenguaje vulgar y sorprende con cambios inesperados de registro: «RUMOR: Señora, diga-li que perquè en les comèdies parla en pla? Yo crech que perquè lo pla és millor per a rebolcar! AUTOR: Tace, malum!» (Prólogo a la C. Lobenia).Volver
108. En la C. Hispaniola; el galán dirige por error sus bisbiseos de amor, no a la doncella amada, sino a la madre que allí está de carabina (II, 2, p. 128).Volver/P>
109. Todos los nombres de los personajes (una nómina de 25) son estereotipos o parlantes. Muchos de ellos, a la vez, humorísticos: Gastrimargus ["glotón"]; Pseudopart[h]enos, meretrix ["falsa-virgen, prostituta"]; Vulpecula, lena ["vulpeja / zorrilla, alcahueta"]; Polidamas, miles ["Don Juan, soldado"]; Austerus, medicus ["doctor Recio, médico"]; Poliphagus, parasitus ["tragaldabas, parásito"]; criados: Catulus ["cachorro / astuto"]; Pamphagus ["zampabollos"]; Omni[u]orus, ["lima"]; Abligurinus ["tragón"]; Moria, ancilla ["la Loca, criada": así llamada no sin razón, pues ordena a Sophronius, criado consejero del adolescente, que lo ha mandado en busca de la Pseudoparthenos: «sine nunc illum facere dum iuuenis est. quid tu vis illo inuito esse curator, stolide». IV, 4, f. 6v).Volver
110. De alguna de ellas, como la Com. Poliodorus se encontró allí el único ejemplar conocido hasta el momento; otras fueron conocidas al menos por polianteas como la Margarita poetica de A. Von Eyb. Las más cotizadas parecen haber sido: Vergerio, Paulus; L. Bruni, Poliscena; L. B. Alberti, Philodoxus (ed. por el bachiller Quirós en Salamanca, Giesser, 1501); U. Pisani, Philogenia; E. S. Piccolomini, Chrysis. También eran conocidas en España piezas goliárdicas italianas como la Repetitio Zanini coqui o Confabulatio coquinaria. Lo demuestra Layna Ranz, 1995, pp. 30-35, al menos para Luis de Lucena.Volver
111. Cf. Lida de Malkiel, La originalidad artística de La Celestina, Buenos Aires, Eudeba, 1962.Volver
112. Cf. P. Heugas, 'La Celestina' et sa descendance directe (Burdeos, Institut d'Études Ibériques, 1973), es decir, las llamadas celestinas de F. de Silva, de G. Gómez, de Sancho de Muñón; de S. Fernández...; pero también las comedias Tebaida, Serafina e Hipólita, etc., recientemente estudiadas por J. L. Canet Vallés, De la comedia humanística al teatro representable, Valencia, Universidad de Sevilla-UNED-Universitat de València, 1993.Volver
113. Por lo mismo, se piensa que el Auto de repelón de Juan del Encina hubo de ser, si no pensado para ellas, al menos representado en las aulas universitarias salmantinas.Volver
114. «Al tiempo que ya los días crescen, y el calor es pesado, no sólo les compongo Comedia, para que se reciten y se recreen, mas aun les doy modo cómo ellos mismos saquen diálogos de dos epístolas Ad Atticum, o de aquel passo de Fulvia, Phili´. 2: Ianitor quis tu?...» (A. Gallego Barnés, Un plan de estudios para las escuelas de Alcañiz en la segunda mitad del siglo XVI: el razonamiento que hizo Palmireno a los regidores de su patria de la orden de enseñar y las reglas que Lorenzo Palmireno puso a la puerta de su auditorio, en Boletín del Centro de Estudios Bajoaragonés, 1, 1981, pp. 69-90, la cita en p. 89).Volver
115. Precisamente la primera obra propiamente teatral representada en un colegio de jesuitas de España, la Tragdia de Jephtæo filiam trucidante, representada en Medina del Campo en mayo de 1555, tuvo como autor a un estudiante (aunque se tratara de un novicio), José Acosta, de 15 años (Litt. Quadr. IV, 434). Una carta de 1562 del P. Juan Bonifacio refiere el pasmo del público externo al saber que una representación sobre la rebeldía de Absalón en verso (probablemente latino) era obra de los estudiantes; en Epist. Hisp. IV, f. 236. En los documentos relativos a colegios jesuíticos es frecuente encontrar que los autores de un texto dramático fueron los mismos estudiantes.Volver
116. Véase Eva Castro, Introducción al teatro latino medieval. Textos y públicos, Santiago de Compostela, 1996 y de la misma, Teatro medieval, 1. El drama litúrgico, Barcelona, Crítica, 1997.Volver
117. Predicadores y actores se emulaban en sus lugares elevados y los teóricos asimilaban sus funciones.Volver
118. A la altura de 1574 era ya «cosa vieja» (Fab. Ænaria, f. 53r).Volver
119. E. Cotarelo y Mori, Bibliografía de las controversias sobre la licitud del teatro en España, Madrid, Tipografía de la "RABM", 1904; las citas en pp. 209 y 164 resp.Volver
120. Probablemente pueda hacerse con rapidez y eficacia, a partir de los resultados del proyecto de investigación sobre Biografía de actores de los siglos XVI y XVII, que tiene ya casi ultimado un equipo de investigadores dirigido en Valencia por la Dra. Teresa Ferrer Valls.Volver
121. García Soriano, 170s, ilustra en un documento referido a la Florencia de 1626 a qué extremos podía llevar a un joven su deseo de representar.Volver
122. Recoge la noticia J. Rubió i Balaguer, "Sobre el primer teatre valencià", en La cultura catalana del Renaixement a la decadència, Barcelona, Edicions 62, 1963, pp. 15-53; en nota 14.Volver
123. Véase García Soriano, para Sevilla en p. 187s; para Salamanca, pp. 227 y 402s.Volver
124. Cfr. J. L. Sirera, Espectáculo y adoctrinamiento: las raíces del teatro religioso de Lope de Vega, en I Gesuiti e i primordi del teatro barocco in Europa, Atti del XVIII Convegno del Centro di Studi sul Teatro Medioevale e Rinascimentale, M. Chiabò - F. Doglio, eds., Roma 1995, 287-309.Volver
125. R. Mullini, "Oxford e Cambridge: teatro come arte ed educazione sulla scena universitaria inglese del 500", en XXI Convegno Internazionale del Centro Studi sul Teatro Medioevale e Rinascimentale. Spettacoli Studenteschi nellEuropa Umanistica, M. Chiabò F. Doglio, eds., Roma Torre dOrfeo, 1998, 135-149.Volver