Relación de Granada o Relación del Padre Montenegro,
testigo ocular, sobre las circunstancias del estreno y segunda representación de la Tragedia de San Hermenegildo de los PP. Hernando de Ávila y Melchor de la Cerda, y de D. Juan de Arguijo, en el Colegio de San Hermenegildo de la Compañía de Jesús. El estreno fue en Sevilla, el viernes, 25 de enero de 1591. Nueva función unos días más tarde.
Fuente: Historia del Colegio de San Hermenegildo. Manuscrito conservado en la Biblioteca de la Facultad de Letras de la Universidad de Granada. Sign.: Caja A-40, fol. 322r-323v.
Por la transcripción y modernización, sólo de puntuación y acentuación:
Julio Alonso Asenjo, de la Universitat de València.
J H S
Faltando ya poco tiempo para acauarse en tosco las esqüelas que en este nuestro colegio de Seuilla se labrauan a costa de la çiudad, les pareció al Padre Visitador y al Padre Prouinçial que, para el día en que Seuilla viniese a tomar la posesión dellas como cosa suya, se les tubiese (1) vna representaçión y fiesta de estudiantes, en señal de agradeçimiento al benefiçio reçeuido. Y, pensando en la materia, les pareçió muy a propósito el martirio del gloriosísimo mártir San Ermenegildo, como Rey desta ciudad y patrón deste colegio. Y con esta resoluçión se dio el absunto desto al Padre Hernando Dáuila, a quien Dios á dado rarísimo talento y graçia en todo género de verso. Y, consultando y partiendo el trauajo con gente docta en la facultad, le diuidió en çinco actos, tomando primero, segundo y quarto y 5º, y dando el terçero al señor don Juan de Arguijo, así por ser tan de coraçón y obras de nuestra Compañía, como por la singular graçia que, entre otras muchas, Nuestro Señor le ha dado desta çiençia. El latín conpuso el P. Cerda, maestro de Retórica, y la ynposición de todo, que fue bonísima, se dio al Hno. Juan Álbarez.
El Primer acto trataua la resoluçión quel prínçipe Ermenegildo tomó después de barios deseos de temor y osadía en la defensa de su padre, Leobegildo, que, sabiendo que auía abjurado la eregía de Arrio, por ynductión de Yngunda, su muger, baxaua con poderoso exérçito de Toledo, con ánimo de quitalle a Seuilla y la vida, si no dexaua la fee de Christo, que auía reçeuido, y cómo, para resistirle, vn ángel le harmó cauallero, vsando las çerimonias de aquel acto, ciñiéndole espada dorada para defender la Yglesia, darle el escudo la Constançia y la çelada la Fee, y calçarle las espuelas el deseo. Hízose esto con estraña destreza y graçia, tocando barios ynstrumentos músicos en su remate.
El segundo, la disputa entre San Leandro y Pascasio, obispo arriano, que, a petiçión del Prínçipe, vino a defender la parte de Leobegildo, su padre. Túuose en presencia de vn cardenal Legado, que [a] aquella sazón auía ynuiado San Gregorio, papa, a animarle en su buen propósito, y en presençia del prínçipe Recaredo, su hermano, que vino con el obispo, y de Yngunda, muger de Ermenegildo y maestra suya en la fee, proponiendo la questión el Legado. Y, después de bintilada, se determinó la berdad de la diuinidad de Christo y la ygualdad de las personas que confiesa la Yglesia Cathólica, todo con estraordinario gusto del auditorio y espanto de la magestad y aparato con que se tubo este acto, quedando por escripto lo determinado en él.
El tercero fue la oferta de Ortensio, enbaxador romano, prometiendo a Ermenegildo el fauor del Senado para defenderse de su padre, con tal condiçión que diese treinta mill ducados para la paga de los soldados que enbiase en su socorro, o en reenes, hasta la paga, a Yngunda, su muger, y al Prínçipe, su hijo, niño de vn año; el qual vino en ello por permisión de la misma Yngunda, haziendo grandes estremos de sentimiento y diziéndose los dos palabras ternísimas que bastauan a enterneçer las piedras, prinçipalmente al despedirse Yngunda dél y de Seuilla y sus villas, que en traje de ni[n]fas (2) la aconpañauan, riquísimamente adornadas con bestidos de telas de oro y plata y lucidísimas guirnaldas de flores artifiçiales, senbrado todo de finísimas perlas y piedras de bari[a]s (3) especies. Fue acto ternísimo y sentido por todo estremo.
El quarto acto trató la rebilión de los soldados romanos, malcontentos de las pagas del Prínçipe, y, con trato doble, entregarle en las manos de su padre, que al prinçipio le reçiue amorosamente con perdón de lo pasado, si dexa la opinión de nuebo reçeuida. Y, estando el Prínçipe firme en su buen propósito, ardiendo en furor y saña, le manda poner cargado de prisiones, con bestidos viles, en cárçel estrecha y vil.
El quinto, viene el Príncipe Recaredo a persuadirle reçiua la comunión de mano de Pascasio, erege, y, no queriéndolo hazer, buelue el obispo furioso y corrido a su padre a querellarse dél. Y el Rey, vista su determinaçión y el despreçio de sus mandatos, manda a Sisberto, cauallero de su corte, que le parta la caueça con vna acha. Escúsase Sisberto dando su daga al Rey, para que con ella le quite la vida antes que mandarle tal cosa. Mas, al fin, violentado, lo hizo, aguardando el Sancto el golpe yncado de rodillas, cargado de cadenas, ençima de vn paño negro, haziendo primero deuotíssimas esclamaciones con vn christo que le puso en la mano la Fee, apareçiendo primero encima de la muralla vn ángel, cantándole la gloria avn antes de entrar en ella, diziendo que en virtud de su sangre se auía de estableçer la ley de Dios en España, por el valor del rey Recaredo, su hermano. Fue este paso estrañamente deuoto, tierno y conpasiuo, y estraña la suspensión del auditorio.
Fuera desto, hizo el Padre Hernando Dáuila, en lugar de entremeses, vnos entreactos de vna galana e yngeniosa fiçión en que finge a la Çiençia presa y cautiua en poder de villanos báruaros, con vna mezcla de quatro amores. El uno, el Amor de çiençia; otro, Amor ynteressal; otro, el Amor sensual; otro, Amor de preminençia, y a Ércules Alçides, fundador de Seuilla, que, persuadido del Amor de la çiençia y del Amor de preminençia, se determina libertarla de poder de los villanos y darle asiento en estas Escuelas. Pero el Amor sensual y el Amor ynteresal, en figura de vnos gitanillos, haziendo primero mill juegos graçiosos, hurtan su traje al Amor de ciencia y al Amor de preminençia y, diziendo ser ellos, se traua entre los quatro vna disputa agudísima, defendiendo cada vno su partido; y vn sinpleçillo graçioso por todo estremo, con estrañas y graçiosas sinpliçidades los procuraua concertar. Y Ércules, conociendo que la trama de los gitanillos era para mudarle de su yntento, los mata, y después a vn león, que significaua la soberuia, y un osso, que significaua la luxuria, y a un dragón encantado, que significaua la cobdiçia, de cuyos dientes, senbrados por el tablado, salieron por seis portañuelas dél seis niños armados con armas de papelón, cubiertas de tela de plata y bordados encima, y con çeladas de lo mismo, senbradas de muchas perlas y piedras preciosas (éstos significauan los murmuradores); los quales, auiendo hecho vna graçiosísima dança de espadas blancas, matándose vnos a otros, desap[a]recieron (4) por las mismas portañuelas. Y, tras desto, salió vna gran manada de bobos, con mil ynstrumentos ridículos, a pelear con Ércules y a defenderle la liuertad de la çiençia. Mas, al fin, los vençió a todos y la sacó de prisión, dándole por morada estas Escuelas. Y la çiençia le coronó de vna hermosa guirnalda por sus eroycas hazañas.
Entrauan en este coloquio ochenta personas, entre figuras calladas y las demás, tan propria cada una para l[o] (5)que hizo, que una de las cosas que más le illustró y que más se alabó fue la buena electión de ellas; tan sobremanera adornadas que por solo su arreo se podía venir de muchas leguas, quando la exçelençia de la poesía y traça no lo mereçieran. Casi todos lleuaron bestidos propios, hechos aposta para ese día, vnos de tela de plata, otros de tela de oro; vnos bordados y otros franjados de oro y plata, en conpetençia vnos de otros, lleuando bordados y senbrados de camafeos hasta los çapatos. Dos hielmos y petos de papelón y tela de plata se apreçiaron sus adreços en çien mill ducados.(6) Y por esto y por auer costado solos dos bestidos de dos niños quinientos ducados, se podrá sacar el valor de los de tantos. Hera el tablado capaçísimo y pedíalo la muchedunbre de personajes que a bezes estauan juntos en él. Tenía en su frontispiçio la çiudad de Seuilla murada, de lienço pintado y tres puertas con sus armas y letreros que dezían «S. P. Q. H.» (7)
Estando todo a punto de nuestra parte y las Escuelas acauadas en tosco, fue el Padre Rector al Cabildo a suplicar a la ciudad fuese su Señoría a tomar la posesión de sus Escuelas y a recrearse con vn acto tráxico, que nuestros estudiantes tenían hecho en señal de agradeçimiento al benefiçio reçeuido en auerle labrado aquellas Escuelas tan prinçipales y suntuosas, y a que tubiese por bien conuidar a todos los Tribunales de Seuilla como a fiesta suya, para mayor solenidad della. Y açeptando con mucho amor este comedido ofreçimiento con palabras de encareçidas alabanças de la Compañía, por la merçed que le hazía en la buena educaçión de sus hijos, señaló día y Veinte y quatros para que con el Padre Prouinçial y el Padre Rector señalasen los lugares conforme a la calidad de las personas conuidadas. Y, así, se hizieron barios tablados para todos, y el Cardenal le hizo para sí.
Fuera desto, ordenó el Padre Provincial que en las puertas de la calle vuiese guarda de alguaziles, que ynpidiesen la entrada a la gente común hasta que la prinçipal y honrrada se acomodase; y que en los corredores altos se pusiesen gradas hasta el techo, para hazerlos más capaçes, poniendo a las esquinas puertas para preuenir el mismo ynconuiniente. Porque, a la fama de la exçelençia de la comedia, estaua la çiudad tan mouida, que se temió el aprieto que después se vio.
Llegado, pues, el día (que fue a 22 del pasado) llouió de manera que se vuo de dexar para el viernes siguiente, que amaneçió y continuó con serenidad hasta la noche. Y, apenas era de día, quando estaua la calle de nuestro colegio que no se podía pasar de gente; y a las ocho de la mañana cargó de manera que no fue poderosa la resistençia de alguaziles, ni de los nuestros, para ynpedirles la entrada; y, así, se apoderaron de casi todos los asientos, saluo los tablados de los tribunales y cabildos, que estauan de torno del patio; de modo que para los de la Casa profesa y benefactores nuestros y conbidados apenas quedó lugar. Y, así, se voluieron muchos disgustados, mirando sólo a la obligaçión que les tenemos, y no a la ynposibilidad de aconmodarlos como se deseaua. Y lo mismo que pasó en los corredores baxos pasó en los altos, ronpiendo las puertas, a pesar de los que las guardauan. Pues, ya quando cargó la tarde y obligaçiones con ella con los amigos que venían a pedir lugar de justiçia, no auía religioso que osase parecer, porque a ninguno de los nuestros no sólo no le dauan lugar para otros, pero para él mismo no se lo dauan; y, quando no cupieron en los corredores altos ni baxos, por la calle, con mechinales y por vna bentana con vna escala se subió ynfinita gente a los terrados altos y tejados del patio, sentándose en el suelo sobre sus capas, gente que no quiere banco en la yglesia. Últimamente se enpeçó a la una y media y, con mill ynterrumpçiones de gritos y ahogos de gente apretada, se acabó, atrancando y çerçenando grandes pedaços, a las seis y media. Y avnque mal lograda, alabada por la mejor y más rara poesía que se á uisto en nuestro siglo y de mayor aparato y magestad. Y, no faltando quexosos, cuyo gusto se deseaua, y atendiendo al de los autores malcontentos del mal logro de sus trauajos, se començó a tratar de boluerlo a hazer y, después de muchas consultas y ruegos, vino el Padre Prouinçial en ello casi violentado. Y, çierto, con razón temía día segundo de tanto tormento, porquél lleuó tal el pasado que con razón resistía, porque no fue posible verla ni acomodar a nadie. Y, así, se estubo en el bestuario, ynpidiendo la entrada a los seglares hasta entregar los niños a sus padres, por temor de las joyas. Y, luego que se resoluió, se dio nuebo orden en la guarda de las puertas, poniendo alguaziles a cauallo y porquerones que, a palos, hiziesen canpo, y los nuestros de dentro, señalando amigos y gente graue y otros que los lleuasen a su lugar y que no vbiese más de vna puerta y las demás çerradas a piedra y lodo, y se les hechase un contramuro de tablas trancadas con pinetes por la parte de adentro. Pero aprouechó muy poco, porque las ronpieron, y de las tablas y pinetes (8) hizieron andamios en los agujeros del patio, y algunos cayan con la carga, siruiendo de entremeses a los que estauan firmes. Finalmente se temió lo del primer día; mas el señor Regente, que la oyó con mucho gusto, dio orden cómo con alguaziles se quietase el ruido y, así, se enpeçó, prosiguió y acauó toda muy a gusto de todos, con notables alabanças de la Compañía, avn de aquéllos que enbidian y murmuran sus talentos. Quedaron todos los de casa bien cansados, pero todo se dio por bien enpleado, por lo bien que suçedió y por la estima y conçepto que todos hizieron de los yngenios de la Compañía.
Olvidábaseme de poner aquí cómo muchos titulados, que pidieron arco del patio en los corredores altos, porque los baxos los tenían ocupados Cardenal, Audiençia, Contrataçión y Cabildos, y teniendo en mucho el alcançarlos, tubieron después a buena dicha gozar un pedaço dellos en vn banco, en pena de su tardança; y no es encaresçimiento, sino relaçión verdadera, porque lo vimos todos, y a muchos frayles grauísimos subir a nuestros tejados por los ajenos, y a muchos Rejidores, cuya era la fiesta, a los terrados altos, por prebilejio del Padre Rector, con vna escala por vna bentana de la obra; y por las casas vezinas a muchos barquilleros aguadores de anís a benderla de mano en mano, poniéndose a mil peligros, por ber la ganancia al ojo; otros, çevados del mismo ynterés. alquilaban lugar de que auían ganado con sus maytines;(9) otros, en tabladillos, que con yndustria hizieron en los agujeros del patio con las tablas de las puertas que quebraron y con el peso y sus canas, daban con la carga en tierra, con gusto de los que no corrían su riesgo. Otros llebaban comida por asegurar lugar; otros, frasquillos alemanes para mitigar la sed, dándoles ósculos de paz coram omni populo, como nobios de aldea; y, haziéndolos cohetes boladores, se tornaban mariposas en manos de sus amigos. Y tal ubo que, para tales aprietos, llevaba una bota rellena destas espeçias de Baco, y [a]pretáronle (10) tanto a la puerta, que, al peso de su apretura subió su licor de vino sobre cabeças ajenas, ganándosela a su dueño. Otras mil cosas pasaron, que fuera proçeder en ynfinito querer contarlas, y pedían más desocupación que la mía, como buestra Reverencia sabe».