“Más que gaita y tamborín: La Breve Relación de las fiestas que el Colegio de la Compañía de Jesús de Monforte de Lemos hizo en la consagración de la iglesia nueva de Nuestra Señora de la Antigua, en 4 de agosto de 1619”.

                                                 Julio Alonso Asenjo

                                                                        Universitat de València

 

 

 

 

 

PRESENTACIÓN

 

1. Las Fiestas

 

La iglesia nueva del colegio de la Compañía de Jesús de Monforte de Lemos (Lugo, Galicia), fundado en 1593 por el cardenal Rodrigo de Castro, arzobispo de Sevilla, segundón de la familia de los condes de Lemos, tras diversas interrupciones de los trabajos de construcción, se consagró en 1619.[1] El Colegio monfortino «es el legado más valioso dejado por la Compañía en Galicia en el campo artístico y también un monumento de primera categoría”.[2] Su magnificencia entusiasmó ya en 1609 al turista Luis de Góngora, protegido por el Conde de Lemos, que lo presenta así en el soneto “Llegué a este Monte fuerte, coronado / de torres convecinas a los cielos”:

 

El templo vi a Minerva dedicado,

                           de cuyos geométricos modelos,

si todo lo moderno tiene celos,

                           tuviera envidia todo lo pasado.

Sacra erección de Príncipe glorioso

                          que ya, de mejor púrpura vestido,

                          rayos ciñe de luz, estrellas pisa.

 

Desde la cercanía a los hechos de la inauguración de la iglesia y traslado de los restos mortales del fundador del colegio, un jesuita expresa su satisfacción por el feliz suceso y describe la explosión de lujo[3] y júbilo oficial ante una muchedumbre variada y abigarrada, convocada a las fiestas desde dilatados territorios (sus extremos territoriales son Santiago, Orense y Lugo), que constituyen una excelente muestra de festejos de la época, con la acumulación de numerosas partes y elementos:[4] ritual litúrgico de la consagración del templo, con acompañamiento de orquesta y coros; procesiones, luminarias, castillo e invenciones, con variedad de fuegos de artificio y de pólvora, danzas, representaciones teatrales, persecución a caballo y lucha, cañas, toros, túmulo para honras fúnebres, liturgia de una octava. Auténtica fiesta barroca, en cuyos actos y de muchos modos participa el señor feudal, en cabal consonancia con el clero secular y regular en el medio rural español del siglo XVII.

Llama la atención que la Compañía, dejando de lado su cantera de Maestros dramaturgos y estudiantes actores (supuestamente ya ejercitados en las celebraciones de 1609 y sin duda dispuestos a dejar en altísimo lugar las que en 1622 habrían de seguirlas y superarlas), recurriera para las representaciones teatrales a profesionales, aun tratándose de «los mejores oficiales que hay en esta tierra», agrupados en una compañía de representantes, puesto que vemos mencionado a un «autor». No parece que este hecho se debiera a la precaria situación del Colegio de Monforte de Lemos. El colegio, fundado con la inagotable generosidad del cardenal Rodrigo de Castro, criado en esos pagos, apoyado por dádivas de otros y sustentado por la constante aportación de los señores del lugar (a la condesa Catalina de Zúñiga y Sandoval, nieta de uno de los pilares de la Compañía, Francisco de Borja, que había sido duque de Gandía, se debe la idea de la fundación), hubo de cerrar sus puertas ante la virulenta peste en 1599. Superada tan cruel prueba, había recobrado la tradicional disposición y capacidad de prevenir espectáculos para cualquier circunstancia, ante el heterogéneo público al que con frecuencia iban dirigidos, del que es buena muestra éste reunido en Monforte en 1619. Un mejor conocimiento de la historia del Colegio podría explicarnos estos hechos. Tampoco es de suponer que las fechas pillaran al colegio sin la posible colaboración de alumnos, por encontrarse éstos de vacaciones. Sin embargo, se nos comunica que la ejecución de varios actos, además de los teatrales señalados, se encargó a profesionales y técnicos externos. El texto de la Relación es explícito en cuanto a la presencia de músicos profesionales, ya se tratara de ministriles o de cantores:

la música (...) que para estas fiestas trujo este colegio. (...) Su Señoría dijo misa de pontifical, esmerándose mucho los cantores en oficiarla, ya a coros con ministriles, ya con el órgano, que, además de ser unos y otros muy diestros, salía la música en esta iglesia sobremanera bien (...) los músicos cantaban tan bien y tales villancicos....

 

Tomados los festejos en conjunto, la Relación parece expresar la voluntad de la Compañía de Jesús de hacer alarde de su capacidad de convocatoria y organización y de los extraordinarios medios de que disponía o podía allegar, especialmente cuando se beneficiaba de la absoluta liberalidad del pazo, es decir, de los señores. Es más, por encima de esa liberalidad habría que ver el activo mecenazgo e incluso el asesoramiento técnico de la “corte nobiliaria” de Lemos, conocedora de lo que otras, un cabildo municipal e incluso la corte del Rey ofrecía o se le ofrecían (por ejemplo en Valencia-Denia y en Lerma) en circunstancias similares. De todo ello sería prueba esa participación de profesionales y técnicos de varios otros campos, además del teatro y la música, como danza, luminarias y pirotecnia, y a expertos en fabricar invenciones y autómatas, ejecutar juegos de cañas y correr toros. En lo que a la música se refiere, para unos actos decorosos hubiera bastado la intervención de los coros del colegio en las ceremonias de la consagración, en la misa solemne, honras fúnebres del Cardenal y octava del Santo. Lo mismo cabe decir de la danza, de la que los colegios eran excelentes escuelas. Pero, también aquí, de una de ellas, la de los peregrinos, se encargaron «los criados del conde».[5] Otra, la de caballicos, se confió a  «los que más se esmeraban en la caballería». Y de otras, por su cercanía a éstas y a las representaciones y por sus características, podemos suponer lo mismo. Así, pues, en este caso y más allá de la tradicional intervención de los niños de coro de la catedral en espectáculos de colegios de jesuitas[6] y si la «acción» que se menciona en la Relación fue dramática («Solamente hubo una acción;[7] los ministriles otro rato, invenciones de fuego...») y por cuenta de los estudiantes del colegio, nos encontramos ante una circunstancia similar y estrictamente contemporánea de la conocida de la Universidad de Salamanca:[8] un colegio de jesuitas se abre, además de a todo tipo de espectáculos, al teatro contemporáneo encargado a profesionales.

Las piezas representadas fueron la Comedia Margarita y la Comedia Pulqueria. A juzgar por el título y otras informaciones de la Relación, la primera de ellas parece haber sido una pieza alegórica sobre tema bíblico (parábola de la perla –Mt 13, 45s);[9] la otra, una comedia de santos, de tratarse de santa Pulqueria.[10] Ambos temas dramáticos eran comunes al teatro religioso contemporáneo y a la tradición del teatro escolar de los jesuitas. Y a ambas prácticas teatrales convienen igualmente las características técnicas de la representación y su positiva valoración: suntuosidad indumentaria, relieve de la música (que incluye variedad de danzas) y gran aparato.

                             

2. La Relación.

 La Relación que presentamos se custodia en la Biblioteca de Real Academia de la Historia en Madrid, Colección Papeles Varios de Jesuitas, tomo 75. Se trata de un  “papel” manuscrito, en folio, dos hojas, la primera escrita por ambas caras y 11 líneas más en la segunda, letra contemporánea. Se numeró originalmente como 30, pero alguien después tachó este número con lápiz rojo y en su lugar escribió, de ese color, el 33. Al lado de estas cifras, aparecen tachados, aunque con tinta negra, al parecer antigua, los números 49 y 47.

De ella dio cuenta Jenaro ALENDA Y MIRA en Relaciones de solemnidades y fiestas públicas de España. Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1903: n. 726. Monforte, p. 203, donde, transcribe el texto algo modernizado de dos secciones de su interés, que, en este caso concreto, se centraba en  los espectáculos teatrales.

Evaristo RIVERA VÁZQUEZ, en la citada obra  Galicia y los jesuitas. Sus colegios de enseñanza en los siglos XVI al XVIII. La Coruña, Galicia Editorial, 1989, dentro del estudio dedicado al colegio de Monforte, resume la Relación, entreverando frases del texto original con modernización de grafías.

Como es propio del género, el documento sigue un orden cronológico de exposición de los actos y participantes en los festejos por el acontecimiento de la consagración de la iglesia del Colegio del Cardenal, que primero se narra y, después, festivamente se celebra.

El texto de esta Breve Relación... presenta especiales características de redacción, de puntuación y gráficas. En la redacción se aprecia una laguna, que señalamos con (...). Este hecho, unido a transcripciones como “ferfeta” (por la supuesta forma original perfeta), las abreviaturas que se toman mecánicamente como términos plenos (cauro, de “cauallero”; risquîsîo de “riquísimo”), o que no se entienden y, por ello, queriéndolos  transcribir en la materialidad de su escritura, se trasladan con errores (ypta por “ygla”, de “yglesia”), sugiere que estamos ante un apógrafo. El copista (distinto del autor de la Relación), cuya caligrafía es de trazo regular y uniforme, parece tener escasa formación cultural, de lo cual, además de lo dicho anteriormente, parece indicio la agrupación de palabras del texto (“desanto deoronse ysuscotos demonte Rey”;  algineo -“al guineo”; vnaciom  -“una acción”; sesero –“se cerró”) y la inconsistencia de numerosas grafías (destreza y distreca; gentilleza, galardia, colar; mundancas y mudancas; hicieron, icierom, hizierom; haziam, hazian, azian, hacian, acian; digo, dijo, dixo; buen orden y disposisiom y buen ordem y disposicion...).

A la falta de cultura del copista habría que atribuir una puntuación elemental que se sirve únicamente del punto y de dos guiones ( “=”) en fin de párrafo. A la misma cabe asignar la falta de comprensión de expresiones como “es dadiua o “dadiba””, que transcribe como escladiba, erradas interpretaciones de su original y varias grafías peculiares, como el uso alternante de –n y –m en fin de palabra, ésta última –dada su frecuencia- probablemente por interferencia lingüística de la lengua gallega del amanuense (estabam, tanborim, comencarom, hazem, allarom biem, axecutabam), que deja huellas igualmente en otros elementos gramaticales y léxicos. Hay, además, errores de transcripción debidos al poco cuidado o hábitos viciosos en su trabajo de copista, como metátesis de sílabas (caramas junto a camaras; quarajonle y quajaronle).

Observamos en el texto, además de las ya notadas, otras características gráficas del texto, como el uso mayoritario de n por ñ, c por ç o z (yco, dancaron, adrecados, gocacem, pieca, bicarramente -“bizarramente”; bicaria –“bizarría”; distreca –“destreza”); g por gu o j (rejocigada; prosegiendo;  festego: “festejó”; digo: “dijo”), o viceversa y por j: agosayo: “agasajo”); q por c (riqamente), confusión de s, z, c, ç (composisiom, gocacem ), o formas como haora, alibiabam (por *aliuiaran), nueba (“nueua”), predrico (“predicó”), -r- por –rr- en derivados de correr, además de tores, bicaria, bicaramente, birey y una vez tiera (tres veces tierra) y los usos convencionales de qu- (qual, quadro, etc) y vocal+y, (reyno, birey, cuydando). También los que responden en la época tanto a convenciones como a la libertad del escribiente (echaba y hechada, onra y honra, recebido, recibido),  y por i (yglesia -también iglesia-; ynbenciones, ynnumerable), v por u inicial de palabra (vn, vno...), b por v etimológica en igual posición (bida, bistas), b y v, u (brebe, serbido, acabase), n ante bilabial (tienpo, tanbiem), omisión o adición de h etimológica, supresión de grupos cultos (solenidad, efeto, espetaculo) y mantenimiento en algunos casos de –ss- (susesso, y assi, santissimo, esso, missa -junto a santisimo, esos, misa).

 

 En nuestra publicación se ofrece un texto corregido y modernizado, con rsolución de abreviaturas, que facilita la lectura o estudio y el trabajo a los buscadores electrónicos. Por conservar el sabor original, se mantienen en él algunas formas antiguas del texto que, como las correcciones,  se ofrecen en cursiva y, si se trata de correcciones por adición, en cursiva y entre corchetes [xx]. Lecciones características del texto ms. se ofrecen en nota y, para facilitar la interpretación del texto, además de lo contenido en esta “Presentación”, se brindan algunas lecciones significativas del manuscrito y aclaraciones en anotaciones a pie de página.

 

 

 

 

3. El Texto

de la

Breve relación de las fiestas que el colegio de la Compañía de Jesús de Monforte hizo en la consagración de la iglesia nueva de Nuestra Señora de la Antigua,  en 4 de agosto de 1619.

 

Al fin de julio, fue Nuestro Señor servido se acabase la iglesia que tanto tiempo ha, con tanto cuidado y costa, que se andaba fabricando,[11] y salió tan perfecta y acabada en todo que para pintarse fuera menester relación particular y más larga que la de las fiestas que en su consagración hicieron. Baste decir ahora de ella en que su hermosura movió a los Señores Condes de Lemos[12] [a] tomar a su cargo el hacerla consagrar, pidiéndoselo al Sr. D. Alonso López Gallo,[13] obispo de Lugo. A lo cual su señoría salió de buena gana, así por habérselo pedido Su Excelencia como por ser cosa de la Compañía, a la cual en todo se muestra muy aficionado. Echaron la fiesta para cuatro de agosto. Corría la voz por todo el reino y, así, concurrió mucha y muy lucida gente de Santiago, de Orense y sus cotos, de Monterrey y su valle, de Lugo y todo su obispado.[14]       

El señor obispo llegó dos días antes de la fiesta y trujo en su compañía muchos prebendados. Hízosele muy buen recibimiento y aposentose en nuestro colegio en una pieza que para este efecto estaba ricamente aderezada. Y lo mismo hicieron [con] todos los que venían con Su Señoría. Tratose luego de consagrar la iglesia y que se hiciese con la solemnidad posible; y, en orden a esto, se determinó que se repartiesen las fiestas en 4 días, porque no se malograsen. Hízose así y el primero fue domingo, 4 de agosto.

 

Este día se comenzó la consagración a las 4 de la mañana. Estando todas la cosas aunque están muchas y muy menudas aparejadas y dispuestas, fueronse prosiguiendo[15] las ceremonias y como a la meitad de ella vinieron los Condes, que deseaban[16] mucho verlas. Acabose la consagración a las 12 del día, quedando bien cansados los que se hallaron a ella, y lo quedaran mucho más si la música de Santiago que para estas fiestas trujo este colegio no aliviaran en gran parte el trabajo que traía consigo semejante obra. Acabada ésta, Su Señoría dijo misa de pontifical, esmerándose mucho[17] los cantores en oficiala [“oficiarla”], ya coros con ministriles, ya con el órgano, que, además de ser unos y otros muy diestros, salía la música en esta iglesia sobremanera bien. Y con esto se dio fin a la mañana.

 A la tarde, se representó la Comedia de Margarita. Fue muy lucida así por la música, que da vida a las comedias, como por representar los mejores oficiales que hay en esta tierra, saliendo todos costosa y bizarramente compuestos. Entre jornada y jornada hubo un sarao de seis a las mil maravillas aderezados, que ejecutaban[18] muy a tiempo lo que los músicos les cantaban, variando con mucha destreza las mudanzas que la danza pedía. Estaban todas las bocas abiertas a este espectáculo, principalmente los cortesanos que, como más entendidos en este arte, se admiraban más del orden de este sarao. Comenzaron floreciendo,[19] mudando lugares y, haciendo lazos, se volvieron a sus puestos. En ellos jugaron armas y, por hacer de todo, danzaron al guineo con sus mascarillas negras. Jugaron cañas muy bien adargados y, por mostrar su bizarría, corriendo un toro, haciendo varias suertes en él. Paseando primero el coso y muy al propio, dieron rejón y lanzada, rematando su fiesta con gran gusto de todos. Acabose la comedia y quedaron los oyentes bien pagado[s] de lo representado.

Al salir de la comedia, estaban ya las torres y cimborio cuajadas de luminarias  que, puestas con buen orden y disposición, causaban apacible y deleitable vista, así por haber gran cantidad de ellas como porque el cimborio sólo tenía cinco órdenes,[20] comenzado de supremos[21] balustres y cogiendo la cinta hasta los altos que ciñen las ventanas y benideras.[22] Y como las luces eran honestas,[23] echaban de sí tales resplandores que al de mejor vista[24] deslumbraban. La plaza y delante de Colegio[25] estaba pertrechada de tiestos de tela y en medio un castillo eminente con varias invenciones de fuego.[26] Comenzaron los cohetes voladores que, remontándose por esos aires, al fin de su jornada despedían lucidas estrellas. Disparáronse algunas cámaras y culebrinas a la entrada de una sierpe de inmensa grandeza que, por siete cabezas, echaba fuego a porfía y, esparciendo por todos lados cohetes, lanzaba lo que traía en el estómago: duró un cuarto de hora. Luego se apareció otra menor que, echada en un balcón del Colegio de una soga que llegaba al castillo, pára en medio y haciendo otra vez salvas, cámaras y culebrinas, como ha hacer,[27] y, batiendo las alas, despedía enfinidad de cohetes, quedándose con otros que hacían en sus costados gran ruido y alboroto.[28] En este tiempo no paraban las bombas, montantes fuego y buscapiés,[29] que entretenían[30] a la gente moza, [como] suelen acabar estas sierpes. Luego, un caballero puesto en su caballo y armado de punta en blanco hacía aostinencia [“ostentación”: v. infra] de su gentileza. y, para que todos lo gozasen, comenzó [con] una bomba que tenía en el escudo a mostrar su gallardía.[31] Pero, a poco rato, comenzaron los enemigos domésticos [a] dar tras nuestro caballero y así él y su caballo murieron en la demanda. En muestras de esta victoria, las ruedas que estaban por las esquinas y almenas del castillo[32] hacían estupendo ruido y, acompañando[33] los mosquetes y culebrinas,[34] parecía más nuestro Colegio castillo de Pamplona, más que[35] a ostentación de su artillería, que lo que de verdad duró esto, una hora, y la gente, que era mucha, se fue a recoger a su[s] posadas y, aunque era la noche oscura, no echaron menos las hachas, pues hasta entrar en el lugar vían[36] nuestras luminarias y en él las que había en las ventanas, mandadas poner por Su Excelencia.[37] Con esto se dio fin al domingo [y] unos a otros el parabién de haberse hallado en tales fiestas.

Lunes [5 de agosto]: se trasladó el Santísimo Sacramento de la iglesia vieja a la nueva. Comenzó la procesión a buena hora. Lleva el señor obispo debajo de un palio riquísimo el Santísimo Sacramento; cuatro sacerdotes revestidos, a Nuestro Santo Padre; y otros cuatro, al niño Jesús en unas andas ricamente aderezadas, dándole vuelta a todo el claustro[38] que, por una y otra parte, estaba adornado con colgaduras muy vistosas y de gran valor, con cuatro altares a las esquinas, cada uno con su dosel de rica tela. Sería largo pintar la grandeza de estos altares, según se esmeraron los maestros en su composición. Solo digo que uno tenía, entre otras grandes riquezas, un frontal que los que han visto los mejores de España le anteponen a todos ellos: al fin es dádiva de un potentado de Italia a un conde de Lemos, virrey de Nápoles, cuyo era también el domo[39] del claustro, salvo[40] los cuadros de todos[41] los mártires[42] de nuestra Compañía,[43] que, puesto[s] sobre las colgaduras, le hacían más vistoso y agradable para el Santísimo Sacramento en todos los altares. Y los músicos cantaban tan bien y tales villancicos que, aunque la gente era innumerable y el calor excesivo[44], no se reparaba en esos, mayormente cuando, sin pensar, salieron por unas y otras puertas siete danzas que estaban prevenidas. Llegó el señor obispo al altar mayor a colocar el Santísimo Sacramento en un trono que estaba formado encima de la custodia, cercado con gradas adornecidas con lo más lucido y precioso del oratorio de la señora condesa y riquezas que dejó el señor Cardenal, porque cada uno cuál sería que yo no me atrevo a pintar. El frontal era de tela de plata, cuajado todo de oro con gran primor, el cual nos dieron Sus Excelencias con una casulla de lo mesmo y un dosel, que éste solo ha hecho de costa más de 800 ducados. No pusieron los Condes sus armas en él, sino cuajáronle todo de Jesuses,[45] mostrando en esto ser todo lo suyo de la Compañía: tal es la amistad que nos hacen.[46]

 

 Comenzaron luego las danzas por su orden. Primero una de peregrinos, criados del conde que, después de haber hecho muchos lazos todos juntos, cada uno de por sí en competencia mostraba su saber (muy a fuerte corte pareció)[47] y luego otra de caballicos muy al vivo, haciendo los caballeros todo lo que suelen, lo[s] que más se esmeraban en la caballería.[48] Siguiose a ésta, otra de gitanillas[49] que en la composición y qué alas se llevaban a todas las demás damas, porque fue tanta la riqueza que en los rodetes y demás vestidos llevaban de[50] piedras finas, cadenas y otras joyas que aparecían más sacadas de las platerías de la Corte que de Reino de Galicia.

Entró luego una de paloteada[51] que [hubo][52], por ser cosa nueva [en] esta tierra y por la destreza de los danzantes, en la variedad de mudanzas que hicieron salió sobremanera bien.

No se con[ten]taron los canteros[53] que labraron la iglesia si no regocijaban ellos también la fiesta, y en nombre a esto hicieron su danza al uso de la tierra, que fue muy bien recebida de todos. Luego se siguió otra de labradoras, vestidas como en Castilla, a tejer una tela. Urdiéronla con varias cintas de diferentes colores, que la hacían muy vistosa, y volviendo a deshacer. Causó admiración cómo desenredaron tanto como habían urdido. Dio fin a estas danzas una [de] demoños con vestidos y máscaras de pellicos muy propios, no lo siendo menos las acciones, y menos que, por ser tan ridículos, hacían perecer[54] a los que les miraban. Y con esto se comenzó la misa de pontifical, oficiada como la primera, añadiéndose villancicos y otras letras al Santísimo Sacramento. Predicó de este misterio escogidamente un gran predicador de Benito.[55] Acabose la misa a las tres, y a esa hora el conde, obispo, deán de Santiago[56] y religiosos de muchas órdenes comieron en nuestro refitorio.

Comenzáronse luego a doblar las campanas para hacer las honras del señor Cardenal y esta tarde no se hicieron otras fiestas salvo repetir[57] algunas danzas de que sus Señorías gustaron.

Martes [6 de agosto], se comenzaron las honras a buena hora. En medio del crucero estaba un túmulo muy levantado[58] y al fin de los hue[s]os del señor Cardenal[59] en un ataú[d] cubierto todo con un riquísimo paño cuajado por todas partes de lucayarmas,[60] y alrededor de él muchas armas, representando todo ser honras de tan gran príncipe como el señor don Rodrigo lo era. Hizo el oficio el señor obispo. Predicó el Padre Rector de este colegio[61] la grandeza de este monarca[62] y sus muchas virtudes, que son las que de verdad le hicieron grande[63] en los ojos de Dios; y este día se dio la vela al conde con mucho gusto suyo y ofrecimientos de mirar mucho por esta obra.[64]

A la tarde mudaron las campanas son, haciendo muy alegre para las vísperas de Nuestro Santo Padre,[65] que se cantaron, a juicio de todos, como pudieran en la catedral de Toledo. Hubo romances al Santísimo, que causaron sumo gusto. A la noche continuaron los juegos y luminarias como la primera. Hízose com más solemnidad, porque un poco tocaban las campanas solenemente; hubo una acción, los ministriles otro rato, invenciones de fuego y otros instrumentos de la tierra.[66] Porque hubiese de todo, gaita y tamborín. Con lo cual se tuvo muy regocijada la noche.

Miércoles [7 de agosto], octava de Nuestro Santo Padre.[67] Volvieron todas las danzas que, aunque eran las mismas las mudanzas, eran tan otras que parecían otras nuevas, gustando todos de la variedad que tenían. Comenzáronse los oficios. El adorno del altar era [el] del lunes; solo se añadió estar el Santo en el trono que dijimos,[68] con un apretador de oro y un collar[69] de diamantes de valor de 10.000 ducados, que remataba un niño Jesús muy (...)[70] Dijo la misa el arcediano de Lugo con otros dos prebendados. Predicó un fraile de San Francisco que acababa de ser guardián[71] en este convento,[72] muy aficionado a la Compañía; y mostrábalo bien, según lo que de Nuestro Santo Padre y de la Compañía dijo. Acabose la misa con muchas letras y romances al Santísimo y luego fueron a comer a nuestro refitorio el mayordomo, secretario, gentileshombres y los demás criados de consideración del Conde y los religiosos, que el lunes quedaron todos muy agradecidos del agasajo que se les hizo. Su Excelencia, su señora comieron estos días y el día de Santiago[73] en una pieza de casa. Esta tarde se representa[74] la Comedia de Pulqueria,[75] con que se festejó mucho este día, porque entre las muchas comedias de su autor ésta es la primera. Salió muy bien por el aparato tan grande que tenía, que adornaba sobremanera, y por representarse como se podía desear. Y con tan buen fin se cerró la puerta a las fiestas, dando gracias a Dios por su buen suceso, a cuya honra en la Consagración de su templo se habían preparado.

 

 

02.10.2006



[1] Sobre tales circunstancias así como sobre la monumentalidad de iglesia y colegio, véase, especialmente E. Rivera Vázquez, Galicia y los jesuitas. Sus colegios y enseñanza en los siglos XVI al XVIII. La Coruña, Galicia Editorial, 1989, p. 566-587. Puede completarse ahora con lo que se ofrece en http://www.udc.es/dep/com/castellano/monforte/col_monx.htm, en http://apinguela.com y en otros enlaces allí señalados, así como en  la sección de Imágenes de TeatrEsco: http://parnaseo.uv.es/Ars/teatresco/imagenes/Imagenes.htm .

[2] Rivera Vázquez, p. 566.

[3] Tanto que el General de la Compañía pedía someter a castigo penitencial (pícola y capelo) a los responsables de su organización por el excesivo fasto desplegado.

[4] Resume las diferentes manifestaciones de tales festejos barrocos y su sentido T. Ferrer Valls, “La fiesta en el Siglo de Oro: en los márgenes de la ilusión teatral”, en Paloma Flórez Plaza, coord., ed., Teatro y fiesta del Siglo de Oro en tierras europeas de los Austrias (Real Alcázar de Sevilla, del 11 de abril al 22 de junio del 2003 y Castillo Real de Varsovia, del 30 de julio al 6 de octubre del 2003), Madrid, SEACEX, 2003, 27-37.

[5] Por “criados” debe entenderse el grupo de pajes y criados jóvenes en formación. Por lo mismo que el obispo era responsable de la formación de los muchachos y jóvenes que intervenían en su liturgia y otras actividades de la vida religiosa, para lo cual existieron desde antiguo las escuelas catedralicias, en las cortes y casas señoriales se educaba a los jóvenes para el servicio y etiqueta de palacio. No debería extrañar que en el caso del pazo de los Fernández de Castro en Monforte se encargara de ello un jesuita, pues nos consta que por lo menos uno (el P. Mendoza) ejercía allí de capellán cuando arrreciaba la peste, en 1599. Véase Historia del Colegio de Monforte de Lemos, ms. inédito de la Real Academia de la Historia, sign. 9/3537, nº. 18, cap. 4.

[6] La colaboración de la Compañía con los niños de coro de la iglesia mayor o catedral del lugar donde se hacían las representaciones de colegio nos consta desde los principios del teatro escolar de los jesuitas hispanos. Así fue, por ejemplo, en el colegio de Córdoba, con ocasión de la representación de la Com. Metanea del  P. Acevedo en 1561 y, en 1591, en  el estreno de la Tragedia de San Hermenegildo en Sevilla, al que asistió el cardenal Rodrigo de Castro. Véase J. Alonso Asenjo, La ‘Tragedia de San Hermenegildo’ y otras obras del teatro español de colegio, Valencia, Universidad de Valencia-UNED-Universidad de Sevilla, 1995.

[7] Puesto que se mencionan varios actos, bien pudiera el autor referirse a una representación menor, es decir a un acto, auto o actio, como, junto a otra terminología, llamaban los jesuitas a determinadas representaciones de su práctica teatral.

[8] Lope de Vega compone en encargo La limpieza no manchada, Santa Brígida, representada en 1618. Véase J. L. Sirera, “Espectáculo y adoctrinamiento: las raíces del teatro religioso de Lope de Vega”, en M. Chiabò – F. Doglio, I Gesuiti e i Primordi del Teatro Barocco in Europa. Centro Studi sul Teatro Medioevale e Rinascimentale, Roma, Torre d’Orfeo Editrice, 1995, 187-309, especialmente, p. 306-309.

[9] La parábola de la perla es tema de representación teatral desde los primeros tiempos del teatro escolar de los jesuitas hispanos (J. Bonifacio, Medina del Campo, 1560-1566: Comoedia quae inscribitur Margarita...) hasta su pleno desarrollo como alegoría en Pedro de Salas, Comedia Margarita y mercader amante (ya avanzado el siglo XVII), quizá relacionada con el auto de  Lope de Vega del mismo título, que se repite en Calderón, aunque el tema es un tópico religioso en el siglo XVII.

[10] O: bulqueria, que J. Alenda y Mira (Relaciones de solemnidades y fiestas públicas de España. Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1903: n. 726. Monforte, p. 203) transcribe como «bulquería». Rivera Vázquez, por «Pulqueria». Es lógico pensar que el argumento de la obra era la hagiografía de Pulqueria (n.399; m. 453), primogénita de Arcadio, emperador romano de Oriente, y ella misma emperatriz, no sólo en la minoría de edad de su hermano Teodosio II sino cuando, a la muerte de éste, impuso de emperador a Marciano, anciano senador, con el cual, según unos, se casó, pero siguiendo doncella; según otros, manteniéndose virgen hasta su muerte. Pulqueria, ya por esto era una excelente modelo de religiosidad para la sociedad contrarreformista del Barroco. Fue, además, devotísima de los santos y en especial de la Virgen María, cuyo cadáver quiso trasladar de Jerusalén a Constantinopla; aunque hubo de contentarse con un pedazo del sepulcro donde créese que, antes de ser asunta en cuerpo y alma al empíreo, habría estado enterrada. Pulqueria se entregó a una vida ascética, a dar limosnas y a hacer obras caritativas en una sociedad que acababa de dejar teóricamente el paganismo y que estaba muy lejos de pensar en pobres y desvalidos. Su festividad cae el 10 de setiembre.

[11] Efectivamente, la construcción de la iglesia se fue prolongando por múltiples problemas (E. Rivera Vázquez, o. c., p. 566ss). En todo caso, el templo es esplendoroso y rico (ibid., p. 582-587), incluso si hoy ya no apreciamos su espléndida dotación de reliquias. Justamente se le llama “el pequeño Escorial”, pues se trata de una imitación de la magna obra filipina. Y es que quienes encargaron ambas obras eran amigos.

[12] Era en ese momento Conde de Lemos, don Pedro Fernández de Castro, virrey de Nápoles de 1610-1616, como se recuerda en esta Relación, mecenas de literatos y hombre culto, que había iniciado sus estudios, junto a sus hermanos, en este Colegio de la Compañía de Monforte de Lemos, fundación de su tío-abuelo el cardenal D. Rodrigo de Castro, que falleció en 1600.

[13] Así lee ya Alenda, pues en el original aparecen tachadas eg de Gallego. Y, efectivamente, el segundo apellido era Gallo.

[14] O: Santo, abrev. de Santiago [de Compostela], según acertadamente resuelve Rivera Vázquez. «Orense y sus cotos» (Rivera Vázquez lee «votos»; O: Oronse). “de  Monterrey y su valle», estados del conde de Monterrey, en la actual provincia de Orense, raya de Portugal. (En la villa de ese nombre, respondiendo al interés de Francisco de Borja, se abrió en 1556 un colegio de la Compañía, en el que, según C. Brandariz (Cervantes decodificado, Madrid, Martínez Roca, 2005, p. 193), habría estudiado el genial Miguel de Cervantes.

[15] O: prosegiendo.

[16] O: deauan.

[17] O: muchos.

[18] O: axecutabam.

[19] O: florencindo; Alenda: floxeando.

[20] En el ms. se repìte aquí, con alguna variante gráfica, la frase cuajadas de luminarias. quepuestas con buen ordem ydispusicion. ya leída más arriba, donde encaja bien.

[21] Así parece deber leerse la forma suprem con os en superíndice a modo de extraña abreviatura.

[22] Comenzado de...: Si se atiende al posterior «cogiendo», podría leerse «comenzando», por omisión de la tilde de abreviación de n sobre a, aunque también es posible mantener la forma del manuscrito como frase subordinada o complementaria con verbo en pasado (participio). En esta frase se nos describe la disposición de las luminarias en el cimborio, aunque, por desconocimiento del valor de algún término (benidera) o por dudas en la resolución de lo que parece abreviatura («supremos), que, según se haga, puede dar en adjetivo calificativo o, más difícilmente, en denominación desconocida de otro elemento arquitectónico. Lo son balustre, por balaustre o balaústre («Cada una de las columnas pequeñas que con los barandales forman las barandillas o antepechos de balcones, azoteas, corredores y escaleras» -DRAE) y cinta (que es un “filete” o componente de una moldura en forma de lista larga y angosta (DRAE). Según exige el contexto, al mismo campo semántico pertenece el desconocido término benidera, posiblemente gallego como balustre o corrupción de “venera”, como adorno de balcones, que no hemos encontrado en relatos semejantes. Agustín de la Granja me sugiere pensar en "venideras" o "avenideras", también como posible elemento arquitectónico relacionado con la canalización de la frecuente lluvia en Galicia.

[23] honestas quizá por ‘razonables’ o ‘buenas’ y ‘transparentes’ en el sentido metafórico, pues que no retenían para sí nada de la luz que producían.

[24] O: mojor bista.

[25] Como puede apreciarse en las ilustraciones fotográficas, incluso hoy, cuando la edificación ha acercado el “lugar” al colegio extramuros, la explanada frente a éste es muy extensa. De este modo, cómodamente permitía la variedad de espectáculos y el ingente gentío que pudo contemplarlos y, literalmente, seguirlos.

[26] Era frecuente en las fiestas barrocas, en el concierto de los monumentos efímeros que se levantaban, montar un castillo de fuegos, que podía servir de base o sede a figuras de bulto redondo que representaban valores positivos o negativos, las cuales, al final de un episodio bélico, de acuerdo con la ejemplaridad buscada, resultaban rescatadas o vencedoras o, al contrario, cautivas o derrotadas, en el ataque al que quedaba sometida la fortaleza. Nada se nos dice de lo que representaba en esta ocasión el «castillo eminente», amparado por abundante artillería. Pero su valor parece haber sido positivo, puesto que no sólo lo asalta una temible serpiente o dragón de connotaciones apocalípticas, sino que se le compara y viene casi a identificarse con el Colegio, y a éste con el «castillo de Pamplona», aquél que bravamente había defendido Ignacio de Loyola contra las tropas francesas. A su vez, el caballero armado de punta en blanco que quiso provocar con su gallardía y ostentación de peligro parece haber representado algún contravalor, pues resulta, perseguido y derribado por «los enemigos domésticos», quienesquiera que fueran, y, además, su victoria se celebra en el castillo con ruedas en varios emplazamientos, que vomitan fuego. La comparación con el castillo de Pamplona trae igualmente a la memoria el «castillo erigido como altar», que defienden varios héroes de bulto, entre los que destaca san Ignacio, «muy a lo soldado, armado  de luzientes armas», en los fastos del Colegio Imperial de Madrid por la canonización de ese y otros santos en 1622 (Véase F. Monforte y Herrera, Relación de las fiestas que ha hecho el Colegio Imperial de la Compañía de Iesús de Madrid en la canonización de S.  Ignacio de Loyola y S. Francisco Javier, en J. Simón Díaz, ed., Historia del Colegio Imperial de Madrid, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños- C.S.I.C., I, p. 212-214). Y el que se levantó como decorado de una representación en México durante los festejos por la canonización de San Ignacio y San Francisco Javier, en 1622, según consta en la Relaçión de las fiestas que se hicieron en esta ciudad de méxico en la canonisaçión del glorioso S. ygnaçio y s. Françisco Jauier, en 26 de nobiembre de 1622, I por todo su ochauario (Madrid, Real Academia de la Historia, Papeles de Jesuitas, 112, fol. 180r, que transcribe I. Elizalde en San Francisco Xavier en la literatura española. Madrid, CSIC, 1961, p. 154. Sobre estos espectáculos festivos y (para)teatrales, véanse dos excelentes publicaciones: John E. Varey, “Les spectacles pyrotechniques en Espagne (XVIe-XVIIe siècles)”, en J. Jacquot, Les fêtes de la Renaissance, III. París, CNRS, 1975, 619-633 y Agustín de la Granja,Castillos de fuego y galeras volantes: todo un espectáculo”, en Teatro y Ciudad. V Jornadas de teatro, Universidad de Burgos, Burgos, Universidad, 1996, pp. 203-214, quien asedia su carácter teatral desde la variedad de los términos con que a ellos se refiere: «diversión espectacular», «espectáculos festivos», «fiesta espectacular», «prácticas pirotécnicas-teatrales o parateatrales», «teatralización de una guerra alegórica», «espectáculos alegóricos», «festejo teatral»..., recordando que no son propios ni de los jesuitas ni de la Iglesia, sino manifestaciones del espectáculo barroco dentro o fuera de los límites de lo teatral (ib., p. 211).  

[27]  O: como aazer y batiento: entiendo como “ha de hacer”, esto es, ‘como es de suyo que haga’.

[28] Algo semejante puede leerse en la Relación citada de las fiestas en México, 1622: «En la segunda plasa deste caro que tenía una bara de ançho, iba una idra de siete cabesas con alas y cola, enroscada de bulto, de bara y media pintada muy al vivo, eçhaba por la boca fuego...» (fol. 198v). «Salió luego una galera grande que acometiendo a un castillo grande bien artillado le pegó fuego y disparó gran suma de tiros, gran suma de coetes, bombas, buscapiés, y esto acabado, se dio fuego a una sierpe grande de siete cavezas, la qual despidió de sí tanto fuego que casi no quedó della memoria.» (fol. 200r). «Esta noçhe ubo grandes fuegos en casa del Conde, que asía el martes la fiesta. Quemose esta noçhe un grande dragón que, aviendo eçhado por la boca gran suma de coetes, allegándose asia un árbol grande y copado, lleno de artificios de fuego, con unas bombas que le arojó, comensó a eçhar de sí gran suma de fuego, convirtiéndose el dragón en senisa. También se quemó un navío grande y un castillo» (fol. 200v).

[29] La Relación recoge la terminología propia del campo semántico de los juegos de artificio: cohetes voladores, cámaras y culebrinas, bombas, buscapiés, rueda de cohetes, montantes. La voz buscapiés quiere decir en lengua castellana aquel cohete sin varilla que encendido corre por la tierra entre los pies de la gente. Montates está por “montantes”, según varios testimonios en idéntico contexto: 1) relacionados con un castillo levantado en medio de un tablado por los jesuitas en Madrid, 1625: «Redújose el fin de la conquista a unos hombres que, jugando de montantes de fuego, con gallardía despejaron la calle» (Ag. de la Granja, l. c., p. 207s, donde remite a la Relación titulada Elogio del S. P. Francisco de Borja, Duque de Gandía [...] Con relación de las singulares fiestas con que la Compañía de Iesús y Señores de la Corte celebraron su gloriosa Beatificación. Madrid, Iuan Delgado, 1625, que presenta con extractos del texto Mª Cristina Sánchez Alonso, Impresos de los siglos XVI y XVII de temática madrileña,  Madrid, CSIC, 1981. 2) «... Acabada la procession, sucedieron los fuegos, que constaron de un castillo tan grande tan bien fingido, que parecia propiedad, fuentes de fuego, bombas, montantes, y todo genero de choetes...» , en la Relación de las grandes fiestas que desde el sábado veinte y tres de setiembre, hasta el Martes tres de Otubre [1651], se hizieron en la Corte, en la consagración y Dedicación del maravilloso Templo del Colegio Imperial de la Compañía de Iesús- fol. 3v). 3): «...haced que a ese hombre chamusque / vuestro fuego de montantes. / Echadle un buen buscapié, / un retumbante truenito, / un triquitraqui infinito...» (Doctor José Antonio Montenegro: Vejamen al Doctor Salvador Delgado en la Universidad de Venezuela, 1801, en A. Madroñal, ‘Dei grado y de gracias’. Vejámenes universitarios de los Siglos de Oro, Madrid, CSIC., 2005, p. 504, v. 89s). Toda esta terminología referida a idénticos espectáculos, aparece en la ya citada y prácticamente contemporánea Relación de las fiestas de México, 1622: «En medio de la plazuela estava un tablado, y en él una galera con quinse remos por banda, árboles y entenas con gran cantidad de fl[á]mulas y gallardetes que en sola la bista entretenía a la jente. Dada, pues, la oraçión, se dispararon más de sinquenta cámaras, y luego comensaron a salir de las asoteas, coredores y ventanas gran suma de coetes, bombas, toros y ruedas. Salieron luego por otras quatro esquinas quatro toros, hasiendo gran risa en la jente, y carosa con el muçho fuego que lleba[va]n, y uno dellos se arimó a la galera que diximos y, pegándose fuego, estuvo disparando mui grande rato. Acabado esto, salieron por las mesmas quatro esquinas quatro montanteros, los quales en breve rato despejaron toda la plasa y, allegándose al medio, se acometieron dos a dos y, a cada golpe de montante, salían muçhas gruesas de cuetes, buscapiés y rateros, que no vía la jente por donde huir. Esto acabado, se tornó [a] aser salva con sinquenta cámaras...» (fol. 200r).

[30] O: entretiam.

[31] Se trata de un autómata. Para entender mejor su funcionamiento concreto en el marco apropiado, poco explícito en la Relación, véase John E. Varey, o. c., que, entre otros casos, cita el de Segovia, 1662, cuando apareció Perseo por los aires cabalgando un corcel blanco cuyas pezuñas despedían centellas y, en el prodigioso combate que siguió, y todo acabó en llamas. (Recogido por J. E. Varey, l. c., p. 623 e I. Elizalde). Figuras de este tipo actúan en la mentada Relación de México, 1622: «Y, esto acabado, salieron de los dos lados [del castillo de Pamplona] dos cavalleros armados con lansas en las manos y, acometiéndose de carera, se pegaron fuego, despidiendo de sí gran suma de tiros y coetes...» (fol.  180r).

[32] las ruedas: En el contexto de fuegos de artificio se entiende una “rueda de cohetes, que hasta que no ha despedido toda la pólvora, no para” (D. Aut. ad v. cohete)

[33] O: acopando.

[34] O: culembrinas.

[35] Más que: ‘Sobre todo por’.

[36] O: biam.

[37] Las Relaciones de fiestas barrocas resaltan la iluminación artificial que, tópicamente, convertía la noche en día.

[38] O: caustro. Así también más abajo.

[39] domo: cúpula (DRAE).

[40] O: salo.

[41] Rivera Vázquez lee: los cuadros de toros y los mártires.

[42] O: martyreß.

[43] mártires de nuestra Compañía: la frase resulta equívoca o se escribió como dilógica, significando los mártires de la Compañía de Jesús, que habían sido numerosos hasta esa fecha (en Aubenas, Francia; Kosice, actual Eslovaquia; Inglaterra y Gales; en Brasil y en Nagasaki, Japón, en 1597), o / y los cuadros de los mártires representados (fueran jesuitas o no), cuya confección corrió por cuenta de la Compañía. La relación de los festejos celebrados en una circunstancia paralela (consagración de la iglesia del Colegio de Santiago de Compostela, en 1673) parece apoyar el primero de los significados: «Distribuidos convenientemente, veíanse en la procesión muchos estandartes y las imágenes de nuestros Santos y Beatos» (en Rivera Vázquez, 1989, 544, de Academia de la Historia de Madrid, Papeles varios de jesuitas, leg. 161; Litt. ann. Prov. Castellae 1672-1675, 122ss).

[44] O: esesibo.

[45] O: desuses. Referencia a la multiplicación del sello o anagrama asumido por la Compañía de Jesús, que consistía en las iniciales  I H S  (Iesus Homo Salvator).

[46] Se enumeran aquí algunos de los regalos hechos por los condes de Lemos al Colegio. Entre ellos no aparece un crucifijo con el emblema de los cuatro evangelistas, original de Rafael, que destaca E. Rivera Vázquez, o. c., p. 298.

[47] O: muy a fuerte corte parecio y luego otra de caballicos muy al vivo... La primera parte me resulta de comprensión dudosa. La expresión “a fuerte corte” parece oponerse a “muy al vivo”, que se atribuye a la siguiente danza. Con lo cual, la primera podría indicar “muy al estilo de la corte” o “con fuerte regusto a corte”: por ‘lenta, grave, solemne’. También se me ocurre un error de transcripción en «a fuerte corte» por “a fuer de corte”.

[48] ... haciendo  los caballeros todo lo que suelen, lo[s] que más se esmeraban..: Sólo logro un sentido aceptable añadiendo –s supuestamente omitida por el copista, fenómeno bastante frecuente en el texto. De este modo, estimo que el autor quiso decir: ‘logrando los caballeros lo que suelen hacen; quiero decir, los más virtuosos jinetes’.

[49] Una danza de este tipo pudo ya verse en la corte portuguesa, en la representación del Auto de la gitanas de Gil Vicente. Para alas, imagínese la danza de Preciosa y otras ocho gitanas, que encarece Cervantes al principio de su Gitanilla. Aquí se insiste en el valor (o, quizá mejor, en el precio) del atrezzo de las danzarinas. Gitanos y gitanas eran estrellas invitadas para danzar ante el Santísimo durante la procesión  del Corpus.

[50] llevaban de... Con elipsis de “calidad”, en expresión paralela a “tal cantidad de”: “llevaban tal calidad de piedras...”

[51] Danza paloteada es aquélla en que los bailarines hacen figuras, chocando un palo contra otro a compás de la música: muy frecuente en las fiestas del Barroco.

[52] O: vno, que interpretamos como mala lectura de “vuo”del original del que se copia.

[53] No [N de trazo dudoso] se contaron los canteros que labraron la yglesia si no regocibam ellos tanbiem la fiesta...: Quizá habría que leer “No se contentaran”, es decir, ‘De ningún modo habrían quedado satisfechos y felices los albañiles que...’

[54] Perecer de risa.

[55] Monje benedictino, lógicamnte del monasterio de Monforte.

[56] O: Santo.

[57] O: repitir.

[58] O: llebantado.

[59] O: huebos, probablemente por haber interpretado el copista la doble s alta o ß (se lee en martyreß) como B. La memoria y las honras fúnebres del Cardenal en este día responden a la circunstancia del traslado de sus restos, desde una sepultura provisional que ocupaban a partir de su llegada de Sevilla en 1603, en un nicho, a modo de mausoleo, en la cabecera de la iglesia nueva una vez concluida ésta. La valiosa escultura en bronce del cardenal Rodrigo de Castro orante, única obra en España de Juan de Bolonia, preside el lateral izquierdo del presbiterio.

[60] lucayarmas: Desconozco este término «lucayarmas», que parece deturpación o conglomerado de luce+armas o algo semejante. No he encontrado formas aproximadas en el campo de los túmulos funerarios, adonde remite.

[61] El P. Juan Antonio Velázquez (Rivera, l. c.).

[62] este monarca: el contexto exige que la expresión se refiera al cardenal Rodrigo de Castro, estimado papable en su tiempo.

[63] O: goarde: posible mala interpretación de grande, que en el original del que se copia pudo ir abreviado: “grande a los ojos de Dios” es frase hecha.

[64] Del Cardenal Rodrigo de Castro pasa «la vela» al Conde de Lemos, es decir, el ‘testigo’, como protector del colegio fundado por el arzobispo, su tío. Tal era la costumbre. Así consta, por ejemplo, cuando tiene lugar la fundación del Colegio de Nra. Señora de Belén de Barcelona por Dª María Manrique de Lara: «...le dio el Colegio la candela que a los fundadores suele» (Archivo de la Provincia de Aragón, Legajo 108, nº  884, p. 134).

[65] Ignacio de Loyola.

[66] el palo cruzado, instrumentos de la tierra: quizá se trate de una tradicional danza de espadas. El cierre sucede, a la manera habitual «[y] porque hubiese de todo», al son de gaitas y tamborines.

[67] Efectivamente, del 31 de julio, festividad del beato Padre Ignacio (todavía no canonizado en 1619), al 7 de agosto, van 8 días.

[68] «...donde había estado la custodia» (Rivera, l. c.).

[69] O: colar

[70] Parece que falta algo en la fuente.

[71] O: goardian.

[72] este convento: El de los franciscanos de Monforte.

[73] O: el dia de santo: interpretamos santo como abreviatura de Santiago, que ya había aparecido así antes en esta Relación. El día de Santiago cae el 25 de julio.

[74] Alenda: representó.

[75] O: Bulqueria. Rivera Vázquez, l. c., también lee “Pulqueria”. Cf. supra.