La vida privada de los objetos. Tradición y vanguardia en el Festival de Teatro Visual y de Títeres de Barcelona, Javier Vallejo, El País, 26 de septiembre de 1998.

Joan Baixas dirige un acontecimiento que propone espectáculos, exposiciones, rituales y proyecciones en 32 espacios diferentes

Pasen y vean. Marionetas que parecen humanos, manipuladores que se funden con sus muñecos, maniquíes con aliento, robots en lucha con robots, bosques animados, imágenes virtuales, sombras chinescas, fantasmagorías y actores que de una pierna o de los dedos de una mano hacen un cuerpo entero vivo y expresivo. La XIII Bienal de Teatro Visual y de, Títeres de Barcelona reúne espectáculos procedentes de los lugares más recónditos del planeta: algunos se escenifican tal y como se viene haciendo desde hace cientos de años, otros actualizan tradiciones inmemoriales, los hay que responden a tendencias del momento y también que anticipan lo que será moneda corriente en el futuro. Aquí caben, como en las ferias de fin de siglo pasado, representaciones exóticas, insólitas, excéntricas y maravillosas.

"Para celebrar el 25º aniversario del festival nos hemos propuesto sacar a la luz el hilo que conecta, a través de épocas y lugares muy diferentes, la creación de seres irnaginarios, sean títeres, autómatas, peropalos de fiestas populares, monstruos de cine o personajes de juegos de ordenador", explica Joan Baixas, su director. "Ese mundo fantástico se rige a través de un lenguaje potente que apenas necesita adaptaciones, porque se refiere a pulsiones muy primitivas, aunque animar lo inanimado ha requerido la tecnología punta de cada cultura y de cada época".

Baixas ha ordenado espectáculos, exposiciones, rituales, cielos de proyecciones y de conferencias -que de todo esto y más hay en el festival- en cinco apartados o escenas: "La del monstruo o de la deformidad excesiva; la del movimiento, que abarca teatro visual, danza, animación y videocreación; la escena antropológica, la de la palabra y la de los inventos". Lo que hasta este año era coto reservado a los marionetistas se ve ahora invadido por creadores de disciplinas muy diferentes, porque el que fuera cofundador de La Claca entiende el títere "como un cruce de carnino" y cree de interés "ver lo que se está haciendo en un espacio lo más amplio posible".

Esta XIII edición arranca de hecho el día 29 en el Centre de Cultura Contemporánia con la exposición La sonrisa del monstruo, que a través de un montaje escenográfico de Montse Amenós recrea el bosque, la cueva. la feria y otros espacios donde aparecen estas criaturas. Pero la inauguración oficial es el 2 de octubre en el Teatre Nacional de Catalunya, y las actividades se extienden hasta el 15 de noviembre.

Aparte de las celebradas marionetas acuáticas Thang Lon de Vietnam, quizá lo más significativo del festival sea Mulian o la bajada a los infiernos, "un ritual de los habitantes de la montaña de Hunan (China) descubierto, al parecer, por el doctor Jaeques Pimpanneau [que participa con varios documentales dentro de un ciclo sobre danzas rituales]. Lo traemos gracias al Festival de Otoño de París".

En esta línea exótica y ancestral siete artistas balineses van a construir tres gigantes Ogoli Ogoli, "muñecos a medio camino entre falla y paso de Semana Santa", que durante semanas van a animar las calles y se quemarán al final del festival en un ritual de purificación de la ciudad. Otro espectáculo con múltiples conexiones telúricas, Two Wor1ds... One Hearthbeat, reúne danzas sagradas tradicionales interpretadas por bailarines norteamericanos de etnias indígenas. "Hacen un fragmento durante la inauguración, en el jardín del Teatre Nacional, y tienen dos actuaciones en dos parques naturales el del Montnegre, y el cráter Montsacopa, en Olot".

Entre las iniciativas cibernéticas que acoge el festival destaca una selección de la exposición de máquinas y robots del, Centre d'Art y Plaisanterie de Montbéliard (Francia), del concurso anual en el que compiten creaciones de los alumnos de robótica de las politécnicas españolas, una acción multimedia de Marcel·li Antúnez y el curso en el que Pep Duran intentará hacer confluir escultura y robótica.

En la lista de espectáculos que interesa no perder de vista están los de Teresa Calafell, titiritera de padres sordomudos "que aprendió a hablar con las manos antes que con la palabra: hace un espectáculo que son sólo sus dedos"; Hugo e Inés, virtuosos en la animación de diferentes partes de sus cuerpos; Putxinel·les Vergés, "un joven que ha resucitado el teatrillo de su abuelo con una pieza popular de dimonis", y el colectivo Nessun Dorma, que complementa con acciones un recorrido por instalaciones de Soledad Sevilla. Tienen parecido interés L'Arcen-Terre y su teatrillo decimonónico de figuras de papel, el Romeo e Gulielta, del Teatro del Carretto; la performance instalación, de Maria de Marías; una ópera para niños que dirige Xavier Albertí; el Wings on Rock, de Robert Wilson (inspi-rado en El principito), el Teatr Kreatur de Berlín -con actores polacos y maniquíes de sabor kantoriano- y las Fantasmagorías de un colectivo francés de disminuidos psíquicos, "que te bajan al suelo del juego toda la intelectualidad desarrollada alrededor del teatro". Hay más, y bueno, en el extenso programa oficial y en la sección infantil paralela.

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