17-10-1996. El Mundo, Itziar Pascual, "Comedia sobre la ilusión. Ernesto Caballero regresa al Teatro Olimpia".Antes de que el Festival de Cine de San Sebastián se entregara, Concha de oro incluida, a Bwana y al talento de Imanol Uribe, Ernesto Caballero había probado el sabor de esta historia amarga y mágica. Él la dirigió cuando su nombre era La mirada del hombre oscuro y la mostró en el mismo teatro, el Olimpia, al que ahora vuelve para contar y dirigir su última obra: Destino Desierto.
"La queja es droga dura" dice Ernesto, que llegó a considerarse un autor teatral muerto con La última escena (mejor muerto que vivo) y que probó suerte con los clásicos dirigiendo Mirandolina, de Carlo Goldoni.
Por eso ha vuelto a trabajar con actores de toda la vida (Vicente Cuesta, Vicente Díez, Susana Hernández, Maruchi León, Rosa Savoini, Janfri Topera), con los que ha compartido muchos trabajos teatrales, y con Ana Pimenta, actriz emblemática de Atelier y Ur con la que trabaja por primera vez, aunque son muchos los recorridos comunes en una manera de vivir y concebir la escena española.
Destino Desierto es una comedia sobre la ilusión (ése es su subtítulo) y como no podía ser de otra manera, se cumple el homenaje al teatro alegórico y a su maestro, Calderón. "Está el tema de la libertad individual, de la doble vertiente del libre albedrío y el destino, el mundo de la apariencia. Son preocupaciones del Barroco que yo creo recuperar, desde otra óptica", señala.
En esta obra, que tiene algunos elementos comunes con Auto, Ernesto Caballero coloca a siete personajes en una agencia de viajes; a todos les ha tocado en suerte un viaje a Tierra Santa, pero ninguno recuerda haber participado en el sorteo del que son ganadores. Y cada uno de ellos, desde la mujer de su tiempo a la joanbaez, son retratos de nuevas realidades socíales, prototipos de esta era.
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