El Mercurio (CHILE) Junio de
1999 Con el estreno de "En cualquier esquina de Brooklyn"
ya son tres las obras de la nueva dramaturgia
ibérica que marcan presencia en nuestras tablas.
Algunos directores explican el fenómeno por la
similitud entre los procesos político-sociales de
ambos países. Que si somos o no una colonia española ha sido
una consigna política en últimos meses. Que
los hispanos son dueños de gran parte de la luz y
la telefonía básica del país, es una
realidad. También es un hecho que este fin de
semana, con el estreno de "En cualquier lugar de
Brooklyn" y sumadas "Nocturnos" y "Divas", ya son tres
las obras de la nueva dramaturgia española que
coinciden en la cartelera teatral. La obra del valenciano Carles Alberola, "En cualquier esquina de
Brooklyn", montada por el grupo Manzana Teatro, bajo la dirección
de Cristián Quezada, es la tercera de procedencia española
que realiza la compañía en su corta vida. Sobre un escenario triangular móvil, los
actores protagonizarán una historia de pareja
plagada de mentiras, temética que según
Quezada aclara el por qué de la cercanía de
las tablas locales con las de la costa
Atlántica. "Los temas de ellos, por ser una generación
post-franquista, tienen mucho que ver con los nuestros,
post-régimen militar. La diferencia es que
nosotros no hemos sido capaces de decirlo. Tal vez por
falta de dramaturgos", aventura Quezada y con él
coincide Cristián Ramírez, codirector de
"Nocturnos", obra de Paco Zarzoso que también
está en cartelera. "Claro que estas obras no pretenden hablar de
política. No tienen nada de panfletario",
especifica Ramírez y Quezada complementa:
"Más bien se trata de temas como la
traición de los valores, el engaño, la
corrupción, la mentira y el que las personas se
conviertan en objetos transables" HISTORIA RECIENTE La presencia de la nueva dramaturgia hispana en
nuestras tablas es un fenómeno de data reciente.
En 1996 comenzó a gestarse el cambio. Ese mismo
año coincidieron en cartelera "Metro" de Francisco
Sanguino y Rafael González, y "Caricias", de Sergi
Belbel. El debut del grupo La Manzana y el segundo
estreno de El Cancerbero, respectivamente, tuvieron un
origen similar. Ambas compañías, formadas por egresados de la Universidad
de Chile, encontraron los textos de sus obras en la biblioteca de
esa casa de estudios. "Son libros que trajo a Chile Nel Diago, decano
de la facultad de filología de la Universidad de Valencia,
que cada cierto tiempo visita el país y que siempre trae textos
de autores españoles", expolica Quezada, quien agrega que cada
uno de sus montajes ("Metro", "El, ella y el amigo" y ahora "En cualquier
lugar de Brooklyn") ha encontrado su origen en las obras importadas
por Nel Diago. También Luis Ureta, director del grupo La
Puerta, llegó a esa biblioteca para descubrir
"Cocodrilo", la obra de Paco Zarzoso que montó en
1998. "Siento que hay muchos grados de conexión
con lo que escriben los españoles. Cuando me
comuniqué con Zarzoso me llamó la
atención que tuviéramos la misma edad, 31.
También me impresionó que en mi montaje y
en el de España hubiéramos usado por
ejemplo, la misma música: "Sweet dreams", en
versión de Marilyn Manson, cuenta. Aunque "la conexión Nel Diago" ha sido
fundamental -también de sus importaciones
nació "Nocturnos"- el movimiento ha tomado fuerza
propia. Un viaje a Europa de Bastián Bodenhofer
terminó con la compra de los derechos de "Divas",
de Josep M Bernet i Jornet, actualmente en cartelera. El
mismo camino ha seguido Rosita Nicolet para adquirir el
usufructo de piezas como "Hombres" (presentada acá
como "¿Quién dijo que los hombres no sirven
para nada?"), que incluía textos de Belbel. Otra vía de expansión han sido las
visitas a Chile de Rodrigo García, quien ha
dictado varios talleres en Chile y ha establecido fuertes
lazos con la joven generación teatral. Si bien su
primera obra, "Notas de cocina" fue traída a Chile
por Nel Diago y posteriormente montada por Rodrigo
Pérez, fue gestión personal del
español entregar su "Rey Lear" al director
Andrés Céspedes, quien la montó el
98. Por estos días los textos de García
descansan en el velador de uno que otro joven director.
Sólo esperan su oportunidad para seguir la
colonización.
HISTORIAS DEL MAR Y LA NOCHE
Leopoldo Pulgar I. (prensa de Chile, sin
referencia) Junio 1999 El océano y la noche son las pocas referencias
concretas en Nocturnos, este montaje de la
compañía Y ahí te quiero ver de la
obra de Paco Zarzoso. Todo lo demás es
transitorio, tenue, casi fantasmal. Y si no fuera porque
el drama se asoma con perfil de tragedia y se atisba el
anclaje en la dura tierra donde habitan los humanos, la
obra arrancaría para siempre hacia el territorio
del delirio, de la simple ensoñación Esta es la segunda vez que un texto del autor
español se da a conocer en nuestro país
(Cocodrilo fue montado por la compañía La
Puerta). En ambos casos, el dramaturgo hace una entrega
fragmentada de una historia a través de unidades
temáticas verosímiles y diversas, que poco
a poco van dejando al espectador el proceso de
integración de las cosas en un cuerpo
homogéneo. Al mismo tiempo, cada segmento se
resuelve con desenlaces más o menos abiertos. El grupo actoral se mueve en el escenario de gran
amplitud que ofrece el interior de una capilla en desuso
cuya resonancia da tonos solemnes y a veces graves a la
obra. Esta utiliza muy pocos elementos escenográficos
(los zapatos son preponderantes como símbolo), los
que permiten conectarse con el público al mismo
nivel que los textos, el vestuario y,especialmente, la
dramaturgia que fluye del gesto corporal, con el cual se
expresan cuotas valiosas de emocionalidad. Es en este
ambiente, dondese encuentran hom,bres y mujeres, en
relaciones carentes de sentido, con las cuales intentan
ser lo que sono soñar lo que adivinan serán
o pueden ser en el futuro. Llama la atención la delicadeza del montaje de
la compañía Y ahí te quiero ver, que
cuenta con actuaciones coherentes con su propuesta. Se
observa un trabajo global cuidado y eficaz
aprovechamiento del espacio que aporta la capilla. Pero lo que mejor manejan los directores del montaje
es la consecuencia de línea estética por la
que optaron. Fueron capaces de mantener cada escena
dentro de un ambiente indefinible, sin diluir la
anécdota, e interpretar en clave simbólica
historias no convencionales que tienen un vínculo
con la parte más concreta de la realidad. En este
caso, amarradas por el mar y la noche.
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