SOBRE EL TEXTO*Itziar Pascual
La escritura de Las voces de Penélope se inició en la primavera de 1996. Fue un año de acontecimientos profesionales y personales. Concluía mis estudios de dramatúrgia en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) de Madrid, formando parte de la promoción que inaguraba esta especialidad; acababa de obtener un premio literario - el ciudad de Alcorcón , por El Domador de sombras- y otras cosas más. Las otras cosas, las que no se plasman en los currículums, las que no se cuentan públicamente, son tan importantes - a veces más - que la, llamémosla así, historia oficial.
Las Voces de Penélope nació de ese lugar, literario vivencial; allí donde lo público se cuestiona y lo oficial se escamotea. ¿Debemos creer en Homero? ¿Penélope sólo pudo ser, vivir, existir, en función de Ulises y Telémaco? ¿Esperó fielmente en el palacio de Itaca? ¿Que significa esperar? ¿Qué significa acoger al que regresa? ¿Se vuelve igual? ¿Tiene algún sentido esperar hoy? ¿Qué hacemos en el tiempo de espera, si esperamos?.
Todas estas preguntas, ligadas por cierto a la experiencia y a la escritura de una obra anterior (la Ariadna de Fuga) empezaron a tomar cuerpo y forma en la ciudad de Barcelona. De allí pasaron en los primeros calores del estío madrileño a un escenario: la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes. Allí se mostraron a lo largo de la primera semana de junio, los espectáculos de los alumnos de la promoción de Dramatúrgia.
Las Voces de Penélope fue compuesta a cuatro manos. Las mías en palabra; las de Elisa Sanz en la creación de un discurso objetual, espacial y escenográfico. No sabría ya distinguir en esta creación qué palabra se teje con cada imagen. ¿0 es cada imagen la que se desteje con cada escena? No sabría entender Las Voces de Penélope sin el azul, color de la espera; sin las texturas de un telar, de una instalación de objetos de la memoria. Sin la creación de Elisa Sanz.
Con ella , la inestimable labor de actrices como Ana Casas, Esperanza Lopez Tamayo, Nieves Mateo y Claudia Faci, que me acompañaron después en la escritura y reescritura de aquellas esccenas iniciáticas, que crecieron, menguaron, murieron, renacieron y se transformaron. La escritura teatral es una experiencia muy parecida a la de la dulce Penélope; tejer de día y destejer de noche.
Las noches de reescritura concluyeron en septiembre de 1997. Apenas dos meses después llegó el accésit del Premio Marqués de Bradomin para Las voces de Penélope. La edición se está fraguando ya a cargo del Instituto de la Juventud y espera ser presentada en la próxima convocatoria de la Muestra de Teatro -Español de Autores Contemporáneos de Alicante. Otras editoriales (Visor ) han apostado también por la edición de esta obra.
Creo que es el momento de verla representada. Ahora que está dispuesta para la edición; ahora que su creación es más madura. Ahora que ha terminado el tiempo de espera.
*Texto escrito para la puesta en escena de la obra con objeto de recibir la ayuda a la producción de la CAM.
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