ARTEZ
"A ti te lo cuento, para que te enteres, pared" (Nieves Mateo
López)
Ha recibido el IV premio Madrid Sur de escritura dramática por
"Pared". Este es su quinto premio como autora después
del Premio de Teatro Ciudad de Alcorcón, con "El domador
de sombras"; el accésit del Premio Marqués de Bradomín
con "Las voces de Penélope", la Mención Especial
del Jurado del Premio María Teresa León con "Blue
Mountains" y el Premio de Teatro Serantes con "La paz del
crepúsculo". Mujer combativa desde la reflexión teórica
y la acción escénica. Pionera del proyecto colectivo de
las Marías Guerreras, estrenada en varios idiomas y traducida
a más lenguas, Itziar Pascual reivindica desde sus personajes,
el papel activo de las mujeres, protagonistas y generadoras de cultura
y arte.
- Este premio Madrid Sur, ¿qué significa
para ti?
- Recibir el premio Madrid Sur es una alegría, es una sorpresa
y es un honor. Una alegría, porque significa un apoyo a la iniciativa
de estreno en la próxima edición del festival Madrid Sur,
también, un apoyo económico, cómo no, y además,
se ha dado la feliz circunstancia de que el Consejo de Redacción
de la revista Primer Acto, ha decidido publicar la obra en su próximo
número. El 2005 trae para “Pared”, la edición
en Primer Acto y la invitación a su posible estreno en la X edición
del Madrid Sur. Hay que recordar además, que a pesar de su juventud
en convocatoria, puesto que ésta es su cuarta convocatoria, es
un premio al que concurren un buen número de obras y donde el
jurado no lo tiene nada fácil por el número de obras y
la calidad de los textos presentados.
- ¿Por qué elegiste a dos mujeres, dos vecinas en esta
obra?
- No es casual que sean dos personajes femeninos. No lo es, en primer
lugar, porque el personaje de María Amparo que es el personaje
de una mujer madura, procede de un homenaje a una generación
de mujeres españolas, muy especial. Lo que una mujer a la que
yo admiro, denomina “las abuelas bisagra”, mujeres que tienen
la edad de ser abuelas y que lo son, y que han sido educadas y han crecido
en una cultura afectiva y conductual en la que las mujeres tenían
que ser enfermeras, asistentes y ayudantes, y que han asistido a sus
familias, pero sus hijas e hijos, ya no han crecido en esa cultura.
Es decir, son una generación bisagra porque heredan la misión
cuidadora de los padres, pero son bisagra también hacia los cambios
sociales del país. Y estas abuelas se convierten en cuidadoras
de los nietos por la incorporación de sus hijas o hijas políticas
a la vida laboral. Hay todo un grupo de mujeres que están publicando
artículos sobre la misión social y emocional de estas
mujeres y cómo sobre ellas ha caído una carga tremenda.
Ser abuela bisagra no es fácil y forma parte de la historia precisa
de este país. Les debemos mucho a estas abuelas bisagra, pero
hemos depositado en ellas un peso, tal vez, excesivo. No es casual que
el personaje de María Amparo sea el personaje de María
Amparo, y precisamente para revelar esa dimensión bisagra, me
parecía importante colocarla en relación de vecindad con
una mujer que está en otro plano ya, en otra generación
más joven.
- ¿Por qué elegiste hablar de los malos tratos?
- Me importaba mucho la cuestión de colocar el punto de vista
allí donde yo soy operativa para poder hablar de este tema, donde
puedo ser sincera, que es desde el punto de vista de aquel que forma
parte de la indignación en la lectura del periódico. Yo
formo parte, seguramente, de esa comunidad de personas que nos indigna
leer que una mujer más ha sido avasallada, que no estamos de
acuerdo, que nos parece una barbarie. Y algo tenemos que decir al respecto.
- Después el personaje se revela por sí mismo.
- A la hora de hablar de esa experiencia, yo he conversado con amigos
y amigas sobre este tema, y muchas veces en la redacción de las
preguntas se nos explica el qué, el quién, el cómo,
el cuándo, el dónde, pero nunca se nos explica la sexta
W en la redacción periodística que es el porqué.
Nunca, o cada vez menos, se nos explica el porqué de los hechos.
Me interesaba profundizar en los orígenes de la agresión
y en los orígenes hay razones culturales, educacionales, conductuales,
económicas… Me apetecía hablar de cómo hay
un tejido de valores en los que la mujer no está valorada. Por
ello, precisamente, no es casual que la mayor parte de las referencias
culturales que aparecen en el texto, sean de artistas mujeres. Hay una
acción de reivindicación de la mujer como protagonista
y generadora de cultura, no como receptora de cultura. Por eso me parecía
importante hablar de artistas plásticas o de cantantes de distinta
naturaleza. Esta mujer puede escuchar a Rocío Jurado, y forma
parte de su campo de referencia, y sin embargo se puede aludir a Bebe,
o se puede hablar de la artista británica Tracey Emin. Me parecía
importante reivindicar la acción de las mujeres como generadoras
y protagonistas de cultura, precisamente para cuestionar cómo
hay un sustrato en el que las mujeres son invisibilizadas como generadoras
de arte.
- En la obra hay un contraste entre lo poético y lo real muy
fuerte. Se cierra con una pared donde se proyectan nombres y fechas
de mujeres muertas.
- Esa lista son nombres reales, nombres que proceden de reportajes publicados
por distintos periódicos españoles, de mujeres asesinadas
en España. Para mí hay un dato concreto muy revelador:
en todas las comunidades autónomas, en todas las clases sociales,
en todos los niveles culturales y en todas las edades, tenemos este
paisaje del terror. Es decir, estas mujeres pertenecen a geografías
sociales, culturales y económicas muy diferentes entre sí.
- El texto está lleno de alusiones musicales a cantantes como
Astrid Hadad, Amparanoia, Martirio… ¿Hay una suerte de
identificación con lo que cantan estas mujeres?
- La selección tiene un primer origen que ya hemos comentado,
y además no es casual, ya que son mujeres que se manifiestan
en el escenario de una manera muy personal. Ellas aportan su punto de
vista y su personalidad, manejan la tradición y la subvierten.
Creo que esa también es una gran pelea social y política
de las mujeres, la del reparto de la herencia y nuestro patrimonio conductual,
nos ha invisibilizado, ¿qué hacemos con eso? ¿cómo
subvertimos eso?
- ¿En qué medida este es uno de tus textos más
autobiográficos?
- En la edición que se prepara para la publicación en
Primer Acto, va a haber una reflexión crítica de una profesora
de la universidad de Toulousse, Emmanuelle Garnier, y una de las cosas
que revela es que éste es un texto con mucha biografía,
de hondo calado experiencial. Yo creo que la escritura es una forma
de experiencia, que siempre estamos manejando aspectos de la biografía.
La cuestión es cómo lo utilizamos. El hecho de que ahí
estén artistas defensoras del llamado “arte confesional”,
como Tracey Emin, que trabajan con su biografía, forma parte
del discurso. Porque precisamente, el gran debate es vida pública/vida
privada. ¿Los malos tratos son públicos o son privados?
La insolidaridad colectiva, ¿es pública o es privada?
¿Dónde pones la pared? Me interesaba mucho esa fricción.
- Hablando sobre tu obra en general, ¿tienes alguna en un cajón?
porque tengo la impresión de que con suerte y talento, has ido
estrenando todo lo que has ido escribiendo.
- La verdad, debo decir, es que prácticamente, no tengo material
de cajón y las que tengo, creo que están bien en el cajón.
Así como en el teatro español hay asignaturas pendientes
con textos que están demandando un espacio en los escenarios,
mis textos han sido estrenados de manera regular. Otra cosa es la longevidad
de los espectáculos, cuál es la perdurabilidad de los
montajes, porque a veces, no depende ni de los autores, ni de los equipos
que los constituyen, sino de reglas de mercado, que no necesariamente
son propias.
- Has sido pionera y presidenta del proyecto de la AMAEM (Asociación
de Mujeres de las Artes Escénicas de Madrid), "Marías
Guerreras", ¿qué relación crees que existe
con respecto a tu obra?
- Los compromisos que una asume de manera asociativa, también
se filtran en la escritura, en los trabajos que una hace fuera de la
asociación . Las razones que me llevan a ser María Guerrera,
seguramente, tienen que ver con las razones que me llevan a escribir
de una manera determinada. Podría escribir de muchas maneras,
pero las opciones se conectan en creer en el asociacionismo de mujeres
y creer en un tipo de trabajo, de discurso y de experimentación
escénica.
- ¿Qué retos tenéis por delante?
- Creo que en este momento, hay una serie de logros conseguidos y que
debemos felicitarnos por su realización, sin embargo, en el umbral
del tercer año oficial de la asociación y en el umbral
de la celebración del próximo III Ciclo de las “Marías
Guerreras” en Casa de América, creo hay asignaturas pendientes.
Incidiría no tanto en la cuestión interna del trabajo
asociativo y de los resultados artísticos y creativos, que progresan,
cuanto en la capacidad de las instituciones de las Comunidad de Madrid,
para reconocer los hechos y resultados ya conseguidos. Estamos hablando
de un proyecto, que entre sus períodos oficiales y no oficiales,
ha mantenido con continuidad cinco años de actividades. Mayoritariamente
realizadas en la Comunidad de Madrid, pero no solamente; también
visibilizando el trabajo de las profesionales de las artes escénicas
de esta comunidad, fuera. Por tanto, creo que las grandes asignaturas
pendientes tienen que ver con el reconocimiento institucional de lo
que se ha hecho ya.
- Traducidas tus obras a varios idiomas: el francés, corso, inglés,
italiano o rumano, ¿cómo se ha planteado ese proceso?
- Yo creo que se ha ido generando un tejido de complicidades. Por un
lado, nunca agradeceremos lo suficiente, la tarea de los hispanistas
repartidos por todo el mundo, con el interés de divulgar, traducir
y promover el teatro español. Muchas veces, ellos suplen tareas
que debían ser institucionales, es decir, de las entidades que
pertenecen a la promoción de la cultura desde una perspectiva
pública y oficial. Dicho esto, en este momento, están
en marcha varias traducciones, como “Las voces de Penélope”
que ha sido publicada y traducida en Francia, “Miaules”
ha sido recientemente publicada en una antología de teatro en
Italia y se prepara en EEUU una edición con tres textos míos
traducidos por la hispanista Phyllis Zatlin.
- ¿Hay experiencias de montajes de tus obras fuera de España?
- Hay algunos montajes. Es el caso de “Holiday Out” con
un montaje norteamericano, "Las voces de Penélope"
se ha montado en Bastia (Córcega), el caso de “El domador
de sombras” en Francia, que ha hecho temporada en París,
y es curioso, porque el montaje ha conseguido una vida escénica
en París que no ha conseguido en España. Y el trabajo
que ha hecho Luis Jiménez desde la plataforma del Festival Don
Quijote, me parece muy remarcable. Traducir significa alentar.
- "Varadas" es otro texto tuyo de mujeres en tránsito
hacia el destierro, el olvido. No ha sido estrenada, pero sí,
objeto de lecturas dramatizadas. ¿De dónde surgió
la idea de hablar de esta generación de mujeres en el exilio?
- Hay un arranque biográfico, que es la memoria de mi abuela.
La experiencia personal de mi abuela y de mi madre forman el punto de
partida de “Varadas”. Mi madre recién nacida junto
a mi abuela, tomaron el último barco que salía del puerto
de Santurce, estallada la guerra civil, dirección a Francia.
El barco era tripulado por un capitán germanófilo y “nacionalófilo”
y lo que este hombre hacía, era, por la noche volver hacia atrás
y durante el día navegar hacia delante. A la espera de que un
buque militar les detenga. La situación de la población
civil dentro del barco era espantosa porque no tenían alimentos.
La intervención de un buque inglés fue decisiva: detuvo
a este barco y lo condujo hacia puerto francés. Y todo fue verdad.
Y forma parte del testimonio oral que yo he escuchado desde niña
en la casa de mi abuela. Partiendo de esa memoria oral de mi familia,
me parecía interesante contar la historia de esta generación
y, desgraciadamente, de demasiadas generaciones de exilios en barcos.
- Itziar, ¿sientes que formas parte de una generación
de dramaturgos-as en nuestro país?
- Indudablemente, yo pertenezco a una generación, digamos, humana,
quiero decir, a un conjunto de gentes que tenemos aproximadamente la
misma edad o que hemos vivido experiencias históricas parecidas.
Con el término “bradomines” se designó en
su momento el nombramiento de una generación de autores, que
después del grupo de autores de la democracia, como Caballero,
Pedrero, I. del Moral, veníamos después. Es indudable
que yo formo parte de la generación bradomín, en la medida
que he sido premiada, pero tal vez, si por generación literaria,
entendemos también la precisión en unas pautas formales,
en un tipo de estructura, yo creo, que es más flexible la cuestión.
Pero sin duda, estoy dentro de una generación, y algunos autores
tenemos ciertas simpatías, coincidencias en gustos estéticos
y autorales.
- En tu teatro detectamos algunas características contemporáneas,
como el uso de muy pocas acotaciones o la escritura versificada, y poco
dialogada. Es el caso de"Pared".
- Hay un tipo de escritura mía que es así. Probablemente,
hablamos de las herencias de determinados autores europeos como H. Müller
o Koltés. “Varadas”, estructuralmente, se parece
poco a “Pared”; hablamos de composiciones dramáticas
de distinta naturaleza. En ese sentido, a mí me gusta poder saltar.
Para mí “Pared” podría encontrar referencias
en “Jaula” –barrotes de palabras y silencios–,
para mí sería su antecedente en cuanto a tipo de escritura,
y a su vez “Jaula” podría tener conexiones con otra
“Jaula”, otro texto que cuenta la historia de un exiliado
republicano regresado a España y que padece la enfermedad de
Alzeimer. Este texto, aún inédito, se va a publicar en
el próximo número de la revista Gestos.
- ¿Te apetece decirnos algo más?
- Sí. Hay un proverbio popular que yo he oído de muy niña
que dice: “A ti te lo cuento, para que te enteres, pared”.
Es un juego de palabras y es una expresión con el deseo de ser
escuchados. A mí me gustaría que las paredes de la sociedad
española escucharan, escucharan un drama terrorífico que
nos habla de soledades, incomunicaciones, de abuelas bisagras y de agresiones
simbólicas y reales.