VIDA Y OBRA DE FRANCISCO SOBRINO
(con breves noticias sobre
Félix Antonio de Alvarado
y Fray Gerónimo de Gracián)
1. INTRODUCCIÓN: ESTADO DE LA CUESTIÓN
Muy poco es lo que sabemos sobre Francisco Sobrino, tanto sobre su vida como sobre su obra. En cuanto a su vida, ya Puche Roca (1996) se quejaba sobre la escasez de datos bibliográficos acerca de Sobrino. Lo poco que podemos saber sobre él, acaso lo podamos extraer de sus obras, sobre todo del Diccionario nuevo de las lenguas española y francesa, como ya hicieron la misma Puche Roca (1996), Supiot (1991) o Niederehe (1987). Para Alvar Ezquerra (1992: 11), es apenas «[u]n personaje de nombre Francisco Sobrino, de quien no sabemos demasiadas cosas –era maestro de Lengua Española en la corte de Bruselas–». Cada vez que Amado Alonso lo cita (1951b: 287-288; 1951c: 223-224, 228; 1967: 177) es para denunciar su apropiación de la gramática de español para franceses de Oudin en la Nouvelle grammaire espagnole (1697), que publicó Sobrino con gran éxito. Aquilino Sánchez (1992: 155-159) también subraya su carácter de plagiador, el cual luego matizaremos; así, señala que Sobrino no sólo copia de Oudin su Nouvelle grammaire espagnole (1697), sino también el Diccionario nuevo de las lenguas española y francesa (1705) y sus Diálogos nuevos en español y francés (1708); Sánchez no menciona la otra obra de Francisco Sobrino, el Secretario español (1720) como obra suya[1], que en cambio sí parece original (Supiot 1991: 496-497 sí reporta en cambio la publicación de tal obra por Sobrino)[2]. Alvar Ezquerra (1995: 180), recuerda que además del diccionario y la gramática, Sobrino también copió las nomenclaturas de César Oudin y de su hijo Antoine.
Las primeras noticias sobre Sobrino y algún fragmento de su obra, las encontramos, por supuesto, en el Conde de la Viñaza (1893), donde se consignan la Nouv. gr. por la edición de 1732, aunque luego haga referencia a la de 1697 también (I, 293-294) y el Dicc. nuevo (III, 747-748). No hay publicación moderna de ninguna obra de Sobrino, a excepción de los seis diálogos que con respecto a Oudin añade Sobrino de su propio coleto en sus Diál., sacados a la luz por Foulché-Delbosc con el seudónimo de Gauthier[3] (1919), que sin embargo duda de la paternidad por parte de Sobrino de los diálogos que publica. Por lo demás, ya hemos comentado la cierta atracción científica que ha supuesto la Nouv. gr. Sin embargo, ha sido mucho mayor la atención que ha provocado el Dicc. nuevo: no sólo ha sido fruto de una tesis doctoral (Puche Roca 1996) y parte del interés de otra Carmen Cazorla (2002: 52-97), sino que también ha suscitado algún estudio monográfico (Supiot 1991; Cazorla[4] 2000) o diversas referencias dentro de estudios sobre la lexicografía bilingüe de la época (Verdonk 1979, 1992, 1998; Niederehe 1987). Esperemos que con esta edición se amplíe el interés de la comunidad científica principalmente por los Diál., pero también por el Secr., sin dejar de considerar la Nouv. gr. y el Dicc. nuevo.
Se ha considerado la necesidad de reeditar los Diál. de Sobrino enteros dado que la edición de Foulché-Delbosc sólo reproduce los seis originales de Sobrino, y no la obra al completo, como debería haber hecho, ya que Sobrino modifica sustancialmente los diálogos que copia. Además, en mi edición se transcriben también las notas léxicas[5], cosa que no hizo Foulché-Delbosc, así como también se hacen públicos otros materiales anexos como son unas observaciones sobre sintaxis del castellano, otras sobre el empleo de las fórmulas de tratamiento y finalmente una ortografía. Finalmente, hago salir de un olvido de más de dos siglos al diálogo 15º de Félix Antonio de Alvarado (Diálogos ingleses y españoles, 1718).
Para
acceder directamente a los impresos originales de Sobrino, contamos con las
indicaciones proporcionadas por los repertorios generales de Palau (1969) y Aguilar Piñal (1993), el
específicamente lingüístico de Niederehe (1999) y los específicos sobre
impresos en los Países Bajos de Peeters-Fontains (1933, 1965).
2.LA VIDA DE UN MAESTRO DE LENGUAS DE LA ÉPOCA: LA ENSEÑANZA DEL ESPAÑOL EN LA TRANSICIÓN DEL SIGLO XVII AL XVIII.
No sabemos nada de la fecha y el lugar de nacimiento de Francisco Sobrino, pese a lo importante que resulta para nuestro trabajo, sobre todo para saber la procedencia regional del gramático en un intento de hacer una insoslayable dialectología histórica. Tal necesidad de conocer la región de origen del gramático que tratemos ya la señala Amado Alonso (1951a: 2), junto a otras como la de considerar el siglo, el decenio, la competencia lingüística del gramático y si lo que dice es fruto de copia a otros gramáticos, de la observación directa o de ambas cosas, todo con objeto de hacer un análisis crítico de los materiales que tratamos, los cuales nos pueden aportar y nos aportan gran número de datos valiosísimos pero que hay que hacer pasar por tal minucioso filtro crítico. Podemos intentar el procedimiento inverso: tratar de deducir la procedencia de Francisco Sobrino a través de sus usos lingüísticos, en concreto, del empleo que hace de los pronombres clíticos de 3ª persona (los problemas de leísmo, laísmo y loísmo). Primeramente, hay que partir del cotejo entre los textos de Oudin y los textos de Sobrino para dilucidar qué uso lingüístico pueda haber copiado Sobrino de Oudin, en lo cual se observan algunas diferencias entre ambos autores. De este modo, el Oudin de los diálogos es leísta (tanto de persona como de objeto de género masculino), pero no laísta ni loísta. En cambio, Sobrino es en Diál. leísta, pero mucho más que Oudin (en ocasiones cambia «lo» por «le» cuando la referencia es inanimada o puramente animada, no humana[6]); así mismo, también es laísta, pero además es incluso loísta[7]. El texto original de Sobrino, Secr. es igualmente leísta, de persona y cosa, laísta (incluso con un CI de cosa femenino[8]) y loísta (en el último caso se trata de ejemplos aislados junto a otros construidos con «les»[9]), por lo que armoniza con la parte original de Diál., lo cual es un buen argumento a favor de la originalidad de Secr.
Por tanto, el sistema de pronombres átonos de 3ª persona de Sobrino es el siguiente. En el singular emplea categóricamente, tanto para el CD como para el CI, «le» para persona masculina y cosa masculina, «la» para persona y cosa femeninas; «lo» tiene el valor de neutro[10]. En el plural, usa «los» para el acusativo masculino y algunas veces para el dativo; «les» se emplea para el dativo masculino, aunque documentamos dos ejemplos como acusativo personal[11], y para el dativo femenino; «las» se usa para el acusativo femenino plural (pero no para el dativo, al menos en lo que se desprende de los datos[12]).
Si aceptamos que los usos dialectales actuales coinciden a grandes rasgos con los antiguos, como hace Fernández Ordónez (2001), podemos argumentar que Sobrino, al reflejar la solución C del empleo de los pronombres clíticos, según la clasificación de Fernández Ordóñez (1994, 1999, 2001), procedería con gran probabilidad de la zona correspondiente a tal rasgo dialectal en los tiempos presentes: «al oriente del área referencial (este y sur de Burgos, sur de Valladolid, norte y centro de Segovia, oeste de Soria)» (Fernández Ordóñez 2001: 430).
Sí
tenemos alguna noticia, en cambio, sobre la fecha de la muerte de Francisco
Sobrino. A tal respecto, debemos asomarnos al prefacio de la 3ª edición del Dicc.
nuevo, que data de 1734 (aunque la aprobación y el privilegio sean del año
anterior), y reza así (fol. [
]5r-fol. [ ]5v)[13]:
(H5)An tenido tan
breve despacho las dos / édiciones precedentes de este Diccio- / narìo, y le ha
recibido el publico con / tan singular aprecio, que se halló con- / veniente
hacer esta tercera édicion; el / SR. FRANCISCO SOBRINO se applicó todo lo restante
/ de su vida con perseverante fatiga, à corregirla, / y augmentarla; y haviendo muerto quando ya esta- / ba
empezada la impression, tomò à su cargo un su- / jeto de grande capacidad, el
cuidado de la conti- / nuacion, hasta perfeccionar la obra; y no contento / con
las adiciones, y reparos que el SR. SOBRINO / havia hecho, la augmentò
mucho mas, añadiendo / gran numero de Nombres, Verbos, Proverbios y / Phrases,
y corrigio todo lo que no tenia correspon- / diente sentido à la elegancia, y
significacion de la / una, y de la otra lengua, para cuyo fin examinò los / mas
clasicos Autores Franceses, y Españoles, las / ediciones mas modernas de los mexores
Dicciona- / rios Franceses, los
Diccionarios Españoles mas se- / lectos, y principalmente los tres volumènes de
el / de la lengua Castellana, que ha dado à luz la Real / Academica Española,
sin haver alterado el methodo, / que havia seguido el ya Difunto SOBRINO.
Conviene hacer algunas aclaraciones sobre el texto aducido: las ediciones anteriores a las que se hace referencia en el comienzo del prefacio datan, respectivamente, de 1705 y 1721 (1ª y 2ª ediciones); desconocemos quién pudiera ser el «sujeto» del que habla el prólogo y que continuó la labor de Sobrino, para la cual podía ya tener en cuenta la 1ª edición del Diccionario de Autoridades académico (1726-1729).
Por tanto, hemos de fijar 1734 como fecha tope de su muerte, dato que ya había aprovechado Supiot (1991: 496). A este respecto, Niederehe en la BICRES II (1999: 469), en el listado final de gramáticos, consigna «Sobrino, Francisco (? - 1732?)», por lo cual sitúa la muerte de nuestro gramático un poco antes de la publicación de la 3ª edición del Dicc. nuevo.
Por otro lado, teniendo en cuenta que Sobrino publicó su primera obra en 1697 (Nouv. gr.) podemos asegurar que viviera alrededor de 37 años, a los que habría que añadir algunos años de mocedad y juventud previos que podrían oscilar entre los 20 y los 30 años. Durante gran parte de esos años, Sobrino se habría dedicado a la vida militar, pues la portada de la 1ª edición del Dicc. nuevo (1705) habla de él como «Oficial Reformado en el servicio del Réy, / y Maestro de la Lengua Española en esta Corte [de Bruselas].», dato también aportado por Supiot (1996: 496). Sobrino llegaría como parte de los efectivos militares que sostuvieron guerra contra Francia desde 1635 a finales del XVII (finalmente con la cesión de Carlos II a Luis XIV de la provincia de Henao [1678]). Ya como maestro de lenguas presenciaría la Guerra de Sucesión (1701-1714), que liquidaría la presencia española en Flandes.
Respecto a la situación de la lengua española en Flandes, Alonso Zamora Vicente comenta lo siguiente en su prólogo al libro de Robert Verdonk (1980: 9-11):
Ya Morel-Fatio[14]
expresó su parecer de que la lengua española, al final de las campañas del
siglo XVI, se extendió velozmente por Flandes: «El español se convirtió en una
lengua casi oficial, que todo belga que deseare hacer su vida dentro de la
administración civil o militar estaba obligado a poseer en alguna manera.»
Se trata del tipo de flamencos que escribieron en español los textos que componen el corpus «lato sensu» que emplea Verdonk en su libro: jefes militares, miembros del aparato político-administrativo, clero, ingenieros militares[15]. Por otro lado, según Zamora Vicente, el modelo lingüístico que seguirían sería el de la «corte madrileña», por tanto «el español cortesano, el que Cervantes consideraba el mejor, el normativo, fuere el que fuere el origen o lugar de nacimiento del hablante». Sin embargo, Sobrino aún reproduce la vieja norma geográfica que localizaba el mejor hablar en Toledo, dato que no altera de Oudin, que lo había tomado a su vez de Minsheu Diál. (pág. 135):
Gu[illermo]. Me huelgo de ir /
allà, aun que no sea si / no para aprendér algu- / nas buenas frases Es- /
pañolas.
Eg[idio]. Essas sé yo que /
las tienen buenas, por / que son de Toledo, a- / donde se habla con mu- / cha
elegáncia.
Unas palabras muy parecidas a éstas últimas de Egidio reproduce González Ollé (1988a: 863; 1997: 10-11) haciendo referencia a cómo «[a] la procedencia toledana –un nuevo aspecto de la cuestión– como pauta para garantizar la propiedad idiomática en la enseñanza del castellano a los extranjeros.»: «Essas [frases] sé yo que las tienen buenas, porque son de Toledo, donde es el primor de la lengua española. Así mismo, dice extraer la noticia de Juan de Luna (Diálogos familiares, 1619), al que según él copiaría Franciosini (Diálogos apazibles, 1626). Sin embargo, la tradición textual empieza en Minsheu, pasa por Oudin, y de éste paralelamente a Juan de Luna y Lorenzo Franciosioni. Por otro lado, la «cuestión» a la que se refiere González Ollé es la de la norma toledana como norma de prestigio según diversos testimonios que él aduce (González Ollé, 1988a, 1988b, 1996, 1997, 2001), prestigio que arrancaría de un supuesto privilegio real que señalaría el habla de Toledo como punto de referencia en casos de duda de interpretación de distintas leyes medievales. Lodares (1995) estaría a grandes rasgos de acuerdo con él, excepto en cuestiones como que el origen sería una costumbre jurídica, o que la causa principal de la extensión al prestigio lingüístico sería la tendencia que suele acompañar al deseo de una administración única: el de una lengua común (Lodares 1995: 55).
Por tanto, se produce en Sobrino una pugna parecida a la que González Ollé (1991) detecta en el siglo XVIII entre una norma castellana y la vieja norma toledana. Según Bustos Gisbert y Santiago (2002: 1132) se producía pues una contradicción entre el declive de la norma toledana y la persistencia del elogio de la excelencia idiomática de Toledo en los mismos ss. XVI y XVII, por lo que hay que determinar el alcance de estas observaciones en Siglos de Oro (Satorre Grau 1996) «y contrastarlas, además, con las que se producen a partir del siglo XVIII» (lo cual estamos intentando realizar en esta introducción). Probablemente, la supuesta norma toledana en esta época sería un simple ejemplo de actitud lingüística[16], más que de norma real, esto es, conforme nos la describe Villena (1992: 97-99), con características como la de formar un sistema estructurado de creencias sociales sobre los hechos de lengua como síntomas de las diversas ideologías comunitarias (por ejemplo, la secular veneración por Toledo como capital visigótica, centro de un unificado reino visigodo soñado desde la Edad Media, «el secular ideario goticista», como el mismo González Ollé [2001: 57] ha formulado con acierto). De hecho, el mismo González Ollé (1991) utiliza términos como «línea ideológica» (p. 189), «la opinión más difundida» (pp. 174 y 190), «actitud idiomática» (p. 194) y «actitudes idiomáticas» (p. 190), por ejemplo, y en 1996 concluía que «el habla toledana apenas si fue tomada como modelo efectivo, pese a haberse testificado repetidamente como tal y de haber acumulado sobre sí tantas declaraciones encomiásticas» (González Ollé 1996: 41). Sin embargo, no plantea un modelo sociolingüístico explícito. Por otro lado, en las últimas formulaciones de su hipótesis, González Ollé (2001) abandona el término «norma toledana» por el mucho más ajustado «privilegio (lingüístico o idiomático) alfonsino o toledano», que también aparecía en los comienzos de la formulación de su propuesta (González Ollé 2001: 56). En tal artículo rastrea los orígenes del prestigio toledano, y por tanto de la actitud lingüística aducida, que arranca de su capitalidad con el reino visigodo, su preeminencia eclesiástica y su sólida reputación cultural, aunque no estudia precisamente la decadencia de tales prerrogativas y valores, lo cual resultaría más interesante para nuestro estudio (sólo la preeminencia eclesial se mantiene, ya que el Arzobispo de Toledo es también Primado de España, lo cual en un mundo tal secularizado como el que tenemos –o deseamos– tampoco supone tan gran excelencia).
En cuanto al método de enseñanza que pudiera seguir Sobrino, su vida como profesional de la enseñanza, como «maestro de lenguas», tal método no debía de ser muy distinto al que describe minuciosamente L’Abbé Vayrac en un documento valiosísimo: su igualmente titulada Nouvelle grammaire espagnole (1708)[17]. De este modo, en el apartado llamado «METHODE / Pour enseigner avec ordre à parler / la Langue Castillane» (pp. 640-654) da noticias sobre una enseñanza progresiva de las reglas de la gramática y de la fraseología que culmina en la lectura y traducción de buenos autores españoles (Solís, Calderón, Moreto, Don Lopez de la Vega [sic], Saavedra Fajardo –Emblema–-, Quevedo, la Diana de Montemayor, los sermones de Pedro Guerra, trinitario, y los de Barcia, obispo de Cádiz, y las Novelas ejemplares de Cervantes). El método consiste en 13 reglas o pasos por lo que el maestro irá evolucionando sucesivamente. Pienso que resulta conveniente dar debida cuenta de tales reglas:
Primera regla: ver si el estudiante ha o no estudiado. Si no ha estudiado, hay que explicarle los Principios generales que ha establecido para cada «partie» del discurso, a saber, sílaba, diptongo, triptongo, declinación, artículo, nombre, pronombre, verbo, modo, tiempo, gerundio, participio, conjugación, adverbio, preposición, conjunción e interjección, con sus correspondientes subdivisiones. Hay que proporcionarle, pues, unos principios de lingüística conforme se concebía en la época.
Segunda regla (p. 641):
Après lui avoir expliqué / toutes les parties de l’Oraison, il faut, / pour le mettre le plutôt qu’il sera pos- / sible dans l’usage de la Langue Castillane, / qu’il lui fasse comprendre qu’on parle tou- /jours impersonellement, c’est-à dire, à / la troisiéme personne, regie par un des / Titres qu’on donne en Espagne, & des- /quels nous avons traité dans la premiere / Partie des Hispanismes.
Tercera regla: la pronunciación:
il faut qu’il lui enseigne à
prononcer exa- /ctement chaque lettre, selon les Princi- / pes établis dans la
premiere Partie de la / Grammaire. Et comme il y en a trois qui / sont gutturales,
( a sçavoir l’j, le g, / & l’x) il faut qu’il les
prononce avant lui; / & qu’après les avoir prononcées plusieurs / fois, il observe si en les lui faisant re-
/ peter, il imite bien le son qu’il leur a / donné. J’avoüe
que cette prononciation / est très difficile pour les François ; mais / avec un
peu de soin & d’application, on / en vient à bout; après quoi ce sifflement
/ guttural ne paroît plus barbare. (p. 641)
Se nos confirma, pues, la equivalencia de j, g, x para el sonido /x/.
Otro puntal de problemas de pronunciación es la ch, que el alumno debe aprender de la cuidadosa pronunciación del maestro, ya que es «absolutement / impossible d’établir par écrit des / regles assez expressives pour donner une / idée distincte de ces lettres, parce que / dans notre Langue nous n’avons aucune / lettre qui ait un son approchant de l’j, du / g, de l’x, ni du ch.» (p. 642)
Cuarta regla: consiste en enseñar los verbos ser y haber, para lo que es conveniente que los copien por escrito:
Les Verbes Substantif / ser, être, & l’auxiliaire haver,
avoir, / étant les clefs de la Langue Castillane, / aussi bien que de la
Françoise, il faut / qu’il oblige à les
apprendre par coeur; / & afin qu’il les apprenne plus facilement, / il
sera fort à propos qu’il les lui fasse co- / pier, étant certain que ce qu’on a
écrit / une fois, s’infraue [†] plus aisement dans l’es- / prit.(p. 642).
Conviene dar la «explication» o traducción en francés: yo soy, je suis...
La causa de semejante cuidado y prolijidad se debe al papel que desempeña el verbo ser en la pasiva y el verbo haber en los tiempos compuestos (el verbo ser ya no sirve para formar tiempos compuestos, según Vayrac):
Ce que je prescris dans cet-
/ te regle, est important pour s’avancer
/dans la connoissance de la Langue Ca- / stillane, que tous les Verbes Passifs
se / forment du Participe du Verbe qu’on con- /jugue, & du Verbe
Substantif ser, comme / yo soy
amado, je suis aimé [...] & que tous les Tems composez de tous
les Verbes Ac- / tifs & des Neutres, se forment également / du même
Participe, & du Verbe haver, / comme he amado, j’ai aimé
[...], he caido, je / suis tombé [...]. (p. 642-643)
Quinta regla: después de haber aprendido tales verbos,
le Maître lui doit donner quelques
examples / courts et familiers qui marquent le re- / gime des Verbes qu’il aura
appris, com- / me yo soy prudente, je suis prudent: tu eres / sabio,
tu es sage: el es docto, il est sçavant [...] he gana de comer: j’ai envie de manger: / he menester de bever, j’ai besoin
de boire: / ha miedo, il a peur: nosotros hemos sed, nous
/ avons soif: vosotros haveis una buena ma- / dre, vous avez une bonne mere : ellos
/ han un buen padre, ils ont un bon pere.( p. 643-644).
Sexta regla: después de ser y haber, es necesario que aprendan de memoria un verbo de la primera conjugación (-ar: amar), otro de la segunda (-er: leer), y finalmente otro de la tercera (-ir: subir).
Séptima regla: es necesario que el «Ecolier» aprenda de memoria todos los verbos irregulares «sans quoi il est / impossible qu’il puisse jamais parler Espa- /gnol.» (p. 644)
Octava regla. Después de enseñar la conjugación de cada verbo, hay que enseñar su «regime» o construcción, primero en lo que concierne al nominativo o sujeto y después en lo que concierne a los demás «cases». En cuanto al nominativo, l’Abbé de Vayrac hace observaciones muy interesantes, como que todo verbo, a excepción de los impersonales, debe tener un nombre o pronombre que lo rija (lo cual nos recuerda a Chomsky), sin embargo («remarque» número uno), «lors- / que ce Nominatif est un Pronom personnel, / l’usage veut qu’il se supprime ordinaire- /ment, comme canto, je chante [...]». Además, verbo y nominativo deben concordar en género y número; si hay varios nominativos para un mismo verbo, éste va en plural; y, cuando se encuentran diversos nominativos de diferentes personas, «le Verbe doit s’accorder / avec la plus noble, & faire entendre à / l’Ecolier que la premiere est plus noble / que la seconde, & la seconde plus noble / troisiéme.» En cuanto a los complementos, los verbos activos rigen acusativo de persona (en tal caso con la preposición a[18]) o de cosa, pero además, los verbos «respectivos» rigen otro caso en añadidura al de acusativo: ya sea el genitivo («acusar à alguno de hurto»), el dativo («he dado cien doblones à mi hijo») o el ablativo («sacar à una persona de la carzel»). Y el verbo pasivo rige ablativo («soy amado del Rey», «la virtud es estimada de los hombres de bien»); fijémonos que da ejemplos sólo con de, frente al uso actual que prefiere por[19].
Novena regla. Después del régimen, el maestro dará una explicación sucinta sobre las diferentes partes de la oración, y a continuación expondrá los hispanismos o giros idiosincrásicos de la lengua castellana. A este último respecto, resultan muy sabias sus palabras:
en suite de quoi [las partes de la oración] il expliquera / à son Ecolier ce qu’il a dans ce que nous / avons appellé Hispanismes, c’est-à-dire, / les façons de parler Espagnoles, qui ne / peuvent se ranger sous aucune regle de / la Syntaxe, dautant que ces façons de / parler sont fort ordinaires dans la conver- / sation, ce qui fait qu’on fait qu’on ne les sçauroit / sçavoir trop tôt. (p. 647).
Décima regla: «Une des meilleures ma- / ximes qu’on sçauroit mettre en usage, / c’est de faire plusieurs questions à l’E- /colier sur l’usage des parties de l’Oraison.»(p. 648), como por ejemplo: ¿qué caso rige la preposición con?, ¿cuál es la diferencia entre adverbio y preposición?, ¿qué tiempo verbal se emplea en español tras si en lugar del futuro de indicativo en francés?, ¿qué diferencias de uso hay del participio pasivo entre el español y el francés... Para tales informaciones, el autor remite a otras partes del libro.
Undécima regla. Pasamos al léxico, pues una vez que el estudiante conozca el uso de la diferentes partes de la oración,
le Maître de Langue le que-
/ stionnera sur l’explication de plusieurs / termes qui tombent le plus
familierment / dans la conversation, comme les choses / les plus necessaires à
la vie, telles que sont le pain, le vin, la viande, les fruits,
&c. / ce qui regarde les habits, comme le cha- / peau, le justaucorps,
la chemise, les bas, le /
souliers, la cravate, &c. il poura s’étendre / sur le meubles
d’une maison, comme le / lit, la table, les sieges, la poële,
le pot, un / plat, une assiette, & quantité d’autres choses
necessaires. Il sera aussi attentif à lui faire / apprendre les choses qui
regardent le ce- / remonial, les usages, les complimens / qui se pratiquent en
Espagne; les noms / des personnes don on a plus de besoin, / comme le Curé,
le Vicaire, le Medecin, le / Chirurgien, l’Apoticaire,
le Barbier, le / Tailleur, le Cordonnier, le Chapelier,
&c. (p. 649-650)
Curiosamente, este tipo de vocabulario base y las diversas cortesías y cortesanías solían aparecer reflejados en las nomenclaturas (por ejemplo la que sigue a los diálogos de Oudin en la edición de 1675), género didáctico que no menciona nuestro abate.
Duodécima regla (sintaxis y traducción). Después de haber explicado todo lo anterior, el maestro pasará a la sintaxis: «il lui expliquera toutes les ob- /servations que j’ai faites sur la constru- /ction dans ma Syntaxe; & en les lui ex- / pliquant, il lui fera construire des phra- / ses sur les principes que j’établis.» (p. 649) Además, se le encomiendan al alumno traducciones del francés al español: primero de frases «courtes & aisées» y luego de «thêmes entiers de la même ma- / niere que font les Regens dans les Colle- /ges.» (esto es, textos enteros); siempre se harán las correcciones pertinentes. Aquí l’Abbé recuerda que en todo momento el maestro debe ver si el estudiante ha realmente estudiado, «car s’il n’a pas étudié, il faudra qu’en / lui donnant des thêmes, il lui marque tou- / tes les parties du discours par des chiffres, / de la maniere suivante», y a continuación presenta un texto y su minucioso análisis sintáctico. Finalmente, l’Abbé concluye de la siguiente manera:
En faisant faire ainsi un thême par par- / ties , l’Ecolier distinguera facilement tou- / tes les parties de l’Oraison ; & par là il / fera de grandes progrès en peu de tems. // J’avoüe que tous ceux qui voudront ap- / prendre la Langue Espagnole , n’auront / pas besoin que le Maître de Langue en- / tre dans un si grand détail ; mais il y en / aura quantité qui ne sçauront uniquement / que lire & écrire (sur tout les femmes) / à qui cette Methode sera très utile. (p. 652-653)
Décimo tercera, y última, regla. Después de que el estudiante se haya instruido en todo lo anterior, el maestro le hará leer algún buen libro durante una media hora, más o menos, y a medida que va leyendo le irá traduciendo al francés lo que lee. Primero las traducciones serán literales, palabra a palabra, siguiendo la forma de construcción española, y luego, una vez más avanzados, deberán traducir siguiendo el «genio» de la lengua francesa. Finalmente, el autor proporciona uno de los frecuentes cánones literarios que son frecuentes en los métodos para extranjeros del Siglo de Oro:
Pour l’habituer à par- / ler
correctement, il ne luit doit proposer / que de bons Livres, parce que s’il lui
en / proposoit qui fussent mal écrits, il s’ac- /coutumeroit à un stile
barbare. Les meil- / leurs Livres sur lesquels il doit se former, / sont les
suivans: // L’Histoire de la Conquête du Mexique, / par Don Antonio Solis; les Comedies
de / Calderon; celles de Moreto; celles de Don / Lopez de la
Vega; Les Emblêmes de Saa- / vedra: les Ouvrages de
Quevedo; ceux de / Marie de Zayas : la Diane de Montemayor: / les
Sermons du Pere Guerra, Trinitaire; / ceux de Barcia, Evêque de
Cadiz : les / Nouvelles de Michel de Cervantes. Mais / quelque lecture qu’il
fasse, il n’en tirera / jamais tant d’utilité que des remarques / qu’il fera en
écoutant attentivement ceux / qui ont la réputation de bien parler; / parce que
comme la Langue Espagnole / est sujete à de grands changements, tous / les
jours on invente de nouvelles façons / de parler que l’usage de la Cour
autorise, / & qui doivent servir de regles à ceux qui / veulent parler
parfaitement. (p. 652-653)
De la misma época, que también es la de Sobrino, me gustaría ofrecer otro testimonio sobre la enseñanza de lenguas en la transición del español clásico al moderno: el del maestro de lenguas afincado en Alemania Antonio Moratori, y de su interesantísima Instrucción fundamental (1723), que ofrece un conjunto de diálogos español-alemán, una gramática en latín-alemán del español, una selección de cartas español-alemán, una selección de proverbios, un glosario español-alemán, etc., esto es, casi todos los tipos o contenidos textuales del conjunto de la obra de Sobrino en un solo volumen. Extraigo unas palabras del primer diálogo (pp. 3-5):
A[ntonio][20].
[...] Por / bolver a nuestro Proposi- / to, de quien aprende V. M.?
P[ablo]. Del Señor N.
A[ntonio]. Adonde vive este?
(adon- / de aloja) si se puede saber?
P[ablo]. Està aoljado [i.e.
alojado] en la Placa [i.e. Plaça] / N. en un muy buen y como-/ do lugar.
A[ntonio]. La Lengua
Española me / agrada, yo quiero apren-/ derla, ( Yo desseo tambien / de
aprender la Lengua / Española.) (Yo tambien / tengo la misma intention;) però
hallo (hé) muchas / dificultades.
P[ablo]. Que dificultad
tiene (hà) / el Señor?
A[ntonio]. La mayor parte
destos / Maestros, que enseñan las / Lenguas, no las saben bien / ellos mismos.
P[ablo]. Estos Maestros son
buenos / por desbastar, y por los pri-/ meros rudimentos.
A[ntonio]. Cada uno dice, el
Señor / mi Maestro es el mejor/ (muy Docto, leydo.)
P[ablo]. Es verdad, cada uno
ha- / bla de la suerte, (en èsta / manera) però el mi Se- / ñor Maestro enseña
con / gran aplauso.
A[ntonio]. <A.> Por bien aprender una / Lengua, no ay sinò
tres/ medios.
P[ablo]. Que medios son
ellos?
A[ntonio]. I. Es menester,
leer bue- / nos Autores, y entender / bien lo, que se lee,
II. Escrivir, y
III. Hablar.
P[ablo]. Mi Señor Maestro
hà un / buen modo, me dà todos / los dias algunas Cartas (le- / tras) y Dialogos,
sobre la / materia, que yo le pido / (quiero) y el dia siguiente / le doy la
respuesta, la qual / el me corrige, adonde hè / errado. [negrita mía]
A[ntonio]. Este es muy buen
Metodo / por aprovechar mucho. / V. M. habla ya sin duda/ (falta) bien Español?
P[ablo]. Yo voy aprendiendo.
A[ntonio]. No hà tenido ya
harto fun- / damento?
P[ablo]. Que fundamento?
A[ntonio]. No hà el Señor
aprendi- / do perfectamente la Len-/ gua?
P[ablo]. No, Señor mio, como
/ de presente veo y conozco.
A[ntonio]. Porque, como
sucediò eso / (esto)?
P[ablo]. No lo sè.
A[ntonio]. V. M. no deve
imitar / el Gambaro.
P[ablo]. Mi Maestro sonroje
a todos / los dias mi negligencia, y / me dize, que es menester / trabajar por
arrivar à la / perfection de la Lengua.
A[ntonio]. La perfection de
la Len- / gua no se puede adquirir, / sinò con la conversation / de un hombre
esperto (docto.)
P[ablo]. Con vuestra
licencia dexa- / remos èste Discurso para / otro dia.
A[ntonio]. Como V. M. manda.
P[ablo]. Beso à Usted las
manos,y / me encomiendo (à V. M.).
A[ntonio]. A Dios.
Resulta interesante de este fragmento, el estatus privilegiado del profesor (vive en la plaza, el centro preferente de la ciudad, y bien acomodado), los detalles jocosos sobre los maestros que desconocen la lengua y sobre la dificultad del alumno para aprender la lengua, el hecho de presentar entre paréntesis otras opciones paradigmáticas entre las que puede escoger el alumno, pero sobre todo el uso de métodos inductivos para la enseñanza del español, costumbre que se impuso en la segunda mitad del s. XVII (Girón Alconchel 2000: 72), con el empleo y publicación de libros de diálogos y cartas, de lo cual Sobrino sería un perfecto ejemplo. Especialmente significativo es el turno de palabra destacado en negrita, donde se nos muestra claramente cómo se procedía con los diálogos como instrumento pedagógico: lejos de formar parte de un «método conversacional» (como es la opinión de Sánchez en sus trabajos de 1987 y 1992), se integraban como una herramienta más de un método semejante al «método tradicional»[21] de escritura y traducción, pues de hecho eran «una especie de ejercicio de traducción en ambos sentido, con solucionario» (Satorre Grau 2001: 877), además de que eran textos que se aprendían de memoria (Lépinette 1991: 140)[22]. Por el pasaje mencionado, vemos que también se ejercitaba la conversación, pero seguramente no como se produce en el moderno «método conversacional»[23]. Asimismo, también se nos confirma, tanto por este pasaje como por los de L’Abbé Vayrac, la importancia del maestro de lenguas como guía constante del alumno (Lépinette 1991: 139).
Obsérvese además que L’Abbé Vayrac no menciona en absoluto los libros de diálogos o de cartas como herramienta pedagógica. Al recomendar lecturas, directamente dirige al alumno o lector a los clásicos de su época. Podemos considerar que el empleo de libros de diálogos y otras muestras lingüísticas no formaba parte de su método, o bien que sólo eran válidos para la iniciación a la lengua española, lo que hoy llamamos niveles básicos o inferiores, como revelan los testimonios de Alvarado acerca de sus diálogos[24] o Sobrino acerca de su libro de cartas[25], lo cual probablemente exigiría una adecuación de la lengua de tales obras a los alumnos, simplificando su complejidad, por lo que tenemos que considerar con muchísimo cuidado todo dato lingüístico que podamos extraer.
En el noveno diálogo de Moratori, se puede observar la pujanza de la producción y demanda de libros para la enseñanza de segunda lengua en la época (pp. 90-92):
Dialogo/ Decimo Nono,/ De
los Libros.
E[strangero]. L[ibrero].
[filete]
Entrangero [i.e. Estrangero[26]].
S2Eñor Librero/ tiene V. M./ libros nuevos?/ (impressos de nuevo,
novo?)
Librero. De que (qual) ma-/
teria los pide Usted?
E[strangero]. Dialogos Latinos,
Tude-/ scos, Griegos, Hebreos,/ Franceses, Españoles, e Ita-/ lianos.
L[ibrero]. Hallarà en mi
Tienda (Li-/ braria) todo que Usted pi-/ de./ Aquì ay (tiene hà) Usted el/
Catalogo,/ y V. M. comanderà à su gusto. [y el Extranjero pide, entre otros libros
de muy diverso asunto], “4. de Dialogos” y 12. Vocabolarios Italianos y/
Tudescos, y Tudescos/ Italianos”.
Por otro lado, aunque pudiera parecer que la decadencia política española frenaría la demanda de la enseñanza de la lengua del Imperio español, no ocurrió nada de eso en el mercado francófono, ya que, como comenta Supiot (1991: 496):
Cuando Sobrino publica su diccionario, en 1705, los dos países son ahora aliados en la guerra de Sucesión. Esta guerra provocó un estrecho contacto entre las dos naciones, contacto que habría de reflejarse, entre otras cosas, en el lenguaje, como señalara Brunot [Histoire de la langue française à nos jours, vol. VIIII, Paris, Armand Colin, 1937], para quien es precisamente ése le momento en el que se afianzan algunos galicismos que rondaban al español de antiguo. Ello, y el hecho de compartir ambos países una misma dinastía, hace observar a Sobrino que su obra es, en 1705, “más necesaria que nunca”.
No se habría producido aún el proceso que comenta Niederehe (1997: 41) acerca de que en el siglo XVIII «el idioma del vecino transpirenaico se establece como idioma europeo más importante. No obstante, los españoles siguen convencidos de la alta categoría de su propio idioma, alcanzada durante los Siglos de Oro, pero piensan al mismo tiempo que ya no es posible perfeccionarlo más sino que hay que conservarlo y protegerlo para que, en el futuro, no caiga en abandono». Prueba de tal decadencia, según Niederehe (1998: 119), sería que desciende el número de gramáticas de español en francés a lo largo del siglo XVIII, aunque sí es cierto que su calidad era muy alta.
Además, debemos tener en cuenta el amplio destinatario de la obra de Sobrino: por un lado la clientela aristocrática a la que atendía directamente Sobrino[27], y por otro lado una cierta cantidad de mercaderes y comerciantes que veían el conocimiento de la lengua española de gran rentabilidad para su tráfico (Niederehe 1987: 14), y a quienes bajo el título de «público» se dirigirían explícitamente la mayor parte de las obras de Sobrino[28], las cuales no están amparadas por ningún mecenas, con la salvedad del Dicc. nuevo, dirigido «AL SERENISSIMO SEÑOR / MAXIMILIANO EMANUEL, / DUQUE DE LAS DOS BAVIERAS, / Y PALATINADO SUPERIOR,/ CONDE PALATINO DEL RHIN,/ ARCHIDAPIFER, Y ELECTOR/ DEL SACRO ROMANO IMPERIO,/ LANDGRAVE DE LEICTENBERG, / Y Vicario General de los Payses baxos.[29]» (Dicc. nuevo 1705, fol. *1r). Se trata de un concepto de público ya moderno en el que se se ve ya el libro como un objeto de beneficio y consumo, y de cuyo provecho obtienen recompensas autor e impresor: el mismo público al que se dirigirá el Padre Isla en su Fray Gerundio de Campazas y sobre el que luego se interrogará Larra («¿Quién es el público y dónde se encuentra?»). Claro está, en ese público también están incluidos los nobles que podrían comprar sus obras, y de hecho parece que igualmente piensa en ellos al subrayar la importancia del español en las cortes europeas (Secr., fol. *1r):
(J4)Amais la
Langue Espagno- / le n’a été plus en vogue / qu’elle n’est aujourd’hui; / les
Nations qui ont eu au- / trefois le plus d’antipatie contre les / Espagnols, la
cherissent & l’appren- / nent presentement, même le plus / grand Prince*
[nota al pie: *L’Empereur Charle VI.] de l’Europe la préfere / aux autres langues
usitées à sa Cour / & la parle avec le plus de plaisir.
El profesor Dieter Messner[30] nos confirma tal opinión acerca de Carlos VI y nos traza con precisión la trayectoria del aprendizaje del español en la corte de Viena: la presencia española (incluidos los manuales de español) estuvo principalmente unida al compromiso y casamiento de la infanta Margarita Teresa –la protagonista de Las Meninas– con el emperador Leopoldo I (1640-1705), el cual aprendió español para poder hablar a su esposa en su propia lengua; con la muerte prematura de la infanta en 1673, «el españolismo de Viena perdió su fuerza y no la recuperó hasta después de la paz de Utrecht en 1714, cuando una gran parte de los seguidores catalanes del pretendiente al trono español, el emperador Carlos VI, que abandonó Barcelona en 1711, vino a Viena» (Messner 2000: 2).
También en Inglaterra se ve un buen momento para la enseñanza del español, como lo atestigua el final del prólogo al lector («To the reader») que escribió Félix Antonio de Alvarado en sus Diálogos ingleses y españoles (1718), en el f. b5 r:
If this meets with Acceptance, it may animate
me to offer something more perfect: If not, I am where I was, having publish’d
this without an Eye, to either Praise or Reward; my only View
being to be Serviceable to the Publick; especially
at this Time when our Trade to Spain is recovered, and the
South-Sea so far extended, and secured; that this Fine Language
is become much more useful, and necessary than formely. [la
negrita es mía]
Por lo tanto, tampoco se produjo una decadencia de la enseñanza del español en otro países como el Imperio Austríaco o las Islas Británicas, y asimismo aún se publican gramáticas de español en Italia (como podemos observar al ver la obra de Chirchmair, o la persistencia de la gramática de Franciosini[31]).
3. OBRA DE FRANCISCO SOBRINO
Como maestro de lenguas, Sobrino se procuró la publicación de los materiales necesarios para su labor: una gramática aplicada de español l/e (Nouv. gr. [1ª ed. 1697]), un diccionario español-francés, francés-español (Dicc. nuevo [1ªed. 1705]), unos diálogos que sirvieran como muestra de lengua (Diál. [1ª ed. 1708]) y un manual de redacción de cartas, dentro del mismo ideal pedagógico inductivo del que ya hemos hablado, a través igualmente de muestras o ejemplos de cartas (Secr. [1ª ed. 1720]). Sin embargo, también corrigió la traducción desde el francés de la vida de Santa Genoveva[32], igualmente para François Foppens, su editor en Bruselas.
La Nouv. Gr. adopta el francés como lengua fuente de metalenguaje, mientras que la lengua meta (el español) proporciona los ejemplos, según la distinción que establece Lépinette (1996). La concisa discusión gramatical se presenta a una sola columna; paradigmas y ejemplificación, a dos columnas (en el último caso, la columna izquierda o A en español y la derecha o B en francés). Los Diál. también se presentan a doble columna: la col. A (lengua meta) en español y la B en francés. El orden de las columnas es importante, dado que la columna a la izquierda siempre señala la lengua concebida como objeto de aprendizaje, aunque luego se pueda emplear el manual en la otra dirección, como recuerda Martín Gamero (1961). El texto del Dicc. nuevo está impreso igualmente a doble columna, pero aquí lo importante es el orden: el lema en una lengua y la acepción en otra (el primero en letra cursiva y el segundo en letra redonda); dependiendo de la dirección del repertorio, primero aparece el francés y luego el español o viceversa.
De las cuatro obras, solamente el Secr. es original, mientras que las otras obras plagian en mayor o menor medida a otros autores, en especial César Oudin, para la Nouv. gr. y el Dicc. nuevo, así como en gran parte de los Diál. (a excepción de algunos diálogos e interpolaciones originales de Sobrino).
La intervención de Sobrino en una obra religiosa –la traducción de la vida de Santa Genoveva– no nos puede extrañar, ya que por el tono de su obra podemos deducir que Sobrino era bastante piadoso y estaba enormemente interesado en religión y teología, y especialmente preocupado por combatir sectas, herejías y enemigos del cristianismo: de ahí su «Diàlogo Decimo tércio entre Mahoma y Ario, que hazen relacion de sus aventuras en el otro Mundo» (Diál., pp. 238-251), o su «Carta del Autor à un amigo en que declara como la ley de Mahoma entrò en Africa.» (Secr., pp. 136 y 138). Sobrino no es en absoluto un novator, y cuando parece tener un interés científico por el mundo, se atiene a interpretaciones teológicas y ortodoxas («Diàlogo Decimo quarto, entre dos Filósofos, que hablan de la creacion del Mundo, y de otras cosas curiosas» [Diál, pp. 252-273]).
Su obra lingüística tuvo un éxito enorme. Ya Amado Alonso (1967: 177-178) habla de la fortuna de la Nouv. gr., y de como «en 1745 ya se había reeditado la gramática siete veces más» y aún se seguiría reeditando más, hasta llegar a la versión de Antonio López de Bustamante en 1913, publicada en París por E. Guérin, la última que cita Palau (1969: 339) de una serie de 30 ediciones desde la primera de 1697 inclusive (13 de ellas en el s. XVIII). Amado Alonso también comenta la fortuna del Dicc. nuevo, que sería conocido directamente como Sobrino a partir de la edición de 1769, curiosamente una vez ya muerto el susodicho (en 1760 ya se había reeditado «cinco veces más»); Palau registra ocho ediciones y Aguilar Piñal diez, todas en el s. XVIII. Aunque Amado Alonso no reparó en los Diál., también estos tuvieron fortuna: Palau señala nueve ediciones, todas en el s. XVIII, pero en cambio Aguilar Piñal (1993) sólo siete. Curiosamente, un personaje llamado Félix de Alvarado, «Presbytero de la Yglesia Anglicana», otro heterodoxo protestante como Antonio del Corro y sevillano como él[33], publicó en 1718 unos Diálogos ingleses y españoles que, pese a la opinión de Alonso (1951b: 288), no copia de Stepney, sino del mismo Francisco Sobrino, además de que añade un diálogo de su propia pluma («Diálogo Decimoquinto: Entre dos Protestantes, el úno llamádo Miguel, y el ótro Raphael, en qué muestran sus razones, porque éllos no quieren ser Papistas»). Por tanto, el plagiador plagiado. También publicamos tal diálogo de Félix Antonio de Alvarado, en una edición absolutamente inédita desde el siglo XVIII.
Foulché-Delbosc
(1919), en sus «Diálogos de antaño», que edita tanto a Stepney como a Sobrino
(además de a Minsheu y Oudin), incluye a Alvarado dentro de la tradición de
Minsheu, que es la misma que la de Sobrino (Gauthier 1919: 79). Martín Gamero
(1961: 136) sí detecta que los 13 primeros diálogos vienen de Sobrino, pero no
que el 14 es la Méthode, y añade que «Alvarado no hizo más que copiar la
columna castellana de los diálogos de Sobrino (por supuesto, sin citarle) y
traducirla al inglés» (p. 136). Según Sánchez (1992: 175), la copia que hace
Alvarado es casi literal, salvo algunas modificaciones que quieren adecuar la
lengua al uso contempóraneo; sin embargo, por el cotejo que presenta el mismo
Sánchez y por el que hemos hecho personalmente, Alvarado apenas retoca los
diálogos, mucho menos de lo que hizo Sobrino con los diálogos de Oudin
(respecto a los cuales corrigió completamente los pronombres y fórmulas de
tratamiento para adaptarlos al uso de su época, por ejemplo). Por tanto, no he
considerado necesario publicar los diálogos que copia de Sobrino. Por otra
parte, según Martín-Gamero (1961: 136), tanto el diálogo XV como una tabla y
una carta de un padre a su hijo, todos materiales de propaganda religiosa.,
parecen proceder de su mano (lo cual confirmamos), y con ello, «Alvarado se
había desvíado aquí completamente de su propósito, pues esta última parte nada
tiene que ver con la enseñanza del inglés y del castellano», aunque al final
vuelve al cauce pedagógico incluyendo una Ortografía [la cual también copia de
Sobrino]. Sin embargo, para nosotros no es tan anómala esta inclusión de
material ideológico: al fin y al cabo nunca hay una pedagogía inocua, sino
siempre con una ideologización sesgada, implícita, aparte de que tal proceder
en el subgénero de los coloquios escolares ya lo practicaron Erasmo y Vives
(Vián Herrero 2000). Finalmente, Martín-Gamero no detecta la copia de la
ortografía, que también reproduce Alvarado de Sobrino, y remite a noticias de
A. Alonso (1951a), el cual pensaba que tal ortografía era una mezcolanza
de las anteriores gramáticas españolas, especialmente de la de Miranda (1565).
Respecto a la ortografía del impreso, recálquese que se acentúan casi todas las
palabras, como era costumbre en la enseñanza del español en Inglaterra desde la
gramática de Oudin traducida por Wadsworth (1622), en una forma de enseñanza
inductiva de la pronunciación –Sánchez (1992: 47, 168) sólo reparaba en que lo
hacía Wadsworth, y Stevens siguiendo su ejemplo.
Volviendo a Sobrino, y centrándonos ya en la Nouv. gr., resulta cierto que Sobrino copia casi literalmente a Oudin, sin apenas añadir nada[34], siendo más interesante constatar qué es lo que quita al darse cuenta de que la lengua ha cambiado: de la gramática de Oudin, por ejemplo, quita la referencia a las formas extendidas de demostrativos de primer y segundo grado (aqueste, aquesse[35]) pero aumenta y reordena las tablas de verbos[36]. Hay que añadir que a partir de la 3ª ed. (1717), la Nouv. Gr. apareció incrementada por un breve diccionario (Carmen Cazorla 2000, 2002: 52-53).
Por otra parte, aunque se suele hablar en general de que un gramático copia a otro, en concreto Sobrino a Oudin, hemos de considerar qué edición copia en concreto, dado la larga historia textual de algunas de las gramáticas, como pueden ser en especial la de Oudin (Alonso 1951a: 13-15) y la de Sobrino que la perpetúa. De este modo, la primera edición de la Grammaire espagnole de Oudin es de 1597, mientras que la primera edición de la Nouvelle grammaire espagnole de Sobrino data de 1697. Un siglo exacto de diferencia. Demasiado tiempo quizá. Amado Alonso explica que ante las observaciones de Ambrosio de Salazar, Oudin realizó grandes reformas en su gramática para la 5ª edición de 1619 (al menos en el aspecto de la pronunciación, que es del que se cuida Amado Alonso). De tal modo que por ejemplo añade las siguientes palabras acerca de la ç para describir su timbre ciceante: «et se prononce avec la langue grasse que nous disons en grassayant, et non pas si rudement que l’s, encor que en nostre langue il se prononce de mesme». Tomando estas palabras como piedra de toque, vemos que prácticamente coinciden con la Nouv. gr. de Sobrino (pág. 4): «& se prononce en grassayant, & non pas si rudement que l’s, encore qu’en François il se prononce de meme». Por tanto, Sobrino debería de copiar la edición de 1619, que es la que nosotros hemos cotejado, o alguna otra posterior.
Una pregunta similar nos deberíamos hacer acerca de los Diál. Sabemos que Sobrino también los copia de Oudin. La primera edición de los Diálogos muy apazibles de César Oudin data de 1608. La primera edición de los Diál. de Sobrino data, casualmente, también de un siglo exactamente después: de 1708. Foulché-Delbosc (1919: 146) comenta que en la primera edición aún no aparecía el único diálogo que era original de Oudin, el de Poligloto y Philoxeno, ya que el resto los copia con alguna alteración de Minsheu; así mismo, sigue Foulché-Delbosc, su hijo Antoine Oudin nos dice que el tal Poligloto es su mismo padre recién vuelto de España (viaje que el mismo César Oudin explicaba haber realizado «el año pasado» en su edición de la Galatea cervantina en 1611, en París). Dado que tal diálogo tampoco figura en la edición de los diálogos de 1611, Foulché-Delbosc concluye que «comme d’autre part César Oudin mourut en 1625 et qu’en 1626 son huitieme dialogue était réimprimé par Franciosini, il n’est pas douteux qu’il ait paru pour la premiére fois entre 1611 et 1625». Por otro lado, tenemos que tener en cuenta que los Diál. de Sobrino incluyen «Un pequeño tratado de la Ortografía Española». Ahora bien, si compulsamos la edición de los diálogos de su padre que hizo Antoine Oudin en 1675[37], nos encontramos con que se añade en apéndice una «ORTOGRAPHIA / ESPAÑOLA / En que se trata de la buena Forma, / Distinction, Figura, Pronuncia- / cion, Sitio, Linage, y Puntos de / la letra Española compuesta por / Fray GERONYMO GRACIAN de / la Madre de Dios Carmelita.» Tal ortografía coincide casi prácticamente con la que ofrece Sobrino. Así mismo, hay que observar que es el mismo François Foppens el que publica ambas versiones. Por tanto, podemos reconstruir el proceso de la siguiente manera: François Foppens, ante el buen resultado comercial de la Nouv. gr. y del Dicc. nuevo, le ofrecería a Sobrino otra obra de César Oudin, de la cual aún conservaba algún resto en su taller, para que la remozara y adaptara a los nuevos tiempos con objeto de obtener nuevos rendimientos económicos; por supuesto, Francisco Sobrino aceptaría el encargo.[38] Así mismo, no sería de extrañar que la edición de la Grammaire espagnole que Sobrino copiara de Oudin fuera alguna versión más reciente, por ejemplo, las de 1659 o 1660 (Niederehe 1999: 184-185, 190-192), también publicadas por su hijo Antoine.
Centrándonos ya pues en los Diál., podemos comentar que el empleo de diálogos coloquiales o familiares ad hoc para la enseñanza de idiomas ya la aplicó Luis Vives para el latín en sus Exercitatio Linguae Latinae (1538), aunque destinados a enseñarle el latín a los niños, un latín fresco y cercano, mas puro, como el que proponía Erasmo de Rotterdam, quien ya lo había empleado en sus Colloquia. Sin embargo, Bourland (1933: 290-291) señala que el Vocabulare (1530) francés-flamenco de Neil Berlaimont antecede al menos en nueve años (?) a la obra del humanista español.
Con objeto de dilucidar la tradición de los diálogos en castellano para la enseñanza de español l/e, en la que se insertan los Diál. de Sobrino, nos va a ser muy útil la edición que hizo de gran parte de ellos Foulché-Delbosc en 1919 («Diálogos de antaño», Revue Hispanique, XLV, 34-238).
En tal largo artículo, Foulché-Delbosc saca a la luz los diálogos de William Stepney (1591), John Minsheu (1599)[39], César Oudin (1608), Juan de Luna (1619)[40] y Francisco Sobrino (1708).
Primero nos encontramos con los siete diálogos de William Stepney, incluidos en su The Spanish Schoole-master (1591), en el que también publica unas notas sobre pronunciación, una tabla de conjugaciones, «diversos propositos de mercancias», proverbios, refranes, unas oraciones y preceptos religiosos, un pequeño nomenclator (números, días, meses, días festivos, «sentences») y finalmente un vocabulario. Hay que subrayar con Foulché-Delbosc (1919: 35) que «les sept Dialogues de Stepney (1591) sont une oeuvre entièrement distincte des sept Dialogues publiés par Minsheu (1599)». Además, el mismo Stepney, profesor de inglés en Londres, admite en la epístola inicial al lector que su conocimiento del castellano es imperfecto. De hecho, si leemos sus diálogos, observamos una hiperabundancia del pronombre personal sujeto, especialmente del de 1ª persona singular, que no puede sino ser una transferencia de su propia lengua, el inglés. Por otra parte, aunque no sean el origen directo de los diálogos de Minsheu, ya presentan algunas de las situaciones de la vida cotidiana que desarrollará con mayor fortuna el último: conversaciones de mesón u hostería, convites, situaciones mercantiles, la rutina de levantarse por la mañana, relaciones amo-criado, etc. De hecho se trata de los diálogos de la tradición textual de los vocabularios y diálogos que tienen su origen en Berlaimont (Bourland 1933: 288). Ya Bourland (1933: 283-284) destaca que Foulché-Delbosc (1919) no detectó la copia que realizó Stepney de la tradición de Berlaimont. Por medio de Bourland (1933) podemos deshacer el entuerto acerca de Stepney. En su artículo, la autora nos desbroza la selva textual de la tradición de diccionarios y coloquios que arranca de un Vocabulare de 1530, que sólo conservamos a partir de la edición de 1536 en adelante. Se trataba originalmente de un libro bilingüe francés-flamenco con un diccionario y varios diálogos. Tras su muerte (1531) su libro iría creciendo sin su consentimiento, en forma de tres tradiciones principales: 1) las cuatro ediciones cuadrilingües publicadas por Bartolomé de Grave; 2) la edición oblonga de vocabularios en cuatro lenguas, llamados Dictionario, Coloquios o Dialogos en quatro lenguas, cuyo primer ejemplo data de 1569, por J. Bellere de Amberes; 3) los Colloquia en seis, siete u ocho lenguas, también oblongos, que comienzan con los Colloquia cum Dictionariolum sex linguarum, por H. Henyndricx de Amberes en 1583. A este respecto, Stepney copia no sólo los diálogos sino también una serie de sentencias y oraciones. Ahora bien, los Dictionarios, que contienen los preceptos y oraciones, sólo recogen los tres primeros diálogos (el cuarto es un capítulo sobre cómo hacer cartas que no copia Stepney); por otro lado, los Colloquia incluyen los siete diálogos que retoca Stepney pero no las secciones morales y religiosas: «[o]bviously, therefore, Stepney when compiling, his manual have had both these types before him» (Bourland 1933: 301)[41].
Junto a la tradición de diálogos de los derivados de Berlaimont, tenemos principalmente otra tradición paralela, inagurada por los Pleasant and Delightfvll Dialogues in Spanish and English, profitable to the Learner, and not vnpleasant to any other reader (1599), de John Minsheu. Tales diálogos constituyen la tercera parte de un volumen que contiene además el diccionario español-inglés, inglés-español de Richard Percyvall y su gramática, todo revisado y aumentado por Minsheu, una lista de palabras de procedencia árabe que figuran en el diccionario, una gramática, una colección de 64 refranes con su traducción inglesa (Sánchez 1992: 64). Su valor literario y frescura, entendida como capacidad de reflejar el lenguaje coloquial, han hecho dudar de que sea el judío John Minsheu el autor de los mismos[42]. Tanto era su valor que «debió de tener mucho éxito entre los maestros de lenguas de principios del siglo XVII porque aparecieron versiones con traducciones a distintas lenguas» (Satorre Grau 1999: 618). El mismo Foulché-Delbosc recoge o comenta gran parte de ellas: César Oudin hizo una primera versión al francés en 1608 y entre 1611 y 1625 añadiría otro diálogo[43]; Juan de Luna haría su propia versión de Minsheu ofreciendo una nueva versión en francés en 1619, a la que antepuso cinco diálogos escritos por él mismo; Lorenzo Franciosini retoma los diálogos de Oudin, incluyendo el que añadió el gramático francés, y recrea una versión en italiano en 1626; Antoine Oudin ofrece a partir de 1650 una nueva versión de los diálogos de su padre en los que rebaja algunas procacidades y muestras de lenguaje malsonante; finalmente, Sobrino retoma los diálogos de César Oudin y añade seis más, lo que forma un total de 14 diálogos. Por nuestra parte, podemos puntualizar que es la edición de 1675 de los Diálogos muy apazibles de Oudin la que toma Sobrino, como ya hemos explicado. Así mismo, podemos completar la historia de los diálogos en el siglo XVIII hasta 1726: así, John Stevens vuelve a publicar los diálogos directamente de Minsheu en 1706, junto a su A new Spanish and English dictionary [...] To which is added A Copious English and Spanish Dictionary. Likewise a Spanish Grammar, more Complete and Easy than any hitherto extant: wherein The Spanish Dialogues that have been Publish’d are put into Proper English (London, printed for George Sawbridge); Mattia Chirchmair en su Gramatica spagnuola, e italiana (Florencia, Giuseppe Manni, 1709) publica al final cuatro diálogos, tres de los cuales proceden de la tradición de Minsheu, aunque probablemente a través de Franciosini[44], mientras que uno de ellos parece original («DIALOGO / SEGUNDO / Entre tres amigos / llamados Iuan, Die- / go , Martin , y un / Criado; en el qual / se trata de un a- / posento con una / linda prospecti- / va , con otras / platicas.» [pp. 162-175]); ya hemos comentado que Félix de Alvarado copia en 1718 directamente a Sobrino; en cambio, Antonio Moratori, en sus Diálogos españoles y tudescos, incluidos en su Instrucción fundamental (1723) parece ser absolutamente original, lo cual adjudica aún más valor a su obra.
Por tanto, de los 14 diálogos de Francisco Sobrino, hay siete que proceden en última instancia de Minsheu, aunque a través de Oudin[45]; se trata de los siguientes:
1) «Diàlogo Primero, / entre un Hidalgo, / y su Criado, un Ami / go, y una Ama que / govierna su casa.»
2) «Diàlogo segundo, entre / un Hidalgo, y su Mu- / ger, un Platero, y un Mercader.»
3) «Diàlogo Tercero, de un / Combite, entre cinco / amigos, un Mayor- / domo, y un Page.»
4) «Diàlogo Quinto, entre / dos amigos; un Moço / de mulas, y una Ven- / tèra.»
5) «Diàlogo Septimo, de / diversos discursos, / entre tres Pages, y / un Estudiante.»
6) «Diàlogo Octavo, de / diversos discur<o>sos, / curiosos y agradables, / entre dos Ingleses, y / dos Españoles.»
7) «Diàlogo Noveno, de / cosas apertenecientes / à la guerra, entre un / Sargento, un Cabo de / escuad[r]a, y un Soldado.»
Por otra parte, sólo uno procede solamente de Oudin: «Diàlogo Decimo, de / algunos discursos en- / tre dos amigos, que hablan del viaje / de España.»
Finalmente, los seis restantes resultan originales de Sobrino:
1) «Diàlogo Quarto, del / Juego; de la Moneda / de España, y la del / Pays baxo, entre un / Español y un Flamenco.»
2) «Diàlogo Sexto, de un / Pléyto entre un Mo- / ço de mulas, y una / Ventera.»
3) «Diàlogo Onzeno, en- / tre Hernan Cortès, / Motezuma, y sus A- / mericanos.»
4) «Diàlogo Duodecimo, / entre Christóval Co- / lon, y Francisco / Drack, que cuentan / sus aventuras en el / otro Mundo.»
5) «Diàlogo Decimo tércio / entre Mahoma y A- / rio, que hazen relacion / de sus aventuras en el / otro Mundo.»
6) «Diàlogo Decimo quar- / to, entre dos Filóso- / fos, que hablan de la / creacion del Mundo, / y de otras cosas cu- / riosas.»
El «Diàlogo Quarto» resulta fruto de su experiencia en Flandes, y sería de gran interés para los comerciantes que compraran sus obras. Se trata de un diálogo «con fines especiales» o específicos (Sánchez 1992: 159), como el «Diàlogo Sexto» que expone el lenguaje jurídico –y con un estilo muy diferente al de Oudin, ya que abundan las acotaciones y partes narrativas. El proceso judicial se expone con ciertos visos satíricos: el procaz criado Pedro se ha dejado las alforjas en la venta, pero la ventera dice que no las encuentra; comienza el proceso judicial, largo y enrevesado; cuando se va a dictar sentencia, de repente las alforjas aparecen; se ha ido mucho dinero en pagar el juicio, de ahí la sátira (también por el hecho de que los personajes en litigio son de bajo estrato social y por un asunto nimio). Según Sánchez también, el resto de los diálogos «reflejan situaciones artificiales e irreales», que de una forma más amable podríamos llamar imaginativas. El último diálogo es una reelaboración de la «Methode facile / pour aprendre la langue espagnole; Par l’arangement des mots selon la construction de l’Univers, avec les principaux termes des Arts & de Sciences», una especie de nomenclator dialogado que aparecía en la 1ª edición del Dicc. nuevo (1705) y que animaría así mismo a Sobrino a la empresa de redactar otros diálogos. A partir de la 2ª ed. se elimina este apéndice (Puche Roca 1996), hecho para el que no encuentra ninguna explicación convincente Alvar Ezquerra (1993: 284), más allá de la posibilidad de reducir el volumen por un lado –el estrictamente no alfabético– con objeto de conceder espacio a las correcciones y aumentos del diccionario. Esta nomenclatura tampoco es original de Sobrino: en palabras de Concepción Ayala Castro (1992: 442) la «Méthode...» «es una copia exacta del Indiculus Universalis de Francisco Pomey, obra redactada en latín y francés que vió la luz por primera vez en Lyon en 1667; Francisco Sobrino se limitó a recoger el texto en francés y añadirle la traducción española»; esta misma autora señala seguidamente, en la misma página, que esta misma nomenclatura fue copiada por Félix de Alvarado en sus Diálogos ingleses y españoles (1718). Repite sus observaciones en Ayala Castro (1992b: 144, 147). La suerte de la «Méthode...» va tan unida a la del diálogo decimocuarto de Sobrino que Alvarado la copia en lugar de tal diálogo decimocuarto, heredero directo de tal «Méthode...».
Los diálogos originales de Sobrino también han sido calificados de «excéntricos» (Blaylock 283-284). Tal calificación quizá se deba a que tienen una clara intención ideológica y muchos de ellos (con la excepción del diálogo cuarto y el sexto) no presentan escenas de la vida cotidiana[46]. La intención doctrinal o ideológica también fue adoptada por Alvarado, cuyo diálogo original (el número quince) es un ataque contra la religión católica desde el punto de vista de un protestante anglicano, como ya hemos visto.
Por otra parte, hay que tener en cuenta las numerosas adiciones e interpolaciones que hace Sobrino, algunas veces con poca fortuna[47], como es el caso del «Diàlogo Septimo», en el que introduce un «estudiante» junto a los tres pajes Juan, Francisco y Guzmán de la tradición editorial, pero del cual se desentiende a la mitad del diálogo sin volver a hacer referencia a él, provocando pues un fallo en la coherencia discursiva. Las adiciones y omisiones que hace Sobrino son de gran importancia para el filtrado crítico de los datos lingüísticos que presentan los textos, que al fin y al cabo suministran dos capas cronológicas superpuestas: el español de finales del siglo XVI (Minsheu) y principios del siglo XVI (Oudin) junto al de finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII (Sobrino).
Así mismo, no debemos de olvidar mencionar que en el preciso volumen de los Diál. de Sobrino, los diálogos en sí mismo están acompañados por una nomenclatura o «Nomenclator»[48], copiado igualmente de Oudin[49], unos «Titulos que se an de / dar à cada género de / personas, de boca ô / por escrito.» –que como fuente principal tiene el mismo nomenclator de Oudin, debidamente ampliado–, unas «Observaciones muy ne- / cessarias para todos / los que desseàren a- / prender la lengua Es- / pañola.» o notas de gramática contrastiva español-francés –parecen originales– y finalmente un «Un pequeño tratado de / la Ortografía Espa- / ñola.», copiado de Fray Gerónimo de Gracián.
El tratadillo de Gracián resulta interesante por ser poco conocido: no aparece ni en La Viñaza (1893) ni en la recopilación de Martínez Alcalde (1999) ni en la BICRES II de Niederehe (1999)[50]. Acerca del tratadillo, siguiendo a Pacho (1987), hay que destacar lo siguiente: ortografía y caligrafía se interpenetran (Gracián era un gran peñolista), se trata de una cartilla práctica, se olvida la acentuación y faltan por señalar algunos signos ortográficos frecuentes como el acento, el apóstrofe, los puntos suspensivos, el calderón y el asterisco; por otro lado, Pacho comprueba que en su práctica caligráfica personal las diferencias con el tratadillo son mínimas. Por otra parte, Gracián escribió la obrilla en Flandes, donde se encontraba al final de su asendereada vida (murió allí en 1614, tras privanzas, privaciones, cautiverios y largos viajes, sobre todo por las provincias italianas). Los objetivos principales de su última estancia en el extranjero eran combatir el protestantismo y otras heterodoxias, pero también poder publicar sus obras con libertad (de ahí su interés por proporcionar a los impresores flamencos una obrilla útil a su práctica editorial): cf. Pacho (1983).
Sobrino copia con bastante fidelidad, por lo que la presente edición equivale de una forma prácticamente exacta al texto original de Fray Jerónimo de Gracián, que ya editó Pacho (1987: 345-354). Por ejemplo, Sobrino simplemente prescinde del prólogo al lector (sólo se queda con la sección «Que sea Ortograhia y sus partes», la cual retitula como «Al lector»), omite la numeración interna de los párrafos de cada parte y no explicita los signos ortográficos, a no ser paréntesis y corchetes, cuando Jerónimo de Gracián ejemplificaba todos. Asimismo, falta un signo de ortografía después de la «Alegacion» o corchete: «Ù Nota de escritura errada, quando se ha de / poner algo entre renglones, ò arriba, que fal- / to de la escritura, que quando sobra borrarlo, / como el / Dixo Ù Señor, &c.» (Oudin y Gracián 1675: 274). Tampoco recoge Sobrino las reglas generales que aparecen al final del tratadillo de Gracián. Es una pena que Sobrino no se haya ocupado de copiar tales secciones porque resultan harto atractivas: en la advertencia al lector Gracián comenta la necesidad de su obrilla práctica porque los impresores en Flandes cometen numerosos errores al desconocer la lengua, o en las reglas generales habla de que en caso de duda ortográfica hay que dirigirse a un vocabulario (la ortografía no es una cuestión meramente de tratados de ortografía, los cuales casi nunca son capaces de regular totalmente el uso real).
En cuanto al lenguaje de los Diál., es cierto que los diálogos originales de Sobrino «han perdido notablemente su “carácter de familiares y usuales”» (Sánchez 1992: 159), pero los otros guardan todavía muchas de la virtudes coloquiales de las que habla Satorre Grau (1999: 618). Siendo conscientes de que «[n]inguno de los autores de diálogos de este tipo pretendió transcribir conversaciones reales», Satorre destaca cómo en «clave de humor» van apareciendo «términos y construcciones propias del lenguaje conversacional»[51], como son las siguientes (Satorre 1999: 619-623):
a) «Términos propios del lenguaje oral», como «Bolverse en zorra, ô coger una zorra, veut dire, / se transformer en renard, ou chasser un renard; / mais par ces termes les Espagnols veulent dire, / s’enivrer. On dit en France, Coiffer Roline.» (Diál., pág. 27), que arranca de Minsheu.
b) «Construcciones propias del lenguaje hablado», como «Al[onso]. Un zarzaganillo / entra por la ventána / que corta las narizes.» (Diál, pág. 3), también desde Minsheu.
c) «Uso de palabras y expresiones malsonantes», que según Foulché-Delbosc (1919: 75-76) rebajó Antoine Oudin en su edición de 1650 de los Diálogos muy apazibles de su padre, de cuya versión de 1675 parte Sobrino. Sin embargo, aun así quedan muchas palabras de este tipo (Diál., pág. 59-60):
Ag[uilar]. Pedro, alli viene /
un caminante, echale / una pulla.
Ped[ro]. Hola hermano, / adonde
và vm.?
Caminante. Adonde? no quiero dezirlo.
Ped[ro]. Pues yo se lo /
dirè.
Camin[ante]. Dilo pues.
Ped[ro]. Vm. và en casa
/ de la puta que le pa- / riò.
Ag[uilar]. Buena, por
vida / mia, otra à su camarada / que queda atràs.
Ped[ro]. Señor, es suyo
/ el mulo?
Camin[ante]. Qual mulo?
Ped[ro]. Aquel que bese / en el
culo.
Mo[ra]. Viva Pedro.
[...]
Ag[uilar]. Quanto ay desde /
aquí hasta la primera / Aldea?
Ped[ro]. Legua y me- / dia.
Hay que destacar que faltan en Sobrino insultos y chistes respecto al ejemplo de Minsheu que aduce Satorre (1999: 621), en concreto los siguientes:
P[edro].– A, señor, «v.m.
acaso va a Londres.
C[aminante].– Sí voy¸«por
qué lo decís?
P[edro].– Pues cagaxón para
quien va a Londres.
[...]
A[guilar].–¿Quánto nos falta
de aquí al el [sic] primer pueblo?
P[edro].– Legua y mierda.
d) «Trueque de un elemento inesperado por otro imprevisible, con finalidad humorística» (el ejemplo anterior).
e) «Exclamaciones»: como hideputa o hijo de puta[52] («Al[onso]. La lavandera no / a traydo aun las cami- / sas. / D[on]. P[edro]. Pues hijo de / puta ve por ellas.» [Diál., pág. 4]) o ¡válgame Dios! («Oso[rio]. Valgame Dios, / y que refriados estámos / todos, no se tosse mas / en un sermon de Qua- / resma. [Diál., pág. 31])
f) «Comparaciones» expresivas, del tipo siguiente (Diál., 159-160), que también procede en última instancia de Minsheu:
Sar[gento]. Tiene vm. hues- /
peda hermosa?
Sol[dado]. Hermosa Señor /
Sargento? yo pienso que / los Diablos son Serafi-/ nes en su comparacion.
Sar[gento]. Buena es la com- /
paracion: que talle tie- / ne?
Sol[dado]. Como un embu- / do.
Sar[gento]. Que edad tiene?
Sol[dado]. Ella es mas vieja /
que Matusalen, mas / arrugada que una passa, / mas súzia que una puer- / ca,
mas seca que un pa- / lo, diente, y muela co- / mo por la mano, la boca /
çumida como el ojo del / culo, los ojos el uno / tuerto, y el otro que no / le
sacaràn con un gara- / bato; finalmente toda / ella es un retrato de la /
embidia.
En cambio, el Secr. refleja un lenguaje mucho menos vivaz en el que no aparecen reflejados ninguno de los fenómenos precedentes, tanto léxicos como sintácticos. Tocante al lenguaje de la obra, Sánchez (1992: 192) comenta que el estilo de Secr. (según él anónimo, recordemos) es «sencillo y coloquial», dado que es un libro para principiantes, como ya hemos comentado. No comparto la opinión de que un texto ha de ser coloquial por dirigirse a alumnos principiantes de español, ya que quizá debería ser al revés (hay que emplear una lengua más explícita y no tan elíptica y llena de modismos como la coloquial para ser entendido por estudiantes poco duchos en español). Sí estoy de acuerdo en que el Secr. posee un estilo sencillo debido a la particular intención pedagógica del texto: Sánchez (1992: 192) habla de una ocasional pobreza estilística y del uso casi exclusivo de frases cortas, así como de una falta de ligazón sintáctica en los párrafos que constituyen el texto. De este modo, me recuerdan al «estilo aditivo» de las cartas de emigrantes a Indias que comenta Cano Aguilar (1996), por otro lado, respecto al largo periodo de las cartas de otros autores como Páez (1630) y Peliger (1599) podemos considerar que se ha producido un cambio retórico que prima una frase más corta y natural. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la mayoría de las cartas poseen un objetivo claramente funcional que exige un estilo también, pues, funcional.
Se trata de una serie de cartas con sus respuestas cruzadas especialmente entre aristocratas o gentes de la alta sociedad, probablemente porque eran quienes utilizaban el correo en aquellos años (Sánchez 1992: 191), además de los clientes potenciales de Sobrino, por lo que se debían de ver tremendamente interesados. Frente a la escritura de los Diál., que por convención genérico-pedagógica y estrategia retórica está mucho más cercana de la oralidad –aunque no es pura oralidad sino mímesis de la oralidad–, las cartas ficticias del Secr. están, pues, más alejadas de la oralidad, pese a que comparten con la conversación el hecho de constituir intercambios personales, aunque diferidos y por escrito (los pares adyacentes de misiva+respuesta).
Ya hemos comentado que ésta es la única obra absolutamente original de Sobrino. Empero, debió de tener como modelo el libro de Juan Páez Nuevo estilo y formulario de escrivir cartas misivas, y responder a ellas, en todos generos, y especies de correspondencias a lo moderno, conforme a el uso q[ue] oy se practica... (En Cordova. Por Salvador de Cesa Tesa. 1630[53]). De hecho, tal obra circulaba y había sido publicada en Flandes (cf. Peeters-Fontainas 1965), por lo que es altamente probable que la conociera Sobrino. Ya en la tradición de Berlaimont aparecía un diálogo que enseñaba cómo escribir cartas, recordemos. Por otra parte, también Antonio de Torquemada en su Manual de escribientes (1550/1560) y Juan de Yciar en su Arte subtilíssima (1553) incluyen ejemplos de cartas, dentro de una concepción más amplia del «secretario», figura que debía aunar el dominio de la caligrafía, la ortografía y la retórica (Egido 1995). Algo posterior, de finales del siglo XVII, es la obra de Juan Vicente Peliger[54]. Y en cuanto a la proyección del género, Carlos Pellicer aún publica un libro homónimo al de Sobrino en el siglo XIX: El secretario español, ó nuevo manual de cartas y sus respuestas, segun el gusto del dia... (Madrid, José Cuesta, 1861); también consiste en una serie de muestras ejemplares de cartas, al igual que Páez o Sobrino, pero no es bilingüe como la obra del último (y por tanto no pensado para enseñar español a extranjeros, aunque pudiera emplearse para ello). Todas las muestras del género ofrecen además un interés especial por la puesta en práctica de las complejísimas fórmulas de tratamiento que se empleaban en la época, práctica que a veces se ve acompañada por una reflexión sobre la cortesía como fenómeno regulador de las relaciones humanas (algo claro en la sección de «Títulos» de los Diál. y en el prólogo del libro de Pellicer).
Finalmente, respecto al Dicc. nuevo, contamos con un estudio completísimo realizado por Puche Roca (1996); de hecho, se trata de su tesis doctoral, llamada El diccionario Nuevo de las Lenguas Española y Francesa de Francisco Sobrino: fuentes, contexto y estructura interna[55]. Allí se nos explica que el diccionario consiste en dos tomos: tomo I (español-francés) y tomo II (francés-español). Puche Roca también comenta que las dos primeras ediciones las publicó François Foppens, pero a partir de la 3ª edición fue Henri-Albert Gosse el impresor (una vez muerto Sobrino, pues); en cuanto al contenido del Dicc. nuevo, al recoger también nombres propios posee un cierto cariz enciclopédico, además de que incluye una gran cantidad de léxico técnico. Resulta especialmente interesante su estudio de las fuentes de Sobrino, que divide en «fuentes mencionadas por Sobrino» (Dictionnaire François, de P. Richelet; Dictionnaire Universel, de M. Furetière; Dictionnaire Etymologique, de G. Ménage; Dicti[o]narum novum latinum et gallicum, de P. Dauet; Dicti[o]narum novum latino-gallicum, de G. Tachart)[56] y «fuentes no mencionadas por Sobrino» (el Tesoro de Oudin; el Tesoro de Vittori –incluido en Oudin– y Le Dictionnaire de la Academie Française). Curiosamente, son las fuentes que no cita las más importantes (Oudin aporta el 70% del tomo I y Le Dictionnaire de la Academie Française el 50% del tomo II), mientras que las mencionadas apenas aportan un 20% a la obra, y sobre todo a través de Oudin, el texto base de Sobrino, aunque sí es probable que al menos consultara estas otras obras que citaría por mero prestigio. Por tanto, sus fuentes son muchas y variadas, pero de todos modos sí fue más personal en el tomo II, en la parte francés-español en la que incluyó por primera vez muchas voces nuevas y recurrió menos a dar meras equivalencias. En cuanto a la originalidad de Sobrino respecto a Oudin, Verdonk (1979) comenta que «Sobrino suprimió en Oudin una serie de arcaísmos, o sea vocablos que habían caído en desuso a lo largo del siglo XVII; por ejemplo: noblecimiento, noblecer, na(s)cencia, etc.», pero también eliminó aquellas palabras idiosincrásicas de Oudin, o aquellas de «jerigonza», así como añadió participios pasados y frases o expresiones ilustrativas. Así mismo, Sobrino incluyó vocablos nuevos, no recogidos por Oudin, especialmente neologismos del español de Flandes como brasero, empaquetador, empaquetado, empaquetar, espirinque, guaflas, hoblon, jonquillo, liarte, piratear, neologismos fruto de interferencias con otras lenguas que se hablaban en los Países Bajos (francés, flamenco e italiano) y que se documentan en el español de Flandes mucho antes que en el peninsular; sin embargo, tales préstamos, traídos por los soldados de Flandes –personajes de gran prestigio entre los peninsulares– prepararían el camino de su posterior aceptación y generalización (Verdonk 1980, 1992).
Carmen Cazorla (2000; 2002) se ocupa además de la microestructura y macroestrura del repertorio. Primeramente, como Puche Roca (1996), destaca que «no es solamente un diccionario general de lengua, ya que incluye nombres propios y geográficos, junto a explicaciones de la Biblia y otras anécdotas de la Historia» (Cazorla 2000). En cuanto a la macroestructura, el rasgo más destacable es que el diccionario se presenta en orden alfabético, aunque Sobrino lo trastoca cuando presenta una familia de palabras (Cazorla 2000). Respecto a la microestructura, cada acepción va en una entrada diferente y la organización de los artículos no es excesivamente uniforme, con varios tipos (Cazorla 2000; 2002: 71-73): artículos compuestos únicamente de entrada y equivalente en francés, los formados por entrada y definición en francés, y finalmente aquellos artículos en los que el autor ofrece la entrada, a continuacion una explicación o definición en castellano y por último equivalencia o definición en francés. Por otro lado, las marcas lexicográficas son escasas (apenas diastráticas, mediante “jergon”, o etimológicas, por ejemplo la procedencia árabe, además de que marca las voces desusadas o antiguas mediante asterisco; también señala numerosos tecnicismos con su área de aplicación, procedimiento más frecuente en la parte francés-español (Cazorla 2000; 2002: 74-75, 79).
Por tanto, para culminar, tenemos siempre que hablar de un «plagio matizado» (Puche Roca 1996: 284) por parte de Sobrino, que se inserta en una tradición lexicográfica (a lo cual también podemos añadir gramatical o pedagógica) basada en la copia o imitación como base desde la que desarrollar la propia original: ya De Las Casas copió a Nebrija, y Franciosini a De Las Casas, o Minsheu de Percyvall, o Oudin y Vittori mutuamente (en cuanto a diccionarios), mas en cuanto a los diálogos, también Oudin y Juan de Luna de los diálogos de Minsheu, y Franciosini de los diálogos de Oudin, y Sobrino otra vez de Oudin, y Alvarado a su vez de Sobrino, y Stevens otra vez de Minsheu un poco más de un siglo después, como ya hemos visto.
Sobrino no es, pues, el único que copia, sino que también a él le copian (Alvarado le plagia los diálogos y «los lexicógrafos posteriores irán tomando datos de él», según Cazorla 2000). Por otra parte, también fue autor de una obra original, además de que el apellido de Sobrino se hizo tan famoso e implicaba tal marchamo de calidad que Francisco Cormon llegó a incorporarlo al título de su diccionario (Sobrino aumentado o nuevo diccionario de las lenguas española, francesa y latina, en 3 volúmenes, por los hermanos de Tournes, en Amberes, 1769), aunque en realidad sigue de cerca el diccionario de Sejournant (Alvar Ezquerra 1995: 180). Popularmente, ya se debía de conocer el diccionario de Sobrino directamente como «el Sobrino», al igual que en la actualidad el Diccionario del español actual de Seco et alii es conocido como «el Seco» o el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Corominas y Pascual sea conocido en el mundillo filológico directamente como «el Corominas».
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[1] Sánchez (1992: 191) sólo conoce una edición anónima publicada en Colonia en 1720, por lo que no se percata de que es una obra más de Sobrino.
[2] A partir de este párrafo,
por comodidad, he decidido referirme con una serie de abreviaturas a las
distintas obras de Sobrino que tantas veces citaré a lo largo del presente
trabajo. Tales abreviaturas son las siguientes, por orden alfabético: Diál.
= Diálogos nuevos en español y francés Dicc. nuevo= Diccionario
nuevo de las lenguas española y francesa;
Nouv. gr. = Nouvelle grammaire espagnole; Secr. = Secretario
español.
[3] Cf. Sabina Collet-Sedola (1974): La conaissance de l’Espagnol en France et les premières grammaires hispano-françaises (1550-1700), tesis de doctorado inédita, París, Université Paris III-Sorbone. Agradezco a Álvaro S. Octavio de Toledo que me pusiera en la pista de tal mascarad de Foulché-Delbosc en su propia revista. Niederehe (1999:453) también señala el proceso, de igual modo Bourland (1933: 283).
[4] Aprovecho para agradecer a la buena compañera Carmen Cazorla que me haya facilitado copia de sus trabajos inéditos.
[5] Estas notas léxicas se aplican sobre todo a las numerosas unidades fraseológicos que se acumulan en este tipo de texto, hasta el punto de que Lépinette (1991: 143) ha propuesto que los diálogos, al menos los de Oudin, se empleaban para enseñar la rica fraseología del español.
[6] «Al[onso]. Es verdad, pero no haza éste efeto en su origen, si no quando se a derramado por las venas; y como la virtud esparcida, es mas flaca que quando está unida, si quando lo està, es acometido el calor de su contrario el frío, y éste con fuerça, y veheméncia le vence, y le refria, no puede obrar ni hazer su efeto.»(p. 145).«Yo he leydo tambien que al Emperador Constantino Magno, le truxéron otro [fauno] vivo de aquel desierto, y lo estúvo algunos días, y despues de muerto, le llevaron, salado, por muchas partes del mundo, para que le viessen» (p.147) –leísmo referente a «fauno», entre persona y animal–.
[7] Se trata de un solo ejemplo aislado: «Cor[tés].Por que me salvò la vida: mis compañeros ensañados de mis promesas, me amenaçavan que me matarian, si no los mostrava un lugar adonde pudiessen saltar en tierra.» (Diál., p. 216). Comparese con el caso siguiente: «Cor[tes]. [...] y quando / Pisistrato emprendio el / reduzirlos à su obedien- / cia, por medio de su / Diosa, les mostrò me- / nos estimacion que tu à / nosotros, quando nos / sujetaste con tu artille- / ria.» (pág. 202-203).
[8] «Ari[o]. Adonde te reti-/raste quando te echaron/de la Meca?/Mah[oma]. A Medina Tal-/nabi, ô para dezir me-/jor, la Villa del Profeta/en la Aràbia dichosa,/sobre el rio de Leaki./Esta villa se llamava Ja-/tretb en tiempo passa-/do, està à tres jornadas/del Mar vermejo. Al-/gunos la atribuyen las/mismas prerogativas/que à la Meca, y la con-/sideran como el lugar/de mi vida ô de mi/muerte.» (p. 248)
[9] Por un lado tenemos verbos que regían dativo en latín pero que aquí aparecen en acusativo, la cual es la tendencia del español actual (Vázquez Rozas 1995: 166); tenemos pues un loísmo antietimológico: «Aora que me hallo en estado de/ hazer bien à mis amigos , procurarè ser-/ virlos en quanto pudiere , y à Vuestra/ Señoria particularmente» (p. 20); «dime Lamia porque causa las mu- / geres aborrecen à los hombres quando / los aborrecen?» (pág. 200). Pero junto al mismo caso (en el siguiente ejemplo con el verbo ayudar), también hay un loísmo canónico con el verbo dar: «Juan Diaz se casò la / semana passada, con Maria Gralla, nadie a / sabido que galanteava; los parientes de am- / bos, estàn muy enojados por este casamien- / to, y no quieren darlos nada; quatro ami- / gos mios y yo, los daremos cincuenta de- / blones, para ayudarlos hasta que hagan / las amistades con sus deudos.» (pág. 216). Por tanto, sólo podemos considerar de puro loísmo el último: de nuevo un caso muy aislado (los otros 4 ejemplos de CI plural clítico se construyen en Secr. con les, lo cual arroja sin embargo un 20% de loísmo en plural en Secr., pero un 6.25% en todo el corpus).
[10] Lo es pronombre neutro en cuanto hace referencia entidades neutras: «Ven[tera]. Mala Pascua te dè/Dios,vellaco,y mal San/Juan, quando as visto/tu esso en mi casa?/ Ped[ro]. Vistolo no, gu-/standolo si. (Diál., p.72) [verbo ver con «lo»: referente es «esso», aunque este pronombre sustituye a «vino»]. También sustituye a entidades sintácticas mayores como predicados: «S2Eñor mio. Un amigo mio que se llama / N.... quiere ser Procurador de essa ciu- / dad, no tiene quien le apadrine, a acudido / à mi para rogarme escriva à Vuestra Mer- / ced, y le suplique, como lo hago [suplicar], le favo- / rezca, creyendo que mi intercession sera / bastante para conseguir lo que dessea.» (Secr., pág. 192). También aparece con los verbos copulativos, para sustituir al atributo: «Ju[an]. primero que/dixo, que el Turco se a-/via buelto Moro, el lo es/de profession, y de léy,/y lo a sido siempre, to-/dos siguen la secta de/Mahoma.» (Diál., p.124). Sin embargo, hay una excepción clara: «R2Everendo Padre. Tomo el atrevi- / miento de escrivir à Vuestra Paterni- / dad para pedirle me haga gusto de infor- / marse por que razon los Reyes de Ca- / stilla se llaman Catòlicos, y quien fuè el / primero que se hizo llamar de este nom- / bre; Vuestra Paternidad hallarà fàcilmen- / re [i.e. fàcilmente], en alguno de los libros de su libre- / rià, el origen de este titulo; y en caso / que no le halle, pregu<e>nteselo al Obispo / de Palencia, que es hombre docto y ver- / sado en las historias antiguas.» (Secr., pág. 348); en el resto de ocasiones que aparece el complejo «se» dativo + clítico de acusativo (4 casos: 80%), la opción es siempre «sele», como por ejemplo en «Doy à Vuestra Magestad el para- / bien de todo coraçon y espero tener la / dicha de darsele del nacimiento de un In- / fante.» (Secr., pág. 46).
[11] «Mot[ezuma]. A sido por so- / bresalto que los Griegos / an creydo en todos / tiempos, que la ciencia / de lo venidero cabia en / un augero [i.e. agujero] debaxo de / tierra, de donde salia en / exhalacion? y con qual / artificio les avian per- / suadido, que quando la / Luna estáva eclipsada, / ellos podian hazerla / bolver de su desmayo, / con un ruydo espanto- / so;» (Diál., págs. 203-204) [compárese con: Mah[oma]. Por que los he / persuadido que Dios me / le embiò por el Angel / Gabriel, escrito en un / pergamino, hecho de la / piel del Carnero que A- / bram sacrificò en lugar / de su hijo Isac. (Diál., pág. 141); se trata de un verbo conflictivo en cuanto hoy se construye con CD+CPREP pero en los Siglos de Oro también como CD+CI, en cuyo caso no habría leísmo, pues el clítico sería indirecto]; «S2Eñor mio. Dos hombres à quienes devo / seys mil pesos, me aprietan para que les / pague, lo qual me es imposible agora,» (Secr., pág. 274). En todo caso suponen el 16.66% del total de complementos clíticos de acusativo humano plural (2/12).
[12] Por ejemplo: «Gu[zman]. Yo tengo para mi / que la mayor dissolu- / cion en algunas mugè- / res de Ingalaterra, es / ésta costumbre de besar- / las en público, por que / con esto pierden la ver- / guénça, y al tocamien- / to del beso, les entra / un venéno que las infi- / ciona. (Diál., pág. 142) El dativo femenino con les contrasta con los acusativos en las. Sin embargo, sí documentamos el laísmo plural en otra obra que retoca Sobrino, la Historia de la vida de Santa Genoveva: «Esto no es nada, que presto vere- / mos como Dios se sirve muchas ve- / zes de la malicia de los malos, assi / como nosotros de las vivoras y ser- / pientes, que para sacarlas el veneno / las machucamos las cabezas.» (p. 147) En tal obra también encontramos leísmo singular de persona y de cosa, pero no loísmo.
[13] En toda cita de libro antiguo sigo a grandes rasgos las convenciones que he establecido en las Normas de transcripción de la edición electrónica: a diferencia de ésta, desarrollo algunas abreviaturas (personajes de los diálogos) o uso doble barra para indicar cambio de párrafo.
[14] Supongo que Zamora Vicente
se refiere a Morel-Fatio (1900). Las citas más cercanas que he podido hallar a
lo que Zamora Vicente propone son las siguientes, aunque no hagan referencia
explícita las campañas de Flandes: «Dès l’avènement surtout de Charles-Quint à
l’Empire, l’espagnol devint en quelque sorte la langue officielle des vastes
états échus au fils de Jeanne la Folle. Quiconque veut vivre à la cour de
l’Empereur et se pousser dans les emplois est tenu de posséder peu ou prou le
castillan des chancelleries et des bureaux.» (p. 86-87); «[e]n effet, par le
marriage, célébré en 1598, d’Albert, gouverneur des Pays-Bas, avec la fille
aînée de Philippe II, Bruxelles devient une cour indépendante et une cour quasi
espagnole où il sera désormais de bon ton de parler correctement l’idiom
castillan» (p. 130).
[15] He aquí los comentarios de Verdonk (1980: 198-199): «[...] debido a la estructura del poder en los Países Bajos meridionales, los miembros de la élite flamenca –por lo menos aquellos que desempeñaban altos cargos en la vida política y militar– tenían necesidad de estar en contacto permanente con los generales, los consejeros y toda la “Corte española” del Gobernador general en Flandes: se hallaban, pues, en una situación propicia para aprender y usar la lengua española. [...] Como conclusión se podría decir que los veintiocho flamencos de los que hemos encontrado textos en nuestro corpus ”lato sensu” (1636-1647) pertenecen todos a la élite del país por desempeñar altos cargos en la vida pública –la política y la militar– de los Países Bajos españoles. Fue una necesidad la que les obligó a aprender, hablar y escribir la lengua de los que entonces tenían poder legítimo y efectivo en Flandes.» Verdonk (2000) aún sigue abundando en el mismo asunto, especialmente acerca de la situación de plurilingüismo que existía por aquel entonces por aquellos lugares, y las interferencias que produjeron el neerlandés y el francés en la lengua de estos aprendices de español, pero también en la lengua de los largos residentes en las Provincias Unidas, aunque sólo se fija en el léxico.
[16] El buen compañero Álvaro Octavio de Toledo (2002) coincide a grandes rasgos con mi análisis al considerar tal norma toledana como una mera actitud lingüística una vez producida su caída como modelo real a mediados del s. XVI. Le agradezco que me proporcionara una copia de su conferencia.
[17] Cito sin embargo por la 2ª ed., de 1714, que es la que he podido consultar en la Biblioteca Nacional de Madrid (signatura 3/3391), frente a la 1ª ed., de 1708 que cita Amado Alonso (1951a: 30-33)
[18] «Il / ne faut pas qu’il oublie de lui dire dès le / commencement, qu’il y a une distinction / à faire à l’égard de l’Accusatif, à sçavoir / que lorsqu’il s’agit d’une personne ou / d’une créature raisonnable, ou spirituel- /le, on met la Préposition à devant l’Accu- / satif.» (p. 647).
[19] Sin embargo, muchos métodos actuales para extranjeros dan aún a veces el complemento agente construído con de, por ejemplo, el método En breve, de los profesores Seymour Resnick, William Giuliano y Phyllis M. Golding, publicado en Florida por Holt, Rinehart and Winston, Inc. (3ªed., de 1994): «The agent is usually introduced by por, but de is generally used when the verb denotes mental action.// Es respetado de todos. He is respected by everyone.» (p. 96)
[20] Desarrollo los nombres de los personajes entre corchetes.
[21] Matizo «semejantes», ya que, como el mismo Sánchez (1992: 215) admite al hablar del método de Ollendorf (s. XIX), resulta inconveniente hablar antes de tiempo de tal marbete metodológico: «La denominación de “método gramatical”, cuando nos referimos al método ollendorfiano, debe entenderse dentro de ciertas limitaciones. Estrictamente hablando, se trata del primer “método gramatical organizado”. Hasta este siglo habían predominado las gramáticas explicativas o prescriptivas, pero éstas no eran realmente un “método”, entendido este vocablo en términos modernos (Sánchez 1987); eran, sencillamente, gramáticas del español.» No considera Sánchez en su libro la incoveniencia paralela de hablar de método conversacional antes de tal época también.
[22] En cambio, Lepinette (1991: 139) habla de que con estos diálogos se empleaba un método «de type structuro-globale (avant la lettre) sans explicitation de règles mais avec mise en évidence de leur fonctionnement au moyen de la manipulation des formes»
[23] Podemos considerar el proceder de Sánchez (1987, 1992), y en menor medida el de Lépinette (1991), como una típica práctica historiográfica de ciertos autores que buscan la justificación, el «monumentalismo», de su propio paradigma científico al encontrar precedentes, costumbre que señala acertadamente Auroux (1994: 14). De este modo, y forma paradójica, un mismo tipo de textos sirve para legitimar históricamente dos paradigmas metodológicos opuestos en la enseñanza de lenguas extranjeras.
[24] Alvarado (1718) comenta lo
siguiente (f. b3 v): «These Dialogues are composed for the Improvement
of Young Beginners».
[25] Sobrino (1720: f. [3]r): «Pour faire cesser ces plaintes & satis- /
faire le Public, on a composé les / Lettres suivantes qu’on a expliquées / en François;
mais on doit dire en / même tems qu’elles n’ont pas été / composée<e>s
pour des personnes ver- / sées dans la Langue Espagnole; mais / bien pour des
Ecoliers qui la veulent / aprendre; c’est pourquoi on les a / écrites d’une
maniere fort simple, / afin qu’ils s’en puissent servir com- / modement &
composer leurs Lettres / avec facilité.»
[26] Cf. Alvarado (1723: 270) en el vocabulario español-tudesco, donde aparece la palabra escrita de esta manera. Por otro lado, en la p. 278 se consigna «Librero».
[27] Así comenta en el prefacio a la 1ª ed. del Dicc. nuevo (1705) lo siguente: «(A6)Viendome aplicado de algunos años à esta parte / (como lo estóy haziendo) à enseñar la Lengua / Española en esta Corte, à muchissimos Príncipes, / Duques, Marqueses, Condes, y Barones, de di- / ferentes naciones» (fol. *3r).
[28] De este modo rezan los Diál. (fol. *1r-1v): «(A3)près avoir compose une / Grammaire & un Diction- / naire en langue Espagnole / & Françoise, qui ont été aprouvez / des Savans ; plusieurs personnes / m’ont prié de travailler à un Dialo- / gue, afin de donner au Public les / trois livres necessaires pour bien / aprendre la langue Espagnole; at- / tendu que tous ceux qui ont ci- / devant paru en ces deux langues, / n’ont pas été du goût des gens qui / en ont pas lû d’autres. // [...] J’espere qu’il sera agreable au Pu- / blic, & qu’il le recevra avec la mê- / me bonté qu’il a fait ma Grammaire / & mon Dictionnaire. » E igualmente Secr. (fol. 3r-fol. 3v): «L’on ne sauroit croire avec quelle / avidité le Public a reçu le Dictio- / naire Espagnol de Sobrino, sa Gram- / maire & ses Dialogues; le debit de / ces Livres a été si prompt qu’en peu / d’années on a été obligé d’en faire / d’éditions nouvelles. Mais on s’est / plaint avec raison que jusqu’a present, / on n’ait pas eu de bon Secretaire Es- / pagnol qui enseignât la veritable ma- / niere de bien écrire en cette Langue. / Pour faire cesser ces plaintes & satis- / faire le Public, on a composé les / Lettres suivantes qu’on a expliquées / en François » [la negrita es mía].
[29] En la Guerra de Sucesión, Baviera luchaba junto a Francia, Portugal y Saboya, esto es, en el bando borbónico, contra Inglaterra y los Países Bajos, por lo que el archiduque se encontraba en el lado finalmente ganador, que impondría a Felipe de Anjou, después Felipe V, en el trono español (Enciclopedia Durvan, Bilbao, Ed. Marín, 1971, 9-1050). Maximiliano Manuel era gobernador de los Países Bajos desde 1691 y llegó a ser candidato a la sucesión, aunque más su hijo José Fernando, que murió en 1699, que él mismo (Pere Molas 1997)
[30] «La cultura española en la corte de Viena alrededor de 1700», conferencia dictada en la Universidad de Valladolid en el año 2000. Agradezco al profesor Messner (Universidad de Salzsburgo) que me proporcionara amablemente una copia de tal conferencia.
[31] Gómez Asencio (2001) publica una versión de 1707 (aunque la primera edición era de 1634).
[32]
René de Cerisiers: Historia de la vida de Santa Genoveva princesa de
Brabante, Por el Padre Cerisiers, de la Compañía de Jesús. Nueva edición.
Dividida en Capítulos corregida y puesta en buen orden por Francisco Sobrino.
En Bruselas. En casa de Francisco Foppens. 1717. Por otra parte, Foppens ya
había publicado una primera versión de la traducción, anónima, en 1675. Cf. Peeters-Fontainas (1965: 121-122). La mano de Sobrino apenas se
nota por la división en capítulos que faltaba en la edición de 1675, así como
por algún retoque en alguna forma lingüística.
[33] Extraigo de Martín-Gamero (1961) diversas noticias biográficas y biobibliográficas acerca de Félix Antonio de Alvarado, «sevillano como Corro» (Gamero 1961: 133), presbítero de la iglesia anglicana que había dejado la patria huyendo de la persecución que sufría, según datos de la dedicatoria a Lord Carteret [sólo en la segunda edición , de 1719, que incorpora «un Méthodo Fácil de Aprendér la Úna y la ótra Léngua», Martín-Gamero 1961: 135]. Cuando por mandado de Jacobo II se reformó la liturgia inglesa, Alvarado realizó la nueva traducción de La Liturgia Inglesa, hecha en tiempos de Jacobo II por Fernando de Texeda; se hicieron dos ediciones (1707 y 1715), «ambas prohibidas en los Indices Expurgatorios Españoles» (Martín-Gamero 1961: 134). Asimismo, publicó en 1710 una traducción del sagrado libro de los cuáqueros (Apología de la Verdadera Theologica Christiana...), secta en la que según M. Pelayo se habría refugiado para sobrevivir (Martín-Gamero 1961:134).
[34] Sin embargo, hay que notar que el texto de Oudin se perpetúa hasta el siglo XX a través de la suplantación de Sobrino. En cierta manera, L’Abbé Vayrac, en su también Nouvelle grammaire espagnole (1714), y Pedro Pineda, en su Corta y compendiosa arte para aprender à Hablar, Leer, y Escrivir la lengua española (1726), tendrán en cuenta aún la Grammaire espagnole de Oudin, aunque la conozcan bajo el disfraz de la Nouv. Gr. de Sobrino.
[35] Tales formas largas de los demostrativos probablemente «morían irremediablemente por la segunda decena del siglo XVII» (Girón Alconchel 1998: 501.) y cuya acta de defunción en el habla certifica la Nouv. Gr. antes que el Diccionario de Autoridades (1726). Lógicamente, Sobrino no hace uso escrito de tales formas.
[36] Hice
un primer esbozo de comparación Oudin-Sobrino en mi trabajo de doctorado Usos
prescritos, usos descritos y usos escritos en tres obras de Francisco Sobrino
(trabajo de primer curso de doctorado, curso 2000-2001, para la asignatura «El
discurso sobre la historia de la lengua en la lingüística del Siglo de Oro»,
impartida por el Dr. D. José Luis Girón Alconchel. Espero poder abundar pronto
en el tema.
[37]
César Oudin [&
Jerónimo Gracián]: Diálogos en español y francés. Bruselas. Chez François Foppens, Libraire & Imprimeur. 1675. Jerónimo de Gracián
era carmelita, por lo que no ha de extrañar que el único material bibliográfico
que he podido localizar (Egido 1995: 75) haya aparecido en la Revista de
Estudios Carmelitanos (Monte Carmelo): Eulogio Pacho, «Jerónimo de
Gracián, preceptista. Tratado de ortografía española», Monte Carmelo 95
(1987), Burgos, pp. 331-354. El mismo autor escribió un artículo anterior en la
misma revista sobre el religioso ortógrafo y calígrafo, en un número
monográfico dedicado al egregio carmelita: Eulogio Pacho, «Jerónimo de Gracián
de la Madre de Dios. Vida y obra», en Monte Carmelo 91 (1983).
[38] Quedaría pues en entredicho la siguiente afirmación acerca de los Diál. que hace Sánchez (1992:158): «Sobrino los reprodujo a partir de la copia que de ellos había hecho el mismo Oudin en 1608 (añadiendo la traducción francesa) y mediando la reedición puesta a punto por Juan de Luna en 1619.»
[39] El Instituto Cervantes acaba de editar una versión facsimilar de los diálogos de Minsheu, acompañada de una introducción de J. A. Cid y una edición modernizada de la parte española por M. Marañón Ripoll y L. Montero Reguera: «Textos recuperados: Diálogos de John Minsheu (1599)», en El español en el mundo (Anuario del Instituto Cervantes), BArcelona, Plaza & Janés-Círculo de Lectores-Instituto Cervantes, pp. 281-369 (más facsímil).
[40] Existe edición moderna anterior a la de Foulché-Delbosc (1919) por José María Sbarbi, El refranero general español (Madrid, 1874), tomo I, págs. 155-277. No es de extrañar la publicación de «librito tan curioso como escaso» (p. v) en la colección de Sbarbi, ya que recordemos que los diálogos eran de gran utilidad para el aprendizaje de la fraseología, incluso paremiológica. Los criterios de edición de Sbarbi, no explícitos, son bastante conservadores, ya que respeta grafía y puntuación, y no acentúa el texto.
[41] Sánchez (1987: 54, 1992: 62-64) y Martín-Gamero (1961: 97) siguen a Bourland (1933).
[42] Según G. Ungerer (1956: 51), el autor sería un tal don Alonso de Baeza, caballero español que cayó prisionero de los ingleses tras el desastre de la Armada Invencible. El dato lo han recogido Satorre Grau (2001: 878), Martín-Gamero (1961: 89-90) y Sánchez (1992: 65-66). No he podido consultar directamente el libro de Ungerer. Por otro parte, ignorando la hipótesis de Ungerer (al cual ni cita), J.A. Cid (2002) ha propuesto una nueva hipótesis: según él, el autor de tales diálogos sería el mismo Antonio del Corro, por diversas razones, entre ellas que mencione unos diálogos sin publicar en la dedicatoria a sus Reglas, así como que el empleo de coloquios escolares era típico de erasmistas y protestantes.
[43] Este diálogo, ya comentado,
es el único que publica Foulché-Delbosc, sin importarle los posibles cambios
que añadiera Oudin en los otros. Recordemos que Foulché-Delbosc no publica las
versiones que se aparecen posteriormente a Minsheu, sino sólo los diálogos que
va añadiendo cada editor, por lo que no traza una historia crítica completa del
texto.
[44] En concreto los siguientes: «DIALOGO / PRIMERO, / Adonde se trata del / levantarse, y vestir / por la mañana en-/ tre un Amo con su Criado, y un / hidalgo llama- / do Pedro.» (p. 151-161); «DIALOGO / TERCERO / De un Combite en- / tre cinco Cavalleros / amigos llamados / Guzmàn, Rodrigo, / Lorenzo, Mendo- / za, y Ossorio, un / Maestre Sala, y / un Page.» (p. 175-189); «DIALOGO / QUARTO / Entre dos amigos In- / gleses Egidio , y / Guillermo, y dos / amigos Españoles / Blas , y Estevan, / que se juntaron / en la lonja de / Londres.»(p. 190-210)
[45] Este hecho ha llevado a algunas confusiones en la literatura crítica: ni Sobrino «pirateó» a Minsheu (Blaylock 1986: 283) ni tomó los diálogos de Minsheu más el 8º de Oudin (Martín-Gamero 1961: 136), sino todos directamente de Oudin.
[46] Como colofón a su artículo
sobre Berlaimont y sus derivados, Bourland (1933: 312) se lamentaba de que no
había podido extenderse acerca de estas obras en cuanto «human documents», así
como su valor como documento de las costumbres de una época y lugar: «While to
the contemporary merchant and school-boy they were merely practical language
manuals, to the reader to-day, they are a true mirror of Flemish domestic
manners in the 16th century». Lo mismo se podría decir de los diálogos de
Minsheu, de Juan de Luna y de Oudin. Sin embargo, con Sobrino y Alvarado
podemos observar también los conflictos ideológicos de una época.
[47] Resulta interesante la opinión que posee Bourland (1933: 306) acerca de los añadidos de Stepney con respecto a los diálogos que copia que coincide con la que poseemos de los añadidos de Sobrino respecto a Oudin: «All of these extensions are detrimental.»
[48] Las nomenclaturas son clasificaciones temáticas del vocabulario, el cual se presenta ordenado por materias, práctica que se produce desde la Edad Media a nuestros días para facilitar la memorización del léxico (Alvar Ezquerra 1993: 277-288). Presenta una estructura análoga a la de los diccionarios ideológicos, pero a diferencia de estos no pretenden abarcar la totalidad del vocabulario; asimismo, en este tipo de obras se ponen próximas voces cercanas, meramente por lo designado y no necesariamente por el significante o el significado (Alvar Ezquerra 1993: 287).
[49] Sobrino sólo añade los siguientes apartados: «Diferentes géneros de castigos», «Nombres de diferentes mares», «Nombres de diversas flores», «Los doze antiguos pares de Francia» y «Los quatro elementos» (Ayala Castro 1992b: 145)
[50] Para otras ausencias en obras de referencia y bibliográficas vid. Pacho (1987: 331-333)
[51] A este respecto, Antonio Narbona lleva repitiendo desde hace más de 10 años (1989) el hecho de que los estudios de lenguaje coloquial suelen descuidar el aspecto sintáctico, aunque este sea precisamente en más característico de tal tipo de lenguaje. Satorre (1999) vuelve a caer en tal costumbre que identifica prácticamente el lenguaje coloquial con la fraseología con frecuencia procaz, esto es, «lo peculiar y, más en concreto, [...] lo léxicamente pintoresco (Briz 1998: 12), cuya aparición por otra parte no es exclusiva del registro coloquial, sino una mera cuestión de grado (Briz 1998: 11). A mi juicio, pues, este tipo de textos también nos ofrecen la posibilidad de estudiar estructuras típicas de la sintaxis coloquial como son la topicalización o la duplicación clítica de objeto (cf. «La duplicación de clíticos en la obra de Francisco Sobrino», ponencia que presenté en el II Congreso Nacional de la Asociación de Jóvenes Investigadores de Historiografía e Historia de la Lengua Española, cuyas actas están en curso de publicación en Res Diachronicae 2). Para una buena caracterización del registro coloquial se puede mirar los trabajos ya mencionados de Narbona (1989) y Briz (1998), así como Seco (1973).
[52] A este respecto, siguiendo a Oudin, la palabra queda explicada en Nouv. gr., pág. 246.Según Satorre (1998: 616), Oudin seguía a su vez el modelo de Miranda.
[53] Sánchez (1992: 474) da otra edición de 1644 en su lista final de libros, ordenada cronológicamente: «Juan Páez: Para secretarios de señores y todo genero. Nuevo estilo y formulario de escr[i]uir cartas missiuas y responder a ellas; en todos generos y especies de correspondencia a lo moderno, conforme al uso que oy se practica. Las cortesías que se han de guardar y con que personas, en el principio, medio y fin de las cartas y antes de la firma. Los sobreescritos que se han de poner, conforme a los Estados, Ciudades y oficios. En la imprenta real, Wien, 1644» Obsérvese que esta versión se publica fuera de España. Niederehe (1999: 118) sólo consigna la edición de 1630.
[54] Sánchez (1992: 190-191) cita una edición de 1627 de su Primera y segunda parte del estilo y método de escribir cartas missivas y responder como conviene a ellas en qualquier género de conciertos, negocios y ocasiones, conforme a la nueva gramática de Castilla..., agora en esta última impressión corregido y enemendado, en Sevilla. La primera edición de tal obra data de 1599, con el nombre de Formulario y estilo curioso de escrivir cartas missivas (Madrid BN R 9196).
[55] Carmen Cazorla (2002: 52-97) también le dedica un amplio capítulo de su tesis.
[56] Recordemos que el actualizador anónimo de la 3ª ed. del Dicc. nuevo, menciona asimismo su empleo del Diccionario de Autoridades, del cual sólo podría aprovechar hasta la F, pues hasta esa fecha el Diccionario de Autoridades sólo se había publicado hasta esa letra (Cazorla 2002: 84). A partir de tal ed., el Dicc. nuevo ya no es responsabilidad de Sobrino.