Leoncio


Capítulo lx: De Leoncio, dueña griega, la qual se dize haver sido tan letrada que contendió con Theophrasto, discípulo de Aristóteles, grandíssimo y principal philósopho en aquel tiempo. Empero con esta virtud ayuntó una singular mácula de su persona, que fue ramera pública.


Leoncio, si yo asaz lo pienso, fue mujer griega, y quiçá muy nombrada en el tiempo del gran Alexandre, rey de Macedonia. Cuya gloria fuera mucho mayor si guardara la honestad matronal y de dueña, toviendo tan grandes fuerças de ingenio. Ca según el testimonio de los antiguos, tanto valió en el estudio de las letras que, o por invidia movida o por un atrevimiento mujeril, osó scrivir contra Theophrasto, grandíssimo philósopho en aquel tiempo y de mucha auctoridad, lo qual yo no vi.

Mas después que a cabo de tantos siglos llegó la fama a nuestra edad, podemos estimar no haver sido pequeño indicio ni ahun de poca facultad, ahunque sea señal muy cierta de ánimo invido. Y si tanto supo en studios tan luzidos, no creeré rafezmente haver ella sido de baxa ralea, ca dende muy a tarde se levanta ingenio alguno muy elevado. Ca ahunque algunas vezes las costellaciones del cielo y superiores lo infundan, con la escuridad y niebla de la baxez se estraga mucho, y entenebrece su claridad. Mas ¿qué aprovecha la sangre generosa de los avuelos si hay difformidad de costumbres, ni qué rayos pueden infundir la resplandor del linaje no haviendo con ellos junta virtud, si queremos dar fe a los excellentes hombres?

Ésta, dexada la vergüença femenil, fue ramera y muy pública. ¡O desventura y indigna fazaña! Conversando entre rufianes y vellacos y putas y burdeles pudo ensuziar y desonrar la philosophía -maestra de todas las cosas- con dissoluciones y ensuziar con manzillas vituperosas, y acoçearla con desonestas pisadas y çapoza[r] y empozarla en fedientes latrinas, si el resplandor de la philosophía puede ser offuscado con tacha de coraçón no casto. De doler es, por cierto, un tan noble ingenio, otorgado por don especial de Dios, haverse podido someter a tan suzio exercicio. No sé, por Dios, si me diga haver sido ella más rezia en traher la philosophía a lugar tan vellaco y scelerado, o si llame la philosophía remissa en permitir un tan docto ingenio ser sometido a dissoluciones.


Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 65 v.