Edición: INMACULADA ARLANDIS TOMÁS
INTRODUCCIÓN:
Para la presente edición se ha utilizado como texto base la copia facsímil del ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid con la signatura R 12055 (fols. 3-30), publicado en Alicante por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (Madrid: Biblioteca Nacional, 2003).
El Coloquio de Camila fue publicado por Timoneda en Valencia e impreso por Joan Mey, 1567, en un volumen con triple foliación titulado Las quatro comedias y dos Coloquios pastoriles, que contenía las siguientes obras: Eufemia, Armelina, Los engañados, Medora, Camila y Timbria.
CRITERIOS DE
EDICIÓN:
Los criterios que se han seguido para el establecimiento del texto que a continuación se ofrece son los siguientes:
1. Se restituyen completos los nombres de los personajes que en el original figuran abreviados antes de cada intervención.
2. Por lo que respecta a la acentuación, puntuación y uso de mayúsculas, se siguen las normas actuales.
3. Se modernizan las grafías <u> y <v> con sus rasgos fonéticos actuales, es dezir, <u> cuando se trata de vocal y <v> cuando es la consonante.
4. Se conservan aquellas grafías que recogen las características fonológicas del castellano de la época, o bien reflejan intencionadamente rasgos del habla vulgar de algunos de los personajes.
5. Se desarrollan las abreviaturas.
6. Cuando dos palabras van escritas juntas, se separan mediante apóstrofe.
7. Se emplean corchetes para indicar las modificaciones introducidas en el original.
[3 r] COLLOQUIO DE CAMILA muy apazible y gracioso, compuesto por Lope de Rueda. Introdúzense en él las personas siguientes:
SOCRATO, viejo
CAMILA, pastora
BURGATO, pastor
QUIRAL, pastor
ALETO, pastor
PABLOS LORENÇO, simple
GINESA DE BOLAÑOS, muger del simple
MA[E]SE ALONSO, barbero
LA FORTUNA
FREXENAL, pastor
ANDUXAR, pastor
[3 v] INTROYTO Y
ARGUMENTO QUE HAZE EL AUTOR
I |
llustres y agradecidos señores, Socrato, viejo caballero, después de haver perdido un hijo que Selvagio se llamava, le lançaron a cabo de [un] tiempo una hermosa niña a la puerta de su majada[1], a la qual puso por nombre Camila. Y por tenella en possessión de hija, siendo ya de edad proporcionada, de muchos y diversos pastores fue servida, y muy más aventajadamente de Quiral, pulido y agraciado pastor. Y como a Socrato no le conviniesse ninguno d´estos zagales, determinó de casalla secretamente con uno que se dezía ma[e]se Alonso, el Barbero. No fue tan oculto este casamiento, que se vino a descubrir que el Barbero era padre de dicha pastora y Quiral, Selvagio, el hijo perdido de Socrato. Y assí veréys que al fin de nuestro Colloquio casan a Quiral con Camila a contento de todos. El qual plegue a Dios que nosotros lo demos a vuessas mercedes con nuestra representación. Amén.
[4r] COMIENÇA
EL COLLOQUIO.
Socrato y Camila
SOCRATO: Algo vengo del cansancio fatigado, hija Camila, porque ya no son mis pies los que en los passados tiempos ser solían.
CAMILA: Pues si os paresce, mi Socrato, mientras sestea el ganado, devémonos recostar entre aquestas deleytosas praderas porque, sino me engaño, por aquí muchas y diversas vezes siento sones de agradables instrumentos.
SOCRATO: Hija, pastores serán, que como por la cumbre d´estas nuestras habitables montañas suelen sus ganados apacentar, casi otra cosa ansí de día como de noche no se siente sino los ecos de las músicas pastoriles.
CAMILA: Estad, pues, señor, descuydado y si sueño os acudiere, bien podéys dormir a la frescura porque yo, entre tanto, menearé las paridas ovejuelas y, en siendo hora lícita y conveniente, las recogeré a su acostumbrado ordeñadero.
SOCRATO: La bendición de Dios, hija Camila, hayas y la de tus padres, si bivos son, te alcancen, que yo bien siento que, pues tan cuydadosa guarda el ganado vela, muy mal [4 v] podrán los míseros lobos medrar. Yo me descuydo con tan buen recado.
CAMILA: Assí lo podéys hazer sin pensamiento ninguno; cobijaos essas piernas.
Entran Quiral y Burgato, pastores
BURGATO: Muchos días ha, Quiral, que tú me havías de haver reconoscido ventaja, assí en el arte de la lucha como en saltar, correr y tirar barra, y en todo qualquier género de buen exercicio, pero eres tan porfiado, rebelde y cabesudo que, aunque de la verdad, o tienes verdadero conoscimiento de tu propria voluntad, conoscer no quieres aquello que todo el mundo tiene por público y notorio.
QUIRAL: ¿Yo conoscerte ventaja a ti, Burgato? Por pastor de más delicado juycio te tenía, pero agora acabo de conoscer con tus tan simplíssimas palabras que, sin tenellas bien medidas ni pesadas, has arrojado que no hay más verdadero amor ni amistad más avasallada, que es aquella con que [el] hombre ama sus cosas proprias, pues que tú con dos traspiés o sancadillas mal sabidas y peor estudiadas piensas de haver /5 r/ en ti tanta habilidad que tengas crédito que sean los otros faltos de aquello que a ti te paresce que abundas.
BURGATO: Que no haya más verdadero amor ni amistad más avasallada, que es aquella con que el hombre ama sus cosas proprias, como denantes[2] dexiste, tú tienes razón, pero esso suele acontescer en los hombres que de nada se contentan y confían, como agora tú. Sino, dime, Quiral, ansina gozes de aquel tu bigarrado sayo dominguero que los días festivos vestido a la villa llevar sueles, y ansí de tu berrenda chiva alegres partos veas, y assí de tus extremeños pastos dichoso succeso el cielo te conceda, ¿no sabes tú que a la fama de mis destrezas y habilidades suelen occurrir todos los zagales d´estas nuestras comarcas?
QUIRAL: No, de otra manera, Burgato, te has querido mostrar conjurador que acostumbra usar aquellos que, de sacerdotales ornamentos ataviados, a las furiosas y amenazadoras nubes apremiar suelen. Y a lo que dizes, que a la fama de tus destrezas y habilidades occurren ligeramente todos los zagales d´estas nuestras comarcas, yo te lo concedo, pero essos deben de ser tan faltos de buenos exercicios, quanto tú sobrado de vanas alabanças. ¿Y no sabes tú, /5 v/ Burgato, que en la tierra de los ciegos al que un ojo tiene alçan por rey? Pues, ¿de que estás tan orgulloso y escandalizado? ¿Por ser tenido en mucho de aquello que los otros suele ser tenido en poco?
BURGATO: No me paresce, Quiral, que dexan de yr tus razones desatadas y desarrebueltas de carcomienta y ponçoñosa malicia, porque yo no sé qué razón te mueve a mordiscar en ausencia de quien, por ventura, no rescebiste daño en presencia ni en ausencia.
QUIRAL: Oýdo havía dezir de ti lo que jamás pude creer y agora dan crédito al doble tus simplezillas palabras que crea lo que no he oýdo ni visto, porque ansí los hados me concedan traer mi doméstico ganado, cabal y quieto, a su desseado tresquiladero, como nunca assestó mi pensamiento al terrero y blanco que tú has enclavado con tu rancor. Pero, pues nuestra contienda más en obras que en palabras consiste, mira qué premio quieres que pongamos para que se lleve aquel que por vencedor de nuestra lucha quedare.
BURGATO: ¿Qué? Una buena joya y sea tal que cada uno de los dos procure por el vencimiento.
QUIRAL: Antes me paresce que se pongan dos. Tú una y yo otra, porque si yo ganare, quede libre de la mía y pueda gozar de la de mi contrario.
/6 r/
BURGATO: ¿Y qué cosa tienes tú? Veamos, que sin vergüenza de quien después lo alcançare a saber puedas apostar, y agradablemente pueda ser acepta[do].
QUIRAL: ¿Qué? Burgato, entra en mi pagiça cabañuela que, aunque de pobres ramas de lantisco y retama[3] por fuera cubierta te parezca, no por esso dexa de estar dentro colmada y repleta de muy delicadas y políticas alhajas, entre las cuales hallarás un hermoso y bien guarnescido cucharal hecho de la piel de una gata salvaje, la qual Céreo caçador mató, que en el arte de la caça el más aventajado era, al qual occupan de dentro una entera dozena de cucharas artificiosamente labradas, hechas del meollo y coraçón de un finíssimo boix[4], en los masteles[5] y cabeças de las quales hallarás talladas y esculpidas de mi propria mano todas las figuras de las más hermosas ninphas que por estas montañas son vezinas y, más adelante, hallarás dos barreñas hechas de la corteza de un valiente [y] envejezido nogal, en las quales el simple y doméstico ganado, a la acostumbrada orden, de la leche nos da, como de contino fuese, sin otras cosas de más tomo que, porque el tiempo no lo permite, dexo de contar.
BURGATO: Baste, baste, Quiral, lo que has dicho, que no /6 v/ pensé, según el comienço tomaste, sino lo que me yvas a contar fuesse algún axuar o memorial o inventario. Dime, ¿hallaste más aderentes que proponer? Juro por las salutíferas yervas, que alrededor d´estas frescas fontanas nascen, que antes pensé que huviera el de las doradas crisnejas acabado de hazer su acostumbrado viaje que tú acabado de me contar o xerifar las joyas y preseas[6] de tu choza.
QUIRAL: No paresce, Burgato, sino que con desdeñoso semblante menosprecias aquello que yo en tanta estima tengo; pues, porque abreviemos parte de nuestro camino, ves aquí este mi cayado, que es hecho de una limpia y retorcuada cornicabra, en estremo y cabo del qual hallarás tallada la figura y estampa de aquella cruel pastora, Camila, que la mayor parte de mis ansias acarrea, el qual de mi propria gana aburro, porque veas quánto desseo tengo de verme ya fuera de aqueste alterno debate.
BURGATO: Agora sí me paresce que llevamos camino los dos: tú para perder tu tan sobrado orgullo, yo para posseer alguna buena joya de tu mano. Pues, ves aquí aqueste mi vedijudo sombrero, que es hecho de la piel de un envegecido javalí, el qual, aunque /7 r/ al pozuelo de la xara[7] por un denodado mastín de los míos fue muerto, a mí solo fue atribuida la vi[c]toria, por ser yo aquel que en la brava lid le ahotó. Y aunque sé que en el apostar te tengo ventaja, no me doy nada, porque entiendo antes de mucho señorear ambos a dos despojos.
QUIRAL: Pues, sus, comencemos a quitar de encima esto que pesadumbre nos causa y veremos quién quedará vencedor.
BURGATO: Espera, espera, que si no me engaño, lo mejor y más principal nos falta para haver concluydo esta nuestra contienda.
QUIRAL: ¿Y cómo? ¿Que es esto? Andas ya por no luchar.
BURGATO: ¡No, por el cielo de Dios bendito! ¿No ves, bovo, que aunque hartos de luchar y luchar estuviéssemos, que falta la tercera persona para que sea entre nosotros dos por juez admitido?
QUIRAL: Tú tienes razón, pero era tanta la gana que me vía rodeado de verme ya fuera d´esta competencia, que no pensé sino que solamente estos árboles y praderas bastavan a dar testimonio de las obras de cada uno de los dos.
BURGATO: Pues oye, que si no me engaño, por somo de aquellos acipreses veo venir un pastor tañendo y cantando y, si tal persona fuere, que en juycio podamos depositar nues- / 7 v/ -tras joyas. Cada uno de nosotros passará por lo que el juez juzgare.
Entra Aleto, pastor, cantando
ALETO: Mia fe, Gil, ya de tu medio
no me curo,
que el morir es el remedio
más seguro.
Quando más pugnas diziendo
que me aparte de querella,
en mayor ravia me enciendo
por ver dónde podré vella.
Y, por tanto, ningún medio
no procuro,
que el morir es el remedio
más seguro.
BURGATO: No ceses, no ceses de proseguir, hermano Aleto, tu començada harmonía, que aunque de lexos escuchándote havemos estado, no pequeño alivio en los cansados miem- /8 r/ -bros y pastoriles coraçones de tus más que amigos has puesto.
QUIRAL: ¡O! En dichossísimos agüeros sea tu llegada Pero dinos, Aleto, que gozes, ¿qué nuevos negocios son éstos, que por los no acostumbrados passos acarrear te ha movido?
ALETO: Al alterado espíritu, muy pequeña ocasión sé que le basta para moverlo en diversos lugares; pero, con todo, charíssimos compañeros y amigos, vuestra hallada sea en más que venturosíssimas horas.
BURGATO: Después, hermano Aleto, que de nosotros te apartaste y recogiste a otros nuevos apriscos[8] y moradas tu ganado, no paresce sino que nunca más se te acordó de nuestra antigua amistad.
ALETO: Engáñaste, Burgato, porque no me paresce a mí que sería amor perfe[c]to aquel que la distancia de las moradas lo deshiziesse o apartasse.
BURGATO: ¡Hé, qué búrlome contigo1 Que yo bien siento que los sanos y limpios corazones, como agora el tuyo, muy poco movimiento les acarrea los rezios torvellinos y caudalosos aguaduchos de la desaprovechada ausencia; pero dexando esto aparte, dinos de gracia, si por pesadumbre no lo tienes, ¿qué res es aquessa que sobre tus cansados ombros acarrear te ha movido? Porque, si no me engaño, /8 v/ muy grande caudal de amor te haze hazer forçado lo que a otro ninguno de su propria voluntad haría.
ALETO: No te espantes, Burgato, que el pequeño chibatezno que sobre mis hombros ves que acarreo, tres enteros días ha que perdido del rebaño, rumiando de las duras cortezas d´estos alcornoques se ha mantenido y, no cierto por el valor suyo, más por las cuytas y lástimas que la piadosa bragada[9], su madre, con lástimas y clamores por el perdido hijo hazía, de pura compassión me ha movido venírselo a buscar, y soy cierto que en algún sentido o discreción alcançasse de puro contentamiento de havérselo hallado, no sería gran maravilla despojarse de su áspera y cadillosa piel, y dármela toda en estrenas.
BURGATO: ¡O más que bienaventurado rebaño, que so el dominio de tan cuydadoso zagal se subjeta! Por cierto, hermano Aleto, que si a la tu lamentable cabra le han sobrado muchos quilates de ventura, no por esso a ti te han faltado otros mayores de diligencia y cuydado.
QUIRAL: Siéntate, por amor de mí, Aleto a do descanses algún rato en estos deleytosos sombríos de tus apresurados passos, y de aquello podrás alcanzar que en los pobres /9 r/ peludos çurrones hallarás [que], aunque faltos de viandas, a lo menos están llenos de aquella buena voluntad con que se te offresce.
ALETO: ¿Assentar, zagales? Esso de muy buena y liberalíssima gana lo haré, por cierto, pero quanto al comer, amorosíssimos pastores, yo tengo por rescebida vuestra entrañable intención, y baste.
BURGATO: No ha de bastar, hermano mío Aleto, sin que primero sepas que está entre nosotros desafiada una fuerte lucha, y queremos que seas tú el juez d´ella, para que des la joya al que vieres que la ganare.
ALETO: Aunque por juez havéys escogido tan torpe ingenio, por no seros molesto haré mi possibilidad.
QUIRAL: Pero antes d´esto, hermano Aleto, assí nunca te falte lo que más tu coraçón dessea, antes aquello de nuevo aumento cumplido veas, me hagas tamaño plazer: que tomes essa tu chilladora guitarra y tangas y cantes algunos de aquellos versos que yo en los días passados por amores de Camila compuse, que, aunque de mala compostura ataviados te parezcan, a lo menos estarán conformes a lo que mi desconfiado coraçón siente.
ALETO: No sé si los terné en memoria, pero como quiera comienço: /9 v/
Quando en más plazer me vi,
enrramado de alegría,
y sin passión,
el mal vino tras de mí,
disparando artillería
al coraçón.
CAMILA: Dichosa me puedo llamar, Quiral, si para mí estos versos fueron compuestos.
ALETO: El árbol en el verano
contínuamente floresce
con holgura,
mas mi mal, como villano,
en ynvierno, estío cresce
con tristura.
CAMILA: ¡Hay! Que si aquesso es verdad, yo, desdichada y subjeta doncella, ¿qué vida podré soportar, qué muerte cruel no me sea?
ALETO: Dime, mal tan sin mesura,
¿por qué tan mal me has tratado?
/10 r/ ¿Qué te he hecho,
que me tiene tu figura
ya con la muerte abrassado
y deshecho?
BURGATO: Hermano Quiral, assí nunca los hambrientos lobos ni las solícitas cautelas de la astuta raposa hagan pressa en tus blancos corderos, y assí nunca tus mastines veas cohondidos[10] de raviosa e incurable dolencia, te ruego me digas: ¿en qué pensavas quando aquestos versos componías?
QUIRAL: ¿En qué? Déxanos agora, no impidas con la pesadumbre de tus palabras aquello que dar no puedes.
BURGATO: ¿Sabes por qué lo digo? Porque no sé si los tomaría en cuenta Camila.
CAMILA: Sí los tomé, y tengo en mucha reputación, por cierto.
BURGATO: Y, según mi juycio, devias entuences estar assido de algún mal francés que de otra enamorada passión, según los dolores dizes que sentías.
QUIRAL: ¡Ea! ¿Qué no callará?
BURGATO: No a la he, porque no lo he de costumbre y porque me paresce que sería mejor dar buelta sobre mis errantes vacas; hágase /10 v/ lo que hemos de hazer de presto. Tú, Aleto, mira bien y juzga aquello que de nuestra parte encomendado te está.
QUIRAL: Sea ansí. Toma tú, Aleto, mi entorcijado cayado que por joya está depositado.
BURGATO: Y este mi sombrero por el consiguiente.
ALETO: Tate, tate[11], pastores, que no conviene en ley de buena amistad semejantes apuestas, sino tú, Quiral, toma tu cayado y tú, Burgato, tu sombrero, y vete a recoger tus vacas y aprende más para otro día quando en semejante lucha quisieres entrar.
BURGATO: Yo quiero tomar tu parescer. ¡Adiós, zagales!
QUIRAL: Él te guíe, Burgato.
ALETO: Y a ti, Quiral, yo te doy esta guirnalda, que es hecha de las más odoríferas flores que alrededor d´estas frescas fontanas hallarse pueden, la qual, sin que de la cabeça se te quite, la puedes traer hoy todo el día en señal de la vitoria que te he concedido.
QUIRAL: Yo te lo agradezco, hermano Aleto, pero agora, tocando tu çampoña o sonorosa guitarra, te suplico que nos va [ya] mos cantando alguno de aquellos cantarcillos que sabes.
ALETO: Vamos.
Villancico
¿De dónde vienes, Antón,
tan mortal y desmayado?
Vengo de dexar prendado
por la vista el coraçón.
Di, ¿qué ojos te miraron
que´l coraçón te prendieron?
Los de una zagala fueron
y los mios lo causaron.
Cuéntame ya tu passión,
¿de do vienes tan asmado?
Vengo de dexar prendado
por la vista el coraçón.
QUIRAL: ¡Tente, tente!, porque allí se me representa aquella cruel pastora, Camila, de quien ésta, mi angustiada vida, depende.
CAMILA: Acercándose viene el enamorado Quiral y su Aleto; despertar quiero a mi viejo Socrato porque, hallándome sola, no /11 v/ se descuyde a dezir alguna palabra que a mi honestidad menos que lícita sea.
QUIRAL: No hay, hermosa pastora, quien enojarte presuma; antes quien, con todo género de honesto exercicio, tu más que contentamiento y voluntad dessea.
CAMILA: Yo te lo agradezco, Quiral, y si como salteada y no bien proveyda no acertare a rendirte las devidas gracias, a lo menos toma de mí en recambio mi casta y limpia voluntad de tu buen offrescimiento, según que una affligida y subjeta pastora dar puede.
QUIRAL: Las gracias, gentil Camila, tú te las tienes y para ti me paresce que te las guardas sin querer comunicar una pequeñuela parte con quien tu grado dessea, en señal de la qual recibe el pequeño don de la guirnalda, que más para tu dorada cabeça que para entre mis mal peynados cabellos pertenesce.
CAMILA: Aunque para quien soy no es lícito yo tomar semejante guirnalda, por ser joya que más a delicadas hembras que a otro ningún género de varón conviene, holgaré de rescebirla; y, agora, desvíate de presto, porque la distancia del tiempo no consiente más comunicación, que me paresce que mi viejo padre despierta.
/12 r/
SOCRATO: ¿Con quién hablas, hija Camila, que no puedo tener el sabroso sueño tanta fuerça en mis adormidos ojos que a tus palabras no despertasse?
CAMILA: Conmigo, padre, lo havía, que hay algunos d´estos nuestros borregos tan enojosos que no hay quien a silvos ni a bozes del vedado los saque.
SOCRATO: Arrójales tú, hija, el cayado con buen ánimo y assí harán de fuerça aquello que a tus bozes niegan y vámonos, por agora, allá dentro en nuestra cabaña.
Sale Pablos Lorenço,
el simple, y su muger
PABLOS: ¡Cómo, cómo! Aún daría yo al diabro la sabandija si por un negro pollo me huviéssedes vos de quitar la comida. Jura al siglo de mi bisagüelo que si tal huesse verdad, a los pies de los señores provisores me huesse, porque viessen el poco respleute que vos hazéys de Pablos Lorenço, vuestro marido.
GINESA: ¡Por el siglo del padre que me engendró!, que aquí no me entréys en estos ocho días, porque quando yo os dexare a guardar la casa abráys veynte ojos por ella.
/12 v/ PABLOS: ¿La casa, Ginesa de Bolaños, no se está ansí sana y entera como se estava? A lo menos podraste alabar que mientras yo he quedado en guarda d´ella, nadie se ha atrevido a hurtalla, loores a Dios.
GINESA: Pues, ¿qué havian de hurtar, dezí, pan perdido[12]?
PABLOS: ¿Qué diablos me sé yo?, ¿no dizes que la casa? Que pensará el que te oyere que se la han llevado por essos vericuetos. Ossaría yo jurar que, aunque te la dexasses sola y a escuras y a essas serenas, nadie se atreviera a hurtalla, quanti más quedando dentro un hombre de tan buen recaudo como yo.
GINESA: Pues, ¿cómo?, ¿la casa se se havían de llevar y sacalla de sus cimientos?
PABLOS: ¿Qué se yo? A ti te lo oygo y tú te lo dizes y lo levantas.
SOCRATO: ¿Qué bozes son éstas?
PABLOS: Señor, ¡si supiesse vuessa merced sobre qué son! Son sobre un negro pollo que me llevó el sorromícalo o gavilucho o diablo, o como se llame.
GINESA: ¿No más d´esso? ¡Espera, espera!
CAMILA: ¡Passo, passo, ama! ¿Qué pendencia es ésta?
PABLOS: ¡O! ¡Doyte al diablo, muger! ¿Y no te cortarías essas uñas, que por poco me ahogaras?
CAMILA: ¿No sabríamos, ama, qué´s esto?
GINESA: ¡Hay, señora! ¿Qué más mala ventura quiere /13 r/ vuessa merced, que de onze pollos que me sacó la gallina, no me han quedado sino solos cinco?
PABLOS: ¿Onze? Plegue a Dios que rebentado muera yo y vuessa merced, si parte quiere. ¡Si parió la gallina sino cinco pollos a la mañana y seys a la noche, y dize ella que son onze! Y ven acá, ¿éssos hémelos comido yo por ventura?, ¿no te he jurado ya que se los llevó el gavilucho o sorromícalo o millano, o cómo se dize?
GINESA: ¿Aún tenéys lengua para hablar, ánima de cántaro[13]?
PABLOS: ¡Dote al diablo, muger! ¿No ternás un poco de miramiento, siquiera por las barbas de su merced, que está delante?
GINESA: ¡He, callad, ánima de campana!
PABLOS: ¿Qué´s ánima de campana, muger?
GINESA: ¿Qué? Badajo[14], como vos.
PABLOS:
¿Badajo, a vuestro marido? Deme esse
garrote vuessa merced.
GINESA: ¿Assí, garrote para mí? Al fin no seríades vos hijo del Guarnico, el enxalmador, cura bestias.
PABLOS: ¿Y párescete a ti mal, porque sea hijo de bendición?
CAMILA: ¡Hay, amarga! ¿Y cómo hijo de bendición?
PABLOS: Sí, señora. ¿No le paresce a vuessa merced que quando mi padre haze sus enxalma- /13 v/ -duras y dize aquel verso del per homnian seculam seculorem, y el altere demus de gente non sanctam y rloria in til dolime, y no sé que más, que no hay quien eche tantas bendiciones como mi padre en todo lugar?
CAMILA: Tenéys razón.
PABLOS: Pues de aý me viene a mí ser hijo de bendición, y legétimo y todo.
SOCRATO: ¿Legítimo y todo? Mucho es esso, por cierto.
PABLOS: Sí, señor. ¿No vee vuessa merced que soy todo entero hijo de Guarnico, el enxalmador, que aunque la señora Ginesa dize que curava bestias, levántaselo, que no era sino medio albeytar[15]? Mas pregúntele vuessa merced a ella, veamos cuya hija es.
GINESA: Costáraos a vos un ojo y del otro no viérades nada, y fuérades de tan buen[a] generació[n] como yo.
PABLOS: ¿Quién eran tus padres? Dilo, veamos.
GINESA: ¿Quién? Estevan de Bolaños, regidor en Pliego, y Luzía Hernández de Saldaña, honrradíssisimos ambos si los havía en todo el lugar.
PABLOS: ¡Ha! Noramala[16], señora muger, levantéys tan falsos testimaños a vuestros padres. ¿No se te acuerda que quando te casoron conmigo te me dieron por hija de Logroño, el azeytero? Y aun se me miembra que no sé so- /14 r/ -bre qué medidas falsificadas que tu padre hizo le dioren cien açotes y de comer aquel día.
GINESA: ¿Cien açotes? Levantáronselos, en verdad.
PABLOS: ¿Levantáronselos o assentáronselos? Allá se los llevó a su casa.
SOCRATO: Amo, no havéys por tan poco de deslindar linajes.
PABLOS: ¡Calle v[uessa] m[erced]! Que juro por el cielo de Dios bendito, que si no le atajáramos que mos hiziera encreyentes que era hija del Conde Hernán González o de Belerma; por mí, mal fuyste engendrada.
SOCRATO: Ora, ama, entraos allá dentro y tú, Camila, ten adereçado algo que para el acostumbrado sustentamiento convenible sea, que yo y Pablos Lorenço daremos la buelta por acá fuera y recogeremos el desparzido ganado.
CAMILA: Ya voy, señor; entremos, ama.
Entra ma[e]se Alonso
el Barbero
BARBERO: Acresciente Dios y guarde por muchos años y buenos la honrrada persona de mi señor Socrato.
SOCRATO: ¡O, mi señor ma[e]se Alonso, sea v[uessa] m[erced] bienvenido! Y ¿a dónde por acá a tal hora?
PABLOS: Aosadas[17] que por algún caso deve yr su merce[d], pues se viene vestido y todo.
BARBERO: ¡O, qué gentil necedad! ¿Pues havía de venir desfraçado?
SOCRATO: Señor ma[e]se Alonso, déxele vuessa merced ya, ¿no le conoce?
BARBERO: Sí, señor, que ya le tengo conoscido, pero sabrá vuessa merced que yo vengo de aquí de un batán y que quise dar vuelta por hablar con él y dar assiento en aquello que havemos hablado estos días passados.
PABLOS: Tal sea mi salud como mi señor el Barbero habla, que no es de menester sino que se congeute luego.
SOCRATO: ¿Qué se ha de congeutar?
PABLOS: De hazelle la barba al asno y cortalle aquellas crines.
SOCRATO: ¡Quítate allá, señor ma[e]se Alonso! Aquí no hay más assiento ni más concierto que yo con vos los días passados comuniqué, sino despojaos d´esse luto.
PABLOS: Sí, señor, porque podría ser assombrarse el asno.
SOCRATO: Y vení quando señor mandáredes y celebraremos el casamiento.
PABLOS: ¿De quién, del asno?
SOCRATO: ¡Quítate, por amor de Dios! Déxanos hablar.
BARBERO: Señor Socrato, esto no lo digo por jactancia, sino porque sé que vuessa merced /15 r/ lo ha de alcançar a saber me atrevo a dezillo, que juro a esta, que es cruz, que me dava Andúxar “el mesonero” con su hija en casamiento más de onze mil maravedís, y porque supe que havía avido ciertas traviessas o intervalos entre Bartolomé y ella, le dí de mano.
PABLOS: Essas mismas travessuras se sonaron de mi muger quando me casaron con ella.
BARBERO: Yo lo creo, pero, en fin, no será menester más, sino que yo vendré como vos dezís con dos amigos mios.
PABLOS: Señor, porque me paresce que viene sobre el presupuesto, será bien que se haga al asnillo una herradura en la mano yzquierda, que como truxo media hanega de harina a cuestas, vino el pobre asno a pie despeado[18].
SOCRATO: Sea ansí como vuessa merced dixo, que yo tampoco estoy en tiempos de hazer muy grande alborote.
PABLOS: ¿Qué diablos de alborote ha de her? Es el asno más manso que el señor ma[e]se Barbero, que juro a diez a cuestas le tenga mientras lo herraren.
SOCRATO: Señor ma[e]se Alonso, entrémos en la posada y comerá un bocado.
BARBERO: Señor, perdóneme vuessa merced.
PABLOS: Perdonado está, señor, no cumple más.
/15 v/ BARBERO: Que voy depriessa.
SOCRATO: ¿Y qué priesa puede v[uessa] m[erced] que no entre a comer un bocado siquiera?
PABLOS: Si no quiere, ¿hale de forzar que coma?
BARBERO: Señor, sabrá que voy a sangrar el mayordomo de los perayles y de aý tengo que dar la buelta a la villa porque tengo de hazer la barba a Frexenal, el xabonero, porque después de mañana ha de ser padrino de una velación[19].
SOCRATO: ¿Y de qué está malo el señor mayordomo?
BARBERO: Señor Socrato, sabrá que un asnillo que llevava estotro[20] día una carga de xergas al molino batán, yendo el cavallero encima, cayó y cogióle el pie debaxo y d´esso está malo; y con esto me despido de vuessa merced y lo dicho, dicho.
SOCRATO: Sea ansí; [que el] señor Dios os guíe.
Éntranse Socrato y
Pablos Lorenço y sale Camila
CAMILA: ¡Señor!¡Ha señor! Ni responde ni paresce.
GINESA: Hija Camila, por ess´otra senda se deve haver entrado en casa.
CAMILA: ¡Hay!, entre por do quisiere, que negocios de más tomo ocupan mi infelice vida.
GINESA: ¡Hay, hija Camila!, cessen ya si mandas tantas lástimas, lamentaciones y solloços co- /16 r/ -mo cada día te veo hazer, que bastarte devrían quantas vezes te lo he rogado y tú a mí prometido. ¿No sabes, hija, que tras un tiempo viene otro, y tras ñublado el día sesgo y sereno, y lo próspero tras lo adverso?, ¿de qué te congoxas?
CAMILA: Ya veo, madre, que me aconsejas la verdad, como cosa que tanto te toca, que desde mi puericia y tiernos años debaxo de vuestra piadosa mano soy criada; mas, ¡ay, desgraciada de mí!, que después que este acelerado casamiento se me movió, he estado mil vezes por hazer sacrificio de la mísera vida entre aquestos ásperos robles y altas hayas, sino sólo el temor de perder la cuytada d´esta mi ánima, que nada meresce, me lo ha estorvado.
GINESA: ¡Jesús, Jesús, hija Camila!, ¿y tal te deras dezir? Dios nos libre y guarde lo que bien queremos. Pues mira que te aviso que mires por ti, que en esso Se aventajan los hombres de los hombres, en hacer más y valer más y sufrir más; y, pues lo que te digo es lo que te conviene, confía en Dios, que presto serás alegre con retorno de otra nueva mudança.
CAMILA:
Determinado tengo, madre, de echar el pecho al agua y mostrar a
GINESA: Agora sí me has contentado, hija, sino porque me paresce que aquellos ganaderos hazen señal de venir hazia acá, entraré allá adentro y despídete de toda tristeza.
CAMILA: Assí lo haré, y si aquesse Quiral algo de mí te demandare, di que no me has visto.
GINESA: Ve con Dios, que sí diré. ¡Hay, cuytadiva lástima le tengo, por el siglo de aquella madre que me parió!
Entra Quiral y Aleto
cantando
Migallejo está so la rama,
su carilleja Menga le llama.
Migallejo está soñando
que a su amor está abraçando,
ella huye, está gritando,
¿por qué? Porque le desama.
Migallejo está so la rama,
su carilleja Menga le llama.
/17 r/
GINESA: No deseéis, hijos, de tañer y cantar, que no solamente a los afligidos ánimos y tristes coraçones, pero a los ayres ponéys consuelo con vuestras suaves canciones.
QUIRAL: ¿Es la señora de Bolaños?
GINESA: Es la que siempre dessea vuestro contentamiento y toda salud y holgansa.
QUIRAL: Yo te lo agradezco, señora, si para tan buen offrescimiento no huviere respuesta que quadre. Dexo el recambio para quando hubiere oportunidad, que de mis obras te quieras servir.
GINESA: ¡Hay!, assí sea mi salud como me paresce essa buena plática y essa buena gracia muy rebién, y no embalde me sé yo lo que me sé.
ALETO: ¿Qué sabes, señora?, ¿hay algo de nuevo?
GINESA: Hay tantas de novedades que no sé por do tienen principio ni fin.
QUIRAL: No te entiendo, señora, si más no te aclaras.
GINESA: ¿Que más claro queréys que os lo diga? Sino esse casamiento d´essa cuytada de Camila, que si Socrato fuera su padre, él le buscara mejor casamiento.
QUIRAL: ¡Válame Dios! ¿Y con quién es el regocijo?
GINESA: ¿Y no conoscéys vosotros a ma[e]se Alonso, el barbero, biudo de la villa, marido de la Solisa, que Dios haya?
ALETO: No conoscemos otra cosa.
GINESA: Pues esse, mi duelo, es el negro desposa- /17 v/ -do. ¿Qué ha de ser, que en mi ánima no paresce sino burjaca[21] en que me traen el juego de masecoral o bohilla de a maravedí?
QUIRAL: Señora, ¿Camila qué dize?, ¿está contenta?
GINESA: ¡Hay, amarga! ¿Y a qué llamáys contenta? En mi ánima no le ha quedado sino qual o qual cabello de una madexa que tenía como unos florines de oro de Florencia. Es lástima de ver lo que haze quando sola se halla.
QUIRAL: ¡Válame Dios! ¡Y cuánto me pesa de su descontento!
GINESA: Ya lo sé todo, y aun he sabido que no te tiene mala voluntad.
QUIRAL: Señora, ¿qué puedes tú haber sabido? Pues sé yo cierto que tal no le passa por el pensamiento.
GINESA: ¿No?, pues oye, y si me tienes secreto, yo te podría dezir.
QUIRAL: ¿Secreto, señora? Assí el soberano cielo algún agradable contentamiento me
conceda, antes consintiesse desacabalar[22] mi pobre aprisco, que palabra d´esta nuestra comunicación se supiesse.
GINESA: Pues, hijo Quiral, sábete que ni voy a la fuente por agua, ni a visitar las colmenas, ni a las labransas de mi amo Socrato, que las tiernas plantas no manifiesten tu nombre.
QUIRAL: Menos entiendo esso.
GINESA: Pues yo sí entiendo, que andando muchas vezes con Camila por aquestas frescas fontanas, le vide decuydadamente de un hermoso estuche sacar un pequeño cuchillo, y en las tiernas hayas, pinos y fauzes y en otros montesinos árboles debuxar el nombre de Quiral; assí que pocas son las plantas que no manifiesten tu nombre. Y agora, dexémonos d´esta plática; entráos, hijos, de presto, porque me paresce que mi marido viene, y no barrunte[23] nuestra contienda.
Éntrase Quiral y Aleto
y sale Pablos Lorenço, “simple”
PABLOS: ¡O, do al diabro los pollos y la pollada y a quien me los da a guardar también!
GINESA: ¿Qué es esso, marido, y qué traéys aý?
PABLOS: ¿No conueces que´s la cesta de los pollos?
GINESA: Ha ver, vení acá; descargaos.
PABLOS: Guarte, que vengo cosido con todas essas baratijas.
GINESA: ¿Cosido? ¡Jesús, Jesús! Y válaos quien quiera. ¿Y essa necedad havíades de hazer?
PABLOS: ¿Necedad te paresce? A mí no, por cierto. /18 v/ ¿Qué querías, que aguardasse otra vez que descendiesse el gavilucho o sorromícalo y me llevasse otro pollo, y tuviésemos [otra] pendencia como la passada?
GINESA: Daldos acá.
PABLOS: Passo, passo, peccador de mí, ¿quiesme arrastrar a mí y a ellos?
GINESA: ¡Pues cómo! ¿Soys vos por dicha Pedro de Urdimales, que quería enrredar todo el monte?
PABLOS: Hágote saber que no soy sino Pablos de Urde-buenas; y los pollos y la cesta y el sayo y el jubón, todo viene hecho de una pieça, porque si el millano se atrevía d´engollir otro pollo, se llevasse también a Pablos Lorenço y todo.
GINESA: ¡Ea! Descargaos.
PABLOS: ¡Otra suya! ¿Tú no ves que si no me quitas el sayo, descargar no los podré?
GINESA: Pues sea con sayo y todo. Acabemos.
PABLOS: Passo, passo. ¿Bonito, muger?
GINESA: ¡O, qué gentil cuerpo para armado en blanco[24]!
PABLOS: No me alabes, muger. ¿Piénsaste que m´e de casar otra vez?
GINESA: Marido, por vida nuestra, y assí Dios os preste[25] a mí, pues está hecho lo más, hágase lo menos; y es que por darme algún poquito de plazer y sepan quién es Pa- /19 r/ -blos Lorenço, mi marido, que bayléis un poco.
PABLOS: ¡Válate el diablo! ¿Y no sabes tú que yo no sé baylar sin cantar algún poco?
GINESA: Pues bayla y canta, por amor de mí.
PABLOS: ¡He! Que estoy ronco, muger, y tengo la boz mal entonada.
GINESA: Sea como quiera.
PABLOS: Ora bien, muger, tú harás que cayga en vergüença. A tu cargo vaya.
Canta
y bayla Pablos Lorenço
Canción
Más trabaja el que cava
el que tiene la muger brava.
SOCRATO: ¿Qué´s esto?, ¿agora es tiempo de andar en canciones, ama, sabiendo que aquellos señores han de venir y esta casa havía de estar más adereçada?
GINESA: Señor, d´esso pierda cuydado, que yo lo adereçaré muy de presto. Toma marido essa cesta y entraros allá dentro.
SOCRATO: Ora, ama, cruel cosa es esta, que después que a esta moça Camila le puse este casamiento en plática, no hay quien el rostro /19 v/ le pueda ver.
GINESA: Y no se espante, señor, que al fin es muger y mochacha, y házesele de mal apartarse de aquella agradable y paternal compañía en que ella fue criada.
SOCRATO: Bies está esso, pero ha de considerar una cosa: que yo no le puedo durar para siempre y que no hay ningun que sea tan sabio, que sepa quando ha de ser salteado de aquella que de sus assechanças nadie exemir se puede, ni a ninguno perdonar permite.
GINESA: Ándese, señor, que como dizen: “ bien está la moça loçana debaxo la barba cana”, por vida de mi madre de dezirle el sueño y la soltura.
SOCRATO: No quiero por agora, sino por vida vuestra, ama, que os entréys allá dentro y le aconsejéys de vuestra parte lo que mejor os parecyere, pues veys que le cumple, y aderéçame essa casa, que yo quiero yr a verme con essos señores.
GINESA: Pues yo me entro, señor.
Sálese
Ginesa y Socrato y entra
/20 r/ Canción
¡Hay, señora, queráysme dexar,
no me tratéys mal!
CAMILA: Mucho estimara, señora (quién quiera que tú seas), que con tu arrebatada venida no impidieras mi agradable y entero contentamiento de dexrarme dar fin a mi tan penada vida.
FORTUNA: No fuera cosa justa ni lícita, ni convenía a la gravedad de quien yo soy que entre aquestos solitarios boscajes, donde tengo mi señorío y dominio, aconteciera cosa que menos que bienafortunado renombre pudiesse tomar.
CAMILA: Harto buena fortuna me paresce, señora, que fuera aquella que a Socrato de cuydado, y a mí de tanto trabajo, en tan breve espacio para siempre quitara.
FORTUNA: No sería bueno que ensomberveciesses mi templansa con la vanidad de tu sobervia, porque aunque a ti te parezca que con mi llegada rescebiste offensa, no me lo deves atribuyr a mal no consentir, que la miserable vida tuya entre aquestos espessos y solitarios sauzes y empinados alisos pa- /20 v/ -ra siempre dexasses. Y porque a mí más que a otra persona ninguna de tus negocios entiende, vamos, que antes de mucho te será manifiesta la causa que a estorvarte d´este acelerado propósito me movió; assí que el callar te conviene tomar por último remedio, y vamos cantando.
Hay, señora, queráysme dexar,
no me tratéys mal.
SOCRATO: ¡Ea! Señores, passen adelante. ¡Ea!, señor Andúxar. ¡Ea!, señor Frexenal. ¡Ea!, señor desposado ma[e]se Alonso.
BARBERO: Yo, señores, donde quiera estoy bien, a mandado de vuessas mercedes.
SOCRATO: No lo digo por esso, sino como vuessa merced sea principal en este negocio, no es razón que se quede rezagado.
BARBERO: Bien está esso, señor, pero mire vuessa merced, que me paresce que oygo ruydo en casa.
SOCRATO: En verdad que entiendo que lloran; aguarden aquí vuessas mercedes, que quiero ver lo que passa.
BARBERO: Vaya v[uessa] m[erced]. Señores, ¿qué les parece quán honrrado es el señor, mi suegro?
ANDÚXAR: Porcierto, persona es de grande autoridad. Y dígame, señor, ¿de hazia dónde dizen qué es?
BARBERO: Señor, de hazia el Condado de Rosellón, según él me dixo.
FREXENAL: ¿Y a qué vino a esta tierra?
BARBERO: Señor, el cuento es muy largo, que tan desgraciado ha sido con un hijo que Dios le dio, como yo con mi hija Galatea, que después que se me perdió no paresce sino que la tierra se la ha tragado, que no he podido hallar rastro d´ella. Pero agora dexemos esto, porque me paresce que mi suegro torna a salir.
SOCRATO: ¡Ha, señor ma[e]se Alonso! Nuestro gozo en el pozo.
BARBERO: ¿Cómo assí, señor?
SOCRATO: Que ya me paresce que es muerto el ahijado por quien era el compadrazgo.
BARBERO: Menos entiendo esso, señor.
SOCRATO: ¿Que más claro queréys que os lo diga?, sino que Camila es ausentada y no paresce.
BARBERO: Aun daría yo al diablo la venida y el concierto si tal fuesse verdad.
SOCRATO: Dalga vos a quien quisiéredes, que más pierdo yo que vos en la mercaduría.
BARBERO: Al fin, no seríades vos de aquella mala tierra, que no podría produzir la patria de dónde venís sino semejante simiente; y agradeceldo a los señores que conmigo vienen que yo os hiziera conoscer, don mal viejo, cómo se han de tratar los hombres de /21 v/ honrra como yo.
ANDÚXAR: Señor ma[e]se Alonso, después de casada se havía de yr, más vale antes.
BARBERO: Es la verdad, pero ¿no les paresce a vuessas mercedes que tengo razón? ¡Qué me haya hecho rapar la barba este mal hombre!
FREXENAL: ¿D´esso os pesa, señor?
BARBERO: ¿D´esso?, ¿cómo?, ¿havia barba de mejor estofa y autoridad en todo el lugar que la mia? ¿Y hazerme alquilar estas ropas por venir como es de razón? ¡Juro a diez que empeñé unos borzeguíes y unos pantuflos de chamelote sin aguas, y no sé quántos maravedís para colación a vuessas mercedes, y agora hagan burla de mí!
FREXENAL: Señor ma[e]se Alonso, ¿qué se os da a vos si no estava hecho?
BARBERO: Bueno está esso, señor, que por doquiera que voy no oyen otra cosa mis oydos sino: “¡Helo allí, el desposado de la hermosa Camila!”, sí, juro a diez.
SOCRATO: Señor ma[e]se Alonso, anda con Dios, que habláys con cólera, y no me maravillo que estéys enojado.
ANDÚXAR: Vamos, señor ma[e]se Alonso, que bien demuestra el viejo la passión que tiene.
BARBERO: Vamos, señor, pero nunca Dios de mi Galatea ningún saber me conceda si no le hago conoscer al mal viejo cómo se han de / 22 r/ tratar los hombres de bien.
SOCRATO: ¡Bien te podrás, a lo menos, alabar, cruel, infernal y [despiadada] Fortuna, que en mí no se haya cumplido y executado tu rigor! Bien te acordarás, ¡o carnicera!, que si por un hijo legítimo, hija adoptiva me havías dado, quando por remate de mis affanes algún pequeño alivio havía de rescebir, en aguaceros torvellinos de otra mayor tempestad los has convertido. Dime, ¿no te bastava haverme dessipado de los edificios antiguos en que yo fuy criado? Ciega estés, sorda te vea, mendigando andes de puerta en puerta, que de no hallar quien bien te haga, de aborrescida con tus mismas manos tu propria vida cercenes. Sino, ven acá, haz una cosa, si tal eres como los antiguos te pintaron y los modernos de ti tienen aviso, vente a mí desnuda o armada, o como mejor te pareciere, que por la tribulación en que agora me veo, te juro que no tuviesse a mucho deshazerte y desmenuzarte entre los niervosos artejos y arrugadas y pelosas manos.
PABLOS: Señor, mire, si he de yr por pan a la villa, deme dineros que´s tarde.
SOCRATO: Agora no es tiempo de venir con nada d´esso.
PABLOS: ¿Por qué no, señor? Sé que “todos los buenos /22 v/ con pan son duelos[26]”.
SOCRATO: Sean; ve donde quisieres o mandares y llámame acá a tu muger.
PABLOS: ¿A mi muger? ¡Señora muger!
GINESA: ¿Qué hay? Dezí.
PABLOS: Veréys, que os llama mostramo[27] Socrato.
GINESA: ¿Qué manda, señor?
SOCRATO: ¿Qué os paresce, ama, a términos de quánto infortunio soy allegado?
GINESA: Ya lo veo, señor, ¿qué quiere vuessa merced que le diga, sino que me pesa tanto como de mis entrañas huviera salido?
SOCRATO: Ora, ama, ¿no sabéys vos alguna cosa por donde Camila se aya ausentado?
GINESA: Yo, señor, un poco sé, mas no querría que essos pastores me acachorrassen algún día.
SOCRATO: ¿Y cómo, ama, que sabéys vos algo en este negocio?
GINESA: Sí, señor, y si vuessa merced me tiene secreto, yo se lo diré.
SOCRATO: ¿Secreto, ama?, ¿pues cómo, por hombre de tan mal juyzio me tenéys que palabra que en mí fuesse depositada havía de salir de mi boca?
GINESA: Pues señor, vuessa merced vaya a la villa y denuncie de un pastor que se dize Quiral, que alinda con el val [le] sombrío, que si mal recaudo hay hecho, él lo ha insistido.
SOCRATO: ¿Quiral? ¡Válame Dios! Muy bien le conozco, /23 r/ que muchas vezes en achaque de andar a caça le he visto atravessar por esta nuestra habitación.
GINESA: Y no se espante, señor, que al fin es moço y no es de culpar por su mocedad y fresca joventud.
SOCRATO: Por vida vuestra, ama, que os entréys allá dentro y miréys por esso poco que en casa queda, no se lo acaben de llevar, que yo quiero yr a denunciar d´ esse pastor.
GINESA: Que me plaze.
Vase
Socrato y entra Fortuna y Camila cantando
Hija Camila no penes
ya de fatiga ninguna,
pues ves que contra Fortuna
no valen fuerças ni bienes.
FORTUNA: ¿Havéys visto, mortales, con qué aprobrios y menosprecios ha triumphado de mi nombre aqueste Anastasio con sus palabras? Pues, por la realidad de mi señorío, le juro que si otra vez del nombre de Fortuna osare blasphemar, sino le hago sentir en lo poco que le resta a lo que abastan /23 v/ mis fuerças y los infortunios que debaxo de mi podersa mano residen.
CAMILA: ¿Cómo era aquel nombre que denantes dixistes?
FORTUNA: Anastasio.
CAMILA: ¿Anastasio? Socrato quesiste dezir.
FORTUNA: Antes Anastasio, porque aqueste es su proprio nombre. ¿No te tengo ya avisada que sé más que vosotros en vuestra propria hazienda?
CAMILA: Assí te he oýdo dezir.
FORTUNA: Pues calla, que si trabajos o infortunios tanto tiempo os han perseguido, yo he sido la principal occasión d´el, o que no sería verdadero mi nombre si con la obras no lo exercitasse, a unos subiendo hasta la cumbre de los sobervios señoríos, a otros haziéndolos baxar hasta hazelles bordonear mendigando. Sino dime, Camila, ¿tus padre quién son?
CAMILA: No sé, señora, mas de quanto esse honrrado viejo, que tú llamas Anastasio, he yo tenido por padre, aunque después acá he sabido que siendo niña fuy echada a sus puertas y aquél me ha criado hasta en la edad que estoy.
FORTUNA: Esso es verdad y, porque más manifiesto te sea el negocio, sábete que aquél con quien te querías casar es tu legítimo padre, y tu /24 r/ proprio nombre es Galatea.
CAMILA: Asombrada, señora, me tienes. Pero dime, de gracia ¿qué succeso tan contrario fue aquél que de tan tierna edad me apartó de mi agradable y paternal compañía?
FORTUNA: Si mi rueda estuviesse fixa de contino, pocos casos succederían que de admiración tuviessen aparencia. Pero oye: tú sabrás que tu padre en su joventud tuvo largo tiempo amistad y conversación con una muger, y como las cosas no pueden ser estables ni durar para siempre, acordó dexalla y casarse con una honrrada dueña, que Sofronia havía por nombre, de la qual, tú nacida, la embidiosa muger olvidada, de pura malicia, que huvo de ver que en la casa de la legítima muger, y no en la suya huviesses nacido, tuvo manera como, hurtada de la cuna donde estavas, te encomendasse a las fieras en estas montañas, que de ti quisiessen hazer pasto. Y continuando su mal propósito, sabiendo que d´ella y no de otrie se podía tener sospecha, y por no venir en poder de algún riguroso juez, acordó y artificiosamente se dexó colgar de la garganta en una rama de un valiente castaño, donde, dexada la vida, perdió para siempre la esperança del cielo.
/24 v/ CAMILA: Pues suplícote, discreta señora, que me digas ¿cómo fuy libre de tal trabajo?
FORTUNA: Yo te lo diré. Unos ganaderos, que por allí juntamente habitavan, te hallaron, y de compassión que huvieron de ti, lleváronte a su cabaña y te mantuvieron tres días con sus noches de la leche que de sus reses ordeñavan. Pues como en aquel tiempo a Socrato le huviesse faltado un hijo, echáronte a la puerta de su majada y él te ha criado hasta la edad en que te hallas.
CAMILA: Cosas, señora, me has contado de grande admiración, de lo qual yo he rescebido algún contentamiento.
FORTUNA: Pues otro mayor infortunio resta que los prosupuestos.
CAMILA: ¿Y qué infortunios pueden ser que se ygualen con los passados?
FORTUNA: ¿Qué? Que yo he revelado a tu padre cómo no podía casar contigo, haziéndole saber que su hija propria eres, pero a la verdad él no sabe si eres muerta ni biva, porque de mí no pudo saber otra cosa.
CAMILA: Agora paresce que terná mayor enojo contra Anastasio.
FORTUNA: Pues vamos, que yo daré buelta a mi rueda, por donde todo el trabajo passado fenezca en agradable fin.
Vanse y entra ma[e]se
Alonso, el barbero
BARBERO: ¡O, deydad soberana! ¡O, divinos secretos! ¡Por quántas vías y maneras traes las cosas a su acabalada cuenta, y cómo permitió tu magestad que aqueste casamiento por ser ilícito no se celebrasse, y agora hazerme saber cómo esta donzella, Camila, fuesse mi hija Galatea! Pues si es cierta la fama que Socrato ha divulgado, por mayor desgracia ternía avella perdido a tal tiempo, que la sobra del gozo que huve en haverla hallado. Agora me conviene con todo rigor yr a Socrato y demandársela, que no creo que yo será hombre tan fuera de razón que sabiendo que es mi hija, no me la conceda; desde aquí quiero llamar: ¡Ha de la casa! Sorda deve de estar esta gente. ¡Hola hola!
GINESA: ¡Ya! ¿No os han respondido dos o tres vezes? ¿Quién diablos está aý?
BARBERO: Paros aý, dueña.
GINESA: ¿Dueña, y no tengo otro nombre que dueña?
BARBERO: ¿Pues cómo os han de llamar? Dezí, donzella.
GINESA: Anda con Dios, ma[e]se Alonso, o ma[e]se jaula. ¿Qué queréys?
BARBERO: ¿Ma[e]se jaula? Al fin fin soys muger y no ha de dar el hombre crédito a vuestras palabras. Llama a vuestro amo.
GINESA: ¿Y todo esso queréys? Pues no está en casa, bien os podéis yr.
BARBERO: ¿Cómo?, ¿no está en casa? Dezilde que se assome aý.
GINESA: Harto assomado devéys vos venir.
BARBERO: ¿Assomado?¿ Ya qué llamáys assomado, buena muger?
GINESA: Anda con Dios y no me hagáys salir de madre.
BARBERO: ¡O, cuerpo de mí con la cara de lechuza biuda, visagüela del romadizo! ¿Y qué se me da a mí que salgáys de madre, dezí?
GINESA: En mi ánima, si a vos voy, sino os salgo como una leona; no le veys mi duelo, cara de mochuelo sordo, cangrejo seco, que no paresce sino inventor de lamparones. ¿Dónde estáys, marido? Arma esta ballesta.
BARBERO: Pues baxá vos y él, vieja angosta más que el mal año.
GINESA: ¿Angosta me havéys dicho? Esperá, esperá, que yo haré que os parezca ancha.
SOCRATO: Passo, passo, ama. ¿Qué es esto, señor ma[e]se Alonso?, ¿no me abasta a mí el enojo que tengo concebido?
BARBERO: Señor, quiéreme matar essa gente de vuestra casa; mas, señor, ¿hay algo de nuevo?
/26 r/
SOCRATO: Señor, sabrá vuessa merced que sí hay.
BARBERO: Pues dígamelo y no me haga estar suspenso.
SOCRATO: Señor, sabrá cómo he hecho prender un pastor que se dize Quiral y ha confessado por su propria boca que mató a Camila, y vista su confessión, el juez lo tiene sentenciado a muerte. Yo le prometo que antes de mucho él vaya a tener compañía con la cuytada ánima de Camila.
BARBERO: ¡O, válame Dios! Si aquesso es cierto, yo más que otra persona ninguna me devo quexar. ¡O, hija mía Galatea, quién no te huviera conocido, pues al tiempo que te vine a conoscer, ya te tuve perdida!
SOCRATO: ¿Hija llamáys y Galatea?
BARBERO: ¿Pues quien, señor, la puede llamar hija sino yo? Pues hoy ha dezisiete años que nasció en mi casa. Ora, señor, yo quiero yr y mostrarme parte en este negocio y hazelle dar a esse pastor la más cruel muerte que por justicia jamás dar se vido. Vamos.
FORTUNA: ¡Ha, ma[e]se Alonso Anastasio!
BARBERO: ¡Válame Dios! ¿Quién me llama por mi no acostumbrado nombre?
FORTUNA: La que nunca tiene firme su propósito y aquella que siempre triumpha de toda la mortal nasción.
[SOCRATO]: De buena cosa, señora, te alabas, porque si /26 v/ esso es assí como tú dizes, ninguno terná crédito en palabra que tú le hayas dado.
BARBERO: Señora, ¿no eres tú la que anoche me reveló cómo Camila es mi hija Galatea?
FORTUNA: Sí, y según las señales te di, ¿has hallado otra cosa al contrario?
SOCRATO: Suplícote, discreta señora, que me des a conoscerte, porque con la ignorancia de no saber quienquiera que tú seas, no me descuyde de blasonar de tus obras.
FORTUNA: Tú sabrás que yo soy una muger que a todo género de bivientes traygo en balança; mi proprio nombre es Fortuna, señora de lo que´s deleytoso, y no menos agradable elemento de aguas, mares y tempestades; mi proprio officio es no tener a ninguno en estado tan quieto que de mis çoçobras salteado no sea.
SOCRATO: Luego si esso es ansí, no embalde me quexava yo de ti agora.
FORTUNA: Pues porque veas si mis obras conforman con mi nombre, sábete que el pastor que está sentenciado a muerte es Selvagio, tu hijo, el qual de Claudina tu muger nasció.
SOCRATO: ¡Válame Dios! ¿Y es posible lo que oygo?
FORTUNA: Sí, muy veríssimo, porque bien ternás en memoria que rezién casado le diste a tu dueña tres meses de espera, diziendo que /27 r/ yvas a bueltas de Perpiñán a cobrar cierta herencia que de tu patrimonio te havía quedado.
SOCRATO: No hay quien nada te niegue, porque todo es verdad.
FORTUNA: Pues tardándote tú más tiempo de lo prometido, que fueron quize meses, tu dueña, como muger de poco suffrimiento, cargando en ciertas alimañas las cosas manuales de tu casa, con su Selvagio en braços te fue a buscar, y como en aquel tiempo en el Coll de Balaguer huviessen salteado ciertas galeotas de turcos, entre mucha gente que allí captivaron, fue captiva. Y rescibió tanta angustia en su coraçón de verse en poder de infieles, que antes que embarcasse, perdió la vida. Pues viendo los turcos el niño sin madre y que no le podrían sustentar, colgado de las mantillas se lo dexaron en unas ramas de un valiente castaño.
SOCRATO: Pues suplícote, señora, me digas: ¿cómo fue libre de allí?
FORTUNA: Yo te lo diré. Un hostalero que allí cerca habitava lo halló, y como en su muger no huviesse havido niño, lo llevó a su casa y le llamó Quiral, y tiniéndolo por hijo, muerto el hostalero, le dexó mucho ganado que en el campo tenía. Pues como anduvies- /27 v/ -se entre pastores la fama de la hermosura d´esta tu Camila, viniendo a su noticia, vínose acercando con su ganado en estas partes, por ver si con ella podría casarse; assí que su buena ventura le ha traýdo a tal estado que está presso.
BARBERO: Y mi hija Camila, ¿qué es d´ella?
FORTUNA: Yo te la restituyré muy de presto en tu poder, y avísote, Anastasio, que si a tu hijo quieres ver bivo, que apressures tus passos porque ya le han sentenciado a muerte.
SOCRATO: ¡Válame Dios! Sin ningún sentimiento quedo. Pero señor ma[e]se Alonso, suplícote, por servicio de Dios, que si alguna piedad hay en ti, que como te has de mostrar parte para accusar, te muestres parte para perdonar a mi Selvagio.
BARBERO: Levántate, señor Socrato, que todo lo que pudiere ayudar a tu hijo lo haré de muy entera voluntad, quanto más que ningún peligro corre, cobrando como aquí ofrescido me tiene a mi hija Galatea.
SOCRATO: Cóbrese, señora, para que cobre sano y salvo a mi hijo.
FORTUNA: Vamos, que todo se hará como vosotros quisiéredes.
Vanse todos tres, y
sale Pablos Lorenço, simple
PABLOS: Ora, cosa del diablo es esta de mi muger que, ya que estava durmiendo a mi prazer, me fue a recordar y dixo: “¿Oýslo, oýslo? Levantaos y veréys lo que nunca havéys visto”. Y assí, yo estuences me levanté, y como fuesse la fiesta del Corpus Christe, me atavié peor que si huera un préncipe; y cavalgando en mi borrica, al salir por la puerta encontré con un monezillo, ¡Dios nos libre!, d´estos que van a coger el diezmo o premicias de los pollos; y bien dizen que no hay más mal pronuéstico que el hombre casado a la salida de la puerta topar monezillos o zorras o lechuzas. Ora, ¡sus!, yo quiero llamar: ¡Oýslo, oýslo! ¡Ha, Ginesa de Bolaños!, ¿no me oýs o no me queréys abrir?
GINESA: ¿Quién diablos está aý? ¡Hay, marido! ¿Y cómo venís assí?, ¿qué gesto es esse?
PABLOS: Tus porhidias son, muger, que poca necedad tenía yo d´ir a ver la fiesta y el festejón, que creo que se me ha mudado el tono de la boz, como la color de los vestidos con la caýda que di.
GINESA: Pues, ¿cómo caýste, o quién os hizo caer?
PABLOS: ¿Diz que quién? Yo te lo diré, muger. Al tiempo que yo y la burra estávamos embevecidos mirando el rueco, o la rueca del Hijo prólogo o como se llama…
GINESA: ¿El carretón del Hijo pródigo, querréys dezir?
/28 v/ PABLOS: Sí, sí, del Hijo hypócrito, allegó uno d´estos del Rey Adoras[28] para darme con su nariz de bexigadas[29]; y a mala ves me quiso dar, que de vello se espantó la burra dando a correr y saltos y pernadas[30]. En esto dezía la gente: “¡Válate Dios, hombre, válate Dios, hombre!”. Yo por mirar por quién era tanto “válate Dios”, vine a caer dentro de una acequia, y viéndome çapuçado, dixe entuences: “¡Tate, por mí lo dezían!”.
GINESA: Por cierto, que venís lindo, marido.
PABLOS: ¿Qué te paresce, que vengo bien? Tal te dé Dios salud. Amén. Anda, entremos en casa y vestirme has otra camisa limpia.
GINESA: ¿No sabéys qué ha embiado a dezir nuestro amo Socrato?
PABLOS: ¿Qué si Dios te de salud?
GINESA: Que´s parescida Camila.
PABLOS: ¿Cómo, no era muerta?, ¿ya resositó?
GINESA: Oý la historia. El mayoral de S [an] Lázaro.
PABLOS: Y, ¿essa es la historia?
GINESA: Sí, marido.
PABLOS: ¡O, qué linda historia, muger, que buen principio lleva vaya!
GINESA: Yendo a visitar ciertos enfermos que en el campo tenía, vido estar la moça en un brocal de pozo llorando a lágrima biva.
PABLOS: ¿A quién, a la hystoria?
GINESA: Que no, sino a Camila; oý si queréys, y có- /29 r/ -mo el mayoral tenía conosciencia con Quiral.
PABLOS: ¡O, qué sabrosa hystoria! Ya me paresce que la voy entendiendo.
GINESA: Sabiendo que por ella estava a muerte condenado, tómala a las ancas de un rocín.
PABLOS: ¿A la hystoria?
GINESA: ¡Valaos quienquiera! A Camila digo, y tráxola y allegó al mejor tiempo d´el mundo.
PABLOS: ¿Quién, el rocín?
GINESA: Paresce que no me entendéys, marido.
PABLOS: A dezirte la verdad, muger, bien te entiendo, pero no sé lo que te has dicho. Cata, viene mosamo, y ma[e]se Alonso y Camila y Quiral y una chaclada d´ellos. Entrémonos dentro en casa.
Entra Socrato, y ma[e]se
Alonso, y Camila, y Quiral, todos juntos
BARBERO: ¡O, regozijado día! ¡O, próspera Fortuna, y cómo una tan horrible tempestad, en tanta alegría has convertido!
SOCRATO: Señor ma[e]se Alonso, si del cielo ordenado no estuviera, claro está, que ni tú de Galatea ni yo de mi Selvagio huviera sabido.
BARBERO: Es ansí, señor, que sola una hoja del árbol no se mueve sin la providencia divina.
SOCRATO: Hora, hijo Quiral, ¿qué te movió confe- /29 v/ -sar con tu propria boca que tú havias muerto a Camila?
QUIRAL: Señor padre, era tanta el angustia que mi coraçón rescibió en saber que Camila era ausentada y no parescía, que tuve por mejor confessar que la havía muerto que dexalla de ver y visitar en aquellos lugares donde descuydadamente ver solía.
SOCRATO: Por cierto, hijo, si ello es ansí, en gran cargo soys, hija, al que presente tenéys y, por tanto, señor ma[e]se Alonso, te suplico que se la concedas por muger.
BARBERO: Señor Socrato, pues tú te la criaste y has tenido por hija hasta aquí, ¿quién sino tú le puede dessear todo bien? Vella aý, haz, con ser ella contenta, todo lo que tu voluntad quisiere, y como a tu honra y la mía mejor convenga.
SOCRATO: ¿Qué dezís, hija?
CAMILA: Digo, señor, que yo soy la dichosa, y haz de mí lo que por bien tuvieres y ordenares.
SOCRATO: Pues hijo, abraça a tu esposa.
QUIRAL: Señor, que me plaze.
BARBERO: Dios os dé su bendición, hijos.
SOCRATO: Señor ma[e]se Alonso, entrémonos y celebrarse han las bodas muy cumplidamente.
BARBERO: Como v[uessa] m[erced] mandare. Señores, perdonen porque aquí se da fin a nuestro colloquio.
Fin del Colloquio de Camila
[1] majada: “El lugar o parage donde se recoge de noche el ganado y te albergan los pastores” (Diccionario de Autoridades).
[2] denantes: “Adv. de tiempo. El que acaba de passar o passó próximamente a lo que se está diciendo” (Diccionario de Autoridades).
[3] retama: “Arbusto que crece hasta la altura de cinco o seis palmos.
Produce una varillas largas sin hojas, macizas y difíciles de romperse. Hace
unas vainillas dentro de las cuales se cría una simiente al modo de lenteja. Su
flor es amarilla y como la del alhelí” (Diccionario
de Autoridades).
[4] boix: voz del catalán.
[5] masteles: “mástiles”
[6] presea: “La alhaja, joya o casa preciosa y de mucho valor y estimación” (Diccionario de Autoridades).
[7] xara: “Planta u arbolillo leñoso que levanta de alto a lo más dos varas: lleva unas hojas caso redondas, ásperas a tocarlas, y unas flores blancas, compuestas de hojas puestas sin orden, al modo de las rosas, a que les sucede una frutilla casi redonda, velluda y dura, que dentro tiene muchas divisiones llenas de simientes menudas” (Diccionario de Autoridades).
[8] aprisco: “El cercado, la estancia o redil donde los Pastores recogen y ponen al abrigo de los vientos su ganado” (Diccionario de Autoridades).
[9] bragada: “Lo mismo que manchado o salpicado de diversos colores” (Diccionario de Autoridades).
[10] cohondido: “Manchado, corrompido, confundido” (Diccionario de Autoridades).
[11] Tate, tate: voz vascuence cuyo significado es “calla, calla”.
[12] pan perdido: “Modo de hablar metafórico que se dice del que ha dexado su casa y se ha metido a holgazán y vagabundo” (Diccionario de Autoridades).
[13] ánima de cántaro: “Locución y apodo que se dize al que es de cortíssimo talento, casi del todo incapaz y tonto” (Diccionario de Autoridades).
[14] badajo: “Metafóricamente se llama al hablador, tonto y necio” (Diccionario de Autoridades).
[15] albeytar: “El que cura las enfermedades de las bestias” (Diccionario de Autoridades).
[16] noramala: “Lo mismo que Enhoramala” (Diccionario de Autoridades).
[17] aosadas: “Significa también lo mismo que ciertamente, o a fe” (Diccionario de Autoridades).
[18] despeado: “Maltratado e incómodo en los pies por haver caminado mucho” (Diccionario de Autoridades).
[19] velación: significa aquí al acto de velar como “casar y dar las bendiciones nupciales a los desposados” (Diccionario de Autoridades).
[20] estotro: “Pronombre compuesto por este y otro, que demuestra y señala la cosa tercera como presente” (Diccionario de Autoridades).
[21] burjaca: “Bolsa grande de cuero que los peregrinos o mendigos suelen llevar debaxo del brazo izquierdo colgando de alguna correa, cinta o cordel, desde el hombro derecho, y en ella meten el pan y las otras cosas que les dan de limosna” (Diccionario de Autoridades).
[22] desacabalar: la forma correcta es descabalar: “Quitar alguna parte de las cosas que estaban dispuestas en número o cantidad determinada a algún intento” (Diccionario de Autoridades).
[23] barrunte: de barruntar: “Imaginar alguna cosa tomando indicios de ella por alguna señal, rastro o sospecha tenida u discurrida antecedentemente” (Diccionario de Autoridades).
[24] armado en blanco: “Armar a uno y vestirle de todas las armas así ofensivas, como lanza, espada y daga, como las defensivas, que son el peto y espaldar, al modo que lo hazían antiguamente cuando salían a algún duelo” (Diccionario de Autoridades).
[25] prestar: “Guardar o conservar” (Diccionario de Autoridades).
[26] Hace referencia al refrán: “Todos los duelos con pan son buenos”.
[27] mostramo: voz vascuence cuyo significado es “nuestro amo”.
[28] Rey Adoras: se refiere al rey Herodes.
[29] dar veixigadas: “Frase metafórica, que vale hacer alguna burla o engaño a alguno, o repetirle molestamente alguna cosa” (Diccionario de Autoridades).
[30] pernadas: “El golpe que se da con la pierna” (Diccionario de Autoridades).