Autor: José Antonio Bernaldo de Quirós Mateo
Título Artículo:
Eugenio de Tapia: un análisis del Cantar de Mío Cid en 1838
Fecha de envío:
(3/09/2001)

Abstract:

(Español): Se analiza la aportación del escritor e historiador Eugenio de Tapia a la historia de la crítica del Cantar de Mío Cid. La aportación de este autor es muy poco conocida, pero tiene interés por dos razones:

Primera: aunque comete errores muy justificables por el estado rudimentario de la crítica, sin embargo sus ideas son bastante acertadas. Valora Tapia la creación del personaje central como caballero modélico y la habilidad del autor para estructurar el cantar. Señala, además, la diferencia entre el tercer cantar y el resto del poema, apuntando que podría tratarse de dos poemas diferentes.
Segunda: es una aportación muy temprana (1838), por lo cual es probable que influyera en la concepción que tuvieron del Cantar los más célebres críticos del XIX.

 

(Français): On analise la contribution de Eugenio de Tapia, écriteur et historien, á l'histoire de la critique du Cantar de Mío Cid. Cet contribution est très peu connue, mais elle a d'intérêt par deux raisons:

Première: bien qu'il a quelques equivocations, très justifiables à cause de l'etat rudimentaire de la critique, cependant ses idées sont assez pertinentes. Tapia souligne la creation du héros comme un chevalier modèle, et aussi l'habilité de l'auteur pour faire la structuration du poème. Il marque aussi la difference entre le troisième cantar et le reste du poème: selon Tapia, il s'agit de deux poèmes differents.
Deuxième: c'est une apportation très précoce (1838), et c'est pourquoi qu'elle a influencé, peut-être, les plus célebres critiques du XIX siècle.


 

EUGENIO DE TAPIA: UN ANÁLISIS DEL CANTAR DE MÍO CID EN 1838

En un reciente trabajo, Irene Zaderenko, además de proponer una sugerente teoría sobre la gestación del Cantar de Mío Cid, repasa cronológicamente diferentes aportaciones críticas al estudio del gran poema épico (1). Mi propósito en las siguientes líneas es completar ese repaso recordando la contribución de Eugenio de Tapia, cuya importancia es muy digna de ser tenida en cuenta (2).

Tapia se refirió al Cantar en su obra Discurso sobre la decadencia del imperio musulmán en España (3). Se trata de un opúsculo de 62 páginas cuya idea básica es que la desunión de un reino es causa de su perdición. La obrita es inseparable de las circunstancias históricas en que nace: la guerra carlista. Tapia pone el ejemplo de la historia para llamar a la cordura y la racionalidad.

El Discurso no se limita a exponer hechos políticos y guerreros (que ocupan las páginas 1 a 35), sino que incluye indagaciones sobre otros temas referentes a la cultura y civilización. Concretamente, se extiende sobre dos aspectos: el nacimiento del castellano como lengua y el desarrollo de la literatura anterior al siglo XIII. Y en estos campos, a pesar de que incurre en errores muy comprensibles, dada la temprana fecha de su investigación, muestra el autor unas intuiciones verdaderamente notables, como veremos.

Como paso previo, Tapia considera posible la existencia de lírica popular en castellano anterior al siglo XII. Esta lírica emplearía como estrofa el romance, "porque ésta es la versificación más sencilla y acomodada a las canciones populares" (4)

Las páginas 45 a 63 las dedica nuestro autor al análisis del Cantar, al que se refiere con el título de Poema del Cid. A continuación revisamos sus opiniones sobre diversos aspectos del texto.

1.- Fecha de composición. Está de acuerdo con Tomás Antonio Sánchez, primer editor del Cantar, en que su fecha de composición es mediados del XII. Tapia se atribuye el mérito de haber sido el primero en reparar en los versos 3013 - 3014, donde la mención al "buen emperador" señala una fecha de composición posterior a 1135:

Es muy notable que cuantos trataron de la antigüedad de este poema no reparasen en los versos 3013 y 3014 del mismo, que dicen:
El conde don Anrrich e el conde don Remond:
Aqueste fue el padre del buen emperador.

Este último era D. Alfonso VII (hijo del conde D. Ramón de Borgoña y de doña Urraca), que sucedió a su madre en el reino de Castilla, y no empezó a llamarse emperador hasta el año de 1135, en que se coronó como tal en las cortes de León, según Sandoval en la Crónica de este rey, cap. 30. Por consiguiente el poema no pudo escribirse antes del indicado año, a menos que el autor hablase en profecía. (5)

2.- Génesis del Cantar. Cree además Tapia que la abundancia de hemistiquios octosilábicos en el Poema indica que la historia del Cid se cantaba en romances en fecha anterior, "y tal vez el poema se compuso en gran parte con ellos" (6). Esta teoría fue muy del gusto romántico, y ya había sido defendida por Agustín Durán, tomándola de los críticos alemanes (7).

3.- El Cantar, integrado por dos poemas. Defiende la existencia de dos poemas diferentes (lo que no implica dos autores diferentes): hasta la toma de Valencia, por una parte; y toda la historia de los infantes de Carrión por otra:

Parece verosímil que en romances separados se cantasen las aventuras de las hijas del Cid con los infantes de Carrión, y que el autor se valiese de aquéllos para formar otro poema. Pudo éste con el tiempo incorporarse al primero, haciéndose en uno y otro algunas alteraciones para enlazarlos. Esto no pasa de una conjetura, que someto al examen de los eruditos. (8)

4.- Valor artístico. Al comentar el "mérito literario" del Cantar, Tapia, guiado por un indudable amor al texto, expresa unas ideas que -excepto su opinión sobre el estilo del Poema- mantienen plena vigencia.

a) Resalta el talento compositivo del autor y la creación de escenas poéticas:
Si consideramos que fue el primer ensayo hecho en lengua vulgar de un poema heroico original, cuando aún se hallaban las letras en el mayor atraso, no podremos menos de tributar el debido elogio al autor, que supo trazar una fábula medianamente ordenada y conducirla con bastante acierto hasta la conquista de Valencia; y aunque en lo restante, que yo considero como un poema distinto, presentase el repugnante cuadro de las hijas del Cid azotadas por sus esposos, no puede negarse que en el todo hay situaciones verdaderamente poéticas. Tal es la entrada del Cid en Burgos cuando va desterrado, el silencio de la ciudad, el terror de sus habitantes asomados a las ventanas para ver pasar al caudillo, sin atreverse a hablarle; el desamparo de éste; la despedida de su esposa y de sus hijas en San Pedro de Cardeña, el vencimiento del conde D. Ramón Berenguer, la magnanimidad con que el Cid le vuelve la libertad sin rescate alguno; la entrada de Valencia, el pavor de los infantes de Carrión cuando soltándose el león de la jaula se presenta en la estancia con centellantes ojos, y la serenidad con que el Cid le obliga a encerrarse nuevamente; el cuadro magnífico de las cortes de Toledo para juzgar sobre la afrenta de las hijas del héroe, en que todo es dramático; y otros pasajes que pudieran citarse, por los cuales se echa de ver el talento poético del autor. (9)

b) Subraya el acierto en la creación del Cid como personaje literario, rasgo en el que la crítica se ha mostrado unánime:

Ni es menos recomendable por haber presentado en la persona del Cid un carácter ideal caballeresco, sans peur et sans tache como el de Bayardo. Rodrigo de Vivar es fiel esposo, tierno y cariñoso padre, buen amigo, desinteresado, generoso, comedido, y obediente súbdito a un rey que tan mal le había tratado. En las cortes de Toledo aparece como un hombre de esfera superior a cuantos le rodean. El rey y los infantes le acatan; todos le miran con asombro; y él sin orgullo, sin exasperación, sereno como el águila que vuela sobre la nube tormentosa, presenta su queja, pide satisfacción, la alcanza, y vuelve a Valencia a morir en el seno de su adorada esposa cercado de gloriosos laureles. (10)

c) Lamenta el lenguaje, que en su opinión casi siempre es prosaico, vulgar y fastidioso, aunque concede que tal vez muchos de sus defectos pudieran deberse a los copistas:

Aún se leería hoy con gusto esta composición si el estilo correspondiese a la elevación del asunto; pero desgraciadamente es prosaico y aun vulgar en la mayor parte, aunque de cuando en cuando agrada por cierta naturalidad muy conforme a las costumbres de aquellos tiempos. También tiene a veces el estilo cierta energía, señaladamente en la descripción de los combates; mas este fuego se apaga bien pronto, y vuelve a reinar la prosa monótona, fría y cansada. Digo prosa, no sólo porque falta el colorido poético, sino porque en realidad no hav sistema alguno de versificación, sino renglones desiguales, unas veces de doce sílabas, otras de catorce, de dieciséis y aun más, según conviene al autor para concluir un periodo. Ya toma un asonante, y le sigue hasta que le cansa, ya un consonante, y hace lo mismo, o mezcla unos y otros a su antojo.
Tal vez muchos de estos defectos no serán de él sino de los copiantes, pues Dios sabe las alteraciones que se habrán hecho en el original después de tantos siglos.
(11)

En conjunto, por tanto, se trata de una interesante aportación al estudio del Cantar, tanto por los aciertos que logra como por su novedad, puesta de manifiesto por el propio autor en otro lugar (12). Tengamos en cuenta que estos juicios datan de una época en la que aún no habían aparecido los trabajos de los principales críticos del siglo XIX: Amador de los Ríos, Andrés Bello, Milá y Fontanals, Menéndez Pelayo...

Parece que el Discurso no tuvo mucha trascendencia (no se volvió a editar); pero en 1840, Tapia reprodujo estas páginas en su gran obra Historia de la civilización española (13), trabajo que alcanzó una mayor difusión. De tal modo que, aunque en la actualidad se haya olvidado su aportación, sus juicios fueron conocidos por un público relativamente amplio y, casi con seguridad, por los eruditos a los que antes nos hemos referido. No sabemos en qué grado, pero es indudable que pudo influir en la conformación de su pensamiento sobre el Cantar.

 


NOTAS

 

(1) Irene Zaderenko: Problemas de autoría, de estructura y de fuentes en el Poema de Mío Cid. Alcalá: Universidad, 1998.

(2) Eugenio de Tapia (1778-1860) fue un señalado miembro de lo que Manuel Moreno Alonso ha llamado la generación de 1808. Destacado liberal en la época de las Cortes de Cádiz, sufrió prisión en 1814 y exilio en 1823, mientras que en las épocas de gobierno liberal ocupó diversos cargos políticos y administrativos. Jurista de profesión (publicó muchas obras de su especialidad), se dedicó a la literatura, en los distintos géneros; a la traducción; al periodismo (colaboró con Quintana en el famoso Semanario Patriótico, 1808-1812), y a la historia. Esta última faceta de su producción es a la que ahora prestamos atención.

(3) Eugenio de Tapia: Discurso histórico-crítico sobre la decadencia del imperio musulmán en España y las causas que retardaron en la monarquía castellana los progresos de la restauración y de las letras hasta el siglo XIII. Madrid: Imprenta de Yenes, 1838.

(4) Pág. 44. En la transcripción de los textos, modernizo ortografía y puntuación.

(5) Pág. 44, nota.

(6) Pág. 45.

(7) Agustín Durán: Romances caballerescos e históricos, ("Discurso preliminar"), Madrid, 1833.

(8) Pág. 57, nota.

(9) Págs. 57-58.

(10) Pág. 59.

(11) Págs. 59-60.

(12) Eugenio de Tapia: "Contestación del Sr. Tapia a Mr. Durrieu sobre la Historia de la civilización española". El Museo Literario, Madrid, 1844. Dice Tapia, refiriéndose a sus propias páginas: "se hace un detenido análisis del antiquísimo poema del Cid, donde hay, si no me engaño, algunos pensamientos nuevos, y observaciones críticas acerca del origen de la lengua castellana y de la poesía popular, o sea, los romances."

(13) Eugenio de Tapia: Historia de la civilización española desde la invasión de los árabes hasta la época presente. 4 vols. Madrid: Imprenta de Yenes, 1840. Concretamente, se encuentra en el apéndice 3º al tomo I.