Autor: Pilar Cabanes Jiménez (Universidad de Cádiz)
Título Artículo: Enfermedades de índole sexual en las cántigas de escarnio
y maldezir
Fecha de envío: 20/4/2006
Resumen:
En este artículo ofrecemos un catálogo sobre las enfermedades de
índole sexual que aparecen en las cantigas de escarnio y maldecir
gallego-portuguesas.
Analizamos las distintas dolencias desde diferentes perspectivas,
médicas, filosóficas, religiosas, literarias...
Nos parece interesante en cuanto indagamos y aportamos luz en un ámbito
de estudio, como es la sexualidad, a menudo, tabú. Sobre todo si tenemos en
cuenta que ofrecemos la faceta que la asocia a la enfermedad: llagas vaginales,
cánceres de verga, tumores en el ano...
Résumée:
Dans cet article nous offrons un catalogue sur les maladies de nature
sexuelle qui apparaissent dans les poésies de troubadour de dédain et maldecir Galician-Portugais.
Nous analysons les différentes maladies sous diverses point de vue,
médicaux, philosophiques, religieux, littéraires…
Cette approche nous semble interressante par-ce-que la sexualité a souvent
été considérée comme un tabou. Particulièrement si nous tenons compte que nous
offrons l´aspect qui l´associe avec la maladie : plaies vaginales, les
formatios cancéreuses de yard, tumeurs dans l´annus…
Enfermedades de
índole sexual en las cántigas de escarnio y
maldecir
El
análisis de la sexualidad y de las enfermedades venéreas, cuestiones
consideradas tabúes, es bastante complejo. A esto habría que añadirle la
dificultad que entraña el período en el que vamos a ubicarnos: la época
medieval. Los escritos medievales requieren un esfuerzo investigador e
interpretativo más intenso que el de otras eras. Asimismo, la dificultad que
entrañan en sí dichos escritos, se incrementa por el modo en que se trataba la
materia en cuestión. Nos hallamos, pues, ante una cultura que restringía la
observación directa de la conducta sexual y el acceso a la información.
Otro asunto sobre el
que queremos incidir es que las cantigas de escarnio y maldecir, como un
fenómeno literario que son, están sometidas a unas estructuras, recursos y
motivos temáticos codificados por el movimiento en cuestión. El género satírico
es, en cierta manera, realista, porque utiliza una expresión coloquial e icluso
vulgar y atiende a los aspectos más primarios de la naturaleza humana: la
comida, la bebida, las necesidades sexuales, las enfermedades, etc. Pero esto
no quiere decir que la imagen que se presenta en estos textos de la realidad
sea certera, tangible, al menos en su conjunto. Como bien apuntaron G. Lanciani
y G. Tavani, no debemos caer en el error de confundir la realidad cotidiana con
el realismo lírico.[1]
Sobre todo, si tenemos en cuenta que el género de escarnio y maldecir se
caracteriza, como ya hemos apuntado, por sacar a la luz, únicamente, lo
ridículo, lo grotesco, lo blasfemo de la realidad que dibujan. Las
composiciones presentan, en cierta manera, un retrato de la sociedad del
tiempo; pero un retrato distorsionado, manipulado, supeditado a numerosos
factores literarios y extraliterarios. Así, cuando utilicemos el calificativo
de "realista", lo haremos para referirnos a aspectos concretos de las
Cantigas de escarnio y maldecir.
Seguidamente
exponemos un inventario de las enfermedades de índole sexual que he hallado en las
citadas composiciones. Hemos realizado un estudio que combina los aspectos médicos,
religiosos, filosóficos (más conectados con la realidad), junto con los más
puramente literarios.
Nuestros objetivos
son varios: Estudiar cómo se reflejan las enfermedades de índole sexual en las
cantigas de escarnio y maldecir; observar si estas composiciones presentan la
concepción general que tenían los hombres del medievo; analizar si ofrecen una
imagen realista de los modelos de enfermedades de índole sexual que existieron;
indicar qué tipo de personajes padecen dichas enfermedades; advertir si en
estas composiciones se ha codificado una retórica de la alusión y la metáfora.
Enfermedades de índole sexual[2]
1.- El fuego de San Macial
Autor: Afonso (Rei d) Castela e de León (Lapa 23)
Tema: En
la cantiga se cuenta el caso del deán de Cádiz, que tiene unos libros que le
han instruido en el arte do foder (v. 19). Según dice el autor, a través del
acto sexual, el religioso era capaz de curar a las mujeres endemoniadas y a
aquellas que padecían la enfermedad denominada fogo de Sam Marçal (v. 32).
Esta última
enfermedad, que adquiere en esta cantiga tintes sexuales, se conocía también
como fuego de San
En cambio, en
Además de al fuego
de San Marcial, en esta cantiga se hace referencia a la posesión diabólica. En
el medievo, las personas supuestamente endemoniadas eran juzgadas como enfermas
totales, infectadas mental y físicamente por Satanás. Los monjes médicos
subrayaban el hecho de que la expulsión del demonio se acompañaba de desechos
de humores viciados, sangrientos o purulentos, seguidos de exhalaciones
pestilentes. Esto nos lleva a pensar que muchos de estos enfermos, que fueron
catalogados como malditos, lo que padecían eran crisis epilépticas. El origen
de esta enfermedad se halla en ciertas lesiones orgánicas cerebrales, tales
como tumores, traumatismos, hematomas, procesos infecciosos del tipo de la
encefalitis, intoxicaciones, etc. El que en la época medieval se asociara al
diablo puede deberse a los sobrecogedores síntomas que se producen tras la
descarga epileptogenética cerebral: el enfermo pierde la conciencia, cae
desplomado al suelo, en ocasiones dando un grito, y comienza el período
convulsivo, que se inicia con unas contracciones tónicas de los músculos esqueléticos.
A su vez, la cara, pálida al principio, se va tornando congestiva y vultuosa.
Por la boca, entreabierta, fluye saliva, teñida a veces con la sangre que se
provoca el propio afectado al morderse la lengua. Los esfínteres se liberan,
dando lugar a la micción voluntaria. Después aparecen las contracciones
clónicas, esto es, interrumpidas por fases de relajación, que provocan
movimientos bruscos de las extremidades. Estas manifestaciones, en el período
que nos ocupa, no solían interpretarse con rigor científico, sino desde una
perspectiva sobrenatural. En consecuencia, los cuerpos enfermos estaban
atravesados por un sentimiento de culpabilidad. Por otra parte, la noción
medieval de la epilepsia como enfermedad contagiosa, hacía que los afectados se
sintieran aislados, excluidos de la sociedad. La creencia de que esta dolencia
se transmitía, remite al antiguo pensamiento asirio babilónico del ataque
provocado por los demonios (sibtu),
el epafé (contagium) de los papiros
griegos del año 77 al 350 d.C., como conceptos aplicados a la enfermedad
sagrada (iera nosos) del Canon
hipocrático.[8]
Otra cuestión sobre
la que nos parece importante reflexionar es a quien o a quienes va dirigida la
composición. Advertimos que el principal destinatario de la crítica es el cura;
pero las mujeres también aparecen, indirectamente, escarnecidas. El autor hace
alusión a los grupos femeninos que la sociedad margina y rechaza. En primer
lugar, las mujeres endemoniadas, que tradicionalmente se las ha identificado
con las brujas, con todo lo que ello implicaba: sexualidad desorbitada,
herejía, maldad. En segundo lugar, las moras, repudiadas y denigradas por el
hombre cristiano; pero, a su vez, objeto de deseo. Y es que conquistar a una
mora suponía obtener el bien más preciado del enemigo. Aunque más que
conquistar podemos hablar de violar, dado que normalmente se eludía el
consentimiento femenino. Como apunta Olivia Constable, el orden religioso y
social hacía que las mujeres musulmanas fueran particularmente vulnerables para
ser explotadas por los hombres cristianos, ya que tenían absoluta libertad para
relacionarse sexualmente con ellas.[9] Y, por
último, el tercer grupo femenino al que alude el poeta es el de las mujeres
enfermas. Respecto a éstas, no debemos pasar por alto que el autor las pone a
la misma categoría que las extranjeras y las endemoniadas. Y es que la
enfermedad, sobre todo las de índole venéreo, era vista como una manifestación
de un comportamiento corrupto, lo cual conllevaba el rechazo de las personas
que padecían algún mal.
2.- Llaga vaginal
Autor: Afonso (Rei d) Castella e de León (Lapa 25)
Tema: El
poeta cuenta la historia de una soldadera, Dominga Eanes, que tuvo una batalla con
un ginete moro y fue lesionada. Sin embargo, fuera de todo pronóstico, la mujer
vence en el enfrentamiento. Aunque la herida que sufre no cicatrizará jamás (chaga
nunca vai çarrada, v.21). El autor recurre al campo léxico de la milicia y
juega con los dobles sentidos de las palabras. Así, el combate (baralla
v.1) hace referencia a las relaciones sexuales de los protagonistas.[10] El
jinete (genet, v.2) que cabalga es la representación del hombre encima
de la mujer durante el coito. Postura ésta que era catalogada como la natural,
la moralmente lícita, ya que favorecía a la procreación. Aunque, bajo nuestro
punto de vista, la intención del poeta no era tanto la de respetar las normas
que imponían las buenas costumbres, como la de situar a la mujer en un estado
de inferioridad respecto al varón. Y es que, en esta posición, era el hombre el
que ostentaba el poder, el que dominaba y tenía mayor libertad de movimiento.
Un asunto que nos
parece interesante y curioso, es la imagen del moro como un buen amante. Según
apunta el poeta, éste es muy diestro en el arte de manejar las armas, pues
nunca erra / de dar gran colpe con su tragazeite (vss. 17,18). Este
último vocablo, hace referencia, por una parte, a una lanza utilizada por los
moros en sus combates; en tanto que por otra, es la representación del miembro
sexual masculino.
A primera vista, nos
resulta extraña y contradictoria esta atribución positiva a un enemigo
tradicional. Aunque si analizamos dicha apreciación, desde la perspectiva del
hombre medieval, se torna negativa. Primero, por la connotaciones que tenía la
sexualidad en la época: pecado, enfermedad, mal, etc. Segundo, porque estaba
prohibido, bajo amenaza de muerte, que un pagano mantuviera relaciones sexuales
con una cristiana, por lo que el protagonista estaría cometiendo una infracción
a la ley. Según M.R. Menocal, este tipo de prescripciones se debían a que las
autoridades cristianas temían que la seducción material, cultural e intelectual
que ejercía la cultura árabe fuera destructiva para la perpetuación de los
valores cristianos.[11] En
cuanto a las expresiones:[12] mal
herida (v.2), ficar colpada(v.7), loriga... desvencida (v.9) y chaga
(v.21), indican que la soldadera ha sido penetrada por el caballero.
Centrándonos en el término chaga, que es el que más nos interesa, hemos
de decir que, por una parte, es una metáfora de la vagina femenina tras haber
realizado el acto sexual. Así, cuando el poeta especifica, irónicamente, que
dicha dolencia no podrá ser curada jamás, manifiesta la imposibilidad de
recuperar la virginidad perdida. Por otra parte, la chaga también hace
referencia a una enfermedad de transmisión sexual[13] que
ha contraído Dominga Eanes. Respecto a la dolencia que padece la soldadera,
Montero Cartelle la califica de sífilis.[14]
Este tipo de mujeres podían ser más propensas
a sufrir enfermedades de esta índole, por el tipo de vida que llevaban. Como
dice M. Carmen Pallares, las soldaderas eran Mulleres que acompañaban os
soldados nos seus desprazamentos ou que vivían na corte en compañía de xograis
e trobadores, como testemuño dunha prostitución non estabilizada, non
organizada.[15]
Así, en esta cantiga, podemos vislumbrar que Dominga Eanes había mantenido
relaciones con numerosos hombres. Al especificar el autor que la loriga de la
soldadera estaba desvencida (v. 9), pone en evidencia que ya había
tenido que enfrentarse a muchos combates, en el sentido sexual de la palabra.
Además, el hecho de que resulte vencedora en la batalla implica que tenía más
experiencia, más potencia sexual que el caballero. En los últimos versos de la
composición, el autor describe la naturaleza y el desarrollo de la dolencia
sexual: a chaga non vai contra juso,/mais vai en redor, come perafuso,/ e
porén muitrá que é fistolada (vss. 26-28).
Nos encontramos ante
una composición atípica porque, en la mayoría de los textos, la mujer aparece
contaminando sin resultar afectada. Esto responde a lo que los hombres
medievales denominaban la inmunidad femenina.
3.- Cáncer de verga
Autor: Pero Viviaez (Lapa 404)
Tema: El
autor se dirige a un tal vós que le pregunta por Pero Tinhoso,
diciéndole que lo conocerá por tres señales que tiene: traz o toutiço nuu e
traz cancer no pisso e o alvaraz no cuu (vss. 5,6). El vocablo alvaraz
hace referencia a un tumor, una especie de lepra. El hecho de que se sitúe en
el trasero deja entrever que el protagonista podía practicar la homosexualidad.
Y es que, en los textos, este tipo de dolencia aparece asociada a este
comportamiento sexual. En cuanto al cáncer, era la dolencia más grave. La
existencia de esta enfermedad se remonta a los tiempos más antiguos de la
historia humana. Tenemos testimonios muy ilustradores en la época romana
imperial. En el siguiente fragmento Guillermo de Saliceto ofrece una
descripción sobrecogedora de este tipo de cáncer:
Pustulas blancas, fisuras y corrupciones formadas en la verga y junto
al prepucio por haber cohabitado carnalmente con una mujer sucia o ponzoñosa;
se llaman también ventosas y están retenidas y comprendidas entre el prepucio y
la piel de la verga; cuando no se pueden expulsar ni exhalar, crecen y se
multiplican en el mismo lugar y si al principio se descuidan, se multiplican continuamente
y corrompen la piel, la ennegrecen y la corroen, con lo que la sustancia de la verga
jamás vuelve a sanar. Continúan las corrupciones, se producen fiebres y
hemorragias, y muy amenudo la muerte.[16]
A la luz del texto,
advertimos que el cáncer de la verga deriva, según el autor, de las prácticas
sexuales con la mujer sucia o ponzoñosa. Esta consideración es
totalmente falsa, no puede sostenerse desde un punto de vista científico. Pero
para la mentalidad del hombre de aquel período, casi todos los males procedían
del género femenino: de sus miradas, sus tácticas de seducción, sus
encantamientos, su impureza, su sexo...
En definitiva, las
enfermedades que aparecen en esta cantiga se achacan a relaciones sexuales
condenables en la época: el coito con una persona del mismo sexo, esto es, un
varón, y con una mujer, probablemente de costumbres ilícitas, deshonestas, de
ahí las calificaciones que recibe relativas a su suciedad.
4.- Tumor en el ano
Autor: Fernán Gonzálvez de Seavra (Lapa 131)
Tema: El
autor se dirige a un tal fernán Furado, haciéndole partícipe de la intención
que tenía de comprar un mulo muy bueno con un único inconveniente: tenía un
tumor en el ano (alvaraz ficado, v.3). Si analizamos la cantiga detenidamente
descubrimos que, a través de un juego de palabras, el poeta sugiere que es
Fernán Furado el que presenta la dolencia a la que se alude. El juego de
palabras se basa en intercalar el nombre del personaje cuando se está haciendo
referencia al mulo. De esta manera, podemos interpretar que el afectado por
esta enfermedad venérea es el hombre.[17]
Centrándonos en la enfermedad, podemos decir que con el término alvaraz, de
origen árabe, se denominaba, en
A la hora de
interpretar esta cantiga debemos tener presente que, en el período medieval,
las relaciones sexuales que se desviaban de la norma religiosa y moral estaban
muy condenadas. Según apuntan la mayoría de los textos que hemos hallado, eran
consideradas como algo no natural y pernicioso. Un ejemplo ilustrativo lo
tenemos en la obra de Santo Tomás de Aquino, Summa teológica, donde el
autor ofrece una teoría sobre los placeres no naturales:
Ahora bien, en uno y otro género de los placeres los hay que son no
naturales (...) Esta corrupción puede provenir del cuerpo por la enfermedad
―la fiebre hace que se encuentre dulce lo amargo y viceversa― o a
causa de un temperamento desafortunado, hay quienes sienten placer en comer
tierra, carbón u otras cosas similares; puede también provenir del alma,como en
el caso de quienes, por hábito, encuentran placer en comer a sus semejantes, en
tener relaciones con los animales o relaciones homosexuales y otras cosas
parecidas que no casan con la naturaleza humana.[19]
En el fragmento
anterior, la homosexualidad está situada al mismo nivel que las relaciones con
animales y el canibalismo.
Siguiendo a John
Boswell,[20]
la idea de que la homosexualidad es “antinatural”[21] se propagó en el mundo antiguo
debido al triunfo de los conceptos “idealistas” de la naturaleza sobre los
“realistas”. En particular, durante los siglos posteriores al surgimiento del
cristianismo, las escuelas filosóficas que veían en la “naturaleza” idealizada
la piedra de toque de la ética humana, ejercieron una profunda influencia en el
pensamiento occidental y popularizaron la noción de que toda sexualidad no
procreadora era “antinatural”.
Autor: Pero García Burgalés (Lapa 378)
Tema: El
poeta cuenta el caso de Fernand´Escallo, que es víctima de un mal de ojo,
agravado por un catarro (ollo mao... con cadarrón, v. 16). Según apunta
el poeta, el doctor que lo trata considera que no se sana a causa de su lujuria
y pereza: ca vós queredes foder e dormir/ por esto sodes mao de guarir /
dest´ ollo mao vello que avedes (vss. 19-21). El que García Burgalés repita
siete veces la expresión ollo mao, nos lleva a suponer que, bajo el
sentido literal, se esconde uno profundo. Es más, si atendemos a otra cantiga
del mismo autor ―nº 375 de la antología de Lapa―, la palabra
ollo puede cobrar el significado de miembro viril. Bajo este punto de
vista, Fernand´Escallo estaría afectado de una dolencia de transmisión sexual,
tal como viene indicado por la palabra mao. Otra posibilidad de
interpretación es que tomemos esta expresión como una metonímia que encubra a
un posible amante del protagonista. Según se desprende del término vello (v.
21), de avanzada edad.
Por último, la
expresión ollo, puede hacer referencia ―como en la cantiga anterior―
al ano. Desde esta perspectiva, Escallo estaría aquejado por una enfermedad
venérea generada por sus prácticas homosexuales.[22] De
cualquier manera, no debemos pasar por alto que, según apunta el doctor, la
única manera de sanar del mal era la abstinencia. Pero, dada la negativa del
enfermo de retirarse de su mala vida, el facultativo termina por dictaminar que
si sana será un milagro: se guarides, maravilla será (v. 13).
Advertimos que, para
la mentalidad del hombre medieval, la enfermedad era vista como un castigo
divino por una conducta reprobable. Por eso, la mejor manera de desprenderse de
esta tara era el arrepentimiento, que podía conllevar el perdón divino y la
consiguiente curación. El mal de ojo, en cambio, no se explicaba por la cólera
de Dios. La creencia medieval era que tenía su origen en la envidia, la
malquerencia de una persona generalmente vecina y, frecuentemente, mujer. La
clave estaba en el ojo y su mirada, dotada de una fuerza, un espíritu, una
energía negativa, capaz de provocar un profundo malestar corporal y anímico a
la víctima, la cual padecía un debilitamiento acompañado, entre otros síntomas,
de fiebre, vómitos, diarreas y dolores, en general. Se tenía la conciencia de
que podía llegar a morir. Normalmente, los afectados no acudían a la medicina
científica, sino a los métodos alternativos: oraciones, conjuros, gestos y
empleo de sustancias u objetos en el marco de una intervención simbolizadora.
Entre las técnicas más frecuentes, hallamos la imposición de manos, los masajes
en la cabeza con aceite, las cruces con saliva y la quema de tallos de romero y
olivo. La codificación del tiempo y la cabalística de los números eran muy
importantes, pues reforzaban las propiedades atribuidas a estas prácticas. En
el caso de la quema de romero y olivo, por ejemplo, debían ser tres tallos de
romero y tres de olivo o nueve de romero
5.-Impotencia-Satiriasis
Autor: Soárez Coello (Lapa 232)
Tema: El
poeta se queja de sus limitaciones sexuales. Según declara, no podía realizar
el coito más de una vez seguida. Como consecuencia, no podía satisfacer los
deseos de Luzia Sánchez, la soldadera con la que mantenía relaciones. Esta
anomalía se conoce con el nombre de impotencia o anerosia masculina. Las causas
que le impedían al autor provocar una completa satisfacción erótica a su
compañera y practicar el acto sexual sin dificultad eran varias. Primero, que
ya tenía una cierta edad. Segundo, que su miembro era pequeño (pissuça
cativa, v. 13). Y, por último, que estaba en nefastas condiciones (colloes,
que tragui inchados... é con maloutía, v. 21), tanto que no podía eyacular
(cospir a saíva[23] v. 14). El estado en que se
encontraba el sexo del poeta se evidencia muy bien en la genial metáfora de la
casa[24] en
llamas implica que, por muy ardiente que estuviera la soldadera, él no conseguía
una erección (sell’ardess’a casa no s’erguería, v. 16). Es decir, por
muy óptimas que fueran las circunstancias, no conseguía que los cuerpos
cavernosos de su pene se llenaran de sangre, provocando así la turgencia y la
rigidez necesarias para realizar plenamente el coito.[25]
El escarnecido
varón, ante el gran enojo de la soldadera, le propone otra opción: pois eu poder non possso, peer-vos-ia”
(v.10). Respecto a dicha propuesta, consideramos interesante señalar que los
médicos establecían conexiones entre la potencia sexual y la ventosidad.
Los facultativos
tenían la creencia de que la flatulencia era necesaria para la erección; ya que
creían que ésta ocurría cuando los cuerpos cavernosos se llenaban de aire. En
consecuencia, prescribían comidas flatulentas para garantizar la erección.[26]
En esta cantiga se vuelve a poner de
manifiesto las consecuencias que podían derivarse del acto sexual. Y es que la
dolencia a la que se hace referencia (maloutía) era, probablemente,
venérea. Por otra parte, advertimos que la mujer no se hallaba afectada por
ningún mal venéreo ―tal vez, por la supuesta inmunidad de la que ya hemos
hablado.
Autor: Joan Servando (Lapa 227)
Tema:
Antes de abordar esta cuestión, advertimos que la cantiga está incompleta por
lo que nuestra interpretación será parcial.
El poeta se dirige a
don Domingo Caorinha. Según apunta, éste no puede satisfacer la necesidades
sexuales de Marinha Caadoe, probablemente una soldadera de la época.
El problema que tiene el protagonista
es que su miembro viril se halla en muy mal estado: grossa pixa misquinha (vs.
7). En consecuencia, su compañera no se siente sexualmente satisfecha: sen
cea (vs. 39). En esta composición, como en la anterior, el escarnido sufre de
impotencia. Esta dolencia es un motivo de burla frecuente en el género de
escarnio. La imposibilidad de demostrar la virilidad, en una cultura masculina
y guerrera, era un hecho traumático para el hombre de la época.
Autor: Fernand’Esquio (Lapa 146)
Tema:
Nuevamente, la composición está dedicada a un fraile que tenía fama de
impotente; aunque, en realidad, era un semental. El poeta juega con la
similitud gráfica y la diferencia de significados de las palabras “escarallado”
(impotente, sin miembro viril) y “ben encarallado” (con un buen miembro viril),
provocando un gran efecto cómico. Es más, según comenta el autor, el religioso
no sólo no era impotente, sino que estaba siempre con el miembro en erección.
Las expresiones “piss’arreite” y “carallo arreite” hacen referencia a esta
realidad. Pero eso no es todo, la potencia sexual de este hombre se manifiesta
en que dejaba en cinta a todas las mujeres que practicaban el sexo con él. Así,
tres de éstas dieron a luz el mismo día, lo que nos hace suponer que tenía
varias amantes a la vez. Como consecuencia, era padre de numerosos hijos de los
que, al parecer, se desentendía.
En esta cantiga, se
hace alusión a dos tipos de enfermedades de índole sexual: la impotencia o
anerosia masculina y la hiperactividad sexual patológica o satiariasis.[27] La
primera dolencia, como ya hemos comentado, es la incapacidad del varón de
conjugar todos los elementos que han de permitir a la pareja alcanzar la máxima
satisfacción sexual. Existen diversos grados: impotencia total, insuficiencia
en la rigidez, poca resistencia, etc. En cuanto a la segunda enfermedad, la
satiariasis, se caracteriza por un anómalo exceso de actividad sexual. El
nombre de esta anomalía hace referencia al mito clásico de los sátiros, seres
que vivían en los bosques y que llevaban a cabo una intensa actividad erótica.
El protagonista de la cantiga padecía esta última enfermedad; aunque no
desmentía su fama de impotente por ser un arma que le facilitaba las señaladas
relaciones sexuales que mantenía. Según el poeta, el religioso debería ser, por
esto, “encarallado” (jodido): ¿podemos hablar de solidaridad femenina o es una
simple crítica anticlerical? La respuesta a esta cuestión no es fácil.
Observamos que el destinatario principal del escarnio es el fraile. El autor
critica, abiertamente, la desmesurada lascivia de éste. También recrimina,
aunque de una manera encubierta, que este siervo de Dios se desentendiera de
sus hijos, apoyándose en su fama de impotente. En cuanto a la supuesta
solidaridad femenina, he de decir que es dudosa. Hemos de tener en cuenta que
las mujeres también aparecen escarnidas, de manera indirecta, en esta
composición. Y es que en las normativas civiles y religiosas de
6.- Ninfomanía
Autor: Fernand’Esquio (Lapa 148)
Tema: El
poeta regala a una abadesa que califica. irónicamente, de amiga, cuatro carallos
franceses ―consoladores― (v.6) y dos a una prioresa. Según
comenta, estos obsequios los consigue a través de una burguesa. Destaca el
contraste, es decir, la manera tan cortés, tan educada con que el autor se
dirige a la religiosa para hacer escarnio de ella. Con el regalo que le ofrece
deja ver que la mencionada mujer es insaciable, que está deseosa de practicar
el sexo. Es más, el número de presentes indica que, probablemente, lo
practicaría muy a menudo y con tanta ímpetu que destrozaría los objetos,
viéndose obligada a sustituirlos con mucha frecuencia.
Según hemos podido
constatar, el uso de este tipo de artefactos tiene antecedentes remotos. Los
estudiosos del tema hacen referencia a descripciones de órganos sexuales
artificiales en el Egipto de los faraones. Aluden, también, a falos
confeccionados con huesos en el Japón y de otros hechos con madera y cuero que
tuvieron mucha demanda en Grecia desde ante del año
Además de la mención
explícita al consolador, la metáfora tallades o pan (v. 21) hace
referencia al uso de dicho aparato. Y es que el movimiento de vaivén que se
hace al cortar el pan, presenta similitudes con el que se realiza al
utilizarlo. Asimismo, el pan, por su forma, es un símbolo fálico. Como vemos,
el poeta se burla de la naturaleza de la abadesa, que tiene tal deseo que
necesita más de un consolador para satisfacerse. Bajo nuestro punto de vista,
la hiperactividad sexual patológica o ninfomanía[30]
puede ser considerada una enfermedad. Este vocablo hace referencia, por una
parte, a las ninfas mitológicas que compartían con los sátiros su vida sexual;
y, por otra, a las zonas anatómicas de los genitales femeninos que se llaman “ninfas”.
Entre los síntomas de esta anomalía figuran la actividad sexual compulsiva, que
incluye prácticas como la masturbación y la insaciable excitabilidad genital.
Autor: Pero García Burgalés (Lapa 386)
Tema: El
autor cuenta el caso de María Negra, una soldadera de avanzada edad, que tiene
que satisfacer sus necesidades sexuales con consoladores. La pérdida de la
juventud es un motivo tópico en el género de escarnio. El paso de los años
suponía una tragedia, sobre todo, para la mujer que vivía de su cuerpo. La
aminoración de la belleza, del vigor, del frescor juvenil haría que su
clientela, y con esto su sustento, descendiera notablemente. De ahí que el
término velha era considerado, por estre sector femenino, como una
designación muy peyorativa, como una injuria. Pero el poeta no se limita a
burlarse del físico de la soldadera, también se ceba en su comportamiento
moral. Según apunta, como ningún hombre quería ya satisfacerla, se veía
obligada a utilizar consoladores. El problema es que estos artilugios le
duraban muy poco: era tal su necesidad, su insaciabilidad, que terminaba por
estropearlos:
pissa que compra pouco lhe dura
sol que a mete na sa pousada;
ca lhi conven que ali moira enton
ca de polmeira pu de torcilhón
ou, per força, fica ende aaguada. (vss
10-14)
El término pousada
es una metáfora de la vagina de la mujer. Así, la expresión mete na sa
pousada debemos interpretarla como el acto que realiza ésta para introducir
el consolador en su sexo. En cuanto a los calificativos que se refieren al
artilugio amormada (vs.79), torcilhón (vs.13) y aguaada
(vs. 14), dejan de manifiesto su mal estado tras el reiterado uso. Siguiendo a
Lapa, el vocablo amormada se utilizaba para referirse al doente do
mormo; torcilhon, era uma doença de cólica; por último, aaguada, era
una doença que vinha aos miembros do cavalo pela muita alimentaçao ou polo
muito trabalho.
Advertimos que estas
enfermedades, a que se refiere el poeta, derivan de una actividad realizada en
exceso, de una manera desmesurada: una sobrealimentación y un exceso de
trabajo. Éstas comparten similitudes con la dolencia que presenta la soldadera:
hiperactividad sexual femenina o ninfomanía, anomalía que ya tratamos en la
cantiga anterior.
7.- Masoquismo y sadomasoquismo[31]
Autor: Afonso do Coton (Lapa 52)
Tema: El
autor manifiesta su asombro de que Mariña no reviente al fornicar con tanta
intensidad, sobre todo, por el hecho de que él le tapa durante el acto todos
los orificios de su cuerpo, por lo que el aire no puede salir con libertad.
Ésta es una de las
cantigas más misóginas y crueles del corpus. La degradación de la mujer viene
acompañada de una práctica sexual perversa, cruel, que implica la posible
muerte de ésta. Una forma de disfrutar perniciosa, brutal. Un humor demasiado
negro. Al leer esta composición, podemos cuestionarnos la salud mental del poeta;
o al menos del personaje que adopta. A nuestro juicio, padece una enfermedad de
origen psíquico, que consiste en adoptar actitudes para asustar, humillar,
dominar o castigar a otro individuo. Hoy, este tipo de anomalía sexual,
presente ya en
Además del trastorno
de Afonso do Coton, la soldadera sufre otro tipo de anomalía sexual,
relacionada con la anterior, y que hoy se conoce con el nombre de masoquismo.
Este vocablo es la sustantivación, también a efectos definitorios, de una
anomalía que recoge las experiencias descritas por Sacher Masoch, en obras como
8.- Enfermeda varias[33]
8.1.- Enfermedad
ocular
Autor: Aíras Pérez Vuitoron (Lapa 7)
Tema: El
poeta se dirige a don Estevao, para contarle la estupenda comida que disfrutó
en casa del Rey. Según le dice, él nunca verá mejores manjares que los que
degustó allí. La constante repetición del verbo ver indica que el autor
se está burlando de una posible dolencia ocular del protagonista: nunca
vistes(v. 2), non viron(v. 5), nen ar veeran (v. 6), nen
vistes (vs. 8, 11, 12, 15, 17), non vistes (vs. 10, 21), nen
avedes de veer (vs. 21). Según Lapa, dicha dolencia podría ser miopía. Bajo
nuestro punto de vista, esta cantiga tiene un sentido implícito, oculto, que va
más allá del aparente. Creemos que la enfermedad que padecía don Estevao en la
vista podía estar provocada por otra de tipo venéreo. En
Autor: Aíras Pérez Vuitoron (Lapa 74)
Tema: La cantiga
es, fundamentalmente, de contenido político. Por una parte, el poeta pone en
entredicho la lealtad de don Estevao al Conde de Bologna; por otra, deja ver
que debajo de sus críticas al Rey don Sancho, se esconde un amor no confesado.
Destaca, nuevamente, la insistencia con que el autor repite el verbo ver: nunca
viu (vs. 3, 20), nen veerá (vs. 4, 18, 21), non vee (vs. 7,
16), quite de veer (v. 13). Como ya hemos comentado, esto puede indicar
que el protagonista tenía una dolencia en los ojos, con todo lo que ello podía
implicar, esto es, posible enfermedad venérea y homosexualidad.
8.2.- Fiebre
Autor: Vaasco Pérez Pardal (Lapa 424)
Tema: La
cantiga trata de un tal don Fernando, que está afectado de calentura. El poeta
declara que, siguiendo a los médicos, el doliente podrían curarse metiéndose en
el cuerpo una ventura:
pero dizen os físicos a tal:
que o guarria mui bien deste mal
quen lh´o corpo mettes’a ventura. (vs. 5-7)
La expresión mettes’a ventura
tiene un claro significado implícito de naturaleza obscena. Pensamos que
sugiere que la manera en que podía sanarse el afectado era a través del coito
anal. Y es que, según algunos médicos, la continencia podía provocar efectos
negativos, como las bolsas bajo los ojos, la aceleración del pulso, el color
amarillento en el rostro, la tristeza e incluso la perturbación del espíritu.
En esta composición el efecto que provoca es la caentura (vs. 4),
dolencia que tiene un sentido que va más allá: la subida de la temperatura
puede derivarse de la excitación sexual. Probablemente, don Fernando tendría un
temperamento sanguíneo en el que predomina el calor y la humedad. Temperamento
éste muy apto para la realización del acto sexual. Con todo, las prácticas
sexuales no solían ser un método aconsejado por los doctores para paliar la
enfermedad; sino todo lo contrario, a menudo éstas aparecen como la causa de
las dolencias, sobre todo cuando se desviaban de la norma. En base a esto,
podemos decir que el autor se burla de los dogmas establecidos, ya que al
protagonista se le ofrece la posibilidad de sanar a través de la sodomía, una
práctica ilícita. Al mismo tiempo, arremete contra una profesión muy criticada
durante
8.3.- Problemas
de garganta
Autor: Pero García Burgalés (Lapa 379)
Tema: El
poeta comenta lo que le aconteció a Fernan’Escallo con su voz. Mientras fue pastor
(v. 3), es decir, joven e inexperto en materia sexual, gozó de una fantástica
voz. Pero, cuando perdió la virginidad y comenzó a practicar el sexo, perdeu
todo o cantar (v. 7). Como vemos, el autor considera la pérdida de la voz
como una de las consecuencias negativas que se derivan del coito:
direi-vos per que o perdeu:
ouve sabor de foder, e fodeu,
e perdeu todo o cantar poren (vss 5,6,7).
Si analizamos esta
dolencia, desde una perspectiva médica moderna, advertimos que el acto sexual
no es la causa que la genera, sino uno de los efectos que se asocian a la
pubertad. Durante esta etapa, el género masculino experimenta una serie de
transformaciones, como el aumento de la estatura, la intensificación del
desarrollo torácico y muscular, el incremento del vello pubiano y axilar, el
aumento de los órganos genitales y el cambio de la voz. Sin embargo, para el
hombre medieval, el coito era la causa de la mudanza de la voz. Esta creencia
se remonta a
ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES:
En este artículo hemos analizado cómo se plasman las enfermedades de índole sexual en las cantigas de escarnio y maldecir. Hemos advertido que dichas composiciones reflejan algunos de los dogmas, creencias, fobias y supersticiones del hombre del medievo. Sin embargo, no podemos decir que la realidad que se evidencia en ellas sea completamente verídica pues, como un fenómeno literario que son, están sujetas a determinadas estructuras, recursos y tópicos del género.
En las composiciones que hemos estudiado, las enfermedades se asocian a las prácticas sexuales, en la mayoría de los casos, de sectores muy concretos de la sociedad.
En el ámbito femenino, las soldaderas son las más escarnecidas, uniéndose al grupo, aunque en menor medida, las religiosas, las moras y las endemoniadas o brujas.
Sus enfermedades más frecuentes son las llagas vaginales y la ninfomanía.
En el ámbito masculino, no se especifican los sectores sociales, con excepción de algún fraile y de un poeta.
Las dolencias más comunes de los hombres son los tumores en el ano, los cánceres de verga y la impotencia.
Consideramos importante destacar que las enfermedades masculinas suelen asociarse, en numerosos casos, a la homosexualidad.
Un dato que nos parece curioso es que los autores ofrecen en muchas de sus composiciones nombres concretos: Dominga Eanes, Luzía Sánchez, Marinha Caadoe, María Negra, Fernán Furado, Fernánd´Escallo, Domingo Caorinha, etc.
No podemos afirmar con esto, que todos los nombres que aparecen en las cantigas pertenecieran, necesariamente, a hombres y mujeres reales.[35]
Un hecho sobre el que podemos reflexionar es sobre por qué se burlaban los poetas de ciertos personajes y aludían a ciertos temas con tanta insistencia. ¿Presentaban un interés moral condenatorio?. ¿Pretendía únicamente la risa?.
No creemos que los autores persiguieran la reforma de las costumbres, mediante la crítica. Mas que condenar las historias, se regocijaban en ellas, en sus detalles. De hecho, incluso hemos aludido a una cantiga en la que el autor se burlaba de sí mismo. Es el caso de Soárez Coello, que se queja de sus limitaciones sexuales o impotencia.
Consideramos, pues, que los sucesos que cuentan los poetas, más que historias reales, son tópicos comunes arraigados en una ideología patriarcal prevaleciente.
Si bien es cierto, es un hecho que los más escarnecidos en las composiciones son las mujeres y los homosexuales, que aparecen representados como seres inferiores, lascivos y ridículos.
No podemos decir, a ciencia cierta, cuando surgieron dichas concepciones
de la mujer y del homosexual; aunque si podemos testificar cuando fueron
codificadas y teorizadas. Así, creemos que la supuesta inferioridad femenina,
expresada en hechos y percibida en la conciencia social, halló ropaje teórico
en la clasificación Aristotélica de una humanidad compuesta por hombres, espíritu y forma, y mujeres, madre y materia.[36] Asimismo, es en el De
generatione animalium y en
Un punto de vista que también influyó notablemente en la concepción del
género femenino fue el de
Otro motivo por el que
A partir de estos principios los
Padres de
En esta
ilustración, curiosamente, la mujer invierte la postura natural. Esto es, el
hombre arriba.
En cuanto al por qué suponía la mujer un peligro para el cumplimiento de dicha moral, puede deberse a la creencia de que la capacidad sexual femenina era muy superior a la masculina. El aristotelismo reinante había hecho creer al hombre que el exceso de humedad en el cuerpo de la mujer le daba una capacidad erótica ilimitada, que difícilmente se podía saciar.[41] Y la fórmula de Juvenal, lassata uiris necdum satiata[42] –cansada de hombres pero no satisfecha– era susurrada por los fantasmas masculinos.
Estas creencias sobre la sexualidad femenina, se difundieron plasmándose en todo tipo de obras, entre otras, religiosas, filosóficas y literarias. Centrándonos en la literatura, y tomando como ejemplo nuestro objeto de análisis, hallamos la imagen de la ninfómana, gobernada por sus órganos genitales y viviendo su sexualidad de una manera desorbitada.
Además de la mujer,
otro de los personajes denigrados en las cantigas es el homosexual. En el
período medieval, las relaciones sexuales que se desviaban de la norma
religiosa y moral estaban muy condenadas. Siguiendo a Salisbury,[43]
La creencia de que la homosexualidad era “antinatural” se difundió en el mundo antiguo debido al triunfo de los conceptos “idealistas” de la naturaleza sobre los “realistas”. Bajo la perspectiva de los “idealistas”, toda sexualidad no procreadora era considerada “antinatural”.[45] De esto deducimos que las practicas sexuales que aparecen en las cantigas de escarnio podrían haber sido consideradas por muchos sectores como “antinaturales, ya que no tenían por término la concepción. Por otra parte, observamos que, en un gran número de casos, dichas relaciones se asocian a la enfermedad venérea.
A lo largo de este artículo hemos insistido en que las soldaderas y los homosexuales son personajes comunes en las cantigas de escarnio y maldecir. Sin embargo, advertimos, de nuevo, en que estas composiciones no deben interpretarse como un espejo de la realidad del tiempo. De hecho, la sociedad medieval era mucho más compleja y rica en matices.
La mujer y el hombre homosexual no tenían, por norma, un deseo sexual desenfrenado. No eran, en todos los casos, insaciables, pervertidos o desequilibrados. Ni siquiera todos practicaban el sexo. Y los que lo hacían no padecían, necesariamente, enfermedades venéreas.
Existían mujeres y homosexuales lujuriosos y castos, impulsivos y
prudentes, ardientes y fríos, y entre estos toda una gama de términos medios.
[1] Lanciani, G. y Tavani,G. S., As cantigas de escarnio, Xerais de
Galicia, 1995, p.40.
[2] La edición que hemos tomado de
referencia para el estudio de las cantigas ha sido la del profesor R. Lapa, Cantigas d’escarnho e de maldizer dos
cancioneiros medievais galego-portugueses, Vigo, Galaxia, 1970, 2ª
ed.
[3] La descripción médica y primeras referencias
de esta enfermedad la hemos tomado de Fielding H. Garrison, “Medicina
medieval”, en Historia de
[4] Alfonso X, el sabio. Cantigas de
Santa María, ed. J. Filgueira
Valverde, Madrid, Castalia, 1985, pp. 98-99.
[5] Ob. cit., p. 81.
[6] Ob. cit., pp. 160-161.
[7] “La antigüedad tardía: Oriente y
Occidente: la carne”, en Historia de la vida privada, de P. Ariès y G.
Duby, traducción de Fco. Pérez Gutiérrez, Madrid, Taurus, 2001, p. 286.
[8] Fielding H. Garrison, “Medicina
medieval”, en Historia de la medicina,
trad. De L. A. Méndez, México, 1929, Interamérica, Cap. VII, pp. 137-138.
[9]
Constable, O., Medieval
[10] Las anfibologías sexuales de la lucha y de
cabalgar las observamos ya en la lírica provenzal desde el primer trovador
conocido, Guilhem de Petieu, Companho,
fari, un vers qu´er covinen (ed. Martín de Riquer, Los Trovadores. Histora literaria y textos, Barcelona, Ariel, 1983,
pp. 128-130.
[11]
Menocal, M. R., The Arabic Role in
Medieval Literary History A Forgotten Heritage,
[12] Para la interpretación de estos términos, hemos tomado como referencia los comentarios de Xosé Bieito Aria Freixedo, Antoloxía de poesía obscena dos trobadores galego-portugues, Galicia, Ed. Positivas, 1993, p. 99. Asimismo, hemos manejado a Montero Cartelle, “La interdicción sexual en el gallego medieval: la expresión de los órganos sexuales femeninos”,Verba, 22, (1995), pp. 429-447;. “Pene: eufemismo y disfemismo en gallego medieval”, Verba 23, (1996), pp. 307-336.
[13] La enfermedad venérea aparece ya en el poema de Guilhem de Petieu, Farai un vers, pos mi sonelh (ed. Riquer, ob. cit., vv.83-84, p.138).
[14] “La interdicción sexual”, art.cit., p.437.
[15] A vida das mulleres na Galicia
medieval 1100-1500, Santiago
de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 1993, p. 85.
[16] La cirugie de maistre guillaume de
Salicet, trad.
Nicole Prevost, Lyon, M. Husz, 1492, p. 48.
[17] Compartimos la interpretación de
Xosé Bieito Arias Freixedo, ob. cit., p. 50.
[18] Grmek, M. D., Les maladies à l´aube de la civilisation
Occidentale, París, Payot, 1983, p. 223.
[19] Santo Tomás de Aquino, Summa teológica, II, 1-2 q. 31 a7,
Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1962, p. 209.
[20] Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad, traducido del inglés por Marco Aurelio Galmarini, Munichnik Editores, Bibloteca Atajos, Barcelona, 1998, p. 36.
[21] Según Boswell, la idea de que la homosexualidad es “antinatural” ha podido introducirse por un comentario incidental de Platón; ya que en su última obra Las Leyes (636b-c y 825e-842), caracteriza a este tipo de relaciones como “contra natura”. Esto resulta asombroso pues, tal como aparece en todas las obras anteriores del autor, el deseo sexual es casi exclusivamente homosexual (K. J. Dover, ed., Clouds (Las Nubes), de Aristófanes, Oxford, 1968, p. 1xiv) y completamente “natural”. Siguiendo a Boswell, es probable, que lo único que haya querido significar con dicha expresión fuera “no relacionado con el nacimiento” o “no procreativo”, pero no “antinatural en el sentido de contravención a una ley física o moral, ni un cierto desprecio por la misma (Ob.cit, pp. 441-442).
[22] Estamos de acuerdo con las
interpretaciones de Xosé Bieito Arias Freixedo, Ob. cit., pp. 56-57.
[23] El término cospir saíva es una metáfora que alude a la eyaculación. Véase, Montero Cartelle, “Pene: eufemismo y disfemismo”, art.cit, pp.328-329.
[24] El término casa es una metáfora de la vagina. Véase Montero Cartelle, “La interdicción sexual”, art. cit., p. 434.
[25] Para la descripción de la impotencia
masculina hemos acudido a Juan José López, La vida sexual, II, Barcelona,
Danae, p. 77.
[26] Véase Arib –Ibn Sa´id, El libro de la generación del feto. El tratamiento de las mujeres embarazadas y de los recién nacidos. Tratado de obstretricia y pediatría del siglo X, ed. Trad., A. Arjona Castro, Sevilla, Sociedad de pediatría de Andalucía Occidental, 1991, 2º ed., p. 49, nº 13.
[27] “Hiperactividad sexual patológica”, Ob. cit., pp.
548-552.
[28] J. F. Martos Montiel, Desde Lesbos con amor. Homosexualidad femenina en
[29] Véase, Payer, P. J., “Sex and Confesión in the
Thirteenth Century”, en J.E. Salisbury (ed.), Sex in the Middle Ages. A Book of Essays,
[30] “Hiperactividad sexual patológica”,
en La vida sexual II, dirigido
por J. J. López Ibor, Barcelona, Danae, 1977, pp. 548-552.
[31] Aunque estas prácticas existían ya
en
[32] “Las formas del dolor erógeno:
sadismo y masoquismo”, art.cit, pp. 590-99.
[33] Hemos incluido en este apartado
algunas enfermedades que consideramos que pueden tener conexiones con la
sexualidad.
[34] D. Jaccquart y C. Thomasset, Sexualidad y saber médico en
[35] Sobre este hecho véase J.A. Osório, “Cantiga de escarnho galego-portuguesa: sociología ou poética?”, Revista da Facultade de Letras, lenguas e Literatura, III, (1986), 153-197.
[36] Véase S. Campeste, “Madre materia: donna, casa, città nell´antropologia di Aristóteles”, en S. Campese-P. Manuli-G. Sissa, Madre materia. Sociología e biología della dona Grecia, Turín, 1983, p. 15.
[37] Veáse De generatione animalium, II, 3 y IV, 6 y Metafísica, VII, 9 y VII, 16.
[38] J. Dalarum,
“La mujer a los ojos de los clérigos”, Historia
de las mujeres, II, pp. 29-58; P. M. Cátedra García, “La mujer en el Sermón
medieval (a través de textos españoles)”, Actas
del Coloquio La condición de la mujer en
[39] M. E. Lage Cotos, “Abandonará el hombre a su
padre y a su madre: Génesis
[40] Este tipo de
escritos han sido analizados, entre otros autores, por Noonan, J. Y., Contraception et mariage, Évolution ou
contradiction dans la pensée chretien, París, Ed. Du Cerf, 1969; Fladrin, J. L., Le sexe et l´Occident, París, Seuil,
1981, pp. 101-135 ; Payer, J. L., Sex
and the Penitential: the Development of a sexual Code, 550-1150,
Toronto-Buffalo-Londres, 1984.
[41] Véase Investigación
sobre los animales, trad. de Pallí, J., Gredos, Madrid, 1992, Lib. VII, p.
397: La mujer y la yegua son entre los
animales, las más inclinadas a tener relaciones sexuales durante la gestación.
Las demás hembras, cuando han quedado preñadas, esquivan a los machos…
[42] Véase D. J. Juvenal, Sátiras, VI, Instituto de Investigaciones Filológicas, México, 1974, p. 38.
[43] Véase, “Bestiality in the Middles Age”, en
Joyce E. Salisbury (ed), Sex in the
Middle Ages. A Book of Essays,
[44]
Santo Tomás de Aquino, ob.cit., p. 209.
[45] Véase, Boswell, ob. cit., pp.
441-442