Ingenuidad tenebrosa, Javier Vallejo, El País de las Tentaciones nº279, viernes 20 de septiembre 2002.
Provocadora. Oscura. Autora, directora, actriz. Angélica Liddell, abducida por lo macabro, se convierte en niña asesina en su último montajeTIENE cara de no haber roto un plato, pero es capaz de estampar la vajilla entera contra el suelo si la situación lo requiere. Angélica Liddell las mata callando. Escribe obras sobre personajes abocados al suicidio o al crimen, las dirige y protagoniza, y hasta interpreta algunas en pelota picada con la misma naturalidad que si vistiera un pijama de seda.
Esta autora y actriz madrileña va por libre: lo que hace no se inscribe en tendencia alguna ni busca un público predeterminado. Once upon a time in West Asphixia, la creación que acaba de estrenar en el teatro Pradillo de Madrid, tiene como protagonistas a dos niñas que deciden hacerse pasar por gemelas y emular a un compañero de clase que asesinó a su padre.
En cuanto Angélica empieza a contar su vida, queda claro de dónde viene su interés por lo macabro: "Nací en Figueres (Girona) porque a mi padre, que es militar, lo destinaron allí. Luego lo trasladaron a un pueblo de Valencia donde nos dieron casa en una especie de campamento en el que a menudo salían a relucir las pistolas: hubo intentos de suicidio, suboficiales que asesinaron al jefe, mandos que mataron a sus esposas, balas perdidas Incluso un coronel que arrestó a su bicicleta y la encadenó. Era un mundo de locos donde '¡que le mato!' y '¡si viene le pego un tiro!' eran frases de lo más cotidianas".
Como suele ocurrir con los niños que crecen en un entorno dislocado, Angélica se creó un mundo aparte: "Hice una colección de piedras con las que hablaba: les ponía nombres y las consideraba mis amigas. Una vez enterré un conejo muerto, porque quería saber lo que ocurriría después, y descubrí que se lo comieron los gusanos. En otra ocasión, vi que una imagen de la virgen lanzaba haces de luz sobre mí. Y pronto empecé a echarme novios de ficción, entre ellos Epi, Mazinger Z, Orzowei, Sandokán y un capitán del cuartel de mi padre: le escribí que me quería casar con él".
Después de unos años en Burgos, que fueron un infierno ("siempre he sido enfermiza, pero allí me dieron todos los males", recuerda), se vino a Madrid, donde cursó psicología &emdash;"fue una pérdida de tiempo"&emdash; y estudió también en la Real Escuela de Arte Dramático (Resad).
"Desde pequeñita quería ser artista", admite Angélica Liddell, "cada vez que nos visitaba la familia, mis padres me ponían sobre la mesa a hacer el mono. Pero ahora opinan que lo que hago es una guarrería: hubieran preferido que trabajara en el programa de televisión Cine de barrio, con José Manuel Parada".
Angélica empezó a escribir porque le encantaban las teleseries: "En 1988 mecanografié una obra teatral malísima, Greta quiere suicidarse, y gané el premio Ciudad de Alcorcón. En vista del éxito, repetí experiencia con La condesa y la importancia de las matemáticas, que hoy me parece producto de una mala digestión del cine de Peter Greenaway".
En 1993 escribe El jardín de las mandrágoras y crea Atra Bilis, su compañía, con la que se estrena como directora: "La mandrágora es la flor que crece donde cae el semen que eyaculan los ahorcados, y esta obra, un manifiesto adolescente sobre el amor, el sexo y la muerte. Ponerla en escena e interpretarla fue un paso tan natural para mí como para un pintor colgar el lienzo recién terminado. La representamos en Colombia, donde la gente habla de la muerte como si fuera un constipado: cuando llegamos hubo un atentado con víctimas, a la salida de un teatro vimos cómo acribillaban a un hombre, y leí un reportaje sobre una chica de 16 años a la que el obispo de Barranquilla casó con un difunto. Este suceso inspiró mi siguiente trabajo".
Angélica no tiene problemas en decir que no le gusta la mayoría de lo que ha escrito: "De la primera etapa sólo salvo Dolorosa, que habla del amor como salvación y como sacrificio a través de las relaciones entre una puta y un enfermo terminal". ¿Y por qué siempre tratas temas como la muerte y el suicidio? "Tal vez para no pegarme un tiro", dice, y se ríe por enésima vez en lo que llevamos de entrevista. "Mi temperamento es suicida, pero no por eso voy a poner fin a mis días. El suicidio es un rasgo de carácter de quienes estamos en conflicto con lo que nos rodea, de aquéllos a quienes nos duele el mundo".
Once upon a time in West Asphixia es la segunda parte de un tríptico que su autora y directora llama De la aflicción: "Llegué a una edad, no pienso decir cuál, en la que he decidido no tener hijos. No quiero crear una familia. La familia es como el Far West: un territorio salvaje donde florecen el odio, la venganza y todo tipo de abusos. Podría haber elegido hablar de la felicidad, pero prefiero esta historia de dos amigas que se destruyen al intentar destruir el mundo adulto". ¿Te has inspirado en hechos reales? "No. La empecé a escribir a raíz de un Estrenos TV sobre dos asesinas, y cuando la terminé sucedieron el crimen de la catana, en el que un chaval mató a sus padres y su hermana, y el protagonizado por dos chicas que decidieron imitarle".
El teatro Pradillo también repone Hemorroísa, estreno del verano pasado: "Un actor, Mateo Feijoo, me pidió que escribiera una comedia. Le respondí que no iba a ser capaz. Pero se empeñó, lo hice y creo que es mi mejor obra: ya he escrito la segunda parte, Hemorroísa hasta el polo norte, y estoy pensando en la tercera. Ésta la protagoniza Mateo, junto a Jesús Barranco, y la dirige Óscar Villegas".
El nombre de la compañía de Angélica requiere una breve explicación: "Atra Bilis quiere decir 'bilis negra', que, de los humores hipocráticos [se refiere a los fluidos básicos que, según Hipócrates, existen en el cuerpo humano], es el que se corresponde con mi temperamento suicida, con la melancolía y con el paso del tiempo".
SUS TENTACIONES
Literatura. La novela apocalíptica norteamericana: de Moby Dick, de Herman Melville, a Como plaga de langosta, de Nathaniel West. Y se deshace en elogios para Flannery O'Connor, William Faulkner y Cormac McCarthy.
Cine. Prefiere las películas antiguas y los clásicos en blanco y negro.
Música. No puede pasar más de 48 horas sin escuchar unos minutos de música barroca.
Arte. Las "locuras sin fronteras" de los creadores de los años sesenta y setenta que se agrupaban en torno al movimiento Fluxus.
LA FICHA
Su nombre auténtico: el verdadero apellido de Angélica es González. El que utiliza para firmar sus obras lo tomó prestado de Alicia Liddell, niña en la que Lewis Carroll se inspiró para escribir Alicia en el país de las maravillas.
Una curiosidad: el coprotagonista de Once upon es Sindo Puche, que se tuvo que afeitar las piernas para hacer un papel femenino.
Te gustará si te gustaron las películas La noche del cazador, de Charles Laughton, y El resplandor, de Stanley Kubrick.
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