LA DIFUSIÓN ORAL DEL AMADÍS DE GAULA

Laura Gallego

INTRODUCCIÓN

Es de todos conocida la gran popularidad que alcanzaron los libros de caballerías en España, sobre todo en el siglo XVI, hecho que fue magistralmente plasmado y parodiado por Cervantes a comienzos del XVII. Entre todas estas novelas caballerescas sobresale, sin duda, el Amadís de Gaula ; conocido ya desde el siglo XIV, circuló ampliamente como materia de ficción por las cortes españolas hasta su refundición, fijación por escrito e impresión en 1508, por Garci Rodríguez de Montalvo. Los personajes, lugares, historias y episodios del Amadís llegaron a ser pronto de todos conocidos, y la obra se popularizó de forma espectacular. Sin embargo, en una sociedad en la apenas el 20% de la población estaba alfabetizada, ¿cómo alcanzaron los libros de caballerías, y, en concreto, el Amadís de Gaula, semejante éxito? ¿Cómo llegó la materia amadisiana a ser tan conocida incluso antes de la refundición de Montalvo?

A lo largo de la elaboración de este trabajo hemos comprobado que la crítica ha dedicado páginas y páginas a hablar de los fragmentos escritos conservados, a hacer conjeturas con respecto a quién fue el autor del Amadís primitivo, a plantear preguntas acerca de la intervención de Montalvo sobre la versión anterior... pasando por alto que buena parte del éxito alcanzado por el Amadís se debe a su transmisión por vía oral.

El objeto de este trabajo es realizar una aproximación a los cauces de esta transmisión, observar en qué medida influyeron en la difusión de la obra, antes y después de la imprenta, y estudiar los testimonios nos han llegado de este fenómeno.

 

1- GESTACIÓN DEL AMADÍS DE GAULA

 

Como es sabido, el primer manuscrito del Amadís consiste en unos fragmentos de cuatro hojas que se han datado a principios del siglo XV . Después de eso, sólo tenemos el texto de Montalvo. Sin embargo, la primera mención que se hace del Amadís es de 1350, en el De regime principum de García de Castrogeriz. Obviamente, hubo más copias; evidentemente, hubo un primer texto de la obra. También sabemos que hubo otro en tres libros, gracias al conocido poema de Pero Ferruz:

 

Amadys el muy fermoso

las lluvias y las ventiscas

nunca las falló aryscas

por ser leal e famoso:

sus proesas fallaredes

en tres lybros e dyredes

que le Dios de santo poso

 

Pero antes de Montalvo, y aparte de esas cuatro hojas, no hay más Amadises. Sin embargo, el hecho de que se mencione a menudo en textos de la época nos indica que tuvo un gran éxito y alcance.

Otro fenómeno que observamos en el periodo anterior a la imprenta, señalado por Cacho Blecua , es la existencia de variantes en algunos episodios, recogidas por Montalvo a la hora de fijar el texto por escrito. La más famosa es, sin duda, la conocida intervención del infante don Alfonso de Portugal sobre el episodio de Briolanja: Montalvo apunta hasta tres posibles finales para la relación entre Amadís y la doncella; ésta se enamora del caballero, lo retiene en su castillo, y él:

a) La rechaza, por lealtad a Oriana.

b) La acepta; y aquí es donde entra el infante. Montalvo toma partido por la primera solución, "ahunque el señor infante don Alfonso de Portugal, aviendo piedad desta fermosa donzella, de otra guisa lo mandase poner".

c) La acepta, con el consentimiento de su dama, que teme la muerte de Amadís si Briolanja no lo libera.

El hecho de que existan versiones tan dispares de un mismo episodio nos da cuenta de hasta qué punto el Amadís se había popularizado: aparte de que en ningún momento se cita el autor de tan famosa obra, los lectores se permiten opinar si tal o cual cosa les gusta o no, y cambiarla según sus preferencias, o introducir elementos nuevos.

Es también el caso del conocido villancico Leonoreta, fin roseta, que Amadís dedica a la hermana de Oriana, y que es obviamente un añadido posterior al libro primitivo.

Cacho Blecua señala además un pasaje de las Sergas en el que el juego del punto de vista resulta especialmente complejo, de tal forma que lleva a pensar que en realidad recoge versiones distintas, más que diferentes opiniones de personajes:

"Pasó esta cruel y dura batalla, así como ya habéis oído, entre Amadís y su hijo, por causa de la cual algunos dijeron que en ella Amadís de aquellas heridas muriera, y otros que del primer encuentro de la lanza, que las espadas le pasó. Y sabido por Oriana, se despeñó de una ventana abajo. Mas no fue así, que aquel maestro Elisabat le sanó de sus llagas" (la cursiva es nuestra)

Cacho Blecua indica también divergencias en cuanto a ideología, etc., que son demasiado significativas como para pasarlas por alto.

Desde el momento de su creación propiamente dicha hasta la fijación del texto por Montalvo, se ha producido un fenómeno digno de mencionarse: la re-creación del libro original, es decir, la existencia de lectores-creadores que se permiten alterar una obra que han asumido como propia. Aparte de indicarnos el asombroso éxito que tuvo el Amadís, también es señal de una transmisión oral que se alternó con la lectura en privado de los volúmenes. Esta difusión consistiría en la lectura pública en voz alta, tal vez la recitación de capítulos sueltos, favorecida por la propia estructura de la novela, de aventuras relativamente independientes; hay que tener en cuenta a este respecto que resultaría más sencillo modificar algo que se escucha que algo que ya está escrito.

Pero, incluso con un texto ya fijado y relativamente conocido, la difusión oral podía dar lugar a variantes y recreaciones, como nos revela un testimonio curiosísimo de 1595, cuando el curandero morisco Román Ramírez fue acusado de brujo por la Inquisición.... porque era capaz de recitar de memoria fragmentos enteros de libros de caballerías. Con respecto a esta función transmisora volveremos más adelante; ahora vale la pena destacar lo que el morisco, interrogado por el inquisidor, respondió acerca de su prodigiosa memoria:

"…lo que pasa es que este confesante tomaba en la memoria cuantos libros y capítulos tenía el libro de Don Cristalián y la sustancia de las aventuras, y los nombres de las ciudades, reinos, caballeros y princesas que en dichos libros se contenían, y esto lo encomendaba muy bien a la memoria; y después, cuando lo recitaba, alargaba y acortaba en las raçones cuanto quería, teniendo siempre cuidado de concluir con la sustancia de las aventuras, de suerte que todos los que le oían recitar les parecía que iba muy puntual (…) si alguien fuese mirando por el libro de donde éste las recitaba, vería que, aunque no faltaba en la sustancia de las aventuras ni en los nombres, faltaba en muchas de las razones, y añadía otras que no estaban allí escriptas… " (la cursiva es nuestra)

Este caso, que se dio con un libro ya impreso, es excepcional. Cabe suponer que las variaciones sufridas por el Amadís anterior a 1508 fueron mucho mayores que después de la fijación del texto por Montalvo. Por tanto, a la hora de hablar de la creación del Amadís, deberíamos abarcar todo el periodo que va desde su redacción primitiva hasta la refundición de Montalvo y la publicación de ésta en 1508.

A partir de esta fecha, lo que tendremos serán continuaciones de la saga de Amadís, pero ya se salen fuera del marco propiamente dicho de nuestra obra.

 

2. EL AMADÍS ANTES DE 1508

2. 1. Lectores y oyentes

A lo largo del texto del Amadís descubrimos una serie de expresiones que nos remiten a una difusión oral:

-Desta manera que oís quedó Amadís en la casa del rey Lisuarte... (Cap. XV)

-Y estavan don Galaor y la donzella, que Brandueta havía nombre, solos hablando en lo que oídes, y como ella era muy hermosa... (Cap. XXV)

-Assí que quedaron como oís. Y aquella noche... (Cap. XXXIII)

-Yendo assí el rey, como oís, acompañado con muchos caballeros y otras gentes....(Cap. XXXVIII)

Puede tratarse de clichés, expresiones tópicas, o pueden, efectivamente, referirse a una lectura en voz alta del texto frente a un auditorio, lo cual parece bastante probable. Cabe recordar que, en la Edad Media, la lectura era a menudo un acto social, y lo más habitual era llevarla a cabo en voz alta .

Aunque no tengamos testimonios directos de una lectura en voz alta de manuscritos antes de su edición en 1508, sí hay referencias con respecto a otros libros de caballerías. Tenemos un ejemplo muy significativo en el Tirant lo Blanch, capítulo 275, cuando, en una fiesta que da el emperador para honrar a Tirant, en mitad del banquete, un caballero se dedica a leer para todos las aventuras del protagonista:

 

"Tots staven aseguts scoltant què diria hun ansià cavaller, nodrit e sperimentat en armes, molt eloqüent e gran legiste, lo cual començà a recitar totes les cavalleries que Tirant en son temps fetes havia. E axí hòmens com dones no tenien voluntat de menjar, hoint les grans honors que Tirant fins en aquella jornada percassat se havia. Con Tirant se fou acabat de dinar, lo cavaller cessà lo llegir, que tres hores passades durà."

Este episodio recoge una práctica común en las cortes medievales: un lector recita ante un auditorio fragmentos de libros de caballerías, el género preferido de la nobleza; y no se trata, en el caso del testimonio del Tirant, de un clérigo o un juglar, sino de un "ansià cavaller" .

También tenemos testimonios de representaciones teatrales de fragmentos de este tipo de literatura. En el mismo capítulo del Tirant, al finalizar el banquete,

"les dançes duraren tant, ab farces e entremesos, segons en tal festa se requerien manifestar, ço és, com Tirant entrava en les batalles."

Se han estudiado las marcas de posibles representaciones teatrales en el caso del Amadís. En concreto, el episodio en el que Urganda aparece montada sobre una nave con forma de ballena parece remitir a una manifestación de teatralidad, según ha sido apuntado ; máxime teniendo en cuenta que en un topos que se repite en otros textos, y parece estar muy relacionado con el concepto de espectáculo medieval.

Sin embargo, y como veremos más adelante, algunas de estas prácticas (lectura y representación) pervivirán hasta el Renacimiento, e incluso rebasarán los límites de las Cortes para difundirse entre el pueblo, en su mayoría iletrado, y que gracias a ellas recibirán una literatura a la que de otro modo no habrían podido acceder.

2.2. Amadís en los Cancioneros

Hemos podido comprobar que, si bien los testimonios directos de transmisión oral escasean, sí tenemos muestras de cierta difusión oral de la materia amadisiana vía cancioneros. Amadís, Oriana, Lisuarte... aparecen con frecuencia en la lírica cancioneril bajomedieval, en una serie de composiciones que comentaremos a continuación.

La primera mención conocida del Amadís es el ya citado poema de Pero Ferruz, en el que se alude a tres libros que contienen las aventuras del héroe. Es uno de los pocos poemas que hablan de la faceta guerrera de Amadís. Se trata de un largo dezir dedicado a Pero López de Ayala, en el que, por lo que se ve, se le reprocha su comodidad y sus pocas ganas de salir de casa para luchar en la sierra. Ferruz hace una larga enumeración de personajes destacados por su pericia militar, mezclando indiscriminadamente figuras históricas (tanto de la Antigüedad -Alejandro Magno, Aníbal, César, Pompeyo- como de la reciente historia de España -Fernán González y una larga lista de reyes-), bíblicas (Gedeón, Josué, el rey David) y de ficción caballeresca; es aquí donde aparece Amadís, citado junto al rey Arturo, Lanzarote y Tristán.

Dentro de la intención del dezir era conveniente destacar su habilidad guerrera, pero también se habla de su lealtad y su fermosura, cualidades asociadas al cortesano.

La indicación de Pero Ferruz al Canciller de dónde puede encontrar las aventuras de Amadís nos sugiere que probablemente éste aún no había leído el libro. Pero más adelante, en el Rimado de Palacio, comprobamos que no prestó oídos sordos al comentario de Ferruz:

 

Plogome otrosi oyr muchas vegadas

libros de devaneos é mentiras probadas,

Amadís, Lanzalote, é burlas asacadas

En que perdí mi tiempo á muy malas jornadas

 

Es una nueva referencia a la literatura oral: "oír libros"; pero no dudamos que, en el caso del Canciller, también debió de existir una lectura del texto. En el momento de escribir esta composición, considera los libros de caballerías como una pérdida de tiempo, si bien admite haberse aficionado a ellos en su juventud.

Sin embargo, no es habitual en cancioneros que se destaque la faceta militar de Amadís; suele aparecer más como cortesano, como "leal amador"; es el tipo de composiciones en que el poeta, identificándose con este conocido caballero, se dirige a una dama, que aparece asociada a la figura de Oriana. En este aspecto, lo más alabado de Amadís es su fidelidad hacia su dama.

En un dezir de Juan de Dueñas, éste se apresura a responder a su amada, la cual duda de él, que sigue siéndole fiel. Como si de auctoritates se tratara, cita a Tristán, Apolonio, Amadís y Oriana. Y, efectivamente, son auténticas autoridades en el amor:

 

Pues pensar bien que dezis

mi senyora verdadera

que por çierto si yo fuera

en el tiempo damadis

segun vos amo y adoro

muy lealmente sin arte

nunca fuera la mas parte

de la inssola del ploro

 

Las aventuras de Amadís se sitúan en un maravilloso tiempo pasado; pero lo que destaca de ese tiempo, en este caso, no son las grandes hazañas caballerescas, sino su carácter de marco ideal para las relaciones amorosas.

A la dama se la compara más adelante con Oriana y con Iseo, y ambas aparecen al mismo nivel; al igual que Iseo, Oriana se ha convertido en leyenda; se invoca su castillo, Miraflores ("la capilla de las flores"), completando la referencia temporal anterior ("en el tiempo damadis") con una espacial:

 

Pues por çierto mis amores

non fuera suya tan plana

de la gentil Oriana

la capilla de las flores

ni fuera tan escogida

en beldat yo assi lo creo

la fermosa Reyna Yseo

si vos fuerades naçida.

 

En el Cancionero de Baena encontramos más referencias a la faceta cortesana de Amadís. De Francisco Imperial tenemos dos: en la primera, dedicada al entonces infante don Fernando de Aragón, vuelve a recurrirse a la lista de personajes célebres; pero en esta ocasión no se resaltan los aspectos guerreros, sino las virtudes cortesanas. Se alaba del infante su "gentil figura"; es "fermoso", como Ansalón, Aquiles o Jasón; tan "amoroso" como Narciso, y también "venturoso" y "de fablar graçioso".

En el párrafo en que se alude a Amadís, éste aparece mezclado con otros personajes caballerescos; y se relaciona al infante con todos ellos. Don Fernando es:

 

Del linage del Rey ban

ley & de muchos señores

& otrosi de Tristan

que fenescio por amores

de amadis & blanca flores

y del lindo apidaloro

que fue de ecuba lloro

en sus ultimos dolores

 

En la segunda composición arriba mencionada, Imperial vuelve al recurso de la enumeración de celebridades, aunque esta vez no olvida a Oriana:

 

Todos los amores que ovieron Archiles,

Paris é Troyolos de las sus señoras,

Tristan, Lançarote de las muy gentiles

sus enamoradas, é muy de valores

él é su muger ayan mayores

de los de Paris é los de Uyana

é de Amadis é los de Oryana,

é que los de Blancaflor é Flores .

 

También se hallan referencias individualizadas a la figura de Oriana; existen al menos dos composiciones que la nombran sin relacionarla con Amadís. Ambas pertenecen al Cancionero Geral de Garci de Resende, y están escritas, respectivamente, por Nuno Pereyra y Jorge da Silveyra:

 

Se o dissese horyana

t isen allegar posso

daryam quem se emgana

que sosyros sam oufana

 

Silveyra responde:

 

Alegays me vos isen

t oriana com ella

t falaes no cuydar seu

como que nunca ly eu

sospirar tristam por ella

 

Lo más habitual, sin embargo, es asociarla a Amadís. Tenemos testimonio de varios romances que recrean su historia de amor. Uno de ellos comienza así:

 

Amadís el muy famoso

hijo del buen rey de Gaula...

 

El primer verso parece un calco de aquella composición de Pero Ferruz:

 

Amadis el muy fermoso

las lluvias y las ventiscas...

 

Si tienen relación, probablemente el romance sea anterior; pero el hecho de que se parezca tanto a un epíteto épico hace pensar que había más composiciones de este tipo, o que era un elemento usual de los poemas.

El otro romance dice así:

 

Otro romance de Amadis

 

Después que el esforçado

amadis que fue de gaula

por mandato de su señora

la hermosa oriana

partio de la peña pobre

do la donzella le hallara

vino se a miraflores

donde oriana estaua

puesta en muy grande cuyta

por aquel que tanto amaua

tan lastimada de passiones

que la vida le faltara

si no fuera por Mabilia

que mucho la consolava

quando se vieron los dos

los dos que tanto se amavan

no ay lengua que contasse

de la gloria que gozavan

abraçados por gran rato

que ninguno de balava

trrasportados del dulçor

que su vista les causava

como aquellos que el amor

por ygual los soguzgava

en cabo de un gran rato

cada uno en si tornava

y con muy grande alegria

el vno al otro hablava

contando las graves penas

quel ausencia les causava

mas si congoxas passaron

en plazer se les tornara.

 

Esta composición relata un episodio muy conocido dentro de la larga historia del Amadís: su destierro en la Peña Pobre y posterior reconciliación con Oriana; pero cabe destacar la mención que se hace de la doncella Mabilia, que en principio es un personaje secundario. Esto nos muestra que ya no se trata de menciones superficiales, sino de un conocimiento amplio de la materia que se trata.

Pero lo más importante es que se trata de un romance anónimo, que no va dirigido a nadie en concreto, y que, podemos suponer, tenía un público más amplio que una dama u otro poeta. Además es un poema narrativo que contribuyó, más que las simples menciones, a difundir la historia de Amadís en caso de que alguien no la conociera aún. Cabe suponer la existencia de más romances como éste, que relataran distintos episodios del largo texto original que, dada su estructura por capítulos y aventuras más o menos independientes, se presta a una recreación de este tipo.

Otro punto que hay que resaltar, y que llama la atención, es la reiterada aparición del rey Lisuarte, padre de Oriana, en los cancioneros del XV. El papel de Lisuarte dentro de la historia de Amadís se corresponde con el del rey Arturo, pero, aun así, resulta cuanto menos curioso.

La primera composición es un dezir de Villasandino, dirigido al condestable, y preguntándole la razón por la cual le retiene en Castilla:

 

Aluaro sseñor yo arguyo

maguer non se arguyr

que me digades por cuyo

deuo en Castilla Bevir

o sy me cumple sofrir

fasta quel grant lissuarte

me faga rrey o me farte

como le pueda seruir...

 

El nombre de Lisuarte está tomado aquí con un fuerte acento irónico, refiriéndose a algo que no va a suceder jamás. En este caso, y a diferencia de los anteriores, esta mención se emplea para poner de manifiesto el carácter ficticio del personaje.

Un uso bastante diferente hace Pero Ferruz en una cantiga "para su amiga":

 

Jamas non avre cuydado

nin tristeza de mi parte

pues que so enamorado

de la que amo syn arte

nunca fue rrey lysuarte

de rriquezas tan bastado

como yo nin tan pagado

fue roldan con durandarte .

 

Como vemos, pone al mismo nivel a Lisuarte y a un personaje histórico como Roldán. Lisuarte aparece como una especie de rey Midas rodeado de riquezas; es la imagen del poder real, del monarca como paterfamilias de los caballeros, sentado en su trono regio.

Por eso esta imagen contrasta vivamente con la que nos encontramos en una composición de Juan Alfonso de Baena contra Alvar Ruiz de Toro:

 

Pues juro syn arte

al Rey lysuarte

que luego lo encarte

en pocos Renglones

& dijo al picarte

que lo les descarte

con mi balasarte

su pixa & cojones.

 

Acabamos de bajar a Lisuarte de su trono regio para introducirlo en una composición satírico-burlesca digna de Villasandino.

Lo encontramos de nuevo en una composición de Rodrigo de Arana:

 

Mvy bien rresistieron los mis varascudos

los vuestros encuentros syn rreues tomar

en flaco doral quesystes provar

falcones muy bravos lygeros sañudos

agora lauancoa que son corajudos

seran conquistados lysuartes

sy tu alfonso aluarez non despartes

en grant priessa veo estar dos gajudos.

 

En este caso, el nombre de Lisuarte se ha sustantivado: hasta ese punto se habían popularizado el Amadís de Gaula y sus personajes. Hemos visto cómo el rey Lisuarte ha quedado convertido en una especie de topos, invocándose su nombre para las más diversas finalidades, hasta llegar por fin a la sustantivación, el grado máximo de generalización.

Por otra parte, cabe destacar que en este poema es probable que Ruiz de Toro se refiera al episodio en que el rey Lisuarte se hecho prisionero (conquistados lysuartes), y liberado finalmente por Amadís. Es una faceta que va más allá de la simple analogía Lisuarte = Arturo.

Tanto la sustantivación como la alusión a un episodio tan concreto indican un conocimiento generalizado de la historia de Amadís, es decir: se daba por hecho que todos la conocían, lo cual ha dado lugar a un determinado código de nombres, hechos, detalles... referentes a la obra, y que aparecen con frecuencia en los cancioneros. De modo que, quien no lo conociera, debía inmediatamente hacer algo al respecto; en un ambiente en el que ya se habla de "lisuartes", así en plural, como un elemento cotidiano, no se puede no estar enterado. Ésta es, desde luego, una buena forma de propagar -oralmente- la fama de Amadís.

 

 

3- EL AMADÍS DESPUÉS DE 1508

3.1. El Amadís en las cortes del XVI

Como sabemos, la refundición de Montalvo fue impresa por primera vez en Zaragoza, por Jorge Coci, el 30 de octubre de 1508. Se ha señalado que podría existir una anterior de 1496 en Sevilla, pero esto no ha sido comprobado.

Los libros de caballerías solían imprimirse en formato de folio. Eran, por tanto, los más caros, por lo que en principio su destinatario seguía siendo la nobleza. Aun así, su éxito fue arrollador. Sabemos con seguridad que tuvo cerca de 20 ediciones en menos de ochenta años; se ha señalado, además, que dentro del contexto bélico de la época de Carlos V, la imagen del caballero batallador y triunfante estaba de moda, e influyó en la conquista americana y en las guerras europeas.

Relacionado con esto tenemos un testimonio de 1629 (Francisco Rodríguez Lobro, Corte en aldea y noches de invierno), en que un soldado portugués, oyendo leer libros de caballerías, "tenía todo lo que oía leer por verdadero"; animado por sus compañeros, que no le desmienten para burlarse de él, el soldado pelea con más temeridad que valentía. Ante los reproches de sus amigos, él responde "Ea, dexadme, que no hice la mitad de lo que cada noche leeis de cualquier caballero de vuestro libro".

No tenemos documentado ningún ejemplo concreto de lectura en voz alta del Amadís en las cortes, ni en ambientes nobiliarios. Lo que sí sabemos es que la materia caballeresca fue una excusa perfecta para la organización de representaciones teatrales con motivo de acontecimientos importantes o, también, como preludio de un torneo. Y tenemos el testimonio de uno de estos espectáculos aplicado, esta vez sí, al Amadís de Gaula.

Se trata de la fiesta que se organizó en 1570 en Burgos con motivo de la entrada de la reina Ana de Austria en la ciudad. Se representó la escena en que Lisuarte promete a su hija Oriana al emperador Patín de Roma, en contra de los deseos de ésta. El documento describe cómo Oriana se rebela y los romanos se la llevan casi por la fuerza, lo que supone una excusa para iniciar un torneo y un espectáculo de fuegos artificiales. Como indica Teresa Ferrer, esta representación "no contó con una acción excesivamente elaborada porque en ella, como es común en las piezas cortesanas de circunstancias, el interés radica en el aspecto visual, y en una sofisticada palabra poética, mucho más que en la complejidad de la acción" .

Y, efectivamente, los efectos visuales descritos en este documento son fastuosos:

"onze galeras y un galeón muy grandes, todas con estandartes de tafetán blanco, doze cada una, y de otras colores. Remavan dozientos y ochenta niños de a doze años, vestidos la mitad de azul y la otra de amarillo. Dentro de ellos venían cuarenta cavalleros armados. En llegando a la puerta de palacio, donde estaba hecha la ciudad de Londres, tan bien que parescía de piedra..."

Espectáculos como éste debió de haber muchos a lo largo de todo el siglo XVI. Pero también sabemos que el Amadís llegó al naciente teatro profesional, y se constituyó en materia apropiada para obras originales. Sirva como ejemplo la comedia Amadís de Gaula de Gil Vicente y otra perdida de Rey de Artieda, con el mismo título. La materia caballeresca fue rápidamente adaptada por el teatro, probablemente por su especta-cularidad, o quizá también por influencia de las representaciones cortesanas.

En cualquier caso, la llegada del Amadís al teatro supuso una clara ampliación de los límites exclusivamente cortesanos que la obra se había marcado. Si triunfó o no fuera de la Corte, es otra cuestión.

3.2. Difusión entre el pueblo

En los Siglos de Oro eran pocos los que sabían leer, incluso entre la nobleza, cuya ignorancia llegó a ser proverbial. Debido a ello, y si añadimos las contrariedades económicas arriba apuntadas (aunque alguien humilde supiera leer, los libros eran caros) y la inexistencia de bibliotecas públicas, si de alguna forma se difundió el Amadís fuera de los dominios nobiliarios debió de ser de forma oral.

No disponemos de testimonios que hablen explícitamente de una lectura en público del Amadís en concreto, pero sí las hay referentes a los libros de caballerías en general. Chevalier recoge algunos de ellos, como el del letrado Juan Arce de Otarola:

"En Sevilla dicen que hay oficiales que en las fiestas y las tardes llevan un libro de ésos y le leen en las gradas."

Tampoco debemos olvidar la famosa escena de la venta de Palomeque que recoge Cervantes, en la que le ventero afirma:

"Cuando es tiempo de la siega, se recogen aquí, las fiestas, muchos segadores, y siempre hay algunos que saben leer, el cual coge uno destos libros en las manos y rodeámonos dél más de treinta, y estámosle escuchando con tanto gusto que nos quita mil canas."

Sin embargo, Chevalier se muestra prudente a la hora de afirmar que los libros de caballerías calaron en la sociedad rural e incluso urbana. En cuanto al testimonio de Juan Arce, hace notar que se trata de algo no constatado por él mismo: "Dicen que". Y, con respecto al episodio que relata Cervantes, establece la duda razonable de que sea simplemente ficción. Señala que la actitud lógica del rústico ante los libros de caballerías es la de Sancho Panza, que se muestra aburrido y poco interesado, ya que estos libros describen un mundo al que él no pertenece.

La lectura en voz alta de libros de caballerías en grupos sociales ajenos a la nobleza no es, por tanto, un hecho probado. Volvamos sin embargo al testimonio citado más arriba, el de Román Ramírez:

 

"algunos de los que allí estaban que le conocían dixeron al dicho Román: "Ca, díganos un pedaço de tal libro de cavallerías", que allí le señalaron, y de tal un capítulo d´él; y el dicho Román sacó un papel en blanco de la faldriquera e, mirando a él como leyendo essa escriptura, dixo un gran pedaço del libro y capítulo que le señalaron, e que lo mismo hazía si le señalaban essa o parte de la Biblia o sagrada escriptura, lo qual confirmáronles los más de los que allí estaban."

 

Interrogado por las autoridades pertinentes en materia de brujerías y demás, Román responde que probablemente se deba a algún tipo de brebaje que le diera su abuelo, médico y herbolario, cuando era joven, para aumentar su capacidad memorística. Ante la insistencia del Tribunal, que todavía sospechaba de él, el morisco confiesa lo que ya señalábamos anteriormente, cuando hablábamos de re-creación de los libros de caballerías: que en realidad sólo se aprende de memoria algunos datos fundamentales y luego los recita envolviéndolos con la retórica caballeresca que se repetía en todos los libros, al igual que lo habría hecho un juglar medieval con los poemas épicos.

"y dixo el dicho Román Ramírez que pudiera alargar aquellas batallas y el cuento d´ellas cuatro horas y que era más la traza e inventiva que este confesante tenía que no lo que sabe de memoria de los dichos libros."

Sin embargo, no puede considerarse esto como índice de difusión de la materia caballeresca entre el pueblo, ya que este mismo testimonio nos indica que son caballeros los que escuchan al morisco y se divierten ante sus historias; esto no nos saca de la duda de si realmente la gente humilde en general estaba interesada en este tipo de libros. Y, en caso de que esto no fuera así, parece poco probable que el Amadís llegara hasta ellos en la mayoría de los casos.

 

4-CONCLUSIONES

Hemos visto que, antes de su impresión, la materia amadisiana era habitual en los Cancioneros, y que existía una costumbre de lectura en público de libros de caballerías; costumbre que se mantiene entre la nobleza a lo largo del XVI y parte del XVII, llegando a contagiar al teatro cortesano y, más tarde, al profesional. Como se ha indicado arriba, en una época en que la transmisión escrita está reservada a unos pocos, cabe preguntarnos si realmente esta materia llegó a rebasar los límites cortesanos y de grupos afines a la nobleza; y, si lo hizo, qué grado de importancia tuvo en ello la transmisión por vía oral.

Contraviniendo las opiniones de Chevalier, nos parece que, si bien no hay testimonios explícitos, sí encontramos demasiadas alusiones a la lectura en voz alta como para pensar que no pudiera darse. La escena que describe Cervantes pudo perfectamente ser habitual en una venta (lugar de paso, de encuentro), y no cabe duda de que toda la crítica del Quijote está basada en el hecho de que la fiebre de los libros de caballerías había sobrepasado los límites de lo tolerable.

Por todo ello suponemos que a la transmisión escrita en que se basó la fama que llegó a alcanzar el Amadís de Gaula acompañó un importante índice de difusión oral; ambas son inseparables, y a ambas hay que recurrir a la hora de explicar las razones de su gran éxito.

 

BIBLIOGRAFÍA

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