Geografía y desarrollo del héroe en "Tristán de Leonís" y "Tristán el Joven",
Alicante: Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2002 (Monografías). 174 pp.
El libro que nos ocupa es una estimable aportación a la vasta bibliografía existente sobre los libros de caballerías. El estudio considera como base principal una de las obras más singulares de este género literario, el texto anónimo del Tristán de Leonís y el rey don Tristán el Joven, su hijo (Sevilla 1534), aunque no por ello se dejan de lado Amadís de Gaula y el Libro del Cavallero Zifar como textos en los que sería posible destacar algunas coincidencias respecto a la primera obra. Axayácatl Campos nos ofrece un trabajo que profundiza en la experiencia del caballero ante el aspecto físico de la tierra y sus elementos, sus divisiones naturales y políticas, su clima, su producción y su población, es decir, ante aquello que es propio del campo de estudio de la geografía.
Para llevar a cabo esta empresa, el autor inicia su trabajo con un primer apartado en el que plantea la relevancia de la geografía en la literatura medieval; con ello deja por sentado que ésta no sólo cobra importancia en su aspecto físico, sino como morada del género humano. Esta primera aproximación al tema se facilita mediante una acertada agrupación en tres categorías: los elementos geográficos de la tierra, los elementos geográficos del agua y los elementos geográficos creados por el hombre. Gracias a este planteamiento tripartita quedan claras las especificidades que el caballero experimenta en cada uno de éstos. Asimismo, se observa que la experiencia del héroe en los libros de caballerías involucra una noción de movimiento, que siempre se propicia en dos direcciones: 1) el movimiento hacia afuera desde un lugar central, el cual, por lo regular, es símbolo de la vida doméstica y civilizada; 2) el movimiento hacia adentro, tras llegar a otro lugar-centro. A partir de ello, el autor establece una ley: el viaje del caballero consiste en errar de un centro a otro, o desde un centro a los alrededores para después volver al mismo centro original.
Este errar de un centro a otro ofrece diferentes consecuencias, pues, en virtud de los elementos geográficos --los cuales hacen las veces de un escenario-- la aventura caballeresca adquiere una trascendencia significativa para el desarrollo del héroe. Así, los territorios y los reinos; los campos abiertos y los valles; las montañas y los bosques poseen una relevancia distinta a la que puede experimentar el caballero en los mares (en los cuales ocurren sucesos de distinto orden), los ríos y los lagos; es decir, los elementos geográficos de tierra responden a diferentes esquemas de interrelación con el héroe que no necesariamente son equivalentes a los que éste experimenta en los elementos geográficos de agua. A su vez, los acontecimientos en las islas, los jardines, las ciudades, los castillos y las cuevas revelan características determinadas que resultan imposibles que el caballero las padezca en otros elementos geográficos que no sean los propios de la creación del hombre.
Después de esta minuciosa revisión de los elementos geográficos y sus repercusiones en el héroe, pasamos al segundo apartado de nuestro libro. En él, el autor entra de manera directa en el estudio de las dos partes que integran la versión de 1534, es decir, la que concierne a Tristán de Leonís y la segunda que atiende a las aventuras de su hijo, Tristán el Joven, destacando específicamente las experiencias del hogar en cada una de éstas.
El autor vuelve a establecer, en este caso, una división tripartita para los momentos clave de la vida del héroe en su tierra natal, que serían: pre-historia y orígenes, nacimiento y educación. No se concibe al futuro caballero como un héroe preparado para enfrentarse al mundo exterior en espacios geográficos remotos si antes no fueron determinantes estas tres categorías en su espacio familiar y hogareño. Siguiendo el orden de las categorías ofrecidas, se destaca que tanto en la primera parte, como en la segunda, la pre-historia tiene una calidad de experiencia donde todo justifica la presencia del héroe. Con minucioso detalle, se nos ofrece un análisis de esta categoría según los episodios involucrados con los orígenes de los dos héroes fundamentales para el desarrollo de la obra: Tristán y Tristán el Joven, respectivamente. En cuanto al nacimiento del héroe, como parte de los fenómenos involucrados en este acto, se distinguen dos categorías: las señales y las marcas. Las primeras corresponden a los acontecimientos no físicos que anuncian el destino heroico; las segundas, son los recordatorios &endash;físicos en su mayoría&endash; posteriores de dicho destino. Nuevamente, con sumo detalle, el autor nos ofrece un recuento de todas ellas y su pertinencia para el desarrollo de dichos protagonistas. Finalmente, la educación del héroe es un aspecto de suma importancia en la ficción de los libros de caballerías. Acto que, generalmente, recae en las manos de preceptores y eremitas. Ellos, por lo regular, sólo hacen las veces de consejeros del caballero, pues éste no lleva cabo su educación dentro del marco de una institución escolar, sino mediante la práctica y la reflexión personal en la vida diaria. El autor revisa cuidadosamente esta categoría, tanto en la parte de Tristán de Leonís como en la de Tristán el Joven, y destaca que en esta última --y en la interpolación de la primera-- el tipo de educación presente se corresponde con los ideales tradicionales y esperados en un caballero; pero, además, dicha educación se centra, en cierta medida, en los intereses de la sociedad española de mediados del siglo XVI.
En la tercera y última parte de nuestro libro, oponiéndose al espacio geográfico familiar y del hogar del anterior apartado, se revisan las experiencias en el mundo exterior de Tristán de Leonís y Tristán el Joven. Aventurarse al mundo exterior simboliza acudir al llamado del destino heroico; por lo tanto, el caballero marcha a dicho llamado sólo una vez que ha completado su educación en el entorno familiar. Este acto implica que el héroe cruce una puerta y dé inicio a una nueva etapa de aprendizaje. En virtud de este acto, se jerarquizan los elementos geográficos externos en tres categorías: los lugares principales, los lugares significativos y los lugares nexos. Los primeros son los substanciales en el viaje del héroe (desde ahí, permaneciendo por lo regular un amplio periodo de tiempo, se planean nuevos viajes a otros lugares); los segundos sirven de escenario para la aventura del héroe durante un viaje, y no son lugares propicios para el refugio y estancias largas; por último, los terceros son elementos geográficos que sirven de unión entre dos lugares significativos y se caracterizan por ser solamente viajes de corta duración para el caballero.
En esta ocasión, a diferencia del apartado anterior, el autor establece un análisis para cada una de las dos partes de la obra; así, los primeros tres puntos estudiados en este tercer y último episodio corresponden al Tristán de Leonís, mientras que los siguientes cuatro se centran en Tristán el Joven. Esta división da lugar a un acertado análisis temático y representa el desarrollo heroico gradual de los protagonistas.
Las experiencias en el mundo exterior en Tristán de Leonís tienen que ver, entre otras cosas, con los lugares conocidos desde las primeros textos medievales de la leyenda de Tristán e Iseo: Cornualla e Irlanda, entre otros. En cada uno de estos lugares el protagonista lleva a cabo un aprendizaje imposible de haber experimentado permaneciendo en un sólo lugar-centro. Desde el amor adúltero y los enfrentamientos que éste provoca entre el protagonista y los personajes que se le oponen, pasando por la mediación de estos conflictos gracias al rey Arturo --autoridad moral dentro del mundo de las caballerías--, hasta, finalmente, la muerte de Tristán, se nos plantea un detallado recuento de cada uno de estos eventos sin que se presente en el estudio el menor resquicio que no nos permita apreciar cómo y cuál es el desarrollo del héroe en una obra con una clara pretensión de ajustarse a los modelos culturales propios de la España renacentista.
En la parte de Tristán el Joven, el análisis se concentra más sobre esta última cuestión, pues, si bien se ha sugerido que en el segundo libro del Tristán de Leonís de 1534 existe un trasunto propagandístico que identifica a la figura del Emperador Carlos V con el personaje de Tristán el Joven, el autor &endash;además de coincidir con esta opinión&endash; propone que es posible ver todo un proyecto cultural creado por Tristán e Iseo y legado a sus hijos. En virtud de ello, se abren posibles vínculos que aluden a la imagen de los Reyes Católicos. Ésta es una de las razones, entre otras, por las que las experiencias en el mundo exterior en esta segunda parte de la obra se oponen, en cierta medida, a las de la primera. Desde la unificación de los reinos llevada a cabo por Tristán el Joven, en donde se suscita el aprendizaje en el amor y en los asuntos políticos; pasando por el mundo artúrico en Camelot para develar que los valores de este héroe se oponen en parte a este símbolo del esplendor de la caballería, defendiendo la Cristiandad contra los enemigos de esta fe; y hasta llegar al matrimonio y la consolidación política, se nos ofrece un muy completo recuento de cada una de estas situaciones que trascienden en el desarrollo de Tristán el Joven.
Finalmente, tras unas acertadas conclusiones que dejan en claro que el binomio caballero-geografía aporta sus propios simbolismos tradicionales para enriquecer la aventura dentro de uno de los géneros más prolíficos de la literatura hispánica, el del libro de caballerías, el volumen se cierra con una completa bibliografía sobre los temas estudiados. En síntesis, se trata de un bien documentado estudio con un gran aporte de datos e informaciones en espera de quien decida retomarlos para enriquecer aún más la cuestión. No cabe la menor duda de que se trata de un libro de gran utilidad para el estudio y la comprensión no sólo de la literatura, sino de cada una de las manifestaciones --verdaderos espacios de expresión-- del mundo de la caballería.
Marcos Cortés Guadarrama
(UNAM, México)