Prosigue Clarimante su viage acompañado de un sabio enano. Llega a la puente de Barsimeo, mauritano que defiende el passo de una puente; véncele Clarimante y embíale a la corte por prisionero de Rosania, y pártese adelante. Embárcase para el Peloponeso y al cabo arriba allá, y éntrase por la tierra adentro.
- ¡QUÉ cosa entre los hombres tan usada
- el yrnos tras los prósperos que vemos,
- y a la sabrosa dicha desseada
- ofrecer todo el resto que tenemos!
- Si no ay felicidad cosa no agrada,
- porque ella es nuestra vela y nuestros remos,
- con que en aquestos mares se navega
- y sin quien el más célebre se anega.
- Todo el mundo se va engolosicado (1)
- tras el cebo gustoso del provecho,
- y de todos veréys que es adorado
- el que tiene a Fortuna en su derecho (2);
- mas al mesmo que vistes ensalçado
- (si su pompa y valor fuere desecho),
- le veréys solo, infame y abatido,
- y de los que le honravan perseguido.
- Llenas están de exemplos memorables
- las historias de griegos y romanos,
- que fueron en sus obras admirables
- tenidos como dioses soberanos,
- los quales, en los casos miserables,
- sus amigos más íntimos y hermanos
- en medio de sus males los dexaron
- y a la parte dichosa se arrimaron.
- Lo mesmo en esta historia ha sucedido,
- que llevados del ímpetu pujante
- del persiano guerrero esclarecido,
- dexamos tanto atrás a Clarimante.
- Mas los famosos hechos que he sabido
- que va obrando, me fuerça que los cante,
- supuesto que mi intento va guiado
- a celebrar todo hombre señalado.
- Agora me parece que ventura
- le va dando la mano a la subida,
- aunque el que en su favor más se assegura
- terná más peligrosa la caýda.
- Vamos, que de la cueva y selva escura
- ya sale con braveza nunca oýda,
- llevando por su guía aquel enano
- que en ciencias tiene ingenio soberano (3).
- Por desiertos caminan espantosos,
- por montes, valles, selvas y collados,
- vadeando mil ríos caudalosos
- que jamás de otros fueron vadeados (4);
- mas, con versos y encantos poderosos,
- los vieron en sus fuentes reposados
- hasta que los dos célebres passavan,
- que luego al curso usado se tornavan.
- En toda la espacïosa Inglaterra,
- ninguna cosa rara visto avía,
- porque era sossegada aquella tierra
- por donde el valeroso discurría.
- Mas, yendo por la cumbre de una sierra
- que llegar a las nuves parecía,
- descubrió un abundoso, ameno llano,
- en lo más baxo, a la derecha mano,
- por donde un ancho río, de aguas lleno,
- fertilizando el sitio y fresca vega,
- con sossegado curso y muy sereno,
- poco a poco a un estrecho passo llega,
- y, por ser tan profundo allí su seno,
- poderle vadear a todos niega,
- aunque en aqueste estrecho competente
- estava fabricada una ancha puente,
- la qual difiere mucho en la hechura
- de las otras que a cada passo vemos,
- pues lo de enmedio es de pïedra dura,
- pero son de madera ambos estremos,
- los quales, en sazón y en coyuntura
- (si a nuestro autor Lemante aquí creemos),
- se levantan y quedan suspendidos,
- y con cadenas a una torre asidos (5).
- Esta torre está en medio de la puente,
- sobre un fixo cimiento fabricada,
- fuerte, espaciosa, gruessa y suficiente,
- en perfeto nivel toda quadrada;
- mas, de a do sale el sol y hazia el poniente,
- no tiene, como he dicho, alguna entrada,
- si no sueltan la puente de madera,
- la qual llega a estribar en la ribera.
- Preguntó Clarimante al sabio enano
- quién en aquella fuerça residía.
- "-En ella -dixo- vive un mauritano
- de virtud estremada y valentía,
- que, con guerrera y poderosa mano,
- a quantos aquí llegan desafía
- o le han de conceder que, en hermosura,
- su dama excede a toda criatura."
- Y mientras que a lo llano yvan baxando
- le contó lo del fuerte Barsimeo,
- que era uno de los ocho deste vando
- a quien embió Roanisa al gran Letheo (6).
- Clarimante, provarse desseando
- por cumplir su apetito y buen desseo,
- en llegando a la vega y fértil llano,
- a avisar a la puente embió al enano,
- pidiéndole que franco el passo diesse
- y las levadas puentes abaxasse
- o que de la alta torre alguien saliesse
- que con él sobre el caso peleasse.
- Pues, como el sabio enano luego fuesse
- y a la tajada puente se allegasse,
- vio que en una ventana un viejo estava
- que preguntó al enano qué buscava.
- "-Busco -dixo- que déys llano el camino
- (pues sabéys que no ay passo en otra parte),
- para aquel cavallero peregrino,
- aunque segundo en armas al dios Marte."
- Rióse el viejo y dixo: "-Yo imagino
- ha encontrado guerrero que le harte,
- mas, si él quiere, podrá bien fácilmente
- passar la defendida torre y puente.
- Esto será con sólo que conceda
- una princesa ser la más hermosa
- que en todo el universo hallarse pueda,
- del polo oculto a nuestra elada osa (7);
- y con que, en testimonio de que queda
- con voto suyo por la más famosa,
- dexe el gallardo escudo aquí colgado
- con su nombre y renombre autorizado (8)."
- "-Esso, ya veys que es cosa exorbitante
- -dixo el enano-, y petición tyrana,
- y más para un perfeto y fino amante
- que entiende ser su dama más que humana.
- Mas el paje (9) que viene es tan bastante
- que él os hará dexar la puente llana.
- Dezidme sólo el nombre del guerrero,
- que con respuesta a mi amo bolver quiero."
- El viejo, blandamente (10), ha respondido:
- "-Sebarcio es quien defiende el passo duro,
- y muchos cavalleros han venido
- que les fuera el rendirse más seguro,
- porque es entre millares escogido
- y que aya de vencer yo os lo asseguro.
- Pero, si más queréys guerra y baraja,
- aguardad, que al momento armado baja."
- "-Guerra queremos -dixo el sabio enano-,
- provando hasta a do allega nuestra lança."
- Y, con esto, se entró dentro el anciano
- para que en el salir no aya tardança.
- Mientras se estava armando el mauritano,
- Clarimante llegó con gran pujança,
- de sí bien confiado y satisfecho,
- y teniendo el negocio ya por hecho.
- Dentro de poco rato fue baxada
- la levadiça puente defendida,
- quedando en fuertes goznes sustentada,
- hasta la vega fértil estendida.
- La puerta del castillo, barreada
- y de azeradas planchas guarnecida,
- quedó, baxa la puente, descubierta,
- y fue con grande estruendo luego abierta;
- por la qual ha salido un cavallero
- recio de cuerpo y bien proporcionado
- en un cavallo al parecer ligero,
- todo el cuerpo a pedaços remendado (11).
- Las armas son de limpio y fino azero,
- de lo mesmo es el yelmo (aunque encantado),
- espada corta y ancha en la cintura,
- y en la diestra blandiendo una hasta dura.
- Escudo en la siniestra de obra nueva;
- en campo azul, un Sol viene esculpido,
- para mostrar que en la ventaja y prueva
- es por diversas partes conocido.
- La vista en Clarimante puesta lleva,
- pareciéndole un Marte esclarecido;
- las armas mira y el escudo hermoso
- que fue de Corimbato valeroso.
- Y, con grande criança y cortesía,
- dixo al gran Clarimante el mauritano:
- "-Si no fuera por ser afrenta mía,
- el passo, cavallero, os diera llano;
- mas, si queréys, sin duda gustaría
- (por veros de donayre tan loçano),
- dexéys de combatir y, llanamente,
- passéys, dando el escudo, la ancha puente."
- Clarimante, riyendo (12), ha respondido:
- "-De buena voluntad yo lo cumpliera
- si mi escudo entre muchos conocido,
- de quantos son magnánimos, no fuera.
- Hagamos, si os parece, otro partido;
- que dexéys franco el passo y gran ribera,
- y en concorde amistad los dos a una
- vamos donde ordenare la Fortuna;
- y si no, no ay cansar, que, aunque muriesse,
- no sufriré intención tan loca, altiva,
- como querer que vuestra dama fuesse
- la más bella en la máquina visiva (13);
- que, quando no sacasse otro interesse
- de abaxar inchaçón (14) tan excesiva,
- que ser de las mugeres celebrado,
- es justo el combatir en estacado.
- Quanto más que conozco yo una dama
- (aunque cruel me ha sido, y zahareña,
- en remediar mi angustia y ciega llama),
- que al claro Sol con su beldad desdeña;
- cuya sacra hermosura se derrama,
- sin provincia quedar grande o pequeña,
- en todos los confines y comarca
- que el espacioso mar y viento abarca.
- Y, siendo en el combate yo el vencido,
- me puedo despedir de su presencia,
- quedando desde luego sometido
- al dudoso tenor de su sentencia;
- mas, si se mejorare mi partido,
- verás hasta do llega mi clemencia,
- y avrás de confessar, aunque te pese,
- que sólo te ha cegado el interese."
- Sebarcio, haziendo burla, dixo luego:
- "-Yo os agradezco tan piadoso intento."
- Y ardiendo en un altivo, honroso fuego,
- dio buelta con ayroso movimiento.
- Partido han la carrera (15) para el juego,
- cada qual con humoso pensamiento
- de salir con la célebre victoria
- donde encerrada estava tanta gloria.
- Requeridas sus lanças y escudados,
- arriman reciamente los talones,
- labrando a sus cavallos los costados
- con los agudos hierros y espolones.
- Viniéronse a juntar los esforçados
- dándose dos furiosos encontrones
- que los finos arneses abollaron,
- y ellos, con el rigor, bambolearon.
- No con tanto furor ni movimiento
- los toros se encontraron en Xarama (16),
- ni con rabia y celoso encendimiento
- los ciervos en el tiempo de la brama (17);
- ni baxó assí acortando el tenue viento
- de la media región la ardiente llama,
- ni el turbio y polvoroso remolino
- con tal ímpetu y fuerça jamás vino.
- Diéronse en lleno el poderoso encuentro
- y las nudosas lanças han quebrado,
- sintiendo cada qual el golpe dentro,
- como de un tan gran braço esecutado.
- La tierra se apretó contra su centro:
- en la ribera y monte ha retumbado
- el romper de las hastas y el sonido
- que de los dos arneses ha salido.
- Descompuestos passaron su carrera,
- aunque perdió un estribo el mauritano
- y el cavallo, que fuerte y veloz era,
- con las ancas tocó el ameno llano.
- Clarimante sin duda que cayera
- si al arçón no apretara bien la mano,
- pero passó Frisel galanamente
- hasta llegar a la costosa puente.
- Como tygres de Hircano (18) buelta dieron,
- cruxiéndoles los dientes de corridos (19);
- de sus finas espadas luego asieron,
- sin tratar de otros medios ni partidos;
- en sus fuertes escudos se metieron,
- entrambos baxo dellos recogidos,
- porque echaron de ver que assí cumplía
- según la gran destreza y valentía.
- Descargaron los braços poderosos
- sobre el fénix y el Sol de los escudos (20);
- mas, como son entrambos valerosos,
- repararon los golpes, aunque crudos.
- En herir (21) se mostraron cautelosos,
- guiando aquellos filos tan agudos
- a lo más descubierto y menos fuerte,
- buscando entrada a la sangrienta muerte.
- Nunca los fieros hijos de Neptuno, (22)
- nacidos de Amphytrite, exercitaron
- sus braços con batir tan importuno
- quando rayos a Júpiter forjaron (23),
- como los dos agora, que ninguno
- de quantos bravos golpes descargaron
- dexó de magular lo que topava,
- ya que el poder herir se les vedava.
- Con hermoso compás ambos martillan
- los provados arneses y armadura;
- desclavan, descomponen, deshevillan
- con rigurosa espada y mano dura.
- Los castizos cavallos descostillan,
- atruenan la campaña (24) y selva oscura,
- respondiendo en el eco el son horrendo
- del peligroso trance y fiero estruendo.
- Mucho daño recibe el mauritano
- porque su hermoso escudo desdezía,
- aunque con un esfuerço soberano
- el ímpetu enemigo resistía;
- el qual (25), con poderosa, ayrada mano,
- sobre el gran Clarimante rebolvía,
- haziéndole entender a do llegava
- su cólera encendida y furia brava.
- Por largo rato yguales han andado
- con singular esfuerço y ardimiento,
- quando el gran Clarimante, descuydado,
- dio lugar a un dañoso acaecimiento;
- que dexó descubierto el diestro lado,
- lo qual viendo el contrario, yo no siento (26)
- a quién le comparar en el denuedo;
- que a Marte entiendo le pusiera miedo,
- porque en un punto alçó la ayrada espada
- con ambas manos y con tal braveza,
- que, acertando de lleno en la celada,
- le ha dexado atronada la cabeça.
- Aunque no penetró la cuchillada
- por el temple del yelmo y su fineza,
- con todo, le dexó desvanecido,
- en el fuerte postrer arzón tendido.
- Frisel, del fiero golpe alborotado,
- buela por la ribera deleytosa,
- llevando su señor enagenado,
- sin que sentir pudiesse alguna cosa.
- Sebarcio va tras él apresurado,
- por acabar la guerra peligrosa,
- y, atajando el camino del cavallo,
- con mucha brevedad vino a alcançallo.
- Y, como en el arçón yva caýdo,
- otro golpe le ha dado en medio el cuello,
- con el qual bolver le hizo a su sentido,
- que aprovechara al mauro no tenello (27);
- áspide no se vio tan encendido
- contra el que ha procurado de ofendello,
- ni ay onça que se muestre tan ayrada,
- de sus dulces hijuelos despojada.
- No por esto Sebarcio se desmaya,
- antes le dio otro golpe en descubierto
- que a la más dura enzina o gruessa haya
- con gran facilidad huviera abierto.
- No ayan miedo que al otro mundo vaya
- el mauro a lo pagar después de muerto,
- porque es también sufrido y tan paciente,
- que de todos se paga (28) de presente.
- Echó el escudo atrás y arrodea braço,
- con ambas manos alça la ancha espada.
- Sebarcio levantó el yzquierdo braço
- metiendo en el escudo la celada,
- mas viendo Clarimante el embaraço,
- la cólera y la saña fue doblada,
- y comiença a rajar el fuerte escudo
- con desigual braveza y filo agudo.
- Qual presto leñador en selva espessa
- con la aguda segur y diestra mano,
- cortando a todos lados nunca cessa
- hasta cubrir de leña el ancho llano,
- en punto donde tanto se interessa,
- no de otra suerte el joven, ya inhumano (29),
- redobla un golpe y otro, de manera
- que la roca más dura deshiziera.
- No le valió las planchas ni los aros
- de colado metal y azero puro (30),
- ni bastan las defensas y reparos
- a tal combate y al herir tan duro.
- Los golpes a Sebarcio salen caros,
- y no sé yo dó pueda estar seguro,
- que según aora veo a Clarimante
- ningún amparo le será bastante.
- El escudo rompido ya y deshecho,
- y no cessando en el tesón furioso,
- el mauritano usó de otro pertrecho
- creyendo que le fuera provechoso:
- sobre el yelmo cruzó, desde el derecho
- lado al siniestro, el filo riguroso
- de su famosa espada, porque diesse
- en ella qualquier golpe que viniesse.
- Mas, como si de juncos o madera
- la espada fuera hecha, la ha cortado,
- quedando dividida en la ribera
- y el valiente Sebarcio maltratado.
- Clarimante, con ira mortal, fiera,
- de lleno un bravo golpe le ha alcançado,
- que, abriendo ambos los braços y sin tino (31),
- por el primer arçón a tierra vino.
- Saltó de su cavallo Clarimante
- acudiendo al postrado ya y vencido,
- el yelmo desenlaça en un instante
- y ageno le vio estar de su sentido.
- Mas bien se le parece en el semblante
- no ser mortal el golpe recebido;
- assí, fue poco a poco en sí bolviendo,
- el sueño y desacuerdo despidiendo.
- Luego reconoció la valentía
- del contrario guerrero valeroso,
- y, con rostro amigable y cortesía,
- al joven se ha rendido, poderoso.
- "-Ingrato -dixo- y desleal sería,
- si a beneficio tal y tan piadoso
- mi ser todo y poder no le allanasse
- y continuo a servirlo me obligasse.
- Haz, como vencedor, a tu alvedrío,
- pues es la condición que ay en la guerra,
- en qualquier ordinario desafío
- usado en los confines de la tierra.
- Reconozco el cobarde braço mío
- y el divino valor que en ti se encierra,
- lo qual alabaré y agora alabo
- como tu humilde siervo y fiel esclabo."
- Clarimante, mirando su llaneza,
- el noble pecho y gran comedimiento,
- dixo: "-No ay que abatir vuestra destreza,
- el alto esfuerço y bravo pensamiento;
- que, cierto, no os venció mi fortaleza,
- sino el hado contrario, a lo que siento.
- Assí, aunque soys vencido en la estacada,
- vuestro valor no pierde en ello nada.
- Mas, para que entendáys cómo es locura
- defender la opinión tan engañosa
- que de vuestra (32) dama la hermosura
- es en el universo más famosa,
- en aviendo sazón y coyuntura
- avéys de yr a la corte sumptuosa
- del rey Antero, y dentro de su casa
- contaréys llanamente lo que pasa.
- A Rosania diréys que voy muriendo
- por causa suya a donde nadie viva, (33)
- pues siempre fue mi vida consumiendo,
- mostrándose cruel, ingrata, altiva;
- y que, según me tiene padeciendo
- con su crueldad y condición esquiva,
- que moriré muy presto o que haré cosa
- que al reyno todo y ella sea dañosa.
- Y veréys la estrañeza (34) más divina
- que jamás posseyó persona humana,
- de quien suele la estrella matutina
- recebir la beldad de la mañana;
- en su regazo el ciego dios se inclina,
- sujeto al resplandor que de ella mana,
- y de quien toma muestras la natura
- para nuevos retratos de hermosura."
- También le dio despachos (35) que llevasse
- a Bendalio y Melante, hijo de Angano,
- rogándole que siempre acompañasse
- al valeroso joven Aridano.
- Y, si por él alguno preguntasse,
- dixesse que, por orden más que humano (36),
- yva al Peloponeso (37) y grande Grecia,
- porque venir de aquel lugar se precia (38);
- que (39) quiere dar alcançe a algunas cosas
- que suspensas están y algo entricadas
- en Bretaña, con gentes belicosas
- para qualquier sucesso aparejadas.
- Mas, si huviere rebueltas peligrosas
- sobre las condiciones señaladas
- de Rosania y del reyno, le den cuenta,
- porque buelva a vengar qualquier afrenta;
- pues a ningún guerrero le conviene (40)
- el rico imperio y tierra deleytable
- sino a él, que tanta acción al reyno tiene (41),
- por muerte de su padre miserable (42);
- y que, si en conquistarle se detiene,
- no es porque no aya causa razonable,
- sino por aguardar al paradero
- de la resolución del rey Antero.
- Con esto puso fin a la encomienda,
- y sacando la vanda provechosa
- con que qualquier herida o llaga horrenda
- sanava sin ponérsele otra cosa,
- a Sebarcio las llagas ata y venda
- que recibió en la riña peligrosa,
- las quales sin tardar soldaron luego,
- quedando con salud y gran sossiego.
- Sin más tardar partió con el enano
- Clarimante a embarcarse, muy contento
- por averse ofrecido el mauritano
- que publique en la corte su alto intento,
- creyendo que el cruel amor tyrano
- sujetará el rebelde pensamiento
- de Rosania a acetarle por marido,
- pues tanto se lo tiene merecido.
- Aunque su agüela usó de medicina
- sossegando la dulce, ardiente llama,
- poco a poco la flecha diamantina (43)
- torna a estampar el rostro de su dama;
- el blando amor cada hora más se afina,
- el guerrero a su diosa quiere y ama,
- aunque antes de bolver a su presencia
- ha de cumplir la mágica obediencia (44).
- Y para los negocios de adelante
- y lo que se verá con gran presteza,
- el yr esta jornada es importante,
- en ella señalando su destreza;
- que, si fuera a la corte Clarimante,
- sin duda allí acabara su braveza;
- por lo qual en estremo le convino
- tomar para la Grecia su camino.
- Assí, con gran contento y alegría,
- caminaron los dos a mucha prisa,
- hasta que al fin llegaron donde embía
- sus aguas al océano Altamisa (45).
- Un hermoso batel ya puesto avía,
- lo qual el sabio al gran guerrero avisa,
- y, del discreto enano despedido,
- dentro, sin aguardar más, se ha metido.
- Oyóse un dulce estruendo y son gustoso,
- y dentro del navío no avía gente,
- aunque lo necessario y provechoso
- estava proveýdo largamente.
- Rebuelve Clarimante, pressuroso,
- de lo alto abaxo, y nadie dentro siente,
- y saliendo hazia fuera vio el navío
- bolar con ligereza y raro brío (46).
- Del promontorio hercúleo (47) desviado,
- las alteradas aguas contrastava,
- y yendo como sacre encarniçado (48)
- tras la águila caudal con furia brava,
- de las hinchadas velas ayudado,
- por el profundo mar ya se engolfava,
- dexando a Francia a la siniestra mano
- y caminando al fértil suelo hispano.
- Al Cantábrico mar al cabo vino (49)
- descubriendo la tierra desseada,
- dexando el bello puerto brigantino (50)
- do huvo el espejo y torre tan nombrada (51).
- Y siguiendo derecho su camino,
- en la punta de frente levantada
- estava la ciudad llamada Hierna
- o Nérion, con fama sempiterna. (52)
- Dexa a la izquierda mano a Galo Grecia (53)
- (topando con Novín primeramente,
- agora dicha Noya), (54) que se precia
- ser de la más antigua y noble gente;
- de la famosa Francia y de la Grecia
- toma el reyno su nombre conveniente,
- porque estas dos naciones la fundaron
- quando al reyno ya dicho, en fin, llegaron (55).
- Las islas Zicas (56) a la yzquierda dexa
- y la boca del río dicho Monda,
- y de Londobries isla ya se aleja
- rompiendo con su barco la agua honda. (57)
- Con Ulisoa por allí empareja,
- descubriendo de lexos la redonda
- montañeta en que un gran castillo estava, (58)
- que la hermosa ciudad assegurava.
- Vio entrar un ancho río caudaloso
- con aguas claras, en el mar de Athlante,
- que riega el bello sitio deleytoso,
- aunque nace en las partes de levante (59).
- Y, con su presto curso impetuoso,
- al sitio avía llegado Clarimante
- do Betis entra ya (60) en el mar, ligero,
- junto do estuvo el templo del Luzero (61).
- Después al memorable estrecho vino
- por el qual los dos mares se han juntado (62),
- que de las olas el batir contino
- rompió el passo que estava antes cerrado (63).
- Por el Mediterráneo abrió camino,
- entrando al mar Ibérico nombrado (64),
- dexando al Norte la isla de Mallorca,
- y junto a ella, también, la de Menorca.
- Las poderosas aguas, con presteza
- que no puede creerse, atrás dexava.
- Toca en Sardinia (65), llena de maleza,
- a la Sicilia fértil arribava;
- y, sin se detener un punto, empieza
- a romper por do el barco caminava,
- mirando los tres altos promontorios
- a todas las naciones tan notorios (66).
- Pónele admiración ver cómo ardía
- el monte donde tantos escrivieron
- hallarse la famosa herrería
- do Vulcano y cýcoples estuvieron (67).
- Después que un largo trecho andado avía,
- en el Peloponeso se metieron,
- a Zancito dexando a la siniestra (68)
- y las Strofadas (69) islas a la diestra.
- Entre ellas, hazia el norte buelta dando,
- abre el tendido mar, con feliz viento,
- la antigua Cephalonia (70) atrás dexando,
- que al lado de Zacinto tiene asiento.
- Poco a poco a la costa se allegando,
- vio, por donde entra el mar con gran talento,
- el famoso Peneo lastimado
- por el caso de Daphne celebrado (71).
- Entre el elado Norte y el Poniente
- vio la tierra nombrada de aquel griego (72)
- que, por ser tan astuto y eloqüente,
- hizo arder la ciudad de Troya en fuego (73).
- En el opuesto lado, y casi enfrente,
- el batel arribó con gran sossiego
- al promontorio Araxo (74), donde el seno (75)
- alcança por allí dicho Cyleno (76).
- Aquí paró el batel en la ribera
- de levantadas rocas bien cercada,
- sin moverse del puesto hasta que fuera
- echó al joven, en playa desseada.
- Clarimante, animoso, a más no espera
- ni más el detenerse allí le agrada,
- sino que, en su cavallo se poniendo,
- por la tierra se fue luego metiendo.
- El hermoso batel no ha parecido,
- aunque él, quando aproveche, no hará falta (77),
- y Clarimante a lo alto se ha subido
- por ver quién viva en la región más alta.
- Ve el monte de mil flores revestido,
- de graciosa arboleda que le esmalta,
- que donde quiera que los ojos buelva
- descubre una abundosa y fértil selva.
- Mas no ve gente alguna que le diga
- a qué región y sitio aya llegado,
- si era tierra de amigos o enemiga,
- o algún lugar inculto (78) y despoblado.
- Yendo, pues, ya cansado y con fatiga,
- a un hondo valle de árboles poblado
- llegó, quando el planeta (79) se ponía
- en el justo zenit de mediodía.
- Apeóse a tomar algún aliento,
- y para que el cavallo, ya molido,
- recibiesse en el prado su sustento,
- mientra el calor passava desmedido.
- Pero en un deleytoso y bello asiento
- todo de varios (80) árboles texido,
- una mesa vio puesta y bastecida
- de frutas delicadas y comida.
- Bien entendió que allí su agüela andava,
- que le avía prometido su cuydado
- en lo que a su contento y bien tocava,
- hasta bolver al sitio desseado.
- Assí, se assentó luego donde estava
- la comida, en el suelo hermoseado
- de mil flores y yervas olorosas
- que le hazen las vïandas más sabrosas.
- De regalados (81) vinos es servido
- siempre que bever quiere, sin que vea
- quién los hermosos vasos ha traýdo,
- aunque no poco ver quién es dessea.
- Oye un gustoso estruendo y un ruÿdo
- de música, y no sabe dónde sea,
- mas de gustar comiendo la armonía
- que aumentava el contento y la alegría.
- Fue la comida espléndida acabada
- y todo al mesmo punto lo han quitado,
- sin que en aquel lugar quedasse nada
- de quanto antes estuvo aparejado.
- Quisiera proseguir su gran jornada
- el animoso joven señalado,
- mas no sabe hazia dónde encaminarse
- ni por dónde mejor pueda emboscarse.
- Frisel, a esta sazón, se alborotava,
- mirando hazia un bosquete deleytoso
- que a la parte de Oriente se mostrava,
- por do passa un arroyo caudaloso.
- Clarimante, por ver lo que allí estava,
- se levantó del suelo presuroso
- y vio salir... Mas ya no tengo aliento,
- si no descanso un poco para el cuento.
CANTO XXII
NOTAS:
(1) engolosicar: no hemos encontrado esta forma, por lo que nos inclinamos a pensar que se trata de una errata por 'engolosinar'.
(2) Posiblemente quiera decir que el adorado es el que anda con la suerte a su lado derecho, tradicionalmente considerado mejor que el izquierdo.
(3) La presencia de los enanos en los libros de caballerías es muy frecuente y, aunque por lo general suelen ser descritos como seres repugnantes y de escasa valía moral, a veces son también fieles compañeros (aunque un tanto torpes) de algún que otro caballero. Un ejemplo de este último comportamiento, bastante parecido al que nos ocupa, es el enano Ardián, compañero de andanzas de Amadís.
(4) Es interesante tener en cuenta el simbolismo de los ríos, obstáculos en el camino de los caballeros, cuya superación viene a significar el alcance de un nuevo mundo y, en muchos casos, llegó a simbolizar el tránsito al otro mundo, al más allá. Vadear un río no es un simple paso más en el camino, sino la consecución de un objetivo que muchas veces cambiará el rumbo de las aventuras.
(5) Del mismo modo que los ríos están dotados de un simbolismo marcado, los puentes suelen ser pruebas en las que el caballero debe demostrar sus habilidades y su valentía. Son muchos los puentes que se caracterizan por tener una forma especial y por convertirse en peligrosas pasarelas que no todos están preparados para transitar. En El caballero de la carreta, de Chrétien de Troyes, Lanzarote debe atravesar un puente cortante, tan fino como el filo de una espada o, en su defecto, un puente sumergido, si quiere llegar a la tierra de Gorre, de la que nadie había conseguido volver jamás. Más parecido a este puente aquí descrito se nos antoja el llamado puente inacabado, que nos encontramos en la Continuación Perceval del Cuento del Grial de Chrétien, compuesta hacia los primeros años del siglo XIII por Wauchier de Denain. El puente inacabado terminaba en mitad del río, sustentándose en un pilar, lo que hacía imposible llegar a la otra orilla, pero "cuando Perceval entra en el puente la parte que se apoya en la orilla se desprende y gira sobre el eje que forma el pilar que está en mitad del río y llega a la otra orilla" (El Cuento del Grial de Chrétien de Troyes y sus continuaciones, ed. cit., p. 311). La dificultad del puente que ha de atravesar Clarimante estriba en que es levadizo por ambos extremos.
(6) Letheo: 'Leteo', es el río del olvido, según la mitología. Las almas de los muertos bebían de sus aguas para olvidar su vida terrenal.
(7) Desde el Sur al Norte, representado por el polo septentrional que indica la Osa Mayor.
(8) autorizar: "vale también aprobar, calificar alguna cosa, haciéndola digna de atención y aprecio, y constituyéndola por tal en el concepto y estimación de los hombres" (Aut.). El escudo que ha de quedar colgado irá certificado con la grandeza de quien fue su poseedor.
(9) No se entiende por qué el enano llama paje a Clarimante que, en realidad, es un caballero.
(10) blandamente: "significa por metáphora lo mismo que con apacibilidad, mansedumbre o dulzura" (Aut.).
(11) El caballo tenía la piel manchada por todas partes, a trechos. Vid. nota a IV, 253.
(12) riyendo: "riendo".
(13) visivo: "lo que tiene facultad de ver" (Aut.). La 'máquina visiva' es, por antonomasia, todo aquello que está capacitado para ver.
(14) inchaçón: 'hinchazón', "la vanidad y presunción ventosa del necio desvanecido" (Cov.).
(15) partir la carrera: expresión similar a 'partir el sol' o 'dividir el campo' (vid. nota a XIV, 708). Aquí se trata de dividir el terreno que han de recorrer los caballeros para darse el primer encuentro, de manera que sea equidistante para los dos.
(16) Para los 'toros de Xarama', vid. nota a VIII, 337.
(17) el tiempo de la brama: "cuando las reses salvajes están en celo, como los ciervos y gamos" (Cov., s. v. 'bramar').
(18) Sobre los tigres de Hircania, vid. nota a XII, 249.
(19) cruxir los dientes: "apretar los de la una mejilla con los de la otra" (Cov., s. v. 'crujir'). El furor de la batalla y lo incierto de la misma les hacía sentirse avergonzados y producía ese crujir de dientes.
(20) Se refiere a los dibujos que están representados en los escudos de cada uno de los caballeros.
(21) En el original, "en el herir". La errata, que impedía el endecasílabo, es corregida por Murcia de la Llana.
(22) En el original, al margen de este verso se lee 'cycoples'. Sin embargo, los cíclopes fueron, en realidad, hijos de Úrano y Gea, no de Posidón (Neptuno aquí) y Anfitrite, cuyos hijos fueron tres: Tritón, Rode y Bentesicime.
(23) Los cíclopes, en efecto, forjaron los rayos para Zeus (Júpiter en el poema), agradecidos por haber sido liberados del Tártaro por el padre de los dioses. Vid. nota a XI, 32.
(24) En el texto se lee 'compaña', pero el sentido de la frase y otros contextos anteriores parecen exigir la lectura que ofrecemos.
(25) El antecedente es 'el mauritano', v. 281.
(26) sentir: "se pone por entender, como decir: Yo siento esto así, yo lo entiendo así" (Cov.).
(27) Mejor le hubiera ido al mauritano que Clarimante no recobrara el sentido.
(28) pagarse: "ufanarse de una cosa; hacer estimación de ella" (DRAE). Sebarcio lleva muy a gala su valor y sus dotes caballerescas.
(29) inhumano: aquí viene a significar que se comporta como un dios, con una fuerza que no es propia de los seres humanos.
(30) colado: 'acero u hierro colado', "el que está limpio, purificado y purgado de la escoria" (Aut., s. v. 'colado').
(31) tino: "metaphóricamente vale juicio, prudencia y discurso cuerdo para el gobierno y acertada dirección de alguna materia" (Aut.). El caballero vino al suelo sin juicio.
(32) En el original, 'de que vuestra'. Corrijo siguiendo los criterios de Murcia de la Llana quien, no obstante, sitúa esta errata en el folio 234 y no en el 233 como es correcto.
(33) En el original, 'vida'. La rima y el sentido de la frase apoyan la corrección que ofrecemos, también recogida en el testimonio de las erratas con la misma equivocación señalada en la nota 32 sobre la foliación ofrecida por el corrector.
(34) extrañeza: "la singularidad o despegamiento" (Cov.). En este caso, en cuanto a la belleza de Rosania.
(35) despacho: "el recaudo que se lleva" (Cov.). Recaudo: "vale mensaje porque ha de cobrar respuesta el que le lleva" (ibídem).
(36) El motivo de su viaje sólo lo saben los dioses.
(37) El Peloponeso es una península del sur de Grecia, de singular importancia en la historia antigua.
(38) Allí tiene el solar de sus antepasados.
(39) Los folios 234 y 235 se encuentran intercalados entre los números 237 y 238, en el ejemplar que manejamos, sin duda por la alteración de un cuadernillo en el proceso de encuadernación del libro. Restituyo los folios a su lugar desde este momento hasta nueva advertencia en otra nota. El resto de los ejemplares cotejados carece de esta anomalía.
(40) convenir: "ser a propósito" (Cov.). El más indicado para regir el reino es Clarimante.
(41) Parece evidente que hay una errata en este verso, no sólo por la irregularidad métrica, sino también por el uso de la palabra 'acción', que no resulta muy adecuada en este contexto. Podría cuadrar mejor 'afición', pero complicaríamos aún más el problema de las sílabas del verso.
(42) El desplazamiento del adjetivo produce una ambigüedad que conviene solventar: 'miserable' modifica a 'muerte' y no a 'padre'.
(43) Alude a las peligrosas armas que emplea Cupido con sus siervos.
(44) El mandato que le ha sido encomendado por la maga (su abuela).
(45) No hemos localizado este topónimo, que se nos antoja el de un río posiblemente inventado por el autor.
(46) Acerca de los navíos encantados hemos hablado en el estudio preliminar.
(47) Por la ubicación del barco en este momento del viaje, el 'promontorio herculeo' habría de estar en Gran Bretaña o en el norte de Francia, pero no hemos localizado el topónimo.
(48) En el texto se lee: 'yendo qual sacre encarniçado'. La errata, que convertía el verso en eneasílabo, está recogida en los preliminares.
(49) En el original, 'vivo'. Nueva errata corregida por Murcia de la Llana.
(50) Al margen, junto a este verso, aparece la indicación: Coruña. El nombre antiguo de La Coruña es Brigantium.
(51) Sin duda se refiere a la torre de Hércules, viejo faro que desde época muy remota se yergue junto al puerto coruñés.
(52) Al margen aparece la palabra Finis. Estrabón, en su Geografía (libro III, 5) dice: "los últimos son los ártabroi, que habitan cerca del cabo que llaman Nérion, donde se une el lado occidental y el septentrional". García y Bellido, anotando a Estrabón nos informa de que "los ártabroi o arotrébai eran los ocupantes de la zona costera comprendida sobre las tres rías de Coruña, Betanzos y El Ferrol. El Cabo Nérion ha de identificarse con el Finisterre, sito algo antes que el lugar ocupado por los ártabroi" (Antonio García y Bellido, España y los españoles hace dos mil años (según la "Geografía" de Strabón), Madrid, Espasa Calpe, 19786, pp. 114-116).
(53) Ningún topónimo se corresponde con 'Galo Grecia'. Hemos hallado un par de lugares (sin categoría de municipio) que se llaman Galo, en Galicia, pero ni por su ubicación ni por su importancia parecen ser los que cita aquí Martínez. Se podría aventurar que, por motivos que se nos escapan, el autor llame 'Galo Grecia' a Galicia, lo cual nos colocaría frente a sus costas, siempre en dirección hacia el sur. Vid. nota 55.
(54) La misma palabra, Noya, figura escrita al margen, junto a este verso. Se trata de Noia, en la provincia de La Coruña, en la ría del mismo nombre. Conserva restos megalíticos y fue llamada por Plinio Noela.
(55) Esto apoya lo que dijimos en la nota 53, pues parece referirse a la fundación del reino (¿Galicia?) por parte de los franceses y los griegos. En cualquier caso estaríamos ante otra afirmación atrevida de Martínez, pues no hay constancia de la llegada de los griegos a esas tierras tan occidentales.
(56) Las islas Zicas son, muy probablemente, las islas Cíes, en la costa gallega. "Las Cíes fueron conocidas con el nombre de Siccae y en la antigüedad pertenecían al grupo de las Casitérides" (Gran Enciclopedia Gallega, tomo VI, Santiago, 1974).
(57) Junto a estos versos, al margen, están escritos los siguientes nombres: Bayona, Mondego. Ni el río Monda ni la isla Londobries son topónimos actuales de lugares gallegos importantes. Si hemos de asimilarlos a los nombres que figuran al margen, constataremos que Bayona se encuentra al sur de la provincia de Pontevedra, en el camino lógico de descenso desde las islas Cíes, pero Mondego sólo se asocia a un municipio pequeño al este de La Coruña, con lo que supondría una vuelta hacia atrás en el viaje emprendido por el héroe. La mayoría de estos topónimos son confusos y no sería extraño que algunos fueran de la invención de Martínez o que los ubicara de memoria, fallándole la correcta distribución geográfica.
(58) Al margen, Lisboa. Una leyenda atribuye a Ulises la fundación de Lisboa, cuyo nombre antiguo, Olisipo se acerca al topónimo aquí empleado. Dominando la ciudad vieja se encuentra, frente a la desembocadura del Tajo, el castillo de San Jorge, cuya colina fue fortificada por los romanos hacia el año 137 a. C.
(59) La alusión al río Tajo es evidente.
(60) En el original se lee "do Betis entra en el mar...". Corrijo la errata advertida en el testimonio de los preliminares. Como es sabido, Betis es el nombre romano del río Guadalquivir, cuya desembocadura se produce en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). En el original, al margen, se anota: Sanlúcar.
(61) Efectivamente, existió un Templo del Lucero en Sanlúcar de Barrameda, situado frente al Coto de Doñana. Se trata de un "centro de culto prerromano que el geógrafo griego Estrabón sitúa en la desembocadura del Guadalquivir, dedicado a la diosa Phósphoros, llamada por los latinos Lux dubiae, es decir el lucero del crepúsculo, el planeta Venus (...). Este santuario inició su actividad a mediados del siglo VI a. C. y fue abandonado poco después de la conquista romana" (Gran Enciclopedia de Andalucía, VII, Promociones Culturales Andaluzas, S. A., Sevilla, 1979, s. v. 'Sanlúcar de Barrameda').
(62) Clarimante llega al estrecho de Gibraltar.
(63) En el texto, 'rompió el passo que antes estava cerrado'. La alteración de las palabras, que prolonga el verso, es advertida y corregida por el corrector oficial.
(64) El mapa de la península ibérica realizado por Ptolomeo (siglo II), recoge el nombre de mare Ibericum para la franja del Mediterráneo que confronta en Gibraltar con el Atlántico.
(65) Cerdeña.
(66) Se alude en estos versos a lo escarpado de las costas sicilianas.
(67) La tradición cuenta que los Quirogástores (descendientes de los cíclopes) vivían en Sicilia, como ayudantes de Hefesto (Vulcano), y el ruido producido por sus herramientas se podía oír en todos los volcanes de la isla. La montaña a la que se alude en estos versos es el famoso volcán Etna, en cuyo interior forjaron los cíclopes los rayos de Júpiter según la leyenda.
(68) Zancito: Zacyntos (Zante), una de las más importantes islas jónicas, situada a 18 kilómetros de la costa del Peloponeso, del cual la separa el canal de Zante.
(69) Islas Strofadas: Estrófadas, son dos pequeñas islas del mar Jónico, al sur de Zacyntos.
(70) Cefalonia es una isla situada al norte de Zacyntos, que se encuentra entre las más grandes del mar Jónico.
(71) Peneo es un dios río de Tesalia, hijo de Tetis y Océano, y padre de la ninfa Dafne, amada por Apolo y convertida en laurel por Peneo para evitar ser alcanzada por el enamorado dios.
(72) Junto a este verso, en el margen, se lee Ulisses, por lo que el lugar al que se refiere es Ítaca, pequeña isla situada al nordeste de Cefalonia, frente a la costa norte del Peloponeso.
(73) Alude a la toma de Troya según relatos posteriores a la Ilíada, en los cuales Ulises (Odiseo) tiene la idea de construir el caballo de madera en cuyo vientre entraron en la ciudad treinta guerreros, al tiempo que los demás se retiraban del asedio como estrategia. Estos hechos pusieron fin a la guerra de Troya y consolidaron la grandeza de Ulises, conquistador último de la misma.
(74) El promontorio Araxo (o Araxos) se sitúa en el norte del Peloponeso y aquí se configura como el lugar donde desembarca Clarimante.
(75) seno: "se toma también por la parte de mar que se recoge entre dos puntas o cabos de tierra" (Aut.). Se trata de un estrecho o brazo de mar.
(76) Puede ser que el golfo formado por el seno arriba anotado lleve este nombre. Más adelante (canto XXIII, v. 331) se nos dice que el brazo de mar que se adentra por el norte del Peloponeso, junto al promontorio Araxo, recibe el nombre de mar Cyleno. Hemos encontrado el nombre de 'Cilene' asociado al puerto de Elis, en la Élida, al norte del Peloponeso.
(77) Se refiere al batel que, recordemos, estaba encantado, por lo que su desaparición tiene la misma lógica que su primitiva aparición, aún en Inglaterra. No queda claro por qué no va a hacer falta cuando sea útil (cuando 'aproveche').
(78) inculto: "lo no cultivado, el erial" (Aut.).
(79) El Sol.
(80) vario: "se aplica también a lo que tiene variedad u está compuesto de diversas cosas con artificio u coloridos" (Aut.).
(81) regalado: "deleitable". Vid. nota a XV, 513.