Ysopo, claríssimo e ingenioso fabulador.
oda manera de fábula se prueva contra los hombres. Ca ¿quién es bueno o malo sino el hombre? Gran cosa es comprehender la vida de los hombres y sus costumbres. Mas yo he osado brevemente escrevir semejantes fábulas e diré los fechos de los buenos y malos, y que aquél bive seguro, el qual no tiene a quien tema. Los de la cibdad de Athenas, como fuessen varones muy buenos e libres, y no temiessen a alguno e serviessen unos a otros con voluntad sana, induzidos por vano consejo, demandaron para sí un superior e mayor, el qual pudiesse refrenar e punir las malas costumbres de los perversos. E d' esto muchos se espantavan, y otros eran punidos quasi so correción, se dolían porque de otros recibían estas cosas, los quales, assaz mezquinamente, eran ofendidos. Mas por quanto agraviados debaxo de esta ley bivían, tenían grave peligro, no porque ello era grande mas porque ellos no eran acostumbrados de estar debaxo de ley e señorío de otro, lo qual era a ellos grande pena e carga; e convertidos, en paciencia lloravan. A los quales Ysopo recontó la fábula siguiente.
Acábase el prólogo. E comiença la primera fábula del segundo libro, que es de Júpiter y de las ranas. /f. XXIIv/
as ranas, biviendo libremente en las lagunas e riberas donde más les plazía, ayuntadas con gran clamor, pidieron a Júpiter que les diesse un regidor e governador, el qual corrigiesse e castigasse a las que errassen entre ellas. Oyda esta petición, Júpiter se rio d' ellas. E no embargante esto, como de cabo començaron a dar grandes bozes, e como vieron alguna señal en Júpiter, embiaron a suplicarle sobre ello. El qual, assí como era piadoso, viendo su inocencia, embióles una gran viga en la laguna. Las ranas, oyendo el gran sonido que fue fecho en el agua del madero pesado, todas huyeron e fueron espantadas. Mas dende a poco una d' ellas alçó la cabeça sobre el agua por mirar y saber qué regidor tenía. E viendo que era madero, llamó a las otras. E algunas, llenas de miedo, se ayuntaron a saludar su nuevo rey. E llegando a él, conoscieron que era madero en el qual no avía espíritu de vida. E llegando más cerca, subieron sobre él e hollaron e pisáronlo con los pies. E assí, otra vez, tornaron a rogar a Júpiter, diziendo que aquel regidor por él a ellas dado era cosa inútil y tal que no pertenescía para su castigo d' ellas, e que por él les fuesse dado otro más perteneciente. Entonces Júpiter embióles la cigüeña, la qual començólas a comer de una a una. Viendo las ranas esta tan grandíssima crueldad, llamaron con altas bozes, llorando a Júpiter, pidiendo ser socorridas d' él, e diziendo que todas morían. A las quales respondió Júpiter, sonando de lo alto:
-Como vosotras me demandastes el rey, no vos lo quería yo dar. Y contra mi voluntad, a gran instancia vuestra vos di la viga, la qual menospreciastes. E assí vos otorgué esse governador que agora tenéys e ternéys para adelante. Y razón es que, pues no quisistes el bien, agora sufráys el mal.
E quiere dezir esta fábula que no conosce el hombre el bien salvo quando gusta el mal, e que deve ser contento el que tiene lo que le cumple, y assí mesmo no sea de otro quien puede ser suyo.
La .II. de las palomas y milano y falcón.
sta figura nos enseña que el que se encomienda al mal hombre, en lugar de ayuda e defensión, rescibe daño e perdición de tal defensor.
Las palomas, seyendo muchas vezes espantadas e huydas del milano, por ser seguras e defendidas d' él, tomaron por defensor e señor al falcón fuerte e cruel, pensando que so su amparo serían muy seguras d' él. El falcón, fingiendo /f. XXIIIr/ y dando a entender que lo fazía por castigo y correción d' ellas, començólas a comer una a una. Entonces se dize que dixo una d' ellas:
-Por cierto, más leve nos era padecer e suffrir las importunidades e abatimientos del milano que tener tal defendedor, ca agora él mismo nos mata y destruye, por el qual pensávamos ser defendidas. Mas, dignamente padescemos todo esto porque nosotras mesmas fuemos causa de nuestro mal.
Significa esta fábula que deve fazer el hombre sus fechos prudente e sabiamente, mirando el fin que le puede seguir, y que mejor es padecer un poco de enojo que, por quitar aquél poco, caer en otro peligro y molestia mayor.
La .III. del ladrón y del perro.
quí se recuenta una fábula tocante los engañadores.
Un ladrón, andando a furtar de noche, entró en una casa, en la qual halló un perro ladrando en la puerta. E por hazerle callar, el ladrón echóle un pedaço de pan, al qual preguntó el perro si se lo dava de gracia o por le dañar y empecer. Y dixo más:
-¿Dónde biviré yo si tú matas a mi señor con toda tu compaña, y furtares y llevares lo que está en casa? Si agora me das el pan porque calle, por ventura ¿dármelo has después y avrás misericordia de mí quando vieres que muera de hambre? No quiero que tu pan entre en mi boca y calle mi lengua y me quite mi gracia. Mas, antes ladraré y despertaré a mi amo y a la familia, y les faré entender que andan ladrones, ca yo no solamente miro la presente vida, mas aun la venidera. Por ende, anda vete de aquí, si no yo te descubriré.
¡O buen can que no quiso comer tal pan ni perder tal gracia!
Esta fábula consideren los que por un buen comer solo pierden muchas cosas, porque deven mirar qué cosa les dan y por qué; y aprender deven domar la gula y el mal apetito, y guardarse que no pierdan lo mucho por lo poco.
La .IIII. de la puerca y del lobo.
o deve creer el hombre al malo, nos muestra esta figura.
Una puerca, estando con dolores del parto gemiendo, vino el lobo para ella y saludándola dixo:
-Hermana, pare seguramente tus hijos, y por la amistad que yo he contigo, mi voluntad es de te servir en esta necessidad en el officio de la partera, y quiero te fazer quanto solaz y plazer pudiere.
La puerca, viendo el mal lobo, no creyó a sus palabras ni quiso recebir su servicio. Antes le rogó que se apartasse d' ella porque pariesse más sin vergüença, diziéndole que él era obligado a fa- /f. XXIIIv/ -zerle aquella honra, por ella aver seydo su madre. E assí, el lobo, por su ruego, se partió d' ella y parió en paz y seguramente. La qual, si creyera al lobo, mezquinamente pariera, ca la comiera el lobo con sus hijos.
Quiere dezir esta fábula que no devemos creer a todas palabras porque quien cree a palabras afeytadas y compuestas muchas vezes se halla burlado.
La .V. de la tierra que quería parir.
caesce que muchas vezes causa temor y espanto algún fecho o fama que en la verdad es en sí cosa de no temer y de pequeña eficacia, según que muestra esta semejança.
La tierra se dize que dava grandes gemidos diziendo que quería parir. Y todas las naciones, oyendo esto, fueron espantadas y turbadas, de manera que todo el mundo estava alterado y temorizado por el gran gemido y son que la tierra dava. E assí acordaron de fazer grandes aberturas por muchas partes de la tierra, por donde pudiesse parir. Finalmente, ella parió un mur. E d' esto corrió la fama por todas las partes, e oyendo esta cosa tan civil y poca, los que antes estavan espantados tomaron en sí espíritu, por lo qual tornó el gran espanto en juego y risa.
Significa esto que los hombres que bravean y amenazan mucho, fazen poco. Y assí acontesce que la cosa pequeña trae a las vegadas graves miedos y espantos.
La .VI. del cordero y del lobo.
a bondad hace los parientes, no el nacimiento. Sobre lo qual oyrás el exemplo siguiente.
Al cordero, que andava paciendo entre las cabras, dixo el lobo:
-¿No es ésta, con quien andas, tu madre?
Y mostróle las ovejas apartadas bien lexos. Respondió el cordero:
-No busco yo aquélla que me concibió y parió, mas esta cabra digo yo que es mi madre, que me ha criado y me da de mamar dexando de dar leche a sus hijos propios.
Y por el contrario dixo el lobo:
-Cata que es más cierta y más segura la madre que te parió. Por ende, deves te yr a ella.
-Assí es como dizes -dixo el cordero- mas mi madre misma, de su propio instinto y apetito natural, porque fuesse más seguro, me encomendó a ésta con quien estó. Ca a los ganados y bestias no aprovechan los fijos, mas a los carniceros y pastores que cada día las ordeñan y les quitan la lana y los matan para sus usos. Y a mí parece que es vida más segura éste pa- /f. XXIIIIr/ -ra mí morando entre las cabras. E assí, anda en ora buena, ca yo quiero morar aquí y me será mejor que donde tú me muestras.
Significa esta fábula que no ay mejor cosa que el buen consejo, ni peor que el mal consejo. Y que más provechoso es bivir fuera de sus parientes seguramente que entre sus parientes con quistiones y con guerras.
La .VII. del perro viejo y de su señor.
l viejo no deve ser aborrecido ni echado porque ya fue mancebo. Y el que quiere ser viejo deve amar a los ancianos, y, si no ama al viejo, que ame a lo menos sus fechos primeros buenos, según que esto se enseña por esta fábula.
Como un perro oviesse servido a su señor en su mancebía y novedad diligentemente caçando y en todo lo otro que podía, seyendo ya viejo de días, fecho grave y pesado, desdentado, tomó una liebre. La qual, después de ser tomada, de la boca se salió por fuerça y se le escapó sin lisión y assí fatigó al perro por el campo. Por lo qual el señor, movido contra el perro, díxole:
-¿Para qué eres bueno? ¡Ya no vales nada!
Al qual se recuenta que respondió el perro:
-Señor, yo he ya muchos años y soy sin fuerça y sin buenos dientes. En algún tiempo fui fuerte, y entonces me alabavas por lo que fui y agora reprehendes por lo que no puedo. Acuérdate de lo que fize y cómo oy en día fago lo que puedo y assí fallaré gracia y bien en ti.
Esta fábula claramente muestra que el que fue bueno y fizo proezas en la mancebía, no deve ser menospreciado en la vejez porque no puede assí fazer.
La .VIII. de las liebres y las ranas.
sta fábula siguiente nos amonesta que los tiempos malos deven ser tolerados y que en ellos deven dar lugar los hombres, y porque lo puedan mejor sufrir deven mirar el mal que los otros padecen.
Como gran número y compaña de galgos y perros buscassen las liebres súbitamente y las matassen cada día, ovieron su acuerdo y consejo que mejor les sería despeñarse y matarse que padecer tantos males continuamente. Las quales, yendo a despeñar y matarse afogándose en un río, llegando en la ribera, vieron las ranas la compaña de las liebres que venían para donde ellas estavan. E por grande espanto y miedo que ovieron de las liebres, saltaron todas en el río. E viendo esto las liebres, dixo una d' ellas:
-Her- /f. XXIIIIv/ -manas, no desesperemos, mas sigamos nuestra vida según nuestra naturaleza. Ca otras ay también que han y sufren miedos y espantos como nosotras. Y si alguna adversidad nos viene, suffrámosla con paciencia y con esperança. Ca no ha de durar el mal por todos los tiempos.
La .IX. del lobo y del cabrito.
labança y provecho es a los fijos oyr los mandamientos de los padres, según que nos enseña esta figura.
La cabra, como oviesse parido, queriendo yr a pacer, amonestó y mandó al cabritillo que quedava en casa que no abriesse la puerta del establo a alguno porque [s]abía que muchas bestias fieras andavan alderredor buscando los establos de los ganados. Y dexando al fijo assí, consejado, fuesse a pacer. Dende a poco, vino el lobo y semejando la boz de la cabra, su madre, llamó a la puerta diziéndole que abriesse. El cabrito, mirando por una abertura del establo, respondió:
-Yo oyo la boz de mi madre, mas sé que eres enemigo engañoso que buscas mi sangre so boz fingida y simulada de la madre. Pues que assí es, vete en paz y sey cierto que no te abriré.
Quiere dezir que quien sigue el consejo del padre y de la madre, que bive más seguramente y, al contrario, quien no cura de los buenos consejos de sus padres, cae en peligros y males que no puede después reparar.
La .X. del hombre pobre y de la culebra.
ospechoso deve ser todo aquel que en algún tiempo injurió o danificó a alguno, según que se recolige d' esta figura.
En la casa d' un pobre hombre acostumbrava venir a la mesa una culebra y ende se mantenía con sus migajas. Durante el tiempo, todas las cosas le venían bien y prósperamente. Dende a tiempo, el pobre se ensañó contra la culebra y la firió con un destral. Después de lo qual, aquel hombre tornó en su primera pobreza, y assí entendió que por la ventura de la culebra se avía enriquecido primero ante que la firiesse, por lo qual, pesándole mucho, pidió perdón a la culebra, mas la culebra se dize aver respondido al hombre assí:
-Porque conozco que te pesa yo soy contenta de te perdonar. Mas aunque mi llaga sea cerrada, no te dexará creer en mí con entera fe y yo me tornaré en gracia contigo si me olvidare del golpe de el hacha.
Quiere dezir que el que daña y fiere a otro siempre deve ser sospechoso.
/f. XXVr/ La .XI. del ciervo y de la oveja y el lobo.
os engañadores, quando piden alguna cosa por fraude, traen malos medianeros y testigos, según se contiene en este exemplo.
El ciervo pedía un moyo o fanega de trigo a la oveja, diziendo que ge lo avía prestado para le tornar para día cierto ya pasado. Y esto pedía, el lobo estando presente y faziéndose d' ello. La oveja, espantada por la presencia del lobo, conocía que era verdad aunque no fue assí e pidió plazo para lo buscar, el qual por el ciervo le fue otorgado. E passado el término, el ciervo demandó el trigo, al qual se dize aver respondido la oveja:
-Tú fieres el campo con el pie, el lobo es ydo do se paga. Yo te prometí lo que no devía por miedo de romper contigo en palabras estando en tu compañía mi capital enemigo grande. Es engaño el que traes, el qual por agora no te aprovechará, ca no te pagaré lo que no te devo.
Esta fábula nos enseña que devemos engañar al que nos quiere engañar por nos defender d' él.
La .XII. del calvo y de la mosca.
osa es de reyr del que se faze mal o injuria assí por algún enojo que otro le fago.
Como se cuenta del calvo y de la mosca, la qual le mordía e picava cada día en la calva, y el calvo no cessava de dar palmadas en ella por tomar la mala mosca. Ella, riendo y burlando d' él, no dexava de lo enojar. El qual se dize que le dixo assí:
-Cata que buscas la muerte porque puesto que me fiera e injurie a mí, ligeramente me tornaré comigo en gracia por muchas vezes que yo me moleste y me haga mal, y tú, si una vez te fiero, morirás sin gracia alguna.
Esta fábula significa que no deve alguno procurar enemistad por causa de deletación e plazer faziendo sin razón y mal a otros, ca puede ser injuriado sin pena de aquel a quien injuria e perturba.
La .XIII. de la raposa y de la cigüeña.
ómo lo que no quieres para ti no dever procurar a otro, se coje d' esta figura.
La raposa combidó primeramente a la cigüeña y puso ante ella el manjar e vianda rala y no espessa en un plato, del qual no podía bien tomar con el pico. E assí tornó del combite para su casa hambrienta. Después de algunos días, ella rogó a la raposa que fuesse /f. XXVv/ con ella a cenar, e acordándosele de la burla que avía recebido de la raposa, dízese que la cigüeña puso las viandas dentro en una vasija de vidrio, en la qual no podía caber el rostro e boca de la raposa. La cigüeña, començando a comer primero de aquella vianda, e alabándola cómo era buena e sabrosa, rogó a la raposa que comiesse d' ella, la qual, sintiendo la burla e viéndose escarnescida, dízese que la cigüeña le dixo assí:
-Amiga, si buena vianda me diste a comer, toma otra tal. E si lo tomas por mal, perdonar deves, ca es galardón del tu trabajo, e assí se paga una burla o injuria por otra.
Requiere esta fábula a todos los burladores de dicho o de hecho, que quando otra semejante burla se les torna a hazer, que lo tomen en paciencia.
La .XIIII. del lobo y de la imagen.
e los ignorantes recuenta el autor tal fábula.
El lobo halló una ymagen en el campo, la qual una e dos vezes volvió e dixo:
-¡O, quánta hermosura ay en ti, mas no tienes sentido ni celebro!
Esta figura se dize de aquellos que tienen gloria e hermosura e honra, y no han prudencia ni saber, y puede bien aprovechar a las mugeres hermosas que carecen de graciosidad, las quales se puede dezir ymágines sin spíritu.
La .XV. de la graja y de los pavones.
monesta esta fábula que ninguno deve fazer grandes muestras de cosas agenas, mas que es mejor que de esso poco que tiene, se comporte y componga porque quando lo que no es suyo le fuere quitado no sea en vergüença.
La graja, llena de sobervia, tomando una vana osadía, presumió de se componer y vestir de las plumas de los pavones que halló. E assí mucho guarnecida, menospreciando a sus yguales, ella se entró en la compañía de los pavones, los quales, conociendo que era de su naturaleza, por fuerça le quitaron las plu- /f. XXVI/ -mas y le dieron picadas e la acocearon. E assí, escapando medio muerta e gravemente llagada, avía vergüença, como estava assí destroçada o despedaçada, a su propia generación, donde en el tiempo de su pompa, a muchos de los amigos injurió e menospreció. A la qual se dize que dixo una de su linaje:
-Si tú oviesses amado y estimado estas vestiduras que tu naturaleza te dio, assaz te ovieran abastado, como son d' ellas contentas otras tus semejantes. E assí no padescieras injuria, ni de nosotras fueras lançada y echada, y te fuera buena si bivieras contenta con lo que naturaleza te dava.
La .XVI. de la mosca y del mulo.
lgunos, valiendo muy poco, se ensañan mostrándose contra los mejores que ellos e amenazan diziendo que han de hazer cosas a que no se estiende su poder, según nos demuestra esta figura.
La mosca, assentándose sobre un madero del carro, dixo al mulo:
-¡O, quán perezosamente andas! Por ende, anda más presto, si no yo te feriré en la cerviz, de manera que lo sientas.
A la qual el mulo respondió:
-Yo no he miedo de tus palabras, salvo he temor d' éste que está assentado sobre la silla, el qual nos rige con el freno e aun con el açote, el qual nos haze andar camino, e a éste temo yo e no a ti. Mas tú, loca e sobervia, ¿qué vales para enojar a otros más fuertes que tú?
Quiere dezir que a las vegadas, viendo tiempo los pequeños y flacos amenazan a los majores y más valientes que ellos.
La .XVII. de la mosca y de la hormiga.
os que vanamente se alaban, muchas vezes vienen a nada, según se muestra por esta fábula.
La mosca y la hormiga contendían sobre quál d' ellas era mejor. E començó la mosca primero a razonar diziendo assí:
-Tú no puedes ygualar comigo, por quanto yo te lievo ventaja en todas las cosas. Ca donde qualquier que se sacrifica alguna vianda, yo la gusto primero; y me assiento assí mismo en la cabeça del rey, e beso las damas e mugeres dulcemente quando me plaze, de lo qual todo tú no tienes nada.
Dixo la hormiga contra ella:
-Tú eres dicha "mala pestilencia", la qual alabas tu importunidad y poca vergüença. ¿Por ventura dessean a ti para alguna cosa d'esso que dizes? A essos reyes e matronas castas, sin vergüença alguna te llegas e dizes todas las cosas ser tuyas, como /f. XXVIv/ tú seas echada donde quiera que llegas como aquella que es injuriosa y enojosa. Tú eres e convalesces en el estío; viniendo el frío y la elada luego eres desmayada e muerta. Mas yo soy deleytosa en el verano, y en el invierno soy segura; el tiempo me conserva sana. Muchos plazeres y gozos me siguen, mas tú con un açote ventoso te afuyentan e te echan.
Quiere dezir esto que quien a ssí mismo alaba e a otros maldize y desalaba, de aquella misma medida es medido e desalabado de otros.
La .XVIII. del lobo y de la raposa y del ximio.
l que por engaño una vez esclarece siempre bive sospechoso y torpemente e aunque después diga verdad no es creydo, como se coge d' esta figura.
El lobo, con gran yra, acusó la raposa de furto, y ella negó firmemente diziendo que era sin culpa. En este pleyto era el juez el ximio, ante el qual alegavan sus razones y descubrían sus crímines de ambos. Entre los quales, el mismo ximio, juez justo e discreto, juzgando entre las partes dio su sentencia según lo que en el processo halló: ca el lobo no avía perdido lo que él pedía e acusava. Empero él creya que la raposa algo avía furtado aunque rasamente lo negava en el juyzio, porque mandó que fuesse entre ellos tal concordia que quedassen entrambos por sospechosos, cada uno d' ellos por su distinto respeto.
Por quanto los que cometen engaños y falsedades siempre biven sospechosos.
La XIX. de la comadreja y del hombre.
las vezes, los que sirven bien son escarnecidos y engañados como no sirvan de coraçón limpio y bueno, cerca de lo qual habla este exemplo siguiente.
Un hombre tomó una comadreja en uno con los ratones. Y viendo ella que no podía fuyr, díxole:
-Ruégote que me sueltes, ca muchas vegadas te alimpié tu casa de los enojosos mures.
A la qual se dize aver respondido el hombre assí:
-Esso no feziste tú por mi causa. E si tú no lo oviesses hecho por respeto y gracia mía, yo te perdonaría y te soltaría, mas tú mataste los mures por comerlos y por tener vianda para tu provisión y porque lo que quedasse y a mí sobrasse, (que) los mures avían de comer, tú lo comiesses y te gozasses. Y por otra cosa no alimpiavas mi casa salvo por el provecho solo que tú en ello sentías. Y assí no /f. XXVIIr/ era tu voluntad de servir a mí, mas a ti misma, porque te digo que no meresces perdón.
Significa esta fábula que es de considerar y mirar la voluntad con que haze el hombre alguna cosa y no tan solamente el fecho o obra.
La .XX. de la rana y del buey.
i algún pobre quiere ygualarse con algún poderoso, el tal se destruye y peresce, según muestra esta figura.
Una rana, viendo pascer a un buey en el prado pensó entre sí que podía ser tan grande si aquella su piel y cuero arrugado pudiesse henchir. E assí començó a hincharse de manera que parecía a ella que era grande, y preguntó a sus hijos si era tan grande como el buey. A la qual respondieron sus hijos que no. Ella se hinchó otra vegada y les tornó a preguntar:
-¿Soy tan corpulenta?
Ellos respondieron que aún no se ygualava con él en quantidad. A la tercera vegada començóse a hinchar con gran fuerça de manera que rompió el cuero y rebentada murió.
E por esto se dize "no te hinches y no rebentarás".