La
Comedia Ypólita
(Universitat de València)
Anexos de
la Revista Lemir, (2003) ISSN
1579-735X
La Comedia Ypólita
Argumento de
la presente comedia.
Ypólito, cavallero mançebo de illustre y
antigua generación, natural del reyno de la Certiberia, que al presente se llama
Aragón, se enamoró en demasiada manera de una donzella llamada Florinda,
huérfana de padre, natural de la provincia antiguamente nombrada Bética, que al
presente llaman Andaluzía, y poniendo Ypólito por intercessor a un page suyo,
llamado Solento, estorvava quanto podía porque Florinda no cumpliesse la
voluntad de Ypólito. Pero ella, compelida de la gran fuerça de amor que a la
contina le atormentava, concedió en lo que Ypólito con tanto ahinco le
importunava, y assí ovieron cumplido efecto sus enamorados desseos,
intercediendo ansí mismo en el proceso Solisico, page de Florinda, y discreto
más que su tierna edad requería, y Jacinto, criado de Ypólito, malino de
condición, repunó siempre, y Carpento, y criado ansí mismo de Ypólito, hombre
arrofianado, por complazer a [Ypólito] no solamente le parecían bien los amores
pero era devoto que el negocio se pusiesse a las manos, y assí todas las cosas
ovieron alegres fines, vistiendo Ypólito a todos sus criados de brocado y sedas
por el plazer que tenía en así aver Florinda, donzella nacida de yllustre
familia, concedido en su voluntad, seyendo la más discreta y hermosa y dotada
en todo género de virtud que ninguna donzella de su tiempo.
Çena primera,
en que se introduzen Solento
y Jacinto, y
Ypólito y Carpento.
Solento Bien lo dize, a lo que siento,
que
a la clara parecía
al
de gran entendimiento;
la
Fortuna,
desde
qu’el vido en la cuna
ármale
sus asechanças,
y
en las mayores bonanças
allí
más, más le importuna
y
le atormenta;
porque
todo el mundo sienta
del
arte qu’ella los cura,
y
cómo siempre procura
de
causalles sobrevienta
a
la clara;
assí
que les cuesta cara
lo
que deprienden y saben,
y
aosadas que no se alaben
de
andar, como andan, a vara,
a
lo que veo.
Jacinto ¡O, cómo tengo desseo,
Solento,
y tu lengua diga
la
razón por qué la viga
no
la ves, a lo que yo creo,
en
tus ojos,
y
siguiendo otros antojos
y
muy siniestro camino,
en
la vista del vezino
teniéndole
tú sobreojos
ves
la paja!
Y
assí mi lengua se ataja
dando
fin a su sermón.
Pero
dime la razón,
¿por
qué tanto se trabaja
tu
intinción
a
seguir a su passión,
el
tan dañoso siniestro?
Solento ¡Allegado es el maestro!
¿Y
no miras la lesión
de tu amo?
Pues esta es la tela que
tramo,
que
aunque a vosotros lo niega
su
mal jamás no sossiega,
y
por esso yo me clamo
de
la Parca,
y
de cómo tanto abarca
la
fuerça y fuego de amor.
Jacinto ¿Que aquésse es todo el dolor?
Pues
dé dos golpes al arca,
que
assí se curan
ellas,
y en al no procuran
mas
de en ver bullir dinero,
y
éste cierto es el minero
con
que sus llagas maduran;
que
razones
ni
oýr tañer ni canciones,
¡oh
qué poco les agradan!
Así
que con esto [avadan];
y
su cuita y sus pasiones
[están
quedas]
si
sienten luzir [monedas].
Mas
curallas d’otra arte,
¡mía
fe, hermano, mira, guarte!,
nunca
tuerças en tal rueda.
¿Qué
me dizes?
Solento Que te diera dos perdizes
por
estar fuera del juego.
Jacinto ¿Que dentro estás ya en el fuego?,
pues
mira por las narizes.
Solento Quanto más
que
Ypólito sin compás
anda,
y aun harto penado.
Ypólito ¡O, triste de mí, cuitado!,
que
para siempre jamás
mi
tormento,
según
que comigo siento,
nunca
en cosa avadará
ni
el dolor afloxará;
ni
tanpoco el pensamiento
en
un punto
dexará
de estar muy junto
de
la lumbre en quien adora.
Pero
ya de cada un ora
no
espero so estar defunto,
y
que ya fuesse,
oxalá
Dios lo quisiesse,
porque
así descansaría,
y
también se cumpliría
su
gozo, desque me viesse,
de
la dama,
por
quien la tan cruda llama
me
quema con tal tormenta,
lo
qual plega a Dios que sienta.
¡Y
cómo se abrasa en su flama
el
mi bivir!
Solento Algo le quiero dezir,
porque
aun nunca nos a visto.
Ypólito Assí que si en esto insisto
y
en dessear el morir,
es
porque
nunca
jamás le pequé
ni
nunca enojo le hize.
Solento Pues otra cosa se dize [Ap.]
que
yo me callo y me sé,
de
verdad.
Ypólito ¡O, amigo de gran bondad!
Y
dime, ¿que aý estás tú?
Del
pueblo será el ru rú,
que
‘ciego y sin claridad
nunca
acierta’.
Jacinto Ya está la materia abierta [Ap.]
y
la furia está amansada,
quiero
hablar mi cucharada.
Tu
habla, señor, concierta, [Alto]
pues
qu’el sabio
a
de ser muy sin agravio
en
su lengua y su dezir.
Ypólito ¿Pues quiésme contradezir?
¿Y
no miras cómo ravio?
¡O,
amigo
Jacinto!,
y como a enemigo
me
tratas. ¿Dime?, mal pan.
Solento Yo digo qu’es [grande] afán [A
Jacinto]
aun
de lo tal ser testigo.
Y
‘dolores
tiene
quien con los señores
se
para a partir las peras’,
y
‘las hablas verdaderas
nunca
causaron onores’;
y
‘con lisonja
crece
el hombre como esponja
y
gana muchos amigos’.
Jacinto Pues yo me do dos higos, [A Solento]
ni
como el agro y toronja
ni
los cardos
con
los dientes emprestados;
por
esso para bien mientes.
Ypólito ¡O, cómo habláys entre dientes!
Y
qué pena es los criados [Ap.]
ser
poetas
y
hablar cosas secretas.
Y
cierto, es gran desatino
el
rapaz ser adevino
y
saber norte y planetas,
y
en esso
querer
hablar; y aun con esso
se
hinchen los hospitales.
Y
assí ‘males sobre males
siempre
pesan en su peso’.
Mas
al presente,
aunque
cierto es ruin gente,
los
tengo de comportar;
y
no es tiempo de mirar,
pues
lo veo claramente
en
las meajas,
ni
menos me do dos pajas,
pues
el mundo va qual va.
Jacinto ¿No miras en lo que está, [A Solento]
‘haziendo
astillas y rajas’
y
mofando?
Ypólito Assí que contemplando [Ap.]
con ellos me quiero andar,
y
este vado vadear
dando
bueltas rodeando.
Solento ¿Estás atento? [A
Jacinto]
Jacinto No, sino burla, Solento, [A Solento]
y
ándate a caça de gangas,
de
haldas haziendo mangas
y
la boca siempre al viento.
Y
¿no sientes
cómo
en todo para mientes?
Cierto,
estamos engañados
en
servir estos pelados
y
aun sobre todo inocentes.
Bien
me miras.
Solento ¡O, qué malas frechas tiras [A Jacinto]
con
yerva muy enconadas,
dañosas,
emponçoñadas!
Cierto
van aquessas viras
de tu
aljava.
Jacinto ¡No, qu’el dedo me mamava! [A
Solento]
Y
ándate tragando el ayre,
y
cómo es gentil donayre
que
penes por qu’él penava.
¡Qué
primores!
Guárdate
d’estos amores,
que
‘a los corneros quebrados
(y
a lo otro, los honrados)
siempre
son los rogadores’,
a
mi ver.
Ypólito Señora de gran valer,
flor
de las flores, Florinda,
fresca
rosa y flor muy linda.
¡O,
cómo está en tu querer
la
mi vida!
¡O,
cómo nunca me olvida
la
ravia triste y dolor!
¡O,
cómo el gran disfavor
me
lleva ya de vencida!,
de
tal suerte,
que
siempre llamo la muerte
diziendo:
«ven, ven del todo».
Y
al hombre hecho de lodo,
antes
qu’el bivir despierte,
tú
le mata,
y
de forma tal le trata,
que
la su vida enojosa
creç[c]a
y su cuita espantosa.
Y
sus vínculos desata
por
tal arte,
que
no sepa disiparte
ni
si esté en cielo, si en tierra;
y
de forma tú le atierra
que
sin palabra hablarte
se
consuma
de
la forma qu’el espuma,
que
en lo que cuezen se queda.
Y
aunque más buelva esta rueda,
no
digo del mal la suma
de
mi pena,
de
todo bien tan agena,
que
cierto es cosa d’espanto
pensar
dezir el mal quánto
es
el que a mí me condena;
tan
sin calma,
que
al sentido y aun al alma
tanto
las fuerças destruye,
que
la vida de mí huye
y
el cuerpo también se pasma
de
ya vencido.
Solento ¡O, cómo se a amortecido! [A Jacinto]
¡O,
cómo en todo desmaya!
Jacinto ¿Qué nos pena que se vaya? [A
Solento]
Déxatelo
assí caído
y
huygamos;
y
llevemos qué comamos,
si
te plaze,
del
oro que tanto aplaze
al
cuerdo y necio y al mundo.
Y
pues presume de agudo,
déxalo
estar como jaze.
Y
¡sus!, vamos,
no
sé qué nos esperamos.
Solento ¡O, Jacinto, calla, calla, [A Jacinto]
que
tarde o nunca se halla
el
deleyte tras que andamos!
Mas
escucha
y
verás la cruda lucha
qu’el
sentido desencasa
y
el dolor que lo traspassa.
Y
no lances essa ducha,
qu’es
tan falsa
como
el agua que rebalsa,
que
mata al que d’ella beve.
Y
muy pesada, aunque breve,
es
la carga d’esa salsa.
Assí
que escusa
essa
burla y la rehúsa,
porque
no es juego, Jacinto,
que
te ahorcarán del cinto;
y
el diablo es que te acusa
y
esso trama.
Assí
que tú, hermano, ama
la
honra dina de onor.
Ypólito ¡O, cruel, dañoso amor!,
que
siempre me asgo a tu rama,
a
mi entender,
mas
no dexas de estender
sobre
mí tu cruda mano,
y
con rigor inhumano
administras
tu poder.
Y
assí atas
mis
sentidos y maltratas
sin
me dexar descansar.
¡O,
quién pudiesse pensar
la
causa porque me matas
y
destruyes!
Solento Dime, Jacinto, ¿do huyes? [A Jacinto]
¡Espera,
espera, perdido!
Jacinto Pienso que me avrá sentido. [A
Solento]
Solento ¿Y por eso te rehuyes? [A Jacinto]
No
ayas miedo,
antes
mira y está quedo
y
siente el dolor que passa;
que
cierto, no tienen tasa
sus
males, ni yo puedo
ymaginar
cómo,
cierto, el gran penar
ya
tanto le desconsuela.
Jacinto Quiera Dios que no esté en vela [A
Solento]
y
aya oýdo.
Solento ¿No lo ves tan decaýdo [A Jacinto]
y
sin alma y sin concierto?
Antes
pienso qu’está muerto.
Ypólito De Florinda soy vencido;
clara
estrella,
de
las mujeres más bella
y
de todas la más alta,
y
es muy perfeta y sin falta.
Mas
como no puedo vella
estoy
muriendo,
y
comigo padeciendo
del
mal mill contrariedades.
Solento Mira que son vanidades
éssas,
según vo sintiendo
y
pensando,
porque
yo ando rodeando
cómo
se muela tu trigo.
Ypólito ¡O, Solento, buen amigo!
¿Y
asme visto estar penando?
Solento Mi fe, sí.
Y
tanto tu mal sentí
que
tengo pena y angustia,
y
aun la cara harto mustia
de
verte como te vi.
Mas
esfuerça,
que
yo fío qu’ella tuerça
en
su torno el mi hilado,
porque
con grande cuidado
la
dexó mi pobre fuerça
estotro
día;
y
aún con buena gana oýa
el
cuento de tu passión,
y
movida a compassión
la
dexé, a lo qu’entendía
en
su gesto.
Y
con un son muy onesto
de
tu mal bien se dolía.
Ypólito Ya descansa el alma mía.
Mas,
¡Jesús! y ¿qué’s aquesto [Ap.]
que
Solento
me
dize con tan gran tiento?
Y
pienso que estó durmiendo,
pero
a lo que vo sintiendo
mucho
huelga el pensamiento
en
oýlle.
No
quiero contradezille,
pues
que habla a mi cuidar,
a
sabor de paladar.
Antes
yo quiero induzille
a
que más diga
y
que su processo siga.
Mas
si lo dexo esfriar
y
le torno a preguntar
podrá
ser que se desdiga
de
lo hecho,
y
pues habla en mi provecho
quiero
oýr.
Solento ¡O, cómo! ¿No quiés sentir
esto
que dize mi lengua?
Ypólito Antes te ruego a la [luenga]
me
informes porqu’el morir
ya
me dexa,
y
con esso ya se alexa;
por
tanto, no, no acabes.
Solento Ya te acuerdas y bien sabes,
devanando
esta madexa,
anteyer
me
mandaste fuesse a ver
a
Florinda allá a su casa,
y
aun te dixe lo que passa
y
también el gran querer
que
te tiene.
Ypólito ¿Pues cómo en sí se detiene
causando
tantas varajas?
Solento Pues piensas qu’es esto pajas;
no
miras que les conviene
que
lo hagan.
Mas
tras esto luego avadan
sus
ansias y sus furores;
y
sus quexas, sus rencores
d’esta
manera las passan.
Mas
yo juro,
y
aun de luego te asseguro,
yr
a ‘ver si ay hijo o hija’.
Jacinto O qu’es mala savandija.
Solento D’eso muy poco me curo.
Jacinto Pues no barruntas
que
te hazen mill preguntas
sin
propósito y sin causa,
y
otras vezes hazen pausa,
que
dirás qu’están defuntas
y
no bivas.
Mátenlas
malas adivas,
que
cierto es ruin ganado,
y
sus males son sin vado
y
sus palabras esquivas
muchas
vezes.
Y
en seguir sus intereses,
¡o,
qué agudas, qué despiertas!,
y
juegan a descubiertas,
que
les verés bien las hezes;
y
sin piedad
son,
y cruda crueldad
en
ellas abita y mora;
y
otras cosa bien las dora,
que
en cosa tienen bondad;
y
livianas
y
en todas sus cosas vanas,
y
sin peso y sin medida
se
passan en esta vida;
renzillosas
más que ranas;
y
sin cuenta
anda
siempre la su renta,
y
sin regla y sin compás
se
passan siempre jamás;
y
con una sobrevienta
aconpañadas,
que
se hazen regaladas
al
que sienten qu’es bien necio.
Así
que huye tal tercio
porque
son muy mal miradas,
sin
vergüença;
y
aunque son de poca fuerça
no
de los quartos [çagueros],
y
con los sentidos ciegos
siempre
procuran que tuerça
su
bivir.
Solento Yo quiero contradezir,
Jacinto,
por mi consciencia,
essa
tan dura sentencia.
Pues
me piensas induzir
a
tu sermón,
más
falsa es la conclusión
que
presupones y fundas;
más
bien de malicia abundas
y
aun de dañada intinción
esso
procede,
porque
ya tu lengua ecede
al
general vituperio.
Mas,
¿qué dirás del imperio
de
Yrena? y esto concede
muy
sin pena,
pues
su fama, según suena,
más
relumbra que no el iris.
¿Y
de la de Masimena?
¿Pues
de la reina Tamiris,
qué
barrunta
tu
lengua? Y luego lo apunta
por
sanar de aqueste hipo.
¿Y
de la donzella Ypo
qu’está
biva, aunque defunta,
qué
profaças?
Jacinto Son essas algunas raças
y
mescla que bien desdora
a
estotras y en nada dora;
assí
que más embaraças
con
tal lumbre,
porque
aquessas en la cumbre,
y
muy puestas en el cielo,
echan
a estotras por suelo.
Pero
muy gran muchedumbre
ay
de reynas
notables,
famosas, buenas,
y
aquestas mi lengua loa;
pero
a essotras que desloa,
dignas
son de tales penas.
Y
matronas
ay
muy dignas de coronas,
porque
bien sé que Artemisa
merece
grande divisa;
y
dos reynas amazonas,
las
primeras
fueron
en el bien enteras;
y
la otra casta Porcia
romana,
y la otra Antonia,
muy
perfetas tú las vieras
sin
debate;
y
la del gran Mitrídate
no
pienses que queda atrás;
y
Itálica sin compás,
llorando
mucho se abate.
¿Quién
tal vido?
¿Qué
dueña tanto al marido
a
la contina llorase,
sin
que un punto descansasse?
Solento ¿Y a la Dido,
en
los metros no la vido
de
Lucrecia y su revés?
Jacinto Aun en esso ay haz y envés.
Mas
mi lengua no la olvida,
y
grandes males
causó
en las gentes mortales,
pero
en el mal consintió.
Solento Fue porque ella más temió
del
esclavo la torpeza.
Jacinto Enfín, cometió vileza
y
aun dio causa que se vió;
mas
su limpieza
no
fue de recta [nobleza],
mas
de lo que se siguió
costa
que se arrepintió.
Assí
que d’esta proeza
es
loada
de
algunas, que mal mirada
tienen
su historia y su yerro;
aun
su muerte cruda a hierro,
estando
la triste ayrada,
y
tan tino,
la
reprueva el Agustino.
Porque
sientas estas cuentas
y
que en los cuentos que mientas,
he
trillado el tal camino
y
su senda.
Ypólito ¡O, cómo de tal contienda
mucho
se alivia el sentido!
Y
huelgo en aver oýdo
y
en que tanto se os entienda.
Mas
oye atento,
tú,
que gozes, mi Solento,
dexadas
essas porfías:
¿qué
me dizes, que confías
en
Florinda, a lo que siento?
Solento Assí burlando,
y
aun pienso que devanando,
anda
contino en mi hilo.
Lo
que vi no sé dezillo,
mas
mucho quedó pensando
en
tu dolor.
Jacinto
Mira qu’es essa su
flor,
siempre
mostrar buena cara.
Solento
Y aun [a] algunas cuesta
cara
el
usar de tal primor.
Y
a su pensar
ellas
cuidan de mofar,
mas
después quedan burladas,
y
en fin, son las engañadas;
si
más mira su burlar.
Jacinto ¿Y sus trufas,
y
aun ese comer de chufas?
Solento Les sale a los paladares
o
allá baxo a los yjares,
aunque
más sepan de rufas
y
mofen bien.
Ypólito
Yo no puedo pensar quién
os
enseñó tantos chistes.
Carpento
Ya vosotros le entendistes, [Ap.]
mas, ‘muy mejor conocién
vuestras
mañas
a
do venden las castañas’.
[Jacinto] ¿Qué es lo que dize Carpento?
[Carpento] Que busco
en mi pensamiento
d’estas
cosas tan estrañas
el
remedio,
porque
nunca faltó medio
para
todas las passiones;
y
este escurrir d’eslavones
que
se quiebre ya por medio,
qu’es
enojo.
[Y
ya yo] tengo sobre ojo
esta
tan gran dilación,
y
estó por mover quistión
aunque
estoy algo y bien [cojo],
porque
podría
ser
que, aun en medio día,
Florinda
a ti te hablasse,
y
pesasse a quien pesasse;
y
aun también hombre podía
en
la rebuelta
apañar
algo a la buelta.
Solento Por Dios, qu’él está donoso.
Jacinto Dexa rajar al fragoso,
que
ya trahe la lengua suelta.
Ypólito Está atento,
Carpento,
y oye con tiento.
¿Y
no miras la deshonra
de
Florinda y de su honra,
qu’es
todo mi fundamento?
¿No
te acuerdas?
Mira
bien que desacuerdas.
Carpento ¿Y aora me dizes esso?
¿Y
a estas cosas buscas seso?
Aosadas
que tú te pierdas
o
yo me engaño.
Ypólito ¡O, qu’es mi mal tan estraño
que
no recibe consejo
de
hombre sabio ni de viejo!
¿Vídose
dolor tamaño?
Carpento Aunque sea muy más añejo,
ya
yo digo.
Solento ¿No ves qué donoso abrigo?
Y
creo que piensa con su fiero,
y
en traer mano de azero
ser
de la boda el testigo;
pues
llegá
y
de lo mejor segá,
que
está de buena sazón.
Ypólito ¿Y as oýdo la razón,
tú,
Solento,
de
lo que dize Carpento?
Solento Son hazañas muy [añejas]
y
rondalles de las viejas,
y
querer soplar al viento,
y
sin cimiento,
y
cosas fuera de tiento.
Carpento Pues ándate con esos digmes
llevando
y trayendo chismes.
Mas
por ver si en algo miento
y
lo que passa,
vámonos
luego a la su casa.
Y
aun por el cuerpo de Cristo,
que
quando ya tengan visto,
tenga
amasada la masa
en
poco rato.
Y
aun les dé luego tal trato
qu’estén
más de tres en suelo;
y
antes qu’ella se rebuelva
apañalla
en el rebato,
y
que nol’ vala,
aunque
finja qu’está mala.
Jacinto No miráys que quatro manos...
¡Assí
la Virgen os vala
y
vos guarde!
Solento ‘Echar yesca al fuego que arde’
me
parece todo esso,
y
aun querer salir de sesso;
pero
cierto ya es muy tarde.
Quiero
yr,
y
si me dejas siguir
lo
que llevo en la intinción,
yo
le daré tal lición
que
pienso le hazer rendir
en
la pelea.
Ypólito Pues, anda, que ya dessea
la
mi vida tal bonança,
y
tiene tal confiança
que
aquesto presto se vea
cumplido
assí.
Mas,
Solento, dime aquí,
¿Qué
le entiendes de dezir?
Solento Que luchas con el morir
y
que, a lo que yo sentí,
la
tu vida
está
ya muy decaída.
Y
que estás muerto aunque bivo
de
un dolor tan esquivo
que
nunca jamás te olvida
un
solo punto;
y
que estás ya tan defunto
qu’es
menester su favor,
pues
que se entiende en tu amor,
tu
alma, según barrunto,
de
verdad.
Ypólito Quedo con tal claridad
en
ver qu’estás en lo cierto,
que
te juro yo, por cierto,
que
an cobrado claridad
mis
tiñeblas;
y
también todas las nieblas
de
mí se huyen y apartan
y
los dolores se avadan.
Pero
el coraçón me quiebras
y
me embaraço,
porque
sin dubda m’embaço
y
aun de dentro bien me quemo.
Y
aun comigo mucho temo
no
se enoje.
Mas
si aqueso a ti te acoje,
aosadas
que andemos buenos.
Solento No llores duelos agenos.
¿Quién
passa agua que nos’ moje?
Y
assí, me vó.
Ypólito ¡O, qué cativo estó!
¡O,
cómo es grande mi mal!
¡O,
qué fiero y desigual
y
aun no lo siento bien, no!
Porque
el sentir,
enemigo
del bivir,
muy
[mucho] me desconsuela,
y
en esto assí se desuela
que
avré ya de consentir
en
lo que quiere,
pues
que biviendo más muere.
Çena
II en que se introduzen Solento
y
Solisico y Florinda.
Solento ‘El que no mira adelante,
muchas
vezes queda atrás’,
y
guardando este compás
cierto
juro yo que ante
haga
cosa:
mire
como la raposa
si
parece perro o galgo;
porque
si entro y nunca salgo
será
la burla donosa,
y
aun bien falsa,
que
hagan ellos la salsa
de
mi sangre.
Antes
los lleve la landre
y
se coman de carcoma,
y
aun, aosadas, que no coma,
aunque
seys oras me tarde,
ni
me quepa
bocado
que bien me sepa
hasta
averme assegurado,
porque
no metan dado
a
las bueltas de la trepa.
Que
esto he miedo,
pero
no me mamo el dedo,
que
si juegan de caçada
ya
yo sé la patoxada,
y
luego me desenredo
de
tal red.
Y
aun sé bien hablar merced
al
sastre y aun a[l] tendero,
a
las vezes, quando quiero.
Y
assí con esto vos ved
que
se empapan,
y
los compañeros rapan
algo
de que es menester.
Assí
que cierto sabed
que
estotros el viento papan
muy
de vero,
si
piensan duermo sin perro;
y
caçan con hurón muerto,
y
no tiran muy certero
de
verdad.
Y
siguiendo vanidad
van
de noche sin candela,
y
la frontera sin vela
es
de muy gran neçedad.
Esto
digo,
porque
‘nunca nadie abrigo
busque
al buey qu’es ya muy viejo’,
‘ni
menos tomen consejo
del
necio por más amigo,
ni
del mancebo’.
Mas
tornando a estotro cebo,
aunqu’es
malo aquí dezillo,
‘no
tiene cabo este ovillo’,
y
‘la candela de sebo
alumbra
a todos’.
Mas
siguiendo aquellos modos
se
consume cierto en sí,
assí
que a lo que sintí
miedo
tengo qu’estos lodos
se
passen subiendo en mí.
Y
si ella aplaca,
‘menos
querría ser la vaca,
por
mi fe, de aquesta boda’,
porque
si el hombre s’enloda
¿qué
aprovecha andar en haca
ni
en rozín?
Pero
ya pues acá vin,
assirm’e
a la mejor rama,
y
a mi ver muy bien se trama;
y
aun mirando ya la fin
nada
empece
y
‘fortuna favorece
al
coraçón qu’es osado’;
y
aun el paje d’ella amado
al
encuentro se me ofrece.
Dicha
buena,
aunque
también es gran pena
contemplar
con tantas gentes;
mas
quien mira inconvenientes
nunca
acierta en buena vena.
Solisico ¡O, Solento!
¿Cómo
vienes tan sin tiento?
¿No
me lo quieres dezir?
Solento ¡O, que se acerca el morir
y
mi mal no lleva cuento!
Y
con malicia
viene
tras mí la justicia.
Agora,
hermano, responde.
Solisico Pues sube y aý te esconde,
que
aun de verte avrá leticia
mi
señora,
que
en este momento y ora
se
retraxo aý con gran quexa.
Solento Bien devano esta madexa. [Ap.]
Solisico Y no te entres a sobrehora,
no
se tema.
Solento [Otro] fuego, pues, le quema,
que
cierto yo bien me sé.
Y
aun con gran tormento rema
en
este punto.
Florinda Amor, pues que ya estoy junto
a
las ansias del morir,
déxale
ya despedir
al
cuerpo, casi defunto,
de
su amado.
Solento Bien se ha todo rodeado
Florinda Porque siempre estoy con él,
aunque
tu ravia cruel
mucho
me dobla el cuidado;
con
tal porfía
qu’el
sentido en nada fía
ni
piensa verse guarido,
porque
está tan decaído
que
en sí mesmo no confía
viendo
el mal
ravioso,
fiero, mortal,
con
fuego que nunca huye,
y
el cuerpo y alma destruye
con
ansia muy desigual.
Y
cierto, es tal
que
nunca mayor ni tal
en
hembra jamás se vido;
y
assí el seso embevecido
con
cuita ninguna ygual
bien
padece,
y
el coraçón ya fenece
de
administrar el su oficio,
porque
se da en sacrificio
al
que muy bien lo merece.
Y
es a quien
de
mi vida es mal y bien,
y
porque ya no le vea
la
muerte a mí se me emplea.
Y
aquesto bien lo dizién
los
sentidos,
los
quales, de ya vencidos,
de
todo en todo me dexan,
y
de forma tal me aquexan
que
los veo muy condolidos
de
dolor.
¡O,
falso dañoso amor!
¿Por
qué d’esta arte me tratas?
¿No
miras que si me matas,
esecutando
rigor,
serás
tenido
por
perverso y dolorido;
y
todos de tu ponçoña
huyrán,
como de roña
el
buen pastor?
Solento Avade, avade el rencor,
que
bien escuchándola estó.
Florinda No culpo, no culpo, no,
a
Mirra, que con furor
siguió
tu gana;
ni
a Dido, ni a la greciana
que
incurrió en el otro yerro,
causa
del grande destierro
de
la gente, en nada vana,
a
la sazón.
Ni
menos de su pasión
culpo
a la nuera de Egeo;
ni
a Popilia, pues que veo
que,
estando en gran turbación,
se
desmandaron.
Ni
menos culpo, aunque erraron,
Yaolante
con la Medea,
ni
tampoco a la otra Rea
increpo,
aunque cierto amaron
muy
entero.
Ni
alabo a la del artero
que
assí la tela deshizo;
ni
a la otra, que no hizo
lo
qu’el padre muy de vero
le
dixera,
pues
qu’el amor las moviera
a
seguir el tal camino.
Ni
a Paris, que atán sin tino
forçó
a [Elena],
no
lo culpo, aunque gran mal
causó;
ni al gran Aníbal
increpo,
aunque muy mal suena
el
tener sobrada pena
por
la moça,
por
la qual su fama estroça
según
digo.
Ni
al godo grande Rodrigo
ni
al otro rey Masimisa
no
les quito su divisa,
porque
muy gran desabrigo
fue
tu fuerça.
Y
aquel hazelles que tuerça
tu
ravia y cruda maldad
dañó
a tan alta bondad
haziéndoles
tuerto y fuerça.
Y
a sus personas,
dignas
de grandes coronas,
causaste
gran perdición
y
total destrución
en
sus reynos.
Y
de tan malos goviernos
tienes
culpa,
y
assí nadie te desculpa,
pues
que con gran crueldad
acarreas
tal vanidad
de
tantos males la culpa.
Y
a David
también
la venciste en lid,
y
a su hijo Salomón,
y
el otro fuerte Sansón
también
[cogió] de tu vid
los
agrazes.
Assí
que mira qué hazes;
y
mira el César qué odio
tovo
del hecho de Clodio.
Y
mira que nunca pazes
tú
acarreas,
mas
mucho abates y aterras
a
los que más, más te siguen;
y
tus daños los persiguen
hasta
las agenas tierras.
Y
Cathelina,
según
que mi lengua asina,
tocado
de tal porfía
mató
al hijo. Y bigamía
contra
la buena dotrina
Lamech
contraxo,
y
assí su carne distraxo
casando
con dos mugeres.
Y
otros mill cuentos de aferes
as
causado y gran trabajo.
Mas
¡ay, cuitada!,
que
me veo muy traspassada
de
tu vira y de tu frecha,
y
de forma tal contrecha
que
estoy tan atormentada
que
ya no espero,
ni
otra salud no la quiero
salvo
que venga la [muerte],
y
aunque la tienen por fuerte
[serme
hía] gozo verdadero.
¡O,
mi amigo,
mi
bien y todo mi abrigo!
¿Y
cómo assí me matáys?
¿Y
cómo vos no miráys
que
como a crudo enemigo
me
tratáys?
¿Y
cómo nunca pensáys
en
apagarme este fuego?
Solento Bueno se para este juego.
¿D’essa arte, Florinda
estáys
y
muy onesta?
No
espero mala respuesta.
Mas
pues ya cesa el hablar,
quiérome
mi paso entrar,
pues
que nada no me cuesta
la
palabra.
Y
aun, aosadas, que luego abra
la
materia, pues que l’ duele,
que
assí ello hazer se suele
donde
quiera que amor labra.
Florinda ¡O, Solento!
¿As
oýdo mi tormento?
¿As
visto el crudo bivir?
¿As
visto cómo el morir
me
acarrea tal pensamiento,
que
no sé yo
si
biva o si muerta estó,
ni
menos si estoy en mí?
Solento Nunca yo menos os vi [Ap.]
después que aquí vengo y vó.
Florinda ¿No respondes?
Solento De mí, señora, te escondes
y
en cosa jamás te fías,
y
siguiendo tales vías,
si
miras, tú siempre ascondes
el
mal que sientes.
Florinda ¿Que en esso as parado mientes?
Pues
estó ya de tal temple
que
mi mal no ay quién lo temple;
en
conclusión,
salvo
su gran perfeción
y
en otro no me derramo.
Mas
sabe que amo a tu amo
y
en su vista y su visión
siempre
contemplo;
assí
que sigue este exemplo
y
luego, luego, le llama.
Solento ¡Que ya no mira su fama! [Ap.]
¡O,
Padre!, gran rey del templo [Alto]
y
de natura,
que
formaste la criatura
en
el campo damaceno,
y
de ser perfeto y bueno
la
dotaste, y tu figura
le [esculpiste]
y
el alma a la forma uñiste,
dando
fin a la tal obra;
y
apartando su çoçobra
en
el huerto los pusiste
del
reposo.
Y
de un gozo muy gozoso
los
forniste en todas cosas,
y
entre flores y entre rosas
de
cosa no no cuidoso
Adán
morava;
y
su cuerpo deleytava
sin
tener cuita y cuidado,
pero
del [árbol] vedado
tu
precepto lo apartava,
de
tal modo
diziendo:
«come de todo,
pero
del árbol de sciencia
no
tenga concupicciencia
la
forma hecha de lodo,
ni
tal cobdicies,
ni
en esso, no, no te invicies.
Y
pues tienes libertad
de
seguir bien o maldad,
de
aquesto no, no desquicies».
Y
quien tal vio
qu’el
precepto no cumplió,
induziendo
la muger
y
siguiendo el tal querer
bien
del bien nos desvió.
Porque
luego,
con
un cuchil[l]o de fuego
el
chirubín los destierra,
y
mal dixiste a la tierra
y
a ellos; y sin sosiego
en
Ebrón,
ya
temiendo al Acherón,
desnudos
allí habitaron,
assí
que nos apartaron
de
tu divinal visión.
Y
a pecar
nos
someten y aun a errar
de
mill suertes, mill maneras,
abriendo
tantas carreras
qu’el
que se quiere salvar
es
el justo,
y
el que con vigor robusto
se
libra de tal pelea;
assí
que el que a ti dessea
nunca
eceda en hecho injusto
ni
en mal.
Florinda ¡O, Dios, Señor! tú me val
y
cuidame dar consejo,
pues
para ser hombre viejo
era
mucho dezir tal.
¡Qué
tercero!
Solento Vuestro daño no lo quiero;
antes,
si miráys, procuro
qu’el
camino más seguro
a
la contina sigáys.
Pues
yo fío
que
tenéys libre alvedrío
de
seguir camino diestro,
cuitando
el qu’es siniestro.
Y
aun sin dubda yo confío
qu’essa
ravia
la
aplacaréys como sabia,
huyendo
tal perdición.
Florinda ¿Qué aprovecha discreción
contra
mal que tanto agravia
y
me arranca
el
alma, y el cuerpo manca
y
me priva la razón,
causando
gran división
al
pensamiento,
cegando
al entendimiento
de
su lumbre y su entender?
Así
qu’es un contender
con
la brasa
o
con el ladrón de casa,
de
quien cierto, a mi cuidar,
nadie
se puede guardar.
Mas,
Solento, despierta,
y
pues sientes qu’estoy muerta,
¿qué
dizes de tal passión?
Solento Que rigendo el afición
jamás
en cosa se acierta.
Florinda Anda, vete.
¡O,
qué donoso alcahuete!
Solento ¡O, cómo tu gran beldad
aborrece
la verdad!
Y
aun otro gran mal comete,
que
a sabiendas
a
la voluntad da riendas
que
vaya desenfrenada.
Assí
que tu furia avada
y
la tal cosa no empriendas,
qu’es
perdida.
Florinda ¡Por Dios, que me das la vida!
¿No
miráys vos el rapaz?
¡Qué
gentil traer de agraz
a
la caçuela!
¡Por
mi fe, bien me consuela!
Y
si siempre assí lo hazes
muy
bien tramarás la tela.
¡El
virote!
¡Qué
rebolver de almodrote!
Endereçando
la hoz,
bueno
se para este arroz.
¡Qué
verdugo y buen açote
en
estos tales,
que
fingendo de leales
tienen
al amo en desprecio,
y
del cuerdo hazen necio!
¿No
veys qué quitar de males
a
quien los cría?
Solento ¿Qué? ¿Seguir quiés tu porfía
con
la voluntad muy suelta?
Pues
déxame dar la buelta.
¿Vos
no veys, señora mía,
qu’el
qu’es marcado
a
de tentar bien el vado,
como
haze el marinero?
Florinda ¡Qué donoso majadero!
¡Qué
necio, qué mal criado!
¡Descortés!
¡Qué
bolverse del envés!
Solento Señora, mi fin me entiende
y
después riñe o contiende.
Solisico Bozes dan. No sé que s’es.
Quiero
oýr.
Florinda Pues torna, si quiés dezir,
que
aunque con la muerte lucho,
con
toda atención te escucho.
Mas
no pienses me induzir,
porque
en la zona
antes
el fil de Latona
dexará
su curso sólito
que
a mi amigo amado [Ypólito]
le
dexe, porque persona
de
tal bondad
causa
en mí tal claridad,
que
pensando siempre en él
y
siguiendo el tal nivel,
ni
temo la adversidad
ni
a la fortuna.
Solento Pues lo mismo te importuna
con
toda atención mi lengua.
Mas
¿Ypólito que venga?
En
esto el sentido puna
y
el entender
del
arte que podrá ser.
En
lo demás me perdona,
porque
la sangre se encona
en,
señora, assí te ver
tan
ayrada.
Florinda Antes ya estoy aplacada,
por
tanto cobra sosiego.
Y,
Solento, yo te ruego
que
cerca la madrugada,
sin
más luenga,
se
venga y cubra mi mengua,
pues
por él sin dubda muero.
Solento Aquesso es lo que yo quiero. [Ap]
Bien
se texe.
Florinda Y antes el carro y el exe
perderán
la su costumbre,
que
de Ypólito, mi lumbre,
el
pensamiento se alexe;
ni
mi memoria
se
olvide en tal historia
de
contino contemplar.
Pues
si tengo algún pesar
por
esperar la gran gloria,
bien
se emplea,
porque
todo el mundo vea
el
gran tormento que passo.
Solisico ¡O, terrible y fuerte caso!
Y
cómo su muerte dessea
la
hembra triste,
pues
de tal paño se viste
enforrado
de maldad,
y
agena de onestidad
a
la maldad no resiste.
Y
de ciega
piensa
que no la entendían,
‘pues
cuando los ciegos guían,
¡guay
de los que van detrás!’
Solento Mal parece [Ap.]
y
todo el hecho escurece
lo
que dize aquel muchacho;
y
yo de necio y de empacho
no
miro que ya amanece.
Florinda ¿En qué estás,
Solento?
¿Murmuras más?
Solento Antes, señora, sabed
que
si manda su merced
me
yré, mas siempre jamás
la
serviré,
y
en al nunca entenderé.
Y
es justo que vaya presto,
porqu’es
bien que muy onesto
se
haga lo que s’ hiziere.
Florinda ¡O, hermano,
y
cómo es consejo sano!
¡Assí
la Virgen me vala!
Solisico Aosadas, en ora mala,
antes
es hecho liviano,
y
aun al revés
van
y harto de través
todas
aquestas haziendas.
Florinda Así que sin más contiendas
le
dirás qu’estoy qual ves;
que
no se tarde,
porqu’el
fuego qu’en mí arde
y
me abrasa en tal conquista
no
se apaga sin su vista.
Solento Pues haz que la puerta guarde,
que
yo vó.
Florinda Anda ya, que muerta só
si
en un punto allá te tardas.
Y
anda, corre. Di, ¿qué aguardas?
¡Solisico!
¿No
respondes? ¿Dime, chico?
Solisico ¿Qué’s lo que tu merced manda?
Florinda ¿Qué te parece qual anda,
del
pobre haziendo rico,
este
mundo?
¿Y
del rico, según fundo,
haziendo
pobre y cuitado?
¿Y
ensalçando al humillado,
aunque
esté allá en el profundo?
¿Y
del alto
y
potente, a lo que esmalto,
haze
chico, según digo,
y
pobre y mucho mendigo
y
de todos el más falto?
¿Y
al qu’es triste,
cosa
que nunca tal viste,
sin
guardar orden ni regla,
en
un punto te lo alegra
sin
que en cosa le resiste?
¿Y
al contrario,
siguiendo
camino vario,
al
que está bueno y alegre
te
lo apartan de tal rengle,
como
hizo al cónsul Mario?
¿Y
del libre
en
un instanti invisible
haze
persona cativa?
¿Y
al qu’está en prisión esquiva,
muy
dañosa, muy terrible,
en
un credo
lo
haze libre y muy ledo?
¡O,
divina potestad,
inmensa
gran magestad,
que
estándote inmoto y quedo
los
arbres mueves!
Solisico Señora, pues que rebuelves
essas
cosas atán altas,
¿por
qué no miras las faltas
con
que bien tu fama ensuelves?
Florinda ¿Qué me dizes?
Solisico Que abaxas bien las cervizes
tras
el dañado apetito,
y
assí ni en blanco ni en hito
darás,
aunque más atizes
con
tal arte.
Pero
mira bien y guarte,
que
Ypólito, aunque mancebo,
bien
sabe pescar con cebo.
Florinda El coraçón se me parte
si
contradizes,
inxiriendo
essos matizes
de
aquesas tus negras flores.
Solisico Pues siguiendo essos amores,
quiera
Dios que no deslizes
de
tu fama.
Florinda ¡O, que me abraso con llama
más
cruel que del infierno,
y
con fuego tan eterno
que
abrasa con cruda flama!
Por
tanto mira,
y
nunca de aý te tira
con
la voluntad despierta,
porque
en tocando a la puerta
tú
le abras.
Solisico En gentil dechado labras [Ap.]
y
con muy donoso sirgo.
No
amaneces con el virgo
si
entras con él en palabras.
¡O,
aziago
día
y de mortal estrago!
Que
ya no teme a la madre
ni
a los huessos de su padre,
siguiendo
tras el halago
que
tanto dura.
Florinda Esto, Solís, tú procura,
assí
Dios te dé la vida.
Solisico Señora, no se me olvida,
que
yo con toda premura
lo
haré,
y
aun también procuraré
d’escusar
otros aferes,
diziendo
[a] aquesas mugeres
algo
que yo bien veré.
¿Y
qué, ya echada
estás
y no fatigada,
como
estavas de primero?
Florinda ¡O, mi amigo verdadero,
y
cómo estoy descansada
en
ver que sientes
mi
mal y en él paras mientes!
Y
aun tienes pena
de
sentir que algo mal suena
mi
mal, y en él no consientes.
Assí
que siento
que
tienes conocimiento
de
mi mal y mi tristeza.
Pero
salte, y con destreza;
haz
que no aya movimiento
jamás
en cosa.
Solisico Duelos tiene la raposa [Ap.]
de
que se anda a caramillos,
y
andando a caça de grillos
ya
vos veys qu’está donosa.
Çena
III, en que se introduzen Solento,
y
Jacinto, y Carpento y Ypólito.
Solento Gran enojo es contender
en
hechos con quien no sabe,
mas
aosadas no se alabe
pues
no se sabe vender
la
moçalvilla,
que
está hecha tortolilla,
mas
no en obra y condición.
Assí
que con tal lición
bien
se empapa la bovilla.
Mas
aosadas,
que
andando en estas pisadas
ella
se burle y engañe,
y
‘el que las sabe las tañe’,
porque
‘al que no da caçada
en
el juego,
todos
le conocen luego’;
‘y
lo que dize el pandero
no
ha de ser por fuerça vero’.
Assí
que yo ‘ervajo y siego
en
buen rastrojo’,
y
me voy por ‘donde el [cojo]
anda
tanto como el sano’,
porqu’es
el camino llano
y
sin espina ni abrojo
y
sin cuesta.
Y
como veys, poco cuesta
estar
encima o abaxo,
pues
que todo el más trabaxo
es
fingir quis a la Mesta
o
a la caça.
Assí
que nada embaraça
el
burlar a estas modor[r]as,
que
aunque fingen bien de çorras
son
como la calabaça,
muy
vazías.
Y
siguiendo sus porfías
siempre
se prienden en lazo,
y
con pequeño embaraço
aquella
en que tú más fías
se
te enlaça.
Y
aun le verás luego raça
como
al metal mal forjado,
y
tomar d’esto cuidado
es
pensar con chica taça
poder
menguar
el
agua qu’está en el mar,
o
querer el que está en suelo
dar
con el puño en el cielo.
Jacinto ¡A, Carpento!
[Carpento] ¡O, que estoy muy soñoliento!
[Jacinto]
Pues sus, alto, a recordar
en
un punto sin tardar.
¿No
ves que viene Solento?
[Solento]
¡Dios loado,
he
passado presto el vado!
Hermano,
ten en memoria
‘que
al fin se canta la gloria’.
[Carpento]
¿Qué sé yo si te has mojado
o
vienes tal
que
añadas el mal al mal,
y
así el esparto a la pleyta,
causando
mayor rebuelta?
Solento Nunca pienses en lo tal,
ni
seas agüero.
Jacinto Pues, dévenlo allá de fuero,
y
en llegando recabdar.
Carpento Mas vámonos a cenar
que
aquesto es lo que más quiero;
y
acordaremos
y
entre todos pensaremos,
de
que estemos sobre cena,
si
le sangraremos la vena
o
de la bolsa y dineros
a
este perdido.
Jacinto Y él está sin sentido,
que
no siente más que muerto.
Bien
me parece el concierto,
mas
comiença en lo cozido
y
[suspirado].
Solento Mas acerca el lomo asado,
o
si quiés de las perdizes.
Carpento Mas corta d’esas godornizes
y
también d’ese venado,
qu’es
de adobo.
Solento ¡Cómo tragas como lobo!
Carpento Estoy de hambre transido;
mas
no pongáys en olvido,
pues
que no es vaca de robo,
el
escanciar.
Solento Bien depriendes trasegar.
Carpento Ya es mi uso de contino.
Jacinto ¿Pues qué te parece el vino?
Carpento Que encomiença a calentar.
Jacinto Y assí lo allega.
¿Pues
no ves qu’es de la Vega
y
aun de Martos?
Solento Pues trastorna y haznos hartos,
qu’esta
haza bien se siega,
y
creo qu’es viejo.
Jacinto Y aun de cinco años añiejo.
Solento Mas ¡quán presto que se cuela!
Carpento Nunca de aquesso te duela.
Solento Alcança acá del conejo,
pues
no buela.
Carpento Muy mejor es la caçuela.
Jacinto ¿Qué [os] parece de la salsa?
Carpento Que quema bien y qu’es falsa;
pero
no quebréys la tela
y
ande el torno,
que
aún no está caliente el horno.
Mas
¿dizes algo, Jacinto?
Jacinto Que trasiegues [d’ese tinto]
y
ande una buelta en contorno,
que
una taça
vale
más que quanto embaça
se
coje cierto en un año.
Solento Aosadas que no es de ogaño,
que
bien la lengua embaraça.
Jacinto ¿Quiés azeytunas?
Solento Pues que tanto lo importunas,
daca
acá, y aun vos sabed
qu’es
gentil matar de sed
comiendo
d’éstas algunas.
Carpento Ande el queso.
Jacinto De Mallorca es, ni aun por eso...
Solento Mas, ¿hay algunos palmitos
o
también lenguados fritos?
Carpento ¿Y dízeslo en todo tu seso?
Pues
cata aquí,
que
no dirás que no sintí
en
hablando luego el chiste,
y
aun de los buenos que viste.
Jacinto Y si porfías,
aun
te daré gollorías.
Solento Mejor seríe la moxama.
Carpento Pues ande el arco con tal trama;
mas
por tu vida,
que
guardes baque y caída
o
de dar la çancadilla,
porque
ya la taravilla
siento
que anda algo atordida
y
se alboroça.
Solento Mas tornemos a la moça
que
traygo muy alta nueva,
y
antes que Ypólito esmueva
veréys
que su mal se estroça
y
tiene abrigo;
si
no andad acá comigo.
Carpento Pues mira, qu’entres muy paso,
porqu’él
estando muy laso
y
cierto triste consigo,
por
dormir
nos
mandó de allá salir.
[Solento] Pues presto será aliviado,
y
aun harto desocupado
de
aquel su ciego bivir.
Ypólito ¿Y es Solento?
Él
es, a lo que yo siento.
¿Cómo
vienes, cómo vienes?
¿No
miras que te detienes?
Llégate
acá en un momento
y
dime, di,
si
tengo de morir assí
o
si sientes buen remedio
para
el fuego tan sin medio
que
me consume entre sí.
¿No
me hablas?
Solento Ya no es tiempo de palabras;
mas
sabe, sin dubda y falta,
que
tu gloria está muy alta,
por
tanto las mientes abras,
y
con mesura
oye
tu buena ventura.
Y
sabe que ya Florinda,
de
las mujeres más linda,
contempla
en la tu figura.
Y
cedo luego;
sin
reposar ni sosiego
as
de venir a su casa,
y
en gran fuego ella se abrasa,
y
la verdad no te niego.
Ypólito ¡O, cativo!
¿Qué’s
lo que oygo? Si estoy bivo,
si
estoy dormiendo o si velo,
o
si estó en cielo o si en suelo.
Mas
dime, no seas esquivo,
¿qué
es possible
de
cativo ser ya libre
y
de muerto tener alma,
y
de tormenta ver calma
en
un instanti invisible?
Solento A mi ver [Ap.]
y
a lo que puedo entender
la
ceguedad aún le dura,
y
estando en tan gran locura
no
puede bien dicerner.
Ypólito Y dime, hermano,
ca
tócame essa mano,
¿que
manda Florinda aquesso?
Solento ¡O, que estoy fuera de seso!
Pues
no cre[e]s consejo sano
y
me embaraças.
Ypólito Traedme acá mis coraças,
que
aun me viene en pensamiento
que
dize verdad Solento.
Mas
dime, ¿de qué te embaças?
Solento De no nada,
mas,
señor, toma el espada.
Ypólito ¿Qué te parece, Carpento?
Carpento Que con bueno o mal cimiento,
o
acertando o con errada,
as
de creer,
que
sin dubda se a de hazer
lo
que está ya concertado;
y
aun estoy tan enojado
que
sería de parecer
que,
aunque no quiera,
se
‘eche la soga y caldera
en
el pozo’,
porque
veas [si irá] el moço
saltar,
aunque haya vardales.
Ypólito Cierto son grandes mis males, [Ap.]
mas
algo tengo de gozo,
porque
fío
que
Solento, amigo mío,
en
todo dize verdad.
Mas
¡o, Santa Trinidad!,
en
la qual yo bien confío,
de
gran bondad,
inmensa
en eternidad,
que
seyendo Dios y Trino
embió
el Verbo Divino
a
tomar humanidad
en
la Virgen.
¿Y
si me engañan o fingen
otra
cosa de lo qu’es,
para
que de mí después
mofen
de cómo me rigen?
Mas
al presente
el
pensar inconveniente
es
dañoso y peligroso,
pues
mostrame temeroso
poco
burlaríe la gente.
¡Qué
moçuelos!,
que
en llorar agenos duelos
no
curando de los suyos
gastan
la rueca y los husos;
pero
bien es conocellos.
Mas
si estoy quedo
es
doblar fuerças al miedo.
Assí
que dé donde diere
y
venga lo que viniere,
que
estorvar cierto no puedo
este
camino.
Pues
que Dios me hizo dino
de
tan gran prosperidad,
que
goze de la bondad
de
donde mi mal me vino.
Solento ¿Qué aguarda
vuestra
merced, qué se tarda?
Ypólito No, nada más. Sus, andad,
porque
con tal claridad
no
temáys que ya más arda
el
mi fuego,
porque
llevo gran sossiego,
pues
que a tal gloria, ventura
nunca
empece desventura.
Çena
quarta, en que se introduzen Ypólito, y Solento,
y
Solisico, y Florinda, y Jacinto, y Carpento.
Ypólito Que a las mayores afrentas
el
remedio es el ossar,
y
el saberse governar
en
las muy graves tormentas
es
buen seso;
y
el no tener falso peso
es
de diestro mercader,
y
dexar de contender
en
si es piedra o cal o yesso
es
de sabio;
y
el huyr del mal y agravio
es
de perfeto y de justo,
mas
querer el hecho injusto,
con
esto, con esto ravio.
Y
assí digo
qu’el
mayor, mayor amigo
que
tengáys en la bonança,
si
vehe falta la balança
más
daña qu’el enemigo.
Mas
‘poco a poco
hila
la vieja su copo’
y
en las faltas ay emienda;
mas
comprar caro en la tienda
el
tal hecho nunca [cupo]
en
hombre franco;
y
el hazer de negro blanco
ya
es ageno de bondad,
pues
huyr la claridad
en
esto ya el alma arranco,
porque
procede
del
que de vista carece
o
del que sigue siniestro.
Pero
el qu’es en el bien diestro
con
la luz siempre parece,
y
sin çoçobra
muestra
a la clara su obra.
Mas,
¿qué tengo de hazer,
pues
que en esto, al parecer,
la
vida y seso se cobra
y
se esmalta
y
se cubre raça y falta?
Porque
de la voluntad
otra
cosa no esperad,
porqu’es
tan honda y tan alta
su
malicia,
que
ni sigue a la justicia
ni
a cosa que le paresca;
ni
esperéys que la obedesca,
antes
del bien haze rizia
en
su torno.
Assí
qu’en nada la adorno,
pues
que tanto nos repuna,
y
en dañarnos siempre puna
y
esto cueze allá en su horno;
y
siempre atiza
el
metal con que matiza
nuestros
males, nuestros daños,
inxiriendo
sus engaños
con
ung[ü]ento en que desliza
la
razón.
Solento Mira que ya no es sazón
salvo
al dolor poner tasa.
Mira
qu’es esta su casa,
huyga
de ti la passión.
Mira
que abren.
Carpento Quiera Dios que nos l’abren.
Ypólito ¡O, qué fortunado caso!
Solisico Pues, señor, sube muy passo,
que
allá arriba ya bien saben
que
estás aquí.
y
aun, a lo que yo sentí,
nada,
nada no les pesa.
Carpento Buen lançar de ducha es esa;
reýrme
quiero entre mí.
Mas
escuchemos,
porque
oyendo más sabremos
de
lo que passan allá.
Solisico Pues llegá passo y callá;
y
agora, aosadas, veremos
quién
más sabe,
y
aun aquesto a qué bien cabe.
Mas
cierto, el mal de mi ama
bien
se curaríe en la cama.
Quiera
Dios que en bien acabe
esta
lucha.
Carpento ¡O, Solis, escucha, escucha!
Ypólito ¡O, ventura favorable
y
próspero acaecimiento!
¡O,
cómo mi pensamiento
está
muy, muy variable
en
ver figura
en
quien toda la natura
se
remiró en hazella
perfeta,
linda, muy bella
y
más que toda criatura
acabada,
de
mill gracias adornada;
[ensalçando]
su excelencia
de
perfeción y clemencia,
y
en la virtud tan dotada,
que
ninguna
buena
ni mala fortuna
en
cosa no le empece,
y
assí del bien resplandece
que
nunca el mal le importuna!
Mas,
¡o, cuitado!,
y
cómo se dobla el cuidado
y
a la muerte teme la vida.
Y
¡o, qué cativa y vencida
está
del mal tan sin vado!
Porque
incapaz
se
halla de ver su haz
ni
gozar de tanta gloria,
y
el sentido y la memoria
no
consienten en tal paz,
porque
crehen,
pues
que a la clara lo veen,
que
se les [a]cerca el morir
y
se acorta su bivir,
y
assí con esto se embeven.
Mas.
¡o, señora!,
que
la gracia tanto os dora
que
podéys resuscitar,
y
tanto mal me apartar
en
un instanti y un ora.
Mas
si dezís,
y
d’ello vos os servís,
que
yo ya fenesca y muera,
otra
cosa, aunque yo quiera,
de
en lo que en vos consentís
nunca
aplaze
al
alma, que nunca haze
salvo
su cuita plañir.
Solisico Pienso la havrá de induzir
a
que del todo lo abrace;
mas
la bova,
muy
más hueca que una tova,
cómo
se está embevecida.
¡Por
Dios, que me da la vida!
Pues
guarda, que así se sova
la
vadana.
¡Necia
soys, hermana, hermana!
Jacinto Pues mira que ya responde.
Solisico Hazia la cama se esconde
y
aunque no le falta gana,
esto
siento.
¿Y
piensas que hablo a tiento?
¿No
ves, la tiene abraçada?
Florinda ¡O, donzella muy cuitada,
y
cómo en el mal consiento
y
en mi daño!
Y
aunque veo claro el engaño
d’él
no me puedo partir,
y
siento qu’el consentir
consiente
en el mal estraño,
y
que padesca
y
en que al amor obedesca
sin
que d’él exceda un punto,
pues
el cuerpo tan defunto
bien
consiente en que fenesca
por
se librar
de
tanta pena y penar
de
que assaz está cargado;
y
en verse así tan cuitado
piensa
con todo cuidado
qu’el
fenecer
le
seríe muy gran plazer
en
salir de tantas quexas.
Assí
que si tú le dexas,
amor,
de más le torcer,
luego,
luego,
tendrá
reposo y sossiego
del
mal que nunca descansa.
Solisico ¿No miras cómo la amansa
y
aun le mata todo el fuego?
¡A,
Carpento,
todo
lo demás es viento,
sino
que bullan las manos!
Jacinto ¿Qué os parece? Dezí, hermanos.
Y
tú, ¿qué dizes, Solento,
de
la boda?
Solisico Él aora bien la enloda.
Florinda ¡O, señor, que me matáys!
Solisico Anda, que a plazer estáys,
y
la parra bien se poda
y
se vendiña,
y
assí todo bien se aliña.
Florinda ¡O, por la passión de Cristo!
Solisico Mas dezíme si havéys visto
que
nunca les falta riña
y
un gruñir,
y
siempre en contra fingir
de
lo que más, más dessean,
y
assí bien se les emplean
los
males en su bivir.
Ypólito ¡O, mi bien!
Vos
soys la dama por quien
mi
cuita nunca está en calma,
y
los sentidos y el alma
de
pena se consumién.
¡O,
perfeta,
hermosa,
gentil, discreta!
¡O,
de las flores la flor!
¡O,
cómo cesa el dolor
y
la llama tan secreta
que
me encendía!
¡O,
gran ventura la mía!
¡O,
alta prosperidad!
¡O,
cumbre de gran bondad!
Y
en esto poco dezía
la
mi lengua.
Solisico Él parla lo que convenga
y
ralla según que suele,
mas
ya muy poco le duele
la
llaga ni la tal mengua
a
la moça.
Carpento ¿Mas no ves cómo retoça
y
aun se torna casi al juego?
Solisico Y aunque no a menester ruego,
mas
mucho su fama estroça
y
se maltrata.
Florinda ¡O, señor, y que me mata!
Solisico Que aun os darán las cosquillas
y
el hazer de maravillas.
¿Quién
vido a la moxigata,
vergonçosa?,
y
es una mala raposa,
y
aun ella mueve la caça.
Pues
aosadas, ‘qu’esta raça
nunca
te la cubra cosa,
ni
aun el pelo’.
Carpento Nunca llores ese duelo.
¿Piensas
que a de coxquear
ni
menos dexar de andar?
Solisico ¡O, qué bonito consuelo!
Florinda Pienso es tarde
y
es muy bien que no se aguarde
a
que estando claro el polo
muestre
la cara Apolo.
Ypólito Pues mi fuego siempre me arde
y
me atormenta
contemplando
en vos mi luz,
y
por el Dios de la cruz,
que
en el alma se me asienta
tal
congoxa,
que
nunca un momento afloxa.
Solisico Desotra veo yo el engaño
y
el mal y todo el gran daño,
y
aun es la que queda coxa.
Mas
al presente
la
necia poco lo siente
porque
aún le quema la llaga,
y
en ver que quien se la apaga
está
delante y no ausente
se
consuela.
Mas
aosadas que le duela
de
que el calor se resfríe,
pues
que quando estotro entibie
en
el sacar de la muela,
¡ay!
yo digo,
que
será el llorar consigo
el
bien del tiempo passado.
Florinda Señor que no [l]levan vado
mis
males, ni yo veo abrigo
que
me consuele;
y
vuestro partir me duele
y
me rompe las entrañas;
y
atormenta, como suele,
al
coraçón
aquella
fiera passión
con
que mi bien se escurece.
Solisico ¡O, señora, que amanece!
Por
Dios, aved compassión
de
la deshonra.
Ypólito Pues guardando vuestra honra
yo
me despido y me vó,
mas
con vos quedo y estó.
Florinda Pues, Solis, anda y no engorra;
y
en la puerta
pon
recabdo, que está abierta.
Mas
quedo con ansias tal,
que
cierto de aqueste mal
yo
no escapo, salvo muerta.
Çena
quinta, en que se introduzen Ypólito,
Solento,
y Jacinto y Carpento.
Ypólito ¡O, ventura,
el
bien que tanto me dura
no
lo quieras apartar!
¡O,
si la hermana en cortar
la
fruta en sazón madura
apresurase,
antes
que en cosa mesclase
la
Parca su mal matiz!
Y
pues ya me satisfiz
porque
la ravia amansasse,
aunque
[adivas]
comiesse[n]
mis carnes bivas,
con
el gozo de presente
la
voluntad no lo siente;
porque
penas más esquivas
no
sé yo,
que
estar del arte que estó
apartado
de Florinda,
de
las damas la más linda,
cuyo
cativo yo só
y
seré.
Solento Otra cosa te estarié
de
presente muy mejor,
con
que todo esse furor
sus
ansias avadarié.
Mas
si embuelves,
con
que las llagas renueves,
al
fuego es echar carvón,
y
siguiendo essa afición
nunca
tus penas ensuelves.
Y
a la fragua
si
la cevan con poca agua
flamas
mayores enciende;
assí
que, señor, entiende
que
esso que dizes más llaga.
Ypólito ¿Cómo es esso?
¿Que
ymaginas en tu seso
que
aún me queda alguna pena?
Y
a lo que siento esto suena
tu
lengua, y aun habla avieso.
De
verdad,
no
pienses tal vanidad,
porque
gran contentamiento
está
ya en el pensamiento
de
aquella clara bondad
con
que eçede
a
todas, y aun cierto puede
dar
la muerte y dar la vida,
poniendo
peso y medida
al
mundo y hazer que ruede
lo
durable;
y
a lo más, más variable,
hazelle
que nunca esmueva,
y
a la rueda de fortuna
estar
queda
le
hará también su mando.
Carpento Él está devaneando [Ap.]
de
frisa haziendo seda.
Por
tal modo,
que
de la tierra y el lodo
nos
finge fino cristal,
y
haze del mal sayal
brocado
de todo en todo.
Mejor
será
hablalle,
porque verá
cómo
ya estamos en casa
y
en salvo, y pues assí passa,
quiçá
d’eso esmoverá;
y
si no quiere,
haga
lo peor que viere.
Ypólito Pues estó alegre y contento
y
ageno de pensamiento,
el
que bien, bien me quisiere
no
esté triste.
Y
tú, Solento, te viste
mañana
de carmesí,
y
de seda de ceptí
de
la mejor que truxiste.
De
vestir
corten
por bien lo cumplir
a
todos essos criados;
y
de los finos brocados
cortarán,
porque
bien parecerán
a
la tudesca jubones;
y
dexadas las razones,
pues
algo me estorvarán,
se
salgan todos.
Jacinto Assí se passan los lodos
que
no contino endurando,
y
gimiendo y planteando
con
todas formas y modos
lo
que s’ gasta.
Solento Esto, Jacinto, te abasta
y
sabe bien entender,
que
nunca es bueno ‘vender
la
miel (aunque sea muy casta)
al
colmenero’.
Ni
‘nunca al perro, cencerro’
por
mejor tú se le eches;
ni
tampoco no deseches
al
hombre por verdadero.
Antes
ama
al
que contino llama
para
bien te consejar.
Carpento Vámonos a reposar
que
ya está abierta la cama,
y
aún es de día.
Y
dexad essa porfía,
que
huyendo todo aqueso
nunca
quiero hablar en seso.
finis.