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Compuesta por Joan Paolo Mocante, uno de los maestros de cerimonias de la capilla de su Santidad y traducida en lengua española.
CON LICENCIA
Impressa en Valencia en casa de Juan Grysóstomo Garriz, junto al molino de Rovella. Año 1599.
Véndese en casa de Juan Bautista Timoneda, junto a la Merced.
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o se podría dezir con quánto desseo la Santidad de N.S. CLEMENTE, papa VIII, haya esperado, y con quánta alegría después haya rescebido en la ciudad de Ferrara a la sereníssima reyna Margarita de Austria, nueva esposa de la S.R.C. Magestad de Philipo III, rey de España, pues muchos días antes que llegasse, embió hasta tierra tudesca a monseñor Matheuchi, arçobispo de Ragusa y obispo de Viterbo, perlado digníssimo y familiar de su S. a saludarla y visitarla. Y luego que entendió llegava cerca de Italia, le embió que saliesse a recebirla al illustríssimo y reverendíssi. señor cardenal Aldobrandino, su sobrino. Y por honrar su venida y resceberla con la mayor honra que fuesse posible, no ha perdonado el gasto, ni ha dexado cosa alguna que se pudiesse hazer de un santo, pío y devoto pontífice, en honra de una tan gran reyna que se puede dezir que sea, y sin duda lo es la mayor del mundo. Y dexando aparte los nombres y sumptuosos adereços y aparatos de vituallas y hermosíssimos presentes que havía aparejado para darle, y el ornato, adereço y estancias, la nueva librea de que su S. en esta ocasión ha hecho vestir a todos sus lacayos sumptuosíssimamente, con capotes y coletos de terciopelo negro, calçones de terciopelo carmesí y jubones de raso del mesmo color, y muchas otras cosas que no tocan al officio y professión mía, de las quales yo no puedo dar aquella verdadera y entera relación que convendría, solamente diré alguna cosa con brevedad del adereço de la estancia aparejada para su Magestad, de la sala grande del Consistorio público, del adorno de la yglesia cathedral donde se hizieron los desposorios, de los arcos triumphales, empresas y escritos, de la magnífica y sumptuosa entrada de su Magestad en la ciudad de Ferrara, del Consistorio público; y finalmente, de la missa que cantó su Santidad, y de las cerimonias hechas en la yglesia para los desposorios, y de la rosa que acabada la missa su Santidad dio a la Reyna.
Los aposentos que fueron señalados y deputados para su Magestad están en el palacio que está junto al castillo de Ferrara, donde habita su Santidad, los quales por la una parte salen a la pescadería y de la otra a un jardín y patio grande del palacio, a los quales se puede venir desde aquellos otros de su Santidad por un mesmo llano con el medio de algunas puentes levadi -/A2r/ zas, y todos fueron adereçados nobilíssimamente y de bella tapizería, y principalmente la primera sala grande, la qual fue adereçada de los más bellos y ricos paramentos que se pueden dessear, no sólo por la materia siendo todos ellos rexidos no de otra cosa que de seda, plata y oro, más también por las maravillosas y artificiosas figuras y deseños que tienen, en los quales se vía texida y retratada con hermosíssimas figuras que parecían vivas toda la historia de la creación del mundo descripta de Moysén en el principio del Génesis. La estancia y cámara siguiente estava adereçada de paramentos de terciopelo carmesí, guarnecidos con hermosíssimos y riquíssimos pasamanos de oro, y muy rico flueco de lo alto, con sillas y otros adereços de lo mesmo. Después, la antecámara de la sereníssima Reyna fue adereçada de ciertos paramentos riquíssimos, texidos con seda blanca, verde, colorada y oro, en los quales se vían ciertos follajes y razimos de uvas que hazían una graciosíssima y alegre vista, con un baldaquino riquíssimo de oro, labrada a la indiana, y con antepuertas semejantes y sillas y adereços necessarios. Mas la mesma cámara de la Reyna donde havía de dormir su Magestad, con la cama, sillas, adereços y demás cosas necessarias, su Santidad lo hizo hazer y guarnecer de nuevo, con nuevos paramentos de brocado en campo colorado y tela de plata, una coluna de una seda y otra de otra, con sillas de mesmo brocado, baldaquino, cama, bufete, humilladero y todo lo demás necessario del mesmo adereço con pasamanos y granjas de oro. En la recámara havía una sobervíssima cama, con unas cortinas de brocado de rizo sobre rizo, con labores a la indiana, y toda la estancia era emparamentada muy noblemente con paramentos de brocado, con un bufete de plata, braseros, espejos y otras cosas necessarias para las damas, que yo no sé ni puedo agora referirlas.
Ansí mesmo, la sala del Consistorio público donde su Santidad a la primera llegada havía de resceber la Reyna, que fue una grandíssima sala que sale al patio grande, donde suele estar la guardia de soldados, en el qual solía la buena memoria del duque Alonso hazer los torneos y otra fiestas en Ferrara, por ser lugar capacíssimo y grande, de largo más de dozientos palmos y de ancho cerca de ochenta, fue riquíssimamente adereçada. Y aunque para subir a dicha sala havía escaleras de muchas partes, con todo esso por honra de la Reyna fue hecha una nueva escalera en el patio, que al justo salía delante de la puerta mayor de dicha sala con setenta passos agradables, cada uno alto poco menos de medio palmo, y largos cerca de catorze palmos, al pie de la qual fueron puestas dos estatuas de mármol blanco aparentes, que eran la de Sant Pedro y la de S. Pablo, príncipes de los apóstoles, una a la mano derecha y la otra a la yzquierda, y fue adereçada dicha sala con riquíssimos paramentos de raza texidos de la mesma manera con seda y oro, en los quales con maravilloso artificio y hermosíssimas figuras, se vía toda la historia de Joseph, que ansí mesmo escrivió Moysén en el Génesis, començando del cap. 37. /[A2v]/ En la cabeça de dicha sala fue aparejado el trono, solio y silla del Papa, a la qual se subía por siete passos de altura, cada uno de poco más de medio palmo, los quales de mano en mano se yvan estrechando hazia arriba, de manera que siendo el primero tan largo como casi 40 palmos, el último a donde venía a ser el llano del trono y assiento era de ancho 24 palmos y de largo 12, porque yo tomo y llamo la largueza del trono por la mesma parte de la largueza de la sala. Fue adereçado dicho trono con todos los passos del paño colorado y fue puesta una silla pontifical de su Santidad adornada de brocado colorado debaxo del baldaquino, y en el llano, digo en el suelo de la sala conygual y proporcionada distancia, fueron puestos y ordenados los bancos para los illustriss. y reverend. S.S. cardenales cubiertos de paños de raza, y el suelo fue todo cubierto de paño verde. Y porque se presumía que el Consistorio público para el recebimiento de la Reyna podría durar hasta la noche, se aparejaron deziséis blandones atados con cuerdas al techo de la sala que colgavan abaxo, para que siendo necessario se diesse luz a la sala, y en cada un blandón o hachera estaban quatro hachas de cera blanca. Y porque aqueste avía de ser un Consistorio no como los otros ordinarios, quiso su Santidad que fuesse también alguna cosa extraordinaria, que fue un tablado para los músicos, para que entretanto que se dava la obediencia y a la venida, tornada y buelta de la Reyna se oyesse alguna armonía suave. Hízose dicho tablado para los cantores y músicos de su Santidad, sobre la puerta grande de la dicha sala.
La yglesia cathedral de la ciudad de Ferrara dedicada a los gloriosos santos S. Jorge y S. Maurelio mártyres, en la qual su Santidad había de cantar la missa solene el día del desposorio, fue adereçada con estrema grandeza qual nunca en otro algún tiempo fue adornada en semejante manera. Y para que el lugar de la capilla fuesse más cómodo y capaz, fue hecho un tablado ygual al presbiterio y cruzero dela yglesia, al qual se subía por 9 passos que allegava dicho tablado hasta el órgano y quanto tomava todo el arco donde está dicho órgano; y era dicho tablado y llano dela capilla desde el principio hasta el trono del Papa, largo de palmos 100 y ancho poco menos de 50. El altar se pusso enmedio con tres gradas debaxo y se adereço y compuso en la manera que está el altar de S. Pedro en Roma. El trono y silla del Papa se puso delante del dicho altar, y juntamente el lugar donde suele estar el altar mayor ordinario de la dicha yglesia. Al derredor de todo el lugar de la capilla se hizo un reparo de tablas para reprimir la multitud del pueblo y populares, para que no entrassen y ocupassen quanto havía, que no avría bastado en semejante ocasión ni guardia de soldados ni otra ordinaria diligencia, y no se dexó abierta sino sola una puerta por donde se avía de entrar a la capilla y con todo esto entró después tanta gente, que con difficultad podían los ministros hazer su officio para la capilla como abaxo se dirá; mas no podía ser menos por respeto de los forasteros y multitud de populares que havía concurrido a Ferrara por esta ocasión. Por la qual, no bastando los tablados hechos, /A3r/ ni el vazío del cruzero de la yglesia fuera del quadro donde havía quedado lugar capaz para mucha gente, entraron muchos juntamente con el Papa y con los cardenales dentro la cuadratura, de más que toda la yglesia por todas las partes se hinchó de gente infinita.
Fue adornada la yglesia que es grande y capaz toda de hermosíssimos paramentos de raza, entre los quales havía algunos en que estava pintada la historia de los gloriosos santos S. Jorge y S. Maurelio, patrones y abogados de Ferrara. Pero todo el cruzero y por cuanto se vía al derredor del llano de la capilla, fue adornada parte de hermosíssima y muy rica tapizería de su Santidad, en que estavan texidas diversas historias sagradas del Testamento Nuevo y parte de doseles y paramentos de damasco, con florones de oro de diversas colores, que los tienen para servicio de las capillas (1), los quales alternativamente entre un paramento de raza y otro con hermosa y elegante proporción fueron acomodados, en manera que hazían hermosíssima vista, sobre los quales fue hecho un friso que rodeava no sólo dicho cruzero de la yglesia todo al derredor, y por todo el espacio de la Capilla, mas también toda la nave grande del medio de la yglesia, en el qual friso que fue adornado de festones y florones colorados, con ygual y proporcionada distancia fueron pintadas y puestas todas las armas de los illustríssi. y reverendíssi. SS. cardenales que oy viven; y sobre las dos colunas o pilares que sustentan la buelta de la tribuna de una y otra parte, se pusieron don grandíssimas armas del Papa y después a mano derecha començavan las armas del señor cardenal Gesualdo, decano del Sacro Collegio, y a mano yzquierda aquellas del señor cardenal de Aragón, obispo de Porto, y assí de mano en mano, con ygual y bella distinctión, continuando todas las armas de los SS. cardenales vivos, y en los pilares que sustentan las bueltas, los arcos y postería de la yglesia, entre las armas de cardenales eran puestas, donde la imagen de S. Jorge, donde aquella de S. Maurelio y adonde las armas de la yglesia, con justo e ygual repartimiento (2). Fuera, sobre la puerta mayor de la yglesia, fueron puestas unas grandes armas del Papa, y de una parte y otra dos armas grandes de la yglesia con las llaves y guarda sol. Sobre la puerta menor a mano derecha fueron puestas otras dos armas grandes, las del Rey y las de la Reyna, y sobre la puerta de la yglesia a mano yzquierda fueron puestas otras dos armas símiles, las unas del Archiduque y las otras de la Infanta. En contr[a] (3) a la puerta mayor dela yglesia, delante del arco que sale al patio grande del palacio donde estava una escalera para subir a la sala grande del Consistorio, fue hecho un hermosíssimo arco triumphal, figurado de mármol africano, con quatro colunas símiles, dos por cada parte; y en medio de dichas colunas de una y otra parte era uno y otro pilar, y en cada uno dellos pusieron una estatua fingida de cada parte de mármol blanco, que significavan (como yo creo) dos mugeres que según el uso de los antiguos romanos llamavan el himineo, con una hacha de pino encendida en la mano, la una con la cabeça coronada con unas hojas /[A3vv]/ que llaman amaraco, y sobre la estatua de la parte derecha era escrito con letras grandes IUGUM. Y sobre la estatua de la parte yzquierda era escrito MARITALE.
Encima de dicho arco fueron puestas tres armas grandes, la del Papa en medio, la del Rey a mano derecha y la de la Reyna a mano yzquierda y de una y otra parte casi encima del arco eran dos estatuas de mármol fincto (4) blanco con alas y una trompeta en la boca, que significava la fama, y debaxo de las dichas armas del Papa, Rey y Reyna. En el frontispicio del arco con letras grandes se le[í]a la inscripción siguiente:
Philippo & Margarita Austriacis,
Invicta Imperatorum gloria, suaq[ue] pietato inclytis,
Ut Catholicorum Regum soboles propagetur.
Matrimonio divinitus coniunctis
Anni multi, liberorum copia, perpetua foelicitas.
Demás desto, por mandado de los superiores, se limpiaron todas las calles por donde havía de venir la Reyna, aunque después por causa de una agua que cayó el día antes de aquel dela entrada, se avían de nuevo ensuziado, y se hizieron diversas puentes de nuevo en los malos passos dela Isla, lugar de donde haivía de partir la Reyna el día de la entrada para Ferrara.
La puerta de la ciudad por donde se havía de entrar, que fue aquella delos Ángeles, por la parte de fuera la pintaron y adornaron con tres armas: con la del Papa, la del Rey y la dela Reyna, y debaxo con la inscripción siguiente:
Angeli gaudent, mortales exultant Margaritam
Augusti sanguinis pietatis, virtutumq[ue] omnium
Splendore lucidissimam, simul laetissime excipiunt.
Y por la parte de dentro fue adornada con cinco armas, que fueron las del Papa en medio, las del Rey a la mano derecha y las dela Reyna a la yzquierda, y junto a aquellas del Rey, las armas del Archiduque, y junto a las de la Reyna las armas de la Infanta; y debaxo fueron escritas las letras siguientes:
Urbem adventus tui lumine illustratam
Regina redde nune hospitio gloriosam.
Allegándose el tiempo de la venida de su Magestad, la Santidad de Nuestro Señor después del Consistorio público hecho en el castillo, en la sala que está antes dela su búsola (5), por la venida del illustríssimo y reverendíssimo señor cardenal de Florencia, que torno de la su legacía de Francia, martes a los 10 del presente mes de noviembre, crió dos legados de latere (6), para que sa- /A4r/ liesen al encuentro a la Reyna hasta la Isla, y estos fueron los illustrísimos y reverendíssimos señores cardenales Bandino y Sanclemente, y se esperava que su Magestad havía de llegar a la Isla miércoles a la tarde, a los onze días, y se cre[í]a que había de hazer la entrada jueves a los doze, más después se diferió para el día siguiente que fue viernes a los 13 del mesmo.
Y porque también en la Isla fuesse la Reyna recevida y honrrada como se convenía, deputo su S. dos perlados de los sus asistentes, y fueron mon señor Conte, obispo de Ancona, y mon señor Visconte, obispo de Cervia, para que fuesen a la Isla sobredicha, que es un lugar muy bueno del Duque de Módona lexos de Ferrara como tres millas, a preparar y ordenar todas las cosas necessarias para su Magestad en aquel lugar donde avía de parar una noche y comer el día siguiente, y assí fueron adornadas las estancias de dicho lugar sumptuosíssimamente y se aparejó todo quanto era necessario, assí para dormir como para comer con abundancia y magnificencia.
Llegó la Reyna con el Archiduquesa su madre y con el archiduque Alberto su cuñado jueves a la tarde a dicho lgar, y desembarcó de un bucentoro del Duque de Módona en que avía venido por el río Po, acompañada de otras muchas barcas, y primero que desembarcasse, allegó allí el illustríssimo y excellentíssimo señor Juan Francisco Aldobrandino, capitán general de la santa Yglesia y sobrino de su Santidad, con bella compañía de gentiles hombres y el illustr. señor Sylvestro Aldobrandino su hijo, y con la guardia de cavallos ligeros de su Santidad, y todos los soldados a cavallo que se hallavan al presente en Ferrara y hecha reverencia a su Magestad y Archiduquesa y Archiduque, y saludándoles en nombre de su Santidad se bolvió atrás y llegó a Ferrara cerca de una hora de noche.
Todo aquel día del jueves entraron en Ferrara muchos tudescos y otras personas de la familia de su Magestad y delos sereníssimos señores Archiduquesa y Archiduque, y lo mesmo hizieron todo el día siguiente començando de la mañana, que entraron siempre diversas personas, mulos, carriages y ropa de dichos sereníssimos príncipes.
El día deputado para la entrada, que fue viernes a los 13 de noviembre, los dos susodichos illustri. cardenales Bandino y Sanclemente, legados de latere de su S. con luzida y sumptuosa compañía de gentiles hombres a cavallo, cerca de las 17 horas se partieron para la Isla, para hallar a la Reyna una media milla lexos de dicho lugar, donde havía parado su Magestad. Salió al encuentro a sus señorías illustríss. el sereníssimo Alberto, archiduque de Austria acavallo con noble compañía de señores y cavalleros todos vestidos de negro y mon señor Visconte, obispo de Cervia vino un poco delante a dezir a los illustrí. legados que su Alteza les venía al encuentro, y desseava saver si sus señorías illust. querían que se apeasse o se contentavan más que se hiziesen los cumplimientos a cavallo. Y los legados se resolvieron de hazer los acavallo. Ansí quando fueron cerca, el Archiduque se vino a encon- /[A4v]/ trar con los legados, y los saludó con palabras llenas de amor y cortesía, y havida respuesta dellos, y hechas las mutuas y devidas consalutaciones, caminaron la buelta de la Isla, adonde esperava la Reyna con tres a la par, haviéndose puesto el Archiduque en el lugar inferior, que fue a la mano yzquierda del cardenal Bandino, y a la derecha el cardenal S. Clemente. Luego que llegaron a la Isla se apearon todos y se fueron hazia las estancias donde esperava la Reyna con la Archiduquesa su madre, la qual, teniendo aviso que los cardenales legados havían ya allegado, se levantó de la silla donde junto a su madre estava sentada y salió a rescibir a los legados hasta el medio del aposento, y estando en pie oyó las palabras que dixo el cardenal Bandino, de la alegría que tenía su Santidad por la venida de su Magestad, y cómo los havía embiado a rescebirla y saludarla.
La Reyna respondió algunas palabras en lengua tudesca haziendo señal a un obispo que estava con ella que respondiesse en su nombre a los legados, el qual, haviendo primero referido a la Reyna en lengua tudesca la substancia de aquello que havía dicho el cardenal Bandino y dádale comissión de su Magestad, respondió por ella a los legados en lengua latina, y siempre en quanto se hizieron estos cumplimentos, estuvieron todos en pie. Después la Reyna y su madre se fueron a sentar en ciertas sillas baxas, que estavan debaxo de un baldaquino y palio, en una parte de dicho aposento y los dos legados se asentaron en dos sillas camerales delante de la Reyna, y el Archiduque se asentó también en una otra silla ygual dellos, mas en el lugar menos digno, que fue a la mano yzquierda del Bandino.
Después de haver estado un rato asentados y razonando por medio del intérprete, siendo ya hora de partir para Ferrara, se levantó la Reyna y fue acompañada de los dos cardenales legados, hasta llegar a una riquíssima carroça de terciopelo carmesí toda guarnecida de oro, con seys hermosíssimos cavallos y dos cocheros vestidos de la mesma librea, en la qual estavan dos solas sillas, la qual carroça embió su Santidad a presentar a su Magestad y haviendo entrado la Reyna en dicha carroça juntamente con la madre, los dos cardenales legados se entraron en otra carroça, y los suyos se fueron delante y pararon en un lugar deputado en el prado, apartado de la puerta de la ciudad menos de un quarto de legua, adonde fue hecho aposta un aposento de tabla, de dentro todo emparamentado y adornado, en el qual pararon los dos cardenales legados y allí dexando los hábitos cortos de camino, tomaron las sotanas largas coloradas y los roquetes y las capas pavonazas y aguardaron a que viniesse la Reyna, la qual en carroça con la madre poco a poco vino hazia la ciudad acompañada de muchos nobles barones y señores de título, con infinito número de cavalleros y sus cortesanos todos vestidos de negro, y su Magestad también yva vestida de negro. Y por antiguardía, yvan delante dos esquadras de soldados acavallo, una de cavallos ligeros todos armados con sobre vestes y banderillas negras, y una otra de ar- /A5r/ cabuzeros con sobre vestes negras, con morriones negros y con ciertas hachas al arçon. Delante de la carroça de su Magestad cavalgavan immediatamente el archiduque Alberto, en medio entre el Duque de Sesa, embaxador de España y el Condestable, governador de Milán. Detrás dela carroça de la Reyna venían otras seys carroças de damas, y después una esquadra de hacheros del Archiduque todos vestidos de negro.
Vino al encuentro a su Magestad hasta la Isla el señor Pedro Aldobrandino, lugarteniente del illustríssimo señor Juan Francesco, con todos los cavallos ligeros del Papa, los quales después de haver encontrado la Reyna, se tornó atrás y se bolvieron delante la buelta de Ferrara. Poco primero que llegasse la Reyna a la dicha casa o aposento de tabla, le vinieron al encuentro como catorze o diez y seys perlados assistentes de su Santidad en el hábito pontificial con mantelones, mulas y sombreros pontificales, que los embió el Papa para que acompañassen a su Magestad, los quales haziendo dos alas saludaron a la Reyna, y después fueron acavallo cerca della y de sus damas, y aguardaron hasta tanto que la Reyna baxó de la carroça y entró en dicha casa o aposento de tabla, adonde estavan aparejadas dos achineas con sillas de mujeres, una blanca guarnecida de tela de plata con pasamanos de oro para la Reyna, que le dio su Santidad, y una otra para la Archiduquesa guarnecida de gualdrapa y aderezos de terciopelo pavonazo, digo morado. Entre tanto, haviendo disparado algunas piezas de artillería, se dio señal al Sacro Collegio de los illustríssi. y reveredíssi. señores cardenales que viniessen a encontrar a la Reyna, los quales aguardavan en el convento e yglesia de Santa María de los Ángeles, que es un quarto de una milla apartado de la puerta de la ciudad. Y puestos acavallo sobre sus mulas pontificales con capas pavonazas moradas, caminando primero sus maletas y valijas e immediatamente delante sus señorías illustríssimas los maceros con las maças alçadas, acompañados de una noble compañía de gentiles hombres cavalgaron hazia la puerta, y estos fueron 17 cardenales, porque de veynte que se hallavan en Ferrara el illustríssimo cardenal Paravicino por una su indisposición no pudo venir y los illustríssimos Bandino y S. Clemente estavan ya con la Reyna. Aquellos que vinieron fueron los illustríssi. y reverendíssi. S.S. cardenales, es, a saber, el de Florencia, Ascoli, Camerino, Montelvero, Giustiniano, Borromeo, Baronio, Bianqueto, Avila, Guevara, Arrigone, Sforza, Montalto, Farnese, Santiquatro, Aldobrandino y Cesis. Como llegaron a la puerta, la Reyna subió sobre dicha achinea y acavallo en medio de los dichos cardenales legados vino la buelta de la ciudad; y detrás della immediatamente venía acavallo el Archiduquesa su madre a mano derecha, con el archiduque Alberto a mano yzquierda y después las damas de la Reyna, y los perlados assistentes como he dicho arriba. El Collegio de cardenales salió fuera de la puerta y passando todas las puentes, se paró aguardando la Reyna, que poco a poco acavallo venía al encuentro; y allegada, el cardenal /[A5v]/ de Florencia (como el más viejo) en nombre de todos los demás saludó a la Reyna e hizo los solícitos cumplimentos de palabras por todos. Y porque su M. no entendía la lengua italiana, respondió por ella el archiduque Alberto, y luego los dos cardenales legados aviendo acabado su legacía, dexaron la Reyna en medio de los dos primeros diáconos, Sforza y Montalto, y ellos se fueron acavallo con los demás cardenales en el lugar de su promoción.
Al entrar la Reyna en Ferrara se descubrió el Sol, que todo aquel día havía estado ñublado, si bien no avía llovido, de donde con razón se podría dezir que ella huviesse dado luz y esclarecido la ciudad con su venida, según que estava escrito en la puerta de la parte dela ciudad en la manera que he dicho arriba, que dezía en esta manera Urbem adventus tui lumine illustratam. Y después todos los días que su Magestad estuvo en Ferrara, continuó el buen tiempo, haviendo sido el passado casi todo malo, de tal manera que no sólo la Reyna con su venida alegró todo la ciudad, en modo que cada uno saltava de alegría y contento, viendo una tan hermosa, devota, santa y grandíssima Reyna, mas también traxo consigo el buen tiempo. Passada que huvo la puerta, se dispararon muchos tiros de artillería, en señal de alegría, y passó la cavalgada por la calle de los Ángeles, que es larga, derecha y bella con el orden infrascrito.
Primero passaron muchos carriages, los quales, como he dicho arriba, començaron a passar desde casi al alba muy demañana; después, una esquadra de arcabuzeros acavallo de su Magestad, y detrás desta esquadra una compañía de hombres de armas con lanças y banderetas negras, y su trompeta delante. Después, una compañía de arcabuzeros acavallo del Papa, con una compañía de lanças del monaldesco con sus trompetas. Después, las maletas de los cardenales y luego una trompeta de la Reyna, detrás del qual venía una larga cavalgada de cavalleros y gentiles hombres cortesanos dela Reyna y Archiduque mezclados con curiales y cortesanos de cardenales, que duró un rato a passar. Tras destos passaron dos hermosíssimas carroças de la Reyna, que eran aquellas de terciopelo colorado que le avía dado el Papa, en la qual su Magestad, como he dicho, havía venido hasta la casa de tabla, y una otra de brocado de oro, rizo sobre rizo hermosíssíma y riquíssima, con seys cavallos y dos cocheros de la mesma librea, y luego cerca una litera de su Magestad del mesmo brocado como aquel de la carroça. Después acavallo nueve trompetas de la Reyna, todos vestidos de negro con las banderetas de las trompetas negras y armas de la Reyna. Delante destos yva uno que tocava dos atambores aa la usança morisca; detrás destos seguía una buena y larga cavalgada de gentiles hombres nobles y barones y señores de título, tanto de la Reyna, Archiduquesa y Archiduque como otros forasteros de diversos lugares de la Lombardía y ferrareses; entre estos no vinieron ni el Duque de Sesa ni tampoco el Condestable, los quales con algunos otros señores Grandes de España, luego que la Reyna se juntó con el Sacro Collegio, /A6r/ se fueron delante y aguardaron a la Reyna en la escalera delante de la sala grande del Consistorio público.
Detrás destos cavalleros passaron acavallo los maceros de los illustríss. S.S. cardenales y seguían dos maceros del Papa, entre los quales cavalgaron M. Paulo Alaleone y M. Guido Peroso, maestros de cerimonias. Y detrás dellos, los illustríss. y reverendíss. S.S. cardenales de dos en dos, començando de los más viejos, y en el último lugar la Reyna, entre los dos primeros diáconos, Sforza y Montalto. Detrás de la Reyna el Archiduquesa su madre y el archiduque Alberto, y luego la Duquesa de Gandía, camarera mayor de su Magestad, y algunas de las damas más principales en carroça, detrás de las quales passaron los perlados assistentes en mulas pontificales y de una y otra parte començando delos primeros cardenales, andavan los sguizaros de la guardia de su S. y al último por retroguardia venía una esquadra de arcabuzeros del Archiduque, que hazía hermosíssima vista y consecutivamente los cavallos ligeros de su Santidad.
Como llegaron al palacio, se entraron todos debaxo del arco susodicho delante de la plaça e yglesia cathedral, y los S.S. cardenales apeados luego, se fueron a la estancia de paramentos que era una cámara junto a dicha sala grande a la mano yzquierda de la entrada. Y porque los illustr. y Rever. S.S. cardenales Sforza y Montalto, primeros diáconos avían de servir al Papa y vestirlo de los sacros ornamentos, la Reyna quedó en medio de los illust. y Rever. S.S. cardenales Farnesio y Santiquatro, los quales la acompañaron hasta los aposentos del illustr. S. cardenal Aladobrandino cercanos a dicha sala grande a la mano yzquierda del corredor que está delante, en los quales aposentos su Magestad se entretuvo hasta tanto que fue tiempo de ser introducida en el público Consistorio. En este medio el Papa fue revestido del ámito, alba, stola, capa colorada y mitra preciosa, y con la cruz delante se vino al Consistorio ya tarde, que era el Ave María, y por esta ocasión fueron encendidos todos los dichos blandones, con otras muchas hachas que tenían los lacayos y escuderos de su S. para que la sala grande tuviesse luz. Al punto los cantores dieron principio a una sonora y suave música que duró en quanto los cardenales dieron la obediencia; y acabada, aviéndose ya partido los dos primeros diáconos para conducir a la Reyna, cessó la música y el S. Bernardino Scotto, abogado consistorial, començó a proponer su causa con un prohemio elegante, en el qual declaró la grandeza de aquesta Reyna y venía comparándola a la reyna Sabba, que desde la fin del mundo vino a buscar a Salomón. Y antes que acabasse el prohemio, entraron en Consistorio los illust. y rever. S.S. cardenales Farnese y Santiquatro, a cuya causa el abogado fue forçado a callar, hasta tanto que dichos cardenales fueron a dar la obediencia, y acabada, prosiguió su causa, abreviando por venir presto al fin, porque ya sentía que la Reyna havía llegado a la puerta de dicha sala, acompañada de los dichos dos primeros diáconos, Sforza y Montalto, delante de los quales yvan M. Paulo y M. /[A6v]/ Guido, maestros de cerimonias, y el S. Joan Francisco Aldobrandino, para mostrar a su Magestad quanto le havía de arrodillar. Detrás de la Reyna venía immediatamente la Archiduquesa su madre, y el archiduque Alberto, y successivamente damas principales de su Magestad, la qual, allegada al principio del quadro de los bancos de cardenales, restriñéndose todos de acá y de allá y dexándole la entrada y passo desembaraçado de manera que la Reyna pudiesse ver al Papa, se puso y humilló de rodillas las primera vez con una gracia y magestad maravillosa. Y después la segunda vez en el medio del quadro. Y la tercera en el llano del trono, adonde arrodillada besó primero el pie y después la mano de su Santidad, el qual la recibió con grande alegría y terneza de coraçón. Luego después de la Reyna, immediatamente besó le pie y la mano al Papa el Archiduquesa su madre. Y luego el archiduque Alberto, al qual después de aver besado el pie y la mano al Papa su S. lo abraçó con grandíssimo amor. Y por no hazer estar a la Reyna en pie y con descomodidad, sin que ningún otro por entonces besase el pie a su S. si bien lo desseavan muchos, especialmente las damas de la Reyna. Acabóse el Consistorio y su S. con los cardenales se tornó a la dicha estancia de paramentos, haviendo primero mandado a quatro de los más antiguos cardenales diáconos (que fueron los illustríss. y reverendíss. Sforza, Montalto, Farnese y Sanctiquatro) que juntamente con el illustríss. cardenal Aldobrandino acompañassen a la Reyna hasta su aposento. Luego los músicos començaron a cantar de nuevo, y duró la música hasta tanto que salió la Reyna de la sala, la qual fue guiada y acompañada de dichos S.S. cardenales hasta sus aposentos, llevándola por un corredor a mano derecha de dicha sala; y en su antecámara la dexaron con la Archiduquesa su madre y con el Archiduque, y de ay a un poco que fueron partidos los cardenales, la Reyna con la madre se retiró en la su última cámara y el Archiduque fue acompañado del Illustr. S. Juan Francisco Aldobrandino a las estancias que le avían aparejado, que como he dicho arriba, son aquellas donde solía estar el S. cardenal Aldobrandino.
El siguiente día que fue sábado a los 14 la Reyna con la madre y Archiduque, después de haver oydo dos missas, como hazen cadaldía, una por los diffuntos y otra por los vivos, los combidó su S. y dióles de comer en la su antecámara, adonde fueron aparejadas dos o mejor dezir tres mesas, una para su S. y un palmo apartada de aquella, una otra para la Reyna, casi de la mesma alteza, y una otra junto aquella, de manera que no se conoscía differencia y parecía toda una mesa, para la Archiduquesa y Archiduque. Y haviéndoseles dado agua manos, que a la Reyna la dio el S. don Andrés de Espinosa, camarero secreto de su S. y deán de Cuenca, se asentó su Magestad en un escabelo con espaldar cubierto de terciopelo carmesí, y el Archiduquesa y Archiduque en dos escabelos simples, con espaldares semejantes a aquellos, que suelen servir para el Consistorio secreto; y todos se sentaron por una banda por la mesma parte que estava sentado el Papa, el qual era servido de su maestre- /A7r/ sala copero y trinchante, y ministros sólitos con particular servicio y plato, y la Reyna con las demás altezas fue servida de un otro maestresala, que fue el S. Sassatello con particular trinchante y otros ministros necessarios, todos servidores y criados de su Santi. excepto el copero, que cada una de dichas altezas tenía el suyo particular. Y la Reyna, fuera del copero, era servida del Duque de Gandía, que le quitava y ponía el plato delante y del Duque de Sesa, que quando bevía le dava la toalla, y el Condestable que la servía de copa, la qual tra[í]a en la mano sin sotocopa, pero cubierta con un tapador de cristal, y todas las vezes primero que beviesse la Reyna, echava un poco de vino en el tapador y le hazía la salva, lo que no hizieron los otros coperos de la madre y Archiduque, a los quales se dava a bever en copas sin cubierta y no se les hazía salva alguna que se viesse.
Quando el Papa quería dezir alguna cosa a la Reyna, se servía del S. Francisco de Atristán, su camarero tudesco noble y camarero de su S., el qual servía por intérprete entre el Papa y su Magestad.
Domingo a los 15 de noviembre se hizo el solenne desposorio y fue adornado el altar con siete candeleros grandes de plata dorada, con siete candelas ansí mesmo doradas y con una hermosíssima cruz de cristal de montaña, que dentro tiene un gruesso pedaço de aquella sobre la qual N. S. JesuChristo por darnos salud quiso morir. También fueron puestas todas las estatuas de plata de los doze apóstoles, y fue adereçado con dos palios hermosíssimos colorados de la una y otra parte del altar, y en el medio delante de la cruz fue puesta la rosa de oro que su Santidad la quarta domínica dela Quaresma próxima passada bendixo, la qual dio acabada la missa a la Reyna, como abaxo se dirá. Detrás del altar en el llano del dicho tablado fueron hechos dos pequeños tablados, el uno con tres passos baxos, el llano del qual era quadrado y largo por todas partes siete pies, puesto de la parte derecha del altar arrimado a la pared, sobre el qual está el púlpito, donde suelen estar los cantores ordinarios de la yglesia, que viene justamente a estar en frente del órgano, sobre el qual púlpito no subió aquel día ni cantores ni otra persona. Fue dicho tablado pequeño cubierto todo por el suelo de paño colorado, y por arriba se tirava una cortina a manera de la búsola que está delante de la cámara del Papa dela mesma grandeza del tablado, que fue hecha de nuevo del mesmo brocado y tela de plata como eran los paramentos de la cámara de su M. y las cortinas se podían abrir por la parte de delante. Allí fueron puestas dos sillas baxas de brocado, la una para la Reyna a mano derecha y la otra para la Archiduquesa su madre a mano yzquierda, con dos almohadas dela mesma tela de plata delante para poderse allí arrodillar. Y dela otra parte debaxo del órgano fue hecho un otro tabladillo de la mesma grandeza, más con solos dos passos, y con cortinas de damasco colorado en la mesma forma como eran aquellos de la Reyna, con una silla para el Archiduque, donde havían de estar para oyr la missa. /[A7v]/ Acerca de las 16 horas, partiendo su S. del castillo acavallo vino a la yglesia donde ya estavan juntos todos los cardenales preparados de vestiduras coloradas, cada uno el orden suyo en una capilla y lugar aparejado a la mano derecha de la entrada de la yglesia, cercano a la puerta, y en quanto su S. se preparava en dicho lugar, llegó a la yglesia la Reyna, acompañada de dos cardenales diáconos, que fueron Farnese y Santiquatro, juntamente con el Archiduquesa su madre y el archiduque Alberto, y muchos señores grandes y nobles barones de España, y hasta 22 damas y señoras principales, y salió su Magestad aquella mañana, no vestida de luto como havía salido el día de la entrada, más con un riquíssimo vestido de tela de plata recamado y guarnecido con muchas joyas y todas sus damas eran vestidas preciosíssimamente con superbíssimas vestiduras e infinitas joyas de la mesma manera. El Archiduque salió vestido de blanco, con una capa de terciopelo guarnecida con passamanos y recamos de oro hermosíssimos y detrás en la capilla tenía 36 bellos y grandes diamantes que valían un thesoro y en la rosa de la gorra, demás de muchas otras perlas y joyas, llevava un diamante tan grande como una uña del dedo pulgar de gran precio de la mesma manera. Y también el Duque de Sesa, el Condestable y todos los grandes y barones de título salieron vestidos superíssimamente con adornos de oro y plata y joyas infinitas. Y la guardia de tudescos de su Magestad venía vestida no de negro, más con hábito de terciopelo carmesí y tafetán amarillo, y alabardas todas doradas, como las suelen usar los squizaros de la guardia a cuerpo. Y los del Archiduque todos yvan vestidos de terciopelo negro y de las mesma suerte los cavallos ligeros de su Magestad. Mudaron las banderetas y salieron con casacas de terciopelo carmesí y todo aparecido lleno de resplandor y alegría, y se vieron infinitas, riquíssimas y hermosíssimas libreas de dichos grandes barones y señores de título, que por agora no puedo referirlas. Como passó la Reyna y allegó a su tablado, al qual se subía por diez passos, teniendo cuenta con él la guarda de sus tudescos, se fue su M. a sentar en el dicho lugar que para ella estava preparado, juntamente con la Archiduquesa su madre y el archiduque Alberto, se fue símilmente a sentar al su lugar susodicho, y las damas de la Reyna se acomodaron en el llano del tablado arrimadas al rededor de la cortina de su M., cerca de la qual estava puesto un banco sin espaldar, sobre el qual se sentaron cinco Grandes de España, que fueron el Duque de Sesa, el Condestable, el Duque de Gandía, el Duque de Umala y el Príncipe de Oranges; todos los otros señores y barones de título estuvieron en pie. Cerca del Archiduque, fuera de la cortina en un escabelo, estuvo asentado el Conde de Borlemont, cavallero de Tusón, y como algunos dezían gran Mariscal de Flandes, y en pie junto a la dicha cortina estava un camarero o maestro de cámara de su Alteza, vestido de hábito clerical; y junto a la pared, casi en frente al tálamo de la Reyna, estavan tres señores principales, que cada uno tenían un bastón en la mano y me fue /[A8r]/ dicho que aquestos eran los mayordomos de la Reyna, de la Archiduquesa y del Archiduque. Fue también deputado Mons. Visconte, subdiácono apostólico, que estuviesse siempre cerca de la cortina de la Reyna para significarle quándo su M. se avía de levantar en pie o sentarse o ponerse de rodillas.
Entre tanto, también su S. estando ya vestido con el ámito, alba, cíngulo, stola, capa colorada y reyno (7) precioso llamado el Clementino, que lo hizo de nuevo su S. hermosíssimo y riquíssimo de joyas, quanto aquel del papa Julio II, yendo delante los cubicularios y camareros de su S. con ropas coloradas y capuchos y los capellares que llevavan todos los otros reynos y mitras preciosas de su S. y successivamente los auditores de Rota, maestro del Sacro Palacio, los subdiáconos apostólicos y un acólito con el enciensario y vaveta (8), y detrás dél otros siete entre acólitos y abreviadores, que llevavan siete candeleros con 7 candelas doradas encendidas y detrás dellos el subdiácono preparado con la cruz y tras dél los obispos vestidos con capas y mitras y después los cardenales símilmente vestidos, según su orden de dos en dos. Su S. se puso en su silla y debaxo del palio se vino hazia la capilla, parándose primero a hazer oración delante del altar del Santíssimo Sacramento; después allegó delante el altar mayor, y hecha allí también oración, se fue a la silla de paramentos que estava a la parte siniestra el altar, adonde todos los cardenales primero, que fueron 19 los mesmos que he nombrado arriba, y después todos los obispos revestidos, que fueron 28, fueron a dar la obediencia según la usança a su S., el qual después, levantándose en pie y dexando la mitra, començó la hora de tercia, y en quanto los cantores cantavan el primer psalmo, tomó las calças y los çapatos, leyendo entre tanto su S. los psalmos, y oraciones preparatorias para la missa, y a la fin de la tercia, cantó la oración según el uso; después se lavó las manos la primera vez, sirviéndole de traer el agua el embaxador de Boloña. Lavadas las manos, se quitó la mitra, la capa, la stola y el cíngulo, y de los dos cardenales diáconos assistentes que fueron Sforza y Montalto, junto con el cardenal de Cesis, que avía de cantar el Evang. Y M. Matheo Benzi, subdiácono apostólico, fue vestido de todos los ornamentos pontificales para la missa, del cíngulo con su succintorio, de la cruz pectoral, del fanón (9), de la stola, de la túnica, de la delmática, de los guantes, de la casulla, del palio y del anillo, el qual le puso el cardenal de Florencia, que sirvió a su S. en lugar del obispo cardenal assistente, de los quales en Ferrara no avía alguno y usó de la Capa mas sin fermal (10). Y finalmente su S. tomó la mitra preciosa y puesto primero el encienso en el enciensario, baxó de la dicha silla en procissión y se fue hazia el altar para celebrar la missa, y en el medio del quadro antes del altar le salieron al encuentro los tres últimos cardenales presbíteros, que fueron Ávila, Guevara y Arrigonio, los quales lo abraçaron y besaron sobre el hombro siniestro según el uso; después fue comenzada y continuada la missa con todas las cerimonias sólitas y descriptas en el cerimonial quando el Papa celebra personalmente; la missa fue del Espíritu Santo y por esto su Santi- /[A8v]/ dad antes que se cantase el Evangelio, se abaxó de su asiento y se arrodilló al versículo veni creator spiritus.
Haviendo los cantores cantando el Credo, y el Papa que al hora estava en su trono pontifical, le[í]do el offertorio, primero que se lavasse las manos, la segunda buelta los illustríss. y reverendíss. S.S. cardenales Farnesse y Santiquatro fueron al tálamo de la reyna y con la devida reverencia la truxeron al trono a los pies de su Santidad, y con ella un poco atrás vino la Archiduquesa su madre y el archiduque Alberto con todos los dicho[s]: Grandes de España y las damas de su M., las quales aguardaron abaxo al pie del trono en el llano de la capilla. Y estando la Reyna y Archiduquesa en pie delante de su Santidad, monseñor Barberino, protonotario apostólico, leyó el instrumento de poder de procura de la Magestad del rey Philippe, que dio al sereníssimo Alberto, archiduque de Austria, para que en su nombre se pudiesse desposar con la dicha Reyna; la qual, acabadode leerse el poder, se puso de rodillas a la mano yzquierda del Archiduque sobre dos almohadas de tela de plata y el Archiduque sobre otras dos de terciopelo colorado, y luego el Papa, estando asentado con mitra, dixo las palabras substanciales del matrimonio, preguntando al uno y al otro en la forma siguiente, primero al Archiduque diziendo estas mesmas palabras:
Dilecte fili Alberte Archidux Austriae, vis tu tanquam procutator charissimi in Christo, filii nostri Philippi Hispaniarum Regis Caholici, et eius nomine desposari, et pro eo ducere in vxorem dilectisimam in Christo, filiam nostram Margaritam Archiducissam Austriae hic presentem, et promittis quod dictus charissimus in Christo, filius noster Philippus Rex illam tanquam suam legitimam sponsam et vxorem tenebit, et tractabit secundum id quod disponit, et mandat Sacrosancta Romana et Apostolica Ecclesia?
Y el Archiduque respondió: Volo, et ita promitto.
Después su Santidad preguntó a la Reyna, diziendo:
Dilectissima in Crhisto, filia nostra Margarita Archiducissa Austriae vis charissimum in Christo, filium nostrum Philippum Hispaniarum Regem Catholicum absentem in tuum legitimum sponsum, et maritum, et eius nomine desponsari a dilecto filio nostro Alberto Archiduce Austriae hic praesente, et primittus tenere, et tractare d. charissimum in Christo, filium nostrum Philippum Regem pro tuo legitimo sponso, et marito secundum id quod disponit et mandat Sacrosancta Romana et Apostolica Ecclesia?
/[A9r]/
Las quales palabras para que mejor las entendiesse la Reyna, fueron interpretadas de verbo ad verbum y le[í]das en lengua tudesca por el S. Francisco de Atristán, camarero secreto de su S. Y la Reyna, haviéndolas bien entendido, primero que respondiesse, con maravillosa gracia se bolvió ala madre, como pidiéndole licencia si le plazía que diesse su consentimiento al dicho matrimonio; y havido della su beneplácito, respondió en lengua tudesca que se contentava, diziendo, como luego lo interpretó dicho S. Francisco: Volo et ita promitto.
Entre tanto, el subdiácono apostólico que havía cantado la Epístola Latina, tomando del altar el anillo lo llevó sobre una copa de oro cubierta con un velo, y puesto de rodillas delante de su Santidad aguardó hasta que su Santidad levantándose en pie y quitada la mitra lo bendixo con los siguientes versículos y oraciones:
Vers. Adiutorium nostrum in nomine Domini
Resp. Qui fecit coelum & terram.
Oremus
Benedic Domine hune annullum fidei coniugalis signum quem in nomine Domini nostro IesuChristi benedicimus, ut qui eo coniucti designantur in tua pace consistant, et in tua voluntate permaneant, et in tuo amore viuant, et senescant, et multiplicentur in longitudine dierum. Per eundem, Christum Dominum nostrum etc.
Oremus
Creator et conservator humani generis, dator gratiae spiritualis largitor aterne salutis in Domine Spiritum Sanctum tuum paracletum de coelis super hunc anulum emitte, ut qui eum tradiderit, et qui eum gestaverit sint armati virtute caelestis defensionis et proficiat il lu ad aeternam salutem. Per Dominum nostrum, qui tecum viuit et regnat in unitate eiusdem Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum. Resp. Amen.
Acabadas las dichas oraciones, tomando el hysopo de mano del cardenal de Ascoli, primer presbítero de aquellos que estavan asentados en el banco de cardenales, que para este effecto fue llamado, echó el agua bendita sobre el anillo. Después, estando asentado con mitra su Santidad, tomó dicho anillo y lo consignó al Archiduque, el qual lo metió en el dedo annular de la mano derecha de la Reyna, diziendo entre tanto el Papa las siguiente palabras:
Anulo suo subarret Dominus Iesus Christus, et tanquam sponsam decores te corona.
Y los cantores respondieron: Amén. Y desta manera respondieron a los versículos quando era necessario.
Después su Santidad levantando el pie y quitada la mitra, bendixo los esposos, diziendo los siguientes versículos, bendiciones, psalmos y oraciones. /[A9v]/
Vers. Benedicti sitis a Domino.
Resp. Qui mundum ex nihilo fecit.
Vers. Adiutorium nostrum in nomine Domini.
Resp. Qui fecit caelum et terram.Benedicat vos Deus Pater, custodiat vos Dei Filius i illuminet vos Spiritus Sanctus: Ostendat Dominus vultum suum vobis, et misereatur vestri, conuertat Dominus faciem suam super vos, et det vobis pacem omnibus diebus vitae vestrae impleat que vos Dominus omni benedicttone caelesti, in remissionem omnium peccatorum vestrotum. Amén.
Vers. Mandet Deus virtute sua.
Resp. Confirma hoc Deus quod operatus es in nobis.
Vers. A templo sancto tuo quod est in Hierusalem.
Resp. Tibi offerent Reges munera.
Vers. Domine exaudi orationem meam.
Resp. Et clamor meus ad te veniat.
Vers. Dominus vobiscum.
Resp. Et cum spiritu tuo.
Oremus
Omnipotens, et misericors Deus qui primos parenters nostros Adam et Evam sua virtute copulauit, ipse corpora vestra sactificet et benedicat [cruz] atque in societate, et amore verae dilectionis coniungat. Per Dominum nostrum. Resp. Amen.
Oremus
Deus Abraham, Deus Isac, Deus Iacob benedic famulum tuum Philippum Regem et hanc ancillam tuam Margaritam Reginam eius sponsam et femina semen vitae aeternae in mentibus corum, ut quidquid pro utilitate didicerint hoc facere cupiant. Per Christum Dominus nostrum. Resp. Amen.
Después el Papa assentado sin mitra, con sólo el barretino, leyó el psalm. 127 que comienza: Beati omnes qui timent Dominum, etc., el qual los cantores cantaron en música. Acabado su Santidad, de nuevo levantado en pie dixo los siguientes versículos y oraciones:
Kyrie eleison. Christe eleison. Kyrie eleison. Pater noster.
Vers. Et no nos inducas in tentationem.
Resp. Sed libera nos a malo.
Vers. Saluum fac servum taum, et ancillam tuam.
Resp. Deus meus sperantes in te.
Vers. Mitte eis Domine auxilium de sancto.
Resp. Et de Syon tuere eos.
Vers. Esto eis Domine turris fortitudinis.
Resp. A facie inimici.
Vers. Domine exaudi orationem meam.
/[A10r]/
Resp. Et clamor meus ad te veniat.
Vers. Dominus vobiscum.
Resp. Et cum spiritu tuo.
Oremus
Deus qui tam excellenti mysterio coniugalem copulam consecrasti ut Christi, et Eclessiae sacramenta praesignares in foedere nuptiarum, praesta quaesumus, ut quod nestro ministratur officio tua bendictione impleatur. Per Christum Domine nostrum. Resp. Amen
Oremus
Propitiare Domine supplicationnibus nostrii, et institutis tuis quibus propagationem humani generis ordinasti benignus assiste, ut quod te auctore iungitur, te auxiliante servetur. Per Christum dominum nostrum. Resp. Amen.
Oremus
Deus qui potestate virtutis tuae de nihilo cuncta secisti, quique de spositis universitatis exordiis, homini ad imaginem Dei facto, ideo inseparabile mulieris adeutorium condidisti, ut faemineo corpori de virili dares carne principium, docens quod semel placuisset introitu nunquam liceret disiungi. Benedic quaesumus hanc coniunctionem et sicut misisti. Angelum tuum ad Tobiam et Saram filiam Raquelis, ita digneris domine mittere, benedictionem tua super famulum tuum Philippum Regum et hanc Ancillam tuam Margaritam Reginam, eius sponsam ut in tua semper voluntate permaneant et in tuo amore viuiant et senescat et multiplicetur in longitudine dierum. Per Christum dominum nostrum. Resp. Amen.
Oremus
Deus per quem mulier iungitur viro, et societas principalis ordinata ea benedictione donatur, quae nec sola per originalis peccati poenam, nec per diluuii est ablata sententiam, respice propitius super hanc famulant tuam Margaritam Reginam quae maritali iungenda consortio tua se experit protectione munidis sit in ea iugum dilectionis et pacis, fidelis, et casta, nubat in Christo, imitra [ ] que sanctarum permaneat faeminatum, sit amabilis ut Rachel viro suo, sapiens ut Rebecca, longeua et fidelis ut Sara nihil in [ ] ex actibus suis ille auctor praeuaricationis usurpet. Nixa fidei mandatis permaneat uni choro iuncta. Contactus, illicitos fugiat muniat infirmitatem suam robore disciplinae, sit verecundia grauis, sit pudore venerabilis, sit doctrinis coelestribus eruidita, sit faecunda in sobole, sit probata et innocens, et at beatorum requiem, at que at coelestia regna perueniat, et videua filios filiorum suorum usque ad tertiam, at quartam generationem, et ad optatam perueniae senectutem. Per Christum dominus nostrum. Resp. Amen.
Después dixo el Papa:
Benedicto Dei patris omnipotentis, et Fili, et Spiritus Sancti descendat super charissimum in Christum, filium nostrum Philippum Hispaniarum Regem Catholicum et charissimum [ ] Crhisto, filiam nostraui Margaritam Reginam eius uxorem. Resp. Amen.
Y siguió diziendo:
/[A10v]/
Quos Deus coniunxit homo non separet.
Y en quanto dezía estas palabras, tomó la mano derecha del Archiduque y la puso sobre la mano derecha de la Reyna, continuando y diziendo: Ita vos ego coniungo, in nomine Patris, [cruz] et Filis [cruz] et Spiritus Sancti [cruz]. Amén.
Y finalmente tomando el hysopo, les dio el agua santa y dizo a la Reyna: "Vuestra Magestad vaya en paz". Y luego ella de rodillas como estava, besó el pie primero y después la mano de su Santidad, por el favor que le havía hecho, y trabajo que havía passado por ella. Y después fue conducida de los mesmos dos cardenales diáconos al su tálamo, acompañada de la Archiduquesa su madre y de sus damas y Grandes de España.
Pero el archiduque Alberto restó allí al trono, aguardando el segundo matrimonio, para el qual fue llamado el señor Duque de Sesa, procurador de la Sereníssima Infanta, y monseñor Barbarino leyó el instrumento del poder de procura, y su Santidad hizo las interrogaciones, bendixo los anillos y después los esposos con todos los versículos, psalmos y oraciones puestas arriba, mudando solamente el nombre donde era necessario y las preguntas fueron en esta manera:
Dilecte fili Alberte Archidux Austriae, vis dilectissimam in Christo, filiam nostram Isabellam Hispaniarum Infantem absentem in tuam legitimam sponsam, et uxorem et ius nomine, et uti eius procuratorem desponsare dilectum filium nostrum Antonium Ducem Sessae hic praesentem, et promittis d. dilectissimam filiam nostram Isabel lamtenere, et tractare protua et legitima sponsa et uxore secundum id, quod disponit Sacrosancta Romana, et Apostolica Ecclesia?
El Archiduque respondió: Volo, et ita promitto.
Luego el Papa preguntó al Duque de Sessa en esta forma:
Dilecte fili Antoni Dux Sessae, vis tu tanquam procurator dilectissimae in Christo filiae nostra Isabelleae Hispaniarum Infantis, et eius nomine accipere anulum, et desposari a dilecto filio nostro Alberto Archiduce Austriae hic praesente, et promittis quod dicta dilecta filia nostra Isabella illum tractabit, et tenebit tanquam suum legitimum sponsum, et maritum secundum id quod disponit, et mandat Sacrosancta Romana et Apostolica Eclessia?
El Duque respondió: Volo, et ita promitto.
Y quando el Archiduque metió el anillo en el dedo del Duque de Sessa en nombre de la Infanta dixo assí:
/[A11r]/
Anulo suo subarret Dominus noster Iesus Christus, dilectissimam in Christo, filiam nostram Isabellam Hispaniarum Infantem, et tanquam sponsam decoret eam corona. Resp. Amen.
Y en el fin quando el Papa les dio la bendición, dixo:
Benedicto Dei Patris omnipotentis, et Filii et Spiritus Sancti, descendat super hunc dilectum filium nostrum Albertum Archiducem et dilectissimam in Christo, filiam nostram Isabellam Hispaniarum Infantem eius uxorem. Resp. Amen.
Acabada la bendición del segundo matrimonio, el Archiduque besó el pie, la mano y la haz de su Santidad, tanto en nombre de su Magestad del rey Philippo como también en nombre suyo proprio. Con humildes y corteses palabras dio gracias a su Santidad por el trabajo que avía tomado en hazerle tan singularíssimo favor; y partiéndose de allí se bolvió a su lugar.
Al punto el señor Juan Francisco Aldobrandino traxo la fuente para lavar las manos a su Santidad la segunda vez y haviéndolas lavado, su Santidad se baxó de su trono y se fue al altar donde offreció la hostia y el cáliz y encensó el altar y fue encensado y se lavó las manos la tercera vez, trayéndole el agua el embaxador de Venecia, y de ay siguió la missa con las sólitas cerimonias.
Al offertorio después que fueron encensados el Papa y los cardenales assistentes, en quanto el cardenal diácono començó a encensar a los cardenales presbíteros, monseñor Ansaldo Dossat, obispo de Rodone, uno de los perlados assistentes de su Santidad preparado con capa, con un otro encensario fue al tálamo de la Reyna, la qual al hora estava de rodillas, y yo le hize seña que se levantase en pie, como lo hizo, y dicho Obispo la encensó dos vezes; después dexó el encensario en mano de M. Adorno, subdiácono apostólico, el qual encensó primero al Archiduquesa símilmente dos vezes, y después al Archiduque de la mesma manera.
A su tiempo se llevó la paz a la Reyna con el instrumento por el subdiácono apostólico que havía cantado la Epístola Latina, y el mesmo la dio también a la Archiduquesa y Archiduque; pero a los cardenales la dio el cardenal de Florencia assistente, digo a las cabeças del orden según el sólito, y después al primer obispo assistente de su Santidad.
Después que el cardenal diácono que havía cantado el Evangelio y el cardenal subdiácono latino uvieron rescebido la comunión de mano del Papa, dicho cardenal diácono cantó el Confiteor para la comunión de la Reyna, Archiduquesa y Archiduque y Duque de Sessa. Y acabado de cantarse tornó al altar, y tomando la patena con las hostias sagradas con las só- /[A11v]/ litas cerimonias la dio en mano al subdiácono, el qual la llevó al trono y se paró en pie a la mano derecha de su S. y luego los dichos dos cardenales diáconos Farnese y Santiquatro fueron a traer a la Reyna al trono para tomar la comunión, cerca de la qual vinieron el Archiduquesa su madre y el Archiduque, y luego el Duque de Sessa con el hábito de Santiago, y comulgaron el uno después del otro. Y la Reyna, rescebida la comunión, fue guiada de los mesmos dos cardenales diáconos al altar donde tomó la purificación de mano del cardenal de Cesis, después la bolvieron a su tálamo. El Archiduquesa, el Archiduque y Duque de Sessa tomaron la purificación de mano del diácono griego, y entre tanto fue llamado el embaxador del Emperador para dar agua manos a su S. la quarta y última vez, el qual, haviéndose lavado, se bolvió al altar y acabó la missa.
Pero antes que diesse la bendición, para que su S. no uviesse de bolver de nuevo al trono para dar la rosa a la Reyna, pusieron delante del altar la silla con que le llevan sin estangas, en la qual estando asentado su S. fue llamada la Reyna, a la qual de nuevo traxeron los dichos dos cardenales diáconos delante de su S., adonde estando humillada sobre un almohada, su S. le dio la rosa que havía bendecido la domínica quarta dela Quaresma passada, como he dicho arriba, diziendo las sólitas palabras que están escritas en el libro cerimonial, que son las siguientes:
Accipe Rosam de manibus nostris, qui licet immeriti locum Dei in terris tenemus; per quam designatur gaudium utriusque Hierusalem triumphantis scilicet, et militan tu Ecclesia: per quam omnibus Christi fidelibus manifestatur flos ipse speciosissimus, qui est gaudium, et corona sactorum omnium. Suscipe hanc tu dilectissima filia, quae secumdum saeculum nobilis, potens, ac multa virtute praedita, ut amplius omni vitute in Christo Domino nobiliteris tanquam Rosa plantata super riuos aquarum multarum. Quam gratiam ex sua uber anticlementia tibi concedere dignetur, que est trinus, et unus in saecula saeculorum. Amen,In nomine Pa [cruz], Fi [cruz] lis et Spi [cruz] ritus Sancti. Amen.
La qual rosa, que es toda de oro sólido y maciço, artificiosamente labrada a manera de árbol y en la extremidad figurada a rosa, su Magestad la consignó al S. Conde de Barlemont, cavallero del Tusón, el qual después la llevó siempre delante de la Reyna quando tornó a casa.
Como la Reyna recibió la rosa de mano del Papa, le besó de nuevo el pie y la mano, agradeciéndole mucho aqueste favor que le havía hecho, y de allí fue acompañada de los dichos dos cardenales diáconos al su lugar; y el Papa, quitada la silla, diola solene bendición al pueblo y concedió a todos quantos estavan presentes indulgencia plenaria, la qual publicó el cardenal de Florencia. /[A12r]/ Después su Santidad, dexando el palio sobre el altar y los cardenales dexados los paramentos y tomadas las capas, y siguiendo cerca de la cruz, se bolvieron todos al lugar de paramentos, y el Papa fue llevado en silla de la mesma manera que havía venido, y con el mesmo reyno en la cabeça, pero sin palio, y espoliado de dichos paramentos en dicho lugar, se tornó al castillo en litera quando ya eran casi 20 horas muy fatigado, por la larga actión y gran trabajo que havía passado.
Y de hay la Reyna en la mesma forma que havía venido, fue acompañada de los dos dichos cardenales diáconos, Farnese y Santiquatro, a sus estancias con toda su compañía, y delante desta yva immediatamente el dicho Conde de Barlemont, llevando la rosa en la mano y disparándose muchas pieças de artillería aquella hora, y también quando fue contra[í]do el matrimonio en señal de alegría; y a la noche se hizieron grandes fuegos y hogueras por toda la ciudad, como también se havían hecho la tarde que llegó su Magestad en Ferrara.
No me pararé a contar las fiestas, juegos, bayles y danças que se hizieron aquella mesma noche en la dicha sala grande do fue hecho el Consistorio público, en la qual se juntaron más de cien damas y señoras ferraresas vestidas casi todas de una misma manera y hábito, enmascaradas con barretes y penachos blancos, las quales a diversas sones de sonora música dançaron y baylaron casi hasta la media noche. Tampoco diré las otras fiestas que se hizieron en Ferrara, en alegría de la venida de aquesta Reyna, de las máscaras que salieron e hizieron tres días continuos por el Corso y calles y de algunos juegos que se hizieron en el foso del castillo con barcas, principalmente las mugeres de Comachio disfraçadas todas y vestidas de librea de diversas colores a la morisca con adufre (11), sonajas y panderos en las mesmas barcas; por encima del agua dançaron y baylaron y corrieron un palio que dieron gran gusto, y de la representación sumptuosa de Judich y Olofernes, que representaron los estudiantes de los padres jesuitas en una sala del castillo; las justas, cañas, lanças, fiestas y juegos acavallo, y toros que se corrieron y ricas libreas, porque no siendo ésta la professión mía lo dexo a otros que lo refieran. Sólo diré que siendo combidada la Reyna el domingo a salir un poco en carroça por Giudeca, que en Ferrara es la calle del Corso, para que el pueblo la viesse, que lo desseava summamente, respondió que haviéndose comulgado aquella mañana no convenía salir a ver cosas vanas, ni quiso jamás dexarse ver sino por las yglesias. Y el lunes demañana a los 16 del presente fue a visitar una devotíssima yglesia de Santa María in Vado, adonde oyó una misa de muertos y vio las reliquias de un célebre milagro de la sangre de Nuestro Señor JesuChristo, que ha 427 años que milagrosamente estando celebrando un clérigo salió tanta sangre del cáliz que parecía una fuente, tanto que llegó a un arco que estava sobre el altar, del qual arco aún hoy se vee una parte, y se veen las gotas de la sangre colorada que salieron de aquel cáliz. Des- [A12v] pués fue su Magestad al monasterio de las monjas de Sant Vito adonde oyó una otra missa de vivos de la feria corriente, y entró dentro del monasterio adonde oyó una dulcíssima música de bozes y varios instrumentos que tañen aquellas monjas con maravillosa arte, y gran deleytación de los oyentes. Y de allí fue también a visitar un otro monasterio de monjas del Cuerpo de Christo adonde están enterrados todos los duques y príncipes de casa de éste, y allí también oyó un suavíssimo concento de música y principalmente una de aquellas monjas que havía sido primero dama de la Duquesa de Urbino la qual cantó al órgano con tanta armonía de garganta y buena boz y tan suavemente, que no se podía oyr cosa de mayor deleytación en tal especie. A todos estos monasterios hizo la Reyna dar larga limosna y ansí lo hizo también casi a todos los pobres de Ferrara, por ser piísima y devotísima y llena de misericordia, a quien Dios prospere y bendiga.
Aquella mesma mañana también comió la Reyna con su Santidad, juntamente con la madre Archiduquesa y Archiduque, como havía hecho el sábado passado. Martes a los 17 su Magestad después de haver oydo una missa de diffunctos en su capilla privada, fue a oyr aquella del Papa, y de nuevo comulgó de mano de su Santidad, juntamente con la madre y todas sus damas; y alcançó de su Santidad muchas gracias e indulgencias para las coronas, granos y medallas, suplicando a su Santidad les diesse su bendición; y aquella mañana comió también con su Santidad, juntamente con la madre y Archiduque.
El miércoles demañana a los 18, haviendo determinado la Reyna partirse de Ferrara, se publicó que quería oyr primero una missa en la yglesia cathedral, adonde fueron aparejadas todas las cosas necessarias para su Magestad; pero fue tanto el concurso de gente, que por no llevar tanto seguimiento y compañía, no fue a dicha yglesia, y assí oyó missa privada en su capilla, juntamente con la Archiduquesa su madre y el Archiduque y su companía. Y hazia las 15 horas se partió de Ferrara y poco después partió también el illustríssimo señor cardenal Aldobrandino, que según se dize la acompañara hasta Milán y por ventura hasta Génova.
LAUS DEO.
V. Núñez R.
V. Petrius Joannes Assensius.
Notas:
(1).- Errata. En el original,
Campillas.
(2).- Errata. En el original, rerepartimiento.
(3).- Errata. En el original, En contro
(4).- Del latín fincto, moldeado, trabajado.
(5).- Cancel de la antecámara del Papa. También
búsula.
(6).- Del latín latere, oculto, secreto.
(7).- Acepción desconocida.
(8).- No hemos podido documentar esta palabra.
(9).- No hemos podido documentar esta palabra.
(10).- No hemos podido documentar esta palabra.
(11).- Cierto género de tamboril bajo y cuadrado, que usan las
mujeres para bailar, que por otro nombre se llama pandero.
También adufe.