Autor: Vicente Adelantado Soriano  (Universitat de València)

Título Artículo: Una Consueta del siglo XV

Fecha de envío: 9/06/2004


 

 

 

Resumen:

En el presente artículo, “Una consueta del siglo XV”, se estudian las entradas reales en Valencia, desde la primera, de Alfonso X el Sabio, en el siglo XIII, hasta la de Alfonso el Magnánimo, en el XV. A través de los textos puede verse la evolución de este evento tan cargado de significados religiosos y políticos. Y que puede ser visto, al mismo tiempo, como una puesta en escena del poder, tanto de la monarquía como de la misma ciudad. Puestas en escena que se cuidaba al máximo, respetando tanto las jerarquías como los colores que tenían que lucir los gremios, y que se traduce, en la entrada que finaliza el estudio, en una consueta, en un ritual totalmente codificado y reglamentado. Así lo demuestra la consueta: el manual que llevaba alguien encima a fin de saber en cada momento qué debía hacerse para que el ritual de la entrada se realizara sin dejar nada al azar, como una obra de teatro perfectamente estructurada.

 

Abstract:

In this article “Una consueta del siglo XV” we have studied royal entries in Valencia, from the first one, carried out by Alfonso X el Sabio in the 13th century, to Alfonso el Magnánimo’s royal entry, which took place in the 15th century. Through the texts we can study the evolution of these events full of religious as well as political meaning. As we can see in the texts, royal entries can also be regarded as a display of the power of both the crown and the city. Details such as, for example, hierarchies or colours guilds had to be dressed in were very important. This attention to details, regardless how unimportant they could seem, gives as a result, such as it can be observed in the last royal entry analysed in this article, a “consueta”, that is, a totally codified and regulated ritual. This is what is shown in the “consueta”, the book someone carried in order to know what had to be done at every moment, so that the ritual of the royal entry could be carried out as if it was perfectly structured play performed on stage.

 

 


 

 

UNA CONSUETA DEL SIGLO XV

 

Vicente Adelantado Soriano

Unviersitat de València

 

 

 

1. Alfonso X el Sabio

Cuando el 10 de febrero de 1424 entró en Valencia el rey Alfonso el Magnánimo, la ciudad ya contaba con casi dos siglos de experiencia en estos eventos tan cargados de significado. A lo largo de este tiempo se fueron añadiendo nuevos elementos a las recepciones monárquicas, haciéndose más ricas y variadas, solemnes y grandiosas. La llegada de un rey o un príncipe era el origen de fiestas y regocijos en las que todo el mundo estaba obligado a participar. El Consell de la ciudad, como un director de escena, dirá el cómo y cuándo de esa participación, llegando a determinar vestidos e indumentaria, arreglo de calles e incluso derribo de casas que molestaban para la recepción regia, ya que impedían el paso de los entremeses, cada vez más grandes y numerosos. Era, pues, una fiesta obligada en la que la ciudad se representaba a sí misma, y que no dejó de marcar su fisonomía. Evidentemente tanto los edificios como las imágenes, perennes o efímeras, son el reflejo de una sociedad y de sus valores[1]. Y conforme evolucione esa sociedad, irán variando sus formas de representación. Las entradas reales, como toda creación humana, no es un todo compacto y cerrado, que nace perfecto. Es, por el contrario, una fiesta que se va perfeccionando, entendiendo por tal cosa la adaptación a los nuevos tiempos, tengan estos el cariz que tengan. Estudiarlas, pues, es estudiar y comprender cómo se veía aquella sociedad a sí misma, qué esperaba y de quién. Y analizar, también, los mecanismos del poder, la retórica del mismo.

Será la propia ciudad la encargada de organizar y realizar tales fiestas. Todos los acuerdos que tome para estas entradas quedarán consignados en sus propios Manuals, que se convertirán en consuetas a las que se recurrirá una y otra vez. Dichos libros adquirirán así su verdadero significado. Y se sacarán copias de ellos a fin de que la entrada se haga tal y como determinó el Consell. Nada se dejaba al azar por cuanto la ciudad se ofrecía como un espectáculo carente de inocencia, y con unos fines muy determinados. Es lo que vamos a tratar de comprender en las páginas siguientes.

La primera entrada real, con fastos y espectáculos, de la que tenemos noticias, es la de Alfonso X el sabio, yerno de Jaime I. El rey castellano, lógicamente, no entró en la ciudad a jurar los Fueros, como era perceptivo en los reyes de la Corona de Aragón. Lo hizo de paso hacia la ciudad francesa de Lyón, en la que iba a asistir al concilio celebrado en 1274. Años antes ya había estado en la ciudad. Llegó a Valencia con la finalidad de hablar con su suegro para iniciar la conquista del reino de Murcia. Al parecer en esta entrada no se realizó ningún acto significativo, espectacular. Todo consistió en darle al rey sabio y a su séquito todo cuanto pedían, sin cobrarles ni un dinero:

E lo dit senyor En Jacme d’Aragon eixi-li a carrera, ab sos fills, als mollons dels regnes. E ordonà de tal manera sa terra que les gents qui ab lo rei de Castella venien no trobaren res a vendre per negun diner, ans tuit venien pendre ració de totes aquelles coses que demanaven de boca, de la cort del senyor rei d’Aragon. E donà-los hom tan bastantment tot ço que demanaven ne havien ops, que els troters d’aquells venien per les places moltons entegres, e cabrits, e quarters de vedells e de vaques, e pa e vi, capons e gallines, conills, perdius e de totes altres volateries: així que les gents del lloc on eren vivien quaix per no-res; tant faïen bon mercat de les coses. E així durà aquesta messió més de dos meses que el rei de Castella estec en la ciutat de València e en lo regne, que anc un diner no despeneren, ell ni persona qui ab ell hi fos. E dins aquest temps podets saber que viviren los reis e les reines e los infants, comtes, vescomtes, barons, prelats e cavallers (que hi havia molts de tots les regnes), e ciutadans e hòmens de mar, a gran alegre e deport.[2]

Nada nos dice Muntaner sobre procesiones, fiestas, o cualquier otro tipo de espectáculo o regocijo que hubiera acompañado la entrada del monarca castellano. Probablemente porque nada de esto le interesaba al buen cronista, más atento a lo que él llama su propósito y materia, o porque no se hizo. La recepción real, sea como fuere, queda reducida a dar al rey y a su séquito toda cuanta comida deseaban sin que ello les costará ni una moneda. El cronista pone el acento en la abundancia de animales comestibles.

La primera imagen, por lo tanto, que tenemos de la ciudad de Valencia en una entrada real es la de la tierra de Jauja, donde abundan los alimentos, y se obtienen con poco o ningún esfuerzo. Se nos muestra así una ciudad ideal en la que hay todo tipo de animales comestibles. Se marca de esta forma la abundancia y esplendor de la ciudad de Valencia. Primum mangare...

Sin embargo, no deja de ser significativo que mencione a los hombres del mar y el gran alegre e deport con el que convivían todos, reyes, caballeros y ciudadanos. La convivencia, pues, es armónica y apacible. Reina una gran paz entre los distintos estamentos de la ciudad, entregados a la alegría y el deporte. En ella, como se habrá observado, no aparecen nombrados ni judíos ni moriscos. Tal vez porque se buscaban nuevos repobladores para las tierras del reino, o porque se mostraba, como una especie de adelanto, lo que sería posible lograr tras la conquista de Murcia, objeto de la venida del rey castellano. Éste llegó a Valencia a fin de pedirle a su suegro la ayuda pertinente.

Alfonso X volvió a Valencia en 1274. Fue en esta fecha cuando se le ofrecieron a un monarca los primeros espectáculos de los que tenemos noticia en una entrada real. Y es ahora cuando el cronista apenas si menciona la comida, y olvida los animales que se compraban y vendían en las plazas. Sencillamente dice que el rey, Jaime I, revisó las viandas. Se las mostraron, y nada hubo que ordenar al respecto. Se centra entonces, aunque con una parquedad desesperante, en los espectáculos ofrecidos por la ciudad de Valencia:

E depuis que foren entrats dins la terra del dit senyor rei d’Aragó, estegren onze jorns abans que fossen a la ciutat de València; e con foren a la ciutat null hom no poria escriure los jocs, los alegres, taules redones, taulats, juntes de relló, de cavallers salvatges, barons anar ab armes, borns, galees e llenys armats que els hòmens de mar feïen anar ab carretes per la Ramla, e batalles de taronges e encortinaments: si que tants foren los jocs, que havien a passar con foren a l’esglesia de Sent Vicenç, on avallaren per fer reverència con entraren, que nuit escura fo ans que fossen al reial, on lo senyor rei manà que posassen lo rei de Castella e la reina. E els enfants posaren cascun en honrades posades. Què us diré? Quinze dies tots entegres durà la festa en València, que anc ministral ne altre no hi féu obra, ans tots dies refrescaven los jocs e les danses; e els babans e les racions que el dit senyor rei d’Aragó faïa donar a les gents del rei de Castella seria una meravella d’oir.[3]

Muntaner concluye su parca relación con la típica y retórica pregunta del què us diré?, cerrando así la entrada a fin de volver a su propósito y a su materia. Nos informa antes, no obstante, de los juegos que hubo con motivo de la llegada del rey castellano. Y vemos aparecer éstos y los torneos, los caballeros salvajes, galeras hechas por los hombres del mar, batallas en las que se utilizaban las naranjas y la superposición de la ciudad ideal a la real: encortinaments. Todo ello hizo que llegaran al Real siendo de noche.

Cabe destacar también la duración de la fiesta: quince días durante los cuales no se trabajó, y en los que se volvieron a repetir los juegos y las danzas. Y una vez más insiste Muntaner en las raciones que se les dio a los visitantes. No olvida la comida al hablar de la abundancia de la ciudad.

No cabe duda de que a Alfonso X Valencia se le debió aparecer como una ciudad rica y potente: a la abundancia de comida cabe añadir el ocio de sus habitantes, y el lujo e ingenio en los barcos que recorrían la Rambla y en los castillos que eran atacados con naranjas. Aparecen también los hombres salvajes, siempre derrotados por la urbe, por aquella civilización que quería domeñar la naturaleza y el caos. Creemos que era claro el mensaje para el rey castellano: la Corona de Aragón tenía peso específico por sí misma. El poder y la riqueza permitían tanto los ocios como los juegos y la abundancia de todo tipo de comidas. Valencia, una vez más, se presentaba como la tierra de Jauja, de la armonía y de los juegos. Y será este el modelo que seguirá en las restantes entradas, aunque, por supuesto, irá aguzando el mensaje y aumentando la espectacularidad. Pero serán éstas las líneas maestras que seguirá.

 

2. Pedro el Ceremonioso

Ya no tenemos noticias de más entradas reales hasta el mes de agosto de 1336, fecha en la que llegó a Valencia el que sería después Pedro el Ceremonioso. Se le tributó entonces una entrada nada espectacular, pero sí muy efectiva: en ella aparecen los oficios como una fuerza de choque que el rey puede utilizar. Como puede observarse, la ciudad se adecua a las circunstancias.

El rey Alfonso el Benigno murió en Barcelona el 27 de enero de 1336. Dejó a sus reinos en una situación difícil. Alrededor del rey se habían formado tres partidos poderosos: el encabezado por su mujer, Leonor de Castilla, joven viuda de veintiséis años, que tenía grandes deseos de asegurar a sus hijos, Ferran y Joan, las posesiones, riquezas, y tal vez el trono, que se disputaban los hijastros. Tanto la reina como sus hijos, Ferran sobre todo, marqués de Tortosa y máximo señor territorial en los dominios de su padre, tenían seguidores, fuerza e intereses.

El segundo partido lo formaba el propio Pedro el Ceremonioso, lugarteniente y sucesor del rey. En Zaragoza, con su hermano, había conseguido reunir un grupo de fieles encabezados por el arzobispo. En esta ciudad tenía un partido fuerte; pero eran pocos los catalanes que lo apoyaban.

El tercer partido en discordia estaba comandado por los hermanos del difunto rey, Pere y Ramon Berenguer. Agruparon a la nobleza catalana, que desconfiaba de un príncipe criado en Zaragoza.

A pesar de todo, el joven príncipe se hizo coronar rey en la Pascua de 1336. Viajó después a Lérida y a Valencia, donde tuvo un fuerte encuentro con Pedro de Jérica, fiel a la reina viuda.[4]

Como se puede comprobar nos hallamos en un clima de guerra declarada. Lo que motivó la entrada tan militar que tuvo Pedro el Ceremonioso en la ciudad de Valencia. Ésta ni se engalana, ni es sustituida, como sucederá después, por la ciudad ficticia. Aparecen, eso sí, los gremios, que son presentados como una fuerza con la que puede contar el joven monarca. Y a partir de aquí los gremios jugarán un importante papel en las entradas, aunque irán perdiendo su protagonismo conforme crezca el poder de los reyes.

Pese al carácter militar la entrada de 1336 tiene una serie de características que conviene destacar por lo que van a tener en común con otras entradas[5].

Cabe subrayar, en primer lugar, que son los jurados apellats cavallers e altres prohomens de la ciutat quienes ordenan los capítulos para la entrada del rey:

Primerament ordenaren que totes les companyes de peu que deuen exir ab armes ala dita recepcio hixquen primerament e abans que los homens de cauall axi que lo digmenge primer vinent en hora de miga nit començen a exir dela Ciutat e metres en cami e vajen los primers tro ala creu del puig e no passen daqui enant e quan aquí seran los primers de qualque offici o estament sien posen aquí lur peno e façen ordenadament...

Salen, por lo tanto, las compañías militares, y los oficios, hacia el rey. Van de noche, hasta el Puig de Santa María, población situada a unos quince kilómetros de la capital. Allí deben esperar la llegada del monarca. Se dan indicaciones muy precisas sobre cómo esperar hasta que llegue éste. Y normas para que ninguna compañía u oficio se sitúe delante de otro. Cada dos prohombres de cada compañía deben besar la mano del rey. Y una vez que todas las compañías hayan cumplido con el besamanos comenzará el regreso a la ciudad. Iniciará la marcha la compañía más alejada de ella, y más próxima al rey. Estas compañías, a su vez, no entrarán en la ciudad. Esperarán al monarca en la rambla del Real.

Al amanecer igualmente saldrá la caballería. Ésta tan solo llegará hasta el Riusech. Allí le rendirán homenaje al rey, regresando seguidamente al Real, donde también esperará, en orden, la llegada de aquél. La entrada del joven rey, como puede verse, se convierte en un primer momento en un desfile que, a su vez, se transforma en séquito real.

También salen a recibir al rey los caballeros y generosos. Se alejan menos de las murallas que sus predecesores. Hecho el besamanos se encaminan todos hacia la ciudad. Antes de llegar a ella se hace un alto en la iglesia de San Julián[6],

E aquí descavalquen car lo senyor Rey se deu aquí posar la corona real e andochs los que ordenats son a portar los bordons e draps dor e a destrar lo senyor Rey reebran lo senyor Rey e serviran e destraran aquell de la dita esgleya de sent Julia tro en la Seu e de la Seu tro en lo Real del senyor Rey

Es a partir de este momento donde tiene lugar la entrada como espectáculo. Hasta la llegada a la iglesia de San Julián ha sido la ciudad la que ha desfilado ante el rey para poner de manifiesto las fuerzas con las que puede contar el joven monarca, quien tiene que afianzar su trono. Vistas estas fuerzas, es ahora el monarca el que se muestra a la ciudad con todos los tributos de la realeza. Con ellos, a caballo y bajo palio, será acompañados por las personas que designó el Consell

E fo ordenat per los jurats dela ciutat ab consell de generoses e de Ciutadans que a seruir e adestrar lo senyor Rey e aportar los bordons e draps dor fossen elets .xl. entre Cauallers o generoses e Ciutadans .xl. ço es dels Cauallers o generoses .xv. e dels ciutadans xxv e los generoses son los deius escrits: [...]

Tots los altres generosos e ciutadans damunt declaratas ab altres prohomens serviren e destraren ab lo senyor Rey.

No hay entremeses, cantos, bailes, justas, ni días de fiesta o, sencillamente, comida gratis. Sólo el desfile de compañías y gremios, como fuerza de choque. Ciertamente, debido a los momentos que se estaban viviendo, no se podía hacer un recibimiento más austero ni más apropiado a las circunstancias. Aún así será a partir de esta entrada cuando quede constancia, en los diversos Manuals de Consells, de las personas elegidas para destrar y llevar las riendas del caballo real y los cordones del palio. También se insiste mucho en el orden de los oficios y en la forma de esperar la llegada del monarca. Las jerarquías siempre han sido muy importantes; pero en la Edad Media llegaron a tener un carácter verdaderamente puntilloso[7].

La actuación del Consell queda reducida a nombrar a los destradores, a ordenar la salida al Puig y a marcar el recorrido. Éste pasa por la catedral, donde el rey, invariablemente, deberá jurar los Fueros del reino. En esta ocasión no hay bandos pidiendo la limpieza de la ciudad ni el aseo de las calles. Tampoco bailes, juglares ni juegos. Todo quedó reducido a un desfile militar.

 

3. Leonor de Sicilia

Trece años después de la entrada descrita anteriormente, fue Leonor de Sicilia, tercera esposa del Ceremonioso, quien entró en la ciudad de Valencia. El anuncio de la llegada de la reina partió del mismo monarca, quien desea se le tribute una entrada y recepción. Enterado éste de la llegada de las galeras a Denia, provenientes de Sicilia, envía a dos mensajeros a fin de avisar a los jurados de Valencia[8]. Dichos mensajeros se entrevistaron con el Consell el día 8 de septiembre de 1349, por la tarde. La reina iba a entrar en la ciudad el día 10. Apenas, por lo tanto, si disponían de tiempo para preparar la recepción. Para ésta se acuerda:

a)      Embellecer todas las calles y plazas de la ciudad. De su cuidado se encargará el mostasaf.

b)      Arreglos y “asfaltado” del camino de San Vicente, dado que se hallaba lleno de agua, y que por él debía entrar la reina. Asimismo, como el resto de calles, y ésta con más motivo, será engalanada. A través de estos aseos podemos seguir el recorrido de la reina, pues éste queda fragmentado en tres, a fin de que sean distintas personas las encargadas de ordenar y supervisar los acuerdos. Así desde San Vicente a la puerta de la Boatella[9] se le encomienda a dos personas. De la Boatella a la iglesia de San Nicolás, a otras dos. La reina hace un recorrido, por lo tanto, circular: va paralela a la muralla hasta situarse a la altura de la actual calle de Caballeros, donde enfrenta ya la entrada a la Catedral[10]. De aquí, por último, irá al Temple, camino del Real.

c)      Se determina, también la compra de dos paños de oro para confeccionar el palio, y doce bordones para el mismo. Se comprarán cordones para unir aquéllos con el palio. Igualmente se comprarán 40 palmos de cordones de seda real para destrar.

d)      Y por fin, y es la primera noticia que tenemos, fon ordenat per lo dit consell quels oficis tots de la ciutat ballasen e quels fossen dats juglars franchs lo dia solament quela senyora Reyna entrara empero que cascun ofici sia tengut de uestir de seda .ij. prohomens de lur ofici.

 

Tampoco se habla aquí de fiestas, bailes, ni entremeses. Es posible que se deba esto a que era sólo la reina quien entraba en la ciudad, o a las tensiones habidas entre la misma, estamos en la Unión, y el propio monarca, prisionero hasta hacia poco de los unionistas. De hecho se fue de la ciudad pretextando el peligro que corría a causa de la peste[11]. Poco después comenzaría una feroz represión por parte del rey. Así que es posible que las tensiones determinaran la parquedad de esta entrada. Era evidente el pulso que se estaba teniendo entre la monarquía y los jurados, celosos defensores de las Fueros en contra de unos reyes cada vez más absolutos y poderosos.

 

4. Infante D. Juan

En 1357 vinieron los reyes con su hijo el infante D. Juan. No se hace mención de esta entrada en el correspondiente Manual de Consells. No obstante, sí que se reflejan varios pagos efectuados con motivo de dicha recepción. Así, por ejemplo, constan los efectuados por los desplazamientos a Xàtiva de Berenguer de Carcasona. Fue con la finalidad de convocar al máximo número posible de prohombres para dicha entrada[12].

También constan los pagos efectuados a Vicent Abenir y a en Miquel de Palomar por ocho bordones y un paño de oro con el que se confeccionó un palio para el rey. No se hizo ninguno, o no consta por lo menos, ni para la reina ni para el príncipe.

Con motivo de las entradas va a ser costumbre también hacer diversos regalos a los reyes. Ahora, sin embargo, es el príncipe quien va a recibir un caballo. Éste, lógicamente, iba arreado con todos los detalles, con la silla y estribos esmaltados; frenos dorados y espuelas de oro.

La ciudad contrató a cuatro juglares de Alzira. E igualmente gastó dinero en vestir a los jurados de forma adecuada. Nada se dice sobre entremeses y juegos.

 

5. Duques de Gerona

De las recepciones estudiadas hasta el momento, se puede deducir que las entradas reales no eran un evento fijado ya de antemano, un ritual que se seguía fija e invariablemente. Como estamos viendo, a cada situación corresponde un tipo de entrada. Lo cual hace que sean un instrumento de primera magnitud para estudiar la evolución de una sociedad y su monarquía.

Igualmente creemos que pueden estudiarse como una caja de resonancia de los ideales y metas del gobierno de la ciudad, cuando no de un mostrar el poder y la fuerza del reino en determinados momentos. Y así no deja de ser significativo que sea a finales del siglo XIV cuando Valencia ofrece la entrada real más espectacular, y que será la que servirá de norma para todas las que vengan a continuación. Esto no quiere decir, sin embargo, que queden ritualizadas a partir de aquí. Insistimos sobre lo mismo: las entradas evolucionan con la sociedad que las protagoniza. Aunque alguna de ellas será utilizada como norma, como consueta si se nos permite la expresión. Veámoslo con detalle.

El 7 de agosto de 1373 entraron en Valencia el primer duque de Gerona, el futuro Juan I, el amador de gentileza, y su esposa, Mata de Armanyac[13]. Enterados los jurados, el martes día 5 de julio, de la salida de los duques de Barcelona, se plantean si es conveniente hacerles una entrada o no. Deciden que sí per be que la dita festiuitat fos feta altament axi com pertany a la magnificencia dels dits senyors duch e senyora duquessa e a la valor dela dita ciutat.

Hay, por lo tanto, una clara contrapartida: la entrada se la merecen tanto los duques como dicha ciudad. Es, pues, un juego de correspondencias. Queda perfectamente marcado con esta entrada. Como también lo hace el hecho de que ya no es el Consell quien se va a ocupar de estas cosas, sino unos hombres elegidos por él: E com fos cosa laguiosa e no couinent raonar e departir a tot lo dit Consell dela manera e coses particulars pertanyents a la dita festa per tal lo dit honrat Cosell elegí e deputa en ordenadors dela manera en la qual la dita festiuitat ferse deia e de totes les coses que a la dita festa puxen o poran pertanyer ensemps ab los dit honras Jurats de la dita Ciutat [...][14]

Los acuerdos tomados van a ser importantes por cuanto se va a realizar una entrada verdaderamente espectacular. No deja de llamar la atención que la magnificencia derrochada en tal momento no sea la dedicada a un rey, ni a un primogénito, sino a una duquesa que nunca había estado en Valencia. Y es probable que todo junto no fuera sino una mera excusa para la ciudad, deseosa, tal vez, de mostrar su poder y magnificencia. No va a escatimar ni en gastos ni en esfuerzos. Así se deduce de los acuerdos tomados para la recepción.

Se determinan dos días de fiesta, el propio de la entrada de los duques, y el posterior. La entrada, por lo tanto, ya no es un acto único. Durante esos dos días se cerrarán los obradores, y cesará toda actividad.

Se ordena la limpieza y el embellecimiento de la ciudad, dedicando especial atención a las calles por donde ha de pasar la duquesa. De ahí la importancia de anunciar, mediante un bando, el recorrido. Las casas deberán ser empaliadas, y els carrers ornats de verts rams e canyes e levades les taules que nosa facen e lo pla dels dits carrers endreçats e cuberts de murta e daltres erbes ben olents en manera que tots los dits carrers estiguen be a punt. La ciudad real, por lo tanto, va a ser sustituida por la imaginaria. Los duques van a contar con una escenografía.

Los oficios van a tener un papel muy destacado. Cada uno deberá ir vestido con sus colores, y costear a sus propios juglares. Los jóvenes de cada oficio irán danzando. Los jurados, previsores, indicarán el color de cada oficio, y el orden en el que deberán desfilar. Se evita, a toda costa discusiones, pues se quiere dar la imagen de la ciudad ideal y sin fisuras.

Tres de los oficios tendrán a su cargo hacer un juego. Los encargados serán los peleteros, freneros y plateros. Deberán ponerse de acuerdo entre ellos a fin de no repetir la misma figura. Los carpinteros, por su parte, serán los encargados de fabricar un castillo de madera, situado bajo el puente de Serranos. Estará defendido por un grupo de soldados que tendrá como munición productos de la tierra: naranjas y frutas. Los hombres de la mar, a su vez, harán dos galeras de pocha talla, las cuales irán al encuentro de la duquesa en sendos carros. Se combatirán entre ellas, atacando después al castillo. La batalla durará lo que dure el paso de la duquesa.

Se convoca a los moros y judíos de la ciudad a fin de que participen también en la entrada. Se trata de presentar a una ciudad cohesionada y sin conflictos.

Se llama a todos aquellos que tienen lo que hoy consideramos profesiones liberales para que vayan por las calles con sus cabalgaduras y sus mejores vestidos. Así deberán acompañar a los jurados. Llama la atención de este acuerdo la forma de colocar por la ciudad, a lo largo del trayecto seguido por los duques, a quienes no tienen caballos:

Item sien aemprats los promens ciutadans jutistes drapers notaris mercades cambiadors metges especiers e tots altres promens qui puxen esser trobats vltra aquells qui seran elets e deputats al destrament dela dita senyora ques vesten e sarreen al mils e pus honorablement que poran. E isquen ab los dits jurats e deputats caualcan. E los altres qui no hauran caualcadures ab lurs bells vestits vajen e estien asseguts en aquells lochs quels seran designats per los ordenadors en los quals lochs sien posats banchs ab bells bancals.

Como se puede apreciar por este acuerdo, estamos ya en el mundo del espectáculo, de lo visual. No sólo por los vestidos y las cabalgaduras, sino por esos “figurantes”, los que no hauran caualcadures, que se reparten por bancos a lo largo del recorrido. Sentados, con sus mejores vestidos, y hablando entre sí, se ofrecerán a la vista de los duques como buenos burgueses que pasan sus ocios charlando amigablemente. Estarán colocados en lugares estratégicos, por supuesto, los designados por los ordenadors, quienes iban creando, así, la imagen de la ciudad ideal, rica por su fuerza de trabajo, los oficios o gremios, y capaz de dedicarse al ocio, que pasa en la calle en alegre charla con amigos y vecinos. El papel de estos figurantes fue del agrado del Consell, pues lo repitió, como veremos más hacia delante, en la entrada de Juan I y Dª Violante de Bar en 1392.

Siguiendo con los acuerdos, se determina que veinticuatro o veintiocho de los jurados se vistan de un mismo color, y sirvan a la duquesa llevándole los bordones, palio y freno del caballo. Deberán ir a esperarla a Tavernes Blanques.

Dos personas, el Lugarteniente del portavoz del gobernador, y el Justicia de lo criminal, también vestidos de seda, con su compañía, caballos y armas, deberán recorrer la ciudad evitando peleas y riñas. A todo trance se tiene que dar la imagen de una ciudad ideal.

Se harán torneos en dos lugares distintos del recorrido: uno en Tavernes Blanques, y otro cerca de la iglesia de San Julián. Allí los honrats .ij. jurats generosos .ij. richs homens e .ij. ciutadans als quals e a lurs cauaylls sien fets bells paraments e dementre la senyora duquessa passara deien junyer espessament en cascuna de les dites taules on haia copia de junyidors uenturers qui ja sien aemprats per aquesta rao en cascuna deles dites taules.

Como se puede observar se trata de un espectáculo burgués, hecho por la burguesía, pero ofrecido a la nobleza. No son los aristócratas quienes hacen los torneos.

El torneo no debe tomarse como un mero deporte o entretenimiento. En las entradas reales, como en un buen diccionario, ningún símbolo está puesto porque sí: todos y cada uno, como estamos viendo, poseen un significado. La misma entrada real se puede equiparar con facilidad a la entrada de Jesús en Jerusalén. Este paralelismo se va haciendo nítido a medida que avanzan estas festividades y el poder de los monarcas es más absoluto. Así, por ejemplo, con Fernando de Antequera, en 1411, se varía el recorrido del rey equiparándolo al de la procesión del Corpus. Cabe recordar también, y lo vamos a ver enseguida, que el entremés más antiguo, al menos del que tenemos constancia, es la lucha del bien contra el mal, el de la tarasca, que tanta gracia hizo a Mata de Armanyac.

El torneo, de la misma forma, no es la representación de un arte decadente sino una manifestación de las reglas feudales, de la sumisión de los caballeros, burguesía en este caso, a su máximo jefe, que es el rey, quien representa, a su vez, las cualidades caballerescas supremas, el honor y la virtud[15].

El Consell le concedió mucha importancia al torneo, pues mandó preparar altra taula de junyer en el mercado, donde se debería luchar el mismo día de la entrada, por la tarde, o al día siguiente, durante todo el día.

También se mandó hacer un tablado con las armas de los duques en la plaza del Mercado, desde donde, sin duda, verían los espectáculos ofrecidos por la ciudad: torneo y toros. Se intentará, igualmente, que haya un buen número de juglares. Y todas las ropas de seda, una vez entrados los duques, serán regaladas a porteros, juglares y extranjeros.

Insistiendo, una vez más, en el carácter de ciudad ideal, se dispone que, por la noche, la de la entrada, jóvenes bien vestidos, y con farolillos, paseen por la ciudad haciendo sonar sus trompetas.

Para finalizar se dispone que el gremio de carniceros compre toros. Con ellos se hará un juego, siendo sacrificados después.

Estando todo acordado y previsto, el viernes día 5 de agosto se hizo un bando, crida, anunciando el recorrido de la entrada. Los duques accederán a Valencia por el puente de Serranos, continuarán por la calle de san Bartolomé, actual calle de Serranos, yendo después por la de Calatrava, de donde saldrían a la actual plaza de Zaragoza para terminar en el palacio arzobispal, on deu posar la dita senyora. Se trata, como se puede ver, de un recorrido circular en torno a la catedral, donde, no obstante, no se nos dice que entraran los duques. Tampoco tenía sentido hacerlo, ya que no eran reyes, y, en consecuencia, no venían a jurar los Fueros. Por eso, precisamente, es significativo y llamativo todo cuanto sucede en esta entrada: Valencia se ofrece como un espectáculo grandioso sin contrapartidas aparentes.

Para evitar altercados por cuestiones del protocolo el Consell también va a determinar el orden, color y divisas de cada Oficio. En total se nombra a veinticuatro gremios. Se consigna sus colores y adornos. Pese a todo surgieron problemas entre ellos dado que unos no tenían juglares, y otros los tenían en demasía. El Consell acordó hacer un reparto equitativo per manera que foren contents.

Al final serán veinticuatro las personas elegidas para llevar los bordones del palio bajo el cual entrará la duquesa. Asimismo dos prohombres de cada oficio irán delante de Dª Mata, cada uno vestido con su respectivo color.

El sábado los duques llegaron a Albalat dels Sorells. Y el domingo, con escaso séquito entró el duque en la ciudad. Poco después lo haría la duquesa, dando pie a los juegos y torneos:

E lo digmenge seguent a .vij. dies del dit mes dagost per lo mati lo senyor duch ab pocha companya sen vench primer e entra en la Ciutat Enapres vench e entra la dita senyora duquessa a la qual isqueren reebre e reeberen tots los dessus dits axi com era estat ordenat e dessus es escrit en grans baylls e jochs molts e diuerses en gran copia e diuersitat de juglars e destruments e infinida multitud de gents.

E per certificacio e instruccio dels esdeuenidors son notades e escrites en lo present libre aquelles coses les quals pus notablement embelliren la dita festa. E primerament lo joch dels pellicers los quals hagren fet e menaren .j. gran drach e sobre aquell .j. rabosi e apres del drach tots los dits pellicers venien en caualls ab armes be arreats en gran nombre e apres dela entrada tornaren a lurs baylls axi com los altres Officis

Enapres lo joch dels freners que hagren fet e menaren .j. drach molt major quel dels dits pellicers en altra diuersa forma de gran ferea mouen la lengua e les galtes e gitam foch e fum per la bocha e per lo nas e vltra aço feren e menaren denant e entorn del dit drach .xx. o pus homens saluatges fort ben fets ab diuerses maneres darmes saluatges axi com rames darbre mal esporgades e banques de fust ab .iij. peus formades en sengles bastons e haches de fust e altres diuerses coses E apres venien los dits freners dançan be arreats e campejants e plegaren tro a la primera taula de junyer çoes prop de sent julia car per la feredat del drach sesquiuauen molts cauaylls e torbauen les juntes daltra part per la infinita multitud dela gent no podien anar pus auant per que tornaren lur drach e altres jochs prop lo riu denant labeurador del cap del pont dels serrans e aqui aturaren tro que plega la senyora duquessa e en vista sua isqueren homens a cauall armats e feren semblant de ociure o nafrar e pendre lo drach E los dits salvatges sortiren los al encontre per defendre lo drach e sobre allo combateren vna estona los dits cauallers e saluatges Es donaren alcunes cozcorrades passants joch no sens grans rialles dels mirants ne en tots los jochs vee hom riure la senyora duquesa la qual portaua dol per son pare qui pochs dies hauia que era mort sino en lo joch daquesta batalla.

Enapres los jochs dels homens de mar ab les dues galees contengudes en los dits capitols deles ordinacions damunt dites les quals galees foren molt be fetes e menades fort abtament. Car jassia altres uegades fossen fetes semblants galees empero menauen se ab cordes quasi rocegan e aquestes foren formades sobre carretes ben fetes e queacom altes e entorn çoes de terç de galea auayll anauen cubertes ab draps engaçats de perayes qui cobrien les rodes e los qui mouien e menauen les dites galees per manera que tot hom comunament tench per molt endreçades aquestes galees e per molt bell e notable lo joch daquelles.

Por si quedaba alguna duda, queda claro, con lo transcrito, que la entrada real es, entre otras cosas, un espectáculo ofrecido a la realeza. Gracias a ella, y a la ciudad, la naturaleza, el caos, los hombres salvajes, son derrotados provocando, de paso, la risa de la gente. El mensaje está claro.

La otra novedad, por lo que a los juegos respecta, está, si se nos permite el anacronismo, en los efectos especiales creados por los hombres del mar. Ahora las galeras ya no van tiradas por cuerdas, como en la entrada de Alfonso X, sino montadas en carros, con las ruedas tapados por paños, y empujadas por hombres creando así la sensación de que se deslizan sobre las olas. Creemos que es en estos juegos donde está el origen las rocas del Corpus Christi[16].

El escribano, en su memoria, nos resalta aquello que más debió impresionar al valenciano medio: las galeras y los dragones. Éstos llegan a espantar a los caballos con sus movimientos de mandíbulas y el fuego que echan por boca y narices. Lógicamente la gente se echó a la calle para ver todas aquellas maravillas.

Les gents no cabien per finestres terrats cadafals carrers e places en tant que quant la dita senyora duquessa fon sobre lo pont hom hac dupte dela fermetat daquell no contrastant quels capdelladors estants al cap del dit pont fessen anar los demes e quasi tot hom per la rambla en axi que a cascuna part era cuberta de gent.

Es éste un espectáculo en el que se va tanto a ver como a ser visto. Los valencianos salieron a contemplar los juegos y a la duquesa; pero, a su vez, ellos eran vistos por ella. No olvidemos a los “figurantes” distribuidos por el Consell a lo largo de la carrera de Mata.

Para tener la fiesta en paz, y nunca mejor dicho, se expulsó de la ciudad a los Vilaragut a fin de que con sus bandosidades no dieran origen a peleas o crímenes. La orden partió del duque. Pero no es menos cierto que los jurados obligaron a judíos y moriscos a participar en la fiesta. Se ofrecía, así, la imagen de una Valencia pacífica y pacificada. Tanto que el justicia y su ayudante recorren las calles vestidos de seda, como si hacer la ronda fuera ir de paseo.

La última novedad de esta entrada está en los regalos que se le hacen a la Duquesa. Es un regalo privado, que nada tiene que ver con el caballo presentado al infante dieciséis años antes. Se trata de una vajilla de plata con que la que los jurados tratan de ganarse el favor de la duquesa. Es significativo la forma en que se expresa:

 [...] item lo dit Consell attenent quela senyora duquessa es nouellament uenguda a la present Ciutat e que es cosa expedient e profitosa a la cosa publica dela dita Ciutat haver la gran fauor e amor dela dita senyora duquessa com apres dies del senyor Rey sesper esser Reyna e per altres raons esguardants ualor e vtilitat dela dita Ciutat per tal prouei e tench per be que vexella o joyes dargent de pes tro en cinquanta marchs poch mes o menys de bella e riqua obra a coneguda dels dits honrats [jurats] sia feta dela peccunia comuna dela dita Ciutat e aquella per los dits Jurats en nom e loch del Consell e vniversitat dela dita Ciutat sia presentada e donada a la dita senyora duquessa graciosament o per gracia e no per deute alcu.

Llegados a este punto podemos concluir que había dos tipos de mostraciones por parte de la ciudad: una pública, con participación de oficios, burgueses, judíos y moriscos, haciendo bailes, juegos, o sirviendo de comparsas; y otra privada, que consistiría en el regalo de una vajilla. Regalo que, posteriormente, se hará extensivo a los reyes. De la misma forma se puede decir que había dos partes en la entrada real: la pública, donde el rey se ofrece a la visión de sus vasallos, y la privada, política y formal, que se desarrolla en el interior de la catedral, donde el monarca jura los Fueros.

No deja de ser significativo que la entrada real más fastuosa y solemne se ofreciera no a un rey, que venía a jurar los privilegios de la ciudad, sino a una heredera del trono, que había de fallecer poco después. Hubo, desde luego, un alarde de Valencia; pero no se juró nada. Y se regaló una vajilla a quien debería ser reina después de los dies del senyor Rey. No se cumplieron las previsiones de los jurados. Pero éstos quedaron totalmente satisfechos con lo ofrecido a Mata de Armanyac, pues será esta entrada la que servirá de modelo a las restantes, aunque se irán modificando a lo largo de los años.

 

6. Dª Sibila de Forcia

Ocho años después de tan majestuosa entrada fue doña Sibila de Forcia, cuarta esposa de Pedro el Ceremonioso, quien llegó la ciudad de Valencia. Enterados los jurados del deseo de los monarcas de ser recibidos con toda pompa y solemnidad, comienzan enseguida los preparativos atendiendo a que es su primera venida, y a que los reyes prenen plaers en tals festiuitats segons que de fet es estat uist e sabut en altres Ciutats on los dits senyors e nouellament la dita senyora Reyna son entrats[17].

Con estos antecedentes, y deseando hacerles un digno recibimiento, los jurados comienzan a deliberar, enseguida, sobre los actos a realizar. Va a ser muy fácil determinarlo ahora, como ellos mismos reconocen, pues se van a servir de los acuerdos hechos en 1373 para la entrada de Mata de Armanyac, primera mujer de Juan I:

 [...] seguis enapres per molts e diuerses dies e hores quels dits jurats e promens auegades tots auegades molts dells e tota uegada la maior part daquells foren ensemps e parlaren e raonaren entre si daquests afers en la cambra de consell secret e per mils ordenar e endreçar los dits afers veeren e regonegueren la ordanacio de vna altra festiuitat en la dita Ciutat feta per rao dela nouella uenguda e entrada feta per la senyora Duquessa muller que fon primera del senyor infant en johan de nostre senyor lo Rey primogenit de Gerona e Comte de Ceruera enapres e ara defuncta[18]. La qual ordenació dela dita festiuitat dentrada dela dita senyora Duquessa es largament escrita e notada en lo precedent altre libre de consells fet e ordenat per mi berthomeu de Vilalba notari e escriua dessus dit sots [en blanco] del any dela nat de Nostre Senyor M ccc lxxiiij.

Consultados dichos acuerdos, los jurados mostraron su conformidad con ellos, aunque decidieron mejorar algunas cosas. Básicamente, sin embargo, se iba a hacer la misma entrada, pero con distintos protagonistas, que en 1373. Sabemos que la entrada de Dª Focia fue  fastuosa tanto porque copiaba la de Mata de Armanyac como por los gastos realizados. Van a destacar las galeras llevadas sobre carros, como antes, y los doce pendones reales que se fabricaron para la ocasión. También se hacen tres campos de torneo. Y un palio nuevo con cordones de seda para la reina. Los cordones los llevarán veintitrés prohombres, vestidos por la ciudad. Igualmente los oficios harán sus acostumbrados juegos, aunque ahora, y esto sí que es una novedad, la Ciudad les dará dinero para hacerlos: les quals [se refiere a libras y sueldos] foren dades e pagades als officis dels Freners e dels Pellicers en ajuda de fer lurs cuques e als homens de mar en ajuda de fer les .ij. galees.

La reina entró por la tarde. Así que el Consell tuvo que pagar la comida de los que llevaban los cordones del palio, de sus escuderos, y de los caballeros y caballos que iban a participar en los torneos. Hubo una buena provisión de juglares. Y a la reina, igual que a la difunta Mata, se le regaló una vajilla compuesta por:

.ij bacins dargent .j. confiter dargent .ij. copes e .ij. pitxers dargent tot daurat e esmaltat.

La entrada fue tan importante que el Consell incluso dejó que se comprara vino blanco cocido, para el bien de la ciudad. Lo iba a permitir hasta la celebración del Ángel Custodio, unos quince días después de la entradas de los reyes[19].

Vemos, pues, que los acuerdos tomados para la entrada de Mata de Armanyac en 1373 van a servir de modelo para el resto. Aunque, y era lógico que así sucediese en una sociedad cambiante, las entradas irán variando. A esos acuerdos se le irán añadiendo otros nuevos. Y no sólo por los cambios efectuados en la ciudad, sino por los sufridos por la misma monarquía. Y podemos comprobar en ésta que la Ciudad ayuda a los oficios a hacer los juegos, y que compra vino a fin de aumentar la alegría y el regocijo.

 

7. Dª Violante, duquesa de Gerona

Fallecida Mata de Armanyac, el duque de Gerona se casó, en contra de la voluntad paterna, con Violante de Bar. Dicha boda agravó las relaciones entre el rey y su sucesor. No obstante, éste estaba dispuesto a imponer a Violante como reina. Tal vez por eso deseaba el reconocimiento de las ciudades. Y así en marzo de 1382 los jurados valencianos ya tuvieron constancia del deseo de los duques de venir a la ciudad. Tenían que tributarle, por consiguiente, el consabido recibimiento.

Teniendo en cuenta que era la primera vez que venía la nueva duquesa, se acordó hacerle una entrada tan magnífica y solemne como la ofrecida, cuatro meses antes, a la actual reina, Sibila de Forcia, quien también entró, por vez primera, en noviembre de 1381. Dado que deseaban darle toda la magnificencia posible a esta nueva recepción, los jurados, y por primera vez que sepamos, sin duda sabedores de las desavenencias familiares, consultaron con el rey las cosas que convenía hacer: [...] Aixi empero que daquesta rao sita feta paraula al senyor Rey per los dits jurats e que ab son assentiment e beneuolencia la dita festivitat sia feta.

Es posible que al rey Pedro el Ceremonioso no le hiciera nada de gracia el que los jurados valencianos no distinguieran entre una entrada hecha a una duquesa, y otra realizada a una reina. Posiblemente, dado que su anterior nuera, Mata de Armanyac, entró bajo palio, haría algún comentario al respecto, y los jurados, muy sensatamente, decidieron consultarle ahora. O bien, y es lo más probable, sabían que el matrimonio del duque de Gerona con Violante de Bar se había hecho en contra de la voluntad paterna, y que no estaba en muy buenas relaciones con su madrastra, Sibila de Forcia. Sea como fuere decidieron consultarle al rey para saber lo que tenían que hacer:

Quant es sobre la manera o qualitat daquella attenent que en lo present any la senyora Reyna vench aci nouellament e per la sua nouella uenguda fon feta solemnial festiuitat en la dita Ciutat lo dit consell per alcunes raons alli allegades volch e tench per be concordantment que per la nouella uenguda dela dita senyora Duquessa fos feta semblant solemnitat e festa en totes coses que era estada festa per la dita nouella entrada dela dita Senyora axi empero que daquesta rao sia feta paraula al senyor Rey per los dits jurats e que ab son assentiment e beneuolencia la dita festiuitat sia feta.

Los jurados, por lo tanto, fueron a hablar con el rey. Y tras el intercambio de ideas y posturas, el rey accedió a que se le hiciera una solemne entrada a Violante de Bar. Iba a ser idéntica a la que se hizo para Dª Sibila, que es la misma que le ofrecieron a Mata de Armanyac en 1373. En todo consintió el rey salvo en que la duquesa entrara bajo palio:

[...] e tenc per be (el Rey) que la dita festiuitat per la nouella entrada dela dita senyora Duquesa fos feta semblant en totes altres coses que era estada per la nouella entrada dela senyora Reyna solament excepta una cosa çoes que sobre lo cap dela dita senyora Duquessa no fos portat pali en bordons. Segos era estat fet sobre lo cap dela dita senyora Reyna. Dehint lo dit senyor Rey que aço couenia solament a dignitat Reyal e no a altra qualseuol20.

En vano le suplicaron los jurados al rey. Éste no quiso conceder que la duquesa entrara bajo palio.

E esta en uertiat que jassia en apres alcuns en fauor o por seruii dels dits senyors Duch e Duquessa supplicassen daquesta rao al dit senyor Rey empero james ell no ho uolch atorgar ne consentir dehin que allo si ho atorgas nes fes seria contra la ordenacio dela sua Reyal cort e casa per que sobre aço fon complida la uolentat del sit senyor Rey.

En nada, por lo tanto, se va a diferenciar esta entrada de la hecha a la reina Sibila, por lo que a festejos se refiere. La diferencia vendrá marcada, como hemos visto, por la ausencia del palio. No se indica ahora el recorrido de Violante. Éste tiene un carácter simbólico, dado que es envolvente, una especie de toma de posesión de la ciudad. Se irá haciendo más amplio conforme la monarquía vaya ganando en poder frente a las ciudades. El que no se indique en esta entrada nos lleva a suponer que sería el mismo que el efectuado por Mata, duquesa, y por la reina Sibila.

En el Manual de Consells, donde están consignados los acuerdos, las transcripciones de éstos se cortan bruscamente en medio del bando que servía para anunciar la entrada. Era imprescindible pregonar la carrera a fin de pedir la limpieza y el aseo de calles y empaliamiento de balcones y ventanas. Tal vez no se transcribió por comodidad: se tenía el de Mata. Se nos dice, no obstante, que entrará por el portal de sent Anthoni. Se encontraba cerca del puente de Serranos. Era conocido también por el de Roteros, Blanquers y Sagunto21. Las torres de Serranos, como es sabido, fueron construidas entre 1392 y 1398.

Creemos, pues, que el hecho de que no se indique el recorrido de la duquesa es porque éste ya estaba perfectamente establecido.

 

 

8. Entrada de los reyes D. Juan I y Dª Violante

En 1387 murió Pedro el Ceremonioso22. Fue coronado rey su hijo Juan I, casado en segundas nupcias con doña Violante de Bar. Como reyes vinieron a Valencia con bastante retraso, cinco años después del fallecimiento del Ceremonioso23. Se determinó, no obstante, recibirlos con toda solemnidad, ya que era la primera entrada de ambos como reyes.

Se debía hacer ahora, por lo tanto, una solemne entrada. Es cierto que tanto Juan como Violante ya habían entrado en la ciudad. Pero ambos, por separado, lo habían hecho siendo duques. Al cambiar de dignidad se les debía tributar una nueva entrada, ya que ahora venían a jurar los Fueros, y su entrada iba a tener una dimensión política, el juramento en la catedral, que no había tenido en las anteriores recepciones:

E dixeren los dits jurats que com la uenguda dels dits senyors com a Rey e a Reyna en la present Ciutat fos nouella e primera Car jassia ells estants en menor condició hic fossen uenguts altres uegades Empero de puys aença que eren muntats a dignitat Reyal noy eren uenguts. E aquesta fos o degues esser lur primera uenguda proposauen e proposaren al dit Consell si quina o qual festiuitat seria feta per la Ciutat en reuerencia de nostre senyor deu e dels dits senyors Rey e Reyna per esguart de lur primera uenguda24.

Está claro, pues, que un cambio de dignidad comportaba una nueva entrada. Así lo acuerdan los jurados, para lo cual hacen un pregón el día 21 de noviembre. No se conserva íntegro. Los folios del Manual de Consells, que debían contenerlo están en blanco.

Al día siguiente de este pregón les llegó a los jurados una carta de la reina, que nos parece muy interesante por cuanto tiene relación con el espectáculo que eran las entradas reales. En ella les pide a los jurados que dejen a las mujeres usar sus joyas25:

 [...] volguessen reuocar o sotspendre lestabliment o establiments vedants los areneses o arreus de les dones e encara de homens en certs actes per manera que aquelles e aquells per la nouella entrada que la dita senyora com a Reyna deuia fer proismament en la dita Ciutat acconseguissen per intercessio de la dita senyora aquesta libertat ques poguessen ornar e arrear a lur plaer segons podien ans del dit establiment o establiments.

La petición generó una agria discusión entre los jurados. A lo largo de ésta se ofrecieron diversas soluciones. Unos se inclinaban por acceder a las demandas de la reina en reconocimiento por las buenas obras que había hecho por la ciudad, o que podía hacer. Queda claro aquí el carácter pactista de las entradas, que alcanza incluso al espectáculo como tal. Tanto la ciudad como los reyes cuidan su imagen. A través de ella, o de ellas, se da un mensaje claro: el del poder. De ahí que sean tan cuidadosos con estas cosas, y no dejen nada al azar. Otros jurados, sin embargo, más preocupados por la moral, o por la injerencia de la reina en su gobierno, ven en la petición de ésta el triunfo de la lascivia y la monarquía negándose, en consecuencia, a acceder al uso de joyas y adornos. Alegaban que ello no le iba a reportar, a la reina, ningún beneficio. Evidentemente se equivocaban. Al final, contemporizando, los jurados acordaron revocar su orden por un determinado tiempo: hombres y mujeres pudieron lucir sus joyas y mejores vestidos desde el día de la entrada hasta quince días después de la partida de los reyes. Pasado ese tiempo se volvería a la austeridad anterior.

Antes, el 9 de noviembre, se habían reunido para acordar los festejos a realizar en la entrada de los monarcas. Como siempre se ordena la limpieza de las calles por las que tienen que pasar los reyes. El trayecto de ahora, sin embargo, se acorta mucho con respecto a las anteriores entradas:

E altres dixessen que couenia fos pus breu car vist era estat per la multitud de la gent e dels balls e jochs embargants lo passatge tardaua tant que a uespres lo senyor Rey e la senyora Reyna no podien plegar a lur posada.

Así, ahora, entrarán por la puerta del puente de Serranos, seguirán por esta calle hasta la iglesia de san Bartolomé, donde girando a la izquierda llegarán a la actual plaza de la Virgen. Accederán a la catedral por la puerta de los Apóstoles. Es un trayecto, ciertamente, corto y que no tiene nada de envolvente. Más bien parece indicar que el tiempo comienza a ser importante, y que el monarca no desea derrochar éste en eventos sin duda incómodos y fatigosos.

Se convoca a los oficios para que vayan a dar la bienvenida a los reyes. Tienen que hacerlo con sus juegos acostumbrados, y las libreas con los colores que se determinó. No se pueden cambiar estos sin consultar al Consell. Estos colores, así como el orden que tienen que guardar a la ida y venida, ya consta en la entrada de Mata, en 1373.

Todos los acuerdos que siguen son un calco de los tomados en aquella fecha: juego del dragón, el de los caballeros salvajes, de la cuca, y sus luchas, torneos, etc. Ahora, sin embargo, se va a recomendar no hacer las galeras que solían construir los hombres del mar ya que uist era stat que les dites galees donauen gran embargament e tarda a la festiuitat. Car per la estretea e per cantonades en alcunes partides de carrers de la Ciutat per on era lo passatge dels senyors e dels de la festiuitat e per la multitud de les gents les dites galees no podien passar sino ab gran affany e tarda. Esto determinó que tampoco se hiciera el castillo de madera que era atacado por las galeras. La entrada, por lo tanto, va a ser mucho más ligera que las anteriores: estamos ya a finales del siglo XIV, y el tiempo, nueva mentalidad, comienza a ser importante. Pese a todo se hicieron nuevos entremeses, una nave con sirenas, y una roca26.

Al igual que en las otras entradas, también se pondrán ahora a los figurantes convenientemente distribuidos a lo largo de la carrera real. Y también se nos dará el orden de los oficios y los colores de cada uno. Es el mismo que el observado en 1373. Incluso nos atreveríamos a decir que el orden de ahora está copiado del Manual donde está consignada la entrada de Dª Mata: los oficios que aparecen allí sin divisa ni color, como pescadores o herreros, tampoco lo tienen aquí. Sólo hay un cambio, el de los peleteros, que en 1373 han per deuisa blau clar tes. Y en 1392 han per liurea drap blau clar ornaments de pells vayrs e daltres. El resto sigue igual que en las anteriores entradas. Por lo tanto podemos deducir que los propios Manuals son tomados como consuetas, y como las entradas no son un ritual fijo e inmutable, sino una celebración que se va adaptando a los tiempos e intereses de reyes y ciudades.

Si el Consell insiste en el orden de los oficios es porque la jerarquía era, en aquel momento, muy importante, como lo era en las procesiones. Y porque sabía que la ruptura de ésta podía ser origen de peleas y muertes, como de hecho sucedería años después27.

Los reyes entran juntos. Ello obliga a doblar el número de quienes llevan los palios. Se determina que cada soberano tenga veinticuatro prohombres en la entrada: doce llevarán el palio y los otro doce las riendas del caballo. Todos irán vestidos con trajes hechos de paño de oro. También se hacen cincuenta gramallas para el justicia y ayudantes. Dichas gramallas se regalarán, luego, a juglares y forasteros.

Los palios, a su vez, son nuevos. Los cordones los llevan jurados y prohombres, vestidos de rojo y de azul. Los de color rojo van con el rey, y los de azul, con la reina. Los colores, además de tener un importante papel en la vistosidad de las entradas, también poseían un claro simbolismo: el rojo ha sido siempre el color de la realeza, del poder, en tanto que el azul simboliza la fidelidad.

Los jóvenes de buenas familias deben realizar torneos, tanto el día anterior al de la entrada como el de la entrada misma y el posterior. Sólo consta, sin embargo, el levantamiento de una empalizada en el Real, donde también se elevó un taulat, imaginamos con la finalidad de que los reyes pudieran ver dichos torneos. Esa misma juventud, como ya venía siendo norma, tenía que pasear por las noches llevando farolillos. Se insiste también en hacer acopio de juglares. Y, novedad, en que los carniceros se provean de toros para “hacerlos jugar” en el Mercado, cosa que satisfacía mucho al rey.

La ciudad se gastó en esta entrada 3.580 libras y 18 sueldos. A los reyes, además, se les regaló la pertinente vajilla de plata, dorada y esmaltada.

La entrada, pese a la brevedad del recorrido, duró unas ocho horas. Téngase en cuenta que el trayecto escogido es el más corto posible. Y que dicho trayecto se puede hacer en quince o veinte minutos. Por otra parte, los jurados, modificando lo que interesa, se van a basar, una vez más, en la entrada de Mata de Armanyac en 1373. Y así queda ya definido lo que va a ser una entrada real. En ella, como hemos podido ver, predomina el elemento visual, bien sea mediante los entremeses o mediante los torneos, los juegos y las luchas. Ese elemento visual va a ser realzado igualmente por los vestidos de los oficios, y por los de los burgueses, bien paseando a caballo, o bien sentados en lugares estratégicos. El punto central de esa ceremonia vendrá marcado por el palio, con los colores de la Corona de Aragón, bajo el cual, y con un nutrido acompañamiento, irá el rey.

La ciudad, como siempre, será limpiada y aseada. Y engalanada. Hay, igualmente, una pre-arquitectura que se superpone a la ciudad real: mantos y paños colgando de las casas. A su vez las entradas supondrán el ensanchamiento de algunas calles, dado que no caben los entremeses por ellas. Cabe añadir a todo ello la petición de la reina, oída por el Consell, de autorizar el uso de joyas y aderezos, tanto a hombres como a mujeres.

Como señala Carreres Zacarés28, a poco que se estudien las entradas reales se observa un cambio en ellas. Así hemos pasado de la sencillez, debido a la lucha por el trono, con que fue recibido Pedro el Ceremonioso en 1336, al fausto que se desplegó en los recibimientos hechos a sus dos nueras. Con ellas nos hallamos ya a finales del siglo XIV, época de progreso y crecimiento económico. Una pujante burguesía se hizo entonces con el poder ciudadano. Va a regir la cosa pública con los consejos de Francesc Eiximenis. También fue un tiempo de sequías y peste, de guerras, tanto internas, la Unión, como con Castilla, guerra de los dos Pedros, pese a lo cual la población de Valencia siguió creciendo. Hubo igualmente un despegue de la artesanía textil. Todo lo cual aumentó el poder de la ciudad como entidad política primero y como capital del reino después. En estos momentos, sin embargo, la ciudad es un fenómeno excepcional y vulnerable: debe controlar sus recursos, venidos de fuera. De ahí la magnificencia desplegada en dichas entradas: con ellas trata de arrancar nuevas prebendas al poder real y de preservar las ya obtenidas. Y de ahí que la ciudad no tolere ninguna injerencia en su gobierno, ni bromas con sus Fueros y Privilegios29.

Los reyes volvieron a Valencia en 1394. La ciudad ya no estaba obligada a hacerles una nueva entrada, y no la hizo. Pero sí que protestó delante del monarca por la actitud y las palabras injuriosas que, al parecer, dijeron algunos oficiales reales contra los Fueros y Privilegios de la ciudad. Por lo tanto se dirigen a Juan I para pedirle que mantenga los Fueros, y que evite se produzcan nuevos insultos o faltas de respeto. También había bastante descontento contra sus familiares y oficiales y contra la favorita de la reina, Carroça de Vilarragut, quien se inmiscuyó en asuntos del reino, dilapidando de paso el patrimonio real30.

Los jurados no van ser tan condescendientes esta vez con la petición de la reina, quien, una vez más, pide a éstos que revoquen la orden que prohibe llevar joyas a las mujeres. Lo van consentir ahora mientras la reina esté en la ciudad, y no durante más tiempo. Ahora bien teniendo en cuenta que la reina dio a luz en el Real, este tiempo debió de ser bastante largo. A los jurados no les hizo nada de gracia tantas injerencias en su forma de gobierno. Téngase en cuenta el asunto del cierre de la judería, que se hizo con la oposición de una amplía mayoría, y la reposición en el cargo de inquisidor de Nicolau Eimeric. Demasiadas intromisiones en una ciudad que tanto invertía en agasajarlos.

 

9. Entrada de Martín el Humano

Juan I, en medio de un reinado que provocó el descontento de todas las ciudades, murió repentina e inesperadamente en 1396. Falleció sin sucesión, así que el trono sería ocupado por su hermano Martín el Humano. Éste también demoró su llegada la ciudad de Valencia, donde debía jurar sus Fueros. Lo hizo, por fin, en 1402, seis años después de su coronación. Un año antes los jurados, sabiendo ya de su venida, le mandaron cuatro mensajeros a fin de pactar la entrada real con él, pues deseaban a toda costa evitar los gastos y dispendios que esto suponía:

Per tal lo dit consell concordantment prouei que quatre missatgers fossen trameses al dit senyor Rey ço es dos cauallers e dos Ciutadans per retreli gracies de la sua prosperada venguda e recomanar a aquella la ciutat e lo bon estament daquella e obseruança de furs e priuilegise per tractar ab aquell que la entrada sua e de la senyora Reyna sia tota vna per donar loch a grans e importables despeses attesa la gran e greu pobrea que es en la Ciutat e menestrals e officis daquella eleccio dels quals missatgers lo dit concell acomana als dits honorables jurats31.

Acuerdan, a pesar de todo, hacerle una solemne entrada. Para lo cual delegan en personas del propio Consell. Éstas serán las encargadas de todo lo que atañe a la recepción real. El primer acuerdo que van a tomar, y es la primera vez que sucede, va a ser el de retrasar la procesión del Corpus Christi a fin de ofrecérsela a los reyes, como un espectáculo más, en su entrada:

[...]. Pagats en Ramon Artus per si e sos companyons, axi com a crida publich de la ciutat, XIIJ solidos, .VJ. diners, per salari duna crida reyal que de nostre manament ha feta de la prorogacio de la solemnitat o precesso de la festa de Corpore Crist tro lo senyor Rey sia en la ciutat [...]32.

La procesión del Corpus se venía celebrando en Valencia desde 1372. Y cada vez se hacía con mayor esplendor y solemnidad. Los jurados consideraron que era lo mejor que tenía la ciudad, y lo mejor que podía ofrecer a los monarcas en su recepción. Además tenía la ventaja de no añadir gastos a las maltrechas arcas. La procesión, por lo tanto, se celebraría fuera del tiempo litúrgico. Lo mismo sucederá con Alfonso el Magnánimo en 1427, con la reina doña Juana en 1501, con Isabel I, Carlos V, Felipe II y Felipe III33. A veces serán los propios monarcas quienes pidan se les haga la procesión, tal era la fama y magnificencia de ésta, aunque sea fuera del tiempo litúrgico. Así lo hicieron María de Castilla y la reina Juana. Sin embargo, y como ya hemos apuntado, puede que el hecho de ofrecer la procesión como espectáculo se debiera al mal estado económico de la propia ciudad. Valencia estaba padeciendo crisis de subsistencias y sequías desde 1377, siendo las sequías más importantes las de 1400, con incidencias en las cosechas de los dos años posteriores. A todo ello cabe añadir las plagas de peste, 1380, 1383-84, 1395 y 140134.

De hecho la entrada, que estaba prevista para el día 19 de junio de 1401, tuvo que suspenderse a causa de la peste. El cese de ésta, al año siguiente, le fue comunicado al rey, quien se hallaba todavía en tierras de Valencia. Se acordó celebrar la recepción el día 28 de marzo de 1402. No consta que los jurados volvieran a pedirle al monarca que se hiciera una entrada conjunta. Se hizo ésta como deseaba el rey: una entrada para él, otra para la reina, y otra para su nuera. Evidentemente la ciudad había comenzado una lenta recuperación, y su campo, trabajado por moriscos, ofrecía una estabilidad que no tenía el principado, donde los siervos cristianos sí que podían sublevarse contra los malos usos de los señores35. Es muy posible que los jurados aprovecharan el momento para ofrecerse como la ciudad rica y opulenta. Contrasta los gastos hechos en la entrada con la demanda de moderación del año anterior:

Item com hi haia noues certes quels molt alts senyors Rey e Reyna breument deuen e han proposit dentrar en la Ciutat nouellament ab lur nora la Reyna de Sicilia e lo dit senyor Rey vulla que per lur entrada sien fetes certes festes vna a ell e altra a la senyora Reyna e altra ala dita sa nora E les festes dels dits Senyors Rey e Reyna sien ja per consells passats proueides e no reste sino proueir la festa faedora ala dita senyora Reyna de Sicilia pertal lo dit concell concordantmente prouei que a la dita lur nora sia feta bella festa per reuerencia dels dits senyors Rey e Reyna e sua ab son pali e ab sos cordons e que li sien donat e offert argent obrat tro en setanta marchs poch mes o menys.

Pese a esa lenta recuperación el Consell da poder a los jurados para cargar nuevos censales, ya que no baste la pecunia dela Ciutat segons lo consell. La ciudad, desde luego, hizo grandes gastos: nuevos entremeses, envelar la plaza de la seo, la del Portal Nou, una tarima para los reyes, telas para los entremeses; y, novedad, para el cielo, en dicho portal, desde el que descendieron unos ángeles, sin duda para entregarle al rey las llaves de la ciudad. También se gastó dinero la ciudad en otro elemento que aparece ahora por vez primera: una cabalgata de reyes y emperadores. Cabe añadir a esto el derribo de algunas casas y rincones que impedían el paso de los entremeses36.

Es la primera noticia que tenemos, insistimos en ello, de unos ángeles descendiendo de las torres. Esto, como se puede suponer, conllevaría el desarrollo de una pequeña tramoya, cuyo punto culminante será el araceli del Misteri d’Elx. También, creemos, tendrá repercusiones en los rituales en el interior de la catedral, donde en Pentecostés desciende la Colometa, y dos ángeles en la Asunción de la Virgen, misterio que se representaba a mediados del siglo XV, es decir con posterioridad a la entrada de Martín el Humano.

Es también significativo que el descenso de los ángeles se hiciera en el Portal Nou y no en las Torres de Serranos. La construcción del primero se inició en 1390, aunque las obras no finalizarían hasta 1471. Constaba de dos torres semicilíndricas, que imitaban a las de las torres de Quart, si bien eran más bajitas. Fue derribado el año 186837.

El desfile de los oficios se efectuó frente a las torres de Serranos. Y los entremeses ya no los hacen estos, sino que es el mismo Consell quien los encarga y los paga. La entrada, por lo tanto, será organizada por este órgano de poder, quedando el resto de la ciudad relegada a seguir sus órdenes, y sin iniciativa de ningún tipo. El recorrido será más largo que el efectuado por Juan I, ya que pasan por la calle de la Corregeria, ensanchada para la ocasión. En tanto desfilaban los oficios, frente a los reyes, se repartieron dulces y confites. En el recorrido participa una cabalgata de emperadors, emperadrius, reys, reynes e cavallers de lurs cavalls, los quals anaven cavalcant en los dits jochs. No sabemos qué reyes desfilaron; pero es muy probable que se trate de un desfile clásico, típicamente renacentista, de una alegoría animada, tal vez derivada del cortejo de los Reyes Magos, iniciado en Milán en 133638. Es indudable, por todo ello, que nos hallamos ya en pleno Renacimiento: se ha obviado la creatividad colectiva, adquiriendo así el espectáculo una forma más compacta.

Por todo lo dicho imaginamos que la entrada debió de ser magnífica. Así se hace una entrada para el rey, otra para la reina y otra para la nuera, quien también, no siendo reina, entra bajo palio. Se retrasa la procesión del Corpus a fin de que forme parte de la magnificencia de la recepción real. Bajan unos ángeles de las torres con la misión de hacerle entrega al rey de las llaves de la ciudad. Hay una cabalgata de reyes y emperadores, reparto de confites y dulces, y entremeses hechos y costeados por el Consell. La grandeza de éstos va a determinar el ensanche de algunas calles de la ciudad. Dichos ensanches continuarán aun después de la partida de la familia real de la ciudad. Estas obras, sin embargo, siempre serán obras menores. No darán origen al derribo o ensanche de plazas o calles. Los jurados se contentarán con derribar aquello que molesta para el paso de los entremeses.

Los actos y las novedades debieron de provocar la admiración de los súbditos del monarca, y tal vez la de éste. La ciudad deseaba apoyarlo, y mostrarle su poder, en espera de una política distinta a la llevada a cabo por Juan I, que tantos problemas causó. De hecho el nuevo monarca rectificó la política de su hermano39. Pese a todo no sabemos la impresión que se llevaría Martín el Humano por la entrada. Pero diez meses después de ésta, el 12 de enero de 1403, el escribano todavía recuerda la magnificencia desplegada en la misma:

Item com per consells passats sia estat proueit queles festes dela entrada del Senyor Rey e de la Senyora Reyna fossen fetes altament e enaquella bellea que mils pogues esser fet ab la pecunia dela Ciutat E les dites festes sien estades fetes e celebrades axi altament e merauellosa quals james no foren vistes enaquest Regne e peruentura en altres semblants e de tan gran marauella.

 

10. Fernando de Antequera

Extinguida la rama catalano-aragonesa con el fallecimiento de Martín el Humano, la corona pasó, tras el compromiso de Caspe, a manos de Fernando de Antequera. El rey debía haber venido poco después de su coronación a jurar los Fueros de la ciudad. Pero su llegada se fue retrasando. Mientras tanto los jurados, como ya era perceptivo, comenzaron a preparar la recepción real con mucha antelación. El rey, por fin, llegaría a la ciudad a finales de diciembre de 1414. Durante ese largo tiempo de espera se fueron tomando diversos acuerdos sobre la entrada. Hay un claro deseo, por parte del Consell, deseando emular a Barcelona, de que la ciudad de Valencia no quedara rezagada con respecto a ella, ni a cuantas ciudades le habían brindado fiestas al nuevo monarca:

En lo present consell [del 14 de diciembre de 1412] fon proposat per los honorables Jurats Que com lo senyor Rey sia espere proismament venidor a aquesta ciutat e hajen sabut e sien certificats que en qualseuol Ciutat solemne on es estat li han feta solemne festa senyaladament en la Ciutat de barchenona on molt bella festa li es estada feta e moltes belles entrameses e argent present E fos digna cosa que en la sua benahuyrada uenguda e entrada en aquesta ciutat li fos feta solemne festa moltes coses atteses e senyaladament car deu per sa bonea nos ha donat Rey just cast e resplandent de totes virtuts40.

Tomada la resolución de hacer una solemne entrada, se reúnen los jurados del Consell secret a fin de determinar los actos a realizar. Se acuerda hacer entremeses, que se van a encargar a artesanos, quienes trabajarán en las atarazanas de la ciudad. Se elige también a unos administradores. Días después, el 18 de enero de 1413, se determina el regalo que se va a hacer a los monarcas con motivo de su llegada a la ciudad. Al rey se le regalará una vajilla de plata de cien marcos de peso compuesta por dos lavamanos esmaltados, dos platos dorados, un confitero dorado y esmaltado, un jarro igualmente dorado y esmaltado y una copa de iguales características. A la reina se le regala una vajilla igual, pero de menor peso, de noventa marcos. La de Alfonso, el hijo primogénito, pesará ochenta y cinco marcos.

El mismo día se acuerda hacer tres entremeses: el De la divisa del rey, otro titulado De las siete sillas, y el De las siete edades.

Al día siguiente, jueves 19 de enero, se acuerda hacer tres palios: el del rey rojo imperial. El de la reina de color blanco imperial. Y verde imperial para el primogénito. Asimismo se harán treinta gramallas de tela de oro. Y se buscarán justadores. Para la entrada se destinan seis mil florines. En caso de que no fuera suficiente se podrán cobrar nuevos impuestos. Los palios, por supuesto, llevarán sus cordones y destradores y se harán pendones.

El día 24 del mismo mes se da la lista de los gremios que van a participar en la entrada, su orden y sus colores41. Y se determina que la ciudad ayude a los peleteros por si hacen algún entremés. También lo harán los sastres, y los barberos, estos últimos uno dients que son artistes e no menestrals.

Al día siguiente se acordó hacer un entremés más, el de la visión de San Domingo y San Francisco, de las tres lanzas, anunciando el fin del mundo. Los mensajes de los entremeses, pues, están claros: la silla es un símbolo del trono, de la autoridad y del descanso. Y la lanza una arma terrestre que simboliza la guerra. Dentro del cristianismo es un atributo de la Pasión42.

También se decidió hacer tres campos de torneo, y el lugar donde debían estar ubicados: uno en la Rambla, otro en el mercado, y el tercero delante del Real43.

Por si todo esto fuera poco, el 13 de marzo, y tenemos otra novedad que, al parecer, no tuvo mucho éxito, se encarga una arenga que estará dirigida al rey. La persona elegida para hacerla es Joan Ferrando, abogado y doctor en leyes.

Nueve días después, el 22 de marzo, sabiendo que los reyes estaban a punto de salir de Barcelona, camino de Valencia, determinan pedirle permiso para hacer tres entradas diferentes: el primer día entraría él, al siguiente lo haría la reina, y al tercer día entraría el primogénito. También desean que cada uno de los palios lleve doce bordones, y que se hagan cimeras para los yelmos de quienes van a participar en los torneos44.

Como se puede observar la pujanza de la ciudad queda de sobras demostrada con estos acuerdos, que contrastan con la petición dirigida a Martín el Humano de hacer una sola entrada cuando llegó a la ciudad con la reina. Quizás también se hiciera así para hacerle olvidar al monarca el poco entusiasmo de los valencianos cuando fue elegido rey en Caspe, pese a la inestimable ayuda prestada por San Vicente Ferrer. No deja de ser significativo al respecto que se haga un bando anunciando que se multará a los gremios y particulares que no participen en la entrada:

[...] E per ço sia obs que cascun estiga arreat e apparellat fer bella festa mentre ha temps per tal rao los dits justicia jurats promens e Consell intimats e denunciants les dites coses manen atots los maiorals e caps dofficis e mesters e a cascuns daquells en nom e loch de cascun offici e mesters aque sien estats amprats e pregats fer preparatoris a la dita benauenturada festa en pena de doents florins dor per cascun offici e mester E a cascun singular dels dits officis e menestrals en pena de vint florins dor per cascun daquells contrafaents [...]45

Los jurados valencianos estaban tan dispuestos a que aquella fuera una solemne entrada que hasta deciden vestir a las mujeres de la casa de la penitencia, con cargo a la ciudad. Los colores elegidos para dichos vestidos son el pardo o el azul, burell o blau.

Los monarcas, mientras tanto, seguían sin hacer acto de presencia. Así que los jurados siguieron tomando nuevas resoluciones. El 16 de mayo se determinó el derribo de varias casas que dificultaban el paso de los entremeses. Y el desvío de aquellos que, pese a todo, no pudieran pasar:

Es de opinio lo present Consell que sien adobats tots los alberchs dels carrers per los quals haura passar lo senyor Rey lo jorn de la festa per esguard dels entrameses de la dita festa tro a la plasa dels Caxers fahent derrocar e dresar tot ço que nosa fara o impediment dona als entrameses feta taxacio e esmena rahonable a aquels de qui sia interes. E quan seran en la dita plasa los entrameses que no poran passar per la Corregeria qui es estreta sien portats als lats del monestir de frares menors e de aquí per lo carrer dels transits E de aquí per la Exerea e per aquells mellors carrers que puxen portar tro al portal del temple Enaixi quey sien portats ab mira en tal forma quey sien ans quel dit Senyor hi sia intrat a fi ques mesclen ab los altres entrameses en sor orde del principi [...]46

Pese a todo, el 19 de febrero de 1414 los jurados decidieron no cargar a la ciudad con tantas obras y gastos. Así que sólo se modificarían dos calles, dado que por ellas pasaban todas las solemnidades, sobre todo la procesión del Corpus Christi: la Corregeria i el carrer de les avellanes. Los entremeses que no pudieran pasar por ahí se desviarían en busca de las calles por donde cupiesen, es decir por la actual plaza del Ayuntamiento, desde donde irían al cementerio de los judíos, situado frente al Parterre, en lo que hoy es el Corte Inglés, y de aquí al Real.

Las obras, sin duda, debieron demorarse, pues el 13 de octubre se decide ampliar la calle de la Corregeria. Gracias a este acuerdo, conocemos el recorrido real, y la grandeza de los entremeses:

[...] E per embellir e mils festiuar la dita festa la Ciutat fa fer diuerses entrameses molt bells los quals per necessitat de la dita festa han ha passar per lo carrer de sent berthomeu e per lo carrer dels cauallers e per lo carrer de la bosseria e per lo mercat e per la plaça dels caxers e per sent Mari e per lo carrer de la coltelleria e per la corregeria e per la plaça de la figuera e per lo carrer de les auellanes e per la seu e tornar al Real del dit senyor Rey E los damunt dit entrameses per lur granea e bellea segons es estat vist e regonegut per mestres e persones expertes no poden bonament passar per alcuns dels dits carrers [...]47

La calle de la Corregeria, por lo tanto, es la que terminó por ampliarse. Téngase en cuenta que por ella discurría, desde 1355, la procesión del Corpus. Y que el rey, aunque no se diga explícitamente, hizo el mismo recorrido que dicha procesión48. Los entremeses, por otra parte, fueron todo un éxito. Trabajaron en ellos tanto carpinteros como maestros cantores. Es esta la primera noticia que tenemos sobre cantos, dialógicos o no, desarrollados en ellos. Cantos similares en la procesión del Corpus son, al parecer, posteriores49. La ciudad quedó satisfecha del resultado. Tenemos el testimonio del capellán de Alfonso el Magnánimo para corroborarlo:

En l'any de mccccxiiii., a xxvi. de deembre, entra lo senyor rey don Ferando e senyora reyna, fills e filles, en la noble ciutat de Valencia, hon li fon feta molt insigne e instimable honor de molts entramesses, e molts bels e soptils, e tots los hoficis de la ciutat, cascu fent ses maneres de festes, en la manera que pus belament e honorosa podien, e aço durant continuament huit dies; e d'aqui avant, durant e continuament moltes maneres de festes e solaços,  en honor del senyor rey e de sa noble companya. O Valencia, prospera en trihumfe de instimable honor, esser ennoblida del sant pare, papa Benet50, e de cardenals, bisbes e prelats, de tal e insigne rey, reyna, princeps, duchs, comptes, barons, e de tanta manera de cavaleria, e de tantes maneres de gens! be pots dir per cert que est alt en lo sobiran grau de la prospera honor de la roda mundana, segons has fet en tos entramesses, en la festa de la entrada del senyor rey51.

La demostración del poder de la ciudad quedó, pues, bien patente, no sólo por las dos entradas, con doce días de diferencia, sino porque esta última queda desgajada en tres. Añádese a ello los palios, los entremeses, los torneos y el nada despreciable papel de los oficios con sus juegos y sus trajes y divisas. Dado el rango de la gente que albergaba la ciudad cuando llegaron los monarcas, al rey le debió quedar claro que la ciudad de Valencia era una ciudad a tener en cuenta: no cabía mayor demostración de magnificencia. Ni podían agasajar mejor al monarca: hizo el recorrido de la procesión del Corpus, por tanto si Valencia había tenido alguna prevención contra él en Caspe, estaba claro que lo aceptaba ahora como monarca indiscutible.

 

11. María de Castilla

María de Castilla, hija de Enrique III de Castilla y de Catalina de Lancaster, fue prometida en matrimonio al príncipe Alfonso, el futuro Alfonso el Magnánimo, en 1406. La boda, sin embargo, no se celebró hasta 1415. Tuvo lugar en Requena, y fue seguida por la consiguiente entrada en la ciudad de Valencia. Así lo quiso el rey, quien se lo comunicó a los jurados para que le hicieran las fiestas y los regalos pertinentes. Obsérvese que es el propio monarca quien así se lo pide a los jurados:

Fon proposat en los present concell per los honorables jurats que lo senyor Rey los hauia amprats com ell volgues e hagues acordat que lo senyor princep de Gerona e primogenit seu fes les noces e consumas son matrimoni ab la infanta dona maria fill del molt illustre princep Rey de castella lo cinquen jorn de juny primeruinent e a la fetiuitat e solmenizacio del dit matrimoni volgues segons es acostumat en semblants actes que los missatgers de la dita Ciutat e de les altres ciutats hic fossen com dixessen que les dites noces se deuien fer en Requena hoc els hauia pregats que li apparellasen bella festa e donatiu dargent segons era stat acostumat en temps passat en semblants festes e mellor ab entrameses hoc encara feren legir en lo dit concell vna letra que del dit material era stada tramsea e presentada als dits honorables jurats52.

El Consell no tomó ningún acuerdo ese primer día, 8 de mayo de 1415. Fue el día 29 de ese mismo mes cuando determinaron, en contra de la voluntad del rey, que deseaba tres palios, hacer uno solamente, destinado a María de Castilla. También haría 24 gramallas de tela de oro. Igualmente, y con cargo a la ciudad, vestiría a los justicias y racionales, así como al escribano y al síndico. Dos días después el Consell se volvió a reunir teniendo como asunto central de su discusión la exigencia de los tres palios por parte del rey. La ciudad se mantuvo firme alegando que la boda era cosa del rey. Y de paso los jurados elegidos para ello renunciaron a los vestidos que la ciudad les iba a hacer con motivo de la entrada. No se especifica el motivo de tal renuncia53. Es posible que fuera como protesta por la injerencia del rey en unos asuntos que no tenía porqué decidir él. O reclamando moderación a una ciudad que había vivido, medio año antes, la entrada del rey y del papa Luna. Pese a todo Fernando de Antequera no se daba por vencido. Pues el día 10 de junio los jurados vuelven a tratar el asunto de los tres palios, manteniéndose firmes en hacer sólo uno. Conceden, por el contrario, que los oficios, así lo ha pedido el monarca, bailen y hagan fiesta durante tres días seguidos54.

Por los pagos realizados sabemos que hubo entremeses, fuegos, justas y el derribo de un trozo de la muralla, tras la puerta del Temple, para que pudieran pasar los entremeses. Para la visión de éstos se alzó una tarima, destinada a la princesa, frente a las torres de Serranos55. Se le regaló también un collar de oro con perlas y piedras finas valorado en 30.000 florines56. Al parecer el monarca consiguió el regalo, no sabemos si también le hicieron alguno al príncipe, aunque nos inclinamos a creer que no, dado que no se consigna en ningún sitio. Es probable que los jurados no se lo hiciesen, puesto que se lo habían hecho seis meses antes. Tampoco, sin duda, accedieron a los tres palios que pedía el rey.

 

12. La consueta de la entrada de Alfonso el Magnánimo

Fernando de Antequera murió el 2 de abril de 1416. Le sucedió en el trono su hijo Alfonso, el cual no tardó mucho en venir a Valencia. Aunque su entrada como rey no se celebró hasta su regreso de Italia en 1424. El 6 de diciembre de 1423 los jurados le escribieron una carta dándole cuenta de los festejos realizados en la ciudad nada más saber su salida de Nápoles. Igualmente se celebró ab gran jocunditat, festa e alegria de alimares, luminaries, sons e cants el haber salido con bien de la tormenta que lo cogió en alta mar57. El día 15 de ese mismo mes comenzaron los preparativos para la entrada: se convoca a todos los oficios de la ciudad para que participen yendo bien vestidos. Deben ir con sus bailes, y con gozo y alegría. Este mismo día se nos indica el recorrido del monarca: entrará por la Puerta del Mar, seguirá por la calle del mismo nombre, llegando a la actual Plaza de la reina. Subirá luego por la Corretgeria siguiendo hasta Caixers, y per la Bosseria irá a Cavallers, donde encarará ya la entrada a la catedral. Hace un recorrido, pues, circular por lo parte antigua de la ciudad.

Por supuesto se ha facilitado el recorrido para que todos los vecinos aseen las calles, que deben cubrir con arrayán, y empalíen y adornen las paredes de sus casas.

Sabiendo que el rey viene por el mar, se ordena que en terrazas, torres, campanarios y otros lugares eminentes, se enciendan fuegos así se sepa que la escuadra real ha entrada en aguas de Valencia. Por supuesto la iluminación irá acompañada de cantos, cohetes y todo aquello que denote alegría y contento.

Por esa misma razón se prohiben los vestidos de luto, al igual que en la exequias regias, sin conseguirse del todo, se prohibía toda señal, ropa incluida, de alegría58 De todos los acuerdos se hizo público bando a fin de que nadie pudiera alegar ignorancia59.

El día 16 se siguen tomando nuevos acuerdos: el encargo de un entremés, se repite lo de los fuegos en los lugares altos de la ciudad, y adornar con estandartes el muelle de madera por donde desembarcará el rey, sobre el que también se arrojará arrayán. Avisan a los habitantes del Grao para que engalanen calles y casas. Se determina también comprar un caballo, que le será ofrecido al rey, con todos sus aditamentos, y hacerle un palio. Éste será llevado por doce hombres honorables; el freno del caballo lo llevarán dos, y ocho irán delante del monarca. Se ordena hacer banderas para colocarlos a lo largo del recorrido real. Los oficios, como siempre, son convocados a fin de que asistan lo mejor vestidos que puedan, y vayan con sus pendones bailando.

Como novedad nos aparece la petición, dirigida al cabildo, de hacer una solemne procesión, en la que participe el clero de la catedral y de todas las otras iglesias, a fin de salir a esperar al rey. La procesión no irá más allá de la Puerta del Mar, de donde regresará a la catedral acompañando al monarca en su entrada. Ya no cabe, dado que hace el recorrido del Corpus Christi, mayor equiparación del monarca con Cristo. Tras este último acuerdo se insiste, una vez más, en la limpieza de calles y adorno de fachadas con paños de oro.

Por fin el sábado día 29 de enero de 1424 se hizo el bando anunciando la inminente llegada del rey. Entre tanto ha habido cambios: el monarca no viene por mar sino por tierra. Entrará por las torres de Serranos haciendo el mismo recorrido que hizo su padre, Fernando de Antequera, diez años antes.

La entrada se volvió a retrasar. Los jurados se reunieron de nuevo el día 1 de febrero más que nada para corroborar los viejos acuerdos. Poco había que añadir a lo ya estipulado. No obstante es interesante la reunión de este día porque lo allí dicho fue copiado en un folio aparte:

Primerament[20] que sia dit al senyor Rey que a ell per sa merce placia venir lo dijuos bon mati aqualque loch prop lo abeurador axi com alespital den Clapers o al loch  preparat on ell deu mirar e aquest parria que fos pus propri.

Item que sien assabentats los gouernador e son lochtinent justicia criminal e lo lochtinent e vltra ells sien amprats alguns cauallers gentils homens e ciutadans honrats en nombre couinent los quals sien ordenadors e guiadors dels officis o mesters e los entrameses E tots hajen poder de pendre qualseuol mouents remors en la dita festa e soltar aquells E per ço que sia preclusa via adebats par ques deguessen metre en orde per scrits los officis per ço que dela graduacio de aquells no sia questio

Item que en la plaça denant lo abeurador sien fetes barreres tals que la dita plaça romanga delliura per als entremeses

Item que passats tots los officis e mesters e los entrameses sia aqui prest lo cauall per adonar e presentar al senyor Rey lo qual li presentara lo sindich de valencia. E caualcant en aquell lo senyor Rey ab lo pali e altres portants gramalles dor als banchs del fre e anants denant vajen apeu ab lo senyor Rey fins que sia entrat en lo seu Reyal"[21].

Estos mismos acuerdos, a partir del adverbio primerament, como ya hemos indicado, están transcritos en dos folios sueltos, sin numerar, con el título de Memorial de les coses ques deuen fer e obseruar enla festa de la entrada del senyor Rey en lo dia del digous prop vinent. Dichos folios están doblados por la mitad, sin duda para poder llevarlos con comodidad en la mano o en un bolsillo: fueron transcritos para un posible maestro de ceremonias. En el anverso del primero constan los acuerdos. En el reverso y anverso del siguiente, de forma incompleta, figuran los nombres de los jurados que deben llevar los bordones y el palio. El reverso del último folio está en blanco. Están sueltos, como algunas copias de los bandos que devolvía el crida, una vez hechos. Los folios miden lo mismo que el resto de los que componen el Manual, 29,8 x 22 cms., aunque son de letra distinta a la de los acuerdos de dicho manual. Los copiaron, pues, para saber en todo momento lo que se debía hacer. Los jurados, así, van a tener un modelo en esta consueta. Lo cual demuestra el enorme valor dado a la llegada de Alfonso V. Hay un maestro de ceremonias.

En el memorial, tras los acuerdos, como hemos indicado, está la lista de los que irían delante del rey. La entrada, sin embargo, no se realizó ese día, sino el 10 de febrero. Fue debido el retraso a las grandes lluvias que hubo en Valencia durante aquellas fechas Explica esto que el bando anunciando la entrada aparezca el 8 de febrero de 1424.

De esta entrada cabe resaltar la grandeza en la concepción, no de la entrada en sí, sino de la que esperaban realizar si el rey hubiera venido por el mar. El recorrido real, en ese caso, hubiera sido larguísimo, y hubiese conllevado la construcción de un muelle de madera, adornado con banderas y pendones, amén de los entremeses y el regalo de un caballo. Se convoca al clero para que salga a esperar al rey a la Puerta del Mar. No deja de ser curioso, al respecto, que la primera crida que se hace anunciando la llegada de Alfonso el Magnánimo comience con la misma fórmula con la que comenzaban los bandos anunciando las procesiones: Alaor e gloria de nostre senyor deu e de nostra dona sancta maria e del glorios martis mossen sent vicent patro singular dela Ciutat de valencia e a exaltacio de la precellent Reyal Corona Darago e per festa e celebritat de goigs e alegries per la benauenturada entrada del motl alt senyor Rey en aquesta Ciutat... Tampoco deja de ser asombrosa la concepción espectacular de los jurados: mandan hacer fuegos en las partes más altas de la ciudad, a fin de que ésta se vea totalmente iluminada desde alta mar. Valencia era capaz de transformar la noche en día. Para ello se proveyó de leña a torres, campanarios y terrazas. Y, cómo no, se prohibe toda manifestación o vestido de duelo.

Se convoca a los oficios a fin de que vayan con sus ropas cantando y bailando. Los entremeses, como ya venía siendo habitual, corren a cargo del Consell. Los oficios salieron al Real y acompañaron al rey durante toda su entrada, como era preceptivo. A lo largo del recorrido, se hicieron torneos. De esto, sin embargo, nada dice el Memorial, preocupado, por el contrario, por evitar riñas y peleas entre los oficios por cuestiones del protocolo. Tampoco se consigna el orden de los oficios, pese a que se demanda en el mismo memorial, tal vez porque era conocido para el probable maestro de ceremonias. Como tampoco se consigna el nombre de destradores ni portadores del palio, quizás por la misma razón.

Es una consueta breve y escueto; pero no por ello carente de interés: es un primer apunte para dirigir las entradas desde la entrada misma. Ya hemos visto también como las otras entradas se transformaban, a su vez, en consuetas para las recepciones posteriores, aunque éstas nunca llegaron a ser un ritual, un todo cerrado y definitivo, sino una fiesta política que fue variando conforme lo hacía la sociedad que la ponía en pie. Las entradas reales son la fiesta del poder; pero del poder de la ciudad. Y a través de esa fiesta, de su concepción y realización, se puede llegar a comprender las relaciones del rey con la ciudad, los problemas derivados de la monarquía y el Consell, e incluso las relaciones familiares entre los distintos miembros de la realeza. Es un microcosmos digno de estudio, no sólo por la fiesta, por la puesta en escena, sino por todo lo apuntado más arriba.

 

 

 

 



[1] Paul Zanker, Augusto y el poder de las imágenes, Madrid, Alianza Forma, 1992. Pág. 13.

[2] Ramon Muntaner, Crònica I. Cap. 12.

[3] Ramon Muntaner, Crònica I, cap. 23.

[4] Véase TASIS I MARCA, R. Pere el Cerimoniós i els seus fills. Història de Catalunya, Vol. 7, Ed. Vicens-Vives, 1980, pgs. 3-13.

[5] Véase Manual de Consells, A-3, fs. 163-166. CARRERES ZACARÉS, Ensayo de una bibliografía de libros de fiestas celebradas en Valencia y su antiguo reino, Valencia, MCMXXVI, pgs. 1-4, y CARBONERES, M., Nomenclator de las puertas, calles y plazas de Valencia, Valencia, 1873, pgs. 144-146.

[6] Iglesia situada extramuros de la ciudad, en la actual calle de Sagunto. Parece ser que era una antigua mezquita. TEIXIDOR, J. , Antigüedades de Valencia, Valencia, 1895. Vol II, pág. 151.

[7] HUIZINGA, J., El otoño de la Edad Media, Madrid, 1978 pgs. 61-63 y 70-71.

[8] Manual de Consells, A-3, fs. 19-21 y CARRERES ZACARÉS, Op. cit., pgs. 6-7.

[9] Estaría, más o menos, a la altura de la actual calle de María Cristina. BOIX, V., Valencia histórica y tipográfica, V. I, pgs. 118-121.

[10] Véase el plano, pág. 93 del libro de SANCHIS GUARNER, La ciutat de València, Valencia, 1989, 5ª edición.

[11] SANCHIS GUARNER, Op. cit. pgs. 109-111.

[12] CARRERES ZACARÉS, Op. cit.,pgs. 10-11.

[13] Pueden verse todos los acuerdos en el Manual de Consells, A-16, f.155-171. Y en CARRERES ZACARÉS, Op. cit., p.27 y ss.

[14] Es el Consell Secret. La administración municipal, a mediados del siglo XV, residía en un órgano consultivo y deliberativo: el Consell de Cent. Estaba formado por seis nobles, caballeros y generosos; cuatro ciudadanos, Els jurats vells; cuatro juristas, dos notarios, cuarenta y ocho representantes de las doce parroquias en que estaba dividida la ciudad, y dos representantes de cada oficio. Los oficios oscilaban entre más de sesenta y menos de ochenta. Dado los numerosos servicios que tenía que atender el Consell  delegaba parte de sus responsabilidades en un comité ejecutivo, el Consell Secret, auténtico órgano directivo de la ciudad. Lo componían los jurados, el racional, el síndico y los abogados. Vid. BALAGUER CEBRIÀ, València en la crisi del segle XV, Barcelona, Ed. 62, 1976. Págs. 24-25 y 28-29.

[15] STRONG, R., Arte y poder. Fiestas del Renacimiento, Madrid, Alianza Forma, 1988. Pgs. 26-30, 63 y 143.

[16] Carreres Zacarés retrasó este origen a 1413 con la entrada de Fernando de Antequera. Así lo dice en La procesión del Corpus, Valencia, 1955, pg. 33. No obstante, dos años después, hablando sobre el origen de la palabra roca, afirma que bien pudieran ser los juegos de los oficios hechos para la entrada de los duques de Gerona el origen de las rocas del Corpus (Las rocas, Valencia, 1957, pgs. 7 y ss). Nosotros estamos convencidos de esto último, sin olvidar los juegos que ya se hicieron en la entrada de Alfonso X, antecedentes claros de éstos.

[17] Manual de Consells A-17, f.259 vto.- 264vto.

[18] Mata de Armanyac falleció en Zaragoza en 1378.

[19] Se celebraba un domingo después de la octava de S. Pedro y S. Pablo. ADELANTADO SORIANO, V., Rituales, procesiones, espectáculos y fiestas en el nacimiento del teatro valenciano, Tesis doctoral, Valencia 1995, pgs. 151 y ss.

20 El uso del palio en las entradas reales asocia éstas con la fiesta de Dios, con la procesión. De ahí que el rey reserve ese uso solamente para la monarquía. Véase KONIGSON, E., L‘espace théatral médiéval, París, 1975. Pág. 198.

21 CARBONERES, M., Nomenclator de las puertas, calles y plazas de Valencia, Valencia, 1873, pág.2.

22 Sobre las exequias de dicho rey en Valencia véase ADELANTADO SORIANO, V., Op. cit., pág. 275 y ss.

23 Recuérdese que la llegada del nuevo rey a la ciudad, y las cortes generales, se debían hacer, así lo acordó Jaume I, durante el primer mes después de la coronación. Véase SOLDEVILA, F., Jaume I. Pere el Gran, Barcelona, 1985, pág. 56.

24 Para todos l.os acuerdos, Manual de Consells, A-20 fs. 35-48.

25 Se habían prohibido a raíz de los azotes de peste que sufrió la ciudad. Véase ADELANTADO SORIANO, V., Op. cit., pág. 48 y ss.

26 CARRERES ZACARÉS, Op. cit., págs. 63-64.

27 ADELANTADO SORIANO, V., Op. cit., notas 240 y 244 de las páginas 174 y 179.

28 Véase Op. cit., pág. 45.

29 RUBIO VELA, A., “El segle XIV” en Història del País Valencià, Barcelona, 1989, vol II, págs. 171-264 .

30 Manual de Consells, A-20, f.155. Sobre la favorita y los problemas del rey con los municipios, véase RUBIO VELA, “Els temps difícils (1347-1375)” en Op. cit., v. II. Págs. 257-258.

31 Los acuerdos de la entrada están en el Manual de Consells, A-22, folios 99-172.

32 CARRERES ZACARÉS, Op. cit., pág. 68.

33 CARRERES ZACARÉS, Las rocas, pág. 5-6 y ADELANTADO SORIANO, V., Op. cit., entradas correspondientes.

34 RUBIO VELA, A., “La lenta recuperació (1375-1410)” en Op. cit., págs, 235-236.

35 BELENGUER CEBRIÁ, E., València en la crisi del segle XV, Barcelona, Edicions 62, pág. 13.

36 CARRERES ZACARÉS, Op. cit., pág. 70.

37 SANCHIS GUARNER, Op. cit., pág. 132.

38 Teatro e culture della rappresentazione, a cura di R. Guarino, pág. 27 y ss.

39 RUBIO VELA, Op. cit., pgs. 260-261.

40 Manual de Consells, A-25, f.126 vto.

41 Sobre la lista de los gremios, ADELANTADO SORIANO, V., Op. cit, pgs. 634-635.

42 PÉREZ-RIOJA, J.A., Diccionario de símbolos y mitos, Madrid, 1971.

43 Manual de Consells, A-25, f. 152 vto. 154.

44 Manual de Consells, A-25, f.170 vto.

45 Manual de Consells, A-25, f.174 vto.

46 Manual de Consells, A-25, f.193.

47 Manual de Consells, A-25, f.406.

48 ADELANTADO SORIANO, V., Op. cit., pág. 694, nota 188.

49 Véase Teatre bíblic. Antic testament, A cura de Ferran Huerta, Barcelona, 1976, pág. 26 y ss. Y Teatre profà, A cura de Josep Romeu, Barcelona, 1962. VI, pág. 14 y ss.

50 Se refiere a la entrada de Benedicto XIII, realizada doce días antes. ADELANTADO SORIANO, V., Op. cit., pág. 98 y ss.

51 Dietari del capellà d’Anfos el Magnànim, Valencia, 1932, págs.109-111.

52 Manual de Consells, A-26, f. 11 vto.

53 Manual de Consells, A-26, f. 29 vto.

54 Manual de Consells, A-26, f. 34 vto.-35. El folio 35 vto., aparece totalmente en blanco. No hay más acuerdos sobre esta entrada.

55 CARRERES ZACARÉS. Op. cit., págs. 94-95.

56 Dietari del capellà... págs. 112-113.

57 CARRERES ZACARÉS. Op. cit., págs.65-66.

58 ADELANTADO SORIANO V., Op. cit., pág. 389 y ss.

59 Manual de Consells, A-28, f.18 vto.-19.

[20]A partir de aquí se transcribe en unos folios aparte, sueltos y sin paginar, todo lo siguiente con el título de Memorial deles coses ques deuen fer e obseruar enla festa dela entrada del Senyor Rey enlo dia del digous prop vinent.

[21]Manual de Consells A-28, fs. 22vto.-24.