Abstract:
Y donde no hay dádivas no se quebrantan las peñas, porque cada uno no tiene ojo sino a lo que le han de dar, y en ver bullir dinero todos se alegran (XIV, pág. 233).
BRUMANDILÓN.- Así den dineros, que bailaremos todos, que todas las cosas obedecen a la pecunia (I, 5, pág. 67).
Aquí, señor, por dinero baylla el perro, como en tierra de Salomón. Y sepa que si el señor Homero viene sin él, duerma al sereno, aunque trayga a Héctor de rienda (III, 10, pág. 358).
No es tiempo ya de cortesías. Todo nos merecen mientras no abren la bolsa y cierran la boca (op. cit. IV, 1, 359).
El afán de dinero se muestra en unos [los personajes celestinescos] y otros [los pícaros], no como en la comedia barroca que procuraba exculpar a los señores; en individuos de estratos altos y bajos se señala el vicio o pecado de la codicia, sólo que se observa una tendencia a insinuar, por lo menos, como más brutal y agresiva en sus consecuencias, la codicia que se manifiesta en los señores, a lo cual responde la negativa valoración de su conducta por los de abajo y su hostil actitud consiguiente (pág. 121).
La buena paga haze milagros, que palabras llévalas el viento como las plumas, y maldita la cuenta que yo hago dellas (III, 3, pág. 346).
Al diablo doy tanta avaricia de muger: bien dizen que es vicio el pedir a quien se aveza a él (Comedia Florinea, XXVIII, pág 243).
Que más ha medrado ésta con dos passos del diablo que ha dado, con treynta embustes que le trae, que gana un fiel criado antiguo en toda su vida, echando la hiel, siriviendo honesta y christiana, y lealmente (op. cit. XXXIX, pág 258).
El dinero, según la estimación de la época, está en el origen de la agudización del mal de la codicia que se sufre (pág. 115).
Toma tú el sayón de raso
y tú el jubón de brocado (Jornada 2, versos 736-7).
Corta luego, Sigeril, cuatro varas de contray de aquella pieça que me trajeron de la feria, y dalas a Pandulfo que se las lleve [a Celestina], y a él otras ocho varas para sayo y capa que le mandé (Segunda Celestina, XV, pág. 258).
Y tú, Sigeril, toma un vestido de terciopelo de los míos, por pago del trabajo de anoche (op. cit. XXXII, pág. 264).
PANDULFO.- Aun tengo de mudar el pelo malo con estos amores, que mi amo es liberal y está caído en el lazo, y no ha de doler ni estimar el gasto (op. cit. XVI, pág 262).
dos pares de gallinas, más ocho pares de perdizes, tres liebres, quatro conejos, esse quarto de carnero, estas dos pieças de vaca, el pernil de tocino, (...) Ese costalejo de pan, (...) estas dos botas de vino, y ésta del blanco yo te doy mi fe que es del Sanct Martín de Valdeyglesias, y esa otra de tinto de lo de Toro, muy bueno y estremado. También traygo ay unos melones y unos duraznos (op. cit. XXXIII, pp. 493-4).
FELIDES.- Para gratificación de tus consejos y principio de paga de las obras, toma este par de jarros de plata y aquella pieça de contray con que te vistas, que es razonable (Tercera Celestina, XXXVI, pág. 314).
AMINTHAS.- Pues buena cosa es la templança.
SIMACO.- Ya lo sé. Pero [es buena] y loable entre mercaderes y ciudadanos y cavalleros pobres, pero en el género de los grandes señores muy reprovada es la templança, porque todos lo tienen por avaricia (XIV, pág. 233).
LYDORIO.- ¿Qué es lo que mandas, señor?
FLORIANO.- Que luego des a esta dueña diez varas del refino que este día sacaste para mí, para que se vista, y darás le para chapines veynte pieças de oro, y tendrás cuydado de mandar la cada día a su casa ración (Comedia Florinea, XVI, pág. 217).
de la pieça de altibaxo azetuní, que saqué para las fiestas passadas, diez varas para una capa (op. cit. III, pág 167).
FLORIANO.- Pon te tú esse [anillo] de esse diamante mío en el tu dedo, no en prenda, sino por tuyo (op. cit. XVI, pág. 216).
En suma, dineros, joyas, objetos preciosos, ropa blanca, vestidos, comida, todo es bueno para nuestras magas; y la técnica consiste en hacer durar lo más posible el trámite a fin de obtener un máximo de ventajas en especie o en naturaleza, reactivando periódicamente el interés mediante una operación "mágica" más o menos espectacular (pág. 126).
Alargarle he la certenidad del remedio, porque, como dizen, el esperança luenga aflige el coraçón, y quando él la perdiere, tanto gela promete (La Celestina, I, pág. 38).
Dile que cierre la boca y comience abrir la bolsa; que de las obras dudo, quanto más de las palabras (op. cit. I, pág. 46).
Este tu amo, como dizen, me parece rompenecios: de todos se quiere servir sin merced (op. cit. I, pág. 51).
A tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo (op. cit. I, pág. 51).
LIBERIA.- Pues quiero, como dizen, a tuerto o a derecho, que mi casa vaya hasta el techo (Comedia Florinea, XLII, pág. 301).
Todo lo puede el dinero; las peñas quebranta, los ríos passa en seco. No ay lugar tan alto que un asno cargado de oro no le suba (La Celestina, III, pág. 70).
Maravíllome de ti, que no es essa tu costumbre, ni sueles dar passo sin provecho (op. cit. IV, pág 77).
La misma criada añade un poco más adelante:
En mi seso estoy, que nunca metes aguja sin sacar reja (op. cit. IV, pág. 78).
Naturalmente Celestina esconde bajo una capa de modestia y altruismo la perfidia de su comportamiento interesado. De ahí que, cuando hable con Sempronio sobre cómo repartir la ganancia que genere la locura de su amo, le insinúa:
Aunque ayas de aver alguna partezilla del provecho, quiero yo todas las gracias del trabajo (op. cit. V, pág. 96).
No ay palabra de las que dize, que no vale a la vieja Celestina más que una saya (op. cit. V, pág. 99).
¿Con qué pagarás a la vieja, que oy ha puesto su vida al tablero por tu servicio? (op. cit. VI, pág. 100).
Apenas era llegada a mi casa quando entravan por mi puerta muchos pollos y gallinas, ansarones, anadones, perdizes, tórtolas, perniles de tocino, tortas de trigo, lechones (op. cit. IX, pág. 150).
Pues, ¿vino? ¡No me sobrava! ¡De lo mejor que se bevía en la cibdad! Venido de diversas partes: de Moviedro, de Luque, de Toro, de Madrigal, de Sant Martín y de otros muchos lugares (ibídem).
si tienes ay algunas blanquillas, no dexes de dármelas para unos tocados que le avía de comprar mañana (XXIX, pág. 275).
Será cosa conveniente que a Franquila, a quien somos en tanta obligación, le embíes tres pieças de seda y algunas cosas de oro, de manera que se cumpla con ella y no que en cosa querellase, pues ya sabéis lo que se le deve (XIV, pág. 232).
En buena razón me fundo,
que no hay más amor en el mundo
que tener o no tener (pág. 221).
Y en pago de tus trabajos, quiero que te den (porque me dize que tienes una hija para casar ya), para en dándole matrimonio, treynta mil maravedís (XXXVIII, pág. 290).
una librança de veynte cargas de trigo (...) y cinquenta ducados para sus menesteres (ibídem).
Sin vergüença osaré parescer por tu servicio donde gane mayores mercedes, con tanto que no me mandes yr descubierta a parte de afrenta, porque traygo malas sayas, que me corro de verme (op. cit. XXIV, pág. 240).
Agora me cumple a mí al primer descorchar tener presta la lengua al pedir y abiertas las manos al asir; porque más vale verguença en cara que lástima en coraçón (op. cit. XXV, pág. 242).
Si la veo picadilla [a la dama], vender me caro, porque pite también para la lumbre del candil con que yo alumbro, y aun encandilo, a tales bovos como los que al presente traygo entre manos (op. cit. XXV, pág. 241).
La esperança del buen gualardón para desterrar necessidades de mi casa me moverá a que haga todo mi dever y me atreva a todo trance; pues no se gana el pan sin afán, ni se toman truchas a ropas enxutas (op. cit. XV, pág. 208).
Su conducta, contraria al dinero, concuerda con una ideología no capitalista que miraba las monedas como un mal social que venía a acabar con un intercambio más básico y "natural" en el que se relacionaban los hechos humanos y los productos de la naturaleza, todo ello situado al mismo nivel (HERNÁNDEZ ORTIZ, pág. 75).
La andaluza tiene unos fines de sobrevivencia y satisfacción inmediata que van de acuerdo con la naturaleza; mientras sea para ganarse la vida y sin hacer mal a nadie, ella piensa que su labor no va contra la ley del Creador (op. cit. pág. 88).
En mi seso me estaba yo en dejar este trato si la maldita e insaciable codicia del más haber , que a los más de los mortales fuerza a cometer lo ilícito, no me venciera (II, 1, pág. 73).
Y, algo más adelante:
Cuando era pobre, entonces me hallaba más rica porque nada codiciaba y agora que, bendicto Dios, me sobra, más y más deseo (op. cit. II, 1, pp. 76-7).
Lo que había sido una relación de adscripción personal (...) se convierte en una relación de mero contenido económico, conforme lo permiten los recursos de la economía monetaria, al generalizar el sistema de pago de los servicios en dinero (IV, pág. 87).
De lo que ay en la despensa basta para no caer en falta: pan blanco, vino de Monviedro, un pernil de toçino, y más seys pares de pollos (La Celestina, VII, pág. 135).
De la burla yo me llevo lo mejor (op. cit. I, pág. 34).
Desseo provecho, querría que este negocio hoviesse buen fin; no porque saliesse mi amo de pena, mas por salir yo de lazería (op. cit. III, pág. 72).
FELIDES.- Yo te prometo que yo te lo satisfaga si llevas a fin estos hechos.
PANDULFO.- No querría yo que fuesse todo parolas, porque más quiero un toma que dos te daré (Segunda Celestina, VIII, pág. 185).
Sin mentir,
siempre oí, señor, dezir
un refrán que yo me sé:
vale más, as de sentir,
un toma que dos daré (Auto Clarindo, II, 7, pág. 258).
BARRADA.- Señora, que assí está bien, que al buen pagador no le duelen prendas; ves aquí cuatro ducados para una saya, para paga y señal (Segunda Celestina, XXXIV, pág. 492).
Por el contrario, en la continuación de Gaspar Gómez de Toledo, los criados están más interesados en satisfacer su apetito, procurando llenar su estómago, sin preocuparse tanto por su bolsa. Así ocurre cuando, después de haber descargado la comida, Sigeril trae ya el almuerzo preparado:
Ves aquí este capón assado, y este par de palomas fiambres que hallé con este jamoncillo de tocino; y aún el queso no es podrido (Tercera Celestina, XXXIII, pág. 294).
dos pares de perdices (op. cit. XXVII, pág. 255).
GALTERIO.- ¿Qué te parece, Simaco, cuál va Aminthas? Con capa de damasco y sayón de carmesí y penacho de oro en la gorra, triumphando ante la vida.
SIMACO.- Bien haze de preciarse, qu'es mancebo y de gentil dispusición (XI, pág. 172).
A él darle as el jubón de brocado bordado con las calças que saqué para estas fiestas. En aunque no sea paga, será principio de lo que quiero darle (Comedia Florinea, III, pág. 168).
Y más adelante para Fulminato a quien le ofrece:
la mi cuera de bufano con la guarnición de carmesí, pelo y passamanos de hilo de oro, y darasle para calças quatro pieças de oro, y daras le de mis espadas la que él quisiere (op. cit. XIII, pág. 205).
Yo te daré de vestir
sayo y capa,
que mucha verguença tapa,
gorra y calças que pediste;
y essos cabellos te rapa,
mira que me andes triste ( Auto Clarindo, III, 1, pág. 266).
No sé qué me le dezir,
aqueste anillo le doy,
que pocos negocios ay
sin dádivas prevenir ( Comedia Pródiga, III, 6, pág. 326).
Si el gualardón no terciasse, ni avría señor servido, ni pobre subjecto (XXV, pág. 247).
SIGERIL.- Señora mía, no pensé yo que en precio pusieras lo que yo juzgava si ninguno.
PONCIA.- Pues agora sabes tú que sin él no se han las mugeres (Segunda Celestina, XXXI, pág. 454).
Por el cuál no hay falta que con él no se cobre, pues no hay tacha ni falta que la riqueza no supla ni virtud, ni linage y saber que la pobreza no asconda (op. cit. I, pág. 114).
Veo que los dineros fueron intercessores más quel ruego. Y ansí hallo por cierto lo que se dize, que dádivas quebrantan peñas (Tercera Celestina, XXVIII, pág. 271).
Que se perdiesse el dinero,
váyase para quien es,
que no es te el interés
del ilustre cavallero;
pero traer al tablero
la honra con tal ultraje,
en tal caso su linaje
le deve matar primero (Comedia Pródiga, IV, 4, pág. 339).
Que honrra sin provecho, no es sino como anillo en el dedo. Y pues entramos no caben en un saco, acoge la ganancia (La Celestina, VII, pág. 126).