Dos
Coloquios sacramentales escolares barrocos y un vejamen del 'Cartapacio curioso
del P. Juan de Cigorondo'. Estudio y edición.
Julio ALONSO ASENJO
Universitat de València
1. Introducción general.
Preámbulo
Hace varios años, con el objeto de estudiar (y
mandar a imprenta) una obra dramática desconocida de Juan Cigorondo,
En el "Cartapacio curioso”.
El llamado Cartapacio curioso contiene poemas y
composiciones dramáticas,[3]
tras un poema latino en alabanza del códice (As[cle]pyadeum [Asclepyadeum] carmen in laudem codicis — fol. 6),
una esmerada portada y un prólogo en quintillas titulado Consejos que da el que escriuió estas obras al cartapacio (fol.
7r-10r). Los poemas están en los fol. 88r-94v y, en un segundo bloque, en 299r-327r,
y algunos no son de Juan Cigorondo.[4]
Entre los dos Coloquios al Santísimo
Sacramento se lee una composición poética, titulada Capelo al Niño Jesús (fol. 356r-361r), que, como Interludio y en su
debido lugar, se ofrece en esta publicación. Las "comedias" u obras dramáticas, entre las que caben
coloquios y triunfos, églogas y encomios y los mencionados Coloquios
sacramentales, son:
1. Comedia a
2. Colloquio a lo pastoril, hecho a la electión del P. Provincial, Francisco
Baes, y a la del Padre Visitador del Pirú, Esteuan Páez, fol. 95r-124r;
3. Encomios al felicíssimo
Nasçimiento de
4. Égloga [o Colloquio] pastoril al Nacimiento del Niño Jesús,
fol. 169r-210v;
5. Comedia del Hombre o Églogas
del Engaño. fol. 211r-299r + 328r-332v. Esta pieza nos ha llegado
incompleta. Se interrumpe en la cuarta de sus Bucólicas, con su Égloga 3ª
incompleta, cuyo texto ocupa, en conjunto, 3 caras; el fol. 332v presenta los últimos ocho versos
y el noveno iniciado apenas con la palabra "Pacto".[5] Tras ella, dos rayas discontinuas encierran el título de la «Loa que se dixo en el siguiente colloquio»,
de otra mano, distinta de otras manos que copiaron el contenido del Cartapacio.
No sólo es otra mano, sino un tipo de escritura con rasgos mucho más modernos,
característicos de la segunda parte del siglo XVII. Ya este hecho sugiere que
la transcripción de los dos Coloquios se llevó a cabo cuando ya estaba
concluido el trabajo de los otros amanuenses, incluso el de quien confeccionó
la "Tabla de las comedias que tiene este cartapacio", en fol 397r. La mano que escribe o copia los dos «Coloquios al SSº. Sacramento» es la que
también añade la referencia a ellos esa Tabla con su trazo característico y
tinta rojiza, frente a la negra anterior.[6] Pero, por lo que fuere, el
amanuense principal (nº 2) ya no vuelve a retomar la copia del texto
interrumpido de la Égloga 3ª de las del Engaño, la cual, atendiendo a la media
de versos por égloga, hubiera debido extenderse a lo largo de unos 10 folios
más. Queda, así, incompleta la copia de las Comedias
del Engaño, de la que tampoco sabemos si constaba de más de cuatro
Bucólicas.[7]
Abandonada, pues, la
transcripción completa de la última de las "Comedias que tiene este
Cartapacio", según nos indica el amanuense de la mayor parte de él, en
algún momento se añadieron a esos materiales los dos Coloquios al Santíssimo Sacramento, que son autos sacramentales y,
entre ambos, un poema de la misma mano y del mismo autor, el ya mencionado Capelo al Niño Jesús.
Ya sólo por todo esto debe
descartarse la opinión de Arróniz de que el códice Ms 17.286 de
El problema de la autoría: el marco
de los Coloquios.
Así
que, para pesar nuestro, diversos datos e indicios siembran dudas sobre la
atribución de estos Coloquios al mencionado jesuita novohispano. No es problema
la modalidad de transmisión de su texto, que incluso finalmente puede obrar a
favor de la autoría tradicional, por cuanto, aunque copiados o transcritos más
tarde que el resto del contenido del cartapacio, podrían derivar en última
instancia del renombrado autor. La demostración viene del poema Capelo al Niño Jesús, copiado por el
mismo amanuense y en el mismo momento que los dos Coloquios, con grafías no
anteriores a la medianía del siglo XVII y que, sin embargo, es de Cigorondo. No
sólo es su estilo, sino que así lo certifica otra copia del poema contenida en
un códice ms. de
Especialmente
chocante es encontrarse, en el segundo de los Coloquios, un entremés, cuya acción,
el examen de candidatos a órdenes menores, que sucede en una comarca de la
diócesis de Antequera («Antiquariae),
se sitúa en el año de 1659 (datación del edicto de convocatoria). Choca porque
la acción de un entremés, más incluso que la de los espectáculos cómicos en
general, debe situarse en la cercanía tanto espacial como cronológica del
espectador y en el marco de la vida diaria y familiar a todos. Y, si esto es
así, mal podría haberlo compuesto Cigorondo, que, nacido en Cádiz en 1560, no
nos consta que estuviera en Antequera ni, por ser más difícil, que viviera en
1659, pues su nombre aparece por última vez en el Catálogo de
Empero,
Nuevo
interrogante para el estudioso suspicaz es ver a Cigorondo, desaparecido en
1611, encabezando estas dos obras con sendas "Loas", término que no
aparece en ninguna otra obra suya conocida, ni parece haber sido utilizado
hasta ese momento por jesuitas. Nos quedaría el recurso al adaptador y copista,
que cambió el término «Prólogo» por este otro encabezamiento. Pero este
razonamiento no convence, especialmente en el Coloquio segundo, pues desde el
mismo texto de
En primer lugar, el texto de
este hermoso Coloquio, en sus vv. 477-484, es prácticamente una paráfrasis del
soneto de Lope de Vega «¿Qué tengo yo que
mi amistad procuras?», publicado en sus Rimas
sacras en 1614. Hay varias explicaciones para este hecho. La composición de
Lope pudo llegar manuscrita a Cigorondo antes de que se imprimiera entre las Rimas sacras. Así pudo ser, si de ella
depende también una sección del poema Capelo
al Niño Jesús (vv. 65-72). O, simplemente, es que el autor, siguiendo un
motivo tradicional de la escritura devota, reelabora textos del Cantar de los cantares (2, 9s; 3, 4: 5,
2. 4-6).
En los vv. 523-532 parece evocar por juego (zaragüelles
/ greguescos; malos pies / pies de elegía) el texto del soneto contra Quevedo «Anacreonte español, ¿no hay quien os tope»,
tradicionalmente atribuido a Góngora, si bien tan dubitante en este extremo
está a la postre A. Carreira como el sobrino de Quevedo.[14]
Pero, si resultara ser de Góngora, se habría compuesto al parecer entre junio y
octubre de 1609,[15]
muy cerca ya del fin de Cigorondo.
Por si la altura cronológica
de esa fecha fuera poca, encontramos, además, un recurso de estilo de Góngora en
el subido giro hiperbático del v. 650: «famoso / sobre cuantos hubo griegos».
Por más que el hipérbaton no abandonara la poesía española desde el siglo XV
(Mena, Garcilaso, Herrera), manifestaciones como ésta expresan una tensión
sintáctica al límite de la mesura propia del Góngora decididamente ya cultista.
Por eso, parece pretenciosa en exceso la reclamación de una anticipación tan
señalada de este característico giro para Cigorondo, cuyo estilo poético es
habitualmente sencillo, ajeno de artificios y frecuentemente facilón en las
formas gramaticales y léxicas, por más que le tiente el juego de conceptos,
como puede verse en el Capelo al Niño
Jesús (picola y capelo; falta-sobra --«que en aquesto no nos falta / sino
sobra de misterio» --v. 151s; etc.). De todos modos, si la relación con el soneto contra Quevedo puede ser
fruto de coincidencia, resulta mucho más difícil explicar tal cercanía al
estilo de Góngora, por más que el vate cordobés fuera muy estimado entre
jesuitas, como demuestran transcripciones de sus poemas.[16]
Más allá de esto está el
acercamiento al estilo colorista de Góngora en los vv. 661-708. 741-764 del Coloquio, que parece llevarnos al
momento en que va quedando superada la fase más encendida de la polémica
antigongorina (Jáuregui publica su Antídoto
en 1616). El estilo culto, que contagia a sus mismos adversarios, como lo
demuestra el más auténtico Jáuregui en su Orfeo
(1624), es ahora la representación del nuevo estilo barroco, con su acumulación
de conceptos, en obras donde la agudeza del ingenio va tejiendo los hilos de
oro que unen realidades entre sí muy alejadas, para organizar un rosario de concentos o sumas de figuras de
contenido, como metáforas, dilogías o elementos de humor, o juegos con las
formas, como la agudeza verbal o los juegos de palabras que, con tal de
maravillar, rayan en lo blasfemo. Tal concentración se aparta bastante del por
lo general estilo más sencillo, terso y cantarino de Cigorondo[17]
en
ÁNGEL 3º — O joyeles, que en la cruz
por
la sangre que tocastis
tanto
en valor alcançastis
que
vençéis del sol la luz;
y en quien llegase a adquiriros
vendréis
a quedar radiantes
más
que perlas y diamantes,
más
que rubíes y zaphiros (fol. 64r, vv. 2033-2040).[18]
Este fragmento bien puede compararse, a los
dichos efectos, con los referidos versos del Coloquio.
Pero también podemos tener en cuenta que ya
Pedro de Espinosa, en su primera etapa, que cierra probablemente hacia 1605 su Fábula del Genil,[19]
muestra características semejantes. Y a L. Carrillo y Sotomayor, cordobés,
fallecido en 1610, que no sólo muestra un estilo plenamente cultista en varios
poemas[20]
sino que en su Libro de la erudición
poética (1607; impreso póstumo en 1611) defiende la oscuridad, hermetismo y
dificultad en la poesía. El mismo Góngora manierista había dado muestras de
este estilo en composiciones como el soneto «Mientras por competir con tu cabello», que es de 1582, con cuyos
versos pueden compararse estos dos de
Para valorar y validar la
verosimilitud de la utilización del concepto o metáfora como recurso estético y
aun estructural en el Coloquio en
metáfora atribuido a Cigorondo, han de tomarse como ampliamente conocidos y
generalmente apreciados los Conceptos espirituales
y morales de Alonso de Ledesma, si no el inventor, el máximo cultivador y
propagador del género en la literatura religiosa, cuya primera parte apareció
en Madrid, en 1600.[21]
La intensificación del uso de conceptos cuaja en Alonso de Ledesma en títulos
de Coloquios donde campea el sintagma «en
metáfora de..».: "...en metáfora de un auto de
«Para Ledesma
—como para Gracián— todo era posible; por eso hizo unas seguidillas al Sacramento
en metáforas diversas, donde Dios es manjar, banquete, tálamo, de amantes,
comida de reyes, tableta de aljófar, botica del hombre, blanco de la gloria y,
en fin, convite amoroso».[22]
Y vale lo mismo hablar de
metáfora que de alegoría, según se nos
dice en los vv. 558-564 del Coloquio, que han prolongado los labios de Vejamen.
Idénticos usos del concepto
se advierten en poemas que funcionan como monólogos («En metáfora de una información en derecho» (p. 79ss); «Romance / buelto al Sacramento, despidiéndose
vn hombre del mundo» (149-151), como ya en los límites de lo teatral en
composiciones dialogadas, reciban o no en su encabezamiento la denominación de
«Coloquio». De muestra pueden servir: «A
la divinidad y humanidad de Christo en el día del Corpus». Personas: Ángel,
Pastor, Amor» (p. 169ss); «Coloquio
Sacramental entre el hombre y Dios en metáfora de vn señor y su criado, sobre
auer combidado a su mesa vn moço que le tenía ofendido», en el que dialogan
Hombre y Dios (p. 151-157); «Coloquio entre Dios y el Hombre al Santísimo
Sacramento» (p. 175); «Coloquio
Sacramental entre nuestra Madre
Si
Por ello, dada su naturaleza
y estilo, se entiende mejor la composición del Coloquio al SSmo. Sacramento en metáfora... a partir del gran éxito
de las obras de Ledesma, que hubo de ser cotizadísimo entre los jesuitas.[25]
Incluso suponiendo que Cigorondo sólo surcó estos piélagos cuando la obra de
Ledesma estaba en su acmé, cabría la composición antes de su fallecimiento en
1611. En abono de ello está la información que recibo de Margit Frenk, que
prácticamente tiene ya dispuesto para imprenta el Cancionero (musical) de Gaspar Fernández, elaborado en Puebla entre
1609 y 1616, en el que se copian y se ponen músicas a muchas composiciones de
los Conceptos espirituales de
Ledesma, confirmando, de este modo, su éxito también en Nueva España. Además,
aunque no con la precisión y fuerza de Ledesma, el Coloquio X de F. González de Eslava (1583) es una alegoría del
juego de la esgrima (Arróniz, 1998, 88), que Cigorondo tuvo que conocer (como
también otros), ya que tres años más tarde elabora alguno de sus personajes, como
Ocio, en la tragedia que le dedica: Tragedia
intitulada Oçio [Ocio]. Por
tanto, no menos que Gaspar Fernández, por el cultivo de la alegoría a lo largo
del siglo XVI y por el triunfo a que la eleva Ledesma, Cigorondo está preparado
para elaborarla en las categorías más modernas en sus Coloquios sacramentales. Así debió ser, pues ya en su Égloga pastoril al Nacimiento... utiliza
el término "concepto", entendido como recurso que entraña una
metáfora.[26]
Desgraciadamente no es fácil datar la composición de esta obra, aunque podría
ser incluso de su primera estancia como profesor en la ciudad de México, tras
sus primeras armas en Puebla, es decir, desde 1586. Y, puesto que sabemos que
el concepto se cultivaba ya antes de la publicación de los Conceptos de Ledesma y, dada la rapidez de las comunicaciones y
estrecho contacto entre España y Nueva España,[27]
es probable que Cigorondo, tan versátil en su teatro (y en su lírica), pudiera
haber derivado como y con Ledesma hacia el uso de tal recurso en su teatro
antes de morir.
En verdad, no vale como apoyo para esta
hipótesis el caso del Diálogo del SSmo.
Sacramento representado en San Lorenço el Real ante el rei Philipe nuestro
Señor (Juego de colores), ya en 1594, obra de un fray José de Sigüenza,
jerónimo,[28]
que tanto gustó a los jesuitas que lo incorporaron a alguno de sus cartapacios.[29]
Resulta ser un sencillo auto que propone la tradicional lectura alegórica de
textos evangélicos, de hagiografías y de los colores, pero no llega a utilizar
la metáfora, menos aún una acumulación tan notable de ellas como la que muestra
el Coloquio en metáfora, del que sólo
se encuentra equivalente en los Conceptos
de Ledesma, obra que bien pudo llegar a manos de Cigorondo e influir en su
última maniera.
Pero, de todos modos, la duda sobre la autoría se
mantiene, si se tienen en cuenta otros aspectos. Como, por ejemplo, el amplio y
logrado uso de metáforas y conceptos y la estructura misma del Coloquio primero en metáfora o alegoría de una concesión del grado (mejor, grados)
de doctor, pues hasta este momento Cigorondo no se había mostrado nunca tan
extremoso. Como tampoco hasta ese momento tampoco había trabajado de modo
explícito el vejamen. Por tanto, nos encontramos de nuevo ante el filo de la
navaja de la cronología y la aparición de suficientes y consolidadas muestras
de motivos y géneros, recursos y rasgos de un estilo literario que puedan
resultar verosímiles y lógicos en su progresión hacia su plasmación triunfante
en el Coloquio. Es
tan grande y clamorosa la acumulación de esas metáforas en el Coloquio que parece exigir una
acentuación de la tendencia a su uso con posterioridad al triunfo sonado y
asentado del modo poético de Ledesma. Y esto nos situaría ya en fechas
posteriores a la desaparición de Cigorondo y por las que Lope de Vega, en su Dorotea, de 1632, ve generalizado,
incluso entre los grupos urbanos medios y aún bajos de
Además, el triunfo apoteósico de ese
conceptismo viene a coincidir con el del cultismo o culteranismo (éste, en
verdad, no sin una fuerte oposición) y, un poco más allá, con una etapa nueva
de la controversia sobre la honra y los oficios mecánicos, con la insistencia
en la nobleza de godos y Guzmanes, con la renovación de las controversias sobre
la limpieza de sangre y la responsabilidad de judíos en la marcha de la
sociedad, y con los atisbos a las dificultades que, aún caídos los Sandovales,
encuentra la pretendida regeneración social que quiso encarnar el Conde-Duque.
Todo esto adquiere gran resalte en la intervención de Vejamen en el Coloquio
primero. Así que uno se siente llevado a situar la composición y representación
del Coloquio en metáfora a partir del
momento en que, consolidado su poder, al conde-duque de Olivares se le van
cerrando opciones que antes tenía abiertas, dos décadas después de la
desaparición de Cigorondo.[31]
No parece postular una cronología el segundo
de los Coloquios. Es verdad que el conceptismo es mucho más extenso e intenso
en el Coloquio en metáfora, pero
posiblemente esto es así por el mismo planteamiento del tema y su tratamiento.
El barroquismo del Coloquio primero, conceptista, cuajado de metáforas y
alegorías, y henchido e hinchado de referencias bíblicas se compensa en el
Coloquio segundo con la novedad y admirable variedad estrófica y con el uso de
grandes efectos escénicos y espectaculares. En cuanto al estilo general, no
parece que haya diferencias entre ambas piezas, de modo que es seguro que
pertenecen al mismo autor. Y la prueba más fuerte es el poema Capelo al Niño Jesús, copiado
precisamente entre el texto de ambos. En ese poema ya aparecen todos estos
recursos.
Este raro y primoroso poema
del Capelo al Niño Jesús es en sí,
por una parte, un concepto o metáfora del mismo tipo que la desarrollada en el Coloquio en metáfora de grado de doctor.
Así que facilita la explicación de su uso en el Coloquio. Y parece que lo sugiere ya desde el mismo título, del que
uno se espera que trate de la promoción a una dignidad: la que implica el
capelo cardenalicio para un niño: "el
Infante cardenal". La cercanía se estima mayor, si se piensa que «capelo»
(sinónimo suyos son «capirote» o «birrete» de doctor), que se sigue utilizando
en
Pero, aunque nos acerquemos
a leer el poema en este marco conceptista, al menos modernamente, el chasco es
morrocotudo. Poco a poco se nos irá forzando a descartar como no pertinentes, y
aun impertinentes, las acepciones habituales del término que ofrecen los
diccionarios, sin que se capten otras con claridad. Ni ayuda tampoco, al
principio, la cercanía semántica a «capelo» de otro término que aparece en el
poema, «picola», cuyo valor metafórico (el literal no es pertinente en el
texto) no he visto demostrado documentalmente ni en diccionarios ni en bancos
de datos, como el CORDE. Por lo
demás, rápidamente puede asaltarle al lector la idea de que Cigorondo maneja
los dos términos en un juego de paronomasia (/kapélo, kipóla/), si se prescinde
de la disposición metatética de consonantes. Y, también, así como «picola» (una
especie de pico de cantero), derivación de «picar» en el sentido de 'herir con
instrumento punzante', adquiere el valor traslaticio de 'zaherir o burlar o
gastar bromas' (con el valor cortesano --"corte-sano"-- del antiguo
«motejar») o de «dar picón»,[33]
«capelo» puede asociarse con «capón» («dar un capón» : «dar picón»), y aun
acudiendo a una posible etimología zumbona desde «capere pilum», o «tomar el pelo». Un texto de la época parece
encarnar ese significado. Se lee en un epitafio sobre la tumba de una tercera:
«...puede su patrio suelo, / viendo su tercero afán, / si a otras mitras les
dan, / a ella darle un capelo». Efectivamente allí «mitra» está por «coroza» de
bruja; por lo cual, «un capelo» se le dará por ‘vejamen’ para mayor sonrojo.[34]
Al principio, pues, pese a
esta acumulación de sugerencias o precisamente por ella, no queda claro en qué
consiste el capelo, pues, además, se habla de una regla del capelo, de la que
el Niño, por su estrecha relación con
Pero, afortunadamente, más
allá de las impresiones producidas de la red de asociaciones de los términos y
expresiones «dar capelo» o «sentarse en la picola» y de su funcionamiento en el
texto, hemos dado con un texto donde se aclara el valor de los textos en su
concreto “Sitz im Leben” o situación
vital. Ese marco (o escenario, como
ahora se dice) fueron las fiestas celebradas en Monforte de Lemos (Lugo,
Galicia) para celebrar en 1619 la consagración de la monumental iglesia del
Colegio de
Fuera ya, pues, de
impresiones, podemos entender los términos y aun el poema titulado “Capelo”
desde bases objetivas. Ambos términos en efecto aparecen emparejados en su
origen lingüístico, como derivados de los términos italianos cappello (tocado de honor impuesto a los
cardenales, de donde deriva “capelo” en castellano) y pìccola (o sea, ‘pequeña’). Es posible que se perdiera el juego
paranomásico debido al acento (aunque, entre hispanos, este último término pudo
volverse de pícola, “picola”); pero,
aun así, el acercamiento se logra por otros derroteros. Y, lo que es más importante,
ahora sí se nos introduce con seguridad en el campo de la reprimenda o castigo,
que en los textos se da en un marco de burlas. De este modo, se encuentran y
emparentan esos términos con otros relacionalos con la burla, como «dar picón»,
ya considerado, expresión de la que se sirve Jiménez Patón, junto a «dar
cordelejo» y «dar vaya (o baya)» para explicar el significado de “vejamen” (en
sus Comentarios de erudición). Lo
cual confirma, con igual propósito, Kenneth Brown, cuando define vejamen como “reprehensión satírica y
festiva donde se dan a conocer y se ponderan los defectos, tanto físicos como
morales, de una persona”.[36]
Por tanto, vejamen, es, en su base, ‘maltrato o reprensión de palabra por parte
de alguien’. De lo que se deduce la identificación semántica y funcional entre
capelo (en el poema “Capelo al Niño Jesús”) y vejamen en el Coloquio al Santísimo Sacramento en metáfora
de grado de doctor, en el que con derecho y acierto se encaja un vejamen.
Pero Cigorondo arranca de los conceptos de la experiencia propia, es decir, de
la del grupo a que pertenecía,
El poema ofrece al mismo
tiempo el punto de partida de la acción del
Coloquio segundo, como muestra una comparación de los vv. 97-108 del poema
con consideraciones de Lucifer en escena. Las más claras del Coloquio en este
sentido están en los vv. 65-83: celos / envidia. Y, si no a Cigorondo
directamente (aunque sí de modo indirecto a través de
Pero más allá de la relación
interna entre Capelo y Vejamen, otro aspecto que debe examinarse en el
acrisolamiento de las pruebas es la realidad o práctica exterior del vejamen.
La realidad a que remite esta metáfora, la ceremonia de la concesión del grado
de doctor con su vejamen o gallo, era costumbre antiquísima. Va adquiriendo
aceptación literaria desde fines del siglo XVI,[38]
cuando ya algunos escritores lo introducen hasta en sus obras, como G. Lucas
Hidalgo en sus Diálogos de apacible
entretenimiento[39]
y creo que Lope de Vega en su comedia El
alcalde mayor.[40]
Pero su pleno desarrollo y vigencia se da conforme avanza el siglo XVII, pues
puede considerarse como un subgénero de la alegoría barroca.[41]
Carrasco Urgoiti sitúa el desarrollo del vejamen de Academia en sintonía
cronológica y estética con el florecimiento de los certámenes poéticos, que
pone en la segunda mitad del siglo XVII (l. c. p. 49). Es
«todo un mundo por explorar en el que no
faltaron los vejámenes académicos a lo
divino, en curioso viaje de vuelta. Pues, plagados de contrafacta religiosos en clave burlesca, retoman el lenguaje sacro
para adornar con sus gracias la literatura que quiere acercar la religión al
hombre, endulzándola en áreas semánticas familiares».[42]
Sin embargo, en otros ambientes, como el que representa
Ledesma, bien pudo darse antes este fenómeno. Alonso de Ledesma ofrece en sus Conceptos espirituales una clara muestra
de vejamen universitario a lo divino.[43]
Se trata de la composición «A la vida y muerte de San Pablo en metáfora de un [v]examen,[44]
en redondillas. Es un gallo alegórico dedicado a San Pablo en el que
Aun así, hay todavía otros aspectos más
problemáticos, que han de tenerse en cuenta para resolver el problema de la
autoría de estos Coloquios. Tales son, por ejemplo, los usos lingüísticos. En
primer lugar, en los coloquios aparecen sendos casos de laísmo: en el v. 495 en
el primero («que manná la prometéis») y en el v. 296 en el segundo («y si yo la
digo»). Este uso no es propio ni de un andaluz ni de un novohispano. Pero
siempre podemos achacárselo a un amanuense castellano. Claro que en este caso
será difícil explicar la fidelidad de esta mano que tuerce su natural uso
lingüístico cuando corrige las formas «pretendistes» y «distes» (vv. 486s),
restituyendo las para él extrañas del original «pretendistis» y «distis» (que
ya había reproducido otras veces). Lo que a su vez no casa bien con lo que
parece que sucedió en los dos últimos versos (863s) de la segunda despedida de
ese mismo Coloquio en metáfora, cuyo
texto desechado parecen indicar que estamos asistiendo a una redacción original
in fieri más que a una transcripción.
Claro que no hay contradicción entre un amanuense con voluntad de respetar el
original, aunque se le puedan escapar acomodaciones del texto a sus usos
lingüísticos personales propios de otra época o lugar, con la intervención
autorial de ese mismo amanuense en esa segunda despedida,[46]
más aún si se trataba de un responsable de otra representación del Coloquio.
Más
ostentoso (por no favorecer la villanesca aunque feliz invención de
«ostentóreo») es el uso de ciertas formas verbales. Ante todo, llama la
atención la rara coincidencia de un uso lingüístico concreto en las obras de
Cigorondo con otro por lo menos del Coloquio
en metáfora. Me refiero, para empezar, a la frecuencia de uso en ese Coloquio de la forma en -stis de la 2ª persona del plural del
pretérito o perfecto simple, para la que faltan estudios.[47]
Son 8 casos de uso en el Coloquio en
metáfora (vv. 353. 371s. 400. 435. 486s. 528); uno más (estudiastis), curiosamente, en el
Entremés del segundo Coloquio al
Santísimo Sacramento. En la obra examinada de Cigorondo he encontrado 29,[48]
que son muchos[49]
en comparación con los detectados en obras de contemporáneos: algunos casos
recogidos del CORDE en dos documentos
anteriores a 1500,[50]
11 casos en
El
uso de esta forma rara sólo resulta significativo, si se compara con el de
otras: con la forma -stes, que,
derivación natural de la latina -stis,
venía dominando casi sin rival el habla castellana hasta fines del siglo XVI, y
con la forma -steis, que consolida su
uso exclusivo ya en el siglo XVIII.[52]
Entre estos dos usos bien firmes se sitúa la aparición de la forma –stis, que podría explicarse como
reacción de representantes de círculos cultos (parece que sobre todo en
Andalucía) al uso popular de la forma -steis,
que es regularización del morfema del perfecto sobre el de la segunda
persona plural del presente. Este uso (el de –steis) sonaría a los cultos a vulgarismo vitando; pero, ante la
imposibilidad, al mismo tiempo, de volver a la tradicional forma -stes, que ahora contaminaría la forma
de 2ª persona singular del perfecto (“dijiste”) usada en el tuteo con la forma –stes de la 2ª persona del plural:
"tú dijistes". En tal coyuntura, esas personas volvieron al pasado
(latino), parece que coincidiendo con la moda del cultismo (culteranismo). Tal parece o puede haber sido el
desarrollo en líneas generales, por más que resulta más difícil organizarlo en
un itinerario cronológico preciso, que es lo único que puede ser útil a nuestro
propósito de determinar la fecha de composición o transcripción / adaptación de
un texto. Y aquí es donde se echan en falta tanto la recopilación exacta o
respetuosa de los datos documentales, como la misma evolución en el uso de las
distintas formas.
En cuanto a lo
primero, M. Zugasti, de
La primera consiste en constatar el uso
exclusivo o casi de la forma más antigua -stes,
que reina casi en solitario hasta fines del siglo XVI. Como muestra sirva la
obra de Cervantes estudiada prácticamente en su totalidad, en la que hallo: 66 casos de -stes,
frente a 1 de -steis (en
En
la segunda etapa veo autores castellanos, andaluces y un novohispano. En calas realizadas en la obra de
Tirso de Molina publicada digitalmente y accesible he podido obtener 52 casos
de uso de forma -stes (varios de ellos sin duda por –stis, si nos atenemos al testimonio de
M. Zugasti); 0 de -stis; 7 de -steis. En Quevedo, que normalmente usa -stes, he detectado 6 casos de -steis y 1 de -stis. En Andalucía, en los 20 años finales del siglo XVI y 20 primeros
del XVII: Fernando de Herrera, con uso habitual de -stes y 16 casos de -stis y
1 de -steis; Juan de Jáuregui (Aminta, 1607 y Rimas, 1618): -stes, 0; -stis, 5. Hernando de Ávila, (1585-1596, Historia Filerini, Coloquio de Moisés,
Tragedia de San Hermenegildo, Comedia de Santa Catalina): -stes, 24 (3 casos son de Juan de
Arguijo); -stis, 2; -steis, 1. Contemporáneo de estos
últimos, Cigorondo en su obra muestra: -stes,
7 / 9; -stis, 29 /
Tercera
etapa: autores que muestran un mayor acercamiento al final del proceso, que
será el uso exclusivo de -steis: Polo
de Medina, 1 -stis; 2 -steis;
J. de Cáncer: 1 -stis; 5 -steis; Sor Juana Inés, en dos obras
dramáticas: 2 -stes; 14 -steis, 14; Calderón (32 obras), con 84
casos de -steis frente a 1 de -stes y 1 de -stis, muestra ya el uso de la forma que resultará triunfante sin
competencia más tarde. Son autores representativos de la segunda mitad del siglo XVII.[53]
Para
sorpresa nuestra, el Coloquio en
metáfora, sin formas -stes y el
relativo equilibrio de -stis y de -steis (de aquélla, 8 casos, dos de ellos
con autocorrección del amanuense, y de ésta 5: vv. 443. 505. 508. 518. 523) se
sitúan entre los autores de la segunda y la tercera etapa: cerca de Polo de
Medina (1630-1655), pero lejos de J. de
Cáncer (1651) y, más aún, de Calderón y Sor Juana; y, por la presencia notable
de -stis (y aquí se suma el segundo Coloquio al Santísimo Sacramento con un
caso), cerca de algunos de la segunda (Herrera, Cigorondo y Jáuregui). Son Sor
Juana y Calderón quienes avanzan más significativamente en el uso de -steis. Ningún caso de esta forma he
encontrado en la obra indiscutida de Cigorondo. ¿Qué podemos deducir ante tales
hechos?
Lo
primero, que el segundo Coloquio, lo
mismo que el poema Capelo al Niño Jesús,
por su uso exclusivo de -stis,
encajan cronológicamente sea con la obra de Cigorondo, sea en un marco
cronológico posterior, incluso en la segunda parte del siglo XVII. Ya es más
difícil afirmar lo primero del Coloquio
en metáfora por su uso de -steis.
Sin embargo, no debemos cerrarnos a una evolución de Cigorondo en el uso
lingüístico, pues, si vemos sólo -stes
en
Y,
al postre o de postre, el chocolate
del... burro, que es, curiosamente, el uso en el entremés de este préstamo del
náhuatl y su asociación con Antequera y, por tanto, con la fecha de 1659. Quien, al menos desde España, lee
«Antiquaria», que es Antequera en
latín, en el texto de ese entremés del segundo de los Coloquios, piensa
automáticamente en la ciudad de este nombre en la actual provincia de Málaga,
en Andalucía, y se plantea por qué razón se traslada tan lejos la acción de un
entremés, que tan cercana ha de quedar del público, a sitio tan lejano, si no
quiere perder eficacia. Pero no hay razón para imaginar la acción en Andalucía.
Hubo una Antequera en México desde 1526 / 1529: la ciudad que hoy se llama
Oaxaca de Juárez, que antes se había llamado Huaxyácac y Segura de
Hacia 1626, Antequera,
que tendría dos mil habitantes entre españoles, criollos y mestizos, además de
otras actividades productivas, elaboraba confituras, dulces y chocolate. Este
último elemento quizá pueda dar razón de la aparición del término
correspondiente en el entremés. Precisamente, para el pollino de la fábula que
allí se cuenta, era «el campo en la
primavera» (v. *91s) su «chocolate verde»: auténtica ambrosía asinina. El
chocolate, conocido de antiguo por mayas y aztecas, había sido para ellos
remedio terapéutico y reconstituyente, medicina y alimento habitual, que devino
una bebida de grande y generalizado
uso en Nueva España.[56]
Y precisamente el mejor chocolate de todo el mundo era el de Oaxaca, al decir
de Fray Francisco de Ajofrín.[57]
Naturalmente que esta calidad del chocolate de Oaxaca no debió ser cosa del
siglo XVIII. El perfeccionamiento de la elaboración del chocolate (o al menos
su acomodación al gusto europeo: dulce, perfumado, caliente) se dio con
anterioridad, parece ser que precisamente en Oaxaca y por obra de frailes y,
debido a este hecho, se convierte en una bebida de lujo y en signo de
distinción social para la gente acomodada, en el segundo cuarto del siglo XVII,
con una demanda en aumento con el paso de los años. Curiosamente he dado con
dos fechas referidas a la extensión del consumo del chocolate en Europa muy
cercanas a la que se ofrece para la acción del entremés del Coloquio del Santísimo Sacramento, que
es 1659: en 1657 se construye la primera industria elaboradora de chocolate en
Inglaterra; en 1661, una Facultad de Medicina de Francia (sospecho que la de
Otro dato que pudiera
tener relación con el entremés, con Antequera / Oaxaca y con la fecha de la
acción del entremés es el prolongado conflicto de jurisdicciones que tuvo lugar
en esa ciudad entre el clero diocesano y regular, que expone con gran detalle
el texto siguiente:
« El virrey, marqués de Montes Claros, sostenía
que, no faltando los clérigos para las parroquias, los frailes debían reducirse
a la vida monástica, "sin andar tan derramados en negocios seglares",
pues para gobernar a
Curioso el encono de este conflicto (que ya se
había dado en otras partes desde mediados del siglo anterior) precisamente en
Antequera; curioso que sucediera en las fechas señaladas y curioso que en el
entremés la acción, un examen de candidatos a órdenes menores por el obispo de
Antequera, se date en 1659, fecha tan cercana a la solución del conflicto en
1654. Sin duda nadie quedará insensible ante tamaña coincidencia. Y debemos
tenerla en cuenta para dar solución al problema que nos viene ocupando.
En resumen y a modo de conclusiones menos o más
hipotéticas, avanzamos: Que no se puede menospreciar el testimonio unánime de la
transmisión escrita de los Coloquios a favor de la autoría de Cigorondo. Que hay que reconocer también la estrecha
relación, e incluso dependencia, del Coloquio
en metáfora con el poema Capelo al
Niño Jesús, en fondo y forma. Que ni la forma del Coloquio en
metáfora de..., hecha ya pública por Ledesma desde fines del siglo XVI,
ni, por lo mismo, la presencia del vejamen en él, impiden la atribución de ese
coloquio a Cigorondo. Vejamen, al fin y al cabo, es el poema Capelo al Niño Jesús, que es
indiscutiblemente del autor novohispano.[59]
Que en la atribución del Coloquio a Cigorondo no incide negativamente el uso de
la agudeza y arte de ingenio, pues no es mayor el conceptismo que expresa el
personaje de Vejamen, aunque sí más prolongado, que el que se plasma en «dar
capelo». El uso
de
Ninguna objeción a la
atribución a Cigorondo presentan los usos lingüísticos del segundo Coloquio
(más bien sucede al contrario), mientras que sí resulta rara, aunque no
imposible, la novedad de las formas -steis
del primer Coloquio en labios de Cigorondo, por más que fuera siempre y en todo
innovador. Aunque se explicarían mejor a mediados del siglo XVII. ¿Que queda,
pues, de los tan destacados obstáculos para mantener la tradicional autoría,
ahora que se han examinado con detenimiento? Pues, llegados a este punto, sólo
parecen representar problemas la ubicación de la acción en Antequera, es decir,
en una Oaxaca tan viva, y exacta y vívidamente presentada en su situación
social del segundo cuarto o incluso de la segunda parte del siglo XVII; una
Antequera que en sí queda, por lo que sabemos, muy alejada de los lugares
frecuentados por Cigorondo. Por otra parte, los usos literarios y lingüísticos
más propios del período que arranca desde 1620 o 1625.
A la hora de decidirse en
esta cuestión, veo dos salidas, además de la consideración de una intervención
del amanuense que retocó la copia de que disponemos. En este trabajo de copia
debemos suponer algunas intervenciones, no importantes aunque significativas,
en los textos. A este copista-adaptador de los dos Coloquios hemos de suponerlo castellano. Intervino en el texto de
Cigorondo que había llegado a sus manos no sabemos cómo. Delatan su
intervención los elementos discordantes con la circunstancia del autor primero
y fundamental, Cigorondo. Unas veces este copista pudo actuar de modo
consciente, por ejemplo, añadiendo la segunda despedida en el Coloquio en
metáfora o actualizando la fecha de la acción del Entremés. El nombre de
Antequera podía quedar, porque lo mismo daba que se tratara de la ciudad
andaluza española que de Oaxaca. Otras intervenciones pudieron ser
involuntarias. Tales serían los dos casos de laísmo y las modernizaciones de
las formas gramaticales (casos de -steis).
En cualquier caso, su trabajo como amanuense siempre ha de suponerse como la
última mano que recibe un texto de Cigorondo, configurado ya básicamente de
acuerdo con las otras dos hipótesis.
Según la primera de ellas,
el segundo de los Coloquios se refiriría en su Loa a un entremés que se representará con la obra mayor. Pero pudo
originariamente referirse a un entremés de Cigorondo que no era necesariamente
éste que ahora leemos, y que un autor muy válido, quizá profesor del colegio de
También resulta posible otra
solución. Cigorondo que, estuviera donde estuviere en Nueva España, lo mismo
que su público, conocía circunstancias de conflictos de jurisdicciones (eran ya
viejas incluso a finales del siglo XVI) y que sabía de la calidad del chocolate
de Antequera / Oaxaca, ambientó el entremés de su Coloquio en aquella ciudad.
Alguien alteró la fecha del edicto al representarse la pieza en esa fecha en
algún punto de Nueva España (por no traer el asunto a
2. Coloquio al Santísimo Sacramento en metáfora de grado de doctor.
2. 1.
Introducción.
De no saber lo que queda expuesto en
2. 2. Estructura.
El texto presenta Loa y dos Despedidas; variedad de
personajes intervinientes, entre los que sobresale el Vejamen y, además, coros,
música y baile.
La estructura del Coloquio
es como sigue:
— Loa: reúne las características fundamentales de esta parte, buscando captar la benevolencia del auditorio, dignísimo ilustrísimo, doctísimo, que bien sabrá excusar un atrevimiento hiperbólicamente comparado con el de Ícaro, y perdonar el tosco labio, así como las faltas (se insiste en la despedida primera --v. 850), logrando incluso un aplauso para don tan pequeño y corto («corto» se lee en los vv. 33 y 47). Los deseos largos (v. 48) de ofrecer pensamientos altos (v. 16) han prevalecido sobre la incompetencia. De esta manera, el autor recoge elementos de los Prólogos más antiguos del teatro erudito y escolar, tras de los cuales se esboza aún el también clásico Argumento: «el asunto es muy alto / del Verbo eterno las glorias / y de Jesús los aplausos» (vv. 34-36). Se exige atención (v. 52) y (de la segunda representación) salir sin ruido (v. 864). De lo cual se deduce que asistía a la representación un público infantil y / o juvenil: el Coloquio representado es fruto de tierna edad (v. 846s).
— Cuerpo del auto o acto académico alegorizado con:
1. Concesión de los grados,
en la que se distingue claramente la
— intervención del Rector,
que pide el voto de cuatro doctores representantes de otras tantas facultades:
Medicina, Artes, Teología, Cánones y Leyes (vv. 53-88), muy marcada por el
subrayado de un baile.
— En
respuesta a la invitación del Rector, se suceden las intervenciones de los
cuatro doctores representantes de cada Facultad por el orden citado y siguiendo
el mismo esquema: el candidato supera en saber teórico e, igualmente, en
conocimientos prácticos a los sabios más renombrados que hubo en esa Facultad o
Ciencia a lo largo de la historia. Por lo cual, merece en justicia el grado
(vv. 89-312).
— Sucede renovada
intervención del Rector para permitir el vejamen, antiquísima costumbre, que,
como posterior a las laudationes de
los Doctores y puesto que se prevé extensa, exige un momento de descanso y
cambio de tono, que brinda la intervención del Coro. En efecto, si los Doctores
se explayan a lo largo de 54, 64, 51 y 47 versos (216 en conjunto), el Vejamen
solo se dilata durante 231. Así, pues, interviene Vejamen, cuyo estilo muestra
un notable cambio al utilizar redondillas y, como no podía ser menos, aplicará
las banderillas de la irreverencia, propias de la ceremonia, a tan ilustre
Doctorando (en perfecta adaptación al espíritu de la época), que impondrán el
necesario uso de conceptos, en forma de equívocos o dilogías. Es decir, a la
expresión de, al menos, dobles sentidos o valores semánticos (como «salistis
muy linda pieza» — v. 371, uno negativo, que exige el decoro indecoroso del
censor vejante, y otro positivo, inevitable para tan excelso candidato), que
destacan precisamente desde el contraste, la antítesis o en la paradoja,
logrando en muchos casos un efecto humorístico. Del Santísimo Sacramento o
Jesús sacramentado se discutirá la cepa, ser hijo de una esclava, ejercer
oficios viles (como carpintero, sastre...), practicar la más alta magia (que no
es sino el portento o milagro), etc., de lo que informan las notas al texto.
Como torero que ha rematado su faena, deja Vejamen al doctorando listo para el
descabello... con la imposición de la borla y entrega de los guantes y demás
insignias, y abandona o toma el campo, para mostrar a las claras que, siguiendo
uno de los sentidos de sus palabras, el candidato es inepto. Cierra esta primera parte, tras la muestra del humor, un
baile, que corresponde al Coro inicial.
2. Imposición de las
insignias (vv. 577-792). Cursa el Rector nueva invitación a los cuatro
Doctores, ahora para que tributen al emérito candidato los «debidos honores»
(v. 587): borlas y grados y la insignia del tradicional color según Facultad,
cuya concesión rubrica el cuatro veces cantado estribillo del Coro (romancillo
hexasilábico en -or), que, al cierre,
engloba una seguidilla cantada por cada uno de los grados.
— Concluye el espectáculo
con dos Despedidas (contrapunto de
2. 3. El espectáculo.
En su desarrollo, el
espectáculo es de notable claridad. Y no extraña que así sea cuando sigue el esquema
de una ceremonia, en cuanto tal precisada hasta en mínimos detalles (concesión
de un grado doctoral), si bien en este caso sufre un efecto acumulativo muy
barroco: los grados son cuatro. Es posible que se nos escape algo implícito en
el acto: la pompa, paseo o comitiva
que precedía al otorgamiento del grado, que, según los posibles del graduando,
podía ser de gran lujo. Puede servir de ilustración la organizada para el grado
de Micer Carlos Montesa, el primero con pompa que se concedió en
Ahora bien, en nuestro caso, no se trata de un graduando cualquiera, sino del Santísimo Sacramento. Por lo cual, al contrario que durante la representación, es la procesión del Corpus la que se transforma, desde la perspectiva del espectáculo teatral, en pompa o comitiva de académicos. En realidad, ambos espectáculos, como espectáculos públicos, respondían a un ritual muy semejante: organización del cortejo y disposición jerárquica en torno a un centro (el graduando o la custodia), músicas, cantos y danzas, etc.
La comitiva o procesión ha
desembocado en
Para los discursos de los
doctores nada mejor que el púlpito situado en el crucero de una iglesia de
planta jesuítica. El público dispuesto como en las grandes solemnidades
religiosas ocupa los lugares a él tradicionalmente asignados. El Coro, en su
lugar, que bien pudo verse acompañado por los sones del órgano. Los danzantes
como en las ceremonias del Corpus, que todavía se mantienen hoy en sitios como
Sevilla (los seises): en realidad era, tras la tradicional procesión, una ceremonia
del Corpus, enriquecida con la puesta en escena de un coloquio, con no menor
éxito y profanidad que las manifestaciones primigenias del teatro sacramental
de
Tal es el escenario de la
representación. Por lo menos de la primera representación, el mismo día del
Corpus. Otra cosa pudo ser en el caso de la segunda, quizá en el día de
Momento de la representación
era la festiva celebración del Corpus, la más suntuosa fiesta del año en
La poesía expresada en el texto es muestra del mejor estilo, cuya característica fundamental, especialmente en el contexto, debía ser que enseñara al mismo tiempo que deleitara. Para deleite estaba su sonoridad, estaban las variaciones de las estrofas y ritmos de timbre o rimas, con la musicalidad de los versos. El colorismo dirigido a los sentidos, que acompaña necesariamente la imposición de las insignias de la segunda parte, frente al uso de la alegoría en la primera intervención de los Doctores y el conceptismo de Vejamen. Para deleite de las mentes estaban los juegos conceptuales de los graves parlamentos de los Doctores y los de Vejamen, que añadían el placer de la agudeza y del contraste, base de juegos de humor, como puede apreciarse en la lectura y en su anotación. Estaba también la enseñanza. Abundantes son las referencias a los textos bíblicos en los discursos. Del sentido alegórico de los textos puede deducirse todo un tratado teológico. Y no nos olvidemos de la oferta y el aprecio de la oratoria en el Barroco, particularmente de la oratoria sagrada, aun cuando fueran niños o muchachos quienes peroraran. Todos estos contenidos ofrecidos en la clara y regular organización de una ceremonia y espectáculo ejecutados con grandiosidad: splendor ordinis, características de un espectáculo que se quería dignísimo. Y sin duda que lo fue, si para nuestra conclusión utilizamos el hilo de ariadna de la poesía del guión de espectáculo que nos queda
Nota sobre la versificación.
Forman el auto 864 versos,
entre los que predominan las cuartetas de romance octosilábico con rimas de
tipos distintos que se suceden por secciones: vv. 1-52 en a-o, para la loa; vv. 53-344; variando la asonancia en cada
intervención (é-a; é-o, á-a, í-o, á-o,
é-o). Lo mismo sucede en la segunda parte o imposición de las insignias,
vv. 577-768 (é-o, í-a, é-o, é-a, é-e)
y, de nuevo en
Para marcar la separación
entre la imposición de cada una de las insignias de doctor, el coro canta una
copla hexasilábica que funcionará al final (vv. 769-792) como estribillo que
acompaña a las estrofas de las seguidillas de la conclusión. Dos quintillas con
distinto esquema de rima cierran el romance de la primera despedida y una
décima forma la segunda. Pero más aún que este final coreado y bailable y
ligero destaca el uso de las redondillas para el vejamen (vv. 345-576), que
queda también de este modo realzado por su contraposición a las informaciones
laudatorias de los doctores.
2. 2. Texto:
[f. 332v]
Loa
que se dijo en el siguiente Coloquio.
¿Quién habrá a quien no haya
puesto
grande admiración y espanto
mi presunción atrevida,
ilustre y docto teatro?
¿Quién habrá que no se admire 5
que pretenda temerario
dar principio a aquesta fiesta
con mi rudo y tosco labio?
Dirán que en tan alto vuelo,
de proprias alas tan falto, 10
voy dando en el frenesí
[f. 333r] de un Ícaro despeñado,
y, si excusarme pretendo,
con que es proprio y ordinario
de nobles y honrados pechos 15
criar pensamientos altos;
y que al tímido y cobarde
la fortuna da de mano,
y da la de su favor
al atrevido, arriscado; 20
dirán, y con gran razón,
que aquél que en dudosos casos
su honor a peligro expone
no muestra prendas de honrado.
Fuerza me hacen las razones, 25
pero entenderanse cuando
una presunción altiva
solicita puestos altos.
Tema y tiemble el presumido,
pero no el que confiado 30
en vuestros piadosos pechos
asegura su resguardo.[66]
[f. 333v] El don que se ofrece es corto,
aunque el asunto es muy alto:
del Verbo eterno las glorias 35
y de Jesús los aplausos.
A quien doctores ilustres
le celebran con sus grados
hoy nuestra corta experiencia
quiere publicar un rasgo. 40
Admitid nuestros afectos
de este festivo aparato;
de vuestro aplauso y perdón
sople favorable el austro.
Aunque un generoso pecho 45
pone la mira no tanto
en el don pequeño y corto
cuanto en los deseos largos.
Tales son los que ofrecemos,
humildes y confiados, 50
que suplirán nuestras faltas
vuestra atención, vuestro aplauso.
[f. 334r]
Coloquio al
Santíssimo Sacramento
en metáfora de grado de dotor [doctor].
Interlocutores:
Rector Doctor
3º
Doctor 1º Doctor 4º
Doctor 2º Vejamen
RECTOR.
Nobilísimos Doctores
y doctísima Nobleza,
Universidad insigne, 55
donde preside Minerva,
con que esta ciudad famosa[67]
es una segunda Atenas,
con competencias de Glorias,
con eminencias de Letras, 60
[f. 334v] de mí habéis sido llamados
en este teatro y escuelas,
para dar grados y laudos
a un ingenio de altas prendas:
el licenciado Jesús, 65
a quien tan docto celebra
la universidad del mundo
que por su Dios le venera.
Pasados todos los cursos
de facultades y ciencias, 70
merece ser laureado
con borlas de todas ellas.
Todas las pudo abarcar
su capacidad inmensa,
que conoció, según juzgan, 75
la sabiduría mesma.
Pues no ignoráis lo que sabe,
con el examen y prueba
[f. 335r] habéis de votar agora
lo que bien se le conceda. 80
No me espanto de que pida,
aunque desusado sea,
las honras de tres o cuatro,
siendo tan capaz su esfera.
Votará, pues, cada uno, 85
según dicte su conciencia,
cuántos grados, cuántas borlas
se deben a su cabeza. (Baile.)
DOCTOR
1º. (Medicina)
Nobles y sabios doctores
de este religioso claustro, 90
la admiración y verdad
abren la puerta a mis labios.
Confieso tanta eminencia
de luz en el doctorando
que todas las ciencias pueden 95
ser de su cabeza lauros;
[f. 335v] mas tan altamente docto
en la medicina lo hallo
que oso decir que Galeno
nunca llegó a su zapato. 100
Hipócrates me perdone;
no comparezca Esculapio;
no me nombren a Avicena,
ni Virgilio a su Melampo,[68]
que no merecen ponerse 105
en competencias ni al lado
de este médico famoso
desde levante al ocaso.
Espantosas curas cuentan
haber hecho en breve espacio 110
y que cuantas hizo de ellas,
tantos, sin duda, milagros.[69]
De ciencia tiene un abismo;
de experiencias, largos años,
[f. 336r] aunque por el mundo tres 115
haya sólo practicado.
A los enfermos asiste
con tanto amor y cuidado
que la sangre de sus venas
ofrece para curarlos. 120
Las sangrías que otros mandan
él las recibe en sus brazos,
y curó con cinco suyas
a todo el linaje humano.
Sólo una purga sabemos 125
tal vez haber ordenado,
y esa la probó primero
aunque de sabor amargo.[70]
Y a
veces medicamentos
usa tan extraordinarios 130
que le han visto hacer prodigios
con saliva, polvo y barro.
[f. 336v] Es ángel
de la piscina
que, sin
revolver el ca[ld]o,[71]
envejecidas dolencias 135
cura con sólo mandarlo.
Con admiración del mundo
portentos obra tan raros
que las almas vuelve al cuerpo
y resucita finados.[72] 140
Y, así, es tan grande su nombre,
tanto el crédito ganado,
que mil le llaman la vida
y la salud, otros tantos.
Médico, pues, conocido 145
del mundo con tanto aplauso,
de
rigore et de justitia
voto que merece el grado.
DOCTOR
2º. (Artes)
Yo, clarísimos doctores
de esta Academia Sagrada, 150
[f. 337r] antes venero que juzgo
sublimidades tan altas,
que filósofo de cuantos
nuestra antigüedad alaba
merece en filosofía 155
poner la boca en sus plantas.
Ni Platón con su doctrina,
ni Aristóteles le iguala,
que es comparar una gota
con cuanto mar se dilata. 160
En el curso de su vida,
que leyó con gran ventaja,
doce discípulos tuvo,
que llenó el orbe su fama.
Pero ¿qué mucho, si siendo 165
de doce años, con tal gracia,
defendía conclusiones,
que admiró los de su Patria?[73]
A su fama y claro nombre
[f. 337v] enviaron Sabá y Arabia 170
tres sabios que derribaron
a su doctrina sus canas.[74]
En las voces predicables
algo del común se aparta,
que todos dicen ser cinco 175
y este número no pasan.[75]
Más él dijo siete voces
en su cátedra cruzada,
predicables todas siete
y mil veces predicadas. 180
Ha tratado bien el género
humano, que de esto trata,
conociendo sus errores
y rechazando ignorancias.
¿Qué diré de las especies 185
de tal manera ordenadas,
que bien podemos beberlas
y allí solemos tragarlas?
[f. 338r] Probó que los accidentes
por ponencia soberana 190
bien pueden estar suspensos
sin sujeto ni substancia.[76]
De los rayos y elementos
sabe las secretas causas
como quien la mano puso 195
en su compostura y traza.[77]
La gran materia de celo[78]
enseñó muy a la larga,
porque muchos brevemente
con poca estima la tratan.[79] 200
Mas quien le hizo echar sangre
del pecho fue la del alma,
que, al fin, le costó la vida
el trabajarla y sudarla.
Al
revés de los demás, 205
cuando ya su curso acaba,
dio el compendio de sus hojas
que cabe en esta hoja blanca.[80]
[f. 338v] Y, así,
juzgo que se debe
a su ciencia aventajada 210
borla de doctor en Artes
que en su cabeza se esparza.
DOCTOR
3º. (Teología )
El divino doctorando
es teólogo tan subido
que los más insignes maestros 215
le miran como prodigio.
Es más ángel que Tomás;[81]
más divino que Dionisio;
mucho más sutil que Escoto
y agudo más que Augustino. 220
Ni los dos Suárez y Vázquez
le compiten con sus libros,
aunque sean dos columnas
con el non plus ultra escrito.
Es comparar con los mares 225
arroyos y leves ríos
que en Teología sagrada
es un infinito abismo.[82]
[f. 339r] Sabe tan
bien la materia
de
Trinitate,[83] que afirmo 230
no haber quien mejor la sepa,
ni jamás la haya entendido.
También dirá la de Gratia
y
soberanos Auxilios,
que todo es cosa del cielo 235
y arguye influjo divino.
Pero la de
Incarnatione,
tratada con nuevo estilo,
es suya por excelencia,
la cual a luz ha salido. 240
Dictando la de Peccatis
otro maestro más antiguo
dictó la de Paenitentia
sólo para hacerle tiro[84].
Mas como él con rigor lee 245
y son tantos los perdidos,
de
peccatis oyen muchos,
de
paenitentia poquitos.
[f. 339v] Todo lo de
Sacramentis
es un tesoro infinito, 250
todo con breves palabras,
que nos da largos escritos.
La de Eucharistia ofreció
a solos doce al principio,
mas después comunicada 255
por todo el mundo ha corrido.
Sus obras de escritos todos
son de los doctos tenidos
como sacros Evangelios
tan sólidos y macizos. 260
Teólogo, pues, tan famoso
es benemérito y digno
del Grado de Teología
que yo a su frente dedico.
DOCTOR
4º. (Cánones y Leyes)
Para decir lo que siento 265
del ilustre doctorando,
[f. 340r] quisiera tener cien lenguas,
ilustrísimo Teatro.
De los tres grados es digno
y no menos lo es del cuarto, 270
que es de Cánones y Leyes,
que a los otros yo le añado.
Ni el celebrado Licurgo,
ni Parisio, aquel romano,
ni Solón, Platón, ni otros 275
legisladores nombrados[85]
se nombren delante de él;
ni se alabe Justiniano,
ni Bártulo se me cite,
ni se saque a plaza a Baldo, 280
que a todos esos legistas,[86]
y aunque fuesen otros tantos,
les pudiera ser maestro
y enseñarles muchos años.
Las más soberanas leyes 285
que hoy tenemos y guardamos
[f. 340v] las ha
escrito con prudencia
y con amor publicado.
En Sinai dio las primeras
grabadas en duro mármol, 290
a claro son de trompeta,
entre el de truenos y rayos.[87]
Otras nos bajó del cielo,
no ya de yugo pesado,
sino fáciles a todos, 295
que su gobierno es muy blando.[88]
Es ángel del gran Consejo,[89]
es diligente abogado,
que en nuestro favor aboga
en los divinos estrados.[90] 300
Será juez del universo
en sus últimos estragos
cuando monarcas y reyes
temblarán a sus amagos.
Jurisperito tan grande, 305
de todo el mundo aclamado;
[f. 341r] coronista a quien se rinde
vencido el Panormitano[91]
bien merece de justicia
que los honores más altos 310
resplandezcan en sus sienes
con universal aplauso.
RECTOR.
A todos veo conformes
y de disentir tan lejos
que antes grados sobre grados 315
van como fuego añadiendo.
El uno de Medicina
se loda[92] con mucho acierto;
el segundo añade de Artes;
de Teología, el tercero; 320
de Cánones y de Leyes
le da también el postrero
y, para apoyar su voto,
a nadie falta argumento.
A la verdad, todos cuatro 325
los merece por su ingenio,
[f. 341v] que al fin es sabiduría
del Padre y eterno Verbo.
Sube, licenciado, sube
de grado en grado hasta el cielo, 330
donde más grados de gloria
te den que nuestro Colegio.
Los nuestros recibe agora
para gloria y ornamento.
¡Ojalá sean de gracia 335
y que con ella los demos!
Pero primero el vejamen
se ha de dar, que no dispenso
en costumbre tan antigua
recebida en estos tiempos.[93] 340
No faltará quien lo dé;
déjenos tomar aliento,
para darle con más brío
para hablar con más denuedo.
(Aquí
tocan o cantan.)
[f. 342r]
VEJAMEN.
Pues tiene hecho el examen 345
para el grado de Doctor,
yo, por orden del Rector,
tengo que dar el vejamen.
Ya, pues, señor licenciado,
con anticipado acierto, 350
os habéis ahí cubierto
para el vejamen del grado.
Hicistis[94]
bien en cubriros,
porque os pienso descubrir
y a muchos dar que decir 355
con lo que vengo a deciros.
En cuanto diré prometo,
sin fingir cosa, verdad,
que en esta Universidad
se ha de hablar con tal respeto. 360
Y, así, todo el teatro entero
bien se puede levantar,
porque pretendo cantar
Evangelio verdadero.[95]
[f.
342v] Tengo
que pasar los ojos 365
por vuestra vida y milagros,
que ya per urbes et agros
cantan los ciegos y cojos,
porque vos a toda ley,
por gracia y naturaleza, 370
salistis muy linda pieza:
salistis pieza de rey.
Muchos saben, y yo sé,
que sois de muy buena cepa;
sí, pero es bien que se sepa 375
que sois de la de Noé.[96]
Bastantes sospechas dais
con llamaros cepa o vid.
¡Oh, qué renombre! Decid,
¿tanto con la vid cuadráis? 380
Porque tan bien os apoda,
afirma el arquiticlino
que volvéis el agua en vino,
como lo vio en una boda.[97]
[f.
343r] Grande habilidad es ésa; 385
más que de alquimia hacer oro;
haréis con ella un tesoro
y milagros en la mesa.[98]
Yo apostaré que debéis
sangre en las venas tener, 390
que se puede bien beber
si en un cáliz la ponéis.
Y no es menor alabanza
querer que el agua bebida
del pecho saque y despida, 395
no lanceta, sino lanza.[99]
No sé si antes o después,
navegando sin navío,
con desprecio y señorío
la pisastis con los pies.[100] 400
Otra cosa cuentan brava
que comúnmente se reza
(¡miren qué linda nobleza!)
que sois hijo de una esclava.[101]
[f.
343v] ¿Vuestra madre, esclava? Sí. 405
Ni ella lo niega a la fama;
antes esclava se llama
y lo cantan por ahí.[102]
Y es cosa fácil sentillo
sin extrañar lo que hablo, 410
pues os parió en un establo
como cualquier esclavillo.
Pero agora ¿qué dirán
los que piensan —y son todos—
que su sangre es de los godos 415
más de Rey que de Guzmán,
cuando sepan, ¡ay Dios mío!,
quién le mandó graduar,
pues le hemos hoy de estrellar
en la cara que es judío?[103] 420
Y, con ser esta verdad,
inquisidor quiere ser,
y dice que quiere hacer
un gran auto en Josafat.[104]
[f. 344r] Y mirad qué
buen ejemplo 425
dejar que nuestro adversario
le subiera al campanario
o pináculo del Templo.[105]
¿Qué es esto? ¡Oh, mi Dios eterno!
¿Con el diablo las habéis? 430
Es cierto, y no lo neguéis,
que habéis bajado al infierno,[106]
y, quebrantando el profundo,
con reparable virtud,
sacastis gran multitud 435
a la libertad del mundo.
Sin esto, paráis el viento;
por el agua enjuto andáis;[107]
en cuerpos de hombres estáis,
que es cosa de encantamiento.[108] 440
Y aun se dice --y lo sé bien--,
sin faltar a la verdad,
que hicisteis mucha amistad
con tres Magos en Belén.
[f. 344v] Queriendo vos, a porfía 445
piedras se rompen y estragan
y las tinieblas apagan
al sol en medio del día.[109]
Y no sólo estos eclipsis
hacéis con vuestro poder, 450
mas a algunos hacéis ver
visiones de Apocalipsis.[110]
Afilo más los aceros,[111]
que algún tiempo habéis andado
por montes y despoblado 455
con algunos compañeros.[112]
Alguna vez os quisieron
apedrear unos villanos,
y otras con sus proprias manos
despeñaros pretendieron.[113] 460
Mire en vuestros ojos bellos
que hay temores y opiniones
que en un palo entre ladrones
moriréis como uno de ellos.[114]
[f. 345r] Mirad, lo
que hacéis; mirad 465
que uno de los compañeros
que llevaba los dineros
ahorcado quedará.[115]
Mas, este punto dejado,
no faltaba sino dar, 470
para del todo acabar,
en galán enamorado.
Y sabiendo bien por quién
por un alma, una fregona[116]
que es más para una atahona 475
que para un hombre de bien.
Alma tan seca y ingrata
que, ardiendo vos en su amor,
con notable disfavor
y raro desdén os trata. 480
Mas vos sois amante tal
que, no embargante el desvío,
andáis de noche al rocío
y os han visto en un portal.[117]
[f. 345v] Bien que
alcanzar la victoria 485
por Navidad pretendistis
y una música le distis,
que dicen que era una gloria.[118]
Sin esto, probáis mil vados
y os disfrazáis de mil modos, 490
y tomáis los medios todos
y os hacéis muchos guisados;
y con tan fuertes cadenas
obligarla pretendéis,
que maná la[119] prometéis 495
y la sangre de las venas.
Pero no quiero dejar
lo que apunté de disfraces,
que por medios eficaces
tomáis y usáis para entrar.[120] 500
Y, siendo en carnestolendas,
fuera sólo menos daño,
más vos andáis todo el año
como máscara a sabiendas.
[f. 346r] Verdad es
que os recogisteis 505
una cuaresma al desierto,
donde, a todo el mundo muerto,
penitencia dura hicisteis.
Y no falta de los vivos
quien me afirme con verdad 510
que sois de
y que rescatáis cautivos.[121]
Y asegura gente pía
y afirma, según andáis,
que de justicia os preciáis 515
y el ser de
La verdad es que primero
ejercisteis el oficio
y el mecánico ejercicio
de un mínimo carpintero,[123] 520
aunque autores harto fieles
oficio de sastre os dan
y que cosisteis a Adán
los primeros zaragüeles.[124]
[f. 346v] Poeta
también habéis sido 525
y tal que con solo un verso
de todo aqueste universo
ganastis nombre subido.
Por lo menos enmendar
bien sabéis los malos pies 530
y hacer que corran después,
si solían cojear.[125]
No sé cómo habéis podido
saber eso que sabéis,
pues nunca estudiado habéis 535
ni apenas libro leído;
y es cosa particular
y de rara maravilla,
que el Jesús de la cartilla
sangre os hubo de costar.[126] 540
Muchos doctores, por eso,
estudiante os han juzgado,
que nunca habéis conjugado
y que sois aún virgen de eso.
[f.
347r] Y es tan público el runrún 545
de esto que muchos soldados
quedaron muy espantados
de oír de vos Ego sum.
Valentón con gran bravura,
a veces os mostráis vos 550
dado a la gracia de Dios,
dado a la buena ventura.[127]
Sin esto, os soléis meter
juzgando en vidas ajenas,
si son malas o son buenas, 555
si hacen o dejan de hacer.[128]
Y yo dejo de meterme
en la vuestra, aunque tenía
otra tanta alegoría
donde pudiera extenderme. 560
Dejo la risa y la riza[129]
—bien que entienden los discretos—
y envuelvo mucho secreto
[f.
347v] como fuego entre ceniza.
Las enigmas que se han hecho 565
pocos ignoran ni admiran,
porque se ven dónde tiran
y qué llevan en el pecho.
Las defensas excusad,
que no serán menester, 570
que no es fácil esconder
los rayos de la verdad.
Consejo parece sabio
salirme un rato al jardín
y al vejamen poner fin 575
y freno a mi tosco labio.
(Aquí
hay baile.)
RECTOR.
Pues queda dado el vejamen
y serenaron los truenos
y enmudecieron los labios
y el mar serenó San Telmo,[130] 580
[f.
348r] el
sol corone los montes,
descubra su faz el cielo,
el arco de paz dilate
sus colores por el viento.
Sucedan serenidades 585
aplausos, glorias, afectos,
y los debidos honores
todos a voces le demos.
Ya con fieles corazones,
con ánimos verdaderos, 590
se den las borlas y grados
al benemérito de ellos.
Cada cual le dará uno
con orden y con concierto
y juntamente la insignia 595
de los colores dispuestos.
DOCTOR 1º.
Pues esto se nos ordena,
le daré el de Medicina,
que hace a los demás todos
[f.
348v] ventaja
tan conocida. 600
Tomad, señor Licenciado,
lo que os debo de justicia,
protomédico de médicos
como todo el mundo afirma.
Tomad el honroso grado, 605
que esa ciencia peregrina
os merece más del cielo
que con estudio aprendida.
¿Mas de qué tejeré borla
del grado que os doy divisa? 610
Porque la común costumbre
pide que sea amarilla.
Borla de color tan bello
que con el oro compita
¿dónde la tengo de hallar 615
para tal cabeza digna?
Pues sois admirable en todo,
se os debe admirable insignia,
[f.
349r] ni
vulgares ornamentos
vuestra docta frente admita. 620
Una os tengo reservada
tan singular y exquisita
que es cuando menos el sol
a vuestra ciencia debida.
Viene de perlas que Apolo 625
con el sol de borla os sirva,
a quien autor los antiguos
de
Ésa tu cabeza adorne;
ésa sirva de divisa 630
y ese tan bello planeta
te corone y se te rinda.
Los muchos rayos que esparce
y aqueste globo matizan[131]
serán hilos de esta borla 635
debidos a tu doctrina.
[f.
349v] Ésta, pues, señor Doctor,
por timbre y blasón reciba,
y goce infinitos años
el grado de Medicina. 640
(Canta
el Coro:)
Infinitos
años,
divino
Señor,
el
grado y la borla
gocéis
de doctor.
DOCTOR 2º.
El grado de Artes me toca 645
dar al doctorando nuevo,
por mil razones debido
de su ciencia digno premio.
Filósofo, pues, famoso
sobre cuantos hubo griegos 650
y en todo el orbe, admitid,
el grado de Artes que ofrezco.
[f.
350r] No faltara quien lo diera
con más pompa y lucimiento,
pero no con mayor gozo, 655
con más voluntad y afecto.
Pero, viniendo a la borla
que a vuestra cabeza debo,
habiendo de ser azul
¿de qué componerla tengo? 660
Buscaré lilios azules
que en las riberas naciendo
con sus cerúleos colores
coronan los arroyuelos.
Tejeréla de zafiros, 665
de las piedras ornamento,
que, con sus rayos azules,
parecen trozos de cielo.
Mas no quiero daros otra
de la que todos sabemos, 670
[f. 350v] hermosa como
las luces,
que adornan el firmamento:
es el iris de las nubes,
es el arco de los cielos,
y dé a vuestra frente borla 675
el [gl]obo[132] azul de su cerco.
Aplaudan a tantas glorias
los teatros y liceos
y, como Doctor en Artes,
os celebre el universo. 680
(Canta
el Coro: )
Infinitos
años,
divino
Señor,
el
grado y la borla
gocéis
de doctor.
[f.
351r]
DOCTOR 3º.
El grado de Teología, 685
que es
vengo a darte con el gusto
que cabe en mi pecho apenas.
Teólogo, pues, consumado
sobre cuantos lo profesan 690
recebid el grado y honra
que os ofrece nuestra escuela.
De esta borla las insignias
yo las tejeré, que, si ella
ha de ser de color blanco, 695
no faltará de qué hacella.
Franquearán su candidez
las plateadas azucenas,
su pureza los armiños,
su hermosura las mosquetas; 700
los vergeles, sus jazmines;
su nieve, las altas sierras;
[f.
351v] su
cándido mármol, Paro;[133]
el sur,[134]
diamantes y perlas.
Pero, ¿para qué mendigo 705
plata, mármol, azucenas,
mosquetas, nieve, diamantes,
jazmines, astros, planetas?
¿Aquélla no es la divisa
blanca, como se desea? 710
¿No es borla de Teología
la forma que allí blanquea?
Aquellas blancas especies,
flor de la harina más bella;
esos accidentes blancos, 715
que aquel círculo nos muestra:
¿no forman al vivo borla
difusamente compuesta?
No quiero, pues, fingir otra,
ya que tengo verdadera. 720
Ésa, Teólogo insigne,
[fol.
352r] lauree
vuestra cabeza
y, Doctor en Teología,
os aclame el cielo y tierra.
(Canta
el Coro:)
Infinitos
años, 725
divino
Señor,
el
grado y la borla
gocéis
de doctor.
DOCTOR 4º.
A mí, finalmente, toca
daros el grado de Leyes, 730
pues lo tienen decretado
señor Rector y asistentes.
Recebid, pues, este grado,
que merecéis dignamente:
Doctor en Leyes señalo 735
a quien tantas de ellas tiene.
[f.
352v] De esta Facultad la borla
en vuestra frente campee;
ésta ha de ser colorada
como la costumbre quiere. 740
No me cansaré en buscar
por montes valles y fuentes
colorados materiales
que su carmín me franqueen,
que hermosamente son rojos 745
de las flores los claveles,
la púrpura de las rosas
y arreboles de occidente;
del mar los bellos corales,
del alba los rosicleres, 750
de las Indias los rubíes,
de Tiro la grana ardiente.[135]
Pero yo tengo trazada
una insignia diferente,
[f.
353r] que, con mayor excelencia 755
y propiedad, os lauree.
Ésta se hallará en el cáliz
y en los rojos accidentes
de vuestra sangre vertida
en las sagradas especies. 760
Ese carmín tan precioso
que a la vista nos ofreces
ha de ser roja divisa
de vuestras sagradas sienes.
Doctor en Leyes con ella 765
el mundo todo os venere,
de que ya todos os damos
infinitos parabienes.
(Canta
el Coro:)
Infinitos
años,
divino
Señor 770
el
grado y la borla
gocéis
de doctor.
[f.
353v] Doctor sois famoso
en Medicina;
el sol os da borla, 775
sol de justicia.
Doctor os laurea
Filosofía;
los cielos os ponen
azul divisas. 780
Doctor eminente
en Teología;
la borla es el blanco
de
Doctor sois en Leyes 785
¡qué maravilla!:
la sangre del cáliz
es vuestra insignia.
Infinitos años,
divino
Señor, 790
el
grado y la borla
gocéis
de doctor.
[f. 354r]
Despedida
Ya quedáis, señor Doctor,
con pompa, honra suprema,
graduado y laureado: 795
¡sea para gloria vuestra!
Ya en hombros de serafines
dad por el mundo la vuelta,
vitoreado y aclamado
a voces de cielo y tierra. 800
En verdad, que podréis dar
el cumplimiento a la fiesta,
sirviendo a vuestros amigos
alguna buena merienda.
Prevenida la tenéis 805
en esta espléndida mesa,
en esta fuente de plata
con blanca toalla cubierta.
Aquí nos tenéis maná,
como menuda grajea 810
[fol.
354v] del alto
cielo llovida,[137]
por manos de ángeles hecha.
¡Oh, qué celestial dulzura!
—aquí la nuestra no llega:
sabe a divinas delicias; 815
sabores del cielo encierra.
En vaso y cáliz de oro
nos brindáis divino néctar,[138]
que es sudor de vuestra cara
y sangre de vuestras venas. 820
A la merienda propina
alargue vuestra grandeza,
que, como tan generoso,
no os perdonamos la deuda.
Doctor sois en Medicina: 825
debéis la propina de ella
y otra de vos no queremos
que salud y vida eterna.
En cuanto Doctor en Artes
nos daréis de vuestra ciencia 830
[f.
355r] conocimiento del mundo
y de las altas esferas.
Como Teólogo Doctor,
derramad de las riquezas
luces de sabiduría 835
a la más noble potencia.
Y, como Doctor en Leyes,
abogad en mi defensa
y, cuando seáis juez del mundo,
dad favorable sentencia. 840
A todos estos señores
dad en igual recompensa
otros semejantes grados,
que de gracia y gloria sean.
(Tocan o cantan:)
. Admitid la voluntad 845
con que esta Escuela ha ofrecido
los frutos que en tierna edad
liberal ha producido
en esta celebridad.
[f.
355v] Las
faltas perdonaréis, 850
que muchas hallado habréis,
y, si el don no os ha agradado,
con saber que se ha acabado
trabajo ya no tendréis.
Otra al Intento.
Si el coloquio os ha enfadado, 855
por dos veces repetido,
con no haber acá venido
hubiérades excusado
las faltas que habréis oído.
Para el trabajo estimado 860
lo habemos hoy y[a] admitido
como el otro; mas yo os pido,
que, para excusar enfados,
salgáis con menos ruïdo.[139] 864
FINIS
INTERLUDIO
Capelo al Niño Jesús
Poema del P. Juan Cigorondo,
según el texto del Cartapacio curioso, donde
se sitúa entre ambos Coloquios sacramentales, en fol. 356r-361r. Hay otra copia
en el códice ms. de
Pues
sois de
Jesús, y el
vivo modelo
de sus
reglas, bien será
que en todo
nos deis ejemplo.
Y, porque
es la más difícil 5
la de picola y capelo,
que os
sentéis en ella ordena
el Padre Rector
del Cielo.
Y,
aunque sois en religión,
Niño Jesús,
tan moderno, 10
la virtud
es muy de antiguo
y sois en
ella profeso.
Es la
picola el pesebre,
bien
angosto y bien pequeño,
para quien
el cielo impíreo 15
y mil
mundos son estrechos.
[386v] El capelista será
vuestro
amado y ingrato pueblo
que tiene
aguda[s] navajas
y sabe
cortar sin duelo. 20
Fuera de lo
registrado,
pienso que
de su celebro
añadirá lo
que nunca
os pasó por
pensamiento.
Vos,
Niño, cerrad los labios, 25
poned en
ellos el dedo,
haced del
sordo y del mudo,
pues lo
sois como cordero.
Porque ya,
Niño, sabéis
que hay
expresa regla de ello 30
y que sin
faltas culpables
se nos
pueden dar capelos.
Y
es justo, pues la materia
y la razón
de su objeto,
no es la de
penitencia 35
o virtud, o
sacramento.
Pero,
llegando ya al punto
en la
picola, cuál vemos
está el
Hermano Jesús
por lo que
iré refiriendo.[141] 40
Hermano,
dije, aunque os llama
David
"Sacerdote eterno",
y aunque
sois, según el mismo,
"Pontífice
verdadero".
Pero aunque
estáis tan callado, 45
sois muy
ladino y muy diestro
en saber
lengua latina,
y os
ordenaron por serlo.[142]
Lo primero
y principal
y lo de más
fundamento 50
es porque
el vestido trae
al parecer
descompuesto.[143]
[fol. 357v] Porque
estando vos en traje
de Dios y
por esto siendo
igual al
Padre, tan sabio, 55
tan poderoso y tan bueno,
de suerte
os desfigurastis
que es
difícil conoceros
y os
vestistis los andrajos
del hombre,
esclavillo vuestro. 60
Hermano, ya
no sabéis
que se
escandaliza desto
el gentilismo,
y lo tienen
por locura
los hebreos.[144]
También ha
estado el Hermano 65
a las
puertas de aposentos,
que a la de
una Esposa estuvo
por buen
espacio de tiempo.[145]
Lo cual
parece se agrava,
porque fue
con tanto exceso 70
[fol. 358r] de
afición, que ni la noche
ni el rocío
le impidieron.
Y, aunque
vos, Hermano, sois
el Ángel
del gran Consejo,
por menos
daño tendrías 75
que con
licencia entréis dentro.
También el
Hermano toca
la
campanilla muy recio,
y aun una
vez se volvió
porque al
punto no le abrieron. 80
Ya veis los
inconvinientes
que se
siguieron de aquesto,
y lo que
costó a
el no
esperar un momento.
También una
noche vino 85
tan tarde
que los porteros
no le
abrieron y durmió
en un
establo al sereno.[146]
[fol. 358v]
Ya veis que os pudo dañar
por ser
delicado y tierno, 90
y que es
loable cuidar
sin demasía
del cuerpo.
También
parece que muestra
más
particular afecto
a algunos,
y suele estar 95
muy de
ordinario con ellos.
Con los
hijos de los hombres
son sus
gustos y contentos
y no hay
poder apartarlo
de ellos ni
vivo ni muerto. 100
De aquí se
siguió el estrago
y las
ruïnas del cielo,
porque Luzbel y los suyos
tuvieron del hombre celos.
Parecioles que el tratar 105
de esta unión y liga el verbo
[fol. 359r]
con ellos debría de ser,
porque eran más nobles que ellos.
De esta pequeña centella
creció el lastimoso incendio 110
que abrasó lo más precioso
de los palacios del cielo.
El amor, diréis, Hermano,
que es libre (y yo así lo creo),
y que no fue culpa vuestra, 115
sino la soberbia de ellos.[147]
También se puso a escuchar
estando todos durmiendo
una música el Hermano
de voces y de instrumentos.[148] 120
Diréis que cuando se dio
vos estábades despierto,
que eran buenos los cantores
y los cantares honestos.
[fol. 359v]
Con todo, en aquesta parte 125
es el recato muy bueno,
no porque en vos no le haya,
mas porque en mí lo deseo.
También envió recados
a los de fuera, y vinieron 130
y bajó a la portería
sin avisar al Portero.
De que holgaron en el alma
ir con ellos no lo niego,
pero al fin eran pastores 135
y pastores son groseros.
Diréis que para enseñar
los rudos venís del cielo
y más que en
es voto de los profesos. 140
También recibió unos dones
de oro, mirra e incienso,[149]
[f. 360r] que para los religiosos
parecen dones superfluos.
Y más si acaso pedían 145
que dijésedes por ellos
misas, o hiciésedes algo
de los demás ministerios.
Pero al fin es de creer,
(y yo, Hermano, así lo creo) 150
que en aquesto no nos falta
sino sobra de misterio.
También habiendo tocado
a acostar, en su aposento
tenía lumbre el Hermano, 155
viviendo con compañeros:[150]
cuando a vos no os haga falta,
por estar ya ciego el sueño,
al fin, María es mujer
y Josef, al fin, es viejo. 160
[fol. 360v] Y, pues pedía que a la esposa
la dejen si está durmiendo,
como en todo lo demás,
dadnos en aquesto ejemplo;
aunque yo bien imagino 165
que la lumbre era del cielo
y que en vos reverberaba
como cristalino espejo.
Por esto, el Padre Retor,
aquél que rige los cielos, 170
que es piadoso como Padre
y como jüez severo,
ordena hagáis penitencia
tal que sirva de escarmiento,
si no por vuestros pecados, 175
por los pecados ajenos.
Porque está escandalizado
el rey y todo su reino,
[fol. 361r] por obviar inconvenientes
manda que mudéis colegio. 180
Partiréis de noche a Egipto.
Irá por superior vuestro
el Padre Josef, a quien
tendréis por padre y maestro.
Fuera de esto, ayunaréis 185
en un áspero desierto,
tiempo de cuarenta días,
no os parezca mucho tiempo.
Haréis una disciplina
hasta dejar el pellejo, 190
porque se desnude el hombre
del que le vistió el primero;
al fin beberéis el cáliz
de la muerte, trago acerbo,
para que sudemos todos 195
de Adán el mortal veneno.
3. Coloquio al
Santísimo Sacramento.
3 1. Introducción.
Este
segundo Colloquio al Santísimo Sacramento
del Cartapacio curioso, como es
lógico, también toca el tema sacramental (vv. 355-358. 663-666. 669). Pero sin
ninguna insistencia. En su planteamiento global es un drama teológico-moral: la
acción resulta de la oposición de las eternas fuerzas en conflicto, el Bien y
el Mal, personificadas, en un caso, por Lucifer o Luzbel, el polo opuesto (tan ab æterno como la ortodoxia teológica lo
permita al cristianismo) de
Si se quiere notar el parentesco que, desde su
planteamiento central, une a este Coloquio con las tradicionales e incluso
angulares piezas del teatro escolar de los jesuitas desde sus comienzos, basta
remitir a
La del espectáculo o representación responde a
planteamientos de la comedia española o barroca consolidada, caracterizada por
la loa, tres actos o jornadas, en uno de cuyos entreactos al menos se
representaba un entremés y una brevísima despedida, a la que seguía un baile o
mojiganga. Observamos variación respecto a este esquema en nuestro Coloquio,
dado que la comparación no es del todo afortunada. En primer lugar, porque el término
de comparación no debe ser la comedia profana sino el auto sacramental barroco.
Y en los autos no hay actos ni escenas: se trata de un (solo) "auto"
o acto. En segundo lugar, porque se trata de un
Coloquio escolar, que en términos generales corresponde a un auto religioso.
Pero tiene su propio modo teatral, pues no en vano pertenece a un práctica
teatral distinta, al menos por su hibridación. Por eso, la loa integra los
elementos del Prólogo (v. 33s) y Argumento (vv. 21-32), típicos de los espectáculos
de la práctica erudita, que funde el Argumento plautino con el Prólogo
terenciano, lo que será característica de los posteriores coloquios, diálogos o
representaciones de colegio. El autor, hombre de su tiempo, quiere realizar una
Loa («alabanzas comienzo...; alabar el Coloquio» —v. 1-5), especialmente cuando
el teatro parece lleno, y aquietado el público («no está muy malo el teatro»
—v. 1-4, más vv. 43-46). Pero, debido a las condiciones de la representación
(«ver cómo hace / cada cual lo que le toca» —v. 7s), especialmente por parte de
los actores, a quienes el miedo escénico ante el público podría llevar hasta a
olvidar sus papeles («se alborote la memoria» —v. 16), no puede realizar su
deseo, sino que ha de volver a los usos tradicionales en este tipo de
representaciones y, como en un espectáculo de estirpe terenciana, a pedir
silencio (v. 41ss), pedir perdón ya desde el principio por las previsibles y
comprensibles faltas en la actuación, especialmente de «tiernos niños» (v.
61s), para los que solicita un voto de confianza. Además, como antídoto del
aburrimiento, promete un «pasajuego» o divertido entremés.
Como en los Autos, decíamos, no se señalan
actos o jornadas. Y, sin embargo, se advierten perfectamente dos partes en el
Coloquio, muy marcadas por el desarrollo de la acción y, en concurrencia con
ella, por la inserción de un entremés que supone un tercio del tiempo de la
representación. (Típico del teatro religioso tradicional.) La acción se abre
con la presentación de los protagonistas del drama en sendos monólogos. Sigue
el desarrollo del conflicto, que muestra a un Alma peligrosamente escorada del
lado del Mal, dejando suspenso al auditorio. Y, así, en esta suspensión se deja
la acción: se interrumpe con la representación del burlesco entremés, en un
juego de contrastes típicamente barroco. Tras el entremés, siguen las
solicitaciones y dudas para analizar con mayor detalle el proceso. En realidad
el texto o acción se desarrolla en una serie de círculos o repeticiones, cuyo
objetivo es insistir en unas pocas ideas, para facilitar el adoctrinamiento de
un público joven: «tierna edad» (v. 110), «tierna primavera» (v. 270) que se
corresponden con los actores («de tiernos niños oigan» -- v. 62; «flores son
que ha producido / esta nuestra tierna edad» --v. 685s, despedida). Son el
público pretendidamente directo del espectáculo, aunque es normal y lógico que
también asistan los docentes y un sector formado por personas eminentes
(dignidades religiosas e incluso autoridades civiles: «... aqueste Senado», v.
38s), a quienes, ya desde la loa (vv. 49-52), se había pedido comprensión para
los fallos especialmente de los actores niños. Se repite en la despedida.
Varios elementos sirven para
realzar el espectáculo. Es extraordinaria la presencia de la música y la danza,
separadas o combinadas en varios momentos: «baile
o música» después del v. 196; «Hay
música, baile y entremés» — tras el v. 430; igualmente al final del
entremés: «Música o baile»; «Tocan dentro y el Alma escucha lo que
cantan» los «Músicos» del Coro
(v. 347), que así preparan al Alma para el ataque armado de Lucifer; o «canta la música», después del v. 666,
para celebrar la victoria del Bien, y «Música
y baile» (tras el v. 682).
En su frecuencia y por su
situación, este elemento sonoro marca la transición entre las partes de la
acción y de la representación: tras el primer cuadro de presentación de los
máximos protagonistas, Lucifer y Amor Divino, Alma y Ángel; al comienzo y fin
del entremés, y como conclusión de la representación antes de la despedida;
ante el clímax del peligro y como celebración de la victoria del Alma.
Hay también elementos de
gran espectacularidad, como al comienzo de la acción, cuando el demonio irrumpe
en escena «por todas partes arrojando
llamas»; la nube en la aparición del Amor Divino (ante el v. 454). Su pendant es la desaparición de Luzbel por
entre las llamas de, al parecer, varios escotillones, entre estampidas de
truenos (después de v. 630: «Vase Luzbel,
vense llamas y suenan algunos truenos»). Está implícita la espectacularidad
en el sistema y usos de elementos de
indumentaria, con la variedad y riqueza que revestían desde siempre en el
teatro de Colegio y más aun en el Barroco: indumentaria contrapuesta de Lucifer
y Amor Divino, de Mundo y Ángel; la propia del Alma. El demonio, que habría
salido con su tradicional traje de llamas y, de hecho, entre llamas, aparece
después disfrazado de cazador (ante el v. 202), que, con ballesta o arco, con
regalo, dispara flores (v. 394), un rubí (v. 412s) y «deleite» (v. 419-426). No
debe tampoco dejarse sin anotar el sistema de movimientos, además de los
escenográficos ya señalados para
Exquisita estructura
concéntrica también del elemento oral en el Entremés. Arranca de la música y
baile la escena de presentación de los examinandos en alegres redondillas.
Nueva escena: un notorio notario lee un prosaico edicto. Sigue el cuerpo del
entremés con los miedos que, en interlocuciones latinas, expresan los
examinandos, para pasar al entrevero de prosa latina e hispana en los exámenes,
excepto el del "in utroque sermone"
solvente Pelagio, a quien se le permite la recitación del cuento «hispano sermone», en atención al
público, claro, y en romance («las
relaciones piden los romances»: Arte
nuevo de hacer comedias...).
Vuelve la mezcla de prosa castellana y latina, para concluir los exámenes
restantes, dada la patente insuficiencia latina de los candidatos y, a la
inversa que en el núcleo primero, con prosa castellana en exclusiva. Cierre con
música y baile.
Otro elemento importante de
la configuración del espectáculo, aunque no apele a la vista sino al oído, es
la extraordinaria variedad y riqueza del material verbal. Se luce en
composiciones métrico-estróficas, sin olvidar alardes de prosa latina (clásica
y humorístico-macarrónica), en el extenso romance que cuenta una fábula esópica
como relato folclórico y en el entrevero de prosa hispana con latina.
Como forma poética
predominante, tenemos romances octosilábicos (61% del auto y 84% de los versos
del Entremés), con las más variadas asonancias (á-e; á-o, -á; é-a; é-e; é-o; í-a, í-e, í-o, -í; ó-a; ó-e; ó-o; -ó),
en cuartetas (rompiéndolas a veces --vv. 264-269. 376-381. 414-418--en aras de
la naturalidad sintáctica) y en tiradas (vv. 595-630). Pero también hay otros
más llamativos: los romancillos heptasílabos y hexasílabos (122 vv.) en algún
caso puestos a la moda con un estribillo. Con estas formas, en un Auto
sacramental y en un Coloquio escolar encajan perfectamente redondillas y
quintillas, que destacan el comienzo del entremés, en la despedida del
Coloquio, o como elemento de transición (vv. 230-237). Hay versos huérfanos,
nobles estancias, una silva octosilábica, una sextilla alirada.
Y, si al principio extraña
tal cúmulo de variaciones métrico-estróficas o incluso de rupturas de la misma
regularidad como el texto presenta, pronto la extrañeza se torna maravilla en el goce
estético, pues en tanto movimiento y solicitación de la visión, típicos del
Barroco, se advierte el orden y función de tal variedad y libertad, que son
condiciones para lucimiento del ingenio y el juego de embeleso con los
elementos formales, entonces tan apreciado: ¡fineza intelectual! Se aprovecha
la consolidación barroca de los romances en cuartetas, con su interminable
alternancia / movimiento. Para dar realce a algunas escenas oímos solemnes
estancias (vv. 65-91; 131-148; 328-342 = 79 vv. más una sextilla alirada --vv.
386-395): todas (sino una al Alma: vv. 96-110) se reservan a Luzbel (vv.
65-110. 131-148. 328-342), a modo de credencial de presentación o presencia,
parejo al modo de subrayado de la ominosa actuación del hechicero Rotbart
('barbarroja', por cierto) en El Lago de
los cisnes. Como instrumento de contraste en la función caracterizadora y
expresiva están los romancillos hexasílabos, reservados a Amor Divino y al Alma
y a sus relaciones (vv. 286-327; 454-481; 495-510; 639-666 -- y 671-674). En ellos expresan sus sentimientos
de queja o pena, a manera de endechas o elegías (Amor Divino en vv. 286-327 y
454-481) o deliquios de amor (Alma sola en vv. 495-510, y con Amor Divino en
vv. 639-674). Los heptasílabos para el Coro («Músicos») en una anacreóntica de tono suave dirigida al Alma,
«blanca paloma» (vv. 347-358). Redondillas, para resaltar un diálogo (entre
Alma y Luzbel, en vv. 523-566), para causar buena impresión en la despedida, o
a manera de apartes o reflexiones singulares en contextos de tensión dramática (vv.
230-237; 511-514). Los versos huérfanos (vv. 375; 396; 401; 490), salvo uno,
que funciona como cierre (v. 490), son para los apartes en medio de diálogos
tensos. Y ni siquiera falta el toque característico de las composiciones
devotas en esa abundancia de versos de romance en asonancia aguda..
Está claro que el autor
asume la práctica literaria y teatral y la teoría triunfante sobre la función
de las variedades métrico-estróficas como aparecen, por ejemplo en el Arte Nuevo de hacer comedias en este tiempo
de Lope de Vega, donde se atiende a situaciones y personajes, al decoro y a la
eficacia teatral. Todo ello se aprovecha con excelente técnica en nuestro
Coloquio, que destaca la singularidad de los personajes, salvo en casos de
rápidos diálogos entre ellos, mediante su propio idiolecto lírico. De todo lo
cual resulta efecto estético y emoción: eficacia retórica y discursiva.
Finalmente, también como
elemento de realce, está el Entremés, que es una excelente muestra de entreacto
cómico-burlesco sin relación con el Coloquio, dentro del cual funciona, fruto
maduro de la evolución de las secciones que, para descanso del público (rudes erudire), se fueron introduciendo
de distintas maneras en el teatro escolar de
La pieza, así concebida, resulta de una extensión considerable para un auto, aun sin tener en cuenta el entremés (691 vv). Por eso le conviene con propiedad el título de Coloquio. Los medios espectaculares utilizados van en la misma línea. No se trata de un auto del Corpus de un colegio para salir del paso y cumplir con la festividad. Quizá, de no haber sido así (como en el caso del Coloquio en metáfora), no se nos hubiera conservado.
Nota sobre los criterios de edición.
El texto se transcribe modernizado en lo gráfico-fonético excepto en las secciones latinas, en las que sobre todo convenía preservar el tenor literal, porque muchas veces tiene funcionalidad, pues pone de relieve la situación y el carácter de los participantes: corrección por parte de los examinadores y de Pelagio, estudiante «studiosus»; amontonamiento de burradas por la troika o tiro de asnos examinados. Entre paréntesis se ofrecen los apartes y las acotaciones. El texto de éstas se ofrece en cursiva, salvo cuando se integran en un texto latino. En este caso, para destacar la acotación, se utiliza la redonda.
3. 2. Texto:
[f. 362r]
Colloquio al Santísimo Sacramento.
[f. 394r] Loa
que se ha de decir al principio de este Coloquio.[152]
No
está muy malo el teatro,
ni es mal principio de loa,
pues alabanzas comienzo,
ni se me ofrece otra cosa.
Porque alabar el Coloquio 5
será evidente lisonja,
antes de ver cómo hace
cada cual lo que le toca;
si no es que, para alentar,
las palabras de su boca, 10
digo que pueden salir
a que vuescedes las oigan.
Mas no, que será sacarles
[f.394v]
al rostro colores rojas,
y puede ser que con eso 15
se alborote la memoria,
y cuanto se ha trabajado
se perderá en una hora,
y más el lucro cesante,
que, perdido, no se cobra.[153] 20
Ésta al presente, señores,
es la ostentación gloriosa
del Divino Amor, que os hace
para volver por su honra,
ofendido que Luzbel 25
con astucia se le oponga
a robarle de las manos
una cándida paloma.
El Alma, que, despreciando
al Mundo y todas sus cosas, 30
de Dios sigue las banderas,
de Luzbel canta victorias.
Más ¿dónde voy?, que he trocado
en Prólogo aquesta Loa,
[f. 395r]
y repito sin provecho 35
lo que ha de
enseñar la historia.
¡Alto, pues! Vuelvo a loar...
¿qué? Los
favores y la honra
que todo
aqueste Senado
nos hace,
cosa es notoria. 40
Pues voime a
pedir silencio,
que es oficio que
me toca.
¿Silencio? ¿Para después
del Coloquio o
para ahora?
Para ahora
no, que todos 45
le ofrecen, pues
les importa
para gozar de la
fiesta;
para después, de
limosna.
Suplico a
vuesas mercedes
olviden lo que
aquí notan, 50
porque temo habrá
más faltas
que en un juego
de pelota.
También
habrá pasajuego.[154]
Si fuere larga la
historia,
[f.
395v] paciencia, como en sermón 55
que se arremete a dos horas.
Una tarde
viene a ser
de las que el ocio
malogra,
de las que nos
sisa el sueño,
que tanto la vida
acorta. 60
Dennos ésta de barato[155]
y de tiernos niños
oigan
lo que dijeren. ¿Haranlo?
¡Alto! ¡Manos a la
obra!
Interlocutores
Alma Demonio o Lucifer
Amor Divino
Ángel Mundo
Músicos
(Sale Lucifer o demonio por todas partes
arrojando llamas:)
LUCIFER.
Cuando me acuerdo del tremendo día 65
que bajé desde el cielo a un caos de males,
y en penas desiguales
se convirtió mi gala y bizarría,
deshecha mi alegría,
reviento, lloro y rabio, 70
de ver que un hombre por humilde alcanza
lo que un Ángel perdió a punta de lanza.
[f.
362v] ¡Oh, corta fuerza mía,
pues no puedo vencer a un vil gusano!
Mas qué mucho, si Dios le da la mano 75
y su gracia le ampara, esfuerza y guía.
Mi enemigo es el hombre; así, procuro
apartarle del bien y de la gracia,
para que de su Dios caiga en desgracia.
Rabio de invidia, de coraje rabio; 80
y, pues la silla que perdí en el cielo
ha de gozar el hombre, vil criatura,
vengareme en el hombre de mi agravio.
Príncipe soy de todas las
tinieblas;
enviaré por el mundo mis soldados 85
de mentira y de vicios bien armados,
para que ya en poblado, ya en las
selvas,
procuren reducir a mi albedrío
con blandura y deleite a los mortales,
dándoles en mil males 90
[f.
363r] el veneno que está en el pecho mío.
¡Alerta, juventud! ¡Alerta,
ancianos!
Tembló el cielo de mí, tiemble la tierra,
pues, entre tal combate, entre tal
guerra,
es raro aquél que escapa de mis manos. 95
(Sale
el Alma.)
ALMA.
¿Dónde me guías, pensamiento mío?
¿Brioso natural, a qué me inclinas?
Apenas he nacido
cuando vivo de ambos combatido.[156]
No en balde el sabio ignoraba 100
la oculta senda que mi edad ofrece,
y entre tantas veredas no hallaba
la que esmaltada de carmín florece,
donde ciego perece
el que seguro un tiempo la hollaba 105
y, apenas la miraba,
cuando por sus olores
[fol.
363v] entró a coger sus venenosas flores.
Sed vos gloria del día;
de aquesta tierna edad la luz y guía. (Vase.) 110
(Sale
el Amor Divino.)
AMOR DIVINO.
¡Oh, cuánto un alma me cuesta
y cuán poco advierte y sabe
que para norte del cielo
fui enviado de mi Padre!
¡Oh, cuánto de mí se aleja! 115
pues si quisiera buscarme
hallara al corzo[157] herido
por el rastro de la sangre![158]
No sé yo en qué le ofendí,
si no es que es ofensa grave 120
que la majestad mayor
tanto por ella se humane.
Aun en políticas leyes
[f.
364r] bien de un exceso tan grande
es justo que agradecida 125
me busque, me siga y ame.
Quiérola buscar al punto
y morir para que pague
con el valor de mi muerte
lo que ella debe a mi Padre. (Vase.)
130
(Sale
Lucifer.)
LUCIFER.
Suene el acero y en ecos por los
vientos
mi cólera repita en sus acentos,
amenazando a quien, osado y fuerte,
desechando a Luzbel, busca su muerte.
Conozca el hombre vil, necio, atrevido 135
el poder de mi pecho enfurecido,
y advierta, si no sigue mi deseo,
que de mis plantas ha de ser trofeo.
[f.
364v] Conozca que esta mano es su contrario
indignada de un bárbaro sectario 140
y, pues está irritada,
tema los rayos de su ardiente espada.
El hombre muera que a Luzbel enoja;
libro este acero es, que, en una hoja,
por diversos estilos, 145
con solos dos renglones en dos filos,
valiente, osada y fuerte,
tiene por nota de un renglón la muerte.[159]
(Sale
el Ángel, y poco a poco se va Lucifer retirando
con rabia y furor.)
ÁNGEL.
A ti, soberbio Querub;
a ti, escándalo del orbe; 150
a ti, monstro del infierno,
ciego, altivo, loco y torpe;
[f.
365r] a ti, Luzbel, y aun a cuantos
por dueño te reconocen,
y bárbaramente rinden 155
humildes adoraciones:
vengo a deshacer, resuelto,
los engaños tan enormes,
en que obstinado pretendes
tener sepultado al hombre. 160
¿Porqué quieres perseguirlo,
y porqué atrevido rompes
los fueros de la razón
que a Cristo por Dios conoce?
Ese luciente planeta[160] 165
que en las cátedras mayores
leyendo está la materia
de luces y de arreboles;
la luna que es sustituto
[f.
365v] que en brillantes resplandores 170
la luz que ignora le enseña
a las sombras de la noche;
esos vestidos de estrellas,
argentados pabellones
que del ovillo del sol 175
devanan la luz conformes,
¿no están a voces diciendo,
no están publicando voces
que al Señor que los ilustra
es justo que el alma adore? 180
Pues, ¿porqué a ti, Querub falso,
quieres que ciego se postre,
permitiendo que tu engaño
aleves cautelas logre?
Conozco ya tus ardides, 185
y solo al Dios de los dioses
[f.
366r] ha de rendir sus finezas,
ha de humillar sus blasones. (Vase poco a poco.)
LUCIFER.
¡Notable furor! Aguarda,
que en alborotos disformes 190
me va faltando el aliento,
mis bríos se descomponen;
mis aceros se deshacen,
todas mis iras se rompen,
porque el cielo ya entorpece 195
mi brazo para los golpes. (Vase.)
(Baile o Música.)
(Sale
el Alma y el Mundo siguiéndola.)
ALMA.
¿Qué camino seguiré
en esta edad, pensamiento?
Déjame de dar tormento;
[f.
366v] proponlo, que yo veré 200
si el seguirlo me está a cuento.[161]
(Sale
Lucifer en traje de cazador y, mientras habla,
conversan
entre sí el Alma y Mundo.)
LUCIFER.
En busca de un Alma vengo,
paloma que en este campo
vive. Mas, para que muera,
vengo cual veis disfrazado. 205
Tiene de armiño el pellico,
el cual nunca le ha manchado,
ni ha salido de la cueva
donde tiene su resguardo.
Ya empieza a volar alegre; 210
pero ya yo salgo armado,
para quitarle la vida,
a pesar de mi contrario.
[f.
367r] Haga fiestas el infierno
con bocado tan extraño, 215
que hoy le presento en trofeo
de un Lucifer agraviado.
Muera, muera, aunque se agravie
el cielo, que aqueste brazo
basta para hacerle guerra 220
tal, que morirá a mis manos.
Todo el mundo tengo lleno
con mis redes, con mis lazos:
juro que en él no verán
paso, que no esté enredado. 225
Mas allí está la paloma.
Quiero quitarme del paso,
porque a los principios voy
muy poco a poco engañando. (Vase.)
MUNDO.
Agora puedes seguir 230
[f.
367v] lo que tu edad apetece:
el regalo te ennoblece
y te deleita el vivir.
ALMA.
¡Ay, Dios! ¿Qué podré decir?
¿Quién el regalo aborrece? 235
¡Ay, Mundo! ¿Y cómo parece
que me acercas al morir?
MUNDO.
De la sangre el alimento
cuando comienza a hervir
son los gustos y placeres 240
que hoy te quiero persuadir.
Sígueme, que en mis delicias
empezarás a sentir
nuevas lisonjas que alivian
lo pesado del vivir. 245
ALMA.
¡Oh, qué delicias me brindas!
¡Oh, qué vida sin dolor!
[f.
368r] ¡Me prometes, Mundo amigo
sin peligro y sin temor!
MUNDO.
Empieza luego a gozarlas 250
y ellas te dirán mejor,
si son aparentes gustos
los que en ella puso amor.
ALMA.
(¡Oh,
cuánto, Mundo, me aprietas!
Casi por seguirte estoy.) 255
(Sale
el Ángel.)
ÁNGEL.
Paloma, no te resuelvas.
Deja pasar el furor
de la tormenta, que el pecho
te está batiendo feroz.
Engaños el mundo ofrece; 260
sus delicias muerte son
que, con aparente vida,
te saltean la razón.
[f.
368v] ALMA. (Habla con el Mundo.)
Ya casi estaba rendida
para seguirte veloz, 265
pero escucha, Mundo amigo,
que hay otro competidor,
que deshace tus promesas
y las nota de traición.
Tú en mi tierna primavera, 270
para que viva mejor,
quieres que te siga alegre,
y un templo labre al amor.
Tu competidor, ¡ay, cielos!,
oye, me dice, que no, 275
porque en él vive la muerte
a quien crédito le doy.
MUNDO.
Sígueme por esta senda;
déjate de esa ilusión,
que serán caducos sueños 280
que fantasía forjó.
[f. 369r] ÁNGEL.
No le sigas, que te engaña.
ALMA.
Dejadme vivir los dos.
Luz voy a pedir al Cielo
para elegir lo mejor. 285
(Vanse siguiendo al alma.)
(Sale
el Amor Divino.)
AMOR
DIVINO.
Una ingrata Alma,
a quien mi amor siempre
llenó de favores
y colmó de bienes;
prometió de darme 290
la obediencia siempre,
y agora, la ingrata,
negármela quiere.
Débeme su vida,
pues por mí la tiene, 295
[f.
369v] y si yo la digo
que pague, pues debe,
el
Alma se duerme:
¿si
lo hace adrede?
Róndole su calle, 300
como si ella fuese
tan noble criatura
que me mereciese.
Yo llamo a su puerta
una y cien mil veces, 305
diciéndole amores,
por ver si me abriese.
Ya, dice la ingrata,
que abrirme no puede,
que en dejar al Mundo 310
nunca se resuelve;
Y
el Alma se duerme:
¿si
lo hace adrede?
[f.
370r] Yo
callo y espero,
porque la amo siempre, 315
que el fino amador
de nada se siente.
Antes la sustento
y, en mesa frecuente,
hombre y Dios me ofrezco 320
en plato y banquete.
Y, aunque yo la digo
que de dormir deje,
después de comer,
pues ve que me ofende, 325
la
necia se duerme:
¿si
lo hace adrede? (Vase.)
(Sale
Lucifer.) [f. 370v]
LUCIFER.
¡Mal haya mi poder y corta suerte!
¡Maldito sea mi hado y triste vida,
pues que a eternas tinieblas fue
ofrecida, 330
volviéndose en vil sombras de la muerte!
Si de una vez muriera,
no viera mi enemigo entronizado,
pues ya, de él olvidado,
por menos mal dejar de ser tuviera 335
que ande yo todo el mundo sin provecho,
sin poderle dar caza a solo un hombre.
Borre el infierno mi cobarde nombre,
pues soy tan flaco y tengo tan vil
pecho;
mas, si dejar de ser no puedo, en vano 340
me quejo de mi suerte. ¡Muera el Alma,
y, de esta suerte, llevaré la
palma! (Vase.)
(Sale
el Alma, el Mundo y el Ángel.)
[f.
371r] MUNDO.
Yo he de salir con victoria.
ÁNGEL.
Yo he de quedar vencedor.
MUNDO.
Yo he de elegir y escoger 345
lo que me fuere mejor.
(Tocan
dentro y el Alma escucha lo que cantan.)
MÚSICOS.
Blanca paloma mía,
que al aire ofreces sola
tus bien peinadas plumas
buscando el bien que adoras, 350
no abatas, no, tu vuelo
al Mundo que ocasiona
cebarte con engaños
y con su voz sonora.
Si tu sustento buscas, 355
allí en el altar mora
un grano que da vida
y a todos enamora. (Cesa la música.)
[f.
371v] MUNDO.
Con esto el Alma me huye.
ÁNGEL.
De esta suerte el Alma puede 360
seguirme, y dejaré el mundo,
que tantos engaños tiene.
(Sale
el Alma más afuera.)
ALMA.
Que implicada me presumo
y dudosa en la elección:
quien a los principios yerra 365
pierde el bien que poseyó.
Aquí está el Mundo ofreciendo,
—no sé si diga traidor—,
siglos felices de vida,
sin terminar el dolor. 370
Aquesta voz me convida
con seguridad mayor
a que coma de aquel grano
y a que ponga en él mi amor.
[f.
372r] (No sé cual siga, ¡ay, mi Dios!) 375
Si te sigo, ¿voy segura?
ÁNGEL.
Sí.[162]
ALMA.
Pero, ¿si te olvido?
ÁNGEL.
No.
MUNDO.
Para que mejor le sigas,
has de gozarme mejor,
que no tiene siempre el arco 380
tan tirante el cazador.[163]
ALMA.
¡Oh, qué dura porfía! ¡Oh, que
tormento!
Dejadme descansar por algún rato,
pues vivo combatida,
cuando apenas diré que soy nacida. 385
(Entra
Lucifer.)
LUCIFER.
¡Qué buena ocasión es ésta,
para hacer mi herida!
[f.
372v] Determinarla pretendo,
para quitarle la vida.
Entre estas flores me oculto 390
y ármole en aquesta güerta,
que, con el primer flechazo,
dejo el Alma medio tuerta.
Quiero armarle con flores
que serán del Alma espinas y dolores. (Dispara.) 395
(Aquí le ceben blanduras.)[164] (Hace que arma el lazo.)
ALMA.
Otra nueva lucha siento,
que me combate interior,
que se vale de mí misma
para vencerme mejor. 400
LUCIFER.
(Aquí con regalos armo.)[165]
ALMA.
Si agora empiezo a vivir,
tiempo queda para ver
[f. 373r] si es engaño
o no ofrecer,
o si este dar es fingir. 405
ÁNGEL.
Perdida vas, si te rindes. (Vase.)
ALMA.
Ya no puedo resistir,
que hay tanto fuego en el pecho
que no lo puedo sufrir.
LUCIFER.
Bueno va aqueste negocio; 410
ya se inclina para mí.
Otro flechazo le tiro,
disfrazado en un rubí. (Dispara.)
MUNDO.
Bueno anda el diablo candil;[166]
él
con su media lucerna 415
la
ha de venir a rendir. (Vase.)
ALMA.
¡Qué malas son las riquezas!
Yo quiero echar por aquí.
(Inclínase
hacía Lucifer.)
LUCIFER.
Otro bodocazo lleve
[f.
373v] y aseguraré mejor 420
la presa, que ya en las uñas
me ha de poner mi valor. (Arma.)
Aquí armemos con deleite
—última resolución—
arma, que a tantos ha muerto 425
tan fuertes como Sansón. (Dispara.)
ALMA.
Vamos por aquí un poquito;
démosle rienda al Amor,
que, a no ser segura senda,
se buscará otra mejor. 430[167]
(Vase
Lucifer y el Alma tras de él.
Hay
música, baile y entremés.)
Entremés
[f.
374r] (Salen
tres estudiantes y Zelato hablándoles,
cuyos nombres son: Dionisio, Pelagio y
Andronio.)
ZELATO.
Amigos, luego me den
albricias, y les daré
unas nuevas.
DIONISIO.
Yo lo haré,
si son tales.
PELAGIO.
Yo también.
ANDRONIO.
Pues no serán las peores *5
las que llevará de mí.
ZELATO.
Yo amigo, lo juzgo así
y aun que serán las mejores.
DIONISIO.
Acaba ya de decir.
ZELATO.
El obispo es ya llegado *10
PELAGIO.
¿De
veras?
ZELATO.
Como he
contado.
ANDRONIO.
¿Tan presto puede venir?
[f. 374v] DIONISIO.
Mirad no nos deis picón.[168]
ZELATO.
¿Eso había yo intentar?
Con mis ojos vi pegar *15
el edicto en un cantón.
PELAGIO.
Luego ya se ha publicado.
ZELATO.
Y agora vendrán aquí
ANDRONIO.
¡Oh, pobre y triste de mí,
que aun no me he bien
preparado! *20
DIONISIO.
Pues, señores, ¡ alto!
¡fuera!
Revuelvan nominativos,
no perdamos los estribos
en medio de la carrera.
ANDRONIO.
Vamos.
PELAGIO.
Vamos, no nos
llamen. *25
DIONISIO.
Parece que ya adivinas
que ha de decir bernardinas[169]
nuestra gente en el examen.
(Vanse y sale uno con el edicto, y léelo.)
[f. 375r] (EDICTO.)
«Notorio sea a todas las
personas que la presente carta de edicto vieren, cómo el Obispo N., mi señor, con
deseo del aumento del culto divino, ha mandado publicar examen general para
Órdenes por toda esta comarca y las demás circunvecinas para las cuatro
témporas que vienen de este año 59. Por tanto, manda su Señoría y amonesta a
los que se hubieren de ordenar que acudan luego a hacer sus probanzas, con las
cuales traigan el título a que se ordenan y al fin de él la fe del bautismo y
cédula de su maestro. Y, para que vengan luego a examinarse, me manda publique
este mi edicto que es fecho en 20 días del mes de febrero de 1659 años».
Por mandado de su Señoría
Benito
Relinchón[170]
Notario.
(Leído este edicto, salen Dionisio, Pelagio y Andronio.)
ANDRONIO.—
Ubi sunt ordones? Quando sunt quatuor
temporibus?[171]
PELAGIO.—
Initiari sacris vis?[172]
ANDRONIO.— Quid ergo facturus estis? Non habeo quid
edam. Eia, age, dicito, si scis, ubi sunt ordinorum?[173]
PELAGIO.— Antiquariæ iam Episcopus adest. Depone
animum. Quid enim scis, ut examinari possis?[174]
ANDRONIO.— Tace;
ordinandus sum sine dubio. En venit alius scholaris, ut credo, ordinativus.[175]
[fol. 376r] (Entra
Zelato.)
ZELATO.— De esta hecha,
hemos de meter el cáliz en la barba. Volete,
domine licenciate, accommodare mihi unam sobrepelicem ad recipiendum heri
primam tonsuram?[176]
DIONISIO.— Ego te la præstabo de Olandarum franxarum.
ANDRONIO.—
Heus vos ararorum: loquite ciceroniter,
sicuti mihi, et non loquatis sollecismorum.[177]
ZELATO.— Sed heus vos panderorum, seu asinorum: quid
facitur?[178]
PELAGIO.— Cum Concilio in manibus expectamus
examinatores.[179]
ANDRONIO.— Válate Dios por
"Concilio": anathema sit! Anathema?
Quid vult dicere "anathema"?[180]
DIONISIO.— Id ignoras? Videamus contextum. [f. 376v] Anathema, con A grande, nomen proprium est
cuiusdam Regis, qui vocabatur Anathema.[181]
ANDRONIO.— Claude librum. Statim nos ordinabimus.[182] (Toma el libro Zelato.)
ZELATO.— ¿Que éste es el
traidor del desaminadero?[183]
Echaldo de ahí, que no nos desaminarán.
PELAGIO.—Minime quidem, sed videamus accurate
contextum ne forte de eo interrogemur, et cum dedecore discedamus.[184]
ANDRONIO.— Abrí, que aunque
estudié poco, tengo toda suficiencia. (Lee
en él.) Concilium æcumenicum in æcclesia ortodoxa. Jesús, Jesús, ¡qué
algarabía! ¿Y quién imprimió tal libro? æcumenicum?
ortodoxum?
DIONISIO.— Heus! Si sunt nomina propria?[185]
[fol.377r]
PELAGIO.— Mucho nombre
proprio me parece. Allá Anathema, proprio;
agora todo proprio.
ZELATO.— Dad acá, veré el
estilo, como dice el cura. (Lee:)
Concilium æcumenicum in æcclesia ortodoxo. ¡Hidepuja el libro, cómo se defiende!
Es... ¡Que no sepa esto el Obispo!
(Vuelve a leer.) Concilium: ya yo sé que es el 'Consejo'; æcumenicum, equus: bien sé yo que es 'el caballo'. Menicum me saca de tino.
ANDRONIO.— ¿Si quiere decir æcumenicum 'caballo de médico'?
ZELATO.— No, porque los
médicos andan a mula. Ya, ya; mirad mi memoria. Oíd, que es punto delicado: ut dicimus equum troianum, 'caballo
troyano', sic equum menicum, 'caballo
ménico', id est, almenicum [fol.
377v], 'que salta almenas'; de mænia,
mænium. ¡Esto sí es escorrir![186]
DIONISIO.— Si yo supiera lo que éste, poco se me diera
el examen.
PELAGIO.— Pues quorsum, 'a que propósito'? Consilium
equum menicum, ¿'consejo caballo de almenas'?
ZELATO.— Esto los teólogos
lo verán; a mí bástame la construición. Atque
propterea.[187]
Yo no me meto en honduras.
PELAGIO.— ¿Y qué quiere
decir ortodoxum?
ZELATO.—Orto bien sé yo que es 'la
güerta'. Doxum es el diablo. Par diez, de repente no lo
sé. Aquí el domine ordinandis lo
dirá.
ANDRONIO.— Bene videtur: Orto, 'el güerto', doxum, idest, do uxori: 'un güerto doy a
la mujer'.
[fol. 378r]
ZELATO.— Juro a mí, que
podemos imprimir libros, y aun encajarlos muy bien.
DIONISIO.— Yo, cuitado, no
soy para tanto.
ANDRONIO.— Estudie él como
yo he estudiado: 8 años en un pupilaje; 10, sirviendo a un canónigo; 12,
repetidor; 16, pasando en mi pueblo, de los 15 me aproveché.
PELAGIO.— Pues aun no tiene
tantos el duelo.[188]
ANDRONIO.— Pues no veis que
estudié once años en un verano.
PELAGIO.— Jesús, Jesús,
habiendo explicado tan mal este lugar, ¿estáis tan pagado? Pues de esta manera
se explica: Concilium, ya sabéis que
es 'Concilio' o 'Junta'. Æcumenicum en griego idem est, quod universalis. Pues, Concilius[189] æcumenicum, 'Concilio' o 'Junta
universal'. In æcclesia ortodoxa: [f. 378v] Ortodoxa,
en griego, idem est quod recta opinio
sive sententia, et fides. Pues in
æcclesia Ortodoxa, 'en la iglesia de acertada opinión', de católica y
verdadera fe.
ANDRONIO.— ¡Oh, qué bien!
DIONISIO.— Sed heus vos!, ya vienen los
desaminadores.
(Salen dos examinadores y piden libros.)
EXAMINADOR. 1º.— Deferte libros.[190]
ZELATO.— En
Concilium ortomenicum.
EXAMINADOR 2º.— Dejad,
amigo, que yo tengo. Plurimi sunt;
maturius veniendum erat. Accedant cito examinandi.[191]
EXAMINADOR 1º.— Accipe tu hunc Hieronymum. (Dáselo a
Dionisio.) Accipe has fabulas (a
Pelagio). Accipe hoc testamentum. [f. 379r] (a Andronio.) Accipe
hunc Horatium (a Zelato), et
perpendite apud vos.[192]
(Dionisio lee bien en San Jerónimo.)
EXAMINADOR
1º.— Satis est: qui bene legit, quod
legit intelligit.[193]
¿Traéis fe del
baptismo? ¿Sabéis
DIONISIO.— Sí, señor.
EXAMINADOR 1º.— Andad
norabuena. (Vase)
(Pelagio lee la fábula bien toda.)
PELAGIO.— «Asinus cum sale in urbem, etcª.»[194]
EXAMINADOR 2º. Satis est.
PELAGIO.— Tua venia,
examinator dignissime, fabellam explanabo.[195]
EXAMINADOR 2º.— Placet; dicito.[196]
PELAGIO.— Cum sæpe numero agitator quidam iumentum
sale onustum in urbem anteferre consueverit.[197]
[fol.379v]
EXAMINADOR 2º.— Bene; sed hispano sermone.[198]
PELAGIO.— Pues va de cuento. ¡Atención!
Érase, señores míos,
lo que en hora buena sea; *30
el mal es bien que se vaya
y el bien es justo se venga.[199]
Érase el doctor Esopo,
griego más que la pez griega,
grande autor de chilondrinas *35
y grande inventor de pepas.[200]
Éste es aquel gran devoto
del cabildo de las viejas,
cuyos escritos refieren
cuando están a la candela.[201] *40
En este, pues, su librito,
que es lástima no le tengan
en la memoria las tías
y en la uña las agüelas,
dícenos, que en otros tiempos[202] *45
mucho antes que naciera
[f.
380r] el rey que dizque rabió,
de quien tantas cosas cuentan,
antes que hubiera catarros
y los muchachos hicieran *50
para jugar caballitos
de cañas y berenjenas;
cuando los brutos hablaban
y se entendían las bestias
fundando por esos cerros *55
su universidad y escuelas;
entonces, pues, los borricos,
los «asnos» en nuestra lengua,
que llama «pollinos» Francia
y «jumentos» toda Grecia, *60
no eran tan cortos de clin,[203]
ni eran tan largos de orejas
aunque sí más aguileños
y más diestros en las tretas.
Calzaban sus taconcitos, *65
no de Vizcaya las suelas,
que las polainas que hoy calzan
[f.
380v] de pelo se vieron medias.[204]
Uno, pues, de estos magnates
de Arcadia y de su riberas, *70
presumido de entendido,
como suelen ser las feas,
lindo pollino en verdad
y, a la mì fe,[205]
honrada bestia,
ojizarco como un grajo *75
y cenceño de caderas;[206]
viudo más que un estoque,
su espinazo era una sierra
y, así, al pobre que subía
le hacía ver estrellas. *80
Tenía dos mil melindres
en sus comidas y cenas,
pues no comía de todos
alcaceles y dehesas.[207]
Despuntaba los cogollos *85
de la más menuda yerba,
pero si eran cardos de asno[208]
[f.
381r] los comía hasta las cepas.
Era su avíò la cebada,
para beber por las siestas, *90
y su chocolate verde,[209]
el campo en la primavera.
Éste, pues, por su desgracia,
vino a dar, que non debiera,[210]
en poder de un arrïero, *95
que trajinaba la tierra.
Cargolo de sal un día
y, además que no es ligera,
echole tan buena carga,
que iba gimiendo con ella. *100
¿Qué haré, decía el pobre,
que ya me faltan las fuerzas?
Si voy despacio o me paro,
anda el garrote muy cerca.
¡Oh, desdichado de mí! *105
Miren mi delicadeza
en qué paró o en qué para
toda la humana soberbia.
[f.
381v] Y, pues tengo de pasar
este río, aquésta es buena *110
ocasión para salir
de aqueste trabajo y pena.
Esto decía consigo
y, así, entrando en él apenas,
sintió blanditas las aguas, *115
cuando en ellas se recuesta.
Estúvose bien despacio
en curtido y en salmuera,[211]
sin que pleguetes ni palos[212]
alterasen su paciencia. *120
En fin, cuando ya sintió
la carga más llevadera,
convertido en sal y agua
todo su caudal y hacienda,
salió del río brioso, *125
dándose la norabuena
de que él solamente diese
en tal ingenio y viveza.
[f.
382r] Pero, mientras él estaba
consigo en aquestas cuentas, *130
hecho un turco el arrïero
le trocó la sal en leña.[213]
Dícenme que fue testigo
de esta garrotal tormenta
Monsiur de
gran mariscal de pendencias.[214]
Prosiguieron su camino
gruñendo entrambos sus penas,
aunque nunca escarmentado
don pollino de sus levas.[215] *140
Con la traza regostado,[216]
siempre que el río atraviesa
se 'hacía[217]
caedizo,
llevando la sal a cuestas.[218]
Toma el cielo con las manos[219] *145
el arrïero, y con ellas
tomaba también la estaca
y dábale algunas vueltas.
[f.
382v] Entendióselas al zaino[220]
y, con estas experiencias, *150
le cargó todo de esponjas,
sin que el pollino lo entienda.
Échalo que pase el río
y, alentado, por él entra,
para 'hacer de las suyas, *155
según su antigua receta.
Cayó en el agua y cayó
en la trampa y, así, mientras
él se estaba más de espacio,
las esponjas más se llenan. *160
Pensando, pues, que su carga
del todo estaba deshecha,
probó a levantarse y halla
que le abruma y que le pesa.
«Así, así», le repetía *165
el arrïero con flema,
ayudando a levantarle
el látigo bien apriesa.
[f. 383r] Salió, al fin, pero después
pasaba con ligereza *170
los ríos, aunque cargado,
temiéndose otra refriega.
Esta fábula, señores,
claramente nos enseña
que
los descansos, a veces, *175
en
pesadumbre se truecan.[221]
¡Ahora la construiré!
EXAMINADOR
1º.— Optime quidem. Satis est. Quid petis?[222]
PELAGIO.— Quatuor
minores ordines.[223]
EXAMINADOR 1º.— Libenter concedo postulationi tuæ.[224]
PELAGIO.— Vale. (Vase.)
EXAMINADOR 2º.— Heus tu, accede huc. ¿Traéis buleto?[225]
ZELATO.— Sí, traigo muleto,
sí, señor, y muy bien anda.
EXAMINADOR 2º.— Que no
pregunto eso, pedazo de trasto viejo.
ZELATO.— ¿Pus qué pescuda,[226]
trasto mozo?
EXAMINADOR 2º.— (Gentil
pelmazo tenemos.) [fol.383v] Leé en ese Horacio y construí.
ZELATO.— (Lee.)
Carminum liber primus Quinti Horatii Flacci. Liber primus: 'Libro primero'.
Carminum: 'de los carmelitas'. Quinti Horatii: 'de la quinta oración'. Flacci: 'hombre flaco'. Ode tertia: 'a la hora de tercia'.
EXAMINADOR 1º.— ¡Adelante,
que lo vais haciendo como tenéis el gesto![227]
ZELATO.— ¿Bien o mal?
EXAMINADOR 1º.— Después lo
sabréis.
ZELATO.— Solvitur acris hiems grata vice veris, et
favonii, trahuntque siccas machinæ carinas. Oigan mi erudición: Qui fit Mecænas: 'que sean mis cenas'.[228]
Si lo queréis saber, hiems, 'en
tiempo de invierno'; acris, son 'unos
sorbos de agraz'; veris: 'y el
verano'. Grata es 'una poca de
grasa'; vice, 'y alguna vez'. Machinæ favonii, es una 'máquina de favores';
trahuntque [fol.384r]: 'y estas cosas
me traen'; siccas carinas, 'secos los
carrillos'. «Ac neque iam stabulis etcª.».
Ac neque iam: 'y no me quejo ya'. Gaudet stabulis: 'porque el grande
condestable'. Pecus, me dice 'que
peco'; igni: 'y me riñe! Arator, 'porque soy arañador'.
EXAMINADOR 1º.— ¡Gentil
habilidad, por vida mía!
ZELATO.— Pus, en verdad, que
nadie me lo enseñó.
EXAMINADOR 2º.— Andad,
andad, que nos tenéis cansados. Cierto que me han hablado mil gentes por este
borrico.[229]
Venga otro.
(Entra Andronio.)
EXAMINADOR 1º.— Llegue acá
aquel gentil hombre. ¿Qué edad tenéis?
ANDRONIO.— Treinta años.
EXAMINADOR 1º.— ¿Habéislos
cerrado?
ANDRONIO.— ¿No preguntan más
de un macho?
EXAMINADOR 1º.— ¿Sabéis
cantar? Decid la mano.[230]
ANDRONIO.— Señor, no he sido
gitano y, así, no la sé.
[fol.384v]
EXAMINADOR 1º.— Gentil
pelmazo me parecéis.
ANDRONIO.— Para lo que le
cumpliere a su mercé.
EXAMINADOR 1º.— Pues no
entendéis, leé. Veamos.
ANDRONIO.— (Lee.) «Nonne duo
passeres asse veneunt?»[231] (Párase y dice:) Señor, esto está errado. Nonne y duo, yo no lo
entiendo, ni pueden ser 'nones'; y 'dos', según parece, no son sino pares.
EXAMINADOR 1º.— Pasá
adelante con esa erudición.
ANDRONIO.— Nonne duo: 'nones y dos'; passeres: 'pájaros'; asse væneunt: 'vienen asados'.
EXAMINADOR 2º.— Mirad lo que
decís.
ANDRONIO.— Así, así: asse væneunt: 'vienen en asador'.
EXAMINADOR 1º.— Andad; tened
vergüenza. ¿Habéis estudiado?
ANDRONIO.— Sí, señor; sino
que estudié en romance. Pese a mi ventura, pregúntanos su Reverencia dificultades
que no las sabrá un teólogo.
EXAMINADOR 2º.— Andad, andad
y estudiad.
[fol.385r]
ANDRONIO.— Suplico a su
mercé me dé en otra parte y diré mejor la destruición.
EXAMINADOR 2º.— Así será
ella.[232]
Mas tomá; veamos.
ANDRONIO.— (Lee.) Sequentia Sancti Evangelii secundum Marcum.
EXAMINADOR 2º.— Construid.
ANDRONIO.— Sequentia Sancti Evangelii:[233]
'se cuenta en el Santo Evangelio'. Secundum
Marcum: 'a dos de marzo'.
EXAMINADOR 2º.— ¿Donde
estudiastis?
ANDRONIO.— Donde su
Reverencia fuere servido.
EXAMINADOR 2º.— ¿Habéis
pasado algún arte?
ANDRONIO.— En mi concencia,
que más de mil veces he pasado la tercera impresión[234]
de Antonio de un aposento a otro.
EXAMINADOR 2º.— Andad,
andad; estudiad y a otras órdenes nos veremos. (Levántase para irse.)
ANDRONIO.— (Se hinca de rodillas.) ¡Ay, señor, que
está ya la señora de mi madre cortando las hostias [f.385v] con que he de decir misa.
EXAMINADOR 2º.— No puedo,
cierto, con buena conciencia.
ANDRONIO.— Pues, señor, no
le digo yo que lo haga con buena conciencia.
EXAMINADOR 2º.— Pues en mala
no, que[235] no quiero yo irme al infierno.
ANDRONIO.— No tenga su
merced miedo, que yo lo sacaré, si só de misa.[236]
EXAMINADOR 2º.— Ea, andad,
que no tenéis suficiencia.
ANDRONIO.— ¿Sufi...qué,
señor?
EXAMINADOR 2º.— Suficiencia;
y cuesta mucho.
ANDRONIO.— Pus, si por eso
queda, yo la iré a comprar.
EXAMINADOR 1º y 2º.— Andad,
andad.
(Música
o baile.)
___________________________________________________________________
[f. 386r] (Sale el Ángel.)
ÁNGEL.
Que siga el Alma la muerte;
olvidada de la vida
y, del falso Amor herida,
en el peligro no advierte
qué amenaza al que se entrega 435[237]
al Mundo y su vanidad.
(Vase
y sale el Mundo, y el Alma siguiéndolo.)
MUNDO.
Goza en tu florida edad
de mis dulzuras; no temas
que te faltaré jamás,
pues, si me sigues, verás 440
no ser engaño el seguir
tu apetito y voluntad.
¿No ves la desigualdad
y el trabajo con que viven
los que se apartan de mí? 445
[f.
386v] ALMA.
Ea,
Mundo, si es así,
yo te sigo; tuya soy
y, pues por tuya me doy,
comienza en mí a repartir
tus gustos y tus dulzuras. 450
(Sale
Luzbel.)
LUZBEL.
Hasta ahora ponía en dudas
el alcanzarla, mas ya
tengo la victoria cierta.
(Habla el Alma con el Mundo,
dando algunos pasos,
y sale el Amor Divino en una nube y el Ángel
por otra parte.)
AMOR DIVINO.
Alma ingrata, escucha;
escúchame atenta, 455
pues por ti he venido
del cielo a la tierra.
Yo soy el señor,
vida verdadera,
autor de la gracia, 460
[f.
387r] fuente de pureza.
Yo hice los campos,
las aves y fieras,
los profundos mares
y las altas sierras. 465
Yo hice los hombres
que ocupar pudieran
las sillas que el Ángel
perdió por soberbia.
Dejé por buscarte, 470
la más alta esfera,
dándome una virgen
sus entrañas mesmas.
Vengo recogiendo
perdidas ovejas; 475
ellas me aborrecen,
yo muero por ellas.
Si hermosura buscas,
¿porqué me desprecias?
Si perdono y amo, 480
¿para qué me dejas?
[f.
387v]
(Vuélvese
el Alma un poco hacia el Amor Divino.)
LUZBEL.
¡Oh, infiernos, que me han quitado
de las manos la paloma!
¡Oh, rayos, que me atormentan
y penas mil ocasionan! 485
MUNDO.
Yo me confieso rendido.
¡Oh, qué corto es mi valor!,
pues, cuando pensé hacer presa,
mi traza en vano salió. (Vase.)
LUZBEL.
(No pierdo las esperanzas.) 490
(El
Ángel lle[v]a[238]
al Alma hacia el Amor Divino.)
ÁNGEL.
Llega y goza la ocasión
de este tu esposo querido,
y con un tierno gemido
entrégale el corazón. (Vase.)
ALMA.
Señor soberano, 495
divino en belleza,
captiva me tienes.
[f.
388r] y en prisiones puesta;
que esos ojos garzos
son de amor saetas, 500
mazo[239] de tu gloria,
cifra de la eterna.
En tu bella boca
son, por más riqueza,
oro tus palabras 505
y tus dientes perlas.
Dulce prenda mía,
no me dejes puesta
a la sombra vana
de la edad ligera. 510
AMOR
DIVINO.
Quien
te busca y te desea
tanto te sigue y te ama,
que ni posa en verde rama
ni en árbol que en cruz no sea. (Vase.)
LUZBEL.
En vano mis trazas fueron. 515
Maldito el nombre que dices.
[f.
388v] Malditas sus obras sean,
pues tanto en ellas me afliges.
Abrid, obscuras cavernas,
vuestras puertas, que he salido 520
de esta batalla cobarde,
de un vil madero vencido.
(Hace
que se va a entrar.)
ALMA.
De
oírte cansada estoy;
déjame ya, porque siento,
de escucharte gran tormento. 525
LUZBEL.
(Por
dártele no me voy.) (Aparte lo dice.)
Iguales pienso que estamos,
que Dios no te escucha a ti,
ni tú me escuchas a mí:
uno de otro nos vengamos. 530
ALMA.
¡Qué
vana es tu pretensión!
Si Dios me quiere ya bien
y tú me quieres también,
dime ¿a quién tendré afición?
[f.
389r] LUCIFER.
¿Luego llegas a creer 535
que su voluntad mereces
y que también le pareces
qué pretendida has de ser?
ALMA.
Si es piadoso y suya soy
no entiendo mal, si lo entiendo. 540
LUCIFER.
Pues por eso yo pretendo
darte desengaños hoy:
que Dios no te tiene amor
y sin duda finge amar
sólo por darte pesar 545
y tratarme con rigor.
ALMA.
Atrevido, no prosigas,
que, si me intentas vencer,
menos tanto he de creer,
cuanto más de Dios me digas. 550
O Él me tiene amor, o no.
Si Él quiere, le he de pagar;
si no, me he de contentar
con quererle mucho yo.
[f.
389v] Luego, si no puedo así 555
adorarle, de ahí infiere
que, si Él por mí no me quiere,
le quiero querer por mí.
LUCIFER. (Aparte)
(La esperanza voy perdiendo.
Furias, venid a vengarme: 560
tú sentirás el dejarme.)
ALMA.
Voy alegre.
LUCIFER.
Estoy muriendo.
(Aparte) ¿Hay fuego que al mío
iguale?
Nada me estima.
ALMA.
Es verdad,
que en Dios pongo mi amistad. 565
LUCIFER.
Pues advierte...
ALMA.
Ya no vale. (Vase)
LUCIFER.
Si tengo rabioso el pecho;
si soy dueño poderoso
de mis pasiones, pues todas
de mi valor ingenioso 570
ejecutadas se advierten;
si es en vano, si es muy poco
[f.
390r] cuanto Neptuno gobierna,
cuanto Enero proceloso
tributa en copos de nieve 575
o escarchas de hielo en copos,
para extinguir el ardor
de aqueste volcán furioso,
que en incendios me consume
por ver un pecho alevoso, 580
ingrato a mis beneficios,
de cólera y pena arrojo
en cada palabra un áspid,
un basilisco, un aborto,
que produce el sentimiento 585
de la razón de mi enojo.
¡Que a mi valor imposible
sea reducir un monstro
de ingratitud! ¿Que sus bríos
pueda ostentar a mis ojos? 590
¡Que no le beba la sangre
cuando, corrido y absorto,
le busco en el desengaño,
[f.
390v] y en la venganza le noto!
¡Cielos! ¿Qué ardid, qué deseo 595
de humillarme es éste? ¿Cómo
sufre el infierno que yo,
que los estandartes rojos
del orbe en opuestos muros
he enarbolado animoso; 600
que triunfante de escuadrones
tantas veces al sonoro
metal de la fama he sido
alma, aliento, vida y soplo;
que yo, de nadie rendido, 605
y de quien en sacros solios
tiembla el dios Marte con ser
imagen de mis enojos,
un alma se me resista
—con qué despecho lo lloro—, 610
no tema mis amenazas:
de imaginarlo me corro.
Estas desiertas montañas
[f.
392r] he de habitar triste y solo,
donde en tormentos, en ansias, 615
en penas, llantos y ahogos
vengue con mi industria agravios
de mi ultraje, pues en todo
el alma en ingratitudes
atropella mi decoro. 620
Si no muda sus intentos,
solicita ver nubloso
el mayo de sus placeres,
y el verde abril de sus colmos.
A vuestra soledad huyo; 625
a vuestro horror me recojo;
grutas, admitid un rayo;
montes, recebid un monstro,
a ver si en vosotros cabe
el que no cabe en sí proprio. 630
(Vase Luzbel, vense llamas y
suenan algunos truenos;
y sale el Alma, el Amor
Divino y el Ángel.)
[f.
392v] ALMA.
¿Qué ilusiones son aquéstas?
¿Qué rayo por mí pasó,
que con sus claras centellas
tanto mal me descubrió?
AMOR DIVINO.
Yo soy el rayo que ilustra 635
ese sentimiento ciego,
para que conozcas, Alma,
claro el camino del cielo.
ALMA.
Dulce esposo mío,
gracias mil te debo 640
pues que con tus luces
he visto mi hierro.
Arrojéme al vado,
cual Leandro ciego,
pero con tus rayos 645
descubrí el Leteo.
(Llégase
hacia el Amor Divino y hincada
de
rodillas dice:)
Pequé, Señor mío;
haré penitencia,
pues es el camino
de la gracia vuestra. 650
[fol.
393r] (Levántala
el Amor Divino)
AMOR DIVINO.
Alma de mi vida,
pues que me la cuestas,
para bien te halle;
norabuena vengas.
Este parabién 655
para entrambos sea:
para mí, la gloria
para ti, la enmienda.
Vete a mi cabaña
y allí te confiesa, 660
que con ese llanto
me obligas y alegras.
Ves allí el altar;
ves allí la mesa
de las amistades 665
y las paces hechas.
(Abraza
el Amor Divino al Alma;
y,
mientras el Amor se va, canta la música:)
El Pastor Divino
halló
ya su oveja:
[f. 393v] ¿que mucho es le siga,
pues
que pan le enseña? 670
ALMA.
¡Oh, Mundo engañoso,
gracias doy al cielo
que entre tus halagos
escuché sus ecos!
ÁNGEL.
Yo he salido vencedor 675
del Mundo y de sus enredos,
de Lucifer y sus furias:
victoria canten los cielos.
ALMA.
Suenen del Amor Divino
las glorias de sus trofeos, 680
y ejemplo en el elegir
a todas edades demos.
(
Música y baile)
Despedida.
Recebid la voluntad
de quien esto os ha ofrecido:
flores son que ha producido 685
esta nuestra tierna edad.
[f. 394r] Son los interlocutores
de poca edad y ejercicio:
suplid las faltas, señores,
que, cuando sean mayores, 690
será mayor el servicio.[240]
[1] Di noticia de su existencia y custodia en el catálogo
de obras del teatro de Colegio. en J. Alonso Asenjo, La "Tragedia de San Hermenegildo" y otras obras del teatro
español de colegio, Valencia, 1995, I, p. 62, y de sus características en
el III Encuentro Internacional de
Escuelas Superiores de Teatro - EAT '99, del Centro Nacional de las Artes
de México, México D. F., 4-9 de noviembre de 1999: "
[2] J. Alonso Asenjo, "Un lustro de ediciones del teatro
escolar jesuítico del Siglo de Oro: 1993-1997": diablotexto. Revista de crítica literaria, 4-5, 1999, 417-445, en
p. 432.
[3] Se han publicado algunas de estas piezas dramáticas: Othón
Arróniz, la Égloga [o Colloquio] pastoril al Nacimiento del Niño Jesús, en Teatro de evangelización en Nueva España, Madrid, Gredos, 1979, 191-238;
también por J. Quiñones Melgoza, en Teatro
Mexicano. Historia y dramaturgia. IV. Teatro escolar jesuita del siglo XVI, México,
1992, Consejo Nacional para
[4] Después del titulado "Rosetum. Mayo. Pe. Juº de Ciguerondo" (fol. 302r-303r), sigue
en fol. 303v un soneto de "El doctor
Nauarro al Presidente Couarrubias [hermano del patrocinador del Colegio de San
Jerónimo de
[5] Tal interrupción no tendría mayor importancia si fuera
provisional, que es lo que ocurre otras veces en el cartapacio y concretamente
en el texto de las Églogas del Engaño.
Así el texto de la Égloga 2ª de
[6] Las otras manos son: 1. la que escribió el «...carmen in laudem codicis» (fol. 6r); 2.
la que, tras ofrecer una portada adornada, venía copiando las piezas dramáticas
y confeccionó también la "Tabla delas comedias; 3. la que copió la segunda
sección interpolada de poemas.
[7]
[8] Ni puede ser "hológrafo" tampoco en el sentido de
que contenga todas sus obras, puesto que conocemos otras de Cigorondo (poéticas
y dramáticas) que se nos conservan en
otros códices. Por lo demás, Cigorondo no hubiera dedicado tantas loas a su
Cartapacio ni calificativos como "curioso", ni se hubiera referido a
sí mismo en tercera persona en el encabezamiento de sus poemas: "Pe. Juº
de Ciguerondo" (o similares).
[9] Así lo demuestran el del P. Diego Calleja, BNE, Ms. 17288;
el del P. Méndez (Colección de Cortes, sign. 9-2579: Historia Filerini de H. de Ávila), el del P. Villacastín (Colección
de Cortes, sign. 9- 2566, con obras de varios) y el del P. Silva (M-338 del
Archivo de
[10] Cigorondo es la forma más común del apellido de este jesuita
novohispano que admite diversas variantes, siendo las más comunes Ciguerondo y
Cigerondo. Véase J. Alonso Asenjo, La
‘Tragedia intitulada Oçio’ del P. Cigorondo y el teatro de colegio novohispano
del XVI (en prensa).
[11] "Comedia" es nombre genérico para cualquier
género de espectáculo o texto dramático en los Siglos de Oro. Puede ser, por
tanto, sinónimo de "Coloquio". Véase, por ejemplo,
http://parnaseo.uv.es/Ars/teatresco/Comedia%20M%20Venegas.html
[12] Agradezco este utilísimo dato a la amabilidad de D.
Alejandro Arteaga Martínez, estudioso de la obra de J. de Cigorondo, que lo ha
recogido de A. y A. De Backer, Bibliothèque
des Écrivains de
[13] Véase J. L. Flecniakoska, La loa, Madrid, SGEL, 1975. En cuanto a la cronología de las loas
del Viaje entretenido, véase J.
Joset, ed., Clásicos Castellanos, Madrid, Espasa-Calpe, 1977, XXV y sig.
[14] A. Carreira,
Gongoremas, Barcelona, Península, 1998, pp. 71s. 84. 421.
[15] Ver P. Jauralde, Francisco
de Quevedo (1580-1645), Madrid, Castalia, NBEC, 15, 1998, p. 205.
[16] Precisamente el códice de
[17] Digo "por lo general", pues no falta en la poesía
de Cigorondo el uso del doble sentido, que «sorprende por su picardía, rayana
en la obscenidad», como acertadamente observa Margit Frenk en "Dos
romancillos de Juan Cigorondo": Literatura
Mexicana, I, núm. 1, 1990, 197-208, en p. 198.
[18] Elementos y rasgos de estilo cercanos entre ambas piezas
pueden apreciarse comparando las partes más coloristas o barrocas del Coloquio (otorgamiento de las insignias
del grado al tetradoctor, vv. 597ss) con secciones de
[19] Hay varias muestras de este recurso en la primera etapa de
la poesía de Pedro de Espinosa (hasta 1605), cono el soneto "A
[20] «...que él medio heló
al verterlas / y entre esmeraldas las guardó por perlas». O: «del rubí, de la
esmeralda / y brillante pedrería, / que el sol con sus hebras cría, / le ciñe
como guirnalda». Y en un romance: «Ya al alba llena de flores, / perlas le daba
el rocío; / la luna plata a la noche, / el día al sol oro fino». Por lo demás,
uno de sus pastores se llama Lucindo, como en obras de Cigorondo.
[21] Se habían ido componiendo antes. (La segunda edición es de
1602.)
[22] A. Egido, "La voz y el banquete", en La rosa del silencio, Madrid, Alianza,
1996, p. 79s. En nota 26 remite la autora a Gracián, El Comulgatorio, II, pp. 171-172.
[23] Concluye Amor con estas palabras: «Y en fe de aquella
verdad, / que el Verbo carne tomó, / os diré la traça yo, / cuyo discurso escuchad».
[24] «A todos ha satisfecho / vuestro ingenio soberano, / y en
ser divino y humano / de dos palmas seréis digno, / que en humano sois divino /
y en divino más que humano» (D. J. Bravo de Mendoza en los preliminares a la
segunda parte de los Conceptos
espirituales).
[25] Alonso de Ledesma había sido alumno de los jesuitas,
apreciado por éstos y cantor de su fundador. Por este aprecio,
[26] Se refiere a un pastor, Andronio, quien en un canto de
competición interpreta un cuadro de la maternidad de María diciendo del Niño
que mama: «Es el chico resabido / y así la boca en el pecho / hace el tiro más
derecho / al corazón escondido. // Parece que está mamando, / mas es
disimulación: / flechando está el corazón / de quien le está el pecho dando». Y sigue otro pastor llamado
Ursapio: «Cuádrame ese concepto que
apuntaste...» (v. 1424; ed. de Quiñones
Melgoza).
[27] Cigorondo cita en su Tragedia
intitulada Ocio, v. 2178 (numeración propia), compuesta y estrenada en
Puebla en 1586
[28] A. de
[29] Aparece en el titulado Comedias
y poesías del P. Calleja, que no pueden ser de él, como finalmente nos
consta de este Auto al Santíssimo
(...) Juego de Colores de Fray José
de Sigüenza, de
[30] Lope de Vega,
[31] Desde 1628, según J. H. Elliot, El conde-duque de Olivares, Barcelona, Crítica, 1998 (2ª ed. española), cc. I-IX.
[32] Pronto podrán verse estudiados y publicados por Abraham
Madroñal, en ‘Ni grado ni gracias’.
Vejámenes universitarios del Siglo de Oro (en prensa), que ya he tenido la
suerte de leer [2005].
[33] La expresión aparece en el Entremés del segundo de los Coloquios de Cigorondo, v. *13.
[34] J. Alonso Maluenda, en Cozquilla del gusto, 1629 (ed. E. Juliá Martínez, Madrid, CSIC, 1951, p. 9), referencia que, como la de Jiménez Patón, agradezco a Abraham Madroñal.
[35] Galicia y los jesuitas.
Sus colegios y enseñanza en los siglos XVI al XVIII.
[36] Kenneth Brown, "Aproximación a una
teoría del vejamen de Academia en
castellano y catalán en los siglos XVII y XVIII: De las Academias españolas a
[37] Cf. Fernán González de Eslava, Coloquios espirituales y sacramentales, México, UNAM, 1998, ed. O. Arróniz, y S. López Mena, y B. Mariscal, ""El Bosque divino de Fernán González de Eslava: anotaciones sobre su representación": Anuario de Letras [México], 38, 2000.
[38] L. Gracián Dantisco, en
su Galateo español, que componía para
un público amplio por el año 1584 se refiere ya al vejamen como cosa habitual y
conocida de todos (ver ed. de M.
Morreale, Madrid, CSIC, 1968, p. 142 [fol. 53r]). Lo mismo puede observarse en
el entremés de Martín de Bolea y Castro, compuesto hacia 1578, mientras era
estudiante y representado por Colegios, Universidades e incluso corrales de
[39] Barcelona, 1606: BAE,
XXXVI, Madrid, 1919, 279ss. Tomo la referencia de A. Egido, más amplia en su "De
ludo vitando. Gallos áulicos en
[40] S. G. Morley y C.
Bruerton, en su Cronología de las
comedias de Lope de Vega (Madrid, Gredos, 1968), datan su composición entre
1604 y 1612. Al principio del Acto II de la comedia, resultan misteriosas las
alusiones a un vejamen que superó Rosarda, la protagonista, en disfraz masculino [Aurelio], a cargo del Dr.
Pinabelo, que no participa en la acción de la obra. Y orienta hacia su sentido
el hecho de que entre las dramatis
personas aparece un «Rector», se entiende que de
[41] M. S. Carrasco Urgoiti, "La oralidad del vejamen de Academia": «Edad de Oro», VII, 1988, 49-57.
[42] Así A. Egido en su "Floresta de vejámenes universitarios granadinos (siglos XVII-XVIII)": Bulletin Hispanique- Hommage à Maxime Chevalier, t. 2, 1990, nº. 1, 309-332, en p. 330, después de haber ido esparciendo rasgos del vejamen y de los gallos.
[43] Egido remite al ejemplar
de
[44] En la ed. de F. Almagro pág. 103-08, nº. 44, en el título, aparece como «examen», pero el primer verso empieza: «Vexa. Cúbranmele la cabeça / a esse señor doctorando...», que es coloquio. Más adelante y, de nuevo, en los versos finales aparece Vex. diciendo: «— Quantos se suben aquí, / sus vexámenes rematan, / diziendo que lo que tratan, / que ni fue ni passó assí».
[45] Como lo fueron los Coloquios de Erasmo o de Vives (su Linguæ latinæ exercitatio), o las mismas Églogas de Garcilaso y de Camoens, según consta en el Quijote II, 58, 1100s (ed. IC-Rico).
[46] Quizá esto explique también la inserción de y en el v. 861.
[47] Ninguna referencia
encuentro a esta forma ni en el Manual de
Gramática Histórica Española de R. Menéndez Pidal, ni en
[48] O 27, si se prefiere las
variantes «dexastes» --por «deseastes»-y «obligastes», que presenta el Colloquio (P. O.) de
[49] Ninguno hay en la
temprana Tragedia Ocio (1586). Pero 20 aparecen en
http://us.share.geocities.com/aarteagaa/Cigorondo/CGMagdala.htm), 7 más en las Églogas del Engaño, 2 en el poema Capelo al Niño Jesús (vv. 57 y 59). Es lógico que se den más casos en la extensa producción de Cigorondo.
[50] Sermonario castellano medieval y Capitulaciones para la entrega de Granada, lógicamente anteriores a 1492, de autores anónimos.
[51] Fueron precisamente
estos usos los que, confirmados por los más abundantes casos del Cartapacio curioso de Juan de Cigorondo
los que me llevaron a tener en cuenta esta forma, considerándola no como una
simple variante gráfica, sino forma de uso alternativo. En las piezas de
Hernando de Ávila que tengo en versión digital encuentro 2 casos: uno en el Coloquio de Moisés, 1587, v. 1558; otro de
[52] R. Lapesa, Estudios de morfosintaxis histórica del
español, Madrid, Gredos, 2000, pp. 746 y 767. En todo caso, un recorrido
por los datos que ofrece el CORDE, a
los que se suman los que ya pueden utilizarse de
[53] La pobreza de datos documentales podrá cubrirse pronto si, a partir de ahora, se respeta la presencia de la forma -stis de las fuentes. Por otra parte, laboriosas incursiones efectuadas sobre el CORDE me confirman, en términos generales, los resultados. Trabajando sobre los lexemas más comunes y distribuyendo por mitades de siglo los resultados, he obtenido lo siguiente: -steis: 1500-1554: 19 casos; 1555-1600: cerca de 60; 1601-1650, más de 53; 1650-1698 (quizá debido a que hay menor número de obras en el CORDE para este periodo): 20. En cuanto a -stis, hasta 1575: 2 casos (fines del siglo XV); 1575-1610, 16 (11 de ellos en Fernando de Herrera) en 4 documentos; 1611-1650: 17 casos en 5 documentos. Pero ya sabemos que el cómputo de -stis presenta grandes dificultades.
[54] En una cita de la
respuesta de Herrera al Prete Jacopín, en Obras
de Garcilasso de
[55] Ver: http://oaxaca.com.mx/notas/historia/Historia3.html
[56] En ello insiste Fray Francisco de Ajofrín, que llama la atención sobre el hecho de que en España se dice «tomar chocolate», mientras en América «beber chocolate» (Diario, II, p. 82s).
[57] «Es queja general de los europeos que, echando en
[59] Por si no bastaran otros
indicios, en el verso 60 tenemos una forma diminutiva («esclavillo»), tan característica
como a menudo ripiosa en las obras del jesuita novohispano.
[60] Lo que pudo ser, pese a
que el colegio de San Juan de
[61] M. Jiménez Catalán y
Sinués y J. Urbiola, Historia de
[62] La documentación al
respecto es extensa. Remito simplemente a dos casos: A. de
[63] Era, por lo demás,
tradicional que el grado de doctor se confiriera en la catedral. De
[64] "De ludo vitando. Gallos áulicos en
[65] J. Alonso Asenjo, o. c., I, 231ss.
[66] resguardo es defensa y reparo (DA).
[67] En teoría, esta ciudad famosa podría ser México, con su Universidad y Colegio Máximo, pero también cualquier otra sede de Colegio y / o Facultad, aunque pese a la admisible hipérbole, parece lógico que la ciudad fuera sede universitaria
[68] Oso decir que Galeno ...; Hipócrates me perdone...: Se nombran las
autoridades máximas en materia medicinal: Galeno e Hipócrates, las médicos más
reconocidos de
[69] Espantosas curas, por 'curaciones que maravillaban': Mt 8, 14ss par.
[70] sangrías y purgas: mientras que las cinco sangrías o llagas no aparecen especificadas, sino la del costado, en lugares evangélicos, las metafóricas purgas serán la hiel y / o vinagre ofrecidos a Jesús según distintos evangelistas: Mt 27, 34; Lc 23, 36: Jn 19, 29.
[71] O: carro, pero no le encuentro sentido, atendido el contexto, aunque el término podía aparecer en la traducción del pasaje de la curación de un ciego por Jesús de Nazaret en la piscina de Betesda (Jn 5, 1-4), al que se refiere el orador. Allí estaban, como más cerca en el tiempo en Lourdes, numerosos enfermos esperando que el Ángel del Señor viniera, como al parecer hacía de vez en cuando, a revolver o remover el agua, lo cual la convertía en remedio milagroso para el primero que se bañase en ella. Pero este nuevo Enviado de Dios no necesita «remover (humorísticamente) el caldo» para sanar incluso envejecidas (o crónicas) dolencias. No parece que la expresión «revolver el caldo» equivalga a «revolver los caldos», cuyo sentido de 'provocar disputas» (DA), aunque conviene al contexto evangélico, se ve excluido tajantemente por el autor (quizá como forzado contraste). En «caldo» habría, además, un juego verbal con «dolencias».
[72] Como el hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 11ss) o Lázaro (Jn 11, 1ss).
[73] Mt 13, 56ss par.; Lc 2,
45-50.
[74] Mt 2, 1-12; de nuevo en
vv. 443s.
[75] las voces predicables o categorías lógicas de los escolásticos eran cinco y no más, a saber: género, especie, diferencia, individuo y propio. Pero el Doctor en Artes, tomando voces y predicables equívocamente, como referidas a las palabras pronunciadas por Jesús de Nazaret desde la cruz («cátedra cruzada»), que eran las tradicionales siete (¡ni una más ni una menos!) palabras, espigadas de varios evangelios (base de cotizadas predicaciones o sermones en Semana Santa), afirma que el nuevo Maestro reforma y rechaza, porque auctoritatem tiene para ello, la firme afirmación de Escuela.
[76] especies, accidentes, sujeto, sustancia... son categorías de
la tradición aristotélica utilizados como
martillo de herejes en la teología tridentina para explicar la presencia real en
[77] Cita implícita de Job cc. 38-41 especialmente.
[78] En el original con e caudata, como aparecerá más abajo en término latino del v. 248.
[79] gran materia de celo... o gestos de galán enamorado: creo ver aquí referencia al amor de Cristo por las almas, algunas de las cuales tan mala traza se dan o tan reprobable conducta asumen que fue necesario el remedio que, anticipándose a Churchill, dice el texto que dio el Redentor: sangre, sudor y, más allá, lágrimas. Sobre esto se volverá en los vv. 469-484.
[80] Debe pensarse en los gestos del Doctor 2º, mostrando desde la cátedra una hoja de papel.
[81] Es más ángel que Tomás...: Se refiere el texto en primer lugar
a Tomás de Aquino, de
[82] en Teología sagrada / es un infinito abismo, como lo demuestra su dominio de los distintos tratados teológicos que inmediatamente se van nombrando.
[83] Enumera aquí el texto
las materias y tratados del currículo completo de
[84] hacerle tiro, aunque la expresión admite varias sentidos, quizá el
más apropiado sea aquí el tomado del juego de barra, donde hacer tiro vale por herir con la punta de la barra la tierra, sin
que dé vueltas —¡la barra!— (DA) y
así ganar. Con lo cual, la expresión en nuestro texto indicaría que alguien
sacó ventaja al Dr. Sacramento en esta materia, al menos ventaja cronológica:
«maestro más antiguo». Probablemente se refiere el autor a Juan el Bautista,
cuyo mensaje era «Convertíos...» o 'Haced
penitencia' (: ,
en Mt 3, 1ss par.).
[85] legisladores nombrados, es decir, famosos fueron, después del espartano Licurgo, del ateniense Solón y del filósofo Platón, que dictó leyes ideales en su República. Entre los modernos se menciona a Pedro Pablo Parisio, jurisconsulto calabrés, auditor de la romana Rota y cardenal, profesor de derecho civil en Bolonia y Padua, que presidió alguna sesión del Concilio de Trento.
[86] legistas o juristas famosos fueron Justiniano, emperador romano de Oriente, que patrocinó una codificación de leyes llamado Código de Justiniano; Bártolo, jurisconsulto italiano del siglo XIV, siempre en manos de los estudiantes de derecho (bártulos), y Pietro Baldo degli Ubaldi, discípulo del anterior y su crítico y rival más importante.
[87] Por supuesto, se refiere al otorgamiento a Moisés de los 10 Mandamientos (Ex 19-20) en el monte Horeb o Sinaí, aquí, como en la época, pronunciado (también por razones métricas) Sinái, es decir, Sinay.
[88] Mt 11, 30.
[89] ángel del gran Consejo, quizá según Is 11, 2; ...diligente abogado, etc. remite a Hebr 5, 1-10.
[90] En su parusía o juicio final, según Mt 25, 31ss., cuya anticipada y tremebunda vivencia (!) recogían himnos como el Dies iræ. De nuevo aludido, con otra metáfora, en vv. 421-424.
[91] el Panormitano: la antonomasia en jurisprudencia parece darse a Matteo di Tèrmini, diócesis de Palermo (de donde le vino el nombre), licenciado in utroque en Bolonia y posteriormente agustino bajo el nombre de Agostino Novello, que vivió en la primera mitad del siglo XIII y fue asesor del rey Manfredo de Sicilia. Lo menciona Eneas Silvio Piccolomini en una carta, donde precede a Ludovico Romano, Cino, Bártulo y Baldo, reputados jurisperitos. Leo que el jesuita Luis de Molina recoge sus opiniones en La teoría del justo precio, junto a las de Domingo Soto y otras personalidades de renombre. Por todo lo cual, su mención en el Coloquio no carece de encarecimiento.
[92] se loda: cultismo, quizá influido por la forma toscana, por 'se
loa' o 'se alaba'.
[93] Como se ha visto en
[94] Formas verbales para el
tratamiento en segunda persona del plural en -is, como aquí hicistis, salistis
(v. 370s), pisastis (v. 400), sacastis (v. 435), pretendistis (v. 486),
distis (v. 487), ganastis (v.
528) y estudiastis (en la prosa del
Entremés) se dan también en obras de Cigorondo. En las Églogas del Engaño: deseastis,
obligastis, distis. En
[95] Alude a la costumbre litúrgica de ponerse en pie para escuchar la lectura o el canto de la perícopa evangélica propia del día.
[96] Noé pasa en
[97] En O, en el v. 382, se lee «arquiticlino», que puede indicar una forma popular, que cabe en un marco de burlas, o un uso habitual de esta forma, frente a la culta (quizá sentida como redicha) «arquitriclino» o 'maître'. Su Sitz im Leben es la celebración de una boda en Caná de Galilea, según Jn 2, 1ss.
[98] alquimia y magia: antonomasia metafórica de procesos misteriosos, pero que rayan paradójicamente en la heterodoxia.
[99] lanceta / lanza: paronomasia y metáfora; como se vio, la lanceta es el bisturí de los quirurgos. El texto evoca el de Jn 19, 31-37.
[100] la pisastis con los pies: aquí el autor se refiere al agua, pues
alude al episodio evangélico en el que Jesús el Nazareo o Nazareno caminó sobre
las aguas (Jn 6, 16ss). En el referente real lo que se pisa con los pies es la
uva, para producir vino (= sangre); pero, al salir agua y sangre (vino) del
costado de Cristo, quedaron inextricablemente unidos en el misterio de
[101] hijo de la esclava: intenta sorprender este buen orador barroco, pues Jesús, supuesto descendiente de David y, más allá, de Abraham, no lo es del hijo de Agar, esclava del patriarca, sino de Sara, su mujer, que tuvo a Isaac (Gén 16. 21; passim NT). Pero Jesús el Nazareo sí es hijo de la esclava María, que así se autodenomina (Lc 1, 38. 48).
[102] Como Magníficat: Lc 1, 46s.
[103] El doctorando es esclavo y noble, judío y godo, converso y graduado, de raza y castizo: suma de paradojas y de las contradicciones de la sociedad áurea española, que junta la presencia real del Sacramento. El esclavillo nacido en Belén, ciudad de David, es Rey; y, puesto a ser noble («¡qué linda nobleza!», - v. 403), ha de ser godo, por encima de la nobleza de los Guzmanes (por cierto linaje impuro —ya Quevedo en su Isla de los Monopantos con la alusión a Pragras Chincollos = Gaspar Conchillos), supuestamente de sangre acrisolada, como lo demostraría el hecho contemporáneo del valimiento del Conde-duque de Olivares. Esclavo y rey; noble y godo, pero con cara (espejo del alma) de judío (o descendiente de conversos), v. 419s, y, por tanto, excluido por Estatutos de limpieza de sangre de los grados universitarios; ser judío y de buena cepa es contradictio in terminis: no se puede tener "raza" y "casta" al mismo tiempo.
[104] inquisidor quiere ser: El autor apura las paradojas: judío e inquisidor: claro que lo será en el valle de Josafat el día del Juicio Final.
[105] al campanario / o pináculo del Templo: Que Jesús fuera subido
al pináculo del templo es afirmación evangélica (Mt 4, 5 par.). Que apareciera
en un campanario es alusión que raya la blasfemia, salvo que se tome como
metáfora (campanario = máxima elevación de un templo = pináculo o alero del
Templo), pues recuerda la expresión tradicional 'hablar en campanario",
que se dice de los «habladores sin substancia (...) que hablan a bulto y cuanto
se les viene a la boca» (Covarrubias). La encuentro en
[106] habéis bajado al infierno: «descendit ad inferos», una de los artículos del Credo ortodoxo, basado en textos neotestamentarios (1 Pedro 3, 19; 4, 6).
[107] paráis el viento; / por el agua enjuto andáis: alusión a textos evangélicos: tempestad calmada (Mt 8, 23-27 par.) y andar sobre las aguas (ya citado), que en el verso lleva contaminación («pie enjuto») del paso del mar Rojo (Ex 15, 16).
[108] en cuerpos de hombres estáis, / que es cosa de encantamiento: Nuevamente, en su afán de maravillar (¡cosa de encantamiento!), el autor roza la blasfemia, pues compara la posesión diabólica o encantamiento de una persona por magia, arte diabólico / diabólica, con la posesión del Cuerpo de Cristo. El tema de las artes mágicas sigue humorísticamente en los vv. 441-444.
[109] queriendo vos... piedras se rompen, tinieblas a medio día: Mucho dice el autor en dos palabras: Queriendo vos: 1) por voluntad; 2) por poder sobre toda la creación / naturaleza; 3) por amor (como manifestación amorosa): esto sucedió a la muerte de Jesús, según los textos evangélicos (Mt 27, 45ss y par.): se produjo un terremoto que, hélas!, no registraron los sismógrafos contemporáneos y sucedió un eclipse total de sol: tinieblas a mediodía (situación de apocalíptico y paradójico barroquismo).
[110] hacéis ver / visiones de Apocalipsis. Naturalmente el texto remite a los relatos evangélicos sobre Jesús que da vista a ciegos: son "visiones del Apocalipsis", es decir, 1) como las ofrecidas por el último libro canónico del Nuevo Testamento, visiones maravillosas; 2) son también visiones de la última y definitiva Revelación: los tiempos mesiánicos habían llegado (cf. Mt 11, 2-6).
[111] Afila los aceros cuando apura la dilogía en términos que
normalmente y en la sociedad de aquél tiempo eran base de la infamia: ser
vagabundo y ladrón, como cualquier gitano; ser amigo de ladrones (entre dos fue
crucificado); galán enamorado, se entiende que del Alma, pues algunas
afirmaciones, que podrían verse asociadas a
[112] que algún tiempo habéis andado / por montes y despoblado / con algunos compañeros: es decir, como los bandidos o salteadores.
[113] Referencias a textos evangélicos: Jn 8, 59: 10, 31 y Lc 4, 28-30
[114] Mt 27, 38 par.
[115] Se refiere a Judas Iscariote; véase Mt 27, 3ss. Obsérvese la rima imperfecta en esta redondilla, posiblemente por despiste del amanuense («mirad» por «mirá»), más que por voluntad de estilo del autor.
[116] galán enamorado ... por un alma, una fregona: por los seres humanos, que son tan viles como una fregona.
[117] andáis de noche al rocío: Parece resonar aquí el soneto de Lope de Vega: «¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?» (...). Concretamente el v. 3: que a mi puerta, cubierto de rocío / pasas las noches del invierno escuras. Pero el motivo aparece también en el poema Capelo al Niño Jesús, vv. 65-84, como derivación del Cantar de los Cantares.
[118] Alusión al "Portal de belén" con los ángeles cantando el Gloria..., según Mt 2, 1-12 (y válganos o sírvanos aquí el Mº Francisco Guerrero: cf. http://www.uv.es/parnaseo.index/Lemir.textos.htm). También este motivo está en el Capelo al Niño Jesús, vv. 117-124.
[119] O: manná la: extraño caso de laísmo en un andaluz-novohispano.
[120] Posiblemente estos disfraces que nunca desaparecen son las especies o apariencias de pan y vino, frente a la realidad que queda transustanciada o disfrazada (disfraces, máscara), de ese modo. Es una metáfora muy propia y eficaz en el Barroco, época forjadora y cautiva de teatralidad como ninguna (salvo la actual).
[121] sois de
[122] y el ser de
[123] Así evangelios apócrifos y la tradición piadosa.
[124] O: çaragueles, por razones de rima forzada, seguramente para
forzar una sonrisa connivente. carpintero
y sastre, mecánicos ejercicios... osada afirmación y atrevido modelo de
conducta ofrece el autor en el lugar más (in)adecuado y en el momento más
(in)conveniente (según se mire):
[125] Jesús es poeta en cuanto que «por lo menos» corrige faltas en los pies o versos. Un original concepto que en mí evoca aquellos versos del soneto «Anacreonte español, no hay quien os tope», contra el Quevedo poeta, tras la publicación de su traducción de Anacreonte, atribuidos a Góngora, en el que se habla de «pies de elegía» ('lamentables', por cojos o zambos, como los pies de Quevedo), o tan «flojos» que dejan chorreando un tipo de zaragüelles: los greguescos. Tenemos, además, la dilogía de enmendar los malos pies o pies malos, es decir, curar a cojos, que andan (!) passim por los Evangelios.
[126] Sigue la demostración de conocimiento bíblico, de conceptismo y de humor. Jesús, según los evangelios maravillaba con su doctrina, superior a la de los doctores de entonces sin haber estudiado (Mt 7, 28 par.). Probado que no había estudiado ni apenas leído (de no ser así, piensa el autor, se nos habría dicho y los Evangelios callan). Ergo el Sacramento ni siquiera fue estudiante. Realmente quedó virgen de las conjugaciones (los rudimentos): nunca pasó de la cartilla; más aún, no pasó de la primera página de la cartilla, ni aun de su comienzo, donde figuraba el christus, es decir, (el signo de) la cruz. Por eso los soldados que fueron a prenderlo al Huerto de los Olivos quedaron "espantados" (y aun a-terrados) al oírle pronunciar un latinajo: Ego sum ( = 'presente'; pero que, por evocación de la revelación de la divinidad a Moisés en el Sinaí / Horeb, también es afirmación de poder divino). Entender y asumir el (ser) christus o cruz ya "le costó (la) sangre": le costó mucho y hasta la vida. No pasó, pues, de ahí. Es decir, ¡a tanto llegó!
[127] valentón... / dado a la buena ventura: Valentón quizá cuando Jesús el Nazareo o Nazareno cogió el látigo y echó a los traficantes de los patios del Templo (Mt 21, 12ss par.); dado a la buena ventura, cuando decía que todo había que dejarlo en manos de Dios, que cuida de los pajarillos y de los lirios del campo (Mt , 6, 25ss par.; Lc 12, 22-31).
[128] Véase Mt 21, 23-27 par.
[129] O: «rissa» como corrección de «riza». La «rissa» original está por el latinismo «rixa» (= 'pendencia', según el DA), que todo vejamen supone una pelea (en determinados, casos, de «gallos») y, además y con eso, provoca la «risa». El autor es consciente de utilizar la agudeza verbal y el cultismo. Lo entenderán los discretos o cultos: apreciarán tanto la agudeza verbal como el fuego del debate, pues el Vejamen anuncia que deja de serlo (agota su papel, se retira), para no causar daños e inconvenientes. Todo el mundo lo entiende, por lo que se ha dicho y de quién se ha dicho.
[130] San Telmo o Sant'Elmo, nombre con que los marineros veneraban a Pedro González, dominico español, predicador en la corte de Fernando III y apóstol, y patrono de las cofradías de aquéllos.
[131] rayos que ... aqueste globo matizan: «Matizar» es 'unir y mezclar con hermosa
proporción los colores diversos entre sí (...) de suerte que sean agradables a
la vista' (DA). Así aquí, como en
Cf. http://parnaseo.uv.es/Ars/teatresco/textos/Orfeo.pdf
[132] O: bobo, pero no le veo aquí sentido. Véase v. 634.
[133] O: Pharo; el mármol de esta isla del Egeo era el más apreciado en
[134] el sur, diamantes y perlas: el
Sur está por el Mar del Sur u Océano Índico, criadero de las más famosas
perlas. Concretamente, la zona más rica en hermosas perlas era
[135] rosicleres, rubíes, grana: de color rojo encendido son tópicamente los arreboles de la aurora, los rubíes de las Indias (se entiende Indias Orientales y especialmente Ceilán, ahora Sri Lanka) y la púrpura elaborada por los tirios. Véase en Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea: «que es rosas la alba y rosicler el día» (v. 4); o púrpura nevada, o nieve roja» (v. 108); la letrilla Caído se le ha un clavel, etc.
[136] Eucaristia, porque así lo pide el metro, sin perjuicio de la asonancia. Tómese tal acentuación como cultista.
[137] gragea / del alto cielo llovida. Grajea es una 'especie de confitura muy menuda' (DA), por lo que le va bien al maná como adaptación a los usos contemporáneos del público.
[138] divino néctar: posiblemente contrapuesto al venenum in auro bibitur de Séneca, Thy. 454.
[139] O, en v. 861: ...oy, yadmitido, con la y introducida como autocorrección. Un versión primera de los versos finales que aparece tachada era: «que assi como a beis entrado / (assi) y con más sossiego, idos».
[140] Con más razón que en otros casos, observando variantes gráficas de las
dos copias conocidas del poema, optamos
por modernizar las grafías, además de las mayúsculas y puntuación. Sobre
el carácter de vejamen de este poema, véase
[141] Sin hipérbaton ni complejidades sintácticas, la estrofa correría así: «Pero, llegado el momento de la picola, en ella podremos ver, por lo que iré exponiendo, cómo está el Hermano Jesús.
[142] Creo que el autor da aquí por sentado para su juego que el texto evangélico auténtico es el latino y que quienes en él se muestran hablando saben latín, pues que en esa lengua los ve expresarse. En el estar «tan callado» veo un juego con «Iesus vero tacebat / Jesús seguía callado» (Mt 26, 63). Cuando Jesús habla, como no podía ser menos, siendo «ladino», es decir, 'listo', o lo hará en latín. Por eso y como experto en latines reunía una condición imprescindible para ser ordenado, como bien muestra el Entremés del segundo Coloquio, pudieron ordenarlo. De lo cual resulta, no sin guasa y con irreverencia hacia el texto sagrado, que al ser ordenado, gracias a ser ladino y latino, devino «sacerdote eterno» o «pontífice verdadero».
[143] el vestido...descompuesto: creo que se juega con la anfibología de «descompuesto»: 'indecoroso', por inapropiado (el vestido carnal de Dios hecho hombre, como se dirá en la estrofa siguiente), pero quizá también, puesto que se trata del Niño Jesús, envuelto en pañales y acostado en un pesebre [Lc 2, 12], con vestido 'manchado'. Remito a Quevedo para mayor concreción: «La vida empieza en lágrimas y caca».
[144] No es eso exactamente lo que dice Pablo de Tarso en 1 Cor 1, 22s, y la aplicación allí es a la inversa: los escandalizados son los judíos; los que lo estiman locura o necedad, los gentiles. Pero probablemente el autor lo trabuca por juego.
[145] En los versos 65-84 el texto parafrasea varios pasajes el Cantar de los cantares (Ct 2, 9s. 5, 4-6. 5, 2. 3, 4 y, de nuevo, 5, 6, con la incrustación de Is 9, 5 para el v. 74 y la adición de elementos de gran plasticidad como la campanilla en el v. 78, que, por supuesto, no se encuentra en Ct 5, 2. La mención de noche y rocío en vv. 71s fuerzan la evocación del hermoso soneto de Lope de Vega publicado en las Rimas sacras, 1614, «¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?», aunque, en verdad, el talento y talante de nuestro autor no hace ineludible su conocimiento de este texto.
[146] Siguiendo con su paráfrasis humorística, el autor podría aludir en «una noche vino / tan tarde»
al cumplimiento de la plenitud de los tiempos (Heb 1, 1-2) en la noche buena de
Belén (Lc, 8): noche peligrosa para la salud de un niño, pasada casi al sereno
en un cobertizo desvencijado, en pleno invierno, a
[147] Estas cuatro estrofas (vv.
101-116) se inspiran textos del Antiguo y Nuevo Testamento ( Is
14, 12s; Jud 6. 9; 2 Pe 2, 4; Apoc) y materiales de libros apócrifos, sobre los
que especularon la patrística y teología tradicionales: soberbia de Luzbel, su envidia con el hombre,
ahora preferido de Dios a tal punto que por él trazó la "historia de la
salvación". Estas ideas se ofrecerán plásticamente a los espectadores en
la representación del segundo de los Coloquios.
[148] En los vv. 117-140 se habla con cazurrería de las músicas celestiales
en Belén, presencia de pastores recogidos de sus majadas, con el fin de que el
Niño = toda
[149] En estos versos (141-152) llegan los Reyes de Oriente con sus dones, que al autor no sólo le parecen superfluos sino peligrosos en manos de religiosos, pues podrían haber sido dirigidos por tales patronos para "comprar" servicios privilegiados y, por tanto, injustos. Aunque el autor, jugando con faltas y sobras, como Quevedo en su letrilla satírica «con su pan se lo coma», o Cervantes en su Quijote II, cap. 3 y 35, se engolfa lleno de humor en tan profundo misterio.
[150] Contaminación lumínica produce tamaña emisión de luz por parte del Niño, que más tarde afirmó «yo soy la luz del mundo» (Jn 8, 12). Con eso, desconsiderado farol, deja a dos velas de poder dormir a una madre desvelada y a un viejo que, debido a esto y a su edad, apenas logra conciliar el sueño. Sospecho que el poeta tiene presente en este caso no sólo el texto joánico, sino representaciones pictóricas del Nacimiento en las que del Niño irradia fulgente luz, e incluso poemas como el la hermosísima letrilla sacra de Góngora, en la que para el heno del pesebre «este rosicler divino, / para su lecho fue lino, / oro para su dosel».
[151] Estudio y ed. J. Alonso Asenjo, La "Tragedia de San Hermenegildo" y otras obras del teatro
español de colegio, Valencia, 1995, I, 91-212.
[152] Como muestra la foliación, esta loa aparece en el Original tras el texto completo del Coloquio y del Entremés. Se ha traído aquí para respetar el orden de elementos en la representación, según indica el autor o amanuense.
[153] lucro cesante es expresión forense o moral por ganancia no adquirida con un dinero dado que no pare beneficios para el dador.
[154] pasajuego es término propio del juego de pelota (v. 52), practicado ya en las culturas prehispanas de Indias. Indica la cancha donde se desarrolla ese juego y, en ese sentido, puede significar, por sinécdoque, 'juego, diversión y pasatiempo' y estar por el entremés.
[155] Dennos de barato: 'hágannoslo de gracia y sin más, porque, a lo peor, poco daño puede hacer'.
[156] Concordancia ad sensum.
[157] O: corso.
[158] por el rastro de la sangre es el verso inicial de un romance de Durandarte: «Por el rastro de la sangre / que Durandarte dexaua / caminaua Montesinos / por un áspera montaña...».
[159] libro este acero es...: original metáfora de la espada cuya hoja, con los únicos dos renglones de sus filos (o filas-líneas), rubrica la (sentencia de) muerte.
[160] Ese luciente planeta...: el sol, que, junto a la luna (v. 169ss) y las estrellas (v. 173ss), estudiados en las cátedras ("mayores") de Filosofía Natural, Astrología y Música, en cuanto criaturas, remiten al Creador, según el platonismo cristiano.
[161] si me está a cuento: si me viene bien o a propósito (DA).
[162] La cuarteta está incompleta; su verso segundo es hipermétrico y el esquema de la rima (— ó — ó) está cambiado. Pero probablemente no falta ningún verso y los compartidos suplen o alter(n)an el ritmo de las cuartetas completas, añadiendo variedad, para, de esta manera, resaltar el mensaje.
[163] el arco tan tirante: Mundo, para rendir a Alma, remite a un axioma clásico: no es oportuno tener siempre tendido el arco. Es decir, conviene que Alma se permita alguna satisfacción, gusto o deleite de vez en cuando, y ahora es el momento.
[164] blanduras: por regalo, delicadezas o deleites (DA).
[165] con regalos armo: «armar» es aprestar el arma para disparar, en particular si se trata de ballesta o arco. Y, si esto es así y atendiendo al término «disparar» utilizado en el texto, el Lucifer cazador utilizaría uno de esos artefactos venatorios para lanzar sus regalos trampa.
[166] diablo candil: que el término "candil" es sustantivo en aposición lo prueba la mención inmediata de «lucerna». Posiblemente hay que entender la expresión como una crítica de Mundo a Lucifer, a quien sólo en parte se le puede aplicar el dicho "arder en un candil", por 'ser astuto y sagaz'. Mundo viene a decir que el diablo, por supuesto arde, está envuelto en llamas, pero con el candil a medio gas (!), o con su media lucerna (reducida mente). Aun así logrará prender las alas de la «blanca paloma», que es el alma.
[167] Sigue la numeración de versos tras el texto del Entremés. Los versos del entremés, como pieza prescindible que es, reciben numeración independiente precedida de un *.
[168] no deis picón: 'no piquéis", pues «picón» es la 'burla que se hace a alguien para incitarle a hacer algo'.
[169] bernardinas: Según Correas, «Decir bernardinas» es «Lo
que: chanzas, palabras vanas, adulaciones, casi mentiras» (p. 687, ed. L.
Combet, 1967, modernizado) y, posiblemente mejor, “disparates", término
con el que aparece emparejado el vocablo en Rinconete
y Cortadillo, que Corominas describe como ‘disparate, frase o palabra sin
sentido’. (Varias muestras en el CORDE
de
[170] Corregido sobre Belinchón, apellido común, para acentuar la comicidad.
[171] Trad. ¿Dónde están los ordenantes? ¿Cuando son las témporas?, con manifiesta
discordancia gramatical y de mente.
[172] Trad.: ¿Quieres recibir las órdenes sagradas? En efecto, los exámenes para ordenaciones tenían lugar por las témporas, como leo en El Galateo español de L. Gracián Dantisco: «Haviéndose ido a esaminar a Toledo un ordenante en tiempo de témporas, presumiendo mucho de poeta...» (fol. 93v-94r y p. 122 de la ed. de M. Morreale, Madrid, CSIC, 1968).
[173] Trad.: ¿Qué vais a hacer? No tengo qué comer. Ea, vamos, di, si lo sabes, dónde están los candidatos? Facturus estis está por el correcto facturi estis y ordinorum por ordinaturi (ordones había dicho antes Andronio). El «Non habeo quid edam» = 'No tengo qué comer' es aquí chusco o señala la auténtica preocupación del chusquero Andronio.
[174] Trad.: El obispo está ya en Antequera. Anímate. ¿Sabes algo para examinarte?
[175] Trad.: Calla, que me ordenarán sin duda alguna Aquí llega otro que parece estudiante "ordinativo".
[176] Trad.: ¿Queréis, señor licenciado, ponerme una sobrepelliz para recibir ayer la primera tonsura? Zelato, mal estudiante, por ignorante, pero gran estudiante por su picardía, habla latín macarrónico: véase sobrepelicem, recipiendum... primam y, más abajo, panderorum. Pero los demás, excepto Pelagio, no son menos ignorantones y macarrónicos: véase el "te la", «præstabo» y: «de Olandarum franxarum»: 'prestaré de franjas de Holanda'.
[177] Trad.: Eh, tú, siervo del arado: habla ciceronianamente, como hago yo, y no llenes tu habla de solecismos.
[178] Trad.: Y vos, pandero o arreador de recuas, ¿qué se hace?
[179] Trad.: Con el Concilio [= los decretos conciliares] en las manos esperemos a los examinadores.
[180] Trad.: Sea anatema. Z.: ¿Qué quiere decir 'anatema'?
[181] Trad.: ¿No lo sabes? Fijémonos en el contexto.
Anatema, puesto que se escribe con mayúscula, es nombre propio. Será el de
algún rey que se llamaba Anatema.
[182] Trad.: Cierra el libro. Nos ordenarán en un
santiamén.
[183] desaminadero, desaminarán. Las mismas grafías muestran ya el
registro vulgar que utiliza el candidato, que refuerza la d- protética.
[184] Trad.: Nada de eso. Estudiemos con cuidado el
contexto, por si nos preguntan sobre él, no nos vayan a tener que despachar con
la cara colorada.
[185] Trad.: — A.: (...) ¿Ecuménico?
¿Ortodoxo? — D.— Eh! ¿No son nombres
propios?
[186] Escorrir: por «discurrir», en ¡bestia!
[187] Atque proptera, probablemente por Atqui, propterea, formas utilizadas en la argumentación silogística.
[188] el duelo: quizá por "el muerto", es decir, quien habla,
identificado en frase hecha con la edad de morir de los carcamales. O bien por
'engañador', de «Dolum», moralidad
muy frecuente en el teatro escolar de los jesuitas Véase, Diálogo hecho a
[189] O: Concilius, forma errada, por masculina, en boca de un escolar tan aventajado en latín como aquí se muestra Pelagio.
[190] Trad.: Sacad
los libros.
[191] Trad.: Son muchos. Habrá que exigir más. Acérquense
los candidatos.
[192] Toma tú este libro de San Jerónimo. Tú, estas Fábulas. Tú, este Testamento. Tú, este Horacio. Y estudiadlo bien.
[193] Trad.: Basta ya: el que lee bien, entiende lo que lee.
[194] Trad.: Iba un asno con sal a una ciudad, etc." Como irá viendo, se trata del comienzo de la fábula de Esopo titulada El burro que transportaba sal.
[195] Trad.: Con su permiso, examinador ilustre, explicaré la fábula.
[196] Trad.: De
acuerdo; adelante.
[197] Trad.: Como un arriero arrease a menudo un asno cargado de sal a la ciudad...
[198] Trad.: Bien, pero en español.
[199] Es un modo tradicional de empezar a contar un cuento. Compárese este «Va de cuento» y la historia de la pastora Torralba que inicia Sancho Panza en Quij.I, 20, 212 (ed.IC- F. Rico).
[200] chilondrinas y pepas.
No he encontrado recogido el término chilondrina
(sí, chilindrina: «Anécdota ligera, equívoco picante, chiste para
amenizar la conversación»- DRAE) en los diccionarios ni
en el CORDE. En cuanto a pepa, los usos certificados del término
remiten a “pepitas o semillas” y, en el CORDE,
algunos tienen el sentido figurado derivado de 'centro o núcleo' de algo, especialmente
en América. Habrá, pues, que deducir el sentido del contexto: 'fábulas,
historias'.
[201] Resuena aquí aquella obra del Marqués de Santillana, Refranes que dizen las viejas tras el fuego.
[202] otros tiempos... los tiempos hiperbólicamente antiguos cifrados en frases proverbiales o en tópicos: antes que naciera el rey que rabió; antes que hubiera catarros; antes que los muchachos jugaran a los juegos de siempre, cuando hablaban los animales (tiempo fabuloso) y aun tenían instituciones educativas, es decir, en la ucronía o tiempo inmemorial y en la u-topía de «Arcadia y de sus riberas» de los relatos tradicionales. Sobre el primer catarro divagaba y pensaba desvariar el primo del licenciado en el Quijote II, 22, 813. Los caballos de caña eran juego tradicional de niños, véase Covarrubias, Tesoro, s. v. cañas y R. Caro, Días geniales o lúdicros, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, II, 224, que no menciona las berenjenas (quizá aplicables al extremo de las cañas, a modo de cabeza equina, para mayor realismo). En realidad, se trataba (¿se trata aún?) de cañas que los niños se ponían entre las piernas para dar carreras a una parte y a otra, como si fueran sobre caballos (DA). Cigorondo, en su Encomio V, entre otros juegos de niños, representa una imitación de un torneo a caballo de seis niños. Pero no se especifica la materia de la que están fabricados los juguetes y al nombrar las cabalgaduras las califica de "potricos" (en cualquier caso, no hay que olvidarse del compartido diminutivo). Véase H. Maldonado, "Un temprano juego teatral del Padre Juan de Cigorondo escrito en Guadalajara (1595)", en Hombres y Letras del Virreinato. Homenaje a Humberto Maldonado, México, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, 1995, 179-189.
[203] clin: forma popular de «crin».
[204] Calzaban sus taconcitos...: como auténticos "magnates de Arcadia" (v. *70), no resguardan las plantas de sus pies con duras herraduras ("suelas de Vizcaya"), sino que como medias sin soletas lucían suave y alisada pelambrera (como si fueran medias calzas de labradores): 'calzan finas medias'.
[205] a la mi fe: fórmula de juramento. Como fórmula tradicional es probable que, además de la sintaxis («la mi»), mantuviera también la acentuación antigua (que quiere indicar la tilde).
[206] ojizarco es 'de ojos azules" y cenceño, 'delgado, estrecho'.
[207] alcaceles: todo de género de mieses cuando tienen las cañas
tiernas. De lo que ya se deduce lo melindroso y escogido del pollino.
[208] cardos de asno o cardos borriqueros es una variedad de cardos.
[209] chocolate verde: es 'chocolate asinino', producto conocido y apreciado por los aztecas, de los que lo tomaron y tomaban, no sin innovaciones, primero los españoles y desde mediados de del siglo XVII otros europeos privilegiados. Dada la insistencia del autor en el sibaritismo del jumento (v. 81ss), parece más lógico que el texto se refiera a un período o lugar de gran aprecio del chocolate. Lo cual sirve de ayuda para establecer la cronología de la obra.
[210] Éste, pues... que no debiera: eco de Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea, vv. 41 y 89.
[211] en curtido y en salmuera . No he encontrado la frase hecha en los diccionarios consultados ni en el CORDE, aunque el sentido es claro: se entretuvo tanto tiempo, es decir, muchísimo, como el que se concede a los curtidos para que reblandezcan y a la salmuera para adobar los productos.
[212] pleguetes ni palos: En Corominas aparece el término «pleguete» en el campo léxico de «pliegues», cuyo sentido no parece convenir aquí. El caso ofrecido en el CORDE es muy reciente y equívoco. El uso en el texto podría leerse pléguetes, que podría tomarse como derivación o corrupción de «plégates», significando 'ruegos'. Y así tendríamos 'sin que ni ruegos ni palos', que sí cuadra en el contexto.
[213] le trocó la sal en leña: la gracia en 'leñazos', fuente de
dolor, propinados, no por un arriero cualquiera, sino por uno alterado en bárbaro y temible turco,
como confirma la «garrotal tormenta» y la oportuna referencia a «Monsiur de
[214] Monsiur de
[215] levas: "tratos y artes engañosas" (Correas, p. 145).
[216] regostado es resabiado o 'inclinado a repetir la ejecución de alguna cosa por gusto, complacencia o utilidad" (DA).
[217] hacía: señalo la aspiración de h- inicial (que impide la sinalefa) en este verso y en el v. 155.
[218] se hacía caedizo / llevando la sal a cuestas: no sin cierta irreverencia, como en el Vejamen del Coloquio anterior, hay un guiño del autor a la leyenda cristiana de la caída de Jesús de Nazaret por tres veces camino del Gólgota: si aquél llevaba la cruz (algo grave y muy serio —aunque también ligero: onus meum leve), esta acémila lleva algo pesado, pero también ligero, en cuanto gracioso. Con tanta sal a cuestas ¡se hacía el gracioso!
[219] Toma el cielo con las manos es 'se desespera'.
[220] zaino se dice de toda caballería que tiene señales y da indicios de ser falsa. De ahí derivó el significado de 'traidor, cauteloso o poco seguro en el trato' (DA), como es aquí el caso. Pero no se le escapó esta condición de zaino al arriero, que le cogió las vueltas (con zeugma dilógico).
[221] Es la moraleja.
[222] Trad.: Excelente. Es suficiente. ¿Qué pides?
[223] Trad.: Las cuatro órdenes menores. (En este tiempo, para el rito latino, estas órdenes eran tonsura, exorcista, lector y acólito; permitían ejercer determinadas funciones y, sobre todo, gozar de beneficios eclesiásticos. Ver Quij. I, 19, 203. 206; F. Ximénez, Diálogo a la venida, en La "TSH" y otras obras..., I, 396n, ed. de Alonso Asenjo, 1995.
[224] Trad.: Pláceme, concederte lo que pides.
[225] O bulleto, era una «escritura breve de mandato y determinación pontifical» (Cov.).
[226] Pus y pescuda son términos tradicionales del rústico sayagués desde los tiempos de Juan del Encina.
[227] gesto: 'cara': 'lo vais haciendo según lo que aparentáis', es decir, un burro.
[228] Falta con razón en la lectura horaciana de Zelato el adventicio Qui fit Mecænas, que no pertenece a este contexto. El texto citado: Solvitur acris hiems grata uice ueris, et favoni, / trahuntque siccas machinæ carinas ('El áspero invierno se suaviza al dulce retorno de la primavera y del viento favonio: los rodillos ayudan a deslizarse las quillas a seco') pertenece efectivamente al Libro I de las Odas (Carminum). Pero hemos de suponer que, o el autor no sabía mucho latín, o, mejor, que el zote de Zelato ni siquiera sabe leer bien, pues ve «Ode III» donde estaría «Ode IIII» y «Fabonii» por «fauoni», que es lo correcto, según me aseguran los documentos y el Dr. M. Molina Sánchez.
[229] ...me han hablado..: '... me han recomendado'.
[230] Decid la mano: Andronio, en su cortedad, entiende que se le manda leer las rayas de la mano en un acto quiromántico, considerado oficio típico de gitanos. Pero el examinador da a la expresión el sentido más propio: 'lo que os ha tocado en suerte'.
[231] Trad.: «¿No se venden dos gorriones por un as?»: logion de Jesús Nazareno o el Nazareo, según Lc 12, 6, donde se lee «cinco gorriones».
[232] ella: 'la destroza del texto que se le dé'.
[233] Sequentia...: '[Sección] del Santo Evangelio de Marcos'.
[234] tercera impresión: con todas la ediciones que tuvieron las Introductiones latinæ de Nebrija, coloquialmente "el Antonio", no es posible que se refiera a la tercera edición. Teniendo en cuenta las luces del examinado es muy probable que la tercera sea la 'última', por aquello de «a la tercera va la vencida».
[235] El copista se olvidó del que; cuando se dio cuenta, lo añadió incorrectamente después de mala.
[236] si só de misa, es decir, si llego a presbítero y, por tanto, puedo celebrar misas, el instrumento por antonomasia para vaciar el purgatorio de almas en pena, según la práctica contrarreformista, especialmente si ofrecidos estos sufragios en 'altar privilegiado'.
[237] Sigue la numeración de la primera "parte" del Coloquio.
[238] O: llega.
[239] Así leo en el O, con una forma de z que no es la habitual en el copista, pero que corrige una grafía anterior, que no se lee. Mazo parece que debe entenderse en la tercera acepción del Diccionario de Autoridades, dentro del campo de los juegos de naipes, donde significa una suerte de 55 puntos, que es garantía de triunfo.
[240] Aquí sigue en el Original la «Loa que se ha de decir al principio de este Coloquio», que se trasladó al comienzo del texto.