Dos
Coloquios sacramentales escolares barrocos y un vejamen del 'Cartapacio curioso
del P. Juan de Cigorondo'. Estudio y edición.
                                                             Julio ALONSO ASENJO
                                                                                     Universitat de València
          
  1. Introducción general.
Preámbulo
 Hace varios años, con el objeto de estudiar (y
mandar a imprenta) una obra dramática desconocida de Juan Cigorondo, 
En el "Cartapacio curioso”.
El llamado Cartapacio curioso contiene poemas y
composiciones dramáticas,[3]
tras un poema latino en alabanza del códice (As[cle]pyadeum [Asclepyadeum] carmen in laudem codicis — fol. 6),
una esmerada portada y un prólogo en quintillas titulado Consejos que da el que escriuió estas obras al cartapacio (fol.
7r-10r). Los poemas están en los fol. 88r-94v y, en un segundo bloque, en 299r-327r,
y algunos no son de Juan Cigorondo.[4]
Entre los dos Coloquios al Santísimo
Sacramento se lee una composición poética, titulada Capelo al Niño Jesús (fol. 356r-361r), que, como Interludio y en su
debido lugar, se ofrece en esta publicación. Las "comedias" u obras dramáticas, entre las que caben
coloquios y triunfos, églogas y encomios y los mencionados Coloquios
sacramentales, son:
1. Comedia a 
2. Colloquio a lo pastoril, hecho a la electión del P. Provincial, Francisco
Baes, y a la del Padre Visitador del Pirú, Esteuan Páez, fol. 95r-124r;
3. Encomios al felicíssimo
Nasçimiento de 
4. Égloga [o Colloquio] pastoril al Nacimiento del Niño Jesús,
fol. 169r-210v;
5. Comedia del Hombre o Églogas
del Engaño. fol. 211r-299r + 328r-332v. Esta pieza nos ha llegado
incompleta. Se interrumpe en la cuarta de sus Bucólicas, con su Égloga 3ª
incompleta, cuyo texto ocupa, en conjunto, 3 caras;  el fol. 332v presenta los últimos ocho versos
y el noveno iniciado apenas con la palabra "Pacto".[5] Tras ella, dos rayas discontinuas encierran el título de la «Loa que se dixo en el siguiente colloquio»,
de otra mano, distinta de otras manos que copiaron el contenido del Cartapacio.
No sólo es otra mano, sino un tipo de escritura con rasgos mucho más modernos,
característicos de la segunda parte del siglo XVII. Ya este hecho sugiere que
la transcripción de los dos Coloquios se llevó a cabo cuando ya estaba
concluido el trabajo de los otros amanuenses, incluso el de quien confeccionó
la "Tabla de las comedias que tiene este cartapacio", en fol  397r. La mano que escribe o copia los dos «Coloquios al SSº. Sacramento» es la que
también añade la referencia a ellos esa Tabla con su trazo característico y
tinta rojiza, frente a la negra anterior.[6]  Pero, por lo que fuere, el
amanuense principal (nº 2) ya no vuelve a retomar la copia del texto
interrumpido de la Égloga 3ª de las del Engaño, la cual, atendiendo a la media
de versos por égloga, hubiera debido extenderse a lo largo de unos 10 folios
más. Queda, así, incompleta la copia de las Comedias
del Engaño, de la que tampoco sabemos si constaba de más de cuatro
Bucólicas.[7]
Abandonada, pues, la
transcripción completa de la última de las "Comedias que tiene este
Cartapacio", según nos indica el amanuense de la mayor parte de él, en
algún momento se añadieron a esos materiales los dos Coloquios al Santíssimo Sacramento, que son autos sacramentales y,
entre ambos, un poema de la misma mano y del mismo autor, el ya mencionado Capelo al Niño Jesús. 
Ya sólo por todo esto debe
descartarse la opinión de Arróniz de que el códice Ms 17.286 de 
El problema de la autoría: el marco
de los Coloquios.
Así
que, para pesar nuestro, diversos datos e indicios siembran dudas sobre la
atribución de estos Coloquios al mencionado jesuita novohispano. No es problema
la modalidad de transmisión de su texto, que incluso finalmente puede obrar a
favor de la autoría tradicional, por cuanto, aunque copiados o transcritos más
tarde que el resto del contenido del cartapacio, podrían derivar en última
instancia del renombrado autor. La demostración viene del poema Capelo al Niño Jesús, copiado por el
mismo amanuense y en el mismo momento que los dos Coloquios, con grafías no
anteriores a la medianía del siglo XVII y que, sin embargo, es de Cigorondo. No
sólo es su estilo, sino que así lo certifica otra copia del poema contenida en
un códice ms. de 
Especialmente
chocante es encontrarse, en el segundo de los Coloquios, un entremés, cuya acción,
el examen de candidatos a órdenes menores, que sucede en una comarca de la
diócesis de Antequera («Antiquariae),
se sitúa en el año de 1659 (datación del edicto de convocatoria). Choca porque
la acción de un entremés, más incluso que la de los espectáculos cómicos en
general, debe situarse en la cercanía tanto espacial como cronológica del
espectador y en el marco de la vida diaria y familiar a todos. Y, si esto es
así, mal podría haberlo compuesto Cigorondo, que, nacido en Cádiz en 1560, no
nos consta que estuviera en Antequera ni, por ser más difícil, que viviera en
1659, pues su nombre aparece por última vez en el Catálogo de 
Empero,
Nuevo
interrogante para el estudioso suspicaz es ver a Cigorondo, desaparecido en
1611, encabezando estas dos obras con sendas "Loas", término que no
aparece en ninguna otra obra suya conocida, ni parece haber sido utilizado
hasta ese momento por jesuitas. Nos quedaría el recurso al adaptador y copista,
que cambió el término «Prólogo» por este otro encabezamiento. Pero este
razonamiento no convence, especialmente en el Coloquio segundo, pues desde el
mismo texto de 
En primer lugar, el texto de
este hermoso Coloquio, en sus vv. 477-484, es prácticamente una paráfrasis del
soneto de Lope de Vega «¿Qué tengo yo que
mi amistad procuras?», publicado en sus Rimas
sacras en 1614. Hay varias explicaciones para este hecho. La composición de
Lope pudo llegar manuscrita a Cigorondo antes de que se imprimiera entre las Rimas sacras. Así pudo ser, si de ella
depende también una sección del poema Capelo
al Niño Jesús (vv. 65-72). O, simplemente, es que el autor, siguiendo un
motivo tradicional de la escritura devota, reelabora textos del Cantar de los cantares (2, 9s; 3, 4: 5,
2. 4-6).
   En los vv. 523-532 parece evocar por juego (zaragüelles
/ greguescos; malos pies / pies de elegía) el texto del soneto contra Quevedo «Anacreonte español, ¿no hay quien os tope»,
tradicionalmente atribuido a Góngora, si bien tan dubitante en este extremo
está a la postre A. Carreira como el sobrino de Quevedo.[14]
Pero, si resultara ser de Góngora, se habría compuesto al parecer entre junio y
octubre de 1609,[15]
muy cerca ya del fin de Cigorondo. 
Por si la altura cronológica
de esa fecha fuera poca, encontramos, además, un recurso de estilo de Góngora en
el subido giro hiperbático del v. 650: «famoso / sobre cuantos hubo griegos».
Por más que el hipérbaton no abandonara la poesía española desde el siglo XV
(Mena, Garcilaso, Herrera), manifestaciones como ésta expresan una tensión
sintáctica al límite de la mesura propia del Góngora decididamente ya cultista.
Por eso, parece pretenciosa en exceso la reclamación de una anticipación tan
señalada de este característico giro para Cigorondo, cuyo estilo poético es
habitualmente sencillo, ajeno de artificios y frecuentemente facilón en las
formas gramaticales y léxicas, por más que le tiente el juego de conceptos,
como puede verse en el Capelo al Niño
Jesús (picola y capelo; falta-sobra --«que en aquesto no nos falta / sino
sobra de misterio» --v. 151s; etc.). De todos modos, si la relación con el soneto contra Quevedo puede ser
fruto de coincidencia, resulta mucho más difícil explicar tal cercanía al
estilo de Góngora, por más que el vate cordobés fuera muy estimado entre
jesuitas, como demuestran transcripciones de sus poemas.[16]
Más allá de esto está el
acercamiento al estilo colorista de Góngora en los vv. 661-708. 741-764 del Coloquio, que parece llevarnos al
momento en que va quedando superada la fase más encendida de la polémica
antigongorina (Jáuregui publica su Antídoto
en 1616). El estilo culto, que contagia a sus mismos adversarios, como lo
demuestra el más auténtico Jáuregui en su Orfeo
(1624), es ahora la representación del nuevo estilo barroco, con su acumulación
de conceptos, en obras donde la agudeza del ingenio va tejiendo los hilos de
oro que unen realidades entre sí muy alejadas, para organizar un rosario de concentos o sumas de figuras de
contenido, como metáforas, dilogías o elementos de humor, o juegos con las
formas, como la agudeza verbal o los juegos de palabras que, con tal de
maravillar, rayan en lo blasfemo. Tal concentración se aparta bastante del por
lo general estilo más sencillo, terso y cantarino de Cigorondo[17]
en 
ÁNGEL 3º —      O joyeles, que en la cruz
  por
la sangre que tocastis
  tanto
en valor alcançastis
  que
vençéis del sol la luz;
     y en quien llegase a adquiriros
  vendréis
a quedar radiantes
  más
que perlas y diamantes,
  más
que rubíes y zaphiros (fol. 64r, vv. 2033-2040).[18]
 Este fragmento bien puede compararse, a los
dichos efectos, con los referidos versos del Coloquio.
 Pero también podemos tener en cuenta que ya
Pedro de Espinosa, en su primera etapa, que cierra probablemente hacia 1605 su Fábula del Genil,[19]
muestra características semejantes. Y a L. Carrillo y Sotomayor, cordobés,
fallecido en 1610, que no sólo muestra un estilo plenamente cultista en varios
poemas[20]
sino que en su Libro de la erudición
poética (1607; impreso póstumo en 1611) defiende la oscuridad, hermetismo y
dificultad en la poesía. El mismo Góngora manierista había dado muestras de
este estilo en composiciones como el soneto «Mientras por competir con tu cabello», que es de 1582, con cuyos
versos pueden compararse estos dos de 
Para valorar y validar la
verosimilitud de la utilización del concepto o metáfora como recurso estético y
aun estructural en el Coloquio en
metáfora atribuido a Cigorondo, han de tomarse como ampliamente conocidos y
generalmente apreciados los Conceptos espirituales
y morales de Alonso de Ledesma, si no el inventor, el máximo cultivador y
propagador del género en la literatura religiosa, cuya primera parte apareció
en Madrid, en 1600.[21]
La intensificación del uso de conceptos cuaja en Alonso de Ledesma en títulos
de Coloquios donde campea el sintagma «en
metáfora de..».: "...en metáfora de un auto de 
«Para Ledesma
—como para Gracián— todo era posible; por eso hizo unas seguidillas al Sacramento
en metáforas diversas, donde Dios es manjar, banquete, tálamo, de amantes,
comida de reyes, tableta de aljófar, botica del hombre, blanco de la gloria y,
en fin, convite amoroso».[22]
Y vale lo mismo hablar de
metáfora que de alegoría, según se nos
dice en los vv. 558-564 del Coloquio, que han prolongado los labios de Vejamen.
Idénticos usos del concepto
se advierten en poemas que funcionan como monólogos («En metáfora de una información en derecho» (p. 79ss); «Romance / buelto al Sacramento, despidiéndose
vn hombre del mundo» (149-151), como ya en los límites de lo teatral en
composiciones dialogadas, reciban o no en su encabezamiento la denominación de
«Coloquio». De muestra pueden servir: «A
la divinidad y humanidad de Christo en el día del Corpus». Personas: Ángel,
Pastor, Amor» (p. 169ss); «Coloquio
Sacramental entre el hombre y Dios en metáfora de vn señor y su criado, sobre
auer combidado a su mesa vn moço que le tenía ofendido», en el que dialogan
Hombre y Dios  (p. 151-157); «Coloquio entre Dios y el Hombre al Santísimo
Sacramento» (p. 175); «Coloquio
Sacramental entre nuestra Madre 
Si 
Por ello, dada su naturaleza
y estilo, se entiende mejor la composición del Coloquio al SSmo. Sacramento en metáfora... a partir del gran éxito
de las obras de Ledesma, que hubo de ser cotizadísimo entre los jesuitas.[25]
Incluso suponiendo que Cigorondo sólo surcó estos piélagos cuando la obra de
Ledesma estaba en su acmé, cabría la composición antes de su fallecimiento en
1611. En abono de ello está la información que recibo de Margit Frenk, que
prácticamente tiene ya dispuesto para imprenta el Cancionero (musical) de Gaspar Fernández, elaborado en Puebla entre
1609 y 1616, en el que se copian y se ponen músicas a muchas composiciones de
los Conceptos espirituales de
Ledesma, confirmando, de este modo, su éxito también en Nueva España. Además,
aunque no con la precisión y fuerza de Ledesma, el Coloquio X de F. González de Eslava (1583) es una alegoría del
juego de la esgrima (Arróniz, 1998, 88), que Cigorondo tuvo que conocer (como
también otros), ya que tres años más tarde elabora alguno de sus personajes, como
Ocio, en la tragedia que le dedica: Tragedia
intitulada Oçio [Ocio]. Por
tanto, no menos que Gaspar Fernández, por el cultivo de la alegoría a lo largo
del siglo XVI y por el triunfo a que la eleva Ledesma, Cigorondo está preparado
para elaborarla en las categorías más modernas en sus Coloquios sacramentales. Así debió ser, pues ya en su Égloga pastoril al Nacimiento... utiliza
el término "concepto", entendido como recurso que entraña una
metáfora.[26]
Desgraciadamente no es fácil datar la composición de esta obra, aunque podría
ser incluso de su primera estancia como profesor en la ciudad de México, tras
sus primeras armas en Puebla, es decir, desde 1586. Y, puesto que sabemos que
el concepto se cultivaba ya antes de la publicación de los Conceptos de Ledesma y, dada la rapidez de las comunicaciones y
estrecho contacto entre España y Nueva España,[27]
es probable que Cigorondo, tan versátil en su teatro (y en su lírica), pudiera
haber derivado como y con Ledesma hacia el uso de tal recurso en su teatro
antes de morir.
   En verdad, no vale como apoyo para esta
hipótesis el caso del Diálogo del SSmo.
Sacramento representado en San Lorenço el Real ante el rei Philipe nuestro
Señor (Juego de colores), ya en 1594, obra de un fray José de Sigüenza,
jerónimo,[28]
que tanto gustó a los jesuitas que lo incorporaron a alguno de sus cartapacios.[29]
Resulta ser un sencillo auto que propone la tradicional lectura alegórica de
textos evangélicos, de hagiografías y de los colores, pero no llega a utilizar
la metáfora, menos aún una acumulación tan notable de ellas como la que muestra
el Coloquio en metáfora, del que sólo
se encuentra equivalente en los Conceptos
de Ledesma, obra que bien pudo llegar a manos de Cigorondo e influir en su
última maniera. 
Pero, de todos modos, la duda sobre la autoría se
mantiene, si se tienen en cuenta otros aspectos. Como, por ejemplo, el amplio y
logrado uso de metáforas y conceptos y la estructura misma del Coloquio primero en metáfora o alegoría de una concesión del grado (mejor, grados)
de doctor, pues hasta este momento Cigorondo no se había mostrado nunca tan
extremoso. Como tampoco hasta ese momento tampoco había trabajado de modo
explícito el vejamen. Por tanto, nos encontramos de nuevo ante el filo de la
navaja de la cronología y la aparición de suficientes y consolidadas muestras
de motivos y géneros, recursos y rasgos de un estilo literario que puedan
resultar verosímiles y lógicos en su progresión hacia su plasmación triunfante
en el Coloquio. Es
tan grande y clamorosa la acumulación de esas metáforas en el Coloquio que parece exigir una
acentuación de la tendencia a su uso con posterioridad al triunfo sonado y
asentado del modo poético de Ledesma. Y esto nos situaría ya en fechas
posteriores a la desaparición de Cigorondo y por las que Lope de Vega, en su Dorotea, de 1632, ve generalizado,
incluso entre los grupos urbanos medios y aún bajos de 
 Además, el triunfo apoteósico de ese
conceptismo viene a coincidir con el del cultismo o culteranismo (éste, en
verdad, no sin una fuerte oposición) y, un poco más allá, con una etapa nueva
de la controversia sobre la honra y los oficios mecánicos, con la insistencia
en la nobleza de godos y Guzmanes, con la renovación de las controversias sobre
la limpieza de sangre y la responsabilidad de judíos en la marcha de la
sociedad, y con los atisbos a las dificultades que, aún caídos los Sandovales,
encuentra la pretendida regeneración social que quiso encarnar el Conde-Duque.
Todo esto adquiere gran resalte en la intervención de Vejamen en el Coloquio
primero. Así que uno se siente llevado a situar la composición y representación
del Coloquio en metáfora a partir del
momento en que, consolidado su poder, al conde-duque de Olivares se le van
cerrando opciones que antes tenía abiertas, dos décadas después de la
desaparición de Cigorondo.[31]
   No parece postular una cronología el segundo
de los Coloquios. Es verdad que el conceptismo es mucho más extenso e intenso
en el Coloquio en metáfora, pero
posiblemente esto es así por el mismo planteamiento del tema y su tratamiento.
El barroquismo del Coloquio primero, conceptista, cuajado de metáforas y
alegorías, y henchido e hinchado de referencias bíblicas se compensa en el
Coloquio segundo con la novedad y admirable variedad estrófica y con el uso de
grandes efectos escénicos y espectaculares. En cuanto al estilo general, no
parece que haya diferencias entre ambas piezas, de modo que es seguro que
pertenecen al mismo autor. Y la prueba más fuerte es el poema Capelo al Niño Jesús, copiado
precisamente entre el texto de ambos. En ese poema ya aparecen todos estos
recursos.
Este raro y primoroso poema
del Capelo al Niño Jesús es en sí,
por una parte, un concepto o metáfora del mismo tipo que la desarrollada en el Coloquio en metáfora de grado de doctor.
Así que facilita la explicación de su uso en el Coloquio. Y parece que lo sugiere ya desde el mismo título, del que
uno se espera que trate de la promoción a una dignidad: la que implica el
capelo cardenalicio para un niño: "el
Infante cardenal". La cercanía se estima mayor, si se piensa que «capelo»
(sinónimo suyos son «capirote» o «birrete» de doctor), que se sigue utilizando
en 
Pero, aunque nos acerquemos
a leer el poema en este marco conceptista, al menos modernamente, el chasco es
morrocotudo. Poco a poco se nos irá forzando a descartar como no pertinentes, y
aun impertinentes, las acepciones habituales del término que ofrecen los
diccionarios, sin que se capten otras con claridad. Ni ayuda tampoco, al
principio, la cercanía semántica a «capelo» de otro término que aparece en el
poema, «picola», cuyo valor metafórico (el literal no es pertinente en el
texto) no he visto demostrado documentalmente ni en diccionarios ni en bancos
de datos, como el CORDE. Por lo
demás, rápidamente puede asaltarle al lector la idea de que Cigorondo maneja
los dos términos en un juego de paronomasia (/kapélo, kipóla/), si se prescinde
de la disposición metatética de consonantes. Y, también, así como «picola» (una
especie de pico de cantero), derivación de «picar» en el sentido de 'herir con
instrumento punzante', adquiere el valor traslaticio de 'zaherir o burlar o
gastar bromas' (con el valor cortesano --"corte-sano"-- del antiguo
«motejar») o de «dar picón»,[33]
«capelo» puede asociarse con «capón» («dar un capón» : «dar picón»), y aun
acudiendo a una posible etimología zumbona desde «capere pilum», o «tomar el pelo». Un texto de la época parece
encarnar ese significado. Se lee en un epitafio sobre la tumba de una tercera:
«...puede su patrio suelo, / viendo su tercero afán, / si a otras mitras les
dan, / a ella darle un capelo». Efectivamente allí «mitra» está por «coroza» de
bruja; por lo cual, «un capelo» se le dará por ‘vejamen’ para mayor sonrojo.[34]
Al principio, pues, pese a
esta acumulación de sugerencias o precisamente por ella, no queda claro en qué
consiste el capelo, pues, además, se habla de una regla del capelo, de la que
el Niño, por su estrecha relación con 
Pero, afortunadamente, más
allá de las impresiones producidas de la red de asociaciones de los términos y
expresiones «dar capelo» o «sentarse en la picola» y de su funcionamiento en el
texto, hemos dado con un texto donde se aclara el valor de los textos en su
concreto “Sitz im Leben” o situación
vital. Ese marco (o escenario, como
ahora se dice) fueron las fiestas celebradas en Monforte de Lemos (Lugo,
Galicia) para celebrar en 1619 la consagración de la monumental iglesia del
Colegio de 
Fuera ya, pues, de
impresiones, podemos entender los términos y aun el poema titulado “Capelo”
desde bases objetivas. Ambos términos en efecto aparecen emparejados en su
origen lingüístico, como derivados de los términos italianos cappello (tocado de honor impuesto a los
cardenales, de donde deriva “capelo” en castellano) y pìccola (o sea, ‘pequeña’). Es posible que se perdiera el juego
paranomásico debido al acento (aunque, entre hispanos, este último término pudo
volverse de pícola, “picola”); pero,
aun así, el acercamiento se logra por otros derroteros. Y, lo que es más importante,
ahora sí se nos introduce con seguridad en el campo de la reprimenda o castigo,
que en los textos se da en un marco de burlas. De este modo, se encuentran y
emparentan esos términos con otros relacionalos con la burla, como «dar picón»,
ya considerado, expresión de la que se sirve Jiménez Patón, junto a «dar
cordelejo» y «dar vaya (o baya)» para explicar el significado de “vejamen” (en
sus Comentarios de erudición). Lo
cual confirma, con igual propósito, Kenneth Brown, cuando define vejamen como “reprehensión satírica y
festiva donde se dan a conocer y se ponderan los defectos, tanto físicos como
morales, de una persona”.[36]
Por tanto, vejamen, es, en su base, ‘maltrato o reprensión de palabra por parte
de alguien’. De lo que se deduce la identificación semántica y funcional entre
capelo (en el poema “Capelo al Niño Jesús”) y vejamen en el Coloquio al Santísimo Sacramento en metáfora
de grado de doctor, en el que con derecho y acierto se encaja un vejamen.
Pero Cigorondo arranca de los conceptos de la experiencia propia, es decir, de
la del grupo a que pertenecía, 
El poema ofrece al mismo
tiempo el punto de partida de la acción del
Coloquio segundo, como muestra una comparación de los vv. 97-108 del poema
con consideraciones de Lucifer en escena. Las más claras del Coloquio en este
sentido están en los vv. 65-83: celos / envidia. Y, si no a Cigorondo
directamente (aunque sí de modo indirecto a través de 
Pero más allá de la relación
interna entre Capelo y Vejamen, otro aspecto que debe examinarse en el
acrisolamiento de las pruebas es la realidad o práctica exterior del vejamen.
La realidad a que remite esta metáfora, la ceremonia de la concesión del grado
de doctor con su vejamen o gallo, era costumbre antiquísima. Va adquiriendo
aceptación literaria desde fines del siglo XVI,[38]
cuando ya algunos escritores lo introducen hasta en sus obras, como G. Lucas
Hidalgo en sus Diálogos de apacible
entretenimiento[39]
y creo que Lope de Vega en su comedia El
alcalde mayor.[40]
Pero su pleno desarrollo y vigencia se da conforme avanza el siglo XVII, pues
puede considerarse como un subgénero de la alegoría barroca.[41]
Carrasco Urgoiti sitúa el desarrollo del vejamen de Academia en sintonía
cronológica y estética con el florecimiento de los certámenes poéticos, que
pone en la segunda mitad del siglo XVII (l. c. p. 49). Es
 «todo un mundo por explorar en el que no
faltaron los vejámenes académicos a lo
divino, en curioso viaje de vuelta. Pues, plagados de contrafacta religiosos en clave burlesca, retoman el lenguaje sacro
para adornar con sus gracias la literatura que quiere acercar la religión al
hombre, endulzándola en áreas semánticas familiares».[42]
 Sin embargo, en otros ambientes, como el que representa
Ledesma, bien pudo darse antes este fenómeno. Alonso de Ledesma ofrece en sus Conceptos espirituales una clara muestra
de vejamen universitario a lo divino.[43]
Se trata de la composición «A la vida y muerte de San Pablo en metáfora de un [v]examen,[44]
en redondillas. Es un gallo alegórico dedicado a San Pablo en el que 
   Aun así, hay todavía otros aspectos más
problemáticos, que han de tenerse en cuenta para resolver el problema de la
autoría de estos Coloquios. Tales son, por ejemplo, los usos lingüísticos. En
primer lugar, en los coloquios aparecen sendos casos de laísmo: en el v. 495 en
el primero («que manná la prometéis») y en el v. 296 en el segundo («y si yo la
digo»). Este uso no es propio ni de un andaluz ni de un novohispano. Pero
siempre podemos achacárselo a un amanuense castellano. Claro que en este caso
será difícil explicar la fidelidad de esta mano que tuerce su natural uso
lingüístico cuando corrige las formas «pretendistes» y «distes» (vv. 486s),
restituyendo las para él extrañas del original «pretendistis» y «distis» (que
ya había reproducido otras veces). Lo que a su vez no casa bien con lo que
parece que sucedió en los dos últimos versos (863s) de la segunda despedida de
ese mismo Coloquio en metáfora, cuyo
texto desechado parecen indicar que estamos asistiendo a una redacción original
in fieri más que a una transcripción.
Claro que no hay contradicción entre un amanuense con voluntad de respetar el
original, aunque se le puedan escapar acomodaciones del texto a sus usos
lingüísticos personales propios de otra época o lugar, con la intervención
autorial de ese mismo amanuense en esa segunda despedida,[46]
más aún si se trataba de un responsable de otra representación del Coloquio.
Más
ostentoso (por no favorecer la villanesca aunque feliz invención de
«ostentóreo») es el uso de ciertas formas verbales. Ante todo, llama la
atención la rara coincidencia de un uso lingüístico concreto en las obras de
Cigorondo con otro por lo menos del Coloquio
en metáfora. Me refiero, para empezar, a la frecuencia de uso en ese Coloquio de la forma en -stis de la 2ª persona del plural del
pretérito o perfecto simple, para la que faltan estudios.[47]
Son 8 casos de uso en el Coloquio en
metáfora (vv. 353. 371s. 400. 435. 486s. 528); uno más (estudiastis), curiosamente, en el
Entremés del segundo Coloquio al
Santísimo Sacramento. En la obra examinada de Cigorondo he encontrado 29,[48]
que son muchos[49]
en comparación con los detectados en obras de contemporáneos: algunos casos
recogidos del CORDE en dos documentos
anteriores a 1500,[50]
11 casos en 
El
uso de esta forma rara sólo resulta significativo, si se compara con el de
otras: con la forma -stes, que,
derivación natural de la latina -stis,
venía dominando casi sin rival el habla castellana hasta fines del siglo XVI, y
con la forma -steis, que consolida su
uso exclusivo ya en el siglo XVIII.[52]
Entre estos dos usos bien firmes se sitúa la aparición de la forma –stis, que podría explicarse como
reacción de representantes de círculos cultos (parece que sobre todo en
Andalucía) al uso popular de la forma -steis,
que es regularización del morfema del perfecto sobre el de la segunda
persona plural del presente. Este uso (el de –steis) sonaría a los cultos a vulgarismo vitando; pero, ante la
imposibilidad, al mismo tiempo, de volver a la tradicional forma -stes, que ahora contaminaría la forma
de 2ª persona singular del perfecto (“dijiste”) usada en el tuteo con la forma –stes de la 2ª persona del plural:
"tú dijistes". En tal coyuntura, esas personas volvieron al pasado
(latino), parece que coincidiendo con la moda del cultismo (culteranismo). Tal parece o puede haber sido el
desarrollo en líneas generales, por más que resulta más difícil organizarlo en
un itinerario cronológico preciso, que es lo único que puede ser útil a nuestro
propósito de determinar la fecha de composición o transcripción / adaptación de
un texto. Y aquí es donde se echan en falta tanto la recopilación exacta o
respetuosa de los datos documentales, como la misma evolución en el uso de las
distintas formas. 
En cuanto a lo
primero, M. Zugasti, de 
 La primera consiste en constatar el uso
exclusivo o casi de la forma más antigua -stes,
que reina casi en solitario hasta fines del siglo XVI. Como muestra sirva la
obra de Cervantes estudiada prácticamente en su totalidad, en la que hallo: 66 casos de -stes,
frente a 1 de -steis (en 
En
la segunda etapa veo autores castellanos, andaluces y un novohispano. En calas realizadas en la obra de
Tirso de Molina publicada digitalmente y accesible he podido obtener 52 casos
de uso de forma -stes  (varios de ellos sin duda por –stis, si nos atenemos al testimonio de
M. Zugasti); 0 de -stis; 7 de -steis. En Quevedo, que normalmente usa -stes, he detectado 6 casos de -steis y 1 de -stis. En Andalucía, en los 20 años finales del siglo XVI y 20 primeros
del XVII: Fernando de Herrera, con uso habitual de -stes y 16 casos de -stis y
1 de -steis; Juan de Jáuregui (Aminta, 1607 y Rimas, 1618): -stes, 0; -stis, 5. Hernando de Ávila, (1585-1596, Historia Filerini, Coloquio de Moisés,
Tragedia de San Hermenegildo, Comedia de Santa Catalina): -stes, 24 (3 casos son de Juan de
Arguijo); -stis, 2; -steis, 1. Contemporáneo de estos
últimos, Cigorondo en su obra muestra: -stes,
7 / 9; -stis, 29 / 
Tercera
etapa: autores que muestran un mayor acercamiento al final del proceso, que
será el uso exclusivo de -steis: Polo
de Medina, 1 -stis; 2 -steis; 
J. de Cáncer: 1 -stis; 5 -steis; Sor Juana Inés, en dos obras
dramáticas: 2 -stes; 14 -steis, 14; Calderón (32 obras), con 84
casos de -steis frente a 1 de -stes y 1 de -stis, muestra ya el uso de la forma que resultará triunfante sin
competencia más tarde. Son autores representativos de la segunda mitad del siglo XVII.[53]
Para
sorpresa nuestra, el Coloquio en
metáfora, sin formas -stes y el
relativo equilibrio de -stis y de -steis (de aquélla, 8 casos, dos de ellos
con autocorrección del amanuense, y de ésta 5: vv. 443. 505. 508. 518. 523) se
sitúan entre los autores de la segunda y la tercera etapa: cerca de Polo de
Medina (1630-1655),  pero lejos de J. de
Cáncer (1651) y, más aún, de Calderón y Sor Juana; y, por la presencia notable
de -stis (y aquí se suma el segundo Coloquio al Santísimo Sacramento con un
caso), cerca de algunos de la segunda (Herrera, Cigorondo y Jáuregui). Son Sor
Juana y Calderón quienes avanzan más significativamente en el uso de -steis. Ningún caso de esta forma he
encontrado en la obra indiscutida de Cigorondo. ¿Qué podemos deducir ante tales
hechos? 
Lo
primero, que el segundo Coloquio, lo
mismo que el poema Capelo al Niño Jesús,
por su uso exclusivo de -stis,
encajan cronológicamente sea con la obra de Cigorondo, sea en un marco
cronológico posterior, incluso en la segunda parte del siglo XVII. Ya es más
difícil afirmar lo primero del Coloquio
en metáfora por su uso de -steis.
Sin embargo, no debemos cerrarnos a una evolución de Cigorondo en el uso
lingüístico, pues, si vemos sólo -stes
en 
Y,
al postre o de postre, el chocolate
del... burro, que es, curiosamente, el uso en el entremés de este préstamo del
náhuatl y su asociación con Antequera y, por tanto, con la fecha de 1659. Quien, al menos desde España, lee
«Antiquaria», que es Antequera en
latín, en el texto de ese entremés del segundo de los Coloquios, piensa
automáticamente en la ciudad de este nombre en la actual provincia de Málaga,
en Andalucía, y se plantea por qué razón se traslada tan lejos la acción de un
entremés, que tan cercana ha de quedar del público, a sitio tan lejano, si no
quiere perder eficacia. Pero no hay razón para imaginar la acción en Andalucía.
Hubo una Antequera en México desde 1526 / 1529: la ciudad que hoy se llama
Oaxaca de Juárez, que antes se había llamado Huaxyácac y Segura de 
Hacia 1626, Antequera,
que tendría dos mil habitantes entre españoles, criollos y mestizos, además de
otras actividades productivas, elaboraba confituras, dulces y chocolate. Este
último elemento quizá pueda dar razón de la aparición del término
correspondiente en el entremés. Precisamente, para el pollino de la fábula que
allí se cuenta, era «el campo en la
primavera» (v. *91s) su «chocolate verde»: auténtica ambrosía asinina. El
chocolate, conocido de antiguo por mayas y aztecas, había sido para ellos
remedio terapéutico y reconstituyente, medicina y alimento habitual, que devino
una bebida de grande y generalizado
uso en Nueva España.[56]
Y precisamente el mejor chocolate de todo el mundo era el de Oaxaca, al decir
de Fray Francisco de Ajofrín.[57]
Naturalmente que esta calidad del chocolate de Oaxaca no debió ser cosa del
siglo XVIII. El perfeccionamiento de la elaboración del chocolate (o al menos
su acomodación al gusto europeo: dulce, perfumado, caliente) se dio con
anterioridad, parece ser que precisamente en Oaxaca y por obra de frailes y,
debido a este hecho, se convierte en una bebida de lujo y en signo de
distinción social para la gente acomodada, en el segundo cuarto del siglo XVII,
con una demanda en aumento con el paso de los años. Curiosamente he dado con
dos fechas referidas a la extensión del consumo del chocolate en Europa muy
cercanas a la que se ofrece para la acción del entremés del Coloquio del Santísimo Sacramento, que
es 1659: en 1657 se construye la primera industria elaboradora de chocolate en
Inglaterra; en 1661, una Facultad de Medicina de Francia (sospecho que la de 
Otro dato que pudiera
tener relación con el entremés, con Antequera / Oaxaca y con la fecha de la
acción del entremés es el prolongado conflicto de jurisdicciones que tuvo lugar
en esa ciudad entre el clero diocesano y regular, que expone con gran detalle
el texto siguiente:
« El virrey, marqués de Montes Claros, sostenía
que, no faltando los clérigos para las parroquias, los frailes debían reducirse
a la vida monástica, "sin andar tan derramados en negocios seglares",
pues para gobernar a 
Curioso el encono de este conflicto (que ya se
había dado en otras partes desde mediados del siglo anterior) precisamente en
Antequera; curioso que sucediera en las fechas señaladas y curioso que en el
entremés la acción, un examen de candidatos a órdenes menores por el obispo de
Antequera, se date en 1659, fecha tan cercana a la solución del conflicto en
1654. Sin duda nadie quedará insensible ante tamaña coincidencia. Y debemos
tenerla en cuenta para dar solución al problema que nos viene ocupando.
En resumen y a modo de conclusiones menos o más
hipotéticas, avanzamos: Que no se puede menospreciar el testimonio unánime de la
transmisión escrita de los Coloquios a favor de la autoría de Cigorondo. Que hay que reconocer también la estrecha
relación, e incluso dependencia, del Coloquio
en metáfora con el poema Capelo al
Niño Jesús, en fondo y forma. Que ni la forma del Coloquio en
metáfora de..., hecha ya pública por Ledesma desde fines del siglo XVI,
ni, por lo mismo, la presencia del vejamen en él, impiden la atribución de ese
coloquio a Cigorondo. Vejamen, al fin y al cabo, es el poema Capelo al Niño Jesús, que es
indiscutiblemente del autor novohispano.[59]
Que en la atribución del Coloquio a Cigorondo no incide negativamente el uso de
la agudeza y arte de ingenio, pues no es mayor el conceptismo que expresa el
personaje de Vejamen, aunque sí más prolongado, que el que se plasma en «dar
capelo». El uso
de 
Ninguna objeción a la
atribución a Cigorondo presentan los usos lingüísticos del segundo Coloquio
(más bien sucede al contrario), mientras que sí resulta rara, aunque no
imposible, la novedad de las formas -steis
del primer Coloquio en labios de Cigorondo, por más que fuera siempre y en todo
innovador. Aunque se explicarían mejor a mediados del siglo XVII. ¿Que queda,
pues, de los tan destacados obstáculos para mantener la tradicional autoría,
ahora que se han examinado con detenimiento? Pues, llegados a este punto, sólo
parecen representar problemas la ubicación de la acción en Antequera, es decir,
en una Oaxaca tan viva, y exacta y vívidamente presentada en su situación
social del segundo cuarto o incluso de la segunda parte del siglo XVII; una
Antequera que en sí queda, por lo que sabemos, muy alejada de los lugares
frecuentados por Cigorondo. Por otra parte, los usos literarios y lingüísticos
más propios del período que arranca desde 1620 o 1625.
A la hora de decidirse en
esta cuestión, veo dos salidas, además de la consideración de una intervención
del amanuense que retocó la copia de que disponemos. En este trabajo de copia
debemos suponer algunas intervenciones, no importantes aunque significativas,
en los textos. A este copista-adaptador de los dos Coloquios hemos de suponerlo castellano. Intervino en el texto de
Cigorondo que había llegado a sus manos no sabemos cómo. Delatan su
intervención los elementos discordantes con la circunstancia del autor primero
y fundamental, Cigorondo. Unas veces este copista pudo actuar de modo
consciente, por ejemplo, añadiendo la segunda despedida en el Coloquio en
metáfora o actualizando la fecha de la acción del Entremés. El nombre de
Antequera podía quedar, porque lo mismo daba que se tratara de la ciudad
andaluza española que de Oaxaca. Otras intervenciones pudieron ser
involuntarias. Tales serían los dos casos de laísmo y las modernizaciones de
las formas gramaticales (casos de -steis).
En cualquier caso, su trabajo como amanuense siempre ha de suponerse como la
última mano que recibe un texto de Cigorondo, configurado ya básicamente de
acuerdo con las otras dos hipótesis. 
Según la primera de ellas,
el segundo de los Coloquios se refiriría en su Loa a un entremés que se representará con la obra mayor. Pero pudo
originariamente referirse a un entremés de Cigorondo que no era necesariamente
éste que ahora leemos, y que un autor muy válido, quizá profesor del colegio de
También resulta posible otra
solución. Cigorondo que, estuviera donde estuviere en Nueva España, lo mismo
que su público, conocía circunstancias de conflictos de jurisdicciones (eran ya
viejas incluso a finales del siglo XVI) y que sabía de la calidad del chocolate
de Antequera / Oaxaca, ambientó el entremés de su Coloquio en aquella ciudad.
Alguien alteró la fecha del edicto al representarse la pieza en esa fecha en
algún punto de Nueva España (por no traer el asunto a 
2. Coloquio al Santísimo Sacramento en metáfora de grado de doctor.
   2. 1.
Introducción. 
De no saber lo que queda expuesto en 
2. 2. Estructura.
El texto presenta Loa y dos Despedidas; variedad de
personajes intervinientes, entre los que sobresale el Vejamen y, además, coros,
música y baile. 
La estructura del Coloquio
es como sigue:
— Loa: reúne las características fundamentales de esta parte, buscando captar la benevolencia del auditorio, dignísimo ilustrísimo, doctísimo, que bien sabrá excusar un atrevimiento hiperbólicamente comparado con el de Ícaro, y perdonar el tosco labio, así como las faltas (se insiste en la despedida primera --v. 850), logrando incluso un aplauso para don tan pequeño y corto («corto» se lee en los vv. 33 y 47). Los deseos largos (v. 48) de ofrecer pensamientos altos (v. 16) han prevalecido sobre la incompetencia. De esta manera, el autor recoge elementos de los Prólogos más antiguos del teatro erudito y escolar, tras de los cuales se esboza aún el también clásico Argumento: «el asunto es muy alto / del Verbo eterno las glorias / y de Jesús los aplausos» (vv. 34-36). Se exige atención (v. 52) y (de la segunda representación) salir sin ruido (v. 864). De lo cual se deduce que asistía a la representación un público infantil y / o juvenil: el Coloquio representado es fruto de tierna edad (v. 846s).
— Cuerpo del auto o acto académico alegorizado con:
1. Concesión de los grados,
en la que se distingue claramente la
— intervención del Rector,
que pide el voto de cuatro doctores representantes de otras tantas facultades:
Medicina, Artes, Teología, Cánones y Leyes (vv. 53-88), muy marcada por el
subrayado de un baile.
— En
respuesta a la invitación del Rector, se suceden las intervenciones de los
cuatro doctores representantes de cada Facultad por el orden citado y siguiendo
el mismo esquema: el candidato supera en saber teórico e, igualmente, en
conocimientos prácticos a los sabios más renombrados que hubo en esa Facultad o
Ciencia a lo largo de la historia. Por lo cual, merece en justicia el grado
(vv. 89-312).
— Sucede renovada
intervención del Rector para permitir el vejamen, antiquísima costumbre, que,
como posterior a las laudationes de
los Doctores y puesto que se prevé extensa, exige un momento de descanso y
cambio de tono, que brinda la intervención del Coro. En efecto, si los Doctores
se explayan a lo largo de 54, 64, 51 y 47 versos (216 en conjunto), el Vejamen
solo se dilata durante 231. Así, pues, interviene Vejamen, cuyo estilo muestra
un notable cambio al utilizar redondillas y, como no podía ser menos, aplicará
las banderillas de la irreverencia, propias de la ceremonia, a tan ilustre
Doctorando (en perfecta adaptación al espíritu de la época), que impondrán el
necesario uso de conceptos, en forma de equívocos o dilogías. Es decir, a la
expresión de, al menos, dobles sentidos o valores semánticos (como «salistis
muy linda pieza» — v. 371, uno negativo, que exige el decoro indecoroso del
censor vejante, y otro positivo, inevitable para tan excelso candidato), que
destacan precisamente desde el contraste, la antítesis o en la paradoja,
logrando en muchos casos un efecto humorístico. Del Santísimo Sacramento o
Jesús sacramentado se discutirá la cepa, ser hijo de una esclava, ejercer
oficios viles (como carpintero, sastre...), practicar la más alta magia (que no
es sino el portento o milagro), etc., de lo que informan las notas al texto.
Como torero que ha rematado su faena, deja Vejamen al doctorando listo para el
descabello... con la imposición de la borla y entrega de los guantes y demás
insignias, y abandona o toma el campo, para mostrar a las claras que, siguiendo
uno de los sentidos de sus palabras, el candidato es inepto. Cierra esta primera parte, tras la muestra del humor, un
baile, que corresponde al Coro inicial.
2. Imposición de las
insignias (vv. 577-792). Cursa el Rector nueva invitación a los cuatro
Doctores, ahora para que tributen al emérito candidato los «debidos honores»
(v. 587): borlas y grados y la insignia del tradicional color según Facultad,
cuya concesión rubrica el cuatro veces cantado estribillo del Coro (romancillo
hexasilábico en -or), que, al cierre,
engloba una seguidilla cantada por cada uno de los grados.
— Concluye el espectáculo
con dos Despedidas (contrapunto de 
2. 3. El espectáculo.
En su desarrollo, el
espectáculo es de notable claridad. Y no extraña que así sea cuando sigue el esquema
de una ceremonia, en cuanto tal precisada hasta en mínimos detalles (concesión
de un grado doctoral), si bien en este caso sufre un efecto acumulativo muy
barroco: los grados son cuatro. Es posible que se nos escape algo implícito en
el acto: la pompa, paseo o comitiva
que precedía al otorgamiento del grado, que, según los posibles del graduando,
podía ser de gran lujo. Puede servir de ilustración la organizada para el grado
de Micer Carlos Montesa, el primero con pompa que se concedió en 
Ahora bien, en nuestro caso, no se trata de un graduando cualquiera, sino del Santísimo Sacramento. Por lo cual, al contrario que durante la representación, es la procesión del Corpus la que se transforma, desde la perspectiva del espectáculo teatral, en pompa o comitiva de académicos. En realidad, ambos espectáculos, como espectáculos públicos, respondían a un ritual muy semejante: organización del cortejo y disposición jerárquica en torno a un centro (el graduando o la custodia), músicas, cantos y danzas, etc.
La comitiva o procesión ha
desembocado en 
Para los discursos de los
doctores nada mejor que el púlpito situado en el crucero de una iglesia de
planta jesuítica. El público dispuesto como en las grandes solemnidades
religiosas ocupa los lugares a él tradicionalmente asignados. El Coro, en su
lugar, que bien pudo verse acompañado por los sones del órgano. Los danzantes
como en las ceremonias del Corpus, que todavía se mantienen hoy en sitios como
Sevilla (los seises): en realidad era, tras la tradicional procesión, una ceremonia
del Corpus, enriquecida con la puesta en escena de un coloquio, con no menor
éxito y profanidad que las manifestaciones primigenias del teatro sacramental
de 
Tal es el escenario de la
representación. Por lo menos de la primera representación, el mismo día del
Corpus. Otra cosa pudo ser en el caso de la segunda, quizá en el día de 
Momento de la representación
era la festiva celebración del Corpus, la más suntuosa fiesta del año en 
La poesía expresada en el texto es muestra del mejor estilo, cuya característica fundamental, especialmente en el contexto, debía ser que enseñara al mismo tiempo que deleitara. Para deleite estaba su sonoridad, estaban las variaciones de las estrofas y ritmos de timbre o rimas, con la musicalidad de los versos. El colorismo dirigido a los sentidos, que acompaña necesariamente la imposición de las insignias de la segunda parte, frente al uso de la alegoría en la primera intervención de los Doctores y el conceptismo de Vejamen. Para deleite de las mentes estaban los juegos conceptuales de los graves parlamentos de los Doctores y los de Vejamen, que añadían el placer de la agudeza y del contraste, base de juegos de humor, como puede apreciarse en la lectura y en su anotación. Estaba también la enseñanza. Abundantes son las referencias a los textos bíblicos en los discursos. Del sentido alegórico de los textos puede deducirse todo un tratado teológico. Y no nos olvidemos de la oferta y el aprecio de la oratoria en el Barroco, particularmente de la oratoria sagrada, aun cuando fueran niños o muchachos quienes peroraran. Todos estos contenidos ofrecidos en la clara y regular organización de una ceremonia y espectáculo ejecutados con grandiosidad: splendor ordinis, características de un espectáculo que se quería dignísimo. Y sin duda que lo fue, si para nuestra conclusión utilizamos el hilo de ariadna de la poesía del guión de espectáculo que nos queda
Nota sobre la versificación.
Forman el auto 864 versos,
entre los que predominan las cuartetas de romance octosilábico con rimas de
tipos distintos que se suceden por secciones: vv. 1-52 en a-o, para la loa; vv. 53-344; variando la asonancia en cada
intervención (é-a; é-o, á-a, í-o, á-o,
é-o). Lo mismo sucede en la segunda parte o imposición de las insignias,
vv. 577-768 (é-o, í-a, é-o, é-a, é-e)
y, de nuevo en 
Para marcar la separación
entre la imposición de cada una de las insignias de doctor, el coro canta una
copla hexasilábica que funcionará al final (vv. 769-792) como estribillo que
acompaña a las estrofas de las seguidillas de la conclusión. Dos quintillas con
distinto esquema de rima cierran el romance de la primera despedida y una
décima forma la segunda. Pero más aún que este final coreado y bailable y
ligero destaca el uso de las redondillas para el vejamen (vv. 345-576), que
queda también de este modo realzado por su contraposición a las informaciones
laudatorias de los doctores.
2. 2. Texto:
[f. 332v]
                                  Loa 
                        que se dijo en el siguiente Coloquio.
                                  ¿Quién habrá a quien no haya
puesto
                             grande admiración y espanto
                             mi presunción atrevida,
                             ilustre y docto teatro?
                                  ¿Quién habrá que no se admire                 5
                             que pretenda temerario
                             dar principio a aquesta fiesta
                             con mi rudo y tosco labio?
                                  Dirán que en tan alto vuelo,
                             de proprias alas tan falto,                             10
                             voy dando en el frenesí
                              [f. 333r]     de un Ícaro despeñado,
                                  y, si excusarme pretendo,
                             con que es proprio y ordinario
                             de nobles y honrados pechos                       15
                             criar pensamientos altos;
                                  y que al tímido y cobarde
                             la fortuna da de mano,
                             y da la de su favor
                             al atrevido, arriscado;                                  20
                                  dirán, y con gran razón,
                             que aquél que en dudosos casos
                             su honor a peligro expone
                             no muestra prendas de honrado.
                                  Fuerza me hacen las razones,                  25
                             pero entenderanse cuando 
                             una presunción altiva
                             solicita puestos altos.
                                  Tema y tiemble el presumido,
                             pero no el que confiado                               30
                             en vuestros piadosos pechos
                             asegura su resguardo.[66]
                             [f. 333v]     El don que se ofrece es corto,
                             aunque el asunto es muy alto:
                             del Verbo eterno las glorias                         35
                             y de Jesús los aplausos.
                                  A quien doctores ilustres
                             le celebran con sus grados
                             hoy nuestra corta experiencia
                             quiere publicar un rasgo.                              40
                                  Admitid nuestros afectos
                             de este festivo aparato;
                             de vuestro aplauso y perdón
                             sople favorable el austro.
                                  Aunque un generoso pecho                     45
                             pone la mira no tanto
                             en el don pequeño y corto
                             cuanto en los deseos largos.
                                  Tales son los que ofrecemos,
                             humildes y confiados,                                   50
                             que suplirán nuestras faltas
                             vuestra atención, vuestro aplauso.                             
                   [f. 334r]      
            Coloquio al
Santíssimo Sacramento 
                en metáfora de grado de dotor [doctor].
                                      Interlocutores:
Rector                                               Doctor
3º                    
Doctor 1º                                          Doctor  4º
Doctor  2º                                          Vejamen
                                      RECTOR.
                                  Nobilísimos Doctores
                             y doctísima Nobleza,
                             Universidad insigne,                                     55
                             donde preside Minerva,
                                  con que esta ciudad famosa[67]
                             es una segunda Atenas,
                             con competencias de Glorias,
                             con eminencias de Letras,                            60
                             [f. 334v]     de mí habéis sido llamados
                             en este teatro y escuelas,
                             para dar grados y laudos
                             a un ingenio de altas prendas:
                                  el licenciado Jesús,                                  65
                             a quien tan docto celebra 
                             la universidad del mundo
                             que por su Dios le venera.
                                  Pasados todos los cursos
                             de facultades y ciencias,                               70
                             merece ser laureado
                             con borlas de todas ellas.
                                  Todas las pudo abarcar
                             su capacidad inmensa,
                             que conoció, según juzgan,                          75
                             la sabiduría mesma.
                                  Pues no ignoráis lo que sabe,
                             con el examen y prueba
                             [f. 335r] habéis de votar agora
                             lo que bien se le conceda.                            80
                                  No me espanto de que pida,
                             aunque desusado sea,
                             las honras de tres o cuatro,
                             siendo tan capaz su esfera.
                                  Votará, pues, cada uno,                          85
                             según dicte su conciencia,
                             cuántos grados, cuántas borlas
                             se deben a su cabeza. (Baile.)
                                  DOCTOR
1º. (Medicina)
                                             
                                  Nobles y sabios doctores
                             de este religioso claustro,                             90
                             la admiración y verdad
                             abren la puerta a mis labios.
                                  Confieso tanta eminencia
                             de luz en el doctorando
                             que todas las ciencias pueden                      95
                             ser de su cabeza lauros;
                             [f. 335v] mas tan altamente docto
                             en la medicina lo hallo
                             que oso decir que Galeno
                             nunca llegó a su zapato.                             100
                                  Hipócrates me perdone;
                             no comparezca Esculapio;
                             no me nombren a Avicena,
                             ni Virgilio a su Melampo,[68]
                                  que no merecen ponerse                       105
                             en competencias ni al lado
                             de este médico famoso
                             desde levante al ocaso.
                                  Espantosas curas cuentan
                             haber hecho en breve espacio                    110
                             y que cuantas hizo de ellas,
                             tantos, sin duda, milagros.[69]
                                  De ciencia tiene un abismo;
                             de experiencias, largos años,
                             [f. 336r] aunque por el mundo tres                115
                             haya sólo practicado.
                                  A los enfermos asiste
                             con tanto amor y cuidado
                             que la sangre de sus venas 
                             ofrece para curarlos.                                  120
                                  Las sangrías que otros mandan
                             él las recibe en sus brazos,
                             y curó con cinco suyas
                             a todo el linaje humano.
                                  Sólo una purga sabemos                       125
                             tal vez haber ordenado,
                             y esa la probó primero
                             aunque de sabor amargo.[70]
                                  Y a 
veces medicamentos
                             usa tan extraordinarios                               130
                             que le han visto hacer prodigios
                             con saliva, polvo y barro.
                             [f. 336v]     Es ángel
de la piscina
                          que, sin
revolver el ca[ld]o,[71]
                             envejecidas dolencias                                135
                             cura con sólo mandarlo.
                                  Con admiración del mundo
                             portentos obra tan raros
                             que las almas vuelve al cuerpo
                             y resucita finados.[72]                                  140
                                  Y, así, es tan grande su nombre,
                             tanto el crédito ganado,
                             que mil le llaman la vida
                             y la salud, otros tantos.
                                  Médico, pues, conocido                       145
                             del mundo con tanto aplauso,
                             de
rigore et de justitia
                             voto que merece el grado.
                                  DOCTOR
2º. (Artes)
                                  Yo, clarísimos doctores
                             de esta Academia Sagrada,                       150
                             [f. 337r] antes venero que juzgo
                             sublimidades tan altas,
                                  que filósofo de cuantos
                             nuestra antigüedad alaba
                             merece en filosofía                                     155
                             poner la boca en sus plantas.
                                  Ni Platón con su doctrina,
                             ni Aristóteles le iguala,
                             que es comparar una gota
                             con cuanto mar se dilata.                           160
                                  En el curso de su vida,
                             que leyó con gran ventaja,
                             doce discípulos tuvo,
                             que llenó el orbe su fama.
                                  Pero ¿qué mucho, si siendo                   165
                             de doce años, con tal gracia,
                             defendía conclusiones,
                             que admiró los de su Patria?[73]
                                  A su fama y claro nombre
                             [f. 337v] enviaron Sabá y Arabia                  170
                             tres sabios que derribaron
                             a su doctrina sus canas.[74]
                                  En las voces predicables
                             algo del común se aparta,
                             que todos dicen ser cinco                          175
                             y este número no pasan.[75]
                                  Más él dijo siete voces
                             en su cátedra cruzada,
                             predicables todas siete
                             y mil veces predicadas.                              180
                                  Ha tratado bien el género
                             humano, que de esto trata,
                             conociendo sus errores
                             y rechazando ignorancias.
                                  ¿Qué diré de las especies                      185
                             de tal manera ordenadas,
                             que bien podemos beberlas
                             y allí solemos tragarlas?
                             [f. 338r]   Probó que los accidentes
                             por ponencia soberana                              190
                             bien pueden estar suspensos
                             sin sujeto ni substancia.[76]
                                  De los rayos y elementos
                             sabe las secretas causas
                             como quien la mano puso                          195
                             en su compostura y traza.[77]
                                  La gran materia de celo[78]
                             enseñó muy a la larga,
                             porque muchos brevemente
                             con poca estima la tratan.[79]                      200
                                  Mas quien le hizo echar sangre
                             del pecho fue la del alma,
                             que, al fin, le costó la vida
                             el trabajarla y sudarla.
                                  Al
revés de los demás,                          205
                             cuando ya su curso acaba,
                             dio el compendio de sus hojas
                             que cabe en esta hoja blanca.[80]
                              [f. 338v]   Y, así,
juzgo que se debe
                             a su ciencia aventajada                              210
                             borla de doctor en Artes
                             que en su cabeza se esparza.
                                  DOCTOR
3º. (Teología )
                                             
                                  El divino doctorando                                           
                             es teólogo tan subido
                             que los más insignes maestros                    215
                             le miran como prodigio.
                                  Es más ángel que Tomás;[81]
                             más divino que Dionisio;
                             mucho más sutil que Escoto
                             y agudo más que Augustino.                      220
                                  Ni los dos Suárez y Vázquez
                             le compiten con sus libros,
                             aunque sean dos columnas
                             con el non plus ultra escrito.
                                  Es comparar con los mares                   225
                             arroyos y leves ríos
                             que en Teología sagrada
                             es un infinito abismo.[82]
                             [f. 339r]    Sabe tan
bien la materia
                             de
Trinitate,[83]  que afirmo                        230
                             no haber quien mejor la sepa,
                             ni jamás la haya entendido.
                                  También dirá la de Gratia
                             y
soberanos Auxilios,
                             que todo es cosa del cielo                          235
                             y arguye influjo divino.
                              Pero la de
Incarnatione,
                             tratada con nuevo estilo,
                             es suya por excelencia,
                             la cual a luz ha salido.                                240
                                  Dictando la de Peccatis
                             otro maestro más antiguo
                             dictó la de Paenitentia
                             sólo para hacerle tiro[84].
                                  Mas como él con rigor lee                     245
                             y son tantos los perdidos,
                             de
peccatis oyen muchos,
                             de
paenitentia  poquitos.
                             [f. 339v]    Todo lo de
Sacramentis 
                             es un tesoro infinito,                                   250
                             todo con breves palabras, 
                             que nos da largos escritos.
                                  La de Eucharistia ofreció
                             a solos doce al principio,
                             mas después comunicada                           255
                             por todo el mundo ha corrido.
                                  Sus obras de escritos todos
                             son de los doctos tenidos
                             como sacros Evangelios
                             tan sólidos y macizos.                                260
                                  Teólogo, pues, tan famoso
                             es benemérito y digno
                             del Grado de Teología 
                             que yo a su frente dedico.
                             DOCTOR
4º. (Cánones y  Leyes)
                                  Para decir lo que siento                         265
                             del ilustre doctorando,
                             [f. 340r]    quisiera tener cien lenguas,
                             ilustrísimo Teatro.
                                  De los tres grados es digno
                             y no menos lo es del cuarto,                       270
                             que es de Cánones y Leyes,
                             que a los otros yo le añado.
                                  Ni el celebrado Licurgo,
                             ni Parisio, aquel romano,
                             ni Solón, Platón, ni otros                            275
                             legisladores nombrados[85]
                                  se nombren delante de él;
                             ni se alabe Justiniano,
                             ni Bártulo se me cite,
                             ni se saque a plaza a Baldo,                       280
                                  que a todos esos legistas,[86]
                             y aunque fuesen otros tantos,
                             les pudiera ser maestro
                             y enseñarles muchos años.
                                  Las más soberanas leyes                       285
                             que hoy tenemos y guardamos
                             [f. 340v]    las ha
escrito con prudencia
                             y con amor publicado.
                                  En Sinai dio las primeras
                             grabadas en duro mármol,                         290
                             a claro son de trompeta,
                             entre el de truenos y rayos.[87]
                                  Otras nos bajó del cielo,
                             no ya de yugo pesado,
                             sino fáciles a todos,                                   295
                             que su gobierno es muy blando.[88]
                                  Es ángel del gran Consejo,[89]
                             es diligente abogado,
                             que en nuestro favor aboga
                             en los divinos estrados.[90]                          300
                                  Será juez del universo
                             en sus últimos estragos
                             cuando monarcas y reyes
                             temblarán a sus amagos.
                                  Jurisperito tan grande,                           305
                             de todo el mundo aclamado;
                             [f. 341r] coronista a quien se rinde
                             vencido el Panormitano[91]
                                  bien merece de justicia
                             que los honores más altos                          310
                             resplandezcan en sus sienes
                             con universal aplauso.
                                      RECTOR.                                                       
                                  A todos veo conformes
                             y de disentir tan lejos
                             que antes grados sobre grados                   315
                             van como fuego añadiendo.
                                  El uno de Medicina
                             se loda[92] con mucho acierto;
                             el segundo añade de Artes;
                             de Teología, el tercero;                              320
                                  de Cánones y de Leyes 
                             le da también el postrero
                             y, para apoyar su voto,
                             a nadie falta argumento.
                                  A la verdad, todos cuatro                     325
                             los merece por su ingenio,
                             [f. 341v] que al fin es sabiduría
                             del Padre y eterno Verbo.
                                  Sube, licenciado, sube
                             de grado en grado hasta el cielo,                330
                             donde más grados de gloria
                             te den que nuestro Colegio.
                                  Los nuestros recibe agora
                             para gloria y ornamento.
                             ¡Ojalá sean de gracia                                 335
                             y que con ella los demos!
                                  Pero primero el vejamen
                             se ha de dar, que no dispenso
                             en costumbre tan antigua
                             recebida en estos tiempos.[93]                     340
                                  No faltará quien lo dé;
                             déjenos tomar aliento,
                             para darle con más brío
                             para hablar con más denuedo.
                             (Aquí
tocan o cantan.)
                             [f. 342r]  
                                      VEJAMEN.                                                    
                                  Pues tiene hecho el examen                   345
                             para el grado de Doctor,
                             yo, por orden del Rector,
                             tengo que dar el vejamen.
                                  Ya, pues, señor licenciado,
                             con anticipado acierto,                               350
                             os habéis ahí cubierto
                             para el vejamen del grado.
                                  Hicistis[94]
bien en cubriros,
                             porque os pienso descubrir
                             y a muchos dar que decir                           355
                             con lo que vengo a deciros.
                                  En cuanto diré prometo,
                             sin fingir cosa, verdad,
                             que en esta Universidad
                             se ha de hablar con tal respeto.                  360
                                  Y, así, todo el teatro entero
                             bien se puede levantar,
                             porque pretendo cantar
                             Evangelio verdadero.[95]
                             [f.
342v]    Tengo
que pasar los ojos             365
                             por vuestra vida y milagros,
                             que ya per urbes et agros
                             cantan los ciegos y cojos,
                                  porque vos a toda ley,
                             por gracia y naturaleza,                              370
                             salistis muy linda pieza:
                             salistis pieza de rey.
                                  Muchos saben, y yo sé,
                             que sois de muy buena cepa;
                             sí, pero es bien que se sepa                       375
                             que sois de la de Noé.[96]
                                  Bastantes sospechas dais
                             con llamaros cepa o vid.
                             ¡Oh, qué renombre! Decid,
                             ¿tanto con la vid cuadráis?                         380
                                  Porque tan bien os apoda,
                             afirma el arquiticlino
                             que volvéis el agua en vino,
                             como lo vio en una boda.[97]
                             [f.
343r]    Grande habilidad es ésa;              385
                             más que de alquimia hacer oro;
                             haréis con ella un tesoro
                             y milagros en la mesa.[98]
                                  Yo apostaré que debéis
                             sangre en las venas tener,                           390
                             que se puede bien beber
                             si en un cáliz la ponéis.
                                  Y no es menor alabanza
                             querer que el agua bebida
                             del pecho saque y despida,                        395
                             no lanceta, sino lanza.[99]
                                  No sé si antes o después,
                             navegando sin navío,
                             con desprecio y señorío
                             la pisastis con los pies.[100]                         400
                                  Otra cosa cuentan brava
                             que comúnmente se reza
                             (¡miren qué linda nobleza!)
                             que sois hijo de una esclava.[101]
                             [f.
343v]    ¿Vuestra madre, esclava? Sí.       405
                             Ni ella lo niega a la fama;
                             antes esclava se llama
                             y lo cantan por ahí.[102]
                                  Y es cosa fácil sentillo
                             sin extrañar lo que hablo,                           410
                             pues os parió en un establo
                             como cualquier esclavillo.
                                  Pero agora ¿qué dirán
                             los que piensan —y son todos—
                             que su sangre es de los godos                    415
                             más de Rey que de Guzmán,
                                  cuando sepan, ¡ay Dios mío!,
                             quién le mandó graduar,
                             pues le hemos hoy de estrellar
                             en la cara que es judío?[103]                       420
                                  Y, con ser esta verdad,
                             inquisidor quiere ser,
                             y dice que quiere hacer
                             un gran auto en Josafat.[104]
                             [f. 344r]    Y mirad qué
buen ejemplo           425
                             dejar que nuestro adversario
                             le subiera al campanario
                             o pináculo del Templo.[105]
                                  ¿Qué es esto? ¡Oh, mi Dios eterno!
                             ¿Con el diablo las habéis?                          430
                             Es cierto, y no lo neguéis,
                             que habéis bajado al infierno,[106]
                                  y, quebrantando el profundo,
                             con reparable virtud,
                             sacastis gran multitud                                 435
                             a la libertad del mundo.
                                  Sin esto, paráis el viento;
                             por el agua enjuto andáis;[107]
                             en cuerpos de hombres estáis,
                             que es cosa de encantamiento.[108]             440
                                  Y aun se dice --y lo sé bien--,
                             sin faltar a la verdad,
                             que hicisteis mucha amistad
                             con tres Magos en Belén.
                             [f. 344v]    Queriendo vos, a porfía               445
                             piedras se rompen y estragan
                             y las tinieblas apagan
                             al sol en medio del día.[109]
                                  Y no sólo estos eclipsis
                             hacéis con vuestro poder,                          450
                             mas a algunos hacéis ver
                             visiones de Apocalipsis.[110]
                                  Afilo más los aceros,[111]
                             que algún tiempo habéis andado
                             por montes y despoblado                          455
                             con algunos compañeros.[112]
                                  Alguna vez os quisieron
                             apedrear unos villanos,
                             y otras con sus proprias manos
                             despeñaros pretendieron.[113]                     460
                                  Mire en vuestros ojos bellos
                             que hay temores y opiniones
                             que en un palo entre ladrones
                             moriréis como uno de ellos.[114]
                             [f. 345r]    Mirad, lo
que hacéis; mirad          465
                             que uno de los compañeros
                             que llevaba los dineros
                             ahorcado quedará.[115]
                                  Mas, este punto dejado,
                             no faltaba sino dar,                                    470
                             para del todo acabar,
                             en galán enamorado.
                                  Y sabiendo bien por quién
                             por un alma, una fregona[116]
                             que es más para una atahona                     475
                             que para un hombre de bien.
                                  Alma tan seca y ingrata
                             que, ardiendo vos en su amor,
                             con notable disfavor
                             y raro desdén os trata.                               480
                                  Mas vos sois amante tal
                             que, no embargante el desvío,
                             andáis de noche al rocío
                             y os han visto en un portal.[117]
                             [f. 345v]    Bien que
alcanzar la victoria        485
                             por Navidad pretendistis
                             y una música le distis,
                             que dicen que era una gloria.[118]
                                  Sin esto, probáis mil vados
                             y os disfrazáis de mil modos,                      490
                             y tomáis los medios todos
                             y os hacéis muchos guisados;
                                  y con tan fuertes cadenas
                             obligarla pretendéis,
                             que maná la[119] prometéis                         495
                             y la sangre de las venas.
                                  Pero no quiero dejar
                             lo que apunté de disfraces,
                             que por medios eficaces
                             tomáis y usáis para entrar.[120]                    500
                                  Y, siendo en carnestolendas,
                             fuera sólo menos daño,
                             más vos andáis todo el año
                             como máscara a sabiendas.
                             [f. 346r]    Verdad es
que os recogisteis        505
                             una cuaresma al desierto,
                             donde, a todo el mundo muerto,
                             penitencia dura hicisteis.
                                  Y no falta de los vivos 
                             quien me afirme con verdad                       510
                             que sois de 
                             y que rescatáis cautivos.[121]
                                  Y asegura gente pía
                             y afirma, según andáis,
                             que de justicia os preciáis                          515
                             y el ser de 
                                  La verdad es que primero
                             ejercisteis el oficio
                             y el mecánico ejercicio
                             de un mínimo carpintero,[123]                      520
                                  aunque autores harto fieles
                             oficio de sastre os dan
                             y que cosisteis a Adán
                             los primeros zaragüeles.[124]
                             [f. 346v]    Poeta
también habéis sido            525
                             y tal que con solo un verso
                             de todo aqueste universo
                             ganastis nombre subido.
                                  Por lo menos enmendar
                             bien sabéis los malos pies                          530
                             y hacer que corran después,
                             si solían cojear.[125]
                                  No sé cómo habéis podido
                             saber eso que sabéis,
                             pues nunca estudiado habéis                      535
                             ni apenas libro leído;
                                  y es cosa particular
                             y de rara maravilla,
                             que el Jesús de la cartilla
                             sangre os hubo de costar.[126]                    540
                                  Muchos doctores, por eso,
                             estudiante os han juzgado,
                             que nunca habéis conjugado
                             y que sois aún virgen de eso.
                             [f.
347r]    Y es tan público el runrún             545
                             de esto que muchos soldados
                             quedaron muy espantados
                             de oír de vos Ego sum.
                                  Valentón con gran bravura,
                             a veces os mostráis vos                             550
                             dado a la gracia de Dios,
                             dado a la buena ventura.[127]
                                  Sin esto, os soléis meter
                             juzgando en vidas ajenas,
                             si son malas o son buenas,                         555
                             si hacen o dejan de hacer.[128]
                                  Y yo dejo de meterme
                             en la vuestra, aunque tenía
                             otra tanta alegoría
                             donde pudiera extenderme.                        560
                                  Dejo la risa y la riza[129]
                             —bien que entienden los discretos—
                             y envuelvo mucho secreto
                             [f.
347v]    como fuego entre ceniza.
                                  Las enigmas que se han hecho               565
                             pocos ignoran ni admiran,
                             porque se ven dónde tiran
                             y qué llevan en el pecho.
                                  Las defensas excusad,
                             que no serán menester,                              570
                             que no es fácil esconder
                             los rayos de la verdad.
                                  Consejo parece sabio
                             salirme un rato al jardín
                             y al vejamen poner fin                                575
                             y freno a mi tosco labio.
                             (Aquí
hay baile.)
                                       RECTOR.                                                      
                                  Pues queda dado el vejamen
                             y serenaron los truenos
                             y enmudecieron los labios
                             y el mar serenó San Telmo,[130]                  580
                             [f.
348r]    el
sol corone los montes,
                             descubra su faz el cielo,
                             el arco de paz dilate
                             sus colores por el viento.
                                  Sucedan serenidades                            585
                             aplausos, glorias, afectos,
                             y los debidos honores
                             todos a voces le demos.
                                  Ya con fieles corazones,
                             con ánimos verdaderos,                             590
                             se den las borlas y grados
                             al benemérito de ellos.
                                  Cada cual le dará uno
                             con orden y con concierto
                             y juntamente la insignia                               595
                             de los colores dispuestos.
                                      DOCTOR 1º.
                                  Pues esto se nos ordena,
                             le daré el de Medicina,
                             que hace a los demás todos                             
                             [f.
348v] ventaja
tan conocida.                     600
                                  Tomad, señor Licenciado,
                             lo que os debo de justicia,
                             protomédico de médicos
                             como todo el mundo afirma.
                                  Tomad el honroso grado,                      605
                             que esa ciencia peregrina
                             os merece más del cielo
                             que con estudio aprendida.
                                  ¿Mas de qué tejeré borla
                             del grado que os doy divisa?                      610
                             Porque la común costumbre
                             pide que sea amarilla.
                                  Borla de color tan bello
                             que con el oro compita
                             ¿dónde la tengo de hallar                           615
                             para tal cabeza digna?
                                  Pues sois admirable en todo,
                             se os debe admirable insignia,                                   
                             [f.
349r] ni
vulgares ornamentos
                             vuestra docta frente admita.                       620
                                  Una os tengo reservada
                             tan singular y exquisita
                             que es cuando menos el sol
                             a vuestra ciencia debida.
                                  Viene de perlas que Apolo                    625
                             con el sol de borla os sirva,
                             a quien autor los antiguos
                             de 
                                  Ésa tu cabeza adorne;
                             ésa sirva de divisa                                      630
                             y ese tan bello planeta
                             te corone y se te rinda.
                                  Los muchos rayos que esparce
                             y aqueste globo matizan[131]
                             serán hilos de esta borla                             635
                             debidos a tu doctrina.
                             [f.
349v]    Ésta, pues, señor Doctor,
                             por timbre y blasón reciba,
                             y goce infinitos años
                             el grado de Medicina.                                640
                             
                             (Canta
el Coro:)
                                  Infinitos
años,
                             divino
Señor,
                             el
grado y la borla
                             gocéis
de doctor.
                                      DOCTOR 2º.
                                  El grado de Artes me toca                    645
                             dar al doctorando nuevo,
                             por mil razones debido
                             de su ciencia digno premio.
                                  Filósofo, pues, famoso
                             sobre cuantos hubo griegos                        650
                             y en todo el orbe, admitid,
                             el grado de Artes que ofrezco.
                             [f.
350r]    No faltara quien lo diera
                             con más pompa y lucimiento,
                             pero no con mayor gozo,                           655
                             con más voluntad y afecto.
                                  Pero, viniendo a la borla
                             que a vuestra cabeza debo,
                             habiendo de ser azul
                             ¿de qué componerla tengo?                       660
                                  Buscaré lilios azules
                             que en las riberas naciendo
                             con sus cerúleos colores
                             coronan los arroyuelos.
                                  Tejeréla de zafiros,                               665
                             de las piedras ornamento,
                             que, con sus rayos azules,
                             parecen trozos de cielo.
                                  Mas no quiero daros otra
                             de la que todos sabemos,                          670
                             [f. 350v]    hermosa como
las luces,
                             que adornan el firmamento:
                                  es el iris de las nubes,
                             es el arco de los cielos,
                             y dé a vuestra frente borla                          675
                             el [gl]obo[132] azul de su cerco.
                                  Aplaudan a tantas glorias
                             los teatros y liceos
                             y, como Doctor en Artes,
                             os celebre el universo.                               680
                             
                                      (Canta
el Coro: )                                           
                                  Infinitos
años,
                             divino
Señor,
                             el
grado y la borla
                             gocéis
de doctor.
                             [f.
351r]
                                       DOCTOR 3º.                                                 
                                  El grado de Teología,                            685
                             que es 
                             vengo a darte con el gusto
                             que cabe en mi pecho apenas.
                                  Teólogo, pues, consumado
                             sobre cuantos lo profesan                          690
                             recebid el grado y honra
                             que os ofrece nuestra escuela.
                                  De esta borla las insignias
                             yo las tejeré, que, si ella
                             ha de ser de color blanco,                          695
                             no faltará de qué hacella.
                                  Franquearán su candidez
                             las plateadas azucenas,
                             su pureza los armiños,
                             su hermosura las mosquetas;                      700
                                  los vergeles, sus jazmines;
                             su nieve, las altas sierras;
                             [f.
351v] su
cándido mármol, Paro;[133]
                             el sur,[134]
diamantes y perlas.
                                  Pero, ¿para qué mendigo                      705
                             plata, mármol, azucenas,
                             mosquetas, nieve, diamantes,
                             jazmines, astros, planetas?
                                  ¿Aquélla no es la divisa
                             blanca, como se desea?                             710
                             ¿No es borla de Teología
                             la forma que allí blanquea?
                                  Aquellas blancas especies,
                             flor de la harina más bella;
                             esos accidentes blancos,                            715
                             que aquel círculo nos muestra:
                                  ¿no forman al vivo borla
                             difusamente compuesta?
                             No quiero, pues, fingir otra,
                             ya que tengo verdadera.                            720
                                  Ésa, Teólogo insigne,
                             [fol.
352r] lauree
vuestra cabeza
                             y, Doctor en Teología,
                             os aclame el cielo y tierra.
                             (Canta
el Coro:)                                                     
                                  Infinitos
años,                                     725
                             divino
Señor,
                             el
grado y la borla
                             gocéis
de doctor.
                                       DOCTOR 4º.                                                 
                                  A mí, finalmente, toca
                             daros el grado de Leyes,                           730
                             pues lo tienen decretado
                             señor Rector y asistentes.
                                  Recebid, pues, este grado,
                             que merecéis dignamente:
                             Doctor en Leyes señalo                             735
                             a quien tantas de ellas tiene.
                             [f.
352v]    De esta Facultad la borla 
                             en vuestra frente campee;
                             ésta ha de ser colorada
                             como la costumbre quiere.                         740
                                  No me cansaré en buscar
                             por montes valles y fuentes
                             colorados materiales
                             que su carmín me franqueen,
                                  que hermosamente son rojos                 745
                             de las flores los claveles,
                             la púrpura de las rosas
                             y arreboles de occidente;
                                  del mar los bellos corales,
                             del alba los rosicleres,                                750
                             de las Indias los rubíes,
                             de Tiro la grana ardiente.[135]
                                  Pero yo tengo trazada
                             una insignia diferente,
                             [f.
353r]    que, con mayor excelencia           755
                             y propiedad, os lauree.
                                  Ésta se hallará en el cáliz
                             y en los rojos accidentes
                             de vuestra sangre vertida
                             en las sagradas especies.                           760
                                  Ese carmín tan precioso
                             que a la vista nos ofreces
                             ha de ser roja divisa
                             de vuestras sagradas sienes.
                                  Doctor en Leyes con ella                      765
                             el mundo todo os venere,
                             de que ya todos os damos
                             infinitos parabienes.
                                      (Canta
el Coro:)                                            
                                  Infinitos
años,
                             divino
Señor                                             770
                             el
grado y la borla
                             gocéis
de doctor.
                             [f.
353v]    Doctor sois famoso
                             en Medicina;
                             el sol os da borla,                                      775
                             sol de justicia.
                                  Doctor os laurea
                             Filosofía;
                             los cielos os ponen
                             azul divisas.                                               780
                                  Doctor eminente
                             en Teología;
                             la borla es el blanco
                             de 
                                  Doctor sois en Leyes                            785
                             ¡qué maravilla!:
                             la sangre del cáliz
                             es vuestra insignia.
                                  Infinitos años,
                             divino
Señor,                                            790
                             el
grado y la borla
                             gocéis
de doctor.
[f. 354r]
                                  Despedida
                                  Ya quedáis, señor Doctor,
                             con pompa, honra suprema,
                             graduado y laureado:                                 795
                             ¡sea para gloria vuestra!
                                  Ya en hombros de serafines
                             dad por el mundo la vuelta,
                             vitoreado y aclamado
                             a voces de cielo y tierra.                            800
                                  En verdad, que podréis dar
                             el cumplimiento a la fiesta,
                             sirviendo a vuestros amigos
                             alguna buena merienda.
                                  Prevenida la tenéis                                805
                             en esta espléndida mesa,
                             en esta fuente de plata
                             con blanca toalla cubierta.
                                  Aquí nos tenéis maná,
                             como menuda grajea                                 810
                             [fol.
354v] del alto
cielo llovida,[137]
                             por manos de ángeles hecha.
                                  ¡Oh, qué celestial dulzura!
                             —aquí la nuestra no llega:
                             sabe a divinas delicias;                               815
                             sabores del cielo encierra.
                                  En vaso y cáliz de oro
                             nos brindáis divino néctar,[138]
                             que es sudor de vuestra cara
                             y sangre de vuestras venas.                        820
                                  A la merienda propina
                             alargue vuestra grandeza,
                             que, como tan generoso,
                             no os perdonamos la deuda.
                                  Doctor sois en Medicina:                      825
                             debéis la propina de ella
                             y otra de vos no queremos
                             que salud y vida eterna.
                                  En cuanto Doctor en Artes
                             nos daréis de vuestra ciencia                      830
                             [f.
355r]    conocimiento del mundo
                             y de las altas esferas.
                                  Como Teólogo Doctor,
                             derramad de las riquezas
                             luces de sabiduría                                      835
                             a la más noble potencia.
                                  Y, como Doctor en Leyes,
                             abogad en mi defensa
                             y, cuando seáis juez del mundo,
                             dad favorable sentencia.                            840
                                  A todos estos señores
                             dad en igual recompensa
                             otros semejantes grados,
                             que de gracia y gloria sean.
                             (Tocan o cantan:)
                                      
.                                 Admitid la voluntad                               845
                             con que esta Escuela ha ofrecido
                             los frutos que en tierna edad
                             liberal ha producido
                             en esta celebridad.
                             [f.
355v]    Las
faltas perdonaréis,                 850
                             que muchas hallado habréis,
                             y, si el don no os ha agradado,
                             con saber que se ha acabado
                             trabajo ya no tendréis.
                                   Otra al Intento.
                            Si el coloquio os ha enfadado,               855
                             por dos veces repetido,
                             con no haber acá venido
                             hubiérades excusado
                             las faltas que habréis oído.
                             Para el trabajo estimado                            860
                             lo habemos hoy y[a] admitido
                             como el otro; mas yo os pido,
                             que, para excusar enfados,
                             salgáis con menos ruïdo.[139]                      864
                                                      
FINIS
                                     
                              INTERLUDIO
Capelo al Niño Jesús
Poema del P. Juan Cigorondo,
según el texto del Cartapacio curioso, donde
se sitúa entre ambos Coloquios sacramentales, en fol. 356r-361r. Hay otra copia
en el códice ms. de 
Pues
sois de 
Jesús, y el
vivo modelo
de sus
reglas, bien será
que en todo
nos deis ejemplo.
Y, porque
es la más difícil                           5
la de picola y capelo,
que os
sentéis en ella ordena
el Padre Rector
del Cielo.
Y,
aunque sois en religión, 
Niño Jesús,
tan moderno,                               10
la virtud
es muy de antiguo
y sois en
ella profeso.
Es la
picola el pesebre,
bien
angosto y bien pequeño,
para quien
el cielo impíreo                              15
y mil
mundos son estrechos.
[386v]   El capelista será
vuestro
amado y ingrato pueblo
que tiene
aguda[s] navajas
y sabe
cortar sin duelo.                                  20
Fuera de lo
registrado,
pienso que
de su celebro
añadirá lo
que nunca
os pasó por
pensamiento.
Vos,
Niño, cerrad los labios,                     25
poned en
ellos el dedo,
haced del
sordo y del mudo,
pues lo
sois como cordero.
Porque ya,
Niño, sabéis
que hay
expresa regla de ello              30
y que sin
faltas culpables
se nos
pueden dar capelos.
Y
es justo, pues la materia
y la razón
de su objeto,
no es la de
penitencia                         35
o virtud, o
sacramento.
Pero,
llegando ya al punto
en la
picola, cuál vemos
está el
Hermano Jesús
por lo que
iré refiriendo.[141]                           40
Hermano,
dije, aunque os llama 
David
"Sacerdote eterno",                  
y aunque
sois, según el mismo,
"Pontífice
verdadero".             
Pero aunque
estáis tan callado,                 45
sois muy
ladino y muy diestro
en saber
lengua latina,
y os
ordenaron por serlo.[142]
Lo primero
y principal
y lo de más
fundamento                                 50
es porque
el vestido trae
al parecer
descompuesto.[143]
[fol. 357v] Porque
estando vos en traje
de Dios y
por esto siendo                   
igual al
Padre, tan sabio,                                55
 tan poderoso y tan bueno,
de suerte
os desfigurastis
que es
difícil conoceros
y os
vestistis los andrajos
del hombre,
esclavillo vuestro.                        60
Hermano, ya
no sabéis
que se
escandaliza desto
el gentilismo,
y lo tienen
por locura
los hebreos.[144]
También ha
estado el Hermano                65
a las
puertas de aposentos,
que a la de
una Esposa estuvo
por buen
espacio de tiempo.[145]
Lo cual
parece se agrava,
porque fue
con tanto exceso                          70
[fol. 358r] de
afición, que ni la noche
ni el rocío
le impidieron.
Y, aunque
vos, Hermano, sois
el Ángel
del gran Consejo,
por menos
daño tendrías                                75
que con
licencia entréis dentro.
También el
Hermano toca
la
campanilla muy recio,
y aun una
vez se volvió
porque al
punto no le abrieron.                       80
Ya veis los
inconvinientes
que se
siguieron de aquesto,
y lo que
costó a 
el no
esperar un momento.
También una
noche vino                           85
tan tarde
que los porteros
no le
abrieron y durmió
en un
establo al sereno.[146]
 [fol. 358v] 
Ya veis que os pudo dañar
por ser
delicado y tierno,                               90
y que es
loable cuidar
sin demasía
del cuerpo.
También
parece que muestra
más
particular afecto
a algunos,
y suele estar                                   95
muy de
ordinario con ellos.
Con los
hijos de los hombres
son sus
gustos y contentos                  
y no hay
poder apartarlo
de ellos ni
vivo ni muerto.                               100
De aquí se
siguió el estrago
y las
ruïnas del cielo,
porque Luzbel y los suyos
tuvieron del hombre celos.
Parecioles que el tratar                             105
de esta unión y liga el verbo
[fol. 359r] 
con ellos debría de ser,
porque eran más nobles que ellos.
De esta pequeña centella
creció el lastimoso incendio                            110
que abrasó lo más precioso
de los palacios del cielo.
El amor, diréis, Hermano,
que es libre (y yo así lo creo),
y que no fue culpa vuestra,                             115
sino la soberbia de ellos.[147]
También se puso a escuchar
estando todos durmiendo
una música el Hermano
de voces y de instrumentos.[148]                     120
Diréis que cuando se dio
vos estábades despierto,
que eran buenos los cantores
y los cantares honestos.
[fol. 359v] 
Con todo, en aquesta parte       125
es el recato muy bueno,
no porque en vos no le haya,
mas porque en mí lo deseo.
También envió recados
a los de fuera, y vinieron                                130
y bajó a la portería
sin avisar al Portero.
De que holgaron en el alma
ir con ellos no lo niego,
pero al fin eran pastores                                 135
y pastores son groseros.
Diréis que para enseñar
los rudos venís del cielo
y más que en 
es voto de los profesos.                                 140
También recibió unos dones
de oro, mirra e incienso,[149]
[f. 360r] que para los religiosos
parecen dones superfluos.
Y más si acaso pedían                               145
que dijésedes por ellos
misas, o hiciésedes algo
de los demás ministerios.
Pero al fin es de creer,
(y yo, Hermano, así lo creo)                           150
que en aquesto no nos falta
sino sobra de misterio.
También habiendo tocado
a acostar, en su aposento
tenía lumbre el Hermano,                               155
viviendo con compañeros:[150]
cuando a vos no os haga falta,
por estar ya ciego el sueño,
al fin, María es mujer
y Josef, al fin, es viejo.                                   160
[fol. 360v] Y, pues pedía que a la esposa
la dejen si está durmiendo,
como en todo lo demás,
dadnos en aquesto ejemplo;
aunque yo bien imagino                            165
que la lumbre era del cielo
y que en vos reverberaba
como cristalino espejo.
Por esto, el Padre Retor,
aquél que rige los cielos,                                170
que es piadoso como Padre
y como jüez severo,
ordena hagáis penitencia
tal que sirva de escarmiento,
si no por vuestros pecados,                            175
por los pecados ajenos.                     
Porque está escandalizado
el rey y todo su reino,
[fol. 361r] por obviar inconvenientes
manda que mudéis colegio.                            180
Partiréis de noche a Egipto.          
Irá por superior vuestro
el Padre Josef, a quien
tendréis por padre y maestro.
Fuera de esto, ayunaréis                           185
en un áspero desierto,
tiempo de cuarenta días,                     
no os parezca mucho tiempo.
Haréis una disciplina
hasta dejar el pellejo,                         190
porque se desnude el hombre
del que le vistió el primero;
al fin beberéis el cáliz        
de la muerte, trago acerbo,
para que sudemos todos                                195
de Adán el mortal veneno.
               3. Coloquio al
Santísimo Sacramento.
3 1. Introducción.
Este
segundo Colloquio al Santísimo Sacramento
del Cartapacio curioso, como es
lógico, también toca el tema sacramental (vv. 355-358. 663-666. 669). Pero sin
ninguna insistencia. En su planteamiento global es un drama teológico-moral: la
acción resulta de la oposición de las eternas fuerzas en conflicto, el Bien y
el Mal, personificadas, en un caso, por Lucifer o Luzbel, el polo opuesto (tan ab æterno como la ortodoxia teológica lo
permita al cristianismo) de 
Si se quiere notar el parentesco que, desde su
planteamiento central, une a este Coloquio con las tradicionales e incluso
angulares piezas del teatro escolar de los jesuitas desde sus comienzos, basta
remitir a 
La del espectáculo o representación responde a
planteamientos de la comedia española o barroca consolidada, caracterizada por
la loa, tres actos o jornadas, en uno de cuyos entreactos al menos se
representaba un entremés y una brevísima despedida, a la que seguía un baile o
mojiganga. Observamos variación respecto a este esquema en nuestro Coloquio,
dado que la comparación no es del todo afortunada. En primer lugar, porque el término
de comparación no debe ser la comedia profana sino el auto sacramental barroco.
Y en los autos no hay actos ni escenas: se trata de un (solo) "auto"
o acto.  En segundo lugar, porque se trata de un
Coloquio escolar, que en términos generales corresponde a un auto religioso.
Pero tiene su propio modo teatral, pues no en vano pertenece a un práctica
teatral distinta, al menos por su hibridación. Por eso, la loa integra los
elementos del Prólogo (v. 33s) y Argumento (vv. 21-32), típicos de los espectáculos
de la práctica erudita, que funde el Argumento plautino con el Prólogo
terenciano, lo que será característica de los posteriores coloquios, diálogos o
representaciones de colegio. El autor, hombre de su tiempo, quiere realizar una
Loa («alabanzas comienzo...; alabar el Coloquio» —v. 1-5), especialmente cuando
el teatro parece lleno, y aquietado el público («no está muy malo el teatro»
—v. 1-4, más vv. 43-46). Pero, debido a las condiciones de la representación
(«ver cómo hace / cada cual lo que le toca» —v. 7s), especialmente por parte de
los actores, a quienes el miedo escénico ante el público podría llevar hasta a
olvidar sus papeles («se alborote la memoria» —v. 16), no puede realizar su
deseo, sino que ha de volver a los usos tradicionales en este tipo de
representaciones y, como en un espectáculo de estirpe terenciana, a pedir
silencio (v. 41ss), pedir perdón ya desde el principio por las previsibles y
comprensibles faltas en la actuación, especialmente de «tiernos niños» (v.
61s), para los que solicita un voto de confianza. Además, como antídoto del
aburrimiento, promete un «pasajuego» o divertido entremés. 
 Como en los Autos, decíamos, no se señalan
actos o jornadas. Y, sin embargo, se advierten perfectamente dos partes en el
Coloquio, muy marcadas por el desarrollo de la acción y, en concurrencia con
ella, por la inserción de un entremés que supone un tercio del tiempo de la
representación. (Típico del teatro religioso tradicional.) La acción se abre
con la presentación de los protagonistas del drama en sendos monólogos. Sigue
el desarrollo del conflicto, que muestra a un Alma peligrosamente escorada del
lado del Mal, dejando suspenso al auditorio. Y, así, en esta suspensión se deja
la acción: se interrumpe con la representación del burlesco entremés, en un
juego de contrastes típicamente barroco. Tras el entremés, siguen las
solicitaciones y dudas para analizar con mayor detalle el proceso. En realidad
el texto o acción se desarrolla en una serie de círculos o repeticiones, cuyo
objetivo es insistir en unas pocas ideas, para facilitar el adoctrinamiento de
un público joven: «tierna edad» (v. 110), «tierna primavera» (v. 270) que se
corresponden con los actores («de tiernos niños oigan» -- v. 62; «flores son
que ha producido / esta nuestra tierna edad» --v. 685s, despedida). Son el
público pretendidamente directo del espectáculo, aunque es normal y lógico que
también asistan los docentes y un sector formado por personas eminentes
(dignidades religiosas e incluso autoridades civiles: «... aqueste Senado», v.
38s), a quienes, ya desde la loa (vv. 49-52), se había pedido comprensión para
los fallos especialmente de los actores niños. Se repite en la despedida.
Varios elementos sirven para
realzar el espectáculo. Es extraordinaria la presencia de la música y la danza,
separadas o combinadas en varios momentos: «baile
o música» después del v. 196; «Hay
música, baile y entremés» — tras el v. 430; igualmente al final del
entremés: «Música o baile»; «Tocan dentro y el Alma escucha lo que
cantan» los «Músicos» del Coro
(v. 347), que así preparan al Alma para el ataque armado de Lucifer; o «canta la música», después del v. 666,
para celebrar la victoria del Bien, y «Música
y baile» (tras el v. 682). 
En su frecuencia y por su
situación, este elemento sonoro marca la transición entre las partes de la
acción y de la representación: tras el primer cuadro de presentación de los
máximos protagonistas, Lucifer y Amor Divino, Alma y Ángel; al comienzo y fin
del entremés, y como conclusión de la representación antes de la despedida;
ante el clímax del peligro y como celebración de la victoria del Alma. 
Hay también elementos de
gran espectacularidad, como al comienzo de la acción, cuando el demonio irrumpe
en escena «por todas partes arrojando
llamas»; la nube en la aparición del Amor Divino (ante el v. 454). Su pendant es la desaparición de Luzbel por
entre las llamas de, al parecer, varios escotillones, entre estampidas de
truenos (después de v. 630: «Vase Luzbel,
vense llamas y suenan algunos truenos»). Está implícita la espectacularidad
en el sistema y usos de elementos de
indumentaria, con la variedad y riqueza que revestían desde siempre en el
teatro de Colegio y más aun en el Barroco: indumentaria contrapuesta de Lucifer
y Amor Divino, de Mundo y Ángel; la propia del Alma. El demonio, que habría
salido con su tradicional traje de llamas y, de hecho, entre llamas, aparece
después disfrazado de cazador (ante el v. 202), que, con ballesta o arco, con
regalo, dispara flores (v. 394), un rubí (v. 412s) y «deleite» (v. 419-426). No
debe tampoco dejarse sin anotar el sistema de movimientos, además de los
escenográficos ya señalados para 
Exquisita estructura
concéntrica también del elemento oral en el Entremés. Arranca de la música y
baile la escena de presentación de los examinandos en alegres redondillas.
Nueva escena: un notorio notario lee un prosaico edicto. Sigue el cuerpo del
entremés con los miedos que, en interlocuciones latinas, expresan los
examinandos, para pasar al entrevero de prosa latina e hispana en los exámenes,
excepto el del "in utroque sermone"
solvente Pelagio, a quien se le permite la recitación del cuento «hispano sermone», en atención al
público, claro, y en romance («las
relaciones piden los romances»: Arte
nuevo de hacer comedias...).
Vuelve la mezcla de prosa castellana y latina, para concluir los exámenes
restantes, dada la patente insuficiencia latina de los candidatos y, a la
inversa que en el núcleo primero, con prosa castellana en exclusiva. Cierre con
música y baile.
Otro elemento importante de
la configuración del espectáculo, aunque no apele a la vista sino al oído, es
la extraordinaria variedad y riqueza del material verbal. Se luce en
composiciones métrico-estróficas, sin olvidar alardes de prosa latina (clásica
y humorístico-macarrónica), en el extenso romance que cuenta una fábula esópica
como relato folclórico y en el entrevero de prosa hispana con latina. 
Como forma poética
predominante, tenemos romances octosilábicos (61% del auto y 84% de los versos
del Entremés), con las más variadas asonancias (á-e; á-o, -á; é-a; é-e; é-o; í-a, í-e, í-o, -í; ó-a; ó-e; ó-o; -ó),
en cuartetas (rompiéndolas a veces --vv. 264-269. 376-381. 414-418--en aras de
la naturalidad sintáctica) y en tiradas (vv. 595-630). Pero también hay otros
más llamativos: los romancillos heptasílabos y hexasílabos (122 vv.) en algún
caso puestos a la moda con un estribillo. Con estas formas, en un Auto
sacramental y en un Coloquio escolar encajan perfectamente redondillas y
quintillas, que destacan el comienzo del entremés, en la despedida del
Coloquio, o como elemento de transición (vv. 230-237). Hay versos huérfanos,
nobles estancias, una silva octosilábica, una sextilla alirada.
Y, si al principio extraña
tal cúmulo de variaciones métrico-estróficas o incluso de rupturas de la misma
regularidad como el texto presenta, pronto la extrañeza se torna maravilla en el goce
estético, pues en tanto movimiento y solicitación de la visión, típicos del
Barroco, se advierte el orden y función de tal variedad y libertad, que son
condiciones para lucimiento del ingenio y el juego de embeleso con los
elementos formales, entonces tan apreciado: ¡fineza intelectual! Se aprovecha
la consolidación barroca de los romances en cuartetas, con su interminable
alternancia / movimiento. Para dar realce a algunas escenas oímos solemnes
estancias (vv. 65-91; 131-148; 328-342 = 79 vv. más una sextilla alirada --vv.
386-395): todas (sino una al Alma: vv. 96-110) se reservan a Luzbel (vv.
65-110. 131-148. 328-342), a modo de credencial de presentación o presencia,
parejo al modo de subrayado de la ominosa actuación del hechicero Rotbart
('barbarroja', por cierto) en El Lago de
los cisnes. Como instrumento de contraste en la función caracterizadora y
expresiva están los romancillos hexasílabos, reservados a Amor Divino y al Alma
y a sus relaciones (vv. 286-327; 454-481; 495-510; 639-666 -- y  671-674). En ellos expresan sus sentimientos
de queja o pena, a manera de endechas o elegías (Amor Divino en vv. 286-327 y
454-481) o deliquios de amor (Alma sola en vv. 495-510, y con Amor Divino en
vv. 639-674). Los heptasílabos para el Coro («Músicos») en una anacreóntica de tono suave dirigida al Alma,
«blanca paloma» (vv. 347-358). Redondillas, para resaltar un diálogo (entre
Alma y Luzbel, en vv. 523-566), para causar buena impresión en la despedida, o
a manera de apartes o reflexiones singulares en contextos de tensión dramática (vv.
230-237; 511-514). Los versos huérfanos (vv. 375; 396; 401; 490), salvo uno,
que funciona como cierre (v. 490), son para los apartes en medio de diálogos
tensos. Y ni siquiera falta el toque característico de las composiciones
devotas en esa abundancia de versos de romance en asonancia aguda..
Está claro que el autor
asume la práctica literaria y teatral y la teoría triunfante sobre la función
de las variedades métrico-estróficas como aparecen, por ejemplo en el Arte Nuevo de hacer comedias en este tiempo
de Lope de Vega, donde se atiende a situaciones y personajes, al decoro y a la
eficacia teatral. Todo ello se aprovecha con excelente técnica en nuestro
Coloquio, que destaca la singularidad de los personajes, salvo en casos de
rápidos diálogos entre ellos, mediante su propio idiolecto lírico. De todo lo
cual resulta efecto estético y emoción: eficacia retórica y discursiva. 
Finalmente, también como
elemento de realce, está el Entremés, que es una excelente muestra de entreacto
cómico-burlesco sin relación con el Coloquio, dentro del cual funciona, fruto
maduro de la evolución de las secciones que, para descanso del público (rudes erudire), se fueron introduciendo
de distintas maneras en el teatro escolar de 
La pieza, así concebida, resulta de una extensión considerable para un auto, aun sin tener en cuenta el entremés (691 vv). Por eso le conviene con propiedad el título de Coloquio. Los medios espectaculares utilizados van en la misma línea. No se trata de un auto del Corpus de un colegio para salir del paso y cumplir con la festividad. Quizá, de no haber sido así (como en el caso del Coloquio en metáfora), no se nos hubiera conservado.
Nota sobre los criterios de edición.
El texto se transcribe modernizado en lo gráfico-fonético excepto en las secciones latinas, en las que sobre todo convenía preservar el tenor literal, porque muchas veces tiene funcionalidad, pues pone de relieve la situación y el carácter de los participantes: corrección por parte de los examinadores y de Pelagio, estudiante «studiosus»; amontonamiento de burradas por la troika o tiro de asnos examinados. Entre paréntesis se ofrecen los apartes y las acotaciones. El texto de éstas se ofrece en cursiva, salvo cuando se integran en un texto latino. En este caso, para destacar la acotación, se utiliza la redonda.
        3. 2. Texto:
        [f. 362r]
             Colloquio al Santísimo Sacramento.
          [f. 394r]                       Loa 
        que se ha de decir al principio de este Coloquio.[152]
                                
No
está muy malo el teatro,
                            ni es mal principio de loa,
                            pues alabanzas comienzo,
                            ni se me ofrece otra cosa.
                                 
Porque alabar el Coloquio                   5  
                            será evidente lisonja,
                            antes de ver cómo hace
                            cada cual lo que le toca;
                                 
si no es que, para alentar,
                            las palabras de su boca,                           10
                            digo que pueden salir
                            a que vuescedes las oigan.
                                  Mas no, que será sacarles
                            [f.394v]
 al rostro colores rojas,
                            y puede ser que con eso                          15
                            se alborote la memoria,
                                  y cuanto se ha trabajado 
                            se perderá en una hora,
                            y más el lucro cesante,
                            que, perdido, no se cobra.[153]                 20
                                  Ésta al presente, señores,
                            es la ostentación gloriosa
                            del Divino Amor, que os hace
                            para volver por su honra,
                                  ofendido que Luzbel                          25
                            con astucia se le oponga
                            a robarle de las manos
                            una cándida paloma.
                                  El Alma, que, despreciando
                            al Mundo y todas sus cosas,                    30
                            de Dios sigue las banderas,
                            de Luzbel canta victorias.
                                  Más ¿dónde voy?, que he trocado
                            en Prólogo aquesta Loa,
                            [f. 395r] 
y repito sin provecho                35
                            lo que ha de
enseñar la historia.
                                          
¡Alto, pues! Vuelvo a loar...
                                     ¿qué? Los
favores y la honra
                                     que todo
aqueste Senado
                                     nos hace,
cosa es notoria.                        40
                                  Pues voime a
pedir silencio,
                            que es oficio que
me toca.
                            ¿Silencio?  ¿Para después
                             del Coloquio o
para ahora?
                                  Para ahora
no, que todos                  45
                             le ofrecen, pues
les importa
                             para gozar de la
fiesta;
                             para después, de
limosna.
                                   Suplico a
vuesas mercedes
                             olviden lo que
aquí notan,                       50
                              porque temo habrá
más faltas
                              que en un juego
de pelota.
                                    También
habrá pasajuego.[154]
                              Si fuere larga la
historia,
                            [f.
395v]  paciencia, como en sermón         55
                            que se arremete a dos horas.
                                  Una tarde
viene a ser
                             de las que el ocio
malogra,
                             de las que nos
sisa el sueño,
                             que tanto la vida
acorta.                         60
                                  Dennos ésta de barato[155]
                             y de tiernos niños
oigan
                            lo que dijeren. ¿Haranlo?
                            ¡Alto! ¡Manos a la
obra!
                       
                      Interlocutores
                   Alma                                           Demonio o Lucifer                             
Amor Divino
Ángel                                           Mundo                                              
Músicos
                       (Sale Lucifer o demonio por todas partes
arrojando llamas:)
                                                LUCIFER.                                                
                                  Cuando me acuerdo del tremendo día                  65
                             que bajé desde el cielo a un caos de males,
                             y en penas desiguales
                             se convirtió mi gala y bizarría,
                             deshecha mi alegría,
                             reviento, lloro y rabio,                                              70
                             de ver que un hombre por humilde alcanza                                       
                             lo que un Ángel perdió a punta de lanza.
                             [f.
362v]    ¡Oh, corta fuerza mía,
                             pues no puedo vencer a un vil gusano!                  
                             Mas qué mucho, si Dios le da la mano                      75
                             y su gracia le ampara, esfuerza y guía.
                             Mi enemigo es el hombre; así, procuro
                             apartarle del bien y de la gracia,
                             para que de su Dios caiga en desgracia.                
                             Rabio de invidia, de coraje rabio;                             80
                             y, pues la silla que perdí en el cielo
                             ha de gozar el hombre, vil criatura,
                             vengareme en el hombre de mi agravio.
                                  Príncipe soy de todas las
tinieblas;                   
                             enviaré por el mundo mis soldados                           85
                             de mentira y de vicios bien armados,
                             para que ya en poblado, ya en las
selvas,
                             procuren reducir a mi albedrío
                             con blandura y deleite a los mortales,                    
                             dándoles en mil males                                               90
                             [f.
363r]  el veneno que está en el pecho mío.
                                  ¡Alerta, juventud! ¡Alerta,
ancianos!
                             Tembló el cielo de mí, tiemble la tierra,
                             pues, entre tal combate, entre tal
guerra,               
                             es raro aquél que escapa de mis manos.                    95
                             (Sale
el Alma.) 
                                                ALMA.
                                  ¿Dónde me guías, pensamiento mío?
                             ¿Brioso natural, a qué me inclinas?
                             Apenas he nacido
                             cuando vivo de ambos combatido.[156]                 
                             No en balde el sabio ignoraba                                  100
                             la oculta senda que mi edad ofrece,
                             y entre tantas veredas no hallaba
                             la que esmaltada de carmín florece,
                             donde ciego perece                                              
                             el que seguro un tiempo la hollaba                             105
                             y, apenas la miraba,
                             cuando por sus olores
                             [fol.
363v]  entró a coger sus venenosas flores.
                             Sed vos gloria del día;                                          
                             de aquesta tierna edad la luz y guía. (Vase.)              110
 
                             (Sale
el Amor Divino.) 
                                           AMOR DIVINO.                                        
                             ¡Oh, cuánto un alma me cuesta
                             y cuán poco advierte y sabe
                             que para norte del cielo
                             fui enviado de mi Padre!                                       
                                  ¡Oh, cuánto de mí se aleja!                                  115
                             pues si quisiera buscarme
                             hallara al corzo[157] herido
                             por el rastro de la sangre![158]
                                  No sé yo en qué le ofendí,                               
                             si no es que es ofensa grave                                      120
                             que la majestad mayor
                             tanto por ella se humane.
                                  Aun en políticas leyes                                                      
                             [f.
364r]  bien de un exceso tan grande                    
                             es justo que agradecida                                            125
                             me busque, me siga y ame.
                                  Quiérola buscar al punto
                             y morir para que pague
                             con el valor de mi muerte                                     
                             lo que ella debe a mi Padre.    (Vase.)
                     130
                             (Sale
Lucifer.) 
                                                LUCIFER.                                           
                                  Suene el acero y en ecos por los
vientos
                             mi cólera repita en sus acentos,
                             amenazando a quien, osado y fuerte,
                             desechando a Luzbel, busca su muerte.                
                             Conozca el hombre vil, necio, atrevido                      135
                             el poder de mi pecho enfurecido,
                             y advierta, si no sigue mi deseo,
                             que de mis plantas ha de ser trofeo.
                             [f.
364v]  Conozca que esta mano es su contrario   
                             indignada de un bárbaro sectario                              140
                             y, pues está irritada,
                             tema los rayos de su ardiente espada.
                                  El hombre muera que a Luzbel enoja;
                             libro este acero es, que, en una hoja,                    
                             por diversos estilos,                                                  145
                             con solos dos renglones en dos filos,
                             valiente, osada y fuerte,
                             tiene por nota de un renglón la muerte.[159]
                             (Sale
el Ángel, y poco a poco se va Lucifer retirando
                              con rabia y furor.) 
                                           ÁNGEL.                                                         
                                  A ti, soberbio Querub;                           
                             a ti, escándalo del orbe;                                           150
                             a ti, monstro del infierno,
                             ciego, altivo, loco y torpe;                                              
                             [f.
365r]  a ti, Luzbel, y aun a cuantos
                             por dueño te reconocen,                             
                             y bárbaramente rinden                                             155
                             humildes adoraciones:
                                  vengo a deshacer, resuelto,
                             los engaños tan enormes,
                             en que obstinado pretendes                        
                             tener sepultado al hombre.                                       160
                                  ¿Porqué quieres perseguirlo,
                             y porqué atrevido rompes
                             los fueros de la razón
                             que a Cristo por Dios conoce?                   
                                  Ese luciente planeta[160]                                       165
                             que en las cátedras mayores
                             leyendo está la materia
                             de luces y de arreboles;
                                  la luna que es sustituto                                                     
                             [f.
365v]  que en brillantes resplandores                      170
                             la luz que ignora le enseña
                             a las sombras de la noche;
                                  esos vestidos de estrellas,
                             argentados pabellones                                
                             que del ovillo del sol                                                175
                             devanan la luz conformes,
                                  ¿no están a voces diciendo,
                             no están publicando voces
                             que al Señor que los ilustra                         
                             es justo que el alma adore?                                      180
                                  Pues, ¿porqué a ti, Querub falso,
                             quieres que ciego se postre,
                             permitiendo que tu engaño
                             aleves cautelas logre?                                 
                                  Conozco ya tus ardides,                                      185
                             y solo al Dios de los dioses                                                  
                             [f.
366r]  ha de rendir sus finezas,
                             ha de humillar sus blasones. (Vase poco a poco.)
                                           LUCIFER.                                                      
                             ¡Notable furor! Aguarda,                            
                             que en alborotos disformes                                      190
                             me va faltando el aliento,
                             mis bríos se descomponen;
                                  mis aceros se deshacen,
                             todas mis iras se rompen,                            
                             porque el cielo ya entorpece                                    195
                             mi brazo para los golpes.      (Vase.)
                             (Baile o Música.) 
                             (Sale
el Alma y el Mundo siguiéndola.)
                                           ALMA.                                         
                                  ¿Qué camino seguiré
                             en esta edad, pensamiento?
                             Déjame de dar tormento;                                                     
                             [f.
366v]  proponlo, que yo veré                                 200
                             si el seguirlo me está a cuento.[161]
                                      
                             (Sale
Lucifer en traje de cazador y, mientras habla, 
                             conversan
entre sí el Alma y Mundo.) 
                                           LUCIFER.                                                     
                                  En busca de un Alma vengo,
                             paloma que en este campo
                             vive. Mas, para que muera,                         
                             vengo cual veis disfrazado.                                       205
                                  Tiene de armiño el pellico,
                             el cual nunca le ha manchado,
                             ni ha salido de la cueva
                             donde tiene su resguardo.                           
                                  Ya empieza a volar alegre;                                  210
                             pero ya yo salgo armado,
                             para quitarle la vida,
                             a pesar de mi contrario.                              
                             [f.
367r]    Haga fiestas el infierno                  
                             con bocado tan extraño,                                          215
                             que hoy le presento en trofeo
                             de un Lucifer agraviado.
                                  Muera, muera, aunque se agravie
                             el cielo, que aqueste brazo                          
                             basta para hacerle guerra                                         220
                             tal, que morirá a mis manos.
                                  Todo el mundo tengo lleno
                             con mis redes, con mis lazos:
                             juro que en él no verán                               
                             paso, que no esté enredado.                                    225
                                  Mas allí está la paloma.
                             Quiero quitarme del paso,
                             porque a los principios voy
                             muy poco a poco engañando. (Vase.) 
                                      
                                           MUNDO.
                                  Agora puedes seguir                                           230
                             [f.
367v]  lo que tu edad apetece:
                             el regalo te ennoblece
                             y te deleita el vivir.
                                           ALMA.                                                           
                                  ¡Ay, Dios! ¿Qué podré decir?                
                             ¿Quién el regalo aborrece?                                      235
                             ¡Ay, Mundo! ¿Y cómo parece
                             que me acercas al morir?
                                           MUNDO.
                                  De la sangre el alimento
                             cuando comienza a hervir                            
                             son los gustos y placeres                                          240
                             que hoy te quiero persuadir.
                                  Sígueme, que en mis delicias
                             empezarás a sentir
                             nuevas lisonjas que alivian                           
                             lo pesado del vivir.                                                  245
                                             
                                           ALMA.
                                  ¡Oh, qué delicias me brindas!
                             ¡Oh, qué vida sin dolor!
                             [f.
368r]  ¡Me prometes, Mundo amigo
                             sin peligro y sin temor!                                
                                           MUNDO.                                                        
                                  Empieza luego a gozarlas                                    250
                             y ellas te dirán mejor,
                             si son aparentes gustos
                             los que en ella puso amor.
                                           ALMA.                                         
                                  (¡Oh,
cuánto, Mundo, me aprietas!        
                             Casi por seguirte estoy.)                                          255
                             (Sale
el Ángel.) 
                                           ÁNGEL.                                                         
                                  Paloma, no te resuelvas.
                             Deja pasar el furor
                             de la tormenta, que el pecho
                             te está batiendo feroz.                                 
                                  Engaños el mundo ofrece;                                   260
                             sus delicias muerte son
                             que, con aparente vida,
                             te saltean la razón.
                                      
                             [f.
368v]    ALMA.   (Habla con el Mundo.)
                                  Ya casi estaba rendida                           
                             para seguirte veloz,                                                  265
                             pero escucha, Mundo amigo,
                             que hay otro competidor,
                             que deshace tus promesas
                             y las nota de traición.                                  
                                  Tú en mi tierna primavera,                                   270
                             para que viva mejor,
                             quieres que te siga alegre,
                             y un templo labre al amor.
                                  Tu competidor, ¡ay, cielos!,                   
                             oye, me dice, que no,                                              275
                             porque en él vive la muerte
                             a quien crédito le doy.
                                        MUNDO.                                                          
                                  Sígueme por esta senda;
                             déjate de esa ilusión,                                   
                             que serán caducos sueños                                        280       
                             que fantasía forjó. 
                             [f. 369r]  ÁNGEL.                                                           
                                  No le sigas, que te engaña.
                                           ALMA.                                        
                             Dejadme vivir los dos.
                             Luz voy a pedir al Cielo
                             para elegir lo mejor.                                                285
                             (Vanse siguiendo al alma.) 
                             (Sale
el Amor Divino.) 
                                           AMOR
DIVINO.                          
                                  Una ingrata Alma,
                             a quien mi amor siempre
                             llenó de favores
                             y colmó de bienes;                                      
                                  prometió de darme                                             290
                             la obediencia siempre,
                             y agora, la ingrata,
                             negármela quiere.
                                  Débeme su vida,                                    
                             pues por mí la tiene,                                                 295
                             [f.
369v]  y si yo la digo
                             que pague, pues debe,
                             el
Alma se duerme:
                             ¿si
lo hace adrede?                                   
                                  Róndole su calle,                                                300
                             como si ella fuese 
                             tan noble criatura
                             que me mereciese.
                                  Yo llamo a su puerta                              
                             una y cien mil veces,                                                305
                             diciéndole amores,
                             por ver si me abriese.
                                  Ya, dice la ingrata,
                             que abrirme no puede,                                
                             que en dejar al Mundo                                             310
                             nunca se resuelve;
                             Y
el Alma se duerme:
                             ¿si
lo hace adrede?
                             [f.
370r]    Yo
callo y espero,                         
                             porque la amo siempre,                                           315
                             que el fino amador
                             de nada se siente.
                                  Antes la sustento
                             y, en mesa frecuente,                                  
                             hombre y Dios me ofrezco                                       320
                             en plato y banquete.
                                  Y, aunque yo la digo
                             que de dormir deje,
                             después de comer,                                     
                             pues ve que me ofende,                                           325
                             la
necia se duerme:
                             ¿si
lo hace adrede?   (Vase.) 
                                      
                             (Sale
Lucifer.) [f. 370v]
                                           LUCIFER.                                            
                                  ¡Mal haya mi poder y corta suerte!
                             ¡Maldito sea mi hado y triste vida,                         
                             pues que a eternas tinieblas fue
ofrecida,                   330
                             volviéndose en vil sombras de la muerte!
                             Si de una vez muriera,
                             no viera mi enemigo entronizado,
                             pues ya, de él olvidado,                                        
                             por menos mal dejar de ser tuviera                           335
                             que ande yo todo el mundo sin provecho,
                             sin poderle dar caza a solo un hombre.
                             Borre el infierno mi cobarde nombre,
                             pues soy tan flaco y tengo tan vil
pecho; 
                             mas, si dejar de ser no puedo, en vano                     340
                             me quejo de mi suerte. ¡Muera el Alma,
                             y, de esta suerte, llevaré la
palma!   (Vase.) 
                             (Sale
el Alma, el Mundo y el Ángel.)                                    
                             [f.
371r]     MUNDO.                                    
                                  Yo he de salir con victoria.
                                           ÁNGEL.                                      
                             Yo he de quedar vencedor.
                                           MUNDO.                                     
                             Yo he de elegir y escoger                                        345
                             lo que me fuere mejor.
                             (Tocan
dentro y el Alma escucha lo que cantan.) 
                                           MÚSICOS.                                  
                                  Blanca paloma mía,
                             que al aire ofreces sola
                             tus bien peinadas plumas
                             buscando el bien que adoras,                                   350
                                  no abatas, no, tu vuelo
                             al Mundo que ocasiona
                             cebarte con engaños
                             y con su voz sonora.
                                  Si tu sustento buscas,                                          355
                             allí en el altar mora
                             un grano que da vida
                             y a todos enamora. (Cesa la música.)                           
                                      
                             [f.
371v]   MUNDO.                                     
                                  Con esto el Alma me huye.
                                           ÁNGEL.                                      
                             De esta suerte el Alma puede                                   360
                             seguirme, y dejaré el mundo,
                             que tantos engaños tiene.
                             
                             (Sale
el Alma más afuera.) 
                                           ALMA.                                                           
                                  Que implicada me presumo
                             y dudosa en la elección:
                             quien a los principios yerra                                       365
                             pierde el bien que poseyó.
                                  Aquí está el Mundo ofreciendo,
                             —no sé si diga traidor—,
                             siglos felices de vida,
                             sin terminar el dolor.                                                370
                                  Aquesta voz me convida
                             con seguridad mayor
                             a que coma de aquel grano
                             y a que ponga en él mi amor.                      
                             [f.
372r]  (No sé cual siga, ¡ay, mi Dios!)                    375
                             Si te sigo, ¿voy segura?
                                      
                                           ÁNGEL.                                                         
                                                             Sí.[162]                                                 
ALMA.                                        
                             Pero, ¿si te olvido?
                                           ÁNGEL.                                                         
                                                              No.
                                           MUNDO.                                     
                             Para que mejor le sigas,
                             has de gozarme mejor,
                             que no tiene siempre el arco                                     380
                             tan tirante el cazador.[163]
                                           ALMA.                                                            
                                  ¡Oh, qué dura porfía! ¡Oh, que
tormento!
                             Dejadme descansar por algún rato,
                             pues vivo combatida,
                             cuando apenas diré que soy nacida.                         385
                             (Entra
Lucifer.) 
                                           LUCIFER.
                                  ¡Qué buena ocasión es ésta,
                             para hacer mi herida!
                             [f.
372v]  Determinarla pretendo,
                             para quitarle la vida.
                                  Entre estas flores me oculto                                 390
                             y ármole en aquesta güerta,
                             que, con el primer flechazo,
                             dejo el Alma medio tuerta.
                             Quiero armarle con flores
                             que serán del Alma espinas y dolores. (Dispara.)     395
                                  (Aquí le ceben blanduras.)[164]  (Hace que arma el lazo.)
                                      
                                           ALMA.                                                           
                                  Otra nueva lucha siento,
                             que me combate interior,
                             que se vale de mí misma
                             para vencerme mejor.                                              400
                                      
                                           LUCIFER.
                                  (Aquí con regalos armo.)[165]
                                           ALMA.
                             Si agora empiezo a vivir,
                             tiempo queda para ver                                
                             [f. 373r]  si es engaño
o no ofrecer,
                             o si este dar es fingir.                                               405
                                      
                                           ÁNGEL.
                                  Perdida vas, si te rindes. (Vase.)
                                           ALMA.
                             Ya no puedo resistir,
                             que hay tanto fuego en el pecho
                             que no lo puedo sufrir.
                                           LUCIFER.                                                      
                                  Bueno va aqueste negocio;                                  410
                             ya se inclina para mí.
                             Otro flechazo le tiro,
                             disfrazado en un rubí.               (Dispara.)   
                                           MUNDO.                                                                         
                                      Bueno anda el diablo candil;[166]
                             él
con su media lucerna                                            415
                             la
ha de venir a rendir.    (Vase.)  
                                           ALMA.
                             ¡Qué malas son las riquezas!
                             Yo quiero echar por aquí. 
                             (Inclínase
hacía Lucifer.)
                                           LUCIFER.
                                  Otro bodocazo lleve                                                 
                             [f.
373v]  y aseguraré mejor                                        420
                             la presa, que ya en las uñas
                             me ha de poner mi valor.  (Arma.)
                                  Aquí armemos con deleite
                             —última resolución—
                             arma, que a tantos ha muerto                                    425
                             tan fuertes como Sansón.         (Dispara.)  
                                           ALMA.
                                  Vamos por aquí un poquito;
                             démosle rienda al Amor,
                             que, a no ser segura senda,
                             se buscará otra mejor.                                              430[167]            
                             (Vase
Lucifer y el Alma tras de él. 
                             Hay
música, baile y entremés.)
                                         Entremés
                                      [f.
374r]  (Salen
tres estudiantes y Zelato hablándoles,
                              cuyos nombres son: Dionisio, Pelagio y
Andronio.) 
                                           ZELATO.
                                           Amigos, luego me den 
                                      albricias, y les daré
                                      unas nuevas.
                                           DIONISIO.
                                                         Yo lo haré, 
                                      si son tales.
                                           PELAGIO.                         
                                                        Yo también.
                                            ANDRONIO.                     
                                           Pues no serán las peores                             *5
                                      las que llevará de mí.
                                           ZELATO.
                                      Yo amigo, lo juzgo así
                                      y aun que serán las mejores.
                                            DIONISIO.
                                      Acaba ya de decir.
                                           ZELATO.   
                                      El obispo es ya llegado                        *10
                                           PELAGIO. 
                                      ¿De
veras?
                                            ZELATO.                          
                                                         Como he
contado.
                                           ANDRONIO.         
                                      ¿Tan presto puede venir?
                                      [f. 374v]  DIONISIO.
                                           Mirad no nos deis picón.[168]
                                           ZELATO.   
                                      ¿Eso había yo intentar?
                                      Con mis ojos vi pegar                                      *15
                                      el edicto en un cantón.
                                            PELAGIO.                        
                                           Luego ya se ha publicado.
                                           ZELATO.   
                                      Y agora vendrán aquí
                                           ANDRONIO.          
                                      ¡Oh, pobre y triste de mí,
                                      que aun no me he bien
preparado!                   *20
                                            DIONISIO.                       
                                           Pues, señores, ¡ alto!
¡fuera!
                                      Revuelvan nominativos,
                                      no perdamos los estribos
                                      en medio de la carrera.
                                            ANDRONIO.                     
                                           Vamos.
                                            PELAGIO.                                   
                                                       Vamos, no nos
llamen.                    *25
                                            DIONISIO.            
                                      Parece que ya adivinas
                                      que ha de decir bernardinas[169]
                                      nuestra gente en el examen.
                                      (Vanse y sale uno con el edicto, y léelo.)
                                      [f. 375r]  (EDICTO.)
«Notorio sea a todas las
personas que la presente carta de edicto vieren, cómo el Obispo N., mi señor, con
deseo del aumento del culto divino, ha mandado publicar examen general para
Órdenes por toda esta comarca y las demás circunvecinas para las cuatro
témporas que vienen de este año 59. Por tanto, manda su Señoría y amonesta a
los que se hubieren de ordenar que acudan luego a hacer sus probanzas, con las
cuales traigan el título a que se ordenan y al fin de él la fe del bautismo y
cédula de su maestro. Y, para que vengan luego a examinarse, me manda publique
este mi edicto que es fecho en 20 días del mes de febrero de 1659 años».                                                  
                                                                          Por mandado de su Señoría
                                                                         Benito
Relinchón[170]
                                                                                     Notario.
 
(Leído este edicto, salen Dionisio, Pelagio y Andronio.)
ANDRONIO.—
Ubi sunt ordones? Quando sunt quatuor
temporibus?[171]
PELAGIO.—
Initiari sacris vis?[172]
ANDRONIO.— Quid ergo facturus estis? Non habeo quid
edam. Eia, age, dicito, si scis, ubi sunt ordinorum?[173]
PELAGIO.— Antiquariæ iam Episcopus adest. Depone
animum. Quid enim scis, ut examinari possis?[174]
 ANDRONIO.— Tace;
ordinandus sum sine dubio. En venit alius scholaris, ut credo, ordinativus.[175]
[fol. 376r] (Entra
Zelato.)
ZELATO.— De esta hecha,
hemos de meter el cáliz en la barba. Volete,
domine licenciate, accommodare mihi unam sobrepelicem ad recipiendum heri
primam tonsuram?[176]
DIONISIO.— Ego te la præstabo de Olandarum franxarum.
ANDRONIO.—
Heus vos ararorum: loquite ciceroniter,
sicuti mihi, et non loquatis sollecismorum.[177]
ZELATO.— Sed heus vos panderorum, seu asinorum: quid
facitur?[178]
PELAGIO.— Cum Concilio in manibus expectamus
examinatores.[179]
ANDRONIO.— Válate Dios por
"Concilio": anathema sit! Anathema?
Quid vult dicere "anathema"?[180]
DIONISIO.— Id ignoras? Videamus contextum. [f. 376v] Anathema, con A grande, nomen proprium est
cuiusdam Regis, qui vocabatur Anathema.[181]
ANDRONIO.— Claude librum. Statim nos ordinabimus.[182]  (Toma el libro Zelato.)
ZELATO.— ¿Que éste es el
traidor del desaminadero?[183]
Echaldo de ahí, que no nos desaminarán.
PELAGIO.—Minime quidem, sed videamus accurate
contextum ne forte de eo interrogemur, et cum dedecore discedamus.[184]
ANDRONIO.— Abrí, que aunque
estudié poco, tengo toda suficiencia. (Lee
en él.) Concilium æcumenicum in æcclesia ortodoxa. Jesús, Jesús, ¡qué
algarabía! ¿Y quién imprimió tal libro? æcumenicum?
ortodoxum? 
DIONISIO.— Heus! Si sunt nomina propria?[185]
[fol.377r]
PELAGIO.— Mucho nombre
proprio me parece. Allá Anathema, proprio;
agora todo proprio.
ZELATO.— Dad acá, veré el
estilo, como dice el cura. (Lee:)
Concilium æcumenicum in æcclesia ortodoxo. ¡Hidepuja el libro, cómo se defiende!
Es... ¡Que no sepa esto el Obispo!
(Vuelve a leer.) Concilium: ya yo sé que es el 'Consejo'; æcumenicum, equus: bien sé yo que es 'el caballo'. Menicum me saca de tino.
ANDRONIO.— ¿Si quiere decir æcumenicum 'caballo de médico'?
ZELATO.— No, porque los
médicos andan a mula. Ya, ya; mirad mi memoria. Oíd, que es punto delicado: ut dicimus equum troianum, 'caballo
troyano', sic equum menicum, 'caballo
ménico', id est, almenicum [fol.
377v], 'que salta almenas'; de mænia,
mænium.  ¡Esto sí es escorrir![186]
DIONISIO.—  Si yo supiera lo que éste, poco se me diera
el examen.
PELAGIO.— Pues quorsum, 'a que propósito'? Consilium
equum menicum,   ¿'consejo caballo de almenas'?
ZELATO.— Esto los teólogos
lo verán; a mí bástame la construición. Atque
propterea.[187]
Yo no me meto en honduras.
PELAGIO.— ¿Y qué quiere
decir ortodoxum?
ZELATO.—Orto  bien sé yo que es 'la
güerta'. Doxum  es el diablo. Par diez, de repente no lo
sé. Aquí el domine ordinandis lo
dirá.
ANDRONIO.— Bene videtur: Orto, 'el güerto', doxum, idest, do uxori: 'un güerto doy a
la mujer'. 
[fol. 378r]
ZELATO.— Juro a mí, que
podemos imprimir libros, y aun encajarlos muy bien.
DIONISIO.— Yo, cuitado, no
soy para tanto.
ANDRONIO.— Estudie él como
yo he estudiado: 8 años en un pupilaje; 10, sirviendo a un canónigo; 12,
repetidor; 16, pasando en mi pueblo, de los 15 me aproveché.
PELAGIO.— Pues aun no tiene
tantos el duelo.[188]
ANDRONIO.— Pues no veis que
estudié once años en un verano.
PELAGIO.— Jesús, Jesús,
habiendo explicado tan mal este lugar, ¿estáis tan pagado? Pues de esta manera
se explica: Concilium, ya sabéis que
es 'Concilio' o 'Junta'. Æcumenicum  en griego idem est, quod universalis. Pues, Concilius[189] æcumenicum, 'Concilio' o 'Junta
universal'. In æcclesia ortodoxa: [f. 378v] Ortodoxa,
en griego, idem est quod recta opinio
sive sententia, et fides. Pues in
æcclesia Ortodoxa, 'en la iglesia de acertada opinión', de católica y
verdadera fe.
ANDRONIO.— ¡Oh, qué bien!
DIONISIO.— Sed heus vos!, ya vienen los
desaminadores.
(Salen dos examinadores y piden libros.)
EXAMINADOR. 1º.— Deferte libros.[190]
ZELATO.—  En
Concilium ortomenicum. 
EXAMINADOR 2º.— Dejad,
amigo, que yo tengo. Plurimi sunt;
maturius veniendum erat. Accedant cito examinandi.[191]
EXAMINADOR 1º.— Accipe tu hunc Hieronymum. (Dáselo a
Dionisio.) Accipe has fabulas (a
Pelagio). Accipe hoc testamentum. [f. 379r] (a Andronio.) Accipe
hunc Horatium (a Zelato), et
perpendite apud vos.[192]
(Dionisio lee bien en San Jerónimo.)
EXAMINADOR
1º.— Satis est: qui bene legit, quod
legit intelligit.[193]
¿Traéis fe del
baptismo? ¿Sabéis 
DIONISIO.— Sí, señor. 
EXAMINADOR 1º.— Andad
norabuena. (Vase)
(Pelagio lee la fábula bien toda.)
PELAGIO.— «Asinus cum sale in urbem, etcª.»[194]
EXAMINADOR 2º. Satis est.
PELAGIO.— Tua venia,
examinator dignissime, fabellam explanabo.[195]
EXAMINADOR 2º.— Placet; dicito.[196]
PELAGIO.— Cum sæpe numero agitator quidam iumentum
sale onustum in urbem anteferre consueverit.[197]
[fol.379v]
 EXAMINADOR 2º.— Bene; sed hispano sermone.[198]
                             PELAGIO.—  Pues va de cuento. ¡Atención!
                                  Érase, señores míos,
                             lo que en hora buena sea;                              *30
                             el mal es bien que se vaya
                             y el bien es justo se venga.[199]
                                  Érase el doctor Esopo,
                             griego más que la pez griega,
                             grande autor de chilondrinas              *35
                             y grande inventor de pepas.[200]
                                  Éste es aquel gran devoto
                             del cabildo de las viejas,
                             cuyos escritos refieren
                             cuando están a la candela.[201]                       *40
                                  En este, pues, su librito,
                             que es lástima no le tengan
                             en la memoria las tías
                             y en la uña las agüelas,
                                  dícenos, que en otros tiempos[202]                *45
                             mucho antes que naciera
                             [f.
380r]  el rey que dizque rabió,
                             de quien tantas cosas cuentan,
                                  antes que hubiera catarros
                             y los muchachos hicieran                               *50
                             para jugar caballitos
                             de cañas y berenjenas;
                                  cuando los brutos hablaban
                             y se entendían las bestias
                             fundando por esos cerros                              *55
                             su universidad y escuelas;
                                  entonces, pues, los borricos,
                             los «asnos» en nuestra lengua,
                             que llama «pollinos» Francia
                             y «jumentos» toda Grecia,                             *60
                                  no eran tan cortos de clin,[203]
                             ni eran tan largos de orejas
                             aunque sí más aguileños
                             y más diestros en las tretas.
                                  Calzaban sus taconcitos,                          *65
                             no de Vizcaya las suelas,
                             que las polainas que hoy calzan
                             [f.
380v]  de pelo se vieron medias.[204]
                                  Uno, pues, de estos magnates
                             de Arcadia y de su riberas,                           *70
                             presumido de entendido,
                             como suelen ser las feas,
                                  lindo pollino en verdad
                             y, a la mì fe,[205]
honrada bestia,
                             ojizarco como un grajo                                 *75
                             y cenceño de caderas;[206]
                                  viudo más que un estoque,
                             su espinazo era una sierra
                             y, así, al pobre que subía 
                             le hacía ver estrellas.                         *80
                                  Tenía dos mil melindres
                             en sus comidas y cenas,
                             pues no comía de todos
                             alcaceles y dehesas.[207]
                                  Despuntaba los cogollos               *85
                             de la más menuda yerba,
                             pero si eran cardos de asno[208]
                             [f.
381r]  los comía hasta las cepas.
                                  Era su avíò la cebada,
                             para beber por las siestas,                             *90
                             y su chocolate verde,[209]
                             el campo en la primavera.
                                  Éste, pues, por su desgracia,
                             vino a dar, que non debiera,[210]
                             en poder de un arrïero,                                  *95
                             que trajinaba la tierra.
                                  Cargolo de sal un día
                             y, además que no es ligera,
                             echole tan buena carga,
                             que iba gimiendo con ella.                             *100
                                  ¿Qué haré, decía el pobre,
                             que ya me faltan las fuerzas?
                             Si voy despacio o me paro,
                             anda el garrote muy cerca.
                                  ¡Oh, desdichado de mí!                           *105
                             Miren mi delicadeza
                             en qué paró o en qué para
                             toda la humana soberbia.       
                             [f.
381v]    Y, pues tengo de pasar
                             este río, aquésta es buena                             *110
                             ocasión para salir
                             de aqueste trabajo y pena.
                                  Esto decía consigo
                             y, así, entrando en él apenas,
                             sintió blanditas las aguas,                               *115
                             cuando en ellas se recuesta.
                                  Estúvose bien despacio
                             en curtido y en salmuera,[211]
                             sin que pleguetes ni palos[212]
                             alterasen su paciencia.                                   *120
                                  En fin, cuando ya sintió
                             la carga más llevadera,
                             convertido en sal y agua
                             todo su caudal y hacienda,
                                  salió del río brioso,                                  *125
                             dándose la norabuena
                             de que él solamente diese
                             en tal ingenio y viveza.
                             [f.
382r]    Pero, mientras él estaba 
                             consigo en aquestas cuentas,             *130
                             hecho un turco el arrïero
                             le trocó la sal en leña.[213]
                                  Dícenme que fue testigo
                             de esta garrotal tormenta
                             Monsiur de 
                             gran mariscal de pendencias.[214]
                                  Prosiguieron su camino
                             gruñendo entrambos sus penas,
                             aunque nunca escarmentado
                             don pollino de sus levas.[215]              *140
                                  Con la traza regostado,[216]
                             siempre que el río atraviesa
                             se 'hacía[217]
caedizo,
                             llevando la sal a cuestas.[218]
                                  Toma el cielo con las manos[219]               *145
                             el arrïero, y con ellas 
                             tomaba también la estaca
                             y dábale algunas vueltas.
                             [f.
382v]    Entendióselas al zaino[220]
                             y, con estas experiencias,                              *150
                             le cargó todo de esponjas,
                             sin que el pollino lo entienda.
                                  Échalo que pase el río
                             y, alentado, por él entra,
                             para 'hacer de las suyas,                               *155
                             según su antigua receta.
                                  Cayó en el agua y cayó
                             en la trampa y, así, mientras
                             él se estaba más de espacio,
                             las esponjas más se llenan.                            *160
                                  Pensando, pues, que su carga
                             del todo estaba deshecha,
                             probó a levantarse y halla
                             que le abruma y que le pesa.
                                  «Así, así», le repetía                                 *165
                             el arrïero con flema,
                             ayudando a levantarle
                             el látigo bien apriesa.
                             [f. 383r]    Salió, al fin, pero después
                             pasaba con ligereza                                       *170
                             los ríos, aunque cargado,
                             temiéndose otra refriega.
                                  Esta fábula, señores,
                             claramente nos enseña
                             que
los descansos, a veces,                          *175
                             en
pesadumbre se truecan.[221]
                                  ¡Ahora la construiré!
EXAMINADOR
1º.— Optime quidem. Satis est. Quid petis?[222]
 PELAGIO.— Quatuor
minores ordines.[223]
EXAMINADOR 1º.— Libenter concedo postulationi tuæ.[224]
PELAGIO.— Vale. (Vase.)
EXAMINADOR 2º.— Heus tu, accede huc. ¿Traéis buleto?[225]
ZELATO.— Sí, traigo muleto,
sí, señor, y muy bien anda.
EXAMINADOR 2º.— Que no
pregunto eso, pedazo de trasto viejo.
ZELATO.— ¿Pus qué pescuda,[226]
trasto mozo?
EXAMINADOR 2º.— (Gentil
pelmazo tenemos.) [fol.383v] Leé en ese Horacio y construí.
ZELATO.—  (Lee.)
Carminum liber primus Quinti Horatii Flacci. Liber primus: 'Libro primero'.
Carminum: 'de los carmelitas'. Quinti Horatii: 'de la quinta oración'. Flacci: 'hombre flaco'. Ode tertia: 'a la hora de tercia'. 
EXAMINADOR 1º.— ¡Adelante,
que lo vais haciendo como tenéis el gesto![227]
ZELATO.—  ¿Bien o mal?
EXAMINADOR 1º.— Después lo
sabréis.
ZELATO.— Solvitur acris hiems grata vice veris, et
favonii, trahuntque siccas machinæ carinas. Oigan mi erudición: Qui fit Mecænas: 'que sean mis cenas'.[228]
Si lo queréis saber, hiems, 'en
tiempo de invierno'; acris, son 'unos
sorbos de agraz'; veris: 'y el
verano'. Grata es 'una poca de
grasa'; vice, 'y alguna vez'. Machinæ favonii, es una 'máquina de favores';
trahuntque [fol.384r]: 'y estas cosas
me traen'; siccas carinas, 'secos los
carrillos'. «Ac neque iam stabulis etcª.».
Ac neque iam: 'y no me quejo ya'. Gaudet stabulis: 'porque el grande
condestable'. Pecus, me dice 'que
peco'; igni: 'y me riñe! Arator, 'porque soy arañador'.
EXAMINADOR 1º.— ¡Gentil
habilidad, por vida mía!
ZELATO.— Pus, en verdad, que
nadie me lo enseñó.
EXAMINADOR 2º.— Andad,
andad, que nos tenéis cansados. Cierto que me han hablado mil gentes por este
borrico.[229]
Venga otro.
(Entra Andronio.)
EXAMINADOR 1º.— Llegue acá
aquel gentil hombre. ¿Qué edad tenéis?
ANDRONIO.— Treinta años.
EXAMINADOR 1º.— ¿Habéislos
cerrado?
ANDRONIO.— ¿No preguntan más
de un macho?
EXAMINADOR 1º.— ¿Sabéis
cantar? Decid la mano.[230]
ANDRONIO.— Señor, no he sido
gitano y, así, no la sé.
[fol.384v]
EXAMINADOR 1º.— Gentil
pelmazo me parecéis.
ANDRONIO.— Para lo que le
cumpliere a su mercé.
EXAMINADOR 1º.— Pues no
entendéis, leé. Veamos.
ANDRONIO.— (Lee.)  «Nonne duo
passeres asse veneunt?»[231] (Párase y dice:) Señor, esto está errado. Nonne y duo, yo no lo
entiendo, ni pueden ser 'nones'; y 'dos', según parece, no son sino pares.
EXAMINADOR 1º.— Pasá
adelante con esa erudición. 
ANDRONIO.— Nonne duo: 'nones y dos'; passeres: 'pájaros'; asse væneunt: 'vienen asados'.
EXAMINADOR 2º.— Mirad lo que
decís.
ANDRONIO.— Así, así: asse væneunt: 'vienen en asador'.
EXAMINADOR 1º.— Andad; tened
vergüenza. ¿Habéis estudiado?
ANDRONIO.— Sí, señor; sino
que estudié en romance. Pese a mi ventura, pregúntanos su Reverencia dificultades
que no las sabrá un teólogo.
EXAMINADOR 2º.— Andad, andad
y estudiad.
[fol.385r]
ANDRONIO.— Suplico a su
mercé me dé en otra parte y diré mejor la destruición.
EXAMINADOR 2º.— Así será
ella.[232]
Mas tomá; veamos.
ANDRONIO.— (Lee.) Sequentia Sancti Evangelii secundum Marcum.
EXAMINADOR 2º.— Construid.
ANDRONIO.— Sequentia Sancti Evangelii:[233]
'se cuenta en el Santo Evangelio'. Secundum
Marcum: 'a dos de marzo'.
EXAMINADOR 2º.— ¿Donde
estudiastis?
ANDRONIO.— Donde su
Reverencia fuere servido.
EXAMINADOR 2º.— ¿Habéis
pasado algún arte?
ANDRONIO.— En mi concencia,
que más de mil veces he pasado la tercera impresión[234]
de Antonio de un aposento a otro.
EXAMINADOR 2º.— Andad,
andad; estudiad y a otras órdenes nos veremos. (Levántase para irse.)
ANDRONIO.— (Se hinca de rodillas.) ¡Ay, señor, que
está ya la señora de mi madre cortando las hostias [f.385v] con que he de decir misa.
EXAMINADOR 2º.— No puedo,
cierto, con buena conciencia.
ANDRONIO.— Pues, señor, no
le digo yo que lo haga con buena conciencia.
EXAMINADOR 2º.— Pues en mala
no, que[235] no quiero yo irme al infierno.
ANDRONIO.— No tenga su
merced miedo, que yo lo sacaré, si só de misa.[236]
EXAMINADOR 2º.— Ea, andad,
que no tenéis suficiencia.
ANDRONIO.— ¿Sufi...qué,
señor?
EXAMINADOR 2º.— Suficiencia;
y cuesta mucho.
ANDRONIO.— Pus, si por eso
queda,  yo la iré a comprar.
EXAMINADOR 1º y 2º.— Andad,
andad.
                             (Música
o baile.)
___________________________________________________________________
                                      [f. 386r] (Sale el Ángel.)
                                          ÁNGEL.                                      
                                 Que siga el Alma la muerte;
                            olvidada de la vida
                            y, del falso Amor herida,
                            en el peligro no advierte
                            qué amenaza al que se entrega                      435[237]            
                            al Mundo y su vanidad.
                            (Vase
y sale el Mundo, y el Alma siguiéndolo.)
                                           MUNDO.                                    
                                 Goza en tu florida edad
                            de mis dulzuras; no temas
                            que te faltaré jamás,
                            pues, si me sigues, verás                               440
                            no ser engaño el seguir
                            tu apetito y voluntad.
                                 ¿No ves la desigualdad
                            y el trabajo con que viven
                            los que se apartan de mí?                              445
                            [f.
386v]   ALMA.
                                 Ea,
Mundo, si es así,
                            yo te sigo; tuya soy
                            y, pues por tuya me doy,
                            comienza en mí a repartir
                            tus gustos y tus dulzuras.                               450
                                      
                            (Sale
Luzbel.)
                                        LUZBEL.                                       
                                 Hasta ahora ponía en dudas
                            el alcanzarla, mas ya
                            tengo la victoria cierta.
(Habla el Alma con el Mundo,
dando algunos pasos,
 y sale el Amor Divino en una nube y el Ángel
por otra parte.)
                                      
                                   AMOR DIVINO.
                                 Alma ingrata, escucha;
                            escúchame atenta,                                        455
                            pues por ti he venido
                            del cielo a la tierra.
                                 Yo soy el señor, 
                            vida verdadera,
                            autor de la gracia,                                         460
                            [f.
387r]  fuente de pureza.
                                 Yo hice los campos,
                            las aves y fieras,
                            los profundos mares
                            y las altas sierras.                                          465
                                 Yo hice los hombres
                            que ocupar pudieran
                            las sillas que el Ángel
                            perdió por soberbia.
                                 Dejé por buscarte,                                   470
                            la más alta esfera,
                            dándome una virgen
                            sus entrañas mesmas.
                                 Vengo recogiendo                        
                            perdidas ovejas;                                           475
                            ellas me aborrecen,
                            yo muero por ellas.
                                 Si hermosura buscas,
                            ¿porqué me desprecias?
                            Si perdono y amo,                                        480
                            ¿para qué me dejas?
                            [f.
387v] 
                            (Vuélvese
el Alma un poco hacia el Amor Divino.)
                                      
                                           LUZBEL.                                    
                                 ¡Oh, infiernos, que me han quitado
                            de las manos la paloma!
                            ¡Oh, rayos, que me atormentan
                            y penas mil ocasionan!                                  485
                                          MUNDO.
                                    
                                 Yo me confieso rendido.
                            ¡Oh, qué corto es mi valor!,               
                            pues, cuando pensé hacer presa,
                            mi traza en vano salió. (Vase.)
                                          LUZBEL.                                     
                                 (No pierdo las esperanzas.)                     490
                            (El
Ángel lle[v]a[238]
al Alma hacia el Amor Divino.)
                                          
                                          ÁNGEL.
                                 Llega y goza la ocasión
                            de este tu esposo querido,
                            y con un tierno gemido
                            entrégale el corazón.      (Vase.)
                                          ALMA.                                         
                                 Señor soberano,                                      495
                             divino en belleza,
                            captiva me tienes.
                            [f.
388r]  y en prisiones puesta;
                                 que esos ojos garzos
                            son de amor saetas,                                      500
                            mazo[239] de tu gloria,                        
                            cifra de la eterna.
                                 En tu bella boca
                            son, por más riqueza,
                            oro tus palabras                                            505
                            y tus dientes perlas.                           
                                 Dulce prenda mía,
                            no me dejes puesta
                            a la sombra vana
                            de la edad ligera.                                          510
                                          AMOR
DIVINO.
                                 Quien
te busca y te desea             
                            tanto te sigue y te ama,
                            que ni posa en verde rama
                            ni en árbol que en cruz no sea.           (Vase.)
                                          LUZBEL.
                                 En vano mis trazas fueron.                        515
                            Maldito el nombre que dices.             
                            [f.
388v]  Malditas sus obras sean,
                            pues tanto en ellas me afliges.
                                 Abrid, obscuras cavernas,             
                            vuestras puertas, que he salido                      520
                            de esta batalla cobarde,                     
                            de un vil madero vencido. 
                            (Hace
que se va a entrar.)
                                          ALMA.
                                 De
oírte cansada estoy;
                            déjame ya, porque siento,
                            de escucharte gran tormento.                        525
                                          LUZBEL.
                            (Por
dártele no me voy.) (Aparte lo dice.)  
                                 Iguales pienso que estamos,
                            que Dios no te escucha a ti,
                            ni tú me escuchas a mí:
                            uno de otro nos vengamos.                           530
                                          ALMA.
                                 ¡Qué
vana es tu pretensión!           
                            Si Dios me quiere ya bien
                            y tú me quieres también,
                            dime ¿a quién tendré afición?             
                                      
                            [f.
389r]    LUCIFER.
                                 ¿Luego llegas a creer                               535
                            que su voluntad mereces                    
                            y que también le pareces
                            qué pretendida has de ser?
                                          ALMA.
                                 Si es piadoso y suya soy
                            no entiendo mal, si lo entiendo.                     540
                                          LUCIFER.
                            Pues por eso yo pretendo                  
                            darte desengaños hoy:
                                 que Dios no te tiene amor
                            y sin duda finge amar
                            sólo por darte pesar                                     545
                            y tratarme con rigor.                          
                                          ALMA.
                                 Atrevido, no prosigas,
                            que, si me intentas vencer,
                            menos tanto he de creer,
                            cuanto más de Dios me digas.                       550
                                 O Él me tiene amor, o no.             
                            Si Él quiere, le he de pagar;
                            si no, me he de contentar
                            con quererle mucho yo.
                            [f.
389v]    Luego, si no puedo así                   555
                            adorarle, de ahí infiere                       
                            que, si Él por mí no me quiere,
                            le quiero querer por mí.
                                          LUCIFER. (Aparte)                    
                                 (La esperanza voy perdiendo.                  
                            Furias, venid a vengarme:                              560
                            tú sentirás el dejarme.)                       
                                           ALMA.
                            Voy alegre.
                                           LUCIFER.
                                               Estoy muriendo.
                            (Aparte)    ¿Hay fuego que al mío
iguale?
                            Nada me estima.
                                          ALMA.
                                                     Es verdad,
                            que en Dios pongo mi amistad.                     565
                                          LUCIFER.
                            Pues advierte...
                                           ALMA.
                                                      Ya no vale. (Vase)           
                                          LUCIFER.
                                 Si tengo rabioso el pecho;
                            si soy dueño poderoso
                            de mis pasiones, pues todas
                            de mi valor ingenioso                                    570
                                 ejecutadas se advierten;                
                            si es en vano, si es muy poco
                            [f.
390r]  cuanto Neptuno gobierna,
                            cuanto Enero proceloso
                                 tributa en copos de nieve                         575
                            o escarchas de hielo en copos,           
                            para extinguir el ardor
                            de aqueste volcán furioso,
                                 que en incendios me consume
                            por ver un pecho alevoso,                             580
                            ingrato a mis beneficios,                     
                            de cólera y pena arrojo
                                 en cada palabra un áspid,
                            un basilisco, un aborto,
                            que produce el sentimiento                            585
                            de la razón de mi enojo.                     
                                 ¡Que a mi valor imposible
                            sea reducir un monstro
                            de ingratitud! ¿Que sus bríos
                            pueda ostentar a mis ojos?                            590
                                 ¡Que no le beba la sangre             
                            cuando, corrido y absorto,
                            le busco en el desengaño,                           
                            [f.
390v]  y en la venganza le noto!
                                 ¡Cielos! ¿Qué ardid, qué deseo                595
                            de humillarme es éste? ¿Cómo           
                            sufre el infierno que yo,
                            que los estandartes rojos
                            del orbe en opuestos muros
                            he enarbolado animoso;                                600
                            que triunfante de escuadrones            
                            tantas veces al sonoro
                            metal de la fama he sido
                            alma, aliento, vida y soplo;
                            que yo, de nadie rendido,                             605
                            y de quien en sacros solios                 
                            tiembla el dios Marte con ser
                            imagen de mis enojos,
                            un alma se me resista
                            —con qué despecho lo lloro—,                    610
                            no tema mis amenazas:                       
                            de imaginarlo me corro.
                            Estas desiertas montañas                   
                            [f.
392r]  he de habitar triste y solo,
                            donde en tormentos, en ansias,                     615
                            en penas, llantos y ahogos                  
                            vengue con mi industria agravios
                            de mi ultraje, pues en todo
                            el alma en ingratitudes
                            atropella mi decoro.                                      620
                            Si no muda sus intentos,                     
                            solicita ver nubloso
                            el mayo de sus placeres,
                            y el verde abril de sus colmos.
                            A vuestra soledad huyo;                               625
                            a vuestro horror me recojo;               
                            grutas, admitid un rayo;
                            montes, recebid un monstro,
                            a ver si en vosotros cabe
                            el que no cabe en sí proprio.                         630
(Vase Luzbel, vense llamas y
suenan algunos truenos; 
y sale el Alma, el Amor
Divino y el Ángel.)
                            [f.
392v]    ALMA.
                                 ¿Qué ilusiones son aquéstas?        
                            ¿Qué rayo por mí pasó,
                            que con sus claras centellas
                            tanto mal me descubrió?
                                          AMOR DIVINO.
                                 Yo soy el rayo que ilustra                         635
                            ese sentimiento ciego,                        
                            para que conozcas, Alma,
                            claro el camino del cielo.
                                         ALMA.
                                 Dulce esposo mío,
                            gracias mil te debo                                        640
                            pues que con tus luces                       
                            he visto mi hierro.
                                 Arrojéme al vado,
                            cual Leandro ciego,
                            pero con tus rayos                                        645
                            descubrí el Leteo.                              
                            (Llégase
hacia el Amor Divino y hincada 
                            de
rodillas dice:)
                                 Pequé, Señor mío;
                            haré penitencia,
                            pues es el camino
                            de la gracia vuestra.                                      650
                            [fol.
393r]  (Levántala
el Amor Divino)
                                        AMOR DIVINO.
                                 Alma de mi vida,                           
                            pues que me la cuestas,
                            para bien te halle;
                            norabuena vengas.
                                 Este parabién                                           655
                            para entrambos sea:                           
                            para mí, la gloria
                            para ti, la enmienda.
                                 Vete a mi cabaña
                            y allí te confiesa,                                           660
                            que con ese llanto                              
                            me obligas y alegras.
                                 Ves allí el altar;
                            ves allí la mesa
                            de las amistades                                           665
                            y las paces hechas.                            
                            (Abraza
el Amor Divino al Alma; 
                            y,
mientras el Amor se va, canta la música:)
                                 El Pastor Divino
                            halló
ya su oveja:
                            [f. 393v]  ¿que mucho es le siga,
                            pues
que pan le enseña?                             670
                                           ALMA.
                                 ¡Oh, Mundo engañoso,                 
                            gracias doy al cielo
                            que entre tus halagos
                            escuché sus ecos!
                                      
                                          ÁNGEL.
                                 Yo he salido vencedor                             675
                            del Mundo y de sus enredos,             
                            de Lucifer y sus furias:
                            victoria canten los cielos.
                                      
                                          ALMA.
                                 Suenen del Amor Divino
                            las glorias de sus trofeos,                              680
                            y ejemplo en el elegir                         
                            a todas edades demos.
                            (
Música y baile)
                                 Despedida.
                                 Recebid la voluntad
                            de quien esto os ha ofrecido:
                            flores son que ha producido                          685
                            esta nuestra tierna edad.                    
                            [f. 394r]    Son los interlocutores
                            de poca edad y ejercicio:
                            suplid las faltas, señores,
                            que, cuando sean mayores,                           690
                            será mayor el servicio.[240]                 
[1] Di noticia de su existencia y custodia en el catálogo
de obras del teatro de Colegio. en J. Alonso Asenjo, La "Tragedia de San Hermenegildo" y otras obras del teatro
español de colegio, Valencia, 1995, I, p. 62, y de sus características en
el III Encuentro Internacional de
Escuelas Superiores de Teatro - EAT '99, del Centro Nacional de las Artes
de México, México D. F., 4-9 de noviembre de 1999: "
[2] J. Alonso Asenjo, "Un lustro de ediciones del teatro
escolar jesuítico del Siglo de Oro: 1993-1997": diablotexto. Revista de crítica literaria, 4-5, 1999, 417-445, en
p. 432.
[3] Se han publicado algunas de estas piezas dramáticas: Othón
Arróniz, la Égloga [o Colloquio] pastoril al Nacimiento del Niño Jesús, en Teatro de evangelización en Nueva España, Madrid, Gredos, 1979, 191-238;
también por J. Quiñones Melgoza, en Teatro
Mexicano. Historia y dramaturgia. IV. Teatro escolar jesuita del siglo XVI, México,
1992, Consejo Nacional para 
[4] Después del titulado "Rosetum. Mayo. Pe. Juº de Ciguerondo" (fol. 302r-303r), sigue
en fol. 303v un soneto de "El doctor
Nauarro al Presidente Couarrubias [hermano del patrocinador del Colegio de San
Jerónimo de 
[5] Tal interrupción no tendría mayor importancia si fuera
provisional, que es lo que ocurre otras veces en el cartapacio y concretamente
en el texto de las Églogas del Engaño.
Así el texto de la Égloga 2ª de 
[6] Las otras manos son: 1. la que escribió el «...carmen in laudem codicis» (fol. 6r); 2.
la que, tras ofrecer una portada adornada, venía copiando las piezas dramáticas
y confeccionó también la "Tabla delas comedias; 3. la que copió la segunda
sección interpolada de poemas.
[7] 
[8] Ni puede ser "hológrafo" tampoco en el sentido de
que contenga todas sus obras, puesto que conocemos otras de Cigorondo (poéticas
y dramáticas) que se nos  conservan en
otros códices. Por lo demás, Cigorondo no hubiera dedicado tantas loas a su
Cartapacio ni calificativos como "curioso", ni se hubiera referido a
sí mismo en tercera persona en el encabezamiento de sus poemas: "Pe. Juº
de Ciguerondo" (o similares).
[9] Así lo demuestran el del P. Diego Calleja, BNE, Ms. 17288;
el del P. Méndez (Colección de Cortes, sign. 9-2579: Historia Filerini de H. de Ávila), el del P. Villacastín (Colección
de Cortes, sign. 9- 2566, con obras de varios) y el del P. Silva (M-338 del
Archivo de 
[10] Cigorondo es la forma más común del apellido de este jesuita
novohispano que admite diversas variantes, siendo las más comunes Ciguerondo y
Cigerondo. Véase J. Alonso Asenjo, La
‘Tragedia intitulada Oçio’ del P. Cigorondo y el teatro de colegio novohispano
del XVI (en prensa).
[11] "Comedia" es nombre genérico para cualquier
género de espectáculo o texto dramático en los Siglos de Oro. Puede ser, por
tanto, sinónimo de "Coloquio". Véase, por ejemplo, 
                    
http://parnaseo.uv.es/Ars/teatresco/Comedia%20M%20Venegas.html
[12] Agradezco este utilísimo dato a la amabilidad de D.
Alejandro Arteaga Martínez, estudioso de la obra de J. de Cigorondo, que lo ha
recogido de A. y A. De Backer, Bibliothèque
des Écrivains de 
[13] Véase J. L. Flecniakoska, La loa, Madrid, SGEL, 1975. En cuanto a la cronología de las loas
del Viaje entretenido, véase J.
Joset, ed., Clásicos Castellanos, Madrid, Espasa-Calpe, 1977, XXV y sig.
[14] A. Carreira,
Gongoremas, Barcelona, Península, 1998, pp. 71s. 84. 421.
[15] Ver P. Jauralde, Francisco
de Quevedo (1580-1645), Madrid, Castalia, NBEC, 15, 1998, p. 205.
[16] Precisamente el códice de 
[17] Digo "por lo general", pues no falta en la poesía
de Cigorondo el uso del doble sentido, que «sorprende por su picardía, rayana
en la obscenidad», como acertadamente observa Margit Frenk en "Dos
romancillos de Juan Cigorondo": Literatura
Mexicana, I, núm. 1, 1990, 197-208, en p. 198.
[18] Elementos y rasgos de estilo cercanos entre ambas piezas
pueden apreciarse comparando las partes más coloristas o barrocas del Coloquio (otorgamiento de las insignias
del grado al tetradoctor, vv. 597ss) con secciones de 
[19] Hay varias muestras de este recurso en la primera etapa de
la poesía de Pedro de Espinosa (hasta 1605), cono el soneto "A 
[20]  «...que él medio heló
al verterlas / y entre esmeraldas las guardó por perlas». O: «del rubí, de la
esmeralda / y brillante pedrería, / que el sol con sus hebras cría, / le ciñe
como guirnalda». Y en un romance: «Ya al alba llena de flores, / perlas le daba
el rocío; / la luna plata a la noche, / el día al sol oro fino». Por lo demás,
uno de sus pastores se llama Lucindo, como en obras de Cigorondo.
[21] Se habían ido componiendo antes. (La segunda edición es de
1602.) 
[22] A. Egido, "La voz y el banquete", en La rosa del silencio, Madrid, Alianza,
1996, p. 79s. En nota 26 remite la autora a Gracián, El Comulgatorio, II, pp. 171-172.
[23] Concluye Amor con estas palabras: «Y en fe de aquella
verdad, / que el Verbo carne tomó, / os diré la traça yo, / cuyo discurso escuchad».
[24] «A todos ha satisfecho / vuestro ingenio soberano, / y en
ser divino y humano / de dos palmas seréis digno, / que en humano sois divino /
y en divino más que humano» (D. J. Bravo de Mendoza en los preliminares a la
segunda parte de los Conceptos
espirituales).
[25] Alonso de Ledesma había sido alumno de los jesuitas,
apreciado por éstos y cantor de su fundador. Por este aprecio, 
[26] Se refiere a un pastor, Andronio, quien en un canto de
competición interpreta un cuadro de la maternidad de María diciendo del Niño
que mama: «Es el chico resabido / y así la boca en el pecho / hace el tiro más
derecho / al corazón escondido. // Parece que está mamando, / mas es
disimulación: / flechando está el corazón / de quien le  está el pecho dando». Y sigue otro pastor llamado
Ursapio: «Cuádrame ese concepto que
apuntaste...» (v. 1424;  ed. de Quiñones
Melgoza).
[27] Cigorondo cita en su Tragedia
intitulada Ocio, v. 2178 (numeración propia), compuesta y estrenada en
Puebla en 1586 
[28] A. de 
[29] Aparece en el titulado Comedias
y poesías del P. Calleja, que no pueden ser de él, como finalmente nos
consta de este Auto al Santíssimo
(...)  Juego de Colores de Fray José
de Sigüenza, de 
[30] Lope de Vega, 
[31] Desde 1628, según J. H. Elliot, El conde-duque de Olivares, Barcelona, Crítica, 1998 (2ª ed. española), cc. I-IX.
[32] Pronto podrán verse estudiados y publicados por Abraham
Madroñal, en ‘Ni grado ni gracias’.
Vejámenes universitarios del Siglo de Oro (en prensa), que ya he tenido la
suerte de leer [2005].
[33] La expresión aparece en el Entremés del segundo de los Coloquios de Cigorondo, v. *13.
[34] J. Alonso Maluenda, en Cozquilla del gusto, 1629 (ed. E. Juliá Martínez, Madrid, CSIC, 1951, p. 9), referencia que, como la de Jiménez Patón, agradezco a Abraham Madroñal.
[35] Galicia y los jesuitas.
Sus colegios y enseñanza en los siglos XVI al XVIII. 
[36] Kenneth Brown, "Aproximación a una
teoría del vejamen de Academia en
castellano y catalán en los siglos XVII y XVIII: De las Academias españolas a 
[37] Cf. Fernán González de Eslava, Coloquios espirituales y sacramentales, México, UNAM, 1998, ed. O. Arróniz, y S. López Mena, y B. Mariscal, ""El Bosque divino de Fernán González de Eslava: anotaciones sobre su representación": Anuario de Letras [México], 38, 2000.
[38] L. Gracián Dantisco, en
su Galateo español, que componía para
un público amplio por el año 1584 se refiere ya al vejamen como cosa habitual y
conocida de todos  (ver ed. de M.
Morreale, Madrid, CSIC, 1968, p. 142 [fol. 53r]). Lo mismo puede observarse en
el entremés de Martín de Bolea y Castro, compuesto hacia 1578, mientras era
estudiante y representado por Colegios, Universidades e incluso corrales de 
[39] Barcelona, 1606: BAE,
XXXVI, Madrid, 1919, 279ss. Tomo la referencia de A. Egido, más amplia en su  "De
ludo vitando. Gallos áulicos en 
[40] S. G. Morley y C.
Bruerton, en su Cronología de las
comedias de Lope de Vega (Madrid, Gredos, 1968), datan su composición entre
1604 y 1612. Al principio del Acto II de la comedia, resultan misteriosas las
alusiones a un vejamen que superó Rosarda, la protagonista, en  disfraz masculino [Aurelio], a cargo del Dr.
Pinabelo, que no participa en la acción de la obra. Y orienta hacia su sentido
el hecho de que entre las dramatis
personas aparece un «Rector», se entiende que de 
[41] M. S. Carrasco Urgoiti, "La oralidad del vejamen de Academia": «Edad de Oro», VII, 1988, 49-57.
[42] Así A. Egido en su "Floresta de vejámenes universitarios granadinos (siglos XVII-XVIII)": Bulletin Hispanique- Hommage à Maxime Chevalier, t. 2, 1990, nº. 1, 309-332, en p. 330, después de haber ido esparciendo rasgos del vejamen y de los gallos.
[43] Egido remite al ejemplar
de 
[44] En la ed. de F. Almagro pág. 103-08, nº. 44, en el título, aparece como «examen», pero el primer verso empieza: «Vexa. Cúbranmele la cabeça / a esse señor doctorando...», que es coloquio. Más adelante y, de nuevo, en los versos finales aparece Vex. diciendo: «— Quantos se suben aquí, / sus vexámenes rematan, / diziendo que lo que tratan, / que ni fue ni passó assí».
[45] Como lo fueron los Coloquios de Erasmo o de Vives (su Linguæ latinæ exercitatio), o las mismas Églogas de Garcilaso y de Camoens, según consta en el Quijote II, 58, 1100s (ed. IC-Rico).
[46] Quizá esto explique también la inserción de y en el v. 861.
[47] Ninguna referencia
encuentro a esta forma ni en el Manual de
Gramática Histórica Española de R. Menéndez Pidal, ni en 
[48] O 27, si se prefiere las
variantes «dexastes» --por «deseastes»-y «obligastes», que presenta el Colloquio (P. O.) de 
[49] Ninguno hay en la
temprana  Tragedia Ocio (1586). Pero 20 aparecen en 
http://us.share.geocities.com/aarteagaa/Cigorondo/CGMagdala.htm), 7 más en las Églogas del Engaño, 2 en el poema Capelo al Niño Jesús (vv. 57 y 59). Es lógico que se den más casos en la extensa producción de Cigorondo.
[50] Sermonario castellano medieval y Capitulaciones para la entrega de Granada, lógicamente anteriores a 1492, de autores anónimos.
[51] Fueron precisamente
estos usos los que, confirmados por los más abundantes casos del Cartapacio curioso de Juan de Cigorondo
los que me llevaron a tener en cuenta esta forma, considerándola no como una
simple variante gráfica, sino forma de uso alternativo. En las piezas de
Hernando de Ávila que tengo en versión digital encuentro  2 casos: uno en el Coloquio de Moisés, 1587, v. 1558; otro de 
[52] R. Lapesa, Estudios de morfosintaxis histórica del
español, Madrid, Gredos, 2000, pp. 746 y 767. En todo caso, un recorrido
por los datos que ofrece el CORDE, a
los que se suman los que ya pueden utilizarse de 
[53] La pobreza de datos documentales podrá cubrirse pronto si, a partir de ahora, se respeta la presencia de la forma -stis de las fuentes. Por otra parte, laboriosas incursiones efectuadas sobre el CORDE me confirman, en términos generales, los resultados. Trabajando sobre los lexemas más comunes y distribuyendo por mitades de siglo los resultados, he obtenido lo siguiente: -steis: 1500-1554: 19 casos; 1555-1600: cerca de 60; 1601-1650, más de 53; 1650-1698 (quizá debido a que hay menor número de obras en el CORDE para este periodo): 20. En cuanto a -stis, hasta 1575: 2 casos (fines del siglo XV); 1575-1610, 16 (11 de ellos en Fernando de Herrera) en 4 documentos; 1611-1650: 17 casos en 5 documentos. Pero ya sabemos que el cómputo de -stis presenta grandes dificultades.
[54] En una cita de la
respuesta de Herrera al Prete Jacopín, en Obras
de Garcilasso de 
[55] Ver: http://oaxaca.com.mx/notas/historia/Historia3.html
[56] En ello insiste Fray Francisco de Ajofrín, que llama la atención sobre el hecho de que en España se dice «tomar chocolate», mientras en América «beber chocolate» (Diario, II, p. 82s).
[57] «Es queja general de los europeos que, echando en 
[59] Por si no bastaran otros
indicios, en el verso 60 tenemos una forma diminutiva («esclavillo»), tan característica
como a menudo ripiosa en las obras del jesuita novohispano.
[60] Lo que pudo ser, pese a
que el colegio de San Juan de 
[61] M. Jiménez Catalán y
Sinués y J. Urbiola, Historia de 
[62] La documentación al
respecto es extensa. Remito simplemente a dos casos: A. de 
[63] Era, por lo demás,
tradicional que el grado de doctor se confiriera en la catedral. De 
[64] "De ludo vitando. Gallos áulicos en 
[65] J. Alonso Asenjo, o. c., I, 231ss.
[66] resguardo es defensa y reparo (DA).
[67] En teoría, esta ciudad famosa podría ser México, con su Universidad y Colegio Máximo, pero también cualquier otra sede de Colegio y / o Facultad, aunque pese a la admisible hipérbole, parece lógico que la ciudad fuera sede universitaria
[68] Oso decir que Galeno ...; Hipócrates me perdone...: Se nombran las
autoridades máximas en materia medicinal: Galeno e Hipócrates, las médicos más
reconocidos de 
[69] Espantosas curas, por 'curaciones que maravillaban': Mt 8, 14ss par.
[70] sangrías y purgas: mientras que las cinco sangrías o llagas no aparecen especificadas, sino la del costado, en lugares evangélicos, las metafóricas purgas serán la hiel y / o vinagre ofrecidos a Jesús según distintos evangelistas: Mt 27, 34; Lc 23, 36: Jn 19, 29.
[71] O: carro, pero no le encuentro sentido, atendido el contexto, aunque el término podía aparecer en la traducción del pasaje de la curación de un ciego por Jesús de Nazaret en la piscina de Betesda (Jn 5, 1-4), al que se refiere el orador. Allí estaban, como más cerca en el tiempo en Lourdes, numerosos enfermos esperando que el Ángel del Señor viniera, como al parecer hacía de vez en cuando, a revolver o remover el agua, lo cual la convertía en remedio milagroso para el primero que se bañase en ella. Pero este nuevo Enviado de Dios no necesita «remover (humorísticamente) el caldo» para sanar incluso envejecidas (o crónicas) dolencias. No parece que la expresión «revolver el caldo» equivalga a «revolver los caldos», cuyo sentido de 'provocar disputas» (DA), aunque conviene al contexto evangélico, se ve excluido tajantemente por el autor (quizá como forzado contraste). En «caldo» habría, además, un juego verbal con «dolencias».
[72] Como el hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 11ss) o Lázaro (Jn 11, 1ss).
[73] Mt 13, 56ss par.; Lc 2,
45-50.
[74] Mt 2, 1-12; de nuevo en
vv.  443s.
[75] las voces predicables o categorías lógicas de los escolásticos eran cinco y no más, a saber: género, especie, diferencia, individuo y propio. Pero el Doctor en Artes, tomando voces y predicables equívocamente, como referidas a las palabras pronunciadas por Jesús de Nazaret desde la cruz («cátedra cruzada»), que eran las tradicionales siete (¡ni una más ni una menos!) palabras, espigadas de varios evangelios (base de cotizadas predicaciones o sermones en Semana Santa), afirma que el nuevo Maestro reforma y rechaza, porque auctoritatem tiene para ello, la firme afirmación de Escuela.
[76] especies, accidentes, sujeto, sustancia... son categorías de
la  tradición aristotélica utilizados como
martillo de herejes en la teología tridentina para explicar la presencia real  en 
[77] Cita implícita de Job cc. 38-41 especialmente.
[78] En el original con e caudata, como aparecerá más abajo en término latino del v. 248.
[79] gran materia de celo... o gestos de galán enamorado: creo ver aquí referencia al amor de Cristo por las almas, algunas de las cuales tan mala traza se dan o tan reprobable conducta asumen que fue necesario el remedio que, anticipándose a Churchill, dice el texto que dio el Redentor: sangre, sudor y, más allá, lágrimas. Sobre esto se volverá en los vv. 469-484.
[80] Debe pensarse en los gestos del Doctor 2º, mostrando desde la cátedra una hoja de papel.
[81] Es más ángel que Tomás...: Se refiere el texto en primer lugar
a Tomás de Aquino, de 
[82] en Teología sagrada / es un infinito abismo, como lo demuestra su dominio de los distintos tratados teológicos que inmediatamente se van nombrando.
[83] Enumera aquí el texto
las materias y tratados del currículo completo de 
[84] hacerle tiro, aunque la expresión admite varias sentidos, quizá el
más apropiado sea aquí el tomado del juego de barra, donde hacer tiro vale por herir con la punta de la barra la tierra, sin
que dé vueltas —¡la barra!— (DA) y
así ganar. Con lo cual, la expresión en nuestro texto indicaría que alguien
sacó ventaja al Dr. Sacramento en esta materia, al menos ventaja cronológica:
«maestro más antiguo». Probablemente se refiere el autor a Juan el Bautista,
cuyo mensaje era «Convertíos...»  o 'Haced
penitencia' (: ,
en  Mt 3, 1ss par.).
[85] legisladores nombrados, es decir, famosos fueron, después del espartano Licurgo, del ateniense Solón y del filósofo Platón, que dictó leyes ideales en su República. Entre los modernos se menciona a Pedro Pablo Parisio, jurisconsulto calabrés, auditor de la romana Rota y cardenal, profesor de derecho civil en Bolonia y Padua, que presidió alguna sesión del Concilio de Trento.
[86] legistas o juristas famosos fueron Justiniano, emperador romano de Oriente, que patrocinó una codificación de leyes llamado Código de Justiniano; Bártolo, jurisconsulto italiano del siglo XIV, siempre en manos de los estudiantes de derecho (bártulos), y Pietro Baldo degli Ubaldi, discípulo del anterior y su crítico y rival más importante.
[87] Por supuesto, se refiere al otorgamiento a Moisés de los 10 Mandamientos (Ex 19-20) en el monte Horeb o Sinaí, aquí, como en la época, pronunciado (también por razones métricas) Sinái, es decir, Sinay.
[88] Mt 11, 30.
[89] ángel del gran Consejo, quizá según Is 11, 2; ...diligente abogado, etc. remite a Hebr 5, 1-10.
[90] En su parusía o juicio final, según Mt 25, 31ss., cuya anticipada y tremebunda vivencia (!) recogían himnos como el Dies iræ. De nuevo aludido, con otra metáfora, en vv. 421-424.
[91] el Panormitano: la antonomasia en jurisprudencia parece darse a Matteo di Tèrmini, diócesis de Palermo (de donde le vino el nombre), licenciado in utroque en Bolonia y posteriormente agustino bajo el nombre de Agostino Novello, que vivió en la primera mitad del siglo XIII y fue asesor del rey Manfredo de Sicilia. Lo menciona Eneas Silvio Piccolomini en una carta, donde precede a Ludovico Romano, Cino, Bártulo y Baldo, reputados jurisperitos. Leo que el jesuita Luis de Molina recoge sus opiniones en La teoría del justo precio, junto a las de Domingo Soto y otras personalidades de renombre. Por todo lo cual, su mención en el Coloquio no carece de encarecimiento.
[92] se loda: cultismo, quizá influido por la forma toscana, por 'se
loa' o 'se alaba'.
[93] Como se ha visto en 
[94] Formas verbales para el
tratamiento en segunda persona del plural en -is, como aquí hicistis,  salistis
(v. 370s), pisastis (v. 400), sacastis (v. 435), pretendistis (v. 486),
distis (v. 487), ganastis (v.
528) y estudiastis (en la prosa del
Entremés) se dan también en obras de Cigorondo.  En las Églogas del Engaño: deseastis,
obligastis, distis. En 
[95] Alude a la costumbre litúrgica de ponerse en pie para escuchar la lectura o el canto de la perícopa evangélica propia del día.
[96] Noé pasa en 
[97] En O, en el v. 382, se lee «arquiticlino», que puede indicar una forma popular, que cabe en un marco de burlas, o un uso habitual de esta forma, frente a la culta (quizá sentida como redicha) «arquitriclino» o 'maître'. Su Sitz im Leben es la celebración de una boda en Caná de Galilea, según Jn 2, 1ss.
[98] alquimia y magia: antonomasia metafórica de procesos misteriosos, pero que rayan paradójicamente en la heterodoxia.
[99] lanceta / lanza: paronomasia y metáfora; como se vio, la lanceta es el bisturí de los quirurgos. El texto evoca el de Jn 19, 31-37.
[100] la pisastis con los pies: aquí el autor se refiere al agua, pues
alude al episodio evangélico en el que Jesús el Nazareo o Nazareno caminó sobre
las aguas (Jn 6, 16ss). En el referente real lo que se pisa con los pies es la
uva, para producir vino (= sangre); pero, al salir agua y sangre (vino) del
costado de Cristo, quedaron inextricablemente unidos en el misterio de 
[101] hijo de la esclava: intenta sorprender este buen orador barroco, pues Jesús, supuesto descendiente de David y, más allá, de Abraham, no lo es del hijo de Agar, esclava del patriarca, sino de Sara, su mujer, que tuvo a Isaac (Gén 16. 21; passim NT). Pero Jesús el Nazareo sí es hijo de la esclava María, que así se autodenomina (Lc 1, 38. 48).
[102] Como Magníficat: Lc 1, 46s.
[103] El doctorando es esclavo y noble, judío y godo, converso y graduado, de raza y castizo: suma de paradojas y de las contradicciones de la sociedad áurea española, que junta la presencia real del Sacramento. El esclavillo nacido en Belén, ciudad de David, es Rey; y, puesto a ser noble («¡qué linda nobleza!», - v. 403), ha de ser godo, por encima de la nobleza de los Guzmanes (por cierto linaje impuro —ya Quevedo en su Isla de los Monopantos con la alusión a Pragras Chincollos = Gaspar Conchillos), supuestamente de sangre acrisolada, como lo demostraría el hecho contemporáneo del valimiento del Conde-duque de Olivares. Esclavo y rey; noble y godo, pero con cara (espejo del alma) de judío (o descendiente de conversos), v. 419s, y, por tanto, excluido por Estatutos de limpieza de sangre de los grados universitarios; ser judío y de buena cepa es contradictio in terminis: no se puede tener "raza" y "casta" al mismo tiempo.
[104] inquisidor quiere ser: El autor apura las paradojas: judío e inquisidor: claro que lo será en el valle de Josafat el día del Juicio Final.
[105] al campanario / o pináculo del Templo: Que Jesús fuera subido
al pináculo del templo es afirmación evangélica (Mt 4, 5 par.). Que apareciera
en un campanario es alusión que raya la blasfemia, salvo que se tome como
metáfora (campanario = máxima elevación de un templo = pináculo o alero del
Templo), pues recuerda la expresión tradicional 'hablar en campanario",
que se dice de los «habladores sin substancia (...) que hablan a bulto y cuanto
se les viene a la boca» (Covarrubias). La encuentro en 
[106] habéis bajado al infierno: «descendit ad inferos», una de los artículos del Credo ortodoxo, basado en textos neotestamentarios (1 Pedro 3, 19; 4, 6).
[107] paráis el viento; / por el agua enjuto andáis: alusión a textos evangélicos: tempestad calmada (Mt 8, 23-27 par.) y andar sobre las aguas (ya citado), que en el verso lleva contaminación («pie enjuto») del paso del mar Rojo (Ex 15, 16).
[108] en cuerpos de hombres estáis, / que es cosa de encantamiento: Nuevamente, en su afán de maravillar (¡cosa de encantamiento!), el autor roza la blasfemia, pues compara la posesión diabólica o encantamiento de una persona por magia, arte diabólico / diabólica, con la posesión del Cuerpo de Cristo. El tema de las artes mágicas sigue humorísticamente en los vv. 441-444.
[109] queriendo vos... piedras se rompen, tinieblas a medio día: Mucho dice el autor en dos palabras: Queriendo vos: 1) por voluntad; 2) por poder sobre toda la creación / naturaleza; 3) por amor (como manifestación amorosa): esto sucedió a la muerte de Jesús, según los textos evangélicos (Mt 27, 45ss y par.): se produjo un terremoto que, hélas!, no registraron los sismógrafos contemporáneos y sucedió un eclipse total de sol: tinieblas a mediodía (situación de apocalíptico y paradójico barroquismo).
[110] hacéis ver / visiones de Apocalipsis. Naturalmente el texto remite a los relatos evangélicos sobre Jesús que da vista a ciegos: son "visiones del Apocalipsis", es decir, 1) como las ofrecidas por el último libro canónico del Nuevo Testamento, visiones maravillosas; 2) son también visiones de la última y definitiva Revelación: los tiempos mesiánicos habían llegado (cf. Mt 11, 2-6).
[111] Afila los aceros cuando apura la dilogía en términos que
normalmente y en la sociedad de aquél tiempo eran base de la infamia: ser
vagabundo y ladrón, como cualquier gitano; ser amigo de ladrones (entre dos fue
crucificado); galán enamorado, se entiende que del Alma, pues algunas
afirmaciones, que podrían verse asociadas a 
[112] que algún tiempo habéis andado / por montes y despoblado / con algunos compañeros: es decir, como los bandidos o salteadores.
[113] Referencias a textos evangélicos: Jn 8, 59: 10, 31 y Lc 4, 28-30
[114] Mt 27, 38 par.
[115] Se refiere a Judas Iscariote; véase Mt 27, 3ss. Obsérvese la rima imperfecta en esta redondilla, posiblemente por despiste del amanuense («mirad» por «mirá»), más que por voluntad de estilo del autor.
[116] galán enamorado ... por un alma, una fregona: por los seres humanos, que son tan viles como una fregona.
[117] andáis de noche al rocío: Parece resonar aquí el soneto de Lope de Vega: «¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?» (...). Concretamente el v. 3: que a mi puerta, cubierto de rocío / pasas las noches del invierno escuras. Pero el motivo aparece también en el poema Capelo al Niño Jesús, vv. 65-84, como derivación del Cantar de los Cantares.
[118] Alusión al "Portal de belén" con los ángeles cantando el Gloria..., según Mt 2, 1-12 (y válganos o sírvanos aquí el Mº Francisco Guerrero: cf. http://www.uv.es/parnaseo.index/Lemir.textos.htm). También este motivo está en el Capelo al Niño Jesús, vv. 117-124.
[119] O: manná la: extraño caso de laísmo en un andaluz-novohispano.
[120] Posiblemente estos disfraces que nunca desaparecen son las especies o apariencias de pan y vino, frente a la realidad que queda transustanciada o disfrazada (disfraces, máscara), de ese modo. Es una metáfora muy propia y eficaz en el Barroco, época forjadora y cautiva de teatralidad como ninguna (salvo la actual).
[121] sois de 
[122] y el ser de 
[123] Así evangelios apócrifos y la tradición piadosa.
[124] O: çaragueles, por razones de rima forzada, seguramente para
forzar una sonrisa connivente. carpintero
y sastre, mecánicos ejercicios... osada afirmación y atrevido modelo de
conducta ofrece el autor en el lugar más (in)adecuado y en el momento más
(in)conveniente (según se mire): 
[125] Jesús es poeta en cuanto que «por lo menos» corrige faltas en los pies o versos. Un original concepto que en mí evoca aquellos versos del soneto «Anacreonte español, no hay quien os tope», contra el Quevedo poeta, tras la publicación de su traducción de Anacreonte, atribuidos a Góngora, en el que se habla de «pies de elegía» ('lamentables', por cojos o zambos, como los pies de Quevedo), o tan «flojos» que dejan chorreando un tipo de zaragüelles: los greguescos. Tenemos, además, la dilogía de enmendar los malos pies o pies malos, es decir, curar a cojos, que andan (!) passim por los Evangelios.
[126] Sigue la demostración de conocimiento bíblico, de conceptismo y de humor. Jesús, según los evangelios maravillaba con su doctrina, superior a la de los doctores de entonces sin haber estudiado (Mt 7, 28 par.). Probado que no había estudiado ni apenas leído (de no ser así, piensa el autor, se nos habría dicho y los Evangelios callan). Ergo el Sacramento ni siquiera fue estudiante. Realmente quedó virgen de las conjugaciones (los rudimentos): nunca pasó de la cartilla; más aún, no pasó de la primera página de la cartilla, ni aun de su comienzo, donde figuraba el christus, es decir, (el signo de) la cruz. Por eso los soldados que fueron a prenderlo al Huerto de los Olivos quedaron "espantados" (y aun a-terrados) al oírle pronunciar un latinajo: Ego sum ( = 'presente'; pero que, por evocación de la revelación de la divinidad a Moisés en el Sinaí / Horeb, también es afirmación de poder divino). Entender y asumir el (ser) christus o cruz ya "le costó (la) sangre": le costó mucho y hasta la vida. No pasó, pues, de ahí. Es decir, ¡a tanto llegó!
[127] valentón... / dado a la buena ventura: Valentón quizá cuando Jesús el Nazareo o Nazareno cogió el látigo y echó a los traficantes de los patios del Templo (Mt 21, 12ss par.); dado a la buena ventura, cuando decía que todo había que dejarlo en manos de Dios, que cuida de los pajarillos y de los lirios del campo (Mt , 6, 25ss par.; Lc 12, 22-31).
[128] Véase Mt 21, 23-27 par.
[129] O: «rissa» como corrección de «riza». La «rissa» original está por el latinismo «rixa» (= 'pendencia', según el DA), que todo vejamen supone una pelea (en determinados, casos, de «gallos») y, además y con eso, provoca la «risa». El autor es consciente de utilizar la agudeza verbal y el cultismo. Lo entenderán los discretos o cultos: apreciarán tanto la agudeza verbal como el fuego del debate, pues el Vejamen anuncia que deja de serlo (agota su papel, se retira), para no causar daños e inconvenientes. Todo el mundo lo entiende, por lo que se ha dicho y de quién se ha dicho.
[130] San Telmo o Sant'Elmo, nombre con que los marineros veneraban a Pedro González, dominico español, predicador en la corte de Fernando III y apóstol, y patrono de las cofradías de aquéllos.
[131] rayos que ... aqueste globo matizan:  «Matizar» es 'unir y mezclar con hermosa
proporción los colores diversos entre sí (...) de suerte que sean agradables a
la vista' (DA). Así aquí, como en 
 Cf. http://parnaseo.uv.es/Ars/teatresco/textos/Orfeo.pdf
[132] O: bobo, pero no le veo aquí sentido. Véase v. 634.
[133] O: Pharo; el mármol de esta isla del Egeo era el más apreciado en 
[134] el sur, diamantes y perlas: el
Sur está por el Mar del Sur u Océano Índico, criadero de las más famosas
perlas. Concretamente, la zona más rica en hermosas perlas era 
[135] rosicleres, rubíes, grana: de color rojo encendido son tópicamente los arreboles de la aurora, los rubíes de las Indias (se entiende Indias Orientales y especialmente Ceilán, ahora Sri Lanka) y la púrpura elaborada por los tirios. Véase en Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea: «que es rosas la alba y rosicler el día» (v. 4); o púrpura nevada, o nieve roja» (v. 108); la letrilla Caído se le ha un clavel, etc.
[136] Eucaristia, porque así lo pide el metro, sin perjuicio de la asonancia. Tómese tal acentuación como cultista.
[137] gragea / del alto cielo llovida. Grajea es una 'especie de confitura muy menuda' (DA), por lo que le va bien al maná como adaptación a los usos contemporáneos del público.
[138] divino néctar: posiblemente contrapuesto al venenum in auro bibitur de Séneca, Thy. 454.
[139] O, en v. 861: ...oy, yadmitido, con la y introducida como autocorrección. Un versión primera de los versos finales que aparece tachada era: «que assi como a beis entrado / (assi) y con más sossiego, idos».
[140] Con más razón que en otros casos, observando variantes gráficas de las
dos copias conocidas del poema, optamos 
por modernizar las grafías, además de las mayúsculas y puntuación. Sobre
el carácter de vejamen de este poema, véase 
[141] Sin hipérbaton ni complejidades sintácticas, la estrofa correría así: «Pero, llegado el momento de la picola, en ella podremos ver, por lo que iré exponiendo, cómo está el Hermano Jesús.
[142] Creo que el autor da aquí por sentado para su juego que el texto evangélico auténtico es el latino y que quienes en él se muestran hablando saben latín, pues que en esa lengua los ve expresarse. En el estar «tan callado» veo un juego con «Iesus vero tacebat / Jesús seguía callado» (Mt 26, 63). Cuando Jesús habla, como no podía ser menos, siendo «ladino», es decir, 'listo', o lo hará en latín. Por eso y como experto en latines reunía una condición imprescindible para ser ordenado, como bien muestra el Entremés del segundo Coloquio, pudieron ordenarlo. De lo cual resulta, no sin guasa y con irreverencia hacia el texto sagrado, que al ser ordenado, gracias a ser ladino y latino, devino «sacerdote eterno» o «pontífice verdadero».
[143] el vestido...descompuesto: creo que se juega con la anfibología de «descompuesto»: 'indecoroso', por inapropiado (el vestido carnal de Dios hecho hombre, como se dirá en la estrofa siguiente), pero quizá también, puesto que se trata del Niño Jesús, envuelto en pañales y acostado en un pesebre [Lc 2, 12], con vestido 'manchado'. Remito a Quevedo para mayor concreción: «La vida empieza en lágrimas y caca».
[144] No es eso exactamente lo que dice Pablo de Tarso en 1 Cor 1, 22s, y la aplicación allí es a la inversa: los escandalizados son los judíos; los que lo estiman locura o necedad, los gentiles. Pero probablemente el autor lo trabuca por juego.
[145] En los versos 65-84 el texto parafrasea varios pasajes el Cantar de los cantares (Ct 2, 9s. 5, 4-6. 5, 2. 3, 4 y, de nuevo, 5, 6, con la incrustación de Is 9, 5 para el v. 74 y la adición de elementos de gran plasticidad como la campanilla en el v. 78, que, por supuesto, no se encuentra en Ct 5, 2. La mención de noche y rocío en vv. 71s fuerzan la evocación del hermoso soneto de Lope de Vega publicado en las Rimas sacras, 1614, «¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?», aunque, en verdad, el talento y talante de nuestro autor no hace ineludible su conocimiento de este texto.
[146] Siguiendo con su paráfrasis humorística, el autor  podría aludir en «una noche vino / tan tarde»
al cumplimiento de la plenitud de los tiempos (Heb 1, 1-2) en la noche buena de
Belén (Lc, 8): noche peligrosa para la salud de un niño, pasada casi al sereno
en un cobertizo desvencijado, en pleno invierno, a 
[147] Estas cuatro estrofas (vv. 
101-116)  se inspiran  textos del Antiguo y Nuevo Testamento ( Is
14, 12s; Jud 6. 9; 2 Pe 2, 4; Apoc) y materiales de libros apócrifos, sobre los
que especularon la patrística y teología tradicionales:  soberbia de Luzbel, su envidia con el hombre,
ahora preferido de Dios a tal punto que por él trazó la "historia de la
salvación". Estas ideas se ofrecerán plásticamente a los espectadores en
la representación del segundo de los Coloquios.
[148] En los vv. 117-140 se habla con cazurrería de las músicas celestiales
en Belén, presencia de pastores recogidos de sus majadas, con el fin de que el
Niño =  toda 
[149] En estos versos (141-152) llegan los Reyes de Oriente con sus dones, que al autor no sólo le parecen superfluos sino peligrosos en manos de religiosos, pues podrían haber sido dirigidos por tales patronos para "comprar" servicios privilegiados y, por tanto, injustos. Aunque el autor, jugando con faltas y sobras, como Quevedo en su letrilla satírica «con su pan se lo coma», o Cervantes en su Quijote II, cap. 3 y 35, se engolfa lleno de humor en tan profundo misterio.
[150] Contaminación lumínica produce tamaña emisión de luz por parte del Niño, que más tarde afirmó «yo soy la luz del mundo» (Jn 8, 12). Con eso, desconsiderado farol, deja a dos velas de poder dormir a una madre desvelada y a un viejo que, debido a esto y a su edad, apenas logra conciliar el sueño. Sospecho que el poeta tiene presente en este caso no sólo el texto joánico, sino representaciones pictóricas del Nacimiento en las que del Niño irradia fulgente luz, e incluso poemas como el la hermosísima letrilla sacra de Góngora, en la que para el heno del pesebre «este rosicler divino, / para su lecho fue lino, / oro para su dosel».
[151] Estudio y ed.  J. Alonso Asenjo, La "Tragedia de San Hermenegildo" y otras obras del teatro
español de colegio, Valencia, 1995, I, 91-212.
[152] Como muestra la foliación, esta loa aparece en el Original tras el texto completo del Coloquio y del Entremés. Se ha traído aquí para respetar el orden de elementos en la representación, según indica el autor o amanuense.
[153] lucro cesante es expresión forense o moral por ganancia no adquirida con un dinero dado que no pare beneficios para el dador.
[154] pasajuego es término propio del juego de pelota (v. 52), practicado ya en las culturas prehispanas de Indias. Indica la cancha donde se desarrolla ese juego y, en ese sentido, puede significar, por sinécdoque, 'juego, diversión y pasatiempo' y estar por el entremés.
[155] Dennos de barato: 'hágannoslo de gracia y sin más, porque, a lo peor, poco daño puede hacer'.
[156] Concordancia ad sensum.
[157] O: corso.
[158] por el rastro de la sangre es el verso inicial de un romance de Durandarte: «Por el rastro de la sangre / que Durandarte dexaua / caminaua Montesinos / por un áspera montaña...».
[159] libro este acero es...: original metáfora de la espada cuya hoja, con los únicos dos renglones de sus filos (o filas-líneas), rubrica la (sentencia de) muerte.
[160] Ese luciente planeta...: el sol, que, junto a la luna (v. 169ss) y las estrellas (v. 173ss), estudiados en las cátedras ("mayores") de Filosofía Natural, Astrología y Música, en cuanto criaturas, remiten al Creador, según el platonismo cristiano.
[161] si me está a cuento: si me viene bien o a propósito (DA).
[162] La cuarteta está incompleta; su verso segundo es hipermétrico y el esquema de la rima (— ó — ó) está cambiado. Pero probablemente no falta ningún verso y los compartidos suplen o alter(n)an el ritmo de las cuartetas completas, añadiendo variedad, para, de esta manera, resaltar el mensaje.
[163] el arco tan tirante: Mundo, para rendir a Alma, remite a un axioma clásico: no es oportuno tener siempre tendido el arco. Es decir, conviene que Alma se permita alguna satisfacción, gusto o deleite de vez en cuando, y ahora es el momento.
[164] blanduras: por regalo, delicadezas o deleites (DA).
[165] con regalos armo: «armar» es aprestar el arma para disparar, en particular si se trata de ballesta o arco. Y, si esto es así y atendiendo al término «disparar» utilizado en el texto, el Lucifer cazador utilizaría uno de esos artefactos venatorios para lanzar sus regalos trampa.
[166] diablo candil: que el término "candil" es sustantivo en aposición lo prueba la mención inmediata de «lucerna». Posiblemente hay que entender la expresión como una crítica de Mundo a Lucifer, a quien sólo en parte se le puede aplicar el dicho "arder en un candil", por 'ser astuto y sagaz'. Mundo viene a decir que el diablo, por supuesto arde, está envuelto en llamas, pero con el candil a medio gas (!), o con su media lucerna (reducida mente). Aun así logrará prender las alas de la «blanca paloma», que es el alma.
[167] Sigue la numeración de versos tras el texto del Entremés. Los versos del entremés, como pieza prescindible que es, reciben numeración independiente precedida de un *.
[168] no deis picón: 'no piquéis", pues «picón» es la 'burla que se hace a alguien para incitarle a hacer algo'.
[169] bernardinas: Según Correas, «Decir bernardinas» es «Lo
que: chanzas, palabras vanas, adulaciones, casi mentiras» (p. 687, ed. L.
Combet, 1967, modernizado) y, posiblemente mejor, “disparates", término
con el que aparece emparejado el vocablo en Rinconete
y Cortadillo, que Corominas describe como ‘disparate, frase o palabra sin
sentido’. (Varias muestras en el CORDE
de 
[170] Corregido sobre Belinchón, apellido común, para acentuar la comicidad.
[171] Trad. ¿Dónde están los ordenantes?  ¿Cuando son las témporas?, con manifiesta
discordancia gramatical y de mente.  
[172] Trad.: ¿Quieres recibir las órdenes sagradas? En efecto, los exámenes para ordenaciones tenían lugar por las témporas, como leo en El Galateo español de L. Gracián Dantisco: «Haviéndose ido a esaminar a Toledo un ordenante en tiempo de témporas, presumiendo mucho de poeta...» (fol. 93v-94r y p. 122 de la ed. de M. Morreale, Madrid, CSIC, 1968).
[173] Trad.: ¿Qué vais a hacer? No tengo qué comer. Ea, vamos, di, si lo sabes, dónde están los candidatos? Facturus estis está por el correcto facturi estis y ordinorum por ordinaturi (ordones había dicho antes Andronio). El «Non habeo quid edam» = 'No tengo qué comer' es aquí chusco o señala la auténtica preocupación del chusquero Andronio.
[174] Trad.: El obispo está ya en Antequera. Anímate. ¿Sabes algo para examinarte?
[175] Trad.: Calla, que me ordenarán sin duda alguna Aquí llega otro que parece estudiante "ordinativo".
[176] Trad.: ¿Queréis, señor licenciado, ponerme una sobrepelliz para recibir ayer la primera tonsura? Zelato, mal estudiante, por ignorante, pero gran estudiante por su picardía, habla latín macarrónico: véase sobrepelicem, recipiendum... primam y, más abajo, panderorum. Pero los demás, excepto Pelagio, no son menos ignorantones y macarrónicos: véase el "te la", «præstabo» y: «de Olandarum franxarum»: 'prestaré de franjas de Holanda'.
[177] Trad.: Eh, tú, siervo del arado: habla ciceronianamente, como hago yo, y no llenes tu habla de solecismos.
[178] Trad.: Y vos, pandero o arreador de recuas, ¿qué se hace?
[179] Trad.: Con el Concilio [= los decretos conciliares] en las manos esperemos a los examinadores.
[180] Trad.: Sea anatema. Z.: ¿Qué quiere decir 'anatema'?
[181] Trad.: ¿No lo sabes? Fijémonos en el contexto.
Anatema, puesto que se escribe con mayúscula, es nombre propio. Será el de
algún rey que se llamaba Anatema.
[182] Trad.: Cierra el libro. Nos ordenarán en un
santiamén.
[183] desaminadero, desaminarán. Las mismas grafías muestran ya el
registro vulgar que utiliza el candidato, que refuerza la d- protética.
[184] Trad.: Nada de eso. Estudiemos con cuidado el
contexto, por si nos preguntan sobre él, no nos vayan a tener que despachar con
la cara colorada.
[185] Trad.: — A.:  (...) ¿Ecuménico?
¿Ortodoxo? — D.— Eh! ¿No son nombres
propios?
[186] Escorrir: por «discurrir», en ¡bestia!
[187] Atque proptera, probablemente por Atqui, propterea, formas utilizadas en la argumentación silogística.
[188] el duelo: quizá por "el muerto", es decir, quien habla,
identificado en frase hecha con la edad de morir de los carcamales. O bien por
'engañador', de «Dolum», moralidad
muy frecuente en el teatro escolar de los jesuitas Véase, Diálogo hecho a 
[189] O: Concilius, forma errada, por masculina, en boca de un escolar tan aventajado en latín como aquí se muestra Pelagio.
[190] Trad.: Sacad
los libros.
[191] Trad.: Son muchos. Habrá que exigir más. Acérquense
los candidatos.
[192] Toma tú este libro de San Jerónimo. Tú, estas Fábulas. Tú, este Testamento. Tú, este Horacio. Y estudiadlo bien.
[193] Trad.: Basta ya: el que lee bien, entiende lo que lee.
[194] Trad.: Iba un asno con sal a una ciudad, etc." Como irá viendo, se trata del comienzo de la fábula de Esopo titulada El burro que transportaba sal.
[195] Trad.: Con su permiso, examinador ilustre, explicaré la fábula.
[196]  Trad.: De
acuerdo; adelante.
[197] Trad.: Como un arriero arrease a menudo un asno cargado de sal a la ciudad...
[198] Trad.: Bien, pero en español.
[199] Es un modo tradicional de empezar a contar un cuento. Compárese este «Va de cuento» y la historia de la pastora Torralba que inicia Sancho Panza en Quij.I, 20, 212 (ed.IC- F. Rico).
[200] chilondrinas y pepas.
No he encontrado recogido el término chilondrina
(sí, chilindrina: «Anécdota ligera, equívoco picante, chiste para
amenizar la conversación»- DRAE) en los diccionarios ni
en el CORDE. En cuanto a pepa, los usos certificados del término
remiten a “pepitas o semillas” y, en el CORDE,
algunos tienen el sentido figurado derivado de 'centro o núcleo' de algo, especialmente
en América. Habrá, pues, que deducir el sentido del contexto: 'fábulas,
historias'.
[201] Resuena aquí aquella obra del Marqués de Santillana, Refranes que dizen las viejas tras el fuego.
[202] otros tiempos... los tiempos hiperbólicamente antiguos cifrados en frases proverbiales o en tópicos: antes que naciera el rey que rabió; antes que hubiera catarros; antes que los muchachos jugaran a los juegos de siempre, cuando hablaban los animales (tiempo fabuloso) y aun tenían instituciones educativas, es decir, en la ucronía o tiempo inmemorial y en la u-topía de «Arcadia y de sus riberas» de los relatos tradicionales. Sobre el primer catarro divagaba y pensaba desvariar el primo del licenciado en el Quijote II, 22, 813. Los caballos de caña eran juego tradicional de niños, véase Covarrubias, Tesoro, s. v. cañas y R. Caro, Días geniales o lúdicros, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, II, 224, que no menciona las berenjenas (quizá aplicables al extremo de las cañas, a modo de cabeza equina, para mayor realismo). En realidad, se trataba (¿se trata aún?) de cañas que los niños se ponían entre las piernas para dar carreras a una parte y a otra, como si fueran sobre caballos (DA). Cigorondo, en su Encomio V, entre otros juegos de niños, representa una imitación de un torneo a caballo de seis niños. Pero no se especifica la materia de la que están fabricados los juguetes y al nombrar las cabalgaduras las califica de "potricos" (en cualquier caso, no hay que olvidarse del compartido diminutivo). Véase H. Maldonado, "Un temprano juego teatral del Padre Juan de Cigorondo escrito en Guadalajara (1595)", en Hombres y Letras del Virreinato. Homenaje a Humberto Maldonado, México, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, 1995, 179-189.
[203] clin: forma popular de «crin».
[204] Calzaban sus taconcitos...: como auténticos "magnates de Arcadia" (v. *70), no resguardan las plantas de sus pies con duras herraduras ("suelas de Vizcaya"), sino que como medias sin soletas lucían suave y alisada pelambrera (como si fueran medias calzas de labradores): 'calzan finas medias'.
[205] a la mi fe: fórmula de juramento. Como fórmula tradicional es probable que, además de la sintaxis («la mi»), mantuviera también la acentuación antigua (que quiere indicar la tilde).
[206] ojizarco es 'de ojos azules" y cenceño, 'delgado, estrecho'.
[207] alcaceles: todo de género de mieses cuando tienen las cañas
tiernas. De lo que ya se deduce lo melindroso y escogido del pollino.
[208] cardos de asno o cardos borriqueros es una variedad de cardos.
[209] chocolate verde: es 'chocolate asinino', producto conocido y apreciado por los aztecas, de los que lo tomaron y tomaban, no sin innovaciones, primero los españoles y desde mediados de del siglo XVII otros europeos privilegiados. Dada la insistencia del autor en el sibaritismo del jumento (v. 81ss), parece más lógico que el texto se refiera a un período o lugar de gran aprecio del chocolate. Lo cual sirve de ayuda para establecer la cronología de la obra.
[210] Éste, pues... que no debiera: eco de Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea, vv. 41 y 89.
[211] en curtido y en salmuera . No he encontrado la frase hecha en los diccionarios consultados ni en el CORDE, aunque el sentido es claro: se entretuvo tanto tiempo, es decir, muchísimo, como el que se concede a los curtidos para que reblandezcan y a la salmuera para adobar los productos.
[212] pleguetes ni palos: En Corominas aparece el término «pleguete» en el campo léxico de «pliegues», cuyo sentido no parece convenir aquí. El caso ofrecido en el CORDE es muy reciente y equívoco. El uso en el texto podría leerse pléguetes, que podría tomarse como derivación o corrupción de «plégates», significando 'ruegos'. Y así tendríamos 'sin que ni ruegos ni palos', que sí cuadra en el contexto.
[213] le trocó la sal en leña: la gracia en 'leñazos', fuente de
dolor, propinados, no por un arriero cualquiera, sino por uno alterado en bárbaro y temible turco,
como confirma la «garrotal tormenta» y la oportuna referencia a «Monsiur de 
[214] Monsiur de 
[215] levas: "tratos y artes engañosas" (Correas, p. 145).
[216] regostado es resabiado o 'inclinado a repetir la ejecución de alguna cosa por gusto, complacencia o utilidad" (DA).
[217] hacía: señalo la aspiración de h- inicial (que impide la sinalefa) en este verso y en el v. 155.
[218] se hacía caedizo / llevando la sal a cuestas: no sin cierta irreverencia, como en el Vejamen del Coloquio anterior, hay un guiño del autor a la leyenda cristiana de la caída de Jesús de Nazaret por tres veces camino del Gólgota: si aquél llevaba la cruz (algo grave y muy serio —aunque también ligero: onus meum leve), esta acémila lleva algo pesado, pero también ligero, en cuanto gracioso. Con tanta sal a cuestas ¡se hacía el gracioso!
[219] Toma el cielo con las manos es 'se desespera'.
[220] zaino se dice de toda caballería que tiene señales y da indicios de ser falsa. De ahí derivó el significado de 'traidor, cauteloso o poco seguro en el trato' (DA), como es aquí el caso. Pero no se le escapó esta condición de zaino al arriero, que le cogió las vueltas (con zeugma dilógico).
[221] Es la moraleja.
[222] Trad.: Excelente. Es suficiente. ¿Qué pides?
[223] Trad.: Las cuatro órdenes menores. (En este tiempo, para el rito latino, estas órdenes eran tonsura, exorcista, lector y acólito; permitían ejercer determinadas funciones y, sobre todo, gozar de beneficios eclesiásticos. Ver Quij. I, 19, 203. 206; F. Ximénez, Diálogo a la venida, en La "TSH" y otras obras..., I, 396n, ed. de Alonso Asenjo, 1995.
[224] Trad.: Pláceme, concederte lo que pides.
[225] O bulleto, era una «escritura breve de mandato y determinación pontifical» (Cov.).
[226] Pus y pescuda son términos tradicionales del rústico sayagués desde los tiempos de Juan del Encina.
[227] gesto: 'cara': 'lo vais haciendo según lo que aparentáis', es decir, un burro.
[228] Falta con razón en la lectura horaciana de Zelato el adventicio Qui fit Mecænas, que no pertenece a este contexto. El texto citado: Solvitur acris hiems grata uice ueris, et favoni, / trahuntque siccas machinæ carinas ('El áspero invierno se suaviza al dulce retorno de la primavera y del viento favonio: los rodillos ayudan a deslizarse las quillas a seco') pertenece efectivamente al Libro I de las Odas (Carminum). Pero hemos de suponer que, o el autor no sabía mucho latín, o, mejor, que el zote de Zelato ni siquiera sabe leer bien, pues ve «Ode III» donde estaría «Ode IIII» y «Fabonii» por «fauoni», que es lo correcto, según me aseguran los documentos y el Dr. M. Molina Sánchez.
[229] ...me han hablado..: '... me han recomendado'.
[230] Decid la mano: Andronio, en su cortedad, entiende que se le manda leer las rayas de la mano en un acto quiromántico, considerado oficio típico de gitanos. Pero el examinador da a la expresión el sentido más propio: 'lo que os ha tocado en suerte'.
[231] Trad.: «¿No se venden dos gorriones por un as?»: logion de Jesús Nazareno o el Nazareo, según Lc 12, 6, donde se lee «cinco gorriones».
[232] ella: 'la destroza del texto que se le dé'.
[233] Sequentia...: '[Sección] del Santo Evangelio de Marcos'.
[234] tercera impresión: con todas la ediciones que tuvieron las Introductiones latinæ de Nebrija, coloquialmente "el Antonio", no es posible que se refiera a la tercera edición. Teniendo en cuenta las luces del examinado es muy probable que la tercera sea la 'última', por aquello de «a la tercera va la vencida».
[235] El copista se olvidó del que; cuando se dio cuenta, lo añadió incorrectamente después de mala.
[236] si só de misa, es decir, si llego a presbítero y, por tanto, puedo celebrar misas, el instrumento por antonomasia para vaciar el purgatorio de almas en pena, según la práctica contrarreformista, especialmente si ofrecidos estos sufragios en 'altar privilegiado'.
[237] Sigue la numeración de la primera "parte" del Coloquio.
[238] O: llega.
[239] Así leo en el O, con una forma de z que no es la habitual en el copista, pero que corrige una grafía anterior, que no se lee. Mazo parece que debe entenderse en la tercera acepción del Diccionario de Autoridades, dentro del campo de los juegos de naipes, donde significa una suerte de 55 puntos, que es garantía de triunfo.
[240] Aquí sigue en el Original la «Loa que se ha de decir al principio de este Coloquio», que se trasladó al comienzo del texto.